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13. Estocolmo

Guadalajara, 12 de abril del 2006.

El techo de su cuarto se veía más interesante.

Las palabras de su padre aún resuenan en su cabeza como bucle, no podía negar lo que decía su padre, la culpa aún persiste en él y le ha quitado el sueño. Entre abre los ojos y los cierra cada tanto porque su sueño está más ligero de lo normal, cualquier ruido lo levanta al instante y eso lo frustra.

Se fija en el calendario, apenas se percata están entre semana y se supone que debería estar en la CDMX atendiendo el puesto de tortas, no en Guadalajara, le cae como agua fría el hecho de que su familia decidió quedarse en Guadalajara con él, por el rompimiento con Dulce y la situación de estar atrapado en el pasado, al final se levanta en la madrugada.

4 a.m.

Al ver imposible el dormir, se viste con la ropa que le queda para salir de la casa; antes que nada escribe una nota rápida para pegarla en la puerta de su cuarto por si iban a verlo, misma nota que decía "Tal vez me encuentres en un lugar descansando". El viento corre fresco por su rostro, necesitaba estar un momento a solas para analizar con calma todo. Muchos podrían decir que era un loco por salir a esa hora en México solo, ya le da igual, a este punto el parece más ratero que con civil normal por la ropa que carga, la altura le da un extra a su presencia amenazante.

Camina por las desoladas calles de su querida ciudad natal, el escenario es melancólico para él, recuerda que a sus 23 años ya estaba caminando por estás mismas calles ebrio en compañía de alguien, a veces Saúl o a veces Guardado, muchas veces Guardado, pero eran detalles. Nunca se tomaba la molestia de ver el cielo ya que estaba mareado y más ocupado coordinando sus pies con su mente para evitar besar el suelo.

¡Porque la vida es un amor... yo solo vivo en el presente!

Recuerda haber gritado aquello un día que estaba demasiado borracho y Guardado con trabajo lo cargaba, iban de camino a la casa del mismo para que sus padres no lo vieran otra vez en ese estado, porque no era la primera vez que estaba así, Guardado lo iba regañando por haber aceptado las invitaciones de Saúl.

Él solo lo defendía, no importaba lo ebrio que estaba.

¡Ya cállate pinche Memo! No hay que despertar a nadie.

Le gritó Guardado esa ocasión al gritar aquella pendejada, al día siguiente lo recordó en medio de la resaca y su querido amigo Andrés le empezó a hacer burla de ser hippie en otra vida, tal vez lo haya sido por su estilo de vida tan liberal que llevaba.

¡No me preocupa lo que viene!

Fue su respuesta final ante el regaño, irónico ya que siempre le preocupó las consecuencias de sus decisiones.

Guardado, Javier, sus padres, su hermana, Dulce y Lionel siempre le habían dicho que Saúl era lo peor que podía haberle pasado en la vida, él lo consideraba lo mejor que pudo haber conocido–después de Lionel–, eran amigos de la infancia por vivir en la misma colonia. Una vida creciendo juntos, dónde el iba a ver sus entrenamientos de boxeo cada que podía y Saúl iba a los suyos, no importaba qué.

Pero eso cambio cuando Saúl le dijo que debía disfrutar más de su soltería y más cuando terminó con Dulce, que debía tener experiencias que contar, pero de nada servía porque recordaba muy pocas cosas, fragmentos de momentos confusos de esas borracheras.

5 a.m.

Se sienta en una de las tantas bancas que hay en un parque que está cerca. Pareciera que nunca cambiaría, muchas veces ha estado ahí borracho con Guardado y Javier ayudándolo a bajar el alcohol de su cuerpo dándole de tomar botellas de agua y chicle para masticar con tal de quitar el olor a alcohol de su boca para llevarlo a casa de sus padres, siendo algo contraproducente ya que provocaba que tuviera ganas de ir al baño. Saúl brillaba por su ausencia, siendo él quien lo invitaba millones de veces a esa clase de fiestas.

Sentado ahí, sumido en sus pensamientos, escucha el trote de alguien cerca, por lo que se coloca la capucha de la chamarra para cubrir sus rizos y evitar ser reconocido. Se retrae en su lugar al ver que se trataba de el Canelo, haciendo su trote de rutina de una hora, como parte de su calentamiento antes de darlo todo en el gimnasio. El cuerpo del pelirrojo aún es algo delgado pero se nota el músculo ahí, se siente nostálgico de verlo así porque ahora es un hombre robusto, casado y de familia.

