| 29. ¿celos? |
Henry Jonh.
Hoy no he visto a Leah. Tampoco quisiera molestarla porque está ocupada con su examen final. Supongo que la veré en el bar más tarde. Estoy yendo a ensayar con la banda y espero no empezar a sentirme mal como hace un rato. Joe quiso acompañarme, pero le dije que no, que fuera más tarde al bar si quería. Al llegar, saludé a los chicos y a Jenna. Le di una media sonrisa y ella me la devolvió antes de seguir acomodando algunos cables en el escenario.
Después de un rato, empezamos a ensayar. Todo iba bien pero después tuvimos que parar. Escucho como Justin nos dice que descansemos y luego seguimos, pasa a mí lado y fue a hablar con Antony, insistiendo en que él sea nuestro mánager. Justin es un Barner, así que supongo que lo conseguirá. Eros estaba distraído con su celular, mientras que yo empezaba a sentir que me faltaba el aire. Dejé mi guitarra a un costado y me desplomé en una silla, tratando de respirar profundamente. Jenna se acercó rápidamente, con una expresión de preocupación en su rostro.
—¿Estás bien? —preguntó, su voz llena de inquietud.
Negué con la cabeza, tratando de recuperar el aliento. Mi voz salió entrecortada.
—No…por favor…ayúdame.
Jenna asintió, aunque la preocupación no desapareció de sus ojos. Se quedó a mi lado, hablando en voz baja y calmada.
—Respira conmigo, Henry. Inhala... exhala... despacio.
Seguí su ritmo, inhalando y exhalando lentamente. Poco a poco, mi respiración se fue estabilizando. Ella no se movió de mi lado hasta que estuviera más tranquilo.
—Esto no es normal, Henry. ¿Has estado así últimamente?.
Suspiré, sintiendo el peso de su preocupación. No quería alarmarla más de lo necesario.
—No sé, quizás me esté agarrando algún virus y no quiero que Leah se preocupe, especialmente ahora con su examen final. Por favor, no le digas nada.
Jenna asintió lentamente, aunque la preocupación seguía en sus ojos.
—Está bien, no le diré nada. Pero prométeme que si esto empeora, irás al médico. No puedes seguir así.
Asentí, agradecido por su apoyo.
—Lo prometo. Gracias, Eres una buena amiga.—ella asiente, dándome una media sonrisa.
Aunque su preocupación no desapareció del todo.
—Solo quiero que estés bien. Ahora, ¿crees que puedes seguir ensayando o necesitas un descanso?
Me tomé un momento para evaluar cómo me sentía. La falta de aire había disminuido un poco, pero aún me sentía un poco débil.
—Creo que puedo seguir, no te preocupes.
Ella se quedó aún a mi lado, su preocupación se le notaba en la cara. Me ofreció una botella de agua y me ayudó a sentarme más cómodamente.
—¿Estás seguro de que no necesitas ver a un médico? —preguntó, su voz suave pero firme.
Tomé un sorbo de agua y asentí con la cabeza.
—Estoy seguro, estaré bien. Solo necesito un momento para recuperar el aliento.
Jenna asintió y me dio una palmadita en el hombro antes de volver al escenario. Me quedé un rato sentado, agradecido por su apoyo y decidido a no preocupar a Leah.
Después de una hora, Leah apareció en el bar. Se acercó a donde estaba hablando con Jenna. Al verla, la rubia se alejó de mí con una expresión de preocupación, sin decir una palabra. Leah notó la tensión en el ambiente y me miró con curiosidad.
—¿Está todo bien? —preguntó, su voz llena de preocupación.
Le sonreí, tratando de tranquilizarla.
—Sí ma Jolie, todo bien. Solo estábamos hablando de la banda.
Ella me miró con desconfianza, pero antes de que pudiera decir algo más, me incliné y le di un beso suave en los labios.
—No te preocupes, de verdad. Todo está bien.—acomodo un mechón de su cabello atrás de su oreja.
Justo en ese momento, Justin levantó la voz desde el escenario.
—¡Vamos, chicos! Volvamos al ensayo. Primita, vuelve a tu puesto.. Ahora Henry es mío.—sonrie él burlón.
