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| 38. Cumpleaños de Leah |


Leah Barnes.

Mientras caminaba hasta el campus para tomar un poco de aire y despejarme de estos días de estudio y de trabajo, hoy era mi día libre y decidí dedicarme un tiempo a mí misma. Sin embargo, al pasar cerca del dormitorio de Scott y Tyler, escuché ruidos extraños, como si algo se estuviera rompiendo. Me acerqué con curiosidad y noté que la puerta estaba entreabierta. Sin dudarlo, entré.

Lo que vi me dejó perpleja: Él estaba fuera de sí, lanzando objetos desde su escritorio con una furia descontrolada. Su rostro estaba enrojecido, su cabello desordenado y sus ojos, llenos de rabia, parecían buscar algo que no podían encontrar. Me acerqué a él con cautela, frunciendo el ceño, tratando de entender qué lo había llevado a ese estado.

—Tyler, ¿qué está pasando? —pregunté con voz suave, esperando no agravar más la situación.

Él se detuvo por un momento, respirando pesadamente, y me miró con una mezcla de desesperación y frustración. Sus manos temblaban ligeramente, y pude ver que estaba al borde de las lágrimas.

—No puedo más... —murmuró, dejando caer un libro que tenía en la mano—. Todo ha salido mal. 

Me acerqué un poco más, intentando ofrecerle un poco de consuelo.

—Vamos, siéntate un momento y hablemos —le sugerí, señalando la cama desordenada—. Estoy aquí para ayudarte.

Tyler asintió lentamente y se dejó caer en la cama, cubriéndose el rostro con las manos. Sabía que necesitaría tiempo y paciencia para ayudarlo a calmarse y entender lo que estaba pasando.

—hey, ¿qué está pasando? —pregunto con voz suave. 

—Es mi madre—dijo el castaño  con la voz quebrada—. Su enfermedad avanzó rápido y no pude hacer nada por ella. Me siento inútil, Leah. No sirvo para nada. Y la acabo de perder ¿Entiendes? No voy a poder verla nunca más. 

Sentí una punzada de pena en el corazón al escuchar sus palabras. Me acerqué a él y lo abracé con fuerza, tratando de transmitirle algo de consuelo.

—Tyler…lo siento tanto.—murmuro.—Pero no digas eso. Hiciste todo lo que pudiste y eso es haberle dado todo tu amor a ella. A veces, simplemente no está en nuestras manos cambiar las cosas —le dije suavemente, acariciando su espalda.

Él empezó a llorar aún más, su cuerpo temblaba con cada sollozo. Me abrazó con fuerza, como si temiera que lo dejara solo en ese momento de vulnerabilidad.

—No sirvo para nada, ella se ha ido por no poder ayudarla. —repetía una y otra vez, su voz apenas un susurro.

Me aparté lentamente de él y lo miré a los ojos. Sus ojos café claros, normalmente llenos de vida, estaban ahora inundados de lágrimas. Con delicadeza, limpié sus lágrimas con mis dedos.

—Mírame —le pedí, sosteniéndole el rostro entre mis manos—. No eres nada de lo que estás diciendo. Eres una persona increíblemente fuerte y muy valiente. Tu madre supo cuánto la amabas y eso es lo más importante.

—Soy un idiota —dijo, su voz llena de culpa.

—No, Tyler, no eres un idiota —respondí, tratando de calmarlo y de insistirle de que no lo era—. Estás pasando por un momento muy difícil. Y yo estaré aquí para cuidarte. Porque somos amigos y los amigos no te abandonan en un momento así. 

Tyler asintió lentamente, y aunque todavía estaba devastado, pude ver un atisbo de esperanza en sus ojos. Sabía que necesitaríamos tiempo, pero estaba dispuesta a estar a su lado en cada paso del camino.

Henry Jonh 

En este momento, estoy aquí en un pequeño jardín rodeado de una gran variedad de flores. Estoy completamente nervioso y mi corazón late aceleradamente. Estoy esperando a Leah, hoy es su cumpleaños, y mi hermana iba a ser mi cómplice, atrayéndola hasta aquí. Lo que le tengo preparado es un jardín entero solo para ella. Mi padre me ha ayudado y, en los últimos días, he estado cultivando algunas flores y plantando algunas que ya estaban florecidas. Además, tengo otra pequeña sorpresa: un colgante con un libro que tiene detalles de algunas flores, elegido por Angie.

