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04




Onix tarareaba una canción mientras acariciaba a su gata sentada en la hierva fresca del día. Había salido un día nublado y fresco, lo mejor para Onix y así salir por fin con el uniforme puesto. Estaba mirando como Xavier lanzaba una flecha mientras esperaba a su hermana. 

—Te ves bien hoy. 

La chica levantó la vista de los ojos verdes de Zila para mirar al chico, él ya tenía su vista clavada en ella.

—Como siempre, espero. 

—Si, bueno, si. — balbuceó mientras intentaba enganchar en el arco otra flecha. — Osea siempre estas bien, solo que esta vez se te ve toda la cara. 

La chica alzó la ceja con diversión mientras que él intentaba corregir sus palabras. Ese día llevaba el pelo recogido y dejaba ver todo su rostro para que este absorbiera el clima de ese día nublado. Fue salvado gracias a Miércoles, quien apareció por detrás del chico. Como era de esperar Miércoles empezó a hacer preguntas de Rowan, dañando el ambiente que tenían Onix y Xavier. 

La chica empezó a aburrirse cuando vio que Xavier solo estaba dando en las esquinas de la diana, entonces se levantó del suelo y le arrancó el arco de las manos. 

—¡Oye!— protestó él. 

—Mira y aprende, novato. —murmuró ella mientras agarraba una flecha, la tensó en el arco y por arte de magia se prendió con fuego. Onix soltó entonces la flecha y dio justo en el centro, cuando el fuego estuvo a punto de extenderse se apagó. 

Después del espectáculo Onix dejó a solas a su hermana junto al chico y esperó pacientemente a que Miércoles terminara su interrogatorio. Luego del arco se fueron al club de las abejas, Miércoles necesitaba una extraescolar que elegir y Onix solo la acompañaba, ella ya tenía todas sus clases elegidas desde el primer día. 

Horas pasaron y Onix seguía mirando su móvil de forma divertida, el cual tenía una foto de su hermana con el uniforme necesario para estar con las abejas, lo que le divertía era que su hermana estaba vestida de blanco. Miró al frente y entró a la clase de la señora Thornhill cuando vio a Miércoles gritarle a Cosa, Onix rodó los ojos aburrida y empezó a buscar un sitio libre. 

—Hola. — saludó ella cuando vio a Xavier solo dibujando. — ¿Puedo sentarme?

Xavier no le contestó cuando Onix ya se había sentado a su lado, dejó su bolso de lado, en donde llevaba todos sus libros, y se fijó en su hermana. Está se sentó con Yoko y le echó una mirada de reojo para que Onix supiera que tenían que hablar más tarde. 

De repente, Onix prestó total atención cuando Xavier giró su cuaderno de dibujo para que estuviera a la vista de la chica, la cual admiró la araña y abrió la boca para decirle lo bonita que era, pero Xavier tenía otros planes. Este levantó su mano por encima del dibujó e hizo que cobrara vida, Onix no había visto nada igual. 

—Dudo que a la señorita Addams le fascine sus dotes mágicos señor Thorpe. —mencionó por lo alto Thornhill, pero Onix no le prestó atención. 

La chica abrió la palma y la araña, que era del mismo tamaño que su mano, se subió. La admiró durante varios segundos y con una sonrisa la devolvió al cuaderno del chico. Él la estaba mirando con una sonrisa al ver lo feliz que estaba solo por hacer en 3D una simple araña, estaba más que claro que practicaría para hacerlo más veces e incluso mejor, solo por ella. 

—Como se nota que no conoce mi amor por los animales, profesora. 

—Bueno. — empezó a hablar la profesora ignorando las palabras de Onix, está se giró a Xavier y le guiñó un ojo, cosa que hizo que el chico se tapara parte de su cara para que nadie vea sus mejillas rojas. — Estamos encantados de que os unáis al mundo de las plantas carnívoras. 

—A mi me obligaron. — murmuró por lo bajo Onix mientras apoyaba su barbilla en su mano. 

—¿Quién puede decirme como se llama esta preciosidad? — la profesora señaló una flor que había detrás de ella, no había terminado de preguntar cuando Bianca ya había levantado la mano. 

Onix sabía mucho sobre plantas y flores, mejor dicho, las hermanas Addams tenían los mismos conocimientos sobre la mayoría de las cosas, pero no cabía duda de que entre las dos Onix la ganaba. Aparte de su condición para recordar absolutamente todo, desde que era pequeña siempre estuvo leyendo todos los libros de su casa, los cuales no eran pocos, y a diferencia de Miércoles, Onix había estudiado en casa hasta los doces años. Lo que le daba conocimientos extras. 