Tanto pasa el tiempo.

Aunque esos pensamientos son detenidos de forma abrupta a ver cómo frena su trote para sacar el teléfono de su bolsillo, eso era raro, nada en el mundo lo hacía detener sus entrenamientos, ni porque fuese urgente, su mente se perdía en otro plano al de la realidad; eso también obligaba al mexicano a irse de casa a un lugar solitario por largas temporadas para centrarse en la próxima pelea. Eso demostraba su dedicación al boxeo.

¿Fernando? ¿Qué pasó?—pregunta aquella voz juvenil—¿Una fiesta? Ah ya, la de esta morra del antro que conocimos—habla divagante.

Guillermo no se considera alguien chismoso, pero se interesó por aquel gesto amigable y de aquella afirmación.

¿Que quiere qué?—pregunta furioso—¿Al pendejo de Memo ahí? No mames—dice soltando una carcajada sonora.

"¿Cómo que pendejo?" piensa dolido el mayor aún recluido en su asiento, mira como el joven parece asentir un par de veces hasta alcanzar ver vagamente una mueca en el rostro ajeno.

No jodas Fernando, el pendejo de Memo no va a pedas porque está concentrado en su disque entrenamiento, pero hace un par de días me dijo que andaba por aquí.—explica con desinterés—Ya sabes que es bien pinche mentiroso—afirma con seguridad.

Aquello lo saca de sus casillas. "La verdad es muy cruel" piensa al escuchar eso último.

Saúl lo considera un mentiroso, como si nada, frente a alguien que parece ser su amigo, intenta a hacer memoria sobre ese nombre, pero nada llega a él, solo flashbacks cortos sobre sus borracheras y noches de fiestas, le hace doler la cabeza.

Pero a veces hay que saber perder.

Las palabras de su padre le llegan claro como el agua, quemando en una herida que desconocía hasta ahora.

Hasta la fecha sigue sin recordar todo de las fiestas a las que fue, solo vagos recuerdos de ciertos momentos que con trabajo a reconstruyó como imágenes nítidas en su mente.

Pero siente conocer a ese tal Fernando de algún lado.

Bueno, hay nos vemos en la peda, adiós—concluye para luego colgar.

Guarda el pequeño teléfono para seguir trotando, hasta que su silueta se pierde entre aquellas calles, Guillermo se quita la capucha dejando ver sus bien definidos rizos, no tiene expresión alguna en su rostro. Solo está mudo.

Te lo advertí.

Las palabras duras de Guardado llegan a su mente como un recordatorio.

"La verdad, me silencio" piensa aún atónito por lo que escucho, justamente cuando tenía dudas.

Pasan los minutos y se levanta de la banca para retirarse del parque.

6 a.m.

10 a.m.

Ana Laura despierta, mira por la ventana y ve el cielo despejado junto con una luz vibrante entrando por esta misma, al instante suenan los cánticos de los pájaros de manera armoniosa. "Digno de Disney" piensa con una sonrisa burlesca, desvía su mirada a un lado suyo donde yace el rostro durmiente de su amiga que al momento reprime una carcajada al ver un poco de baba salir de su boca, con cuidado se levanta de la cama y en puntitas entra al baño que tiene su amiga en su cuarto para mojarse la cara y regresar nuevamente para cambiarse su pijama seguido de cepillar bien su cabello.

Se da una mirada rápida en el espejo, satisfecha de su imagen, hasta que nota por el reflejo del espejo como Adriana apenas se ha despertado, quitándose con el dorso de la mano la saliva seca de su boca, el cabello corto revuelto y aún sin abrir los ojos.

Buenos días—saluda burlesca.

Mofandose de la imagen graciosa e única de la chica.

...Buenos días...—vaga habla luchando por abrir los ojos.

No manches, ni has despertado bien—dice sorprendida mientras suelta unas sutiles risas.

Déjame, no soy alguien mañanera como tu—argumenta mientras va al baño.