Espero que todo esto le guste, y... Esta noche le pediré que sea mi novia oficialmente. Suspiré, jamás me he sentido tan nervioso. Para esta noche, llevo puesta una camisa blanca con tres botones desabrochados y mi cabello está peinado y arreglado. Joe me ha prestado un buen perfume para esta ocasión especial. Volví a suspirar y me moví de un lado a otro, sintiendo cómo mis manos sudaban.

A lo lejos, vi cómo un auto se estacionaba en el lugar. Angie bajó con una sonrisa emocionada y Leah tenía los ojos vendados con un pañuelo. Me acerqué a ellas mientras frotaba mis manos nerviosamente y le di una media sonrisa a Angie. Ella me sonrió y me guiñó un ojo, susurrándome "suerte, hermanito". Leah empezó a hablar, preguntando qué pasaba, así que le contesté después de tragar en seco. Ella dijo mi nombre con asombro sin quitarse la venda de los ojos. La tomé de la mano y le di un beso suave en la mano. Angie se fue despacio hacia atrás con una sonrisa, dejándonos a solas.

Tomé a Leah de la cintura y la llevé hasta el jardín ya iluminado. La puse frente al jardín y comencé a desatar la venda poco a poco. Ella abrió los ojos lentamente y se asombró al ver ese jardín completo para ella. Me miró y volvió a mirar el jardín emocionada. Yo le sonreí, y ella no podía creerlo. Mientras ella estaba atenta, saqué del bolsillo de mi pantalón la pequeña cajita con el colgante adentro. Vi cómo me miraba con curiosidad y una sonrisa, preguntándome qué era lo que tenía. Se lo di, y cuando lo abrió, sus ojos se abrieron con sorpresa.

—Chismosita, ¿quieres ser mi novia oficialmente? —le pregunté con el corazón en la mano.

Ella me dijo que sí sin dudarlo y se lanzó a mis brazos, llenándome de besos. Estaba feliz, y eso era lo que quería. Me pidió que le pusiera el colgante, y lo hice. Luego la giré y la besé como nunca antes.

—Feliz cumpleaños, mi chismosita —le susurré al oído—. ¿Recuerdas cuando te dije que te regalaría un jardín entero y no solo una flor? Aquí está.

Ella sonrió, recordando ese momento, y me abrazó con fuerza. El atardecer era perfecto, y su felicidad era todo lo que me importaba.

Después de ese hermoso momento la invito a la playa que estaba cerca de aquí, ella venía diciéndome que le tiene miedo al agua porque un idiota la había empujado y era en su fiesta de fin de curso, pero yo le quitaré ese miedo. 

Estábamos caminando de la mano en la pequeña playa cercana. De repente, tomé a Leah en mis brazos y ella comenzó a patalear, rogándome que no la soltara. Nos dirigimos juntos hacia el mar, y aunque ella tenía miedo, quería que disfrutara de este momento conmigo. No pensaba soltarla. Sin embargo, una corriente inesperada nos separó. Empecé a desesperarme al verla alejarse cada vez más. Nadaba hacia ella, pero el agua me arrastraba hacia atrás. En un instante, vi cómo una chica pelirroja lograba agarrarla y la llevaba hacia la orilla. Me acerqué rápidamente hacia ellas, preocupado.

—¡Muchas gracias! Te lo agradezco.—le dije a la chica y comencé a mover a Leah, que empezó a toser y a expulsar el agua que había tragado.—Dios, gracias.—miré al cielo y luego a ella.—Pensé que te iba a pasar algo, ¿estás bien?—Le agarré las mejillas.

—Sí...—murmuró mientras miraba a la chica que la había salvado.—Gracias, pensé que iba a morir.

—No me des las gracias, linda, me alegro de que estés bien.—le respondió la chica inquieta.—¿Estás bien, verdad?

Leah le sonrió levemente. La chica también estaba preocupada.

—Sí, estoy bien, de verdad gracias.—repitió Leah.

—Si no fuera por tu ayuda, no sé qué habría pasado.—le dije, ya más calmado.

—Espero que no te hayamos molestado, estabas con tus amigos tan tranquila. Por cierto, me llamo Leah, ¿y tú?—Leah sonrió mientras la miraba, mostrando su naturaleza social.

—Me alegra haber podido ayudar.—respondió la chica, dirigiéndose a mí.—También me alegra que esto no haya pasado a mayores.

Volteó a ver a Leah y le dedicó una pequeña sonrisa.

—No me molestaron, tranquila.—le aseguró al instante, sin querer que ella pensara eso.—Me llamo Shannon, un gusto Leah.

Leah Barnes 

Me levanté con la ayuda de Henry y volví a mirar a la chica peliroja. 