La chica escuchó a su hermana hablar y la discusión entre ella y la sirena comenzó. No era una pelea a gritos, los Addams nunca se rebajarían a eso, pero hablaban indirectamente para poder hacer daño a la otra. Onix hundió su cara entre sus manos al ver que era imposible callarlas, pero miró con curiosidad a Xavier al notar que acercaba su cuaderno a ella. 

—¿Le quieres poner un nombre? —preguntó él mientras le ofrecía un lápiz.

Onix agarró el lápiz con una sonrisa y lo acercó a la esquina inferior del dibujo para poner un nombre. Se lo pensó durante unos segundos y después escribió en letra cursiva Cassandra. Xavier tuvo que poner una mano en su boca para no reírse y miró con burla a la chica. 

—¿Cassandra? —susurró para que la profesora no se diera cuenta de su conversación. —De todos los nombres... ¿Cassandra?

—¿Tienes algo en contra de Cassandrita? — intentó mantener una cara seria. — Sé que es raro, peor así se llama una de mis arañas. 

—¿Tienes arañas? 

La chica se encogió de hombros y se calló al escuchar a la profesora mandarles callar. Le lanzó una sonrisa a Xavier y le pasó su cuaderno de dibujos para empezar a prestar atención, cosa que no se puede decir del chico. 






Onix miraba junto a Cosa los diferentes libros de la biblioteca, buscando uno morado que había visto Miércoles en una de sus visiones. Quería encontrar el libro en donde venía el dibujo de las dos hermanas quemando la academia. 

La biblioteca era un sitio bastante oscuro, por lo que Onix traía puesto una sudadera con la capucha puesta y sus guantes para no dejar ver ni su pelo ni su piel. Era un sitio público en donde cualquiera podía ir y verla, algo que se negaba a que sucediera si no había cierta confianza. Aparte, al tener Onix cierto poder sobre la oscuridad, ya sabía que no iban a encontrar ese libro allí y se lo había comunicado a su hermana, pero ella solo le dijo que igualmente buscarían. 

La chica sacó un libro morado junto a cosa, enseñando el borde a su hermana. 

—No, la portada era más oscura. —negó ella. — Como un buen moratón. 

Onix asintió y Cosa levantó su pulgar, los dos juntos siguieron buscando hasta que se escuchó un ruido. La mayor entonces agarró un libro para fingir leer y así no tener que darse la vuelta, mientras que Miércoles se colocaba a la espalda de su hermana para responder por ella. 

—No suelo encontrar alumnos buscando libros por aquí. — se escuchó la voz de la profesora Thornhill, cosa que molestó a Onix. —Más bien escondiéndose para liarse. 

—Nos hemos encontrado a dos vampiros. —respondió seria Miércoles tapando a su hermana lo más que podía. Onix podía controlar su forma extraña cuando estaba a oscuras, pero había utilizado su poder recientemente para buscar el libro y, al haberlos utilizado, su forma paranormal se adhiere a ella durante unos largos treinta minutos. 

—¿Queréis que os ayude a encontrar algo? —preguntó con inocencia la profesora. 

—Ni se te ocurra. — susurró Onix girando un poco la cabeza para que solo su hermana pudiera oírla. 

Miércoles, con algo de duda y con la advertencia de su hermana, se acercó a la profesora y desplegó el papel con un símbolo delante de su cara. 

—¿Había visto esto antes?— Onix maldijo por lo bajo. — Es un dibujo del libro que estamos buscando. 

Onix se dio la vuelta al fin dejando el libro que estaba ''leyendo'' en una estantería. Los efectos de su poder habían desaparecido y se dio la libertad de sentarse encima de una mesa cercana para seguir escuchando la conversación. 

—Creo que es el símbolo de una antigua sociedad de estudiantes. — comentó la profesora, Miércoles se giró a mirar a su hermana por un momentos y esta solo se encogió de hombros. —La Belladona.

—¿Cómo la flor mortal?— preguntó retóricamente Onix. —Que misterio. 

—Tengo entendido que se separaron hace años. 

—¿Sabe por qué? — preguntó Miércoles, pero solo recibió un encogimiento de hombros más una disculpa de parte de Thornhill. 

La pequeña Addams se acercó a la mesa en donde estaba su hermana y le dio el dibujo, automáticamente la chica se lo guardó en un bolsillo de sus pantalones. Miércoles agarró su bolsa y pensaba irse hasta que la profesora se acercó a ellas. 