Leah me dio una última mirada con una linda sonrisa, mientras nuestras manos se iban deslizando hasta quedar las yemas de nuestros dedos, se iban soltando poco a poco, ella fue hasta su puesto de trabajo. Mientras que yo subía al escenario, crucé miradas con Jenna. Ella me devolvió una mirada de apoyo antes de volver a sus tareas. Me sentí agradecido por su discreción y apoyo mientras me preparaba para continuar con el ensayo.
Leah Barnes
Todo iba bien, los chicos estaban tocando para el público. Después de que la banda terminó su show, las personas aplaudían y se iban yendo de a poco. Yo estaba algo distraída mientras limpiaba las mesas y ponía las cosas que sobraban de los comensales en mi bandeja. Desde el escenario, veía cómo Henry dejaba que Jenna le pintara el cabello mientras reían.
¿Desde cuándo él deja que le toquen el cabello si no soy yo?.
Me preguntaba también qué estaba pasando entre ellos, pero no quería verme celosa, porque yo no lo era. Sabía que Henry me quería a mí y que Jenna solo era una compañera de la banda.
Observaba cómo Jenna tocaba algunas de las ondas del cabello de Henry mientras las pintaba de un color que no podía distinguir desde donde estaba. Entre risas, escuché a Jenna decirle:
—Si eres parte de la banda, tienes que tener el cabello pintado como nosotros.
—Ok, está bien, solo espero que se salga al lavarlo.
Henry se reía y asentía, dejándola hacer su trabajo. Me quedé mirando la escena, viendo cómo Jenna tocaba su cabello con confianza y cómo él la dejaba. Por un momento, nuestras miradas se cruzaron y rápidamente aparté la vista, sintiendo una punzada de incomodidad. No quería que él pensara que estaba celosa y menos de ella.
Seguí poniendo las cosas en la bandeja y las llevé a la barra, tratando de concentrarme en mi trabajo. Pero no podía evitar que una pequeña duda se instalara en mi mente. ¿Por qué me sentía así? Sabía que no tenía razones para desconfiar de Henry, pero verlos tan cercanos nuevamente me hacía sentir un poco insegura.
Sacudí la cabeza, tratando de alejar esos pensamientos. Henry me quiere, y eso era lo único que importaba.
El ambiente estaba tenso. Trataba de distraerme hablando con Jareth, a veces era divertido hablar con él, sabía cómo hacerme reír.
—¿Sabes, chismosita? Ya no me gusta Jenna —dijo Jareth, con una sonrisa traviesa.
Levanté una ceja, intrigada.
—¿Ah, no? ¿Y eso por qué? —pregunté, sonriendo.
—Hay otra chica que me interesa más —respondió, sin dar más detalles.
—¿Quién es? —insistí, curiosa.
Jareth se rió y negó con la cabeza.
—No te lo diré aún. Es un secreto.
Seguimos hablando y riendo, y por un momento, logré olvidarme de la incomodidad que sentía. Pero entonces, sentí una presencia detrás de mí, unas manos fuertes y firmes se aferran en mi cintura y antes de que pudiera girarme, Henry susurró algo en francés en mi oído, su voz suave y cálida.
—Ma chérie, tu es la plus belle de toutes.
Me hice la ofendida, cruzando los brazos y frunciendo el ceño.
—¿Qué estás haciendo, Henry? —dije, tratando de mantener una expresión seria.
Él sonrió y comenzó a hacerme mimos, acariciando mi brazo y mirándome con esos ojos que siempre lograba calmarme.
—Solo quería verte sonreír. No te preocupes por nada, ¿sí? Te espero afuera —dijo, me dejó un beso en la frente y luego sacaba un cigarro mientras se dirigía a la puerta.
Lo observé salir, sintiendo cómo la tensión se desvanecía un poco. Jareth me miró con una sonrisa traviesa.
—Parece que alguien sabe cómo calmarte —comentó, guiñandome un ojo.
Sonreí y asentí, sintiéndome un poco más tranquila. Terminé de recoger las cosas y dejé la bandeja en la barra, para luego estar lista para reunirme con Henry afuera.
Salí del bar y ahí lo vi fumando. Al verme, apagó el cigarro rápidamente y lo tiró al suelo, después veo como se mete un chicle de menta en la boca. Se acercó a mí con una sonrisa y me agarró suavemente de las mejillas, inclinándose para darme un beso. Sentí cómo la tensión se desvanecía un poco con su toque. Con sus besos.
