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Mickey y Danny (y...la apuesta más grande de mi vida)

25 de Septiembre, 2015
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Y hablando de cumpleaños…

5:00 a.m.

Abrí los ojos que no habían podido ceder al sueño durante prácticamente toda la madrugada y me encontré con el rostro plácido de Dan durmiendo en su última etapa de sueño a mi lado. La primera vez que dormimos juntos fue un reto —el más hermoso de mi vida— levantarme a la misma hora que él, 5:45 o lo suficientemente temprano para bostezar; aún así, Dan me ayudó y me animó a acompañarlo en ese momento, no por obligación, sino porque yo realmente le había dicho que quería hacerlo. Ha sido genial desde entonces, despertar a su lado y sonreírnos, juguetear un poco y luego levantarnos… juntos.

Tomé aire y me deslicé lentamente del brazo de Dan rogando que por amor a todos los cielos no se despertara hasta que saliera finalmente de la cama. Me tomó como dos minutos lograrlo. Me paré respirando hondo y caminé muy despacio hasta la puerta…

El asunto era este: Tenía que traer mi guitarra de mi…de la… lo que sea, de la otra habitación (de Dan o mía, qué importaba). Me había pasado varias semanas escribiéndole una canción y… Quería tocarla y cantarsela hoy, el día de su cumpleaños.

Era su cumpleaños y yo quería que todo fuera especial, así como lo era su presencia en mi vida.

Ya estaba afuera, en el pasillo, caminando y pensando, pasando de lado por la puerta de la habitación de Paul y llegando hasta la mía (o la de Dan, ya dije que no lo sabía y que no importaba). Saqué mi guitarra más rápido de lo que hubiera planificado y ya estaba todo en marcha, sólo…





Mierda.

No puede ser… ¡No puede ser! ¡Olvidé la maldita llave adentro!

Gruñí fastidiada y me senté impotente en el suelo, apoyada contra la puerta donde, al otro lado, Dan aún dormía plácidamente. Joder, no tardaría en despertarse y entonces no me encontraría a su lado… ¿Qué se supone que…?
Bufé de rabia, seguramente él abriría la puerta buscándome y me hallaría ahí, en el suelo, como una tonta con mi guitarra y mi sorpresa al basurero.

Tal vez si… Fingiera que sólo salí un momento… Si devolvería la guitarra a la otra habitación, y entonces sólo le dijera que salí y me quedé sin poder entrar porque me olvidé la llave y …etc; tal vez así aún podría mantener la sopresa de mi canción…

De pronto, una puerta en el pasillo se abrió y sobresaltó mi atención. Era Paul, en atuendo deportivo… ¿A estas horas? Ah, claro, ya me acordé…

Me vió sin poder disimular su sorpresa al verme allí, con mi ropa de "resfriado" y mi guitarra en el regazo, sentada en el suelo como una… indigente.

Paul entonces se dirigió a mí a paso despreocupado y con una sonrisa divertida en el rostro.

— Vaya, qué te sucedió Million Dollar Baby.

¿Qué qué qué??? Aquí vamos de nuevo.

Pff, sólo bufé sobre un mechón en mi cara. Ni siquiera el haberme cortado el cabello podía librarme de las matas en mi frente.

— ¿Ya están en esa etapa en la que se echan de los cuartos? —se burló cruzadose de brazos frente a mí— Ustedes sí que van rápido.

— Paul, no inventes…

Se rió— ¿Entonces qué pasó? ¿Por qué estás aquí? —de pronto su labios se curvaron en una sonrisa espléndida y su rostro en una expresión incrédula y emocionada— O… Oh, no me digas que… ¿¿¿Estabas esperándome???

— ¿¿Esperándote??? 

— Para ir al gimnasio ¿Entonces te retractaste, vendrás conmigo, me acompañarás? —me preguntó y sí se veía emocionado…

Pobre Paul.

— Paul —le dije con calma—, ya te dije ayer que no podría ir contigo, y sabes perfectamente por qué… Paul… ¡Es el cumpleaños de Daniel, cielo santo! Cómo se te ocurre que me iré por la mañana dejan…

— Oye, espera, cálmate —me retuvo con gestos de sus manos—. Creo que tú eres de las personas que "romantiza" demasiado esto de los cumpleaños…

— Qué, por qué…

— Bueno, mira, yo particularmente, no soy muy afín a esta mierda de las celebraciones y los actos especiales, incluyendo los… cumpleaños…

— ¿Son sólo un día más?

— Depende de la manera en que lo mires; creo que es algo de mucha… reflexión.

Lo miré con una ceja levantada.

— ¿Ahora vas a decirme que es parte de mi cultura latina el hecho de andar "romantizando" los cumpleaños?

Sólo sonrió— Tú lo estás diciendo… No yo.

— Paul —me pasé la mano por la frente—, lo que sea. Me quedé afuera, porque fuí a traer esta maldita guitarra de mi otra habitación y olvidé las llaves adentro —le señalé la puerta a mi detrás.

