05. No Tengo Hambre, Tengo Ansiedad
Guadalajara, 10 de abril del 2006
Guillermo siente la cama un poco dura y las sábanas muy bochornosas, así que con pesadez se las quita de encima para continuar su sueño, aún quiere huir de la realidad en dónde está peleado con Lionel de momento.
Huir de sus problemas es su mejor opción.
En algún punto de la noche, había sentido su cuerpo liviano por unos minutos, una sensación de cosquilleo le había invadido pero por nada del mundo se levantó, como buen mexicano, solo lo haría si alguien le prendía la luz de su cuarto o le ponía la luz directamente en la cara.
Tiene el hábito de agarrar un sueño pesado.
Logró tomar una posición cómoda que le permite no sentir la rudeza de la cama y no tenga calor, fue una mala idea acostarse sin cambiarse la ropa por su pijama, ahora se arrepentía, pero anoche era más grande su pesar que otra cosa. Entre sueños llega a escuchar unos leves gritos de una mujer llamándolo, él decide ignorarlos para seguir durmiendo sin pena alguna.
—¡Guillermo!
Ahí estaba otra vez el grito, pero está vez sonaba más cerca. Cosa rara.
—¡Francisco Guillermo! ¡Despierta!—gritan nuevamente mientras tocan la puerta.
Eso último hace que el mencionado se levante de golpe, algo que lo marea un momento por lo repentino que fue su actuar.
Está a punto de contestar al llamado pero algo lo hace callarse y comienza a analizar la situación, en su departamento no había una mujer, solo Lionel y esa voz era muy igualita a la de su querida madre, voltea a ver a su alrededor para fijarse que no es el cuarto de su departamento, este tiene pósters de bandas como Reik y de equipos de fútbol como del América y de la Selección Mexicana.
Con miedo latente, se para descalzo de la cama para ir a fijarse por la ventana de su cuarto con extrema lentitud, ahí se mira que no está en Italia, estaba en su amada Guadalajara. En casa de sus padres, pero no la Guadalajara que recuerda actualmente, no la casa que recuerda en su última visita.
Es la que recuerda de hace años.
Su respiración se acelera, de repente logra escuchar como su mamá le grita a modo de regaño que salga y pide que abra la puerta, eso estalla los nervios de Memo, con temblores recorriendo su cuerpo entero comienza a ver a todas direcciones, debía de ser una broma muy pesada. Le gustaría convencerse de ello pero lo que veía en la ventana era innegable ante sus ojos.
Corre aún descalzo hacía el calendario que había encima de una cajonera y lo toma con brusquedad, tirando a su paso un par de cosas que estaban encima de ahí, obviando el ruidero que se escucha a través de las paredes.
—¡Guillermo! ¿¡Qué chingados haces chamaco!?—recrimina la mujer del otro lado de la puerta.
El mencionado la sigue ignorando, enfocado en su nueva tarea de saber que pasa. Revisa la fecha en el calendario, precisamente el año.
Está en el 2006.
En el puto 2006, a inicios de su estadía en la Selección Nacional Mexicana, días antes de asistir a su primer mundial. El leer el año le hace perder noción de todo, se supone que debe estar en su departamento en Italia, se levantaría y se disculparía con Lionel de cualquier modo posible, lo llevaría a comer y caminarían por las calles de Salerno. Era imposible que estuviera en Guadalajara en el 2006.
De un momento le llegó un escalofrío, sus manos estaban frías y sudorosas ya, le sensación de agobio y asfixia ya estaban siendo presentes, logra escuchar un ligero pitido aturdidor en sus oídos y el mundo parece darle vueltas. Trata de tomar fuertes bocanadas de aire, pone una mano en su pecho ya que siente los latidos de su corazón con fuerza y rapidez, casi como si fuese a salir de este.
Es completamente ajeno a los gritos de su mamá y el de su padre que se ha acercado, unos fuertes portazos le dan a saber que están intentando entrar a su cuarto, saca su cabeza de manera peligrosa por la ventana y ahí ve al Canelo a lo lejos caminar a la casa, caminando por la acera con calma envidiable.
Su estado aún empeora, ese Saúl luce muy niño, para ese entonces debe tener unos 15 años aún, si es que recuerda bien, empuja su cuerpo hacia atrás de manera brusca y busca con desespero respirar con todas sus fuerzas, pero no siente entrar nada a sus pulmones, haciendo más ruidosa su respiración. O intento de esta.
—¡Guillermo!—exclama su mamá.
La puerta la han abierto buscando la llave de repuesto que tenían guardada, se habían preocupado al no recibir respuesta de su único hijo varón y el escuchar como alguien chocaba con algo y tiraba cosas adentro, les hizo alarmarse que fueron a buscar la llave para abrir el cuarto.
Les preocupa su niño.
