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🎸 Nᴏ sᴏᴍᴏs ᴀᴍɪɢᴏs 🎸

Leah Barnes.

Después de la entrevista de trabajo que tuve, que por cierto me aceptaron ya que necesitaban a alguien si o si, el dueño del bar que se llama Antony, me presentó a los quienes iban a ser mis compañeros, a un barman súper simpático y a una mesera de perfil bajo, le dió igual cuando la saludé, ella se llama Megan y el barman se llama Jareth; una vez que nos presentamos, me dijo los días que debo ir a trabajar y que estaría por una semana de prueba, hasta que pueda adaptarme. 

Tyler me esperaba afuera, así que al salir me ve con una linda sonrisa. 

—¿Cómo te ha ido?. 

—Bien, me ha aceptado, me dió una semana para adaptarme y después ver cómo me manejo. 

—Bueno, a darlo todo entonces.—dijo, dándome ánimos. 

Con una simple sonrisa de labios sellados asiento con la cabeza. Ahora nos vamos caminando hasta la universidad, pero mí mente vuelve a recordarme de lo que pasó hace una hora con Henry, no dejaba de pensar en su: 

«Es imposible no gustar de ti, Leah..». 

Aún no me lo creo. 

Cuando llegamos a la universidad, Tyler me deja ahí y él debe volver a su casa. 

—Bueno, aquí me despido, nos vemos mañana, si es que quieres o simplemente podemos ir al cine o algún otro lado, tú eliges. 

—Mañana hablamos y vemos, ¿Está bien?. De todos modos mañana empezaré a ir al bar. 

—Cierto, bueno, nos estamos hablando entonces, adiós, bonita.—se acerca a mí con lentitud y deja un suave beso en mí mejilla. 

Lo vi caminando hacia su moto, se pone su casco y se va. 

¿Me dijo bonita? 

No quiero confundir a Tyler, tampoco quiero confundir a Henry. ¿Qué es lo que pasa?. 

Suelto un suspiro y giro sobre mí eje para ir hasta mí dormitorio, al llegar no veo a Angie en su cama, ni en ninguna parte del dormitorio, habrá salido con Logan quizás o deben estar estudiando juntos, ya que mañana tienen un examen de una materia que tienen en común. 

Me pongo mí pijama y me acuesto para ya dormir. Si es que puedo. 

Henry Jonh 

La brisa nocturna acariciaba mi rostro mientras exhalaba el último respiro de humo. Apoyado contra la pared de la universidad, disfrutaba de la tranquilidad de la noche, hasta que un grito desgarró el silencio. Mi cuerpo se tensó al instante, el sonido provenía del dormitorio de Leah y mi hermana. Fruncí el ceño, arrojé el cigarrillo al suelo y lo aplasté con la suela antes de impulsarme hacia la escalera improvisada de ramas y hojas. No tenía tiempo para buscar otra entrada: las puertas principales estaban cerradas a estas horas.

Trepar fue cuestión de segundos. Mi mano encontró el marco de la ventana y la empujé con brusquedad, entrando con la adrenalina al máximo. La escena ante mis ojos me puso alerta de inmediato. Barnes estaba de espaldas, con algo en la mano, paralizada por el miedo ante un chico desconocido. No dudé ni por un instante.

Avancé hacia él con pasos firmes. El estudiante alzó las manos, balbuceando excusas entre jadeos temerosos.

—¡Lo siento, lo siento! Me confundí de habitación. 

No respondí de inmediato. Solo lo observé, dejando que mi mirada seria lo intimidaba. La tensión se hizo densa en el aire. Dió un paso atrás, como si mi presencia lo empujara.

—Lárgate —mi voz era un filo frío. 

El chico titubeó, intentó justificar su error, pero lo obligué a retroceder sin siquiera tocarlo, solo con la dureza de mi expresión. 

—De verdad, lo siento, Le... 

Cerré la puerta de golpe en su cara.

Giré hacia Barnes, que soltó un suspiro y dejó caer los hombros, aún con la respiración agitada.

—¿Estás bien? 

Ella asintió, pasando una mano temblorosa por su rostro.

—Sí. Casi me da un infarto, estaba dormida. 

Mi mirada recorrió la habitación, buscando a mi hermana. 

—¿Dónde está? 

—Se fue con Logan. Se fueron a estudiar. 

Arqueé una ceja. No tenía que decir nada para que Barnes entendiera la incredulidad en mi expresión.

—¿A estas horas? 

—No, ya hace unas horas. 

Crucé los brazos, ladeando la cabeza con una sonrisa seca.