— Y la guitarra fue… Oh, joder… ¿Pretendías cantarle "Las Mañanitas" a Danny Boy? Joder, eso sí es muy tierno —se rió.

— Paul Julian Banks, no te pases de chistoso conmigo —le regañé—. Pero… sí, algo así, digamos que sí ¿Okey? —trate de levantarme del suelo.

— No te juzgo, las personas enamoradas suelen olvidar cosas, y hacer otro tanto de cosas tontas también —se burló. No iba a hacerle caso, definitivamente no— ¿Y qué harás ahora?

— No lo… Bueno, mi sopresa de plano se fue a la mierda por esta mañana. Así que… sólo me queda esperar  —bufé, dejándome vencer sentada de nuevo en el suelo— a que Dan me abra la puerta y …la canción tendrá que esperar hasta más rato.

— En ese caso no tienes mucho tiempo —observó Paul—, ya que tomaremos un avión está tarde.

— Sí, lo sé, maldita sea —gruñí.

— Hey, cálmate — se acercó a mi lado—. Tal vez deberías reconsiderar venir conmigo, y eso podría ayudar a desestresarte…

Lo miré desde abajo con los ojos entrecerrados y con cierto reproche— Sr. Banks, eso no sucederá, al menos no hoy…

— Te extraño en el ring —dijo él recurriendo a sus condenados ojos de cachorrito—. No he visto a nadie golpear tan fuerte como tú…

— Espera Paul —lo interrumpí pretendiendo ser yo la burlona ahora— ¿Estás diciendo que te gusta que te golpeen? —ví su sonrisa amortiguada— Señor Banks… —fingi sopresa— No sabía que era afín a ese tipo de relación humana…

Y él sólo se echó a reír como única respuesta. Hace un tiempo, jugando o perdiendo el tiempo, Paul había descubierto mi potencial como boxeadora (sí, por eso el irritante apodo de Million Dollar Baby), estuve cerca de magullarle en el intento, y aún así se emocionó tanto que cada vez que podía me llevaba con él a los gimnasios de boxeo donde practicaba.

Paul hacia eso del boxeo siempre en cada ciudad que podía; tener una lista de gimnasios e ir a entrenar le ayudaban a sobrellevar la pesadez de la gira.

— De todas formas, ahora eres más amiga de Brandon que mía —susurró.

— Hombre, no te pongas celoso…

— ¿Qué?

— … Sólo comenzamos a hablar más ¿De acuerdo?. Hablamos de cosas de la vida y… En serio es genial descubrir que no es el cabrón que siempre creí.

— Lo sé, él es mi amigo también —me dijo de pronto—. Aunque no lo parezca.

Alcé mi mirada a Paul— Sí, lo sé. Incluso lo apoyaste mucho cuando Benjamin…bueno, ya sabes.

Paul se apoyó contra la pared a mi lado, con las manos en los bolsillos— No fue demasiado, pero tenía que hacer algo.

— Fue un buen gesto de tu parte.

— Los conocía desde hace mucho tiempo. Cuando aún estaban en los Secret Machines, ellos nos acompañaron en algunas presentaciones de Antics. De una u otra forma, estábamos en contacto.

Asentí en silencio recordando las conversaciones que había tenido con Brandon en las últimas semanas. Me habló sobre su hermano Benjamin y el duro camino que atravesaron en su lucha contra el cáncer; en ese entonces, con la ayuda de amigos organizaron un concierto benéfico en Nueva York donde varios músicos, incluyendo Paul, tocaron algunas canciones; e incluso hubo subastas de algunas cosas donadas a la causa (como una guitarra que envió Chris Martin); y Benjamin hasta terminó de grabar en el hospital algunas pistas del nuevo álbum que se traía con su banda School of Seven Bells, hasta que… un día él se…fue.

Brandon tenía que contarme sobre eso, porque quería hacerme notar que el que fuera una mujer que tocaba el bajo en una "banda de hombres" y que además me hubiera enamorado de uno de los integrantes de dicha banda, no era algo… raro ni fuera de lugar. No era malo.

Secret Machines se disolvió el día que Benjamin conoció a Alley Deheza. Ambos estaban en bandas diferentes, ambos estaban de gira con Interpol. Fue en 2005, y Benjamin acordó con Alley y la hermana gemela de ésta, dejar sus respectivas bandas y formar la suya propia. Así nació School of Seven Bells, y así Benjamin y Alley se enamoraron. Tocaron juntos por años, siendo novios y creando canciones maravillosas; hasta que rompieron y aún así siguieron tocando juntos, aún eran los mejores amigos, aún eran…almas gemelas. Pero un día, a Benjamin le detectaron un linfoma linfoblástico de células y allí comenzó un período de lucha y tristeza… Hasta el último adiós.

You don’t need to worry.
On my heart.
Is written one name”

Había escrito Benjamin en SVIIB, su último álbum con Alley. 