—Eso espero, Shannon... qué lindo nombre tienes.—le dije con una sonrisa.—Y sí, menos mal que no ha pasado a mayores. Él es mi novio Henry.

—Encantado, Shannon.—dijo él con una sonrisa.

—¿Tú estás bien, verdad?—le pregunté a ella.

—Gracias... Tu nombre también es muy lindo, y tienes unos ojos preciosos— le dediqué una pequeña sonrisa— y también es un gusto conocerte, Henry. 

—Si te soy sincera, no me encuentro del todo bien.—exclamó, pasando sus dedos por su sien.

—Oh, déjame ver...—me acerqué a ella y observé su sien.—No tienes nada, ¿qué sientes? Podemos llevarte a revisión si quieres.—le dije con confianza.

—Siento como si me estuvieran apuñalando una y otra vez. Pero no es necesario que me lleven a ningún lado.—me aseguró.

—¿Segura? Quiero ayudarte también.—la miré con preocupación.—¿Quieres que te acompañe a donde están tus amigos?

—La verdad, sí me gustaría que me acompañen, siento que si doy tres pasos me voy a caer— soltó una pequeña risa sin gracia.—¿Pero no les molesta?

—Claro que no nos molesta, Henry ¿puedes ayudarla? No quiero que se caiga y se lastime.

—Claro.—Él se acercó a ella, le pidió permiso y la agarró en sus brazos.

—Queremos ayudarte, tú salvaste mi vida.

Salvar la vida es una palabra muy grande— dijo tartamudeando.—Mis amigos son ellos, es aquel grupo.—nos señala el grupo de chicos que estaban un poco lejos de nosotros.

Así que la llevamos hacia ellos. Cuando llegamos, se acercaron a ella con preocupación.

—Hola, la hemos traído porque dice que no se encuentra bien.—dije algo apenada.

Henry la bajó con cuidado para que no se mareara ni nada. El primero en acercarse es un chico pelinegro, de ojos grises y de brazos tatuados, se lo veía preocupado, supongo que él es su novio.

—¿Dónde estabas? Estábamos preocupados.—No pasó por alto la mirada de desconfianza que le dedicó a Henry, por haberla traído en sus brazos.

Ella parecia haber bufado.

—Es una larga historia.—le aclaró ella. Ella se recostaba en el cuerpo del pelinegro, sintiendose algo debíl, luego nos dá una sonrisa.—Muchas gracias... Fue un verdadero gusto conocerlos, quizás no fue en las mejores condiciones, pero fue lindo. No sé si es demasiada imprudencia de mi parte, pero me gustaría seguir en comunicación...

No pudo seguir hablando porque el rubio que estaba con ellos la  interrumpió.

—Siento que te conozco—miró fijamente a Henry.

—¿Conoces a mi novio? ¿De dónde?—le pregunté al rubio con curiosidad.—Oh, y de nada, Shannon.—mi vista volvió a ella.

—¿De dónde me conoces?—dijo Henry, confundido.

——Si lo conozco, eres parte de una banda ¿no? — le preguntó el Rubio, y se puso a pensar. —dejame acordarme como se llama la banda…—después de unos segundos de silencio él vuelve hablar.—¿Estrellas oscuras se llaman?. 

—Nacientes... Estrellas nacientes es —contesta Henry mientras lo mira fijo—. Sí, estoy en esa banda, soy el guitarrista.

—Y uno muy bueno —añado emocionada—. Deberían escucharlos, son geniales —les doy una sonrisa.

—¡Lo sabía! Ya decía que tu cara me resultaba familiar —exclama él, visiblemente emocionado—. Me encanta su música y tocas fenomenal. ¿Nos podemos sacar una foto rápido?

Sonrío al ver la cara de Henry, confundido por primera vez al recibir tal petición. Le doy una sonrisa alentadora y él aceptó sacarse la foto con el chico. 

—Sí, claro. Debo admitir que eres el primero en pedirme una foto.

Ver a Henry socializando me llena de orgullo.

—Me siento muy afortunado de ser el primero. Cuando sean unos profesionales, espero que te acuerdes del chico guapo que te pidió por primera vez una foto —el chico saca su teléfono y, con total confianza, pasa su brazo por los hombros de Henry.

—Adiós, Leah. Me alegro de que estés bien, espero vernos pronto —dice Shannon.

—Oh, ¿ya se van? Bueno, espero volver a encontrarlos algún día. Me agradaron mucho. Gracias por salvarme, Shannon —me acerco a ella y le doy un abrazo con confianza—. Lo siento, no debí hacerlo sin tu permiso, es que soy muy dada.