—Solo tengo ojos para ti, ¿De acuerdo?.—dijo, mirándome a los ojos con seriedad—. Vi cómo nos mirabas. No tienes de qué preocuparte.
Suspiré, sintiéndome un poco avergonzada por mis dudas.
—Lo sé. Es solo que... no sé, verlos tan cercanos me hizo sentir un poco insegura. Ya sabes lo que pasó la última vez…
Él sonrió a medias y sacó un pequeño aerosol de su bolsillo.
—Mira, ella solo me estaba pintando el cabello como una prueba. Es un color violeta azul oscuro. ¿Qué te parece?
Me mostró las ondas de su cabello, ahora teñidas de un color profundo y vibrante. No pude evitar sonreír.
—Te queda bien. Pero prefiero tu color natural.
Henry se rió y me abrazó.
—No te preocupes, esto es solo temporal. Jenna insistió en que si soy parte de la banda, tengo que tener el cabello pintado como ellos. Pero no es nada serio.
Asentí, sintiéndome más tranquila. Henry siempre sabía cómo calmarme.
—Gracias por entender.. Sabes que te quiero, ¿verdad?
Sonreí y lo besé de nuevo.
—Lo sé, Henry. Y yo también te quiero.
Nos quedamos un momento en silencio, disfrutando de la tranquilidad de la noche. Luego, el odioso me tomó de la mano.
—Vamos a la universidad, necesitamos descansar después de un día tan largo.
Asentí y caminamos juntos hacia la universidad, dejando atrás las dudas y la tensión. Sabía que mientras estuviéramos juntos, todo estaría bien.
Solo espero que Jenna no se confunda con él otra vez.
Al llegar a la universidad con Henry, fuimos directamente a su dormitorio. Hoy iba a quedarme a dormir con él, y Henry suponía que Joe no estaría, así que me sugirió que me diera una ducha primero. Me prestó una de sus camisetas favoritas, una negra con detalles blancos y un bordado de una guitarra eléctrica en la espalda. Después de bañarme, me puse la camiseta, que me quedaba como un vestido. Al verme, él sonrió burlón y me dijo "mi chiquita" antes de besarme. Luego, él entró a bañarse y yo decidí peinarme mientras recorría el dormitorio.
Vi algunas fotos de Henry con su madre y Angie cuando eran pequeños. Los tres se veían muy felices. Su madre se parecía mucho a Angie, pero la sonrisa y la nariz eran como las de Henry. Luego, noté su guitarra en la cama y estaba a punto de agarrarla cuando la puerta se abrió de repente. Era Joe.
Sin darse la vuelta, él empezó a quitarse la camiseta y la tiró a un costado. Su cadera era delgada, su espalda bien trabajada y sus brazos fuertes y firmes.
¿Qué estoy haciendo mirándolo?
Debo admitir que Joe tiene un buen cuerpo gracias a los deportes. Estaba tan concentrada que cuando se dio la vuelta y me vio, me miró con una expresión de sorpresa y una sonrisa burlona.
—Vaya, Leah, no esperaba encontrarte aquí —dijo Joe, divertido.
Me sonrojé y traté de cubrirme con una sábana, ya que solo llevaba la camiseta larga de Henry. Me sentía muy avergonzada.
—Lo siento, no sabía que ibas a venir —dije, tratando de evitar su mirada.
Joe se acercó un poco más, aún con esa sonrisa juguetona en su rostro.
—No te preocupes, no me molesta en absoluto. De hecho, creo que Henry debería prestarte sus camisetas más a menudo —dijo, guiñandome un ojo.
—¡Joe! —exclamé, sintiendo cómo mi cara se ponía aún más roja.
—Tranquila, Leah. Solo estoy bromeando. Aunque debo admitir que te ves adorable con esa camiseta —añadió, riendo y se tira a la cama, cruza sus brazos se notaba como sus músculos se agrandaban y apoya en ellos su cabeza.
Intenté cambiar de tema rápidamente.
—¿Y tú qué haces aquí? Henry dijo que no ibas a estar hoy.
—Bueno, cambié de planes. Pero parece que llegué en el momento perfecto para ver a la futura mujer de mí amigo de esta manera —dijo, sin dejar de sonreír.
—¡Joe, por favor! Ya basta..—dije, riendo nerviosamente.
Luego veo como Joe se sentó en la cama y tomó la guitarra de Henry.
