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La vida

Una de esas noches calurosas, donde la temperatura oscilaba entre los treinta grados. Me levanté de mi cama totalmente sudada en busca de un vaso de agua. Recuerdo haber visto el reloj en la mesita de luz de mi madre y marcaba las 4:30 de la mañana.

De pronto escuché voces en el patio, no eran voces conocidas. Me acerqué sigilosamente a una de las ventanas que daban hacia el patio delantero y deslicé levemente la cortina, que en realidad era una sábana vieja.

Había dos policías afuera, estaban hablando con mi madre, uno de ellos era regordete y de baja estatura y el otro era alto, delgado y usaba un bigote.

Me acerqué un poco más para poder escuchar la conversación y pude oír que el alto le decía mi madre que quería saber todo acerca del hombre sueco.

No conseguía escuchar lo que decía mi mamá, solo veía que gesticulaba nerviosa. El rollizo sacó una foto de un hombre blanco y rubio, no pude distinguir su cara debido a la distancia, pero asumí que le estarían señalando una imagen del mismo individuo.

Al ver la fotografía mi madre se llevó las manos a la cabeza y comenzó a perder el juicio. Ella blasfemaba a viva voz. Había comenzado a llorar desesperada.

El oficial intentó minimizar las cosas y le dijo que se calmase. Que el sueco en realidad es un hombre paraguayo, un timador de poca monta y con muchos antecedentes penales. Claro que sentí que el mojigato era solo un busca sin remedio.

¿Pero por qué trataba tan bien a mi madre? En retrospectiva, el hombre trataba muy bien a mamá, él le compraba flores y hacia cosas pequeñas que la hacían feliz. Él dibujaba una sonrisa en su rostro con su falso acento.

.....

Mi madre estaba totalmente devastada después de saber la verdad, a cerca de su pretendiente. Supongo que el hombre es un estratega. Típico de manipulador, hacen que confíes en sus palabras y que su entorno crean en sus apariencias.

Mamá me contó que lo buscaban por delito de estafa. Como no entendí muy bien, le pedí que me explicara con detalle y me dijo que el delito de estafa consiste en engañar a otros con ánimo de lucro, induciendo a las personas a realizar un acto de disposición en perjuicio propio o ajeno.

La verdad que es algo difícil de comprender, un reo se había enamorado de mi madre sin razón alguna. ¿Que clase de defraudación quería aplicarle? ¿O tal vez mamá era parte de su modus operandi para conseguir cosas?

A lo mejor solo buscaba obtener la ciudadanía, para residir y establecerse legalmente en mi país. ¿Será que se quería casar? ¿Por qué le dijo a mamá y a Marga que era Sueco?

Tuvimos unos momentos reflexivos con que mi madre daba razón (al menos, su punto de vista) de lo que había ocurrido. Margarita también tenía algo que acotar, puesto que su carácter disparatado le impedía quedarse callada mientras mamá estaba dubitativa y apesadumbrada.

Todo era desafortunado y funesto, absurdo y pintoresco. No valía la pena amargarse por culpa de un fullero, con mucha labia.

Pero sucedió, pues, que mi madre vio desde lejos al paraguayo, estaba de pie en el pasillo de la villa, dándole al chisme con una vecina fisgona. Ella tenía el menester de ir a reclamarle y dejarle los huesos rotos.

Marga la había sujetado del brazo, patinando sobre la entrada, casi cayéndose desplomada, le decía que callase su boca y que tragase su orgullo. No me pareció mal traza, entonces fui a apoyar a la chirimía, que no paraba de gritar.

Finalmente, mi madre hizo caso, sabía que era mejor avisarle a la policía de que él rubio aún andaba por aquí y así enmendar el yerro pasado.

.....


Mamá había estado alterada, mucho más intranquila que su naturaleza. Se levantaba de la cama, se ponía el salto de cama, abría la ventana, miraba hacía fuera y se volvía a acostar, como si estuviese con sonambulismo.

En esa agitación, no dormía del todo. Se sentaba y se ponía en las muñecas unas gotas de perfume de Arabia, que le había regalado el paraguayo, sentía su fragancia y se volvía a dormir.

El comportamiento era inusual, pensaba que padecía una enfermedad y que existía la posibilidad de que muriese en su lecho. Pero también sabía que mi madre es una dama de alma corrompida y hay que rogar a Dios que nada malo le pase.

Ese era mi gran temor y estaba fatigada por toda la negligencia. Tenía que lavar los pisos con cloro, agitar las viejas alfombras, hacer la comida para todos y lavar la ropa en el fuentón del patio.

Debían ser las ocho de la noche y ya no había comida en la casa. Entonces intenté despertar a mi madre para que me diese dinero... pero no se movía. Levanté las mantas de su cama y regadas por toda la sábana, un montón de pastillas de colores y una petaca de wisky barato.

Mamá no reaccionaba, no quería despertar de ese sueño profundo, entonces le dije a Angel, mi hermano que vaya corriendo a la casa de Marga.

Él se puso sus chinelas y salió a toda prisa. Mientras tanto Adolfo intentaba reanimar a mamá. Yo me escondí para llorar abajo de mi cama, me encogí como un galgo con calambre. No sabía que diablos sucedía. La llamé a Palmira para que me haga compañía y no se asustase.

.....

Me había quedado dormida bajo la cama y cuando abrí los ojos vi a los paramédicos haciéndole resucitación a mamá. También estaba un oficial de policía, revolviendo las cobijas de la cama.

Hasta que oí, lo que no quería escuchar jamás. Mi madre estaba en coma. Los médicos tomaron su cartera y se la llevaron en una camilla. Los vecinos estaban asustados, veían como atravesaban con dificultad por los pasillos de la villa, hasta llegar a la calle, donde esperaba la ambulancia.

Marga, había dicho que entremos a la casa, que iría a preparar un guiso para que cenemos juntos.
Salió de casa entre mojaduras de una llovizna intermitente, resbalándose por el barro.

Aproveché que se había ido a buscar el arroz y la carne a su vivienda. Entonces rompí en llanto, no podía creer que mamá estaba en coma, me derrumbé y me senté en el suelo a llorar. No podía creerlo, creí que era un sueño horrible.

Luego recapacité al ver la cara de susto de mis hermanos menores, que me veían aterrados. Les dije que estaba convencida de que nuestra mamá iría a volver a casa con nosotros.

Fuí a calentar agua, para que mis hermanos tomaran un baño, les decía que se porten bien, que papá que nos mira desde el cielo va a querer que seamos fuertes.

Finalmente llegó Margarita y se puso a cocinar, mi estomago crujía del hambre y sentí que me iba a desmayar. Me senté al borde de mi cama. Marga me miró de reojo, me vió tambaleandome y me dijo que es posible que me desmayara, ya que había vivido un momento traumático y era un mecanismo de defensa del cerebro.

Respiré hondo para evitar caerme al suelo y sentí una mejora al instante.
Luego le pregunté a Marga que habían dicho los paramédicos y me dijo que mamá había estado abusando de los medicamentos ansiolíticos y estos actuaron como depresores, al mezclarlos con alcohol ralentizaron el sistema nervioso poniendo a mi madre en coma.

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