Las once de la noche, Yunho estaba preparándose para echarse a dormir y entonces su celular sonó, con flojera alargó su mano hacia su celular y lo volteó hacia el para ver quien era, Mingi, suspiró y rechazó la llamada.

Estaba cansado de que Mingi siempre lo llamara y él tuviera que responder porque, aunque Mingi lo había hecho sufrir, no podía evitar que el (poco) cariño que tenía por él lo hiciera preocuparse.

Cerró sus ojos, dispuesto a dormir y su celular sonó de nuevo. Era Mingi otra vez. Suspiró y respondió la llamada.

—Yunnie...— La voz de Mingi sonaba rota y triste, en el silencio de la noche pudo escuchar los hipidos al otro lado del teléfono. Mingi estaba llorando y a Yunho le dolía de alguna forma.

—Mingi, ¿qué pasó?— Preguntó sonando más preocupado de lo que hubiera querido.— ¿Puedes venir?— Preguntó el de ojos pequeños entre hipidos y sorbidas. Entonces Yunho suspiró y, por más que no quisiera, su empatía le jugó una mala pasada.—¿Donde estás?

Y allí estaba otra vez, en la cama de Mingi consolandolo con caricias en la cabeza mientras él lloraba y balbuceaba cosas como que lo sentía, que lo quería mucho y que haría lo que fuera para que lo perdone, que había sido un niño estupido y un sinfín de cosas más que Yunho no había terminado por entender.

Cuando Mingi dejó de decir cosas extrañas y de sollozar Yunho decidió que era momento de irse.

Entonces el menor secó las lágrimas que seguían en sus ojitos. —No te vayas.— Mingi lo miraba con sus pequeños ojitos esperando que se quedara. Yunho abrió la boca para hablar pero entonces Mingi se adelantó.—Ya es tarde, mañana te vas a tu casa. ¿Sí?

Yunho solamente pudo aceptar y esa noche durmió con Mingi, como cuando eran novios.

You just went too far
At your car, called me crying in the dark
Now you're breaking my heart
So, I show up at your place right away
Wipe the tears off of your face
While you beg me to stay