—Me ha sorprendido tus respuestas en la clase de hoy. — comentó mirando a Miércoles. 

—Nuestra madre es experta en plantas carnívoras. —contestó. — Habré sacado mis dotes de ella. 

—¿Estáis muy unidas? —preguntó directamente la profesora, cosa que no le gustó a Miércoles. 

—Oh, si, tanto como dos condenados a cadena perpetua en la misma celda. —contestó Onix con ironía quitando uno de sus guantes para mirar sus uñas, ahora pintadas de rojo. 

—¿Tu estas unida a tu madre, Onix? — la mencionada se sorprendió, aunque no lo mostró, todas las preguntas de la profesora siempre iban dirigidas a su hermana y ahora que le preguntaba a ella solo la hacía sospechar. 

—Yo estoy muy unida a toda mi familia. — contestó simple la chica sin apartar la mirada de sus uñas afiladas. 

—Sé que no es fácil entrar a mitad de trimestre para vosotras. —empezó Thornhill mientrras se sentaba en una de las sillas que había alrededor de la mesa, lo más cerca posible de las hermanas. —Yo llevo un año y medio y aún me siento una intrusa. 

—Qué novedad. — murmuró Onix poniendo los ojos en blanco, entonces se atrevió a mirar a la profesora. — Eres la única normi de todo el personal, por no decir de la academia, lo raro sería que te sintieras cómoda. 

—Bueno, la verdad es que nunca me he sentido cómoda en ningún sitio. —la peli negra soltó un suspiro cansado, no sabía porque una profesora tenía que contarles a ellas dos su vida. —Demasiado rara para los normis pero no lo suficiente para los marginados. 

Onix dejó de prestar atención cuando sintió algo posarse en su hombro, miró por el rabillo del ojo para encontrarse a una tarántula que caminaba por su hombro después de dejarse caer desde el techo. La chica formó una sonrisa en su rostro y puso, con delicadeza, su mano para que la araña se subiera a ella, lo cual hizo. 

—Si me necesitáis la puerta del invernadero siempre está abierta. — fue lo último que escuchó Onix cuando se fue la profesora. 

La chica se encogió de hombros y vio como su hermana recogía a Cosa de las estanterías y guardaba su cuaderno de notas en su bolsa. Onix, con una sonrisa, acercó la araña al rostro de su hermana, está miró a la araña y a su hermana mayor con seriedad y después apartó su mano con suavidad. 

—No me pongas esa cosa en la cara. 

—Pero si es preciosa Mimi. —la chica miró la tarántula con ternura y después la dejó de una telaraña para salir de la biblioteca. 

Al salir ya se estaba poniendo el sol, lo que significaba que Onix tenía que volver a su habitación para ocultar su forma paranormal, pero su hermana tenía otros planes. 

Las dos caminaban por los pasillos una al lado de la otra, Miércoles había visto que su hermana y el pintor eran conocidos, por lo que iba a usar eso en su favor para averiguar todo sobre Rowan. Al girar en una curva en dirección al dormitorio de Onix, Miércoles se paró con fuerza. 

—¿Qué necesitas?—preguntó su hermana, solo cuando Miércoles hacía ruido sin hablar era cuando quería algo. 

—Hay que entrar en la habitación de Rowan. —simplificó ella. 

—No habrá nada Mimi, se lo llevaron todo cuando, supuestamente, lo expulsaron. —la peli negra se encogió de hombros para luego cruzar sus brazos. La mirada seria de su hermana le indicaba que aún así necesitaba entrar a esa habitación. — Bueno, como quieras, crearé una distracción. ¿Quieres eso? O puedo ayudarte a entrar, no se ¿Robamos la llave? ¿Entras por la ventana? 

—Quiero que entres tú. 

Onix se congeló por un instante para luego soltar una carcajada. Estiró su espalda al ver que su hermana no mostraba signos de broma o burla y su cara se volvió siniestra, seria y amenazante. 

—Miércoles, está anocheciendo. — indicó Onix señalando una venta que tenían al lado, dejando ver cómo el sol se estaba ocultando. —Por si aún no te has dado cuenta en tus dieciséis años de existencia, mi cuerpo no es muy bonito de ver a la noche. —al ver que su hermana no se movía ni decía nada rectificó. — Lo haré mañana a primera hora. 

Se dio la vuelta para irse a su habitación y así tener la última palabra, pero Cosa se puso delante suya y con rapidez se subió a su hombro. 