Laura solo se ríe mientras niega con la cabeza, su amiga nunca cambiaría y eso le agradaba, esperaba que estuvieran juntas para toda la vida.

Entre risas bajaron al comedor de la gran cosa donde estaban los padres de su amiga, ya los conocía desde niña así que la confianza no faltaba en ese ambiente tan hogareño, después de un desayuno donde estuvieron hablando sobre la escuela, el deporte y su familia, era momento de ir a su casa.

O eso Laura había dicho.

Apenas caminó una cuantas calles lejos de la casa, agarró con fuerza su mochila para dirigirse a la biblioteca de la ciudad a toda prisa, ahí podía agarrar una computadora para investigar al respecto de los viajes en el tiempo o algo que le respondiera la duda de porque su hermano–muy–mayor viajó al pasado.

No decía nada, pero estaba preocupada por su hermano de este tiempo, no sabían donde estaban o cuando estaba, pero al parecer a sus padres se les olvidó ese detalle al estar ocupados atendiendo a su hermano del futuro y tratando de sacarle la sopa con respecto su vida personal que extrañamente ocultaba de forma recelosa.

Era raro.

Guillermo era de esos que le contaba todos a sus papás, de que desayunó hasta de lo que hizo el vecino, existía esa confianza plena entre ellos, pero este Guillermo era diferente, se guardaba muchas cosas, solo contaba lo que quería que supieran y pareciera querer hablar de otra cosa que no fuera de su vida privada. Respetaba que su hermano quisiera en el futuro guardar algunas cosas, aunque no era excusa para querer ocultar toda su existencia misma.

Algo había pasado que lo cambió a esa forma.

11 a.m.

Ya estaba en la biblioteca, sentada frente a una computadora donde en el navegador se podía leer "Viajes en el tiempo" en el buscador, donde le arrojaba bastante información, de hasta libros como notas de revistas tanto confiables como de dudosa procedencia. Debía saber exactamente lo que buscaba para limitar sus opciones que hasta el momento eran demasiadas.

Se reclina en la silla buscando pensar.

Su hermano había llegado a la casa llorando ese día, Dulce había terminado con él y eso fue doloroso de ver, más no sorprendente de que ocurriera porque sus padres y ella lo veían venir, la preferencia que le daba a Saúl no era normal, lo que implicó varios contratiempos en la relación, eran lindos juntos pero algo obvio es que no era el momento adecuado para ambos.

No para Memo.

Fue ahí que lo pensó, debía buscar las causas, no lo que era, con eso en mente comenzó su búsqueda tecleando rápido en la computadora, ahí se redujo considerablemente sus opciones, se enfocó en entrar en cada recomendación de páginas web que tuviese que ver con su problema actual. Sin darse cuenta, ya había visto casi todo sin resultado alguno, todos hablaban de máquinas del tiempo o de lugares específicos en el mundo con actividad rara de no sé que.

Apagó la computadora dispuesta a irse, hasta que en su trayecto se topa con la sección de viajes en el tiempo, no tenía nada que perder en esos momentos, con una corazonada se dirige a hojear los títulos de los viajes en el tiempo. Hasta que se topa con un título singular, todos eran en el ámbito científico y había comprobado que hablaban de la teoría como tal, pero ese libro en particular hablaba sobre una historia con ese elemento.

Era de romance.

No muy convencida comenzó a leer las primeras páginas, esas primeras páginas se convirtieron en la cuarta parte del libro y eso la llevó a sentarse en una de las bancas para comenzar a leer el libro, lo que era seguro es que se enganchó con el libro. Así se mantuvo varias horas de las que desconoce que transcurrió, pero llegar hasta la mitad del libro cuando una llamada a su teléfono la sacó de su ensoñación.

Con pena saca su teléfono del bolsillo para contestar rápido sin ver de quién se trataba, el tono de llamada había hecho un ruido considerable en la biblioteca.

¿Bueno?—susurra dudosa.

¡Ana Laura! ¿Dónde andas chamaca?—la voz de su madre llega a sus oídos.

Mamá, perdón por no avisarte, estoy en la biblioteca—responde entre susurros.

Perdón por no avisarte... condenada chamaca, ¿no ves la hora que es?—cuestiona su mamá.

No... ¿qué hora es?—pregunta confundida.