Benjamin falleció cuatro días después de navidad ese año de 2013, ese mismo año en el que la madre de Dan también falleció.

Ahora entendía sus vínculos. No eran "hermanos", pero había algo que los unía mucho más allá de la música.

— Y luego tienes a Kim Gordon y Thurston Moore de…

— Sonic Youth —dijimos en coro.

A pesar de que ya se habían divorciado, ahí estaba…otra longeva pareja en una banda…
Aunque, el día que la pareja se acabó, la banda también se acabó. Lo supimos porque Sonic Youth era parte de Matador, el sello discográfico donde también estaba Interpol.

— Por qué se enamoran —preguntó Paul como un niño.

— No pasa siempre, son cosas de la vida —le dije de mala gana.

— No lo entiendo —me miró— Si no fuera Dan ¿Te hubieras enamorado de mí?

Que no mame.

— No mames, Paul… —me quejé— Claro que no. Dan … Él sólo… Lo conocí y… llegó a mi corazón ¿Entiendes? Sólo sucedió… Oh, vamos ¿Que nunca te has enamorado?

— Todo el tiempo —se rió.

— Entonces, qué preguntas haces… Diantres.

De pronto la puerta a mis espaldas de abrió y yo perdí un poco el equilibrio apoyándome en la palma de mis manos.

— ¿Cariño?

Llevé mi cabeza hacia atrás y alcé mis ojos a Dan. Me lamenté internamente, esto no debería haber sido así.

— Danny —dije apresurandome en ponerme de pie, tratando de ocultar estúpida e inútilmente mi guitarra.

— ¿Estás bien? —se adelantó él tomándome suavemente una mano, como si su reacción para ayudarme a levantarme hubiera sido tardía. Cielos, era tan lindo.

— Sí, no te preocupes mi amor —le calmé tomándole esa mano que sostenía la mía y dejándole un beso rápido pero efusivo en su dorso.

Me metí adentro para colocarme tras Daniel y aún así pude notar, en el rubor de sus tiernas mejillas, que el gesto de mi beso en su mano lo había conmovido.

— Ahm, ah… ¿Paul? —y entonces Dan recién reparó completamente en la presencia curiosa de Paul en el pasillo.

— Hola Danny —le sonrió Paul.

Dan trató de procesar todo lo que estaba viendo: Yo, Paul…mi jodida guitarra…

— Ahm, espera… —sonrió Dan entonces, con un brillo divertido en sus ojos pardos— Acaso… —nos miró a ambos— ¿Acaso ustedes dos están teniendo una especie de aventura amorosa?

— JA - JA - JA!

No pude evitar soltar esa exagerada risa. Vaya Danny, buena esa broma.

— Ni de coña —sonrió Paul—, créeme que no tendría la suficiente paciencia para eso —finalizó mirándome sobre el hombro de Daniel.

— Entonces ¿Qué sucede? —casi rió Dan— Por qué…

Paul lo interrumpió— Yo sólo iba de salida —se acomodó su morral en el hombro—, iré al gimnasio; el resto, Million Dollar Baby te lo explicará.

Bufé dándome la vuelta para adentrarme, hasta que me dí la vuelta de nuevo y ví a Paul abrazando cariñosamente a Danny y diciéndole unas palabras al oído con los ojos cerrados.

Cielos, tal vez yo debería preguntar si acaso ellos dos estaban teniendo una especie de "aventura amorosa".

Paul se separó con una sonrisa y tomó a Dan por los hombros con una expresión animosa. Luego, miró hacia mí y asintió con la cabeza. Así, se despidió con la mano en alto y se fue por el pasillo con ese paso despreocupado de siempre.

Cuando hubo cerrado la puerta, Dan se dirigió a mí y me preguntó de nuevo que había sucedido. Ya sabía yo que sus ojos se habían posado varias veces en la guitarra que sostenía en una de mis manos.

No pude soportarlo más. Me sentí muy frustrada. Veía su tierna preocupación y veía mi fracaso con mi estúpida guitarra, mi tonta canción y mi mal intento por darle un día hermoso en su cumpleaños.

— Ay, Danny —me lamenté en un hilo de voz, y no lo pensé dos veces para dejar mi guitarra de lado e ir a él para abrazarme a su cintura y hundir mi cabeza en su pecho.

— Oh, linda, calma… —me susurró él sosteniendome entre sus brazos con cariño.
Beso mi coronilla y acaricio mi cabello. Cerré los ojos y no quise decir nada más.

Porque él ya lo sabía. Era tan perspicaz e intuitivo que sabía… Mi guitarra, yo… él, este día y todas las tardes en las que me había perdido para practicar. Le había hecho una canción y… hoy no había podido dársela.

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Estábamos echados en la cama. Yo acurrucada entre sus brazos y muy cerca de su corazón, podía… escuchar sus suaves latidos.