—¿En serio crees que fueron a estudiar? 

Barnes soltó un suspiro, rodando los ojos. No esperaba una respuesta sincera, y tampoco la necesitaba. Pasé por su lado, dirigiéndome hacia la puerta.

—Oye... —intentó detenerme, pero cerré la puerta detrás de mí sin darle oportunidad de continuar.

De seguro quería decirme algo de lo que le dije ayer, pero prefiero sacarme esos pensamientos de una vez. 

 La luz tenue del pasillo apenas iluminaba mi camino mientras me dirigía hacia mi dormitorio, pero antes de llegar, alguien giró la esquina con apresurados pasos. Era mí hermana.  

Su respiración era agitada, su cabello estaba revuelto como si hubiese estado corriendo o, peor, como si acabara de salir de una situación comprometedora. Sus ojos reflejaban prisa, pero en cuanto me vio, vaciló un instante, como si supiera que esto no iba a ser una conversación tranquila.

—Henry... —murmuró, tratando de recomponerse, aunque su postura seguía delatando su nerviosismo.  

La miré de arriba abajo, cruzando los brazos. —¿Dónde estabas?  

Pasó una mano por su cabello desordenado, soltando un suspiro. —Estuve con Logan.  

No le di oportunidad de seguir. Di un paso hacia ella, inclinando la cabeza con una expresión que dejó claro que no iba a tolerar ninguna excusa.  

—Más vale que ese idiota se esté cuidando —dije, con voz firme y un deje de dureza—. Porque te lo advierto, no quiero ser tío pronto.  

Sus ojos se abrieron de golpe, una mezcla de incredulidad y furia atravesó su rostro.  

—¿¡Qué!? —soltó, con la voz cargada de indignación.  

—Lo escuchaste perfectamente.  

Me encaró, dando un paso al frente.  

—¡No tienes derecho a decirme eso!  

Solté una breve risa sarcástica, meneando la cabeza. —Tengo todo el derecho. Porque cuando te metes con tipos como Logan, siempre termino siendo yo el que tiene que arreglar tus problemas.  

Ella apretó los labios, respirando hondo.  

—No todos son como tú crees, Henry.  

—Oh, claro, porque Logan es el modelo perfecto de responsabilidad, ¿verdad? —arqueé una ceja, desafiante—. Vamos, dime lo que quieras, pero no me tomes por idiota. Sé perfectamente cómo son las cosas.  

Ella pasó una mano por su rostro, exasperada.  

—¡No es lo que piensas!  

—Entonces dime qué es.  

Silencio.  

Ella abrió la boca, pero la cerró enseguida. Me miró con los ojos entrecerrados, intentando encontrar palabras que no tenía.  

—Tienes que confiar en mí —susurró.  

Negué despacio, soltando un suspiro cansado.  

—No es cuestión de confianza, Es cuestión de que no quiero verte arrepentida otra vez. 

Ella se quedó mirándome, sin responder. La tensión entre nosotros era palpable, un choque de emociones que ninguno de los dos sabía cómo manejar en ese momento.  

Finalmente, dio un paso atrás y soltó el aire con resignación.  

—Hago lo que quiero con mi vida, Henry.  

—Y yo como hermano mayor, debo cuidarte. No quiero enterarme de que Logan es como Paxton. 

 Me crucé de brazos, observándola con detenimiento.  

La furia en sus ojos se encendió de inmediato.  

—¡Logan no es como Paxton! —escupió las palabras, indignada— No metas a Logan en esto.  

No me inmute.  

—¿De verdad crees que eso importa ahora? —di un paso hacia ella— ¿Quieres que hablemos de lo que realmente está pasando en tu vida?  

Su respiración se detuvo por un segundo. Su mirada se clavó en la mía.  

—¿Cuánto tiempo pensabas ocultarlo?  

Ella parpadeó, pero no dijo nada.  

—No te hagas la desentendida —mi voz fue más baja esta vez, más seria—. He estado escuchando cosas por los pasillos.  

Angie abrió los ojos un poco más, su postura se tensó.  

—Semanas después de haber terminado con Paxton —seguí, sin darle oportunidad de escaparse—. Dicen que llevas un retraso y que te han visto con Logan, saliendo de la universidad. ¿Qué pasó? ¿A dónde fueron?. . 

El golpe de realidad la dejó inmóvil.  

Sus labios se separaron levemente, pero no salió ninguna palabra de ellos.  

Me quedé mirándola, esperando.  

—¿Por qué no me lo contaste? —pregunté al fin.  

Ella tragó saliva, pasó una mano temblorosa por su rostro.  