¡Son las 4 de la tarde! No la friegues mijita, tu papá andaba preocupado de que no llegabas—habla la señora Magaña con preocupación.

¡No digas!—exclama Laura asustada, callandose al instante por haber gritado—Ahorita llego en fa a la casa mamá—dice la chica cerrando el libro no sin antes anotar en que página de quedó.

Pero vuelaledice su mamá antes de colgar.

Laura guarda su teléfono y toma su mochila junto con el libro, está dispuesta a dejarlo en el estante, pero hay algo que le dice que en ese libro está la respuesta, por lo que va hacia la bibliotecaria para llevarse el libro.

Cómo su plan había sido ir a la biblioteca, trajo consigo su credencial de la biblioteca para poder llevarse los libros que necesitará para su investigación, al entregarle el libro lo guarda en su mochila para irse casi corriendo a su casa.

4:40 p.m.

Al llegar a su casa casi sudada, en la puerta está su madre y padre peleando con Saúl en la entrada, lo que la hace bufar enojada, se supone que el Canelo no iba a menos que le urgiera ver a Memo para sonsacar al pobre con algo, como dinero, publicidad o cosas así, bien ojete el pelirrojo pero que se le podía hacer.

Vine para ver a mi amigo, no a sus papás—reclama Saúl con enojo.

Ve viendo como me andas hablando escuincle—señala el señor Ochoa aún más enojado.

Saúl, hijo, mi Paco no está bien y por eso no lo puedes ver, ¡no ha salido de su cuarto!—explica la mujer tratando de retener a su esposo.

Pues dígale que no sea chillón, Dulce terminó con él ¿y qué? No es el fin del mundo, dramático que es namásrezonga Saúl a modo de berrinche.

Ana siente una ira en ella que camina hacia el pelirrojo haciendo ruido con sus pisadas, sus papás la voltean a ver al escuchar las ruidosas pisadas, el Canelo ni se molesta en voltear ya que está muy concentrado en hacer su berrinche de querer ver al arquero de las águilas.

¡Escúchame bien pendejo!—exclama Laura empujando al pelirrojo de la entrada—Ese al que le estás diciendo dramático, es un chingón en las águilas que todos aclaman por su nombre en los estadios, mientras que tú andas creyendote el muy vergas en el boxeo cuando casi nadie te topa—habla furiosa.

Todos se quedan callados, Álvarez está tan ofendido que ni una palabra sale de su boca, sus padres están sorprendidos de haber escuchado a su hija mentar madres.

Ya que no tiene nada mejor que hacer, vuelale a chingar tu madre a tu casa—finaliza para entrar por la reja y azotarla en su cara.

Saúl traga saliva con una cara enojada—¡Vo-voy a volver otra vez! ¡Y-y-y-y veré a Memo!—exclama tratando de verse amenazante mientras se va

Ajá, si wey—dice Ana entrando a su casa.

Sus papás la siguen por detrás aguantando la risa que quiere salir, esperan unos minutos más hasta los mayores empiezan a reírse, eso espanta a Laura que voltea a verlo asustada.

Nunca pensé escucharte mentar madres mijita, me cae que es la primera vez—dice el señor Ochoa entre risas.

Quién diría que esto supera a tus primeras palabras que dijiste—dice la señora Magaña divertida.

¡Mamá!—exclama Laura avergonzada.

Así es como Laura se había salvado de una regañiza por haber llegado tarde a su casa, todo por defender el honor de su hermano.

Hermano el cual está en su cuarto tratando de asimilar lo que escuchó y tratando de callar sus dudas con respecto a cierto boxeador.

Anotaciones:
✅ Antes para acceder a la información, uno iba a las computadoras de la biblioteca o al ciber.
✅ El Canelo Álvarez debutó en el boxeo el 19 de octubre del 2005 cuando tenía 15 años, aún siendo poco conocido en el ámbito.
✅ Se sabe que Memo fue alguien fiestero en su juventud, popular en las Águilas que hasta aclamaban que debutará pronto en el equipo.

Apenas actualizo pq estuve ocupada durante el día, por pendientes y eso.

Aparte de que estaba celebrando mi cumple, así es, hoy cumplo años.

Espero les guste el capítulo de hoy.

Newi

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