— ¿En serio no quieres cantarmela ahora? —me insistió Dan de nuevo en voz baja.

— No, ya dije que no… No así. Te he cantado antes, pero ésta es especial.

— Sé que ya no es una sorpresa, pero eso ya no importa tanto porque la verdad yo ya estoy súper emocionado…

Entonces noté un cambio en su respiración y el compás de sus latidos. Sí, estaba emocionado.

— Aún puede ser una sorpresa —le dije alzando mi cabeza para encontrar su mirada— En el momento que menos lo esperes me tendrás cantado.

Entonces él rió— ¿Por qué estás jugando con mis nervios? En un comienzo no tenía idea, pero ahora que lo sé me está poniendo ansioso…

Tomé su cabeza entre mis manos y me acerqué para besarlo.

— Tranquilo —le susurré, dejándole besos cortos en sus pequeños labios.

— Hmm —sonrió en mi boca—, esto sí me tranquiliza.

Y toda la felicidad del mundo inundaba otra vez mi ser— Lo sé, y podría hacerlo mejor…

Me tomó entre sus brazos y ladeó un poco su cabeza para besar la comisura de mi boca.

— ¿Será algo especial por este día? —me preguntó sin dejar de besarme.

Cada beso suyo quemaba deliciosamente en mi piel.

— Oh, vamos, lo hago cada día —sonreí divertida, sabiendo muy bien a lo que se refería…

— Sí, es cierto, y soy muy feliz —miró al techo contento, aferrándome más a él.

— Me gusta hacerte feliz —le dije en un susurro al oído.

Siseó con los ojos cerrados, revolviendose un poco y riéndose nervioso. Ya lo tenía. Me acomodé sobre él a horcajadas y él de inmediato me tomó por las caderas en un movimiento sutil y ya conocido. 

— Me gusta que seas feliz conmigo, que seamos felices juntos —me dijo entonces, mirándome a los ojos, con voz tranquila y sincera.

Me recliné un poco para poder corresponder a su mirada, apoyando mis manos en su pecho.

— Soy feliz contigo, sí —le aseguré, sin bromas y sin sonrisas.

Nos miramos uno al otro, así, sabiendo que la respuesta estaba escrita en nuestros ojos. Mi mirada recorría la suya y él la mía con detenimiento, con cariño, con rendición… Hasta que sus ojos se tornaron sosegados y los míos también, poco a poco se fueron cerrando a la medida que acercaba mi rostro al suyo, hasta que pudiera finalmente sentir la calidez y la suavidad de sus labios dulces contra los míos.

Sus manos recorrieron un camino ya conocido deslizándose bajo mi ropa, allí mi piel reconocía su adorado tacto, seguro y suave. En medio de nuestro beso, nuestras respiraciones se dificultaban y nuestros corazones latian con más fuerza; nos acariciabamos extasiados, con las ansias a flor de piel.
Era cierto que hacíamos esto cada día, e incluso más de una vez en el transcurso del mismo, y a veces en lugares no convencionales; pero aún así, cada una de esas veces era simplemente especial y absolutamente maravilloso.

— Un…un momento —jadeó entonces Dan con un suspiro.

Asentí tomando aire, sabiendo a lo que se refería. Me aparté de él, dejándole un pequeño beso en la mejilla y me senté a un lado de la cama para quitarme la sudadera y los pantalones, moviendo mi cabeza de un lado a otro, al ritmo de una canción imaginaria.

De repente, él me rodeó por detrás en un abrazo cariñoso; sentir ese contacto me hizo sonreír, y sentir luego sus besos en mi cuello deslizándose hasta mis hombros, me hizo perder la noción de las cosas, entregándome por completo a todo ese sentimiento embelesante. Y de pronto estaba ahí, besándolo, amando cada una de las partes de su ser, sintiendo ese mismo amor, suyo como el mío, envolviendome, haciendome parte suya.
Otra vez, y las veces que sean necesarias, lo haría, por siempre.

**********

Estábamos en el afán de alistar nuestras cosas y todos íbamos de una habitación a otra, como si ese pequeño pasillo de hotel fuera nuestra casa de paso. Me senté sobre una maleta para comer una pera y observé a esos hombres ir y venir de aquí para allá, a excepción de Paul que estaba atendiendo una llamada telefónica. De paso habían otras personas, el equipo encargado de la gira, un representante de la disquera y otras personas que no sabía qué…

— Daniel, mira a quién-te traje…

Dan y yo giramos nuestras cabezas en dirección a Christy que estaba entrando por la puerta con un pequeño y adorable perro entre brazos.

— ¡Oh, Mickey! —exclamó Dan con una linda sonrisa entre labios.

Se dirigió a Christy y recibió al perro entre sus brazos— Mírate cuánto has crecido… —le dijo meciendolo como a un bebé— Te tengo que presentar a alguien…

Entonces su mirada se alzó hacia mi dirección y me llamó para que viniera.