—Porque... —inhaló profundamente, su voz apenas un susurro— porque no quería que fuera algo real.  

Apreté la mandíbula, soltando un lento suspiro.  

—Si lo ignoras, no desaparece.  

Su risa fue breve, rota.  

—Lo sé. Pero ya desapareció. 

El silencio entre nosotros se volvió denso, tan pesado que parecía que el aire se había detenido.  

Pero entonces, ella me miró directamente y exhaló con fuerza.  

—Tranquilo —dijo finalmente—. No estoy embarazada. Ya no, me había ido a hacerme un…un aborto.—eso último lo dice en un susurro mientras baja la mirada. 

Mi cuerpo se tensó casi al instante.

¿Mí hermana se fue hacer un aborto? 

¿Pero…que?. 

—¿Un aborto?.—murmuré, pero sigo mirándola y está vez con preocupación.—¿Estás bien? 

—Si, Henry. Estoy bien. 

Pasó por eso sola y yo ni enterado, me acerco a ella un poco dudoso y la acerqué aún más a mí, ella me mira confundida, pero luego le doy un abrazo, uno de esos que duran diez segundos y luego vuelvo a verla. 

—Quiero que la próxima puedas decirme las cosas. Soy tu hermano y sos mí responsabilidad ¿ok?. 

Ella solo asiente con la cabeza. 

Nos quedamos ahí unos segundos más, sin necesidad de añadir nada. Luego, sin más, Angie se dió media vuelta hacia su habitación, y yo hice lo mismo.  

Sin más palabras. Sin más tensiones.  

Por esta noche, al menos.

Leah Barnes 

Me encuentro ahora en primer trabajo como camarera, un día de lluvia; estaba haciendo las cosas tranquilamente, pero Jareth me pidió ayuda con algo detrás de la barra. 

En ese instante, mí compañera se pone frente a la barra con los brazos cruzados y la ceja arqueada, mirándome mal. 

—¿En vez de jugar a ser bartender, no deberías estar tomando las órdenes de los comensales? —replica esa chica Megan, su voz afilada como un cuchillo.

Megan era una chica seria, cero amable, es de cabello castaño, tez blanca y su cabello era rizado. 

Jareth, suspirando cansado de que reciba ese trato, responde con firmeza—Megan...

—¿Qué? Es su deber como camarera. La contrataron para eso. No puedo hacerlo sola —insiste ella, sin titubear.

Largo un suspiro, agarrando mí libreta con determinación. —Tienes razón. Ahora voy... —murmuro, dirigiéndome hacia los clientes.

Logan Capell 

Leah, Angie y yo nos encontramos en la cafetería de la universidad al día siguiente. La confusión me abruma últimamente. Me siento menos seguro, menos elegante, y no sé por qué. ¿Será que estoy empezando a ser como Henry?

En medio de mis pensamientos, Angie me saca de mi ensimismamiento.

—¿Verdad, Logan? —dice Angie, mirándome con curiosidad.

—¿Eh? —la miro confundido.

—Estaba contándole a Leah sobre cómo Henry parece estar más cerca de Joe.

—Oh, sí. Anoche los vi juntos en el campus —respondo—. Parece que están ocultando algo, pero no creo que esté mal. Joe es un buen amigo, y si está ayudando a Henry a cambiar, lo está haciendo bien.

—Eso es bueno —dice Leah—. Joe me cae simpático.

En ese momento, la voz de Tyler interrumpe nuestra conversación, él viene aquí, solo para ver a Leah, no debería ni estar aqui.  Arrugo la nariz al verlo.

—¿No tienes amigos? —le pregunto con seriedad. Los tres me miran confundidos.

—Am... sí —responde Tyler, frunciendo el ceño.

—Entonces, ¿por qué no te unes a ellos? —le sugiero.

Tyler sonríe con sarcasmo y sigue hablando con Leah, como si no le importara lo que le dijera. Angie me mira en silencio.

—¿Qué te pasa, Logan? —susurra.

—No me agrada que Tyler la persiga como un perrito faldero —confieso—. Aunque supongo que ella sabe lo que hace.

—Tienes razón, ella sabe lo que hace asi que tranquilo —me dice Angie, dándome un beso en la mejilla.

—De los dos idiotas que conozco, prefiero mil veces a tu hermano que a este mentiroso.

—¿Crees que harían buena pareja? —preguntó sonriendo.

—A veces pienso que soy el único loco que los "shipea" como Heneah.

—Suena bien—responde Angie, devolviéndome la sonrisa.