—No te preocupes, lo necesitaba . También me agradaron, cuídense mucho por favor.

Shannon mira a Henry para despedirse de él, pero luego reta a su amigo.

—¡Mason! Dijiste que era una sola foto. Estás asfixiando al pobre chico.

—Tú también cuidate.—le digo a Shannon—, y tú —mientras veo al chico de cabello negro que está a su lado—. Cuida mucho a tu novia —le doy una sonrisa—. Espero que algún día salgamos los cuatro.

Henry, al escuchar a Shannon decirle eso a su amigo, se acerca a mí con una sonrisa de lado, zafándose del chico. Río por lo bajo mientras ella lo reprende.

—Oh, no, él no es mi novio...

—Aún —interrumpe él—. Aún no soy su novio, pero pronto lo seré y la cuidaré mucho.

—Oh, bueno, se ven como una pareja —les sonrío—. Nos vemos chicos, cuídense mucho.

—Nos vamos —dice ella, despidiéndose con la mano. Agarra el brazo de ese chico Mason para alejarlo de Henry y le susurra—. Pareces un puto crio.

—Solo quería su número —dijo el rubio y Shannon se lo lleva.

Con Henry nos miramos con diversión y nos reimos por lo que acaba de pasar.

—¿Puedes firmarme guitarrista sexy y guapo?.—le digo con una sonrisa traviesa.

—Te firmo donde quieras.—me susurra y agarra de mi mentón para besarme.


Tyler White 

Después de entrenar, me dirigí a las gradas donde había dejado el bolso. Agarré mi celular con la esperanza de encontrar un mensaje de Lily, pero no había nada aún. Solté un suspiro mientras tomaba un trago de agua de mi botella, perdido en mis pensamientos. Siento que en estos momentos la necesito. 

De repente, Scott apareció con una sonrisa burlona y con una botella de agua. Al verme tan distraído, decidió aprovechar la oportunidad para hacerme un chiste.

—Vaya, Tyler, ¿sigues esperando un mensaje de tu sirenita?—dijo, riéndose—. Espero que no te haya dejado varado como una sirena varada en la orilla.

Levanté la vista, mirándolo con una mezcla de sorpresa y diversión.

—Muy gracioso, Scott—respondí, intentando no sonreír—. Solo estaba revisando, nada más.

Scott se sentó a mi lado, todavía riendo.

—Hermano, con esa cara de enamorado perdido, cualquiera pensaría que has visto una sirena en el mar y te has olvidado de nadar—continuó, dándome un leve empujón en el hombro.

No pude evitar reírme ante su metáfora, sacudiendo la cabeza.

—Quizás tengas razón, amigo. Solo espero que mi sirenita no se haya escondido en las profundidades—dije, sintiendo una chispa de esperanza mientras guardaba mi celular. 

—¿Quién lo diría?—dijo él, riéndose—El egocéntrico Tyler se ha enamorado. 

—Idiota.—murmuro y vuelvo a tomar agua. 

Pero antes de irme, mi celular sonó con una notificación de mensaje, fruncí el ceño y miré a Scott.

—Quizas sea ella amigo.—sonrie y me da una palmada en la espalda.

Saco mi celular del bolso y veo que si era un mensaje de ella, sonreí por eso, de verdad necesitaba verla y espero sea pronto.

Leah Barnes 

Después de estar un rato con Henry en la playa nos vamos a mí casa, ya que mis padres me tenían una pequeña sorpresa, mientras que vamos en taxi hasta mí casa, quiero contar cómo fue mí reacción al regalo de Henry. 

 Cuando Henry me llevó al jardín, mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad. Las luces colgantes en el árbol central brillaban como estrellas, creando un ambiente mágico. Las flores en tonos de rosa, rojo y púrpura estaban perfectamente dispuestas, y el follaje verde hacía que todo se viera tan vivo y lleno de color.

La cerca de madera con luces de cuerda añadía un toque cálido y acogedor, y los caminos de piedra que serpenteaban por el jardín me invitaban a explorar cada rincón. Las linternas y luces en el suelo iluminaban las plantas de una manera tan encantadora, que parecía un sueño hecho realidad.

Ese jardín no es solo un espacio exterior; es un refugio bajo las estrellas donde puedo relajarme y disfrutar de la naturaleza. Henry, a pesar de su exterior duro, ha demostrado cuánto le importo con este gesto tan especial. Cada vez que miraba el jardín, sentía su amor y dedicación.