—Necesito que lo hagas ahora. — miró a la ventana. — Tendrás, como mucho, dos horas antes de que se haga de noche. Enciende las luces de su habitación para poder mantener tu forma si vas a estar más tiempo. 

—¡Por Dios, Miércoles!— gritó ella frustrada de la insistencia de su hermana. —¿Por qué quieres que vaya yo? ¡Ve tú si tanto quieres respuestas!

—El compañero de Rowan es Xavier. 






Onix aceleró el paso al divisar la puerta correspondiente, miró a los dos lados del pasillo para luego alzar una mano hacía el picaporte. Unas sombras negras salieron de la palma de la chica hacía la cerradura y a los pocos segundos tenía la puerta abierta. 

Entró y cerró la puerta, después dejó caer a Cosa en el escritorio y le indicó buscar el libro que tanto ansiaba Miércoles, pero unos pasos cerca la hicieron detenerse. Había visto a Xavier irse a correr hace pocos minutos, por lo que supuso que al ser el toque de queda tuvo que volver antes de lo previsto. 

Onix agarró a Cosa y lo puso en su hombro para luego ocultarse en una sombra en la esquina, la oscuridad la envolvió y dejó que ella fluyera a su alrededor para ocultarla de la vista de cualquiera. La puerta se abrió y pudo ver al chico quitarse los cascos para luego entrar al baño privado que tenía en la habitación, cerró la puerta y Onix volvió a dejarse ver. 

—Bien, busquemos ese libro y larguémonos de aquí. — miró a la ventana y al reloj que colgaba de la pared. — Queda poco más de media hora para que sea de noche, podré aguantar una hora como mucho, démonos prisa.

Con eso dicho, Cosa empezó a buscar en los estantes más altos, mientras que Onix buscaba por los alrededores, tanto en cajones cómo en armarios. Después de no encontrar nada miró en la parte de la habitación de Xavier, donde encontró un cuaderno y con curiosidad lo abrió. 

Sabía como era la página del libro con el dibujo de las dos Addams junto al fuego, por lo que al ver un cuaderno tan grande pensó que, tal vez, podría ser un dibujo hecho por el chico, pero vio que no podía ser. Ningún dibujo de Xavier tenía color, todo estaba echo con carboncillo, pasó páginas viendo lo increíble que eran sus dibujos hasta que se vio a ella misma en uno. 

Tocó con mucho cuidado la página, maravillándose con la preciosidad con la que la había dibujado, quitando su sonrisa de la cara siguió pasando páginas pero volvió su sonrisa al ver que todas las páginas siguientes eran sobre ella. 

Dejó el cuaderno al ver que no llegaba a ningún lado con él y le señaló a Cosa el interruptor de la luz para apagarla. Cosa dudó, con la luz apagada y siendo casi de noche era muy probable que Onix luego no pudiera controlar su forma, pero ella estaba decidida a encontrar lo que quería su hermana. 

Con la luz apagada Onix sacó una linterna que le dio Miércoles, la cual era de un color casi morado que hacía ver las marcas de huellas u otras cosas que no se podrían ver con la luz encendida. Onix podía hacer eso ella misma, pero necesitaba ahorrar fuerzas si para mantener su forma humana. 

Pasó la linterna por el colchón de Rowan, por las paredes e incluso su escritorio, pero al final, notando un aura diferente debajo de la cama se agachó a comprobar. Sonrió cuando pudo visualizar huellas en el centro, en donde la madera parecía que estaba más marcada, su instinto nunca la fallaba. Alzó la madera para encontrar una sola máscara en el espacio reducido, la sacó y frunció el ceño con confusión. 

—¿Sabes que es esto? — le preguntó a Cosa, pero antes de siquiera que él pudiera responder se escucharon unos golpes en la puerta. 

Cosa corrió a esconderse y Onix encendió la luz para no sospechar y se escondió debajo de la cama tan rápido como pudo. Escuchó la puerta del baño siendo abierta y los pasos de Xavier yendo hacía la puerta de su dormitorio. 

—No deberías estar aquí. —escuchó la voz del chico y unos pasos atropellados entrando en la habitación. 

—Yo también me alegro de verte. — Onix reconoció la voz de Bianca, cosa que la hizo fruncir el ceño con confusión, pero se acordó de que Enid mencionó que antes eran pareja. 

—¿Cómo has esquivado al supervisor? ¿Usando tus poderes de sirena?— preguntó seco el chico y Onix hizo una mueca de falso dolor al escuchar el golpe bajo. 