Sonreí y me levanté para ir hacia ellos. Dan puso a Mickey en el suelo y ambos nos pusimos de cuclillas frente a él.

— Te presento a Mickey —me dijo entonces Dan, señalando al tierno perro—. Vive con Sam y Christy, pero somos viejos amigos ¿Eh, Mickey?

El pequeño perro movió su cola animosamente como respuesta y de pronto sus grandes y abrillantados ojos oscuros se posaron sobre los míos.

— Hola Mickey —le saludé entonces, en confidencia y con una sonrisa, mientras llevaba una mano a su cabecita para acariciarle tras la oreja. 

— Mickey —dijo entonces Dan dirigiéndose al pequeño perro—, te presento a… MI NOVIA.

Sonreí girando mi cabeza a Dan para verlo orgulloso presentándome, como si estuviera en realidad presentadome a su familia.

De pronto, Dan se inclinó un poco hacia Mickey y entonces le dijo en voz baja— Ella no lo sabe, pero será mi esposa.

Un pequeño escalofríos recorrió mi cuerpo cuando Dan dijo la palabra "esposa" refiriéndose a mí… Yo… Él… Yo… ¿Sería su esposa? Mi mente se hundió en la idea de Dan y yo casandonos… Y de pronto mi corazón latía fuerte… 
Su esposa…
Su esposa…
Yo…su esposa…

Hasta que sentí la mano de Dan sobre la mía pude reconectarme con la tierra, y entonces ví sus cálidos ojos mirarme con un sentimiento… Era eso, yo podía verme reflejada en él, era mi amor el que veía allí en su mirada…

Dan acercó lentamente sus labios a mi mejilla y entonces cerré los ojos para sentir ese contacto cálido en mi piel. No podía evitar sonreír, no podía evitar no sentirme tan inmensamente dichosa…
Giré mi cabeza un poco y le dediqué la mirada de mis ensueños antes de volver a cerrar los ojos y besarlo…

— Hey, hey… ¿Qué están haciendo? —intervino de pronto Sam inclinandose para levantar a Mickey del suelo—. ¿Qué le están haciendo ver a mi pobre perro? 

— Sam… —apenas le dije.

— Mick, no veas eso —le dijo Sam a su perro cubriéndole los ojos con dramatismo fingido—. Dios… ¿Christy? ¿Christy?

— ¿Qué sucede? —se acercó ella a nosotros con preocupación.

— Llévatelo, estos dos… ¡Estaban besuqueándose frente a Mickey! —exclamo Sam sin poder ocultar una sonrisa divertida.

— ¡Oye, no es cierto! —gruñí, poniéndome de pie junto a Dan.

— Qué exagerado… —le regañó Christy, tomando a Mickey en sus brazos.

— ¡Sam!

Todos nos volteamos en dirección a Paul, el cual aún tenía el teléfono en una mano y hacia ademanes con la otra hacia Sam.

— ¿Qué? —le cuestionó este último.

— Ven.

— Mierda —balbuceó Sam en voz baja dirigiéndose hasta donde estaba Paul.

Christy volteo hacia nosotros con una sonrisa y entonces comenzó a platicarnos un poco, asuntos variados, no importaba mucho porque de todas formas escucharla era tan agradable que el tiempo se pasaba…

— Tengo que tomarte unas fotos —me dijo de pronto Christy— y está vez quiero definir una cita para ello.

— Oh, qué… —eso no me lo esperaba.

— Sin excusas —me advirtió ella con una sonrisa.

— Yo… Vaya, es que nunca fui muy fotogénica, pero… Bueno, tú eres una profesional así que…

— ¿Así que…?

— Así que está…bien. Tú dime cuand…

— ¡Perfecto! —intervino ella emocionada— ya lo tengo todo planificado… El lugar… Oh, dios, te lo contaré todo más tarde ¡Te encantará!

— Genial —balbucee apenada. Mirando de reojo a Dan que había colocado sus manos a la espalda y miraba distraída y dulcemente al techo.

— Por ahora, les tomaré un par de fotos a ustedes dos…

— ¿Aah?

Esos éramos yo y Dan al unísono, y con los ojos desorbitados. Rayos ¿En serio este era el mejor momento para fotografiarnos?

Pues parece que sí. Muchas veces para Christy, cualquier momento era el momento, porque… En realidad, cada uno de nosotros tiene la capacidad de convertir un momento cualquiera en uno especial.

Apoyé mi cabeza en el pecho de Dan, contenta por sentir sus abrazo envolviendome tan dulcemente, y me aferré a su cintura. Traté de no pensar en la cámara de Christy frente a nosotros y en escuchar más bien los latidos de Dan y esa risa nerviosa que nacía en su pecho.