Pero al entrar se toparon con un hombre de rizos muy alto, pero que se contraía de forma dolorosa en si mismo y con la respiración agitada, al punto de ser ruidosa, eso los alteró más. Su Memo había llegado a su casa llorando, intentaron consolarlo pero este se encerró en su habitación, le dieron su espacio hasta apenas en la mañana.
¿Y ahora había un hombre en su cuarto?
Tampoco es que la luz les ayudará mucho para reconocer la silueta frente a ellos, Guillermo estaba en contra de la luz de la ventana, haciendo que solo se distingan sus rizos.
—¡Oye tú! ¿¡Quién chingados eres y que haces en el cuarto de mi hijo!?—grita el señor Ochoa alterado.
Guillermo tembló ante la fuerte voz de su padre, voltea a ver hacia atrás para encontrar los rostros nerviosos de sus padres, traga con dificultad saliva y su respiración se hace aún más nula.
—Yo... yo... yo... ah...—jadea nervioso.
No sabiendo exactamente qué decir en ese preciso momento.
—¡Te estoy hablando wey!—replica el señor alterado.
Guillermo se hace un paso atrás con temor, su cuerpo se contrae con cada bocanada de aire que da, luciendo doloroso de ver su intento por respirar.
—Guillermo, espérate ¿No ves que no respira bien?—se interpone la señora Magaña con preocupación.
Ambos señores voltean a ver al desconocido, siendo evidente la situación, fue ahí que sus nervios aumentaron, por lo que la mujer decide hacerse cargo de la situación.
—Oiga, no sé quién sea pero creo que debe salir de aquí e ir con el médico, su respiración no es normal—habla la señora intentando acercarse a este.
Mientras se acercan, Guillermo retrocede un paso, fue ahí que los señores empiezan a notar los rasgos del desconocido, los rizos bien definidos así como la musculatura, una nariz aguilada y perfilada, ojos pequeños y piel canela. Con terror se percatan del enorme parecido que tiene con su hijo.
—¿Me-Memo? ¿E-Eres tu?—pregunta nerviosa la señora.
Aquello hace a Guillermo abrir aún más los ojos con miedo, con muchísimo miedo.
—¡No!—jadea antes de salir corriendo de la habitación, empujando a sus padres en el proceso.
Importando poco si estaba descalzo, corrió lo que pudo fuera de la habitación, nervioso mira a su alrededor. Solo para llevarse la confirmación de que estaba en la casa de sus padres de antes, los cuadros de fotos viejas colgadas y floreros por los pasillos, podría haberse quedado para seguir mortificandose admirando el pasado del que tanto huye, pero los señores Ochoa salieron detrás de él.
Para que efectivamente vieran que se trataba de su hijo, pero luciendo mayor, muy mayor.
Ochoa sale disparado de ahí para salir de la casa, rumbo a la calle, quiere irse hacia la izquierda pero ahí venía Saúl, no quería un reencuentro incómodo con este. Con sus fuerzas sale corriendo a la derecha, la respiración le es un detenimiento ya que se siente desfallecer en cualquier momento, mientras corre alcanza a ver un callejón.
Valiendole muy poco su vida, se mete al callejón donde se deja caer con poca delicadeza al suelo, se raspa un poco las rodillas y los pies le duelen por haber corrido descalzo por la calle donde había tirado de todo, de basura hasta vidrio roto. Esperaba no haberse enterrado nada en el pie.
Con dolor busca respirar, tomando fuertes bocanadas de aire, contrae su cuerpo, la cabeza le duele y su vista se nubla por las lágrimas. Su mente desvaría y no formula pensamientos o ideas de forma correcta.
Hasta que a su mente llega la preciosa imagen de Lionel sonriéndole, aquello aclara su pobre mente atormentada, como puede se siente en el suelo, acostando su espalda en la pared del callejón. Ahí comienza a regular su respiración, inhala y exhala, justamente como le enseñó Lionel cuando le vió tener un ataque de ansiedad.
Justo como el de ahora.
Poco a poco su respiración ya era normal, su corazón ya no latía cómo loco y solo quedaban leves espasmos en su cuerpo por la adrenalina restante.
—Ay virgencita... está vez si sentía que me iba—murmura cansado.
Tenía unas fuertes ganas de fumar, pero hace mucho que no consumía tabaco, por lo que ya no cargaba con su característica cajetilla y encendedor en sus bolsillos.
—Voy a estar bien, si, voy a estar bien...—susurra mientras recarga su cabeza en la pared.
Tenía que aclarar su mente y ver qué haría ahora.
Anotaciones:
✅ Guillermo y Saúl nacieron en Guadalajara.
✅ Así como se mencionó, Memo fue convocado para el mundial de Alemania del 2006 como tercer suplente de arquero.
✅ Memo en ese entonces tenía aún 20 años y el Canelo 15 años.
✅El padre de Memo también se llama Guillermo.
Estoy teniendo demasiados problemas con Wattpad al colocar y quitar música, ya me enoja 😾
Para evitarme este problemas, el capítulo lleva el nombre de la canción, solo les diría el nombre de la banda o artista.
—Newi
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