—¿Sabes tocar? —preguntó, cambiando de tema.
—Un poco, pero no soy muy buena —respondí, agradecida por el cambio de conversación.
—Bueno, tal vez podamos tocar algo juntos algún día. Pero por ahora, creo que deberíamos esperar a que Henry salga del baño antes de que se ponga celoso —dijo, guiñandome un ojo nuevamente.
La situación, aunque incómoda al principio, se volvió más ligera gracias al humor de Joe. A pesar de mi vergüenza, no pude evitar sonreír ante su actitud despreocupada y divertida.
Henry se sorprendió al ver a Joe con su guitarra y sin su remera. Sin decir una palabra, abrió uno de los cajones de Joe, sacó una remera de él y se la lanzó en la cara. Él la atrapó a tiempo, riendo.
—¡Ey! ¿Qué pasa, hermano? —dijo Joe, todavía divertido.
Henry se acercó a mí con una media sonrisa y se puso frente a mí, haciendo que lo mirara a los ojos.
—¿Estás bien? —me preguntó suavemente.
Antes de que pudiera responder, Joe intervino desde el otro lado de la habitación.
—Henry, deberías prestarle tus camisetas más seguido a Leah. Se ve adorable —dijo Joe, con una sonrisa burlona.
Henry le lanzó una mirada seria, pero Joe levantó las manos en señal de inocencia.
—Solo estoy bromeando, amigo. No te pongas celoso —dijo Joe, riendo mientras se dirigía al baño, dejándonos solos.
Henry suspiró y volvió su atención hacia mí.
—No puedo creer que se haga el idiota contigo. A veces no sabe cuándo parar —dijo, acariciándome el brazo.
—Está bien, no te preocupes. Sabemos cómo es él—respondí, tratando de sonreír.
—Lo sé, si no fuera mí amigo te juro que ya lo estoy agarrando de los hombros y lo echaba afuera.—me sonríe.
Henry y yo estábamos acurrucados en su cama, viendo una película. La habitación estaba en penumbra, iluminada solo por la luz de la pantalla. Me sentía cómoda y segura en sus brazos, disfrutando del momento.
De repente, la puerta del baño se abrió y Joe salió, con una toalla alrededor de su cintura y el cabello aún húmedo. Parecía haberse olvidado de que yo estaba aqui. Henry reaccionó rápidamente.
—¡Mierda, Joe! —exclamó, tapándome los ojos con una mano, yo me reía.
Joe se detuvo en seco, sorprendido.
—¡Oh, lo siento! —dijo, dándose cuenta de su error.
Henry le lanzó algunas cosas que tenía a mano, como una camiseta y unos pantalones, que Joe necesitaba.
—¡Vuelve al baño y vístete! —le ordenó, todavía cubriéndome los ojos.
Joe atrapó la ropa al vuelo y se metió de nuevo en el baño, pidiendo disculpas.
—Perdón, Leah. Olvidé que estabas aquí.—dijo desde el otro lado de la puerta.
Henry y yo nos miramos y no pudimos evitar reírnos de la situación.
—siempre tan despistado él —dijo Henry, sonriendo.
—Sí, pero es parte de su encanto, ¿no? —respondí, todavía riendo.
Unos minutos después, Joe salió del baño, esta vez completamente vestido. Se acercó a nosotros con una expresión de disculpa.
—De verdad, lo siento mucho. No quería incomodarte, Leah —dijo, rascándose la nuca.
—No te preocupes, Joe. Fue un accidente —respondí, tratando de tranquilizarlo.
Henry se levantó y se acercó a Joe, poniéndole una mano en el hombro.
—Solo ten más cuidado la próxima vez, Splinner No quiero que ella tenga que ver más de lo necesario —dijo, fingiendo estar molesto.
Joe levantó las manos en señal de inocencia.
—Lo prometo, seré más cuidadoso. Pero debo decir que ustedes dos se ven muy bien juntos —dijo, sonriendo.
Henry me miró y me guiñó un ojo. Lo habíamos invitado a ver la película con nosotros pero él prefirió dejarnos el dormitorio a solas, así que se despidió y se fue, me acomodé en el pecho de Henry mientras él volvía a poner su brazo en mí cintura, me acariciaba con suavidad la cintura y luego el muslo subiendo poco a poco la camisa. Entre caricias y besos nos hemos quedado dormidos.
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