Dan y yo nos separamos riendo, como enamorados bobos (tal vez sí lo éramos) y luego nos tomamos de la mano; miré al frente y observé a Mickey, echado cómodamente en el sofá, mirándonos con sus tiernos ojos oscuros. De pronto, tan fugaz como una chispa maravillosa, sentí el beso cálido y cariñoso de Dan sobre mi mejilla; y entonces, no pude evitar dejar escapar una risa tonta… Cerré los ojos, estática, con una sonrisa… No podía dejar de sonreír, me nacía desde el fondo de mi corazón… Quería saltar por las nubes sonriendo hasta el infinito.

— ¡Una más! —nos dijo Christy— Oh, se ven tan adorables…

Sonriente, me giré a Dan, me estiré un poco hacia él y tomé su mejilla con una mano para dejarle un beso allí. De inmediato percibí su sonrisa y su agarre fuerte en mi mano… me rendí en su hombro.

Hace ocho años, Christy le había tomado a Dan una foto junto a Mickey también el día de su cumpleaños. Ahora, el pequeño y adorable perro nos acompañaría una vez más.

Nos sentamos sobre unas maletas y Dan acomodó a Mickey en su regazo, mientras yo lo abrazaba a él por la espalda con mi mejilla apoyada en su hombro. Se sintió bien, demasiado cómodo a decir verdad… Esa fue una de las mejores fotografías que nos hubieran tomado.

***********

A una hora de dejar el hotel para ir a tomar el avión, me fuí a deambular por los alrededores de la zona. Estaba pensando en lo que Dan había dicho acerca de que yo sería su esposa… ¿Había estado hablando en serio, o sólo lo dijo por decir?

Por primera vez, desde que comenzamos esta relación, me puse a pensar en nosotros desde una perspectiva "seria". No es que nunca me hubiera tomado en serio mi relación con Dan, pero casi todo el tiempo él y yo andábamos en una especie de nube y muy pocas veces aterrizabamos. Sólo vivíamos el momento y sí estábamos muy enamorados pero… Era una etapa.

Alguna vez escuché que el amor no eran sólo las mariposas en el estómago, sino que era sentirse tranquilo.

¿A dónde estaba yendo con Daniel? En unas semanas… En unos meses… En diez años… 
No podríamos vivir de mariposas por siempre.

Tenía miedo.

Es decir… Estaba… yo…. Estaba frente a la mesa y a punto de hacer la apuesta más grande de mi vida.

Le daría lo mejor de mí a lo que Daniel y yo estábamos construyendo. Realmente le dedicaría mis mejores días… ¿Lo haría? ¿Estaba dispuesta a ello?

Seguí caminando y pensé en la letra de la canción que le había hecho por este día, su cumpleaños. De pronto, me pareció tonta.

Metí mis manos a los bolsillos y retorné al hotel con desgano.

Sabía que Daniel seguramente estaría esperándome para poder marcharnos al aeropuerto. Llegué a…nuestra habitación y hallé la puerta entreabierta, la empujé con suavidad e ingresé sin hacer ruido tratando de tropezar con las maletas. Me quedé a mitad de la sala, aún con las manos en los bolsillos, mirando el piso tratando de ordenar mis ideas… 
Esa canción que le había escrito, no era la adecuada. Había escrito y dicho la palabra "siempre" siendo todo el tiempo tan romántica, sin poner mucho atención al hecho de que "siempre" era una promesa de enamorados, un anhelo, un Levanté finalmente mi cabeza y miré al techo dejando escapar un suspiro.

No era la adecuada.

Cerré los ojos y … De pronto… "Vino a mí", tal como Paul lo había dicho, simplemente vino a mí, con cada sentimiento en mi corazón y con cada pensamiento en mi mente. Lo reescribí todo…

— ¿Cariño?

Miré al frente y ví a Dan frente a mí, a sólo un metro de distancia que en ese momento se sentía como si fuesen kilómetros.

— ¿Está todo bien? —me preguntó él con una voz tímida, y sus pequeños y nerviosos ojos— Estaba un poco preocupado. Quise llamarte pero…dijiste que no tardarías, y no lo hiciste, pero igual me sentía preocupado, pero en realidad no estoy seguro de por qué, yo, tal vez me dió algo de ansiedad, porque creo que estoy muy acostumbrado a tenerte cerca y, este lugar está tan drs, no se escucha nada, se siente extraño, no me dió miedo, es sólo que se siente rarísimo estar en medio de esto y, a decir verdad, yo te estaba echando muchísimo de menos, porque tú…

— Daniel.

De pronto él se detuvo, me miró a los ojos con esas benditas pupilas. Se veía vulnerable pero a la vez tan resuelto… 

— Antes que digas cualquier cosa —me dijo entonces en voz baja—, quiero decirte que he estado pensando mucho… En… Nosotros…

— Yo también.

¿Por qué mi voz sonaba tan parca y estúpida?

Daniel ladeó un poco su cabeza, sus pupilas volvieron a ser mariposas, y sus dulces manos se cerraron en puños avergonzados… Temerosos.

— Hmm —casi rió— ¿No-no vas a dejarme, verdad? — sonrió nervioso.