Estoy tan agradecida y emocionada por este regalo. Es el mejor cumpleaños que he tenido, y no puedo esperar para pasar muchas noches mágicas en ese hermoso jardín. Y el colgante es de color oro rosa y tiene la forma de un libro. La tapa del “libro” está bellamente grabada con un diseño intrincado, destacando una flor en el centro, rodeada de patrones ornamentales que le dan un aspecto vintage. Los bordes del colgante están detallados para parecerse a las páginas de un libro, lo que realza su semejanza con un libro en miniatura.

Cuando Henry me lo dio, me quedé sin palabras. Este colgante no es solo una pieza de joyería; es un símbolo de nuestra historia juntos y de mi amor por los libros. Cada vez que lo miro, me recuerda a todas las historias que hemos compartido.

Este cumpleaños ha sido el mejor de todos, no solo por los regalos, sino porque Henry ha demostrado cuánto le importo con estos gestos tan significativos. Tenerlo a mi lado hace que todo sea aún más especial.

Al llegar a mí casa me esperaban mis padres con muchos globos color salmón y plateados, también con un pastel que amé tanto, me saludaron con un abrazo y luego subí a bañarme dejando a Henry con ellos, al bajar por las escaleras veo como él se acerca con una sonrisa traviesa me susurro al oído.

—¿Sabes que eres mía verdad?.—me sujeta de la cintura pegándome más a él.—El vestido te queda jodidamente bien Leah. Y no me estoy pudiendo controlar. 

Cuando nos sentamos para cenar, sentí su mano deslizarse suavemente sobre mi muslo por debajo de la mesa, y mi corazón comenzó a latir más rápido. Él estaba loco por mi, y no tenia miedo de demostrarlo. Con su voz baja y ronca dijo :

—Si fuera por mí, te arrancaría este vestido aquí mismo, sin importarme una mierda la cena, ni nada más…ma jolie.

La intensidad de sus palabras y el fuego en sus ojos me hicieron sentir deseada como nunca antes. Él seguia viéndome con una sonrisa de lado mientras apretó más fuerte mi muslo a lo que me moví un poco, por un momento escuché hablar a mi hermano, si, obviamente también está aquí y con su novia, con una oración incómoda y con una mirada de advertencia a Henry Soltó :

«No quiero manos sueltas por debajo de la mesa.

Hubo un silencio en la mesa después del comentario de Deivon, pero eso no fue todo. Se escuchó el timbre de la casa y mi madre me miró con una sonrisa.

—Hija, ¿quieres ir a abrir la puerta? Hay una sorpresa más para ti.

La miré con una sonrisa, me levanté emocionada y fui a abrir la puerta. Al abrirla, me encontré con mi primo Ethan. No sabía si abrazarlo o no, ya que a veces eso lo incomoda, pero me dio una media sonrisa y abrió sus brazos para que lo abrazara. Me lancé a él y sin querer moví sus auriculares de sus oídos. Ethan es un chico con autismo, pero sabe controlarlo y lleva una vida muy normal.

—Ethan, por Dios, ¿cómo viniste?

—¿Cómo vine? —repitió lentamente, como si estuviera procesando la pregunta—. Obviamente que... —Una mujer de la edad de mi madre, que por cierto es su mejor amiga, me abrazó sin dejar que Ethan terminara de hablar.

—Feliz cumpleaños, hermosa Leah. ¡Estás enorme! —me dijo, dándome besos por toda la cara.

—Mamá, deja a Leah tranquila. La llenas de bacterias, por Dios —dijo Ethan, con un tono plano, pasando a mi lado y saludando a mis padres.

Pero cuando vio a Henry, Ethan se quedó inmóvil y lo miró fijamente de pies a cabeza, ladeando la cabeza hacia un lado. No sabía disimular y lo veía como un extraño. Me acerqué a ellos, me puse al lado de Henry y, tomándole la mano con una sonrisa, lo presenté.

—Ethan, él es mi novio Henry —le dije con suavidad. Ethan arqueó una ceja.

—Un gusto conocerte, Ethan —dijo Henry, con timidez.

—Sí, hola. ¿Oigan, y dónde está el pastel? —dijo Ethan abruptamente, como si cambiara de tema de forma brusca, y fue en busca del pastel.

—Vaya, qué simpático —dijo Henry con sarcasmo y una media sonrisa.

—A Ethan solo le cuesta ser muy social. Es un poco frío, pero es un buen chico.




Quiero agradecer a una personita más por colaborar con su personaje shannon, Mason y Nathan, vayan a seguirla que tiene un hermoso libro que se llama evaporazione, gracias amiga laktira2410

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