𝐃𝐚𝐲 𝟐 | 𝐒𝐖𝐄𝐄𝐓𝐄𝐒𝐓
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DÍA 2: CHOCOLATE / CELOS
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│ AU sin poderes │
— ¡Genial! ¡Llegaron los dulces! — Exclamó Margo. Guardó el archivo en el que trabajaba, cerró la laptop y se levantó de su silla. Presurosa, fue hacia la cocina e hizo caso omiso a su marido - quien recién había regresado del super - para ir directo por las bolsas que él dejó sobre la mesa. Luego de revisar su contenido, tomó una de ellas y se dirigió a la sala, donde se recostó en el sofá.
— Yo también llegué, por si te interesa — Dijo alzando la voz, en tono irónico, mientras la seguía.
La morena le restó importancia a sus palabras, e hizo un ademán con la mano invitándolo a sentarse a su lado.
— Gracias, amor. Ya me estaba muriendo de hambre — Sin demora, sacó una barra de chocolate de la bolsa, la desenvolvió y le dio una gran mordida.
— Más bien de antojo — Corrigió él y la miró con el ceño fruncido —. Por favor, dime que sí desayunaste bien y no solo comiste chatarra.
— Sip, terminé toda la comida que preparaste para mí ayer — Contestó Margo y se tragó otro bocado.
— ¿Tu ración diaria de fruta? ¿Y la de verduras? ¿Las tomaste? — Inquirió, un poco preocupado.
— Todo está en orden, Zalo — Lo tranquilizó ella, y acarició una de sus mejillas —. Vaya, más que un esposo, pareces enfermero — Bromeó.
Gonzalo suspiró y tomó la mano de Margo entre las suyas —. Lo sé. Solo... quiero que tú y el bebé estén bien.
— Lo estaremos — Afirmó y le dirigió una mirada cariñosa al hombre —. Contigo cuidando de nosotros, yo sé que así será. Confía, no te angusties demás — Se inclinó y depositó un pequeño beso en su nariz.
El moreno esbozó una leve sonrisa ante las palabras de su esposa y miró su vientre, cada vez más pronunciado. Con una mujer como ella en su vida, estaba convencido de que, juntos, podrían afrontar cualquier desafío y gozo que les deparara el futuro, incluyendo su nuevo papel de padres primerizos.
— Por cierto, ¿la próxima vez podrías comprar más de estas? — Pidió y desenvolvió otra barra de chocolate —. Son muy ricas.
— Mar, en primer lugar no debes comer tantos dulces. Y en segundo, creí que odiabas el chocolate.
— Oye, dile eso a tus bebés. A ellos les gusta, no a mí — Se encogió de hombros.
— Supongo que tienes ra-. Espera, ¿dijiste, bebés? — Cuestionó, sorprendido.
— Ah, olvidé decírtelo. Fui al hospital esta mañana para el ultrasonido, y resulta que en realidad tendremos gemelos. Seguro es por parte de tu familia — Murmuró esto último.
Zalo se quedó sin habla por un instante. Después de procesar la noticia, lo primero que hizo fue estrechar con fuerza, y delicadeza, a su mujer, con una enorme sonrisa en el rostro. Ahora lo sabía, el mañana sí tenía grandes cosas reservadas para ambos.
Aun si debía comprar una ración extra de chocolate para satisfacer a sus pequeños hijos.
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