Mi corazón se estrujó en el pecho. 

— "Cuando era joven, ví esas lágrimas. Como arena delizandose dolorosamente por un camino de desengaños. Nada es para siempre. Y me prometí, que el amor no existe"

Los ojos de Dan se agrandaron al escucharme cantar. Tragué en seco y enfrenté mis ojos a los suyos.

"Interpreté el papel de un corazón roto. Lo interpreté tan sola y tan bien. Y pensé en esos días exánimes y en ¿Por qué tú y yo seríamos una excepción?"

Hice una mueca tratando de ahogar un nudo en la garganta, tratando de que ese brillo tembloroso de sus ojos no me debilitasen.

"Sé que piensas tantas cosas. Que sí vale la pena caer una vez más.
¿Por qué sería una excepción, esta vez?
Ambos sabemos lo que se siente perder.
Pero ¿Sabes qué? Apostaría mi vida por ti".

"Porque tú lo vales.
Tú eres suficiente".

La expresión vencida de Daniel estaba a punto de matarme.

"Cuando te veo me veo a mí a través de tus ojos claros. Veo mi amor.
Daría lo mejor de mí.
Si eso es lo que se necesita, lo haría.
Y sé que habrán momentos difíciles.
Y sé que es difícil también olvidar los corazones rotos, las lágrimas y los días desolados.
Pero estoy conduciendo por una carretera a ciegas por ti.
Estoy poniendo todo en esa línea por ti".

"Quiero decir que tengo un dominio de mi realidad pero simplemente ya no puedo.
No puedo pasar de largo ante lo que está frente a mí.
Eres tú en todas las cosas.
Desde el día que llegaste a mi vida.
Porque cada mañana cuando despierto, y si no te veo, aún así lo sé.
Tú vives en mí en todas las formas". 

"El día que estés parado sobre la cornisa,
y antes de que llegues al suelo,
yo estaré sosteniendo tu mano. Nunca te dejaré caer.
Cómo podría probar de que nada de esto es un sueño".

"Porque tú lo vales.
Tú, eres más que suficiente.
Por tí.
Lo estoy dando todo.
Estoy disipando las dudas y los temores.
Y estoy tan cerca de creer".

Retrocedi apenas hasta sentir el borde del sillón rozando mis piernas. Me rendí sentadome allí. Daniel me miraba, lo sabía, con esa expresión ensimismada en su rostro. Traté de fingir una sonrisa pero al final sólo logré una mueca nerviosa y cerré los ojos lentamente, juntando mis manos sudorosas sobre mi regazo.

Hasta que el silencio que me rodeaba comenzó a ser tal que tuve que preocuparme. ¿Qué había hecho?
Abrí los ojos y dirigí mi mirada a Dan. Aún estaba parado frente mío, pero sus tiernos ojos estaban tan…rendidos. Me miraba con una expresión tan… dulce y… Oh, mi corazón, mi vida…se detenía o se iba a saltos incontrolables.

Ladee mi cabeza un poco, devolviéndole una mirada vulnerable y temblorosa. Dejé de respirar hasta que finalmente él dejó escapar un suspiro y, bajando la cabeza, se acercó a mí en dos pasos para arrodillarse y hundir su cabeza en mi regazo.

Oh, Dios mío.

Quería llorar. Esto era demasiado para mí tonto corazón.

¿Cómo podía estar amando tanto a un hombre? Cómo…
Me rendí a ese sentimiento una vez más, apoyando cuidadosamente mi cabeza sobre la suya y acariciando sus hermosos cabellos.

—Tengo que decirte algo… —me dijo entonces él en voz baja.

Me erguí un poco para darle espacio.

— En realidad, quiero hablar contigo… —añadió mirándome a los ojos, aún arrodillado.

— Cla-claro… —titubeé, aún tratando de procesar todo.

— No tomará mucho, yo… —se aclaró la garganta y se levantó para sentarse a mi lado en el sillón—. Primero que nada … tu canción… me conmovió demasiado, gracias —bajó un poco la cabeza—, hiciste que… —entonces levantó sus dulces ojos hacia mí— Oye, fue lo más hermoso que alguien haya hecho por mí…

Entonces tomó mi mano y no pude evitarlo, me apoyé contra su pecho y dejé que me envolviera entre sus brazos.

— Oh, mi amor —me dijo él en un hilo de voz.

No iba a llorar, no iba a …

Cerré los ojos y mantuve el silencio.

— Y luego… —me dijo Dan de pronto, aún aferrándome a él— Quería decirte que entiendo que la seriedad a la que está tornando nuestra relación pueda abrumarte un poco…

"No, no, no es así…no"

—… Así que solo quiero que nos tomemos las cosas con calma. No te sientas obligada a hacer algo que no quieras hacer. No olvides que tenemos un plan…y…y… vamos despacio.