Después de un desayuno y de que pasara un par de horas con mis florecitas me encuentro en el dormitorio de Angie y Leah, esperando a que Angie termine de cambiarse, mientras Leah se mira en el espejo, evaluando su ropa. 

Reviso mis redes sociales en Instagram, que uso mucho, hasta que me encuentro con una foto de mi modelo favorito. 

Andrew Brown, él es un modelo conocido mundialmente, lleva puesto en la foto un abrigo tipo gabardina con un conjunto a juego que le queda espectacular. 

Me pregunto si a mí me quedaría tan bien como a él. 

—Necesito tener el estilo de Andrew Brown —digo, ampliando la foto para ver los detalles de la ropa. 

—¿Quién es él? —pregunta Leah curiosa, sentándose en su cama y poniéndose las zapatillas. 

—Andrew es un modelo muy famoso. Es increíble cómo se viste, su ropa, su estilo es genial. Algún día quisiera modelar con él. 

—Ya cumplirás ese sueño, amigo —me dice con una sonrisa. 

—Sí, también quisiera ser su diseñador personal cuando me reciba. Me encantaría vestirlo a su estilo, me gusta mucho cómo se viste. 

—¿Y qué harías si lo conocieras? 

—¿Qué haría? Pues, seguro no me saldría ni una sola palabra —le sonrío y ella me devuelve la sonrisa. 

—¿De qué hablan? —pregunta Angie, saliendo del baño. 

—De un modelo famoso que se llama... ¿Andrés? —dice Leah, algo confundida. 

—Andrew —digo, rodando los ojos. 

—Ese mismo —se levanta y va al baño. 

—¿Y es guapo? 

—Pues sí, es bastante guapo, no lo negaré. Es mi modelo a seguir—le sonrio. 

—Ya llegarás lejos como él —me da un corto beso. 

—Eso espero... —susurro para mí mismo.

Leah Barnes 

Salgo del baño, lista para irme con los chicos. Sin embargo, al salir, me encuentro con una escena de besos y caricias entre mis amigos. Ruedo los ojos. Parece que estos dos, Angie y Logan, no son novios, pero se llaman “amigovios”. 

Tendré que esperar a que se les baje la temperatura y salir ya por la puerta si no quiero ver cosas que no quiero ver.  

Camino por el pasillo de la universidad y veo a lo lejos a mi primo Justin. Viene hacia mí como si estuviera desesperado por contarme algo. Al estar cada vez más cerca, lo miro confundida y frunzo el ceño.

—¿Qué pasó, Jus? —pregunto algo preocupada.

—Necesito que el guardián de la terraza venga esta noche a tocar la guitarra —dice agitado, evidentemente había estado corriendo hasta aquí.

—Y ese chico, ¿Eros?

—Se enfermó. Anoche, cuando salimos, estaba lloviendo y él, como odia abrigarse, está con una terrible fiebre. Por eso necesito saber si el guardián puede reemplazarlo.

—No sé si querrá hacerlo, Jus —digo dudosa.

—Tú puedes convencerlo, por favor. Él sabe tocar muy bien.

—Pero ya no tiene su guitarra.

—Puede usar la que dejó Eros, es la misma. Por favor, llévalo esta noche.

—Está bien —suspiro resignada.

—Gracias, eres la mejor —me da un beso en la frente y se va.

¿Realmente querrá hacerlo?

«¡Oye, Henry!» digo al verlo salir de su dormitorio y voltea a verme.. Esta vez lleva una remera negra, su gorra que lleva puesta hacia atrás de color negro y jeans oscuros. En sus manos sostiene un papelito con marihuana dentro.

Estaba concentrada mirando lo que él hacía. 

—¿Hola? —hace un chasquido frente a mis ojos y me mira impaciente a que le hable, mientras pasa la punta de su lengua por el papel y luego lo lleva a sus labios.

—Quería preguntarte si estás interesado en tocar la guitarra en la banda de mi primo, Justin. ¿Recuerdas que te lo presenté?

—Ajá —asiente con la cabeza y enciende su cigarrillo.—Y no, no me interesa.

—Por favor, solo será esta noche.

—No quiero estar en esa banda, no insistas.

—Pero, Henry, a ti te gusta tocar la guitarra. Es una gran oportunidad.

—Te he dicho que no insistas, Leah —dice ya fastidiado.

—¿Y si te digo que ya arreglé para que fueras? ¿Irías?

—Tú sí que nunca me dejarás en paz.

—Pues no, es mi deber molestarte —me encojo de hombros y le sonrío tímidamente.