—No llevando esto. ¿Podrías dejar de pensar mal de mi alguna vez? — preguntó Bianca acercándose a Xavier, quien se había sentado a los pies de su cama. Fue entonces que Onix se dio cuenta de que se había escondido debajo de la cama del pintor, pensando todo ese tiempo que estaba donde Rowan.

—¿Qué quieres, Bianca? — interrogó el chico sin intención de saber nada. Onix notó a Cosa colocándose a su lado escuchando lo mismo que ella, la chica lo miro y se puso un dedo el los labios para indicarle silencio. 

—Solo ver como estas. — la chica, que estaba escondida, giró los ojos con fastidio. No aguantaba a esa sirena. —Siento mucho lo de Rowan, sé que estabais muy unidos. 

Onix ladeó la cabeza dudando de la relación entre Rowan y Xavier, no creía que estuvieran unidos sabiendo que discutían tanto. Enid podía ser muy útil gracias a su blog de chismes. 

—¿Desde cuando te importa Rowan? 

—Mmh, tu eras el que temía que le hiciera algo a Miércoles. — Onix alzó una ceja, suponiendo entonces que había gente que ya sabía que Rowan iría a por su hermana. —¿No es por eso que la sigues a todas partes cómo un perrito faldero?

—No lo hago. 

—Cierto, sigues a su hermana. — pudo ver cómo Xavier se levantaba de la cama para luego ir a su escritorio, vio como cerraba su cuaderno al verlo y se giraba para ver a Bianca. —Enserio, ¿qué ves en ella? ¿De pronto sientes algo por una chica gótica y trágica que viste cómo si fuera a un funeral? 

Onix bajó su vista para ver su ropa, no era culpa suya que el negro le quedara tan bien. Entonces Cosa le dio un pequeño toque en el hombro y le señaló la ventana, dejando ver que el sol ya se había ocultado del todo y ahora tenía que ocuparse ella sola de su cuerpo. Respiró hondo para relajarse, estaba debajo de la cama de Xavier, en donde no había sitio para la luz, necesitaba mucha concentración. 

—A lo mejor es porque no ha intentado manipularme. —Onix no podía concentrarse así, mucho menos si hablaban de ella. 

—Yo cometo un error y no me lo perdonas. — la chica abrió la boca al darse cuenta de lo que podría haber pasado para que esos dos rompieran, giró a ver a Cosa, quien parecía estar en la misma situación. —Ella te trata como una mierda y no te cansas.

¿Onix? ¿Tratando a alguien como una mierda? Se quedó pensado un segundo, no recordaba haber tratado mala al chico en ningún momento, tal vez su indiferencia hacía algunas cosa de su entorno lo hizo ver así. 

—¿Por qué estas tan obsesionada con ella? — Onix esbozó una sonrisa orgullosa, sabía que esa chica tenía su parte lésbica.

—¡Por qué se cree mejor que los demás! 

La chica se tuvo que tapar la boca para no reírse, Cosa se sumó para intentar que no les pillaran. 

—Me muero por machacar mañana a Ophelia Hall y ver cómo se derrumba su tan amiga licántropa. — Bianca se sentó junto al chico en el escritorio y sonrió. — Será una final de copa que no olvidaremos. 

—No quiero ni imaginarme tu plan. 

—Mi juego ya ha empezado. —Onix y Cosa se miraron a la vez confundidos. — Me gusta ganar. ¿Tan malo es?

—Y aún te preguntas porque rompí contigo. — habló Xavier con un tono serio. 

—Te gustaba mi instinto asesino. 

Con eso Bianca agarró la mano de Xavier y la entrelazó con la suya, acción que no le gustó nada a Onix. La chica sintió como su sangre hervía de repente y se vio a si misma apunto de salir de debajo de la cama, pero el grito de la chica la hizo parar. 

—¡Una araña! — gritó ella mientras saltaba. — ¡Xavier, tienes una araña en la habitación!— señaló con el dedo al centro del dormitorio, en donde la tarántula que anteriormente se topó con Onix estaba bajando sobre un hilo hacía el suelo. 

—Lo puedo ver Bianca. —contestó él con indiferencia.

—¡Se está metiendo en tu cama! 

En teoría no, se estaba metiendo debajo de su cama, en donde Onix aún seguía. La chica sonrió feliz y acarició la cabeza de la araña cuando se posó delante de ella, la tarántula se acercó a su toque y lo disfrutó. 

—¡Me voy de aquí!— siguió gritando Bianca, pero antes de irse se giró para mirar al chico. — Hazme caso, Onix no es la chica de tus sueños, si no de tus pesadillas.



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