Me recliné y lo miré fijamente— No me incómoda, en serio; sí me abrumó sólo un poco, pero sólo un poco ¿Sí? Yo… Estaba pensando, es que … —tenía que decírselo aunque sonara muy soso— nunca antes había sentido esto, por nadie… Es tan fuerte y… Me… Asusta… ¡Pero no en un mal sentido! Es que…

— Oye, está bien, está bien —rió mirándome de reojo, tan divertido, tan lindo…— Entiendo ¿Soy alguien especial, no?

No pude evitar reírme un poco, y luego sólo asentí con una sonrisa, desviando un tanto la mirada.

Dan sonrió de lado y me extendió los brazos— Ven, nena…

Con un risa suave volví a hundirme en la calidez de su abrazo. 

— ¿Sabes algo, cariño? —me dijo entonces él mientras acariciaba mi cabello— No siempre tiene que doler cuando terminas una relación. A veces creo que tal vez las personas ya vienen heridas, por diversas cosas, no lo sé; pero, siempre he pensado que, cuando inicias algo tan importante como una relación, procuras llegar "sano" allí; ya sabes, en el sentido de tener algo así como una estabilidad emocional y eso, para evitar lastimar o "herir" a la otra persona y…a ti mismo. 

Recliné un poco mi cabeza para poder mirarlo. Lo que me acababa de decir se había hundido en mi interior.

— Tú…¿Tú qué piensas? —me consultó él entonces, correspondiendo mi mirada con sus ojos nerviosos y dulces.

Ahora yo era un vacío mental.

— Danny, no lo sé, lo que acabas de decir me despertó la mente.

Entonces él se echó a reír. 

Genial, yo no estaba bromeando. Le tomé la nuca para captar su atención.

— Sabes —le dije— es que nunca lo había pensado así. Siempre veía a todos mis amigos y familiares sufrir por amor. Yo alguna vez lo hice, por algo tonto de colegio, pero… Es por eso que, antes de llegar a aquí, hasta hace unos meses, yo estaba en ese camino de convencerme de que eso del amor de parejas no existía en realidad, que todo era una cuestión de emociones confusas, que al final todo era algo así como una decisión o un acuerdo…una costumbre y algo de tolerancia. Y la verdad creo que nunca antes… Había… Amado a alguien que no… fuera de mi familia… Hasta que te conocí —fruncí mi entrecejo sin dejar de mirarlo—. Es por eso que te dije que… Estoy en camino de creer.

Nos quedamos mirando en silencio por un par de segundos, con ojos vagos, hasta que sentí su determinación…en esa pregunta que ya había leído en su mirada.

— ¿Me amas?

Y sabía que esa pregunta suya traspasaba el ámbito del romanticismo. Quería saber la autentica verdad. Estábamos en el plano de la realidad ahora, habíamos descendido de las nubes, y las mariposas revoleteaban a lo lejos.

Ni por un segundo había apartado mis ojos de los suyos cuando le dije mi completa verdad:

— Sí, Daniel Kessler, te amo en un 76%.

Los ojos de Dan se agrandaron— Oh ¡Maravilloso! —exclamó con una sonrisa divertida.

Me reí a su ritmo a medida que él volvía a envolverme en su abrazo.

— Es más que suficiente para que nos larguemos de aquí, cariño… —me dijo entonces entre sonrisas—

— Y vayamos por ese vuelo a Turín, cariño —le seguí.

— Y nos abracemos en el avión…

Ma aparté de repente ampliando mi sonrisa— ¿Te gustan los abrazos, cierto?

— Y lo que hacemos en el baño del avión —sonrió con picardía.

— ¡Shhh! —le regañé con diversión llevando mi dedo índice a su boca.

— Yo amo nuestros abrazos —dijo entonces mirándome con los ojos brillantes. 

Así que no pude resistirme a retornar mi cabeza a su pecho— Amo escuchar tu corazón —le dije en un susurro tierno.

— Y yo amo sentir tu respiración, tan cerca…tan cerca mío —y me aferró a él—. Amor…

Me aparté de un respingo. Había dicho "amor" en español… (!!!)

— ¿Amor? —repetí mirándolo espectante.

Amor mío —afirmó él entonando cada palabra.

— ¡Oh, sigue diciendo cosas así…! —me emocioné.

— ¿En español?

— ¡Sí!

Dan tomó aire amortiguando su sonrisa— Mi…yo… —se dejó vencer por la risa— Lo siento, no puedo ahora, estoy muy nervioso.

— ¡Daniel! —le dije echándole los brazos al cuello.

— Oh, mejor bésame ¿Quieres? —me dijo él sosteniendome por la cintura.

Lo contemplé un momento mientras le acariciaba el cabello antes de dirigir la sonrisa de mis labios sobre la suya. Y lo besé despacio y suave… despacio y afecto, calidez, suave, húmedo dulce, maravilloso, profundidad, dulce, afecto. Te amo Danny Kessler, y en serio estoy en ese camino… Voy rumbo a creer y crecer junto a ti.

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