—A veces quisiera apagarte, pero no encuentro el maldito botón.—me sonríe con los ojos. 

y ahi es cuando empiezo a verlo moverse lentamente. 

Henry exhala una nube de humo, y no puedo apartar la mirada. Incluso fumando, logra verse atractivo: sus ojos grises azulados tienen un toque de misterio, sus labios finos y suaves (o al menos eso imagino), y aunque lleva su gorra hacia atrás por primera vez se que su cabello está desordenado y tiene  esos mechones finos que caen sobre su frente.

De Repente no puedo sacar de mi mente nuestra conversación en la terraza. Sus palabras me dejaron helada y sin palabras. Breves recuerdos vuelven a mi mente.

—Leah —escucho desde lejos, pero no puedo moverme.—Leah... ¡Leah!.—él tocó mí hombro. 

—¿Qué? —logro responder.

Él sonríe de costado. 

 —¿El humo te afectó a ti?

—No puedo dejar de pensar en lo que dijiste el otro día en la terraza... ¿De verdad nunca has besado a una chica?

—¿Importa ahora? —Apaga su cigarrillo, ya que ve desde lejos a la señora Smith salir de su oficina. 

—No... Es solo que me pareció extraño.

—Tus preguntas son lo extraño.

—¿Nunca te ha dado curiosidad besar a una chica?

—Sí.—murmura. 

—¿Me lo contarás, cuando pase?. 

—No.

—¿Por qué? Somos amigos. 

—No somos amigos y no debería importarte. Fin. —Y se aleja llevando sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón mientras camina hacia el campus, como si nada hubiera pasado.

Si. Definitivamente es bipolar

Henry Jonh 

¿Por qué debería importarle a ella si ha besado o no a una chica? 

¿Acaso está mal no haberlo hecho?

Por un momento pensé que iba hablarme sobre que le dije que era imposible no gustar de ella, pero se ve que lo olvidó.

Y creo que es mejor asi.

Luego el otro tema, nunca he besado a una chica, nunca he sentido amor por una. No soy muy bueno conquistando, tal vez me haya faltado un poco de paternidad en mi vida, para los consejos con chicas. 

Pero no, solo me tocó un loco como padre. Ni siquiera debería llamarse padre. Creo que de él he aprendido a no ser un cobarde con las mujeres, a no ser un alcohólico, un patán y muchas cosas más.

Mientras esos pensamientos oscuros sobre ese hombre cruzan mi mente, voy en camino a encontrarme con Joe, sí, el nerd Joe Splinner. Nos estamos volviendo más cercanos, o eso creemos. No quiero que nadie me vea con él; se supone que yo era invisible en esta universidad.

Lo encuentro en las gradas armando un papelillo. Nos juntamos aquí para estar lejos de todos y que nadie nos moleste. Lo saludo con un movimiento de cabeza y saco mi propio cigarro para fumar. Uso el mismo que había apagado antes porque la señora Smith salía de su oficina y no quería que me viera. En fin, pongo el cigarro entre mis labios y trato de encenderlo. Exhalo el humo por dentro y luego lo suelto.

—¿No convidan? —esa voz que nunca toleré aparece de nuevo.

 Olviden lo que dije de que nadie iba a molestarnos.

Sigo fumando y no le doy importancia. Se acerca a Joe y choca los puños con él. Me mira con una sonrisa fingida.

—¿Quién diría que John tendría amigos? —dice, mientras fuma.

—No lo molestes, Tyler —habla Joe.

Yo solo lo miro mientras expulso el aire.

—¿Irán esta noche a la fiesta de Scott? —pregunta Tyler de la nada.

—Yo seguro que sí, Henry no creo... —dice Joe mientras me mira.

—¿No te gustan las fiestas, John?

Lo miro serio y mi mirada va hacia el suelo de tierra. Joe sonríe de lado mientras niega con la cabeza.

—No va a hablarte, no te gastes —apaga su cigarro.

—Nos vemos, Splinner —digo mientras camino lentamente y, antes de irme, choco el hombro de Tyler y le doy una mirada.

Sigo mi camino, ya no sé qué hacer. No puedo volver a tocar mi guitarra, extraño mucho hacerlo.

Ni siquiera sé si podré tocar esta noche... Mi pregunta es: ¿Voy o no voy? ¿Y si lo hago mal por ponerme nervioso?

Después de tanto caminar no sé cómo terminé frente a la puerta del dormitorio de Leah. Levanto mi mano lentamente para golpear la puerta y, justo en ese momento, ella la abre y se queda sorprendida al verme.

—Hagámoslo de una vez. Antes de que me arrepienta.

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