𝐃𝐚𝐲 𝟏 | 𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓 𝐌𝐀𝐓𝐂𝐇
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DÍA 1: DÍA LLUVIOSO /
PRIMERA CITA
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│ AU sin poderes │
— ¿Qué hiciste qué? — La morena alzó sus visores y apartó la mirada de su videojuego para posarla sobre la figura de su mejor amiga quien la observaba, de pie, con una pícara sonrisa bien marcada en el rostro.
— Te organicé una cita para hoy, a las 4 en punto — Gwen repitió sus palabras, haciendo énfasis en el "hoy". Margo batió sus pestañas en señal de confusión y arrugó el entrecejo. Luego, sus facciones se suavizaron.
— Ah, ¿hablas de un enfrentamiento, verdad? Aunque sabes que nadie puede ganarle a esta gamer. Ni siquiera Ganke — Se señaló a sí misma con ambos pulgares y recargó nuevamente su espalda en la silla. Gwen negó con la cabeza.
— No, Maggy. Hablo de una cita real — Dijo, con total seriedad.
— ¿Quieres decir... tipo romántica?
— Así es. Ya es hora de que te alejes de las pantallas por un tiempo y conozcas a más personas. En resumen, que seas sociable.
— Pff, mira quién lo dice — Agregó de manera sarcástica —. Escucha Gwendy, ya tengo suficiente vida social contigo, Pav, Hob y Peni. No necesito a un chico empalagoso pisándome los talones ¿okay? Me falta tiempo y energía para eso.
— Por favor, aunque sea dale una oportunidad. ¿Qué es lo peor que podría pasar?
— Uhm, no sé. Que el tipo sea un secuestrador de la red oscura o algo así. Piénsalo, me estás poniendo en peligro y de manera innecesaria. Mejor me quedo en casa a jugar Roblox.
— Es con el hermano de Miles — Explicó la rubia y se llevó una mano a la sien —. ¿Crees que arreglaría la cita con un desconocido? ¡No seas tonta!
— Espera, ¿tu novio, Miles? ¿tiene un hermano? — Gwen asintió, Margo hizo una mueca —. Bueno, eso cambia las cosas. Si es igual de lindo que él... — Murmuró, pensativa.
— ¿Qué?
— ¡Nada!
— ¿Entonces sí lo harás?
La de coletas lo meditó por unos instantes. A continuación, tomó una gran bocanada de aire, lista para darle su respuesta —. No. De ninguna manera.
Gwen frunció el ceño y vio cómo su amiga ignoraba su enojo. Margo, despreocupadamente, sacó un pastelillo rosado de uno de los múltiples cajones de su escritorio y lo desenvolvió. Tomó su control, dispuesta a seguir con su juego.
— Está bien, tendré que decirle a Miles que la cita se cancela. Espero que estés contenta, Margo. Su hermano tenía muchas ganas de conocerte — Recalcó, aun sabiendo que esto último no era precisamente verdad. Lo único que quería era apelar a su lástima.
Y para hacerlo más dramático, se aproximó a la salida de la habitación. La rubia esbozó una sonrisa al escuchar detrás suyo un fuerte suspiro de frustración.
— No puedo hacerlo — Se limitó a decir.
— ¿Y por qué no? — Ella se giró para mirarla. Margo hizo lo mismo desde su enorme silla.
— Porque... No sé, siento que nunca he sido muy buena para convivir con los demás ¿sabes? — Confesó —. Estar tras una pantalla es una cosa, pero en el mundo real... todo es más complicado.
La mirada de Gwen se suavizó, mientras con pasos lentos se acercaba a donde estaba la morena.
— Te entiendo, créeme. Sabes que para mí tampoco fue fácil empezar a abrirme, después de lo de Peter... pero luego llegaron ustedes y cambiaron mi manera de ver el mundo, en especial Miles — Añadió —. A veces solo necesitas que las personas correctas lleguen a ti, aunque no lo harán si no les das la oportunidad. Como en esta ocasión.
Margo reflexionó lo dicho por Gwen. Tenía razón. Estaba tan acostumbrada a su pequeño entorno virtual que, en ocasiones, se olvidaba de vivir nuevas experiencias en el exterior. Una cita sonaba complicada, pero quizás hasta podría salir mejor de lo que esperaba.
— Está bien, Max. Acepto — Se rindió por fin, pero luego una duda llegó a su mente —. Pausa, ¿dijiste que iba a ser hoy? ¿¡Y por qué me lo dices justo ahora!?
— Porque sabía que si te decía ayer, te sacarías cualquier cosa de la manga para no ir. Te conozco — Replicó Gwen y se cruzó de brazos.
— Bien pensado — Murmuró, con desgano —. Pero mírame, ¡no puedo ir con pijama y pantuflas! Tampoco sé cómo debo arreglarme o qué debo hacer — Expresó, afligida.
— No te preocupes por eso. Ya llamé a los refuerzos... o eso creo.
En aquel momento se escuchó el suave golpeteo de alguien en la puerta. La rubia se dirigió a la entrada y abrió. Gayatri pasó primero, seguida de Pavitr, quien entró al cuarto con la velocidad de un rayo y se acercó a Margo, muy emocionado.
— ¡No puedo creerlo! Gwen ya me lo contó todo ¡Es tu primera cita, Margo! No sabía que este día llegaría tan pronto, apuesto a que será muy romántica — Habló, en palabras rápidas y confusas, mientras la morena lo observaba con extrañeza.
— Ve más despacio, Pav. En primer lugar ¿qué están haciendo ustedes dos aquí?
— ¿No es obvio? ¡Venimos para ayudarte! Yo te daré algunos de mis mejores consejos y mi linda Gayatri te ayudará con el atuendo, aunque primero debes darte un baño, depilarte y... ¡¿qué estás comiendo?! — Pavitr apuntó hacia el pastelito que ella traía en la mano, luego lo tomó y lo tiró a la basura, ante la mirada indignada de Margo —. Comer esa cosa te hará engordar, ¿cuántas veces tengo que decírtelo?
— ¡Oye! — Se quejó —. ¿Gwen, en serio lo llamaste a él como refuerzo?
— ¿Y tú piensas que traer a Pavitr era mi plan A? ¡No me quedó otra opción!
Margo refunfuñó. Mientras, el castaño seguía hablando sin parar.
— Tu cita es en una hora. Si no nos damos prisa, no llegarás a tiempo, y si no llegas a tiempo no conocerás al amor de tu vida, no se casarán y sus cinco hijos no existirán.
— ¿Qué? Escucha, me estás quitando las ganas que tenía de ir y además... — Un fuerte trueno que retumbó en el cielo interrumpió los reclamos de la chica. Las enormes y cargadas nubes grises eran visibles desde la ventana —... el clima se puso horrible. Ni modo, sería una mala idea salir en un día como hoy.
— Ah, no. Claro que no. ¡No vas a librarte de esta tan fácil! — Pavitr la arrastró con todo y silla hacia la entrada del cuarto.
— ¿Qué planeas hacer? — Le cuestionó, alterada.
— Prepararte para la mejor cita de tu vida — Respondió y la jaló del brazo para hacerla salir, pero ella se sujeto al marco de la puerta. En definitiva no volvería a llamarlo para una situación así.
Gwen, en lugar de auxiliar a su amiga, se sumó a Pavitr y Gayatri en la labor de preparar a la chica para su cita, bajo los métodos del muchacho de tez morena. Y por un segundo, se puso a pensar que, si Margo se había mostrado renuente, entonces sin duda el hermano de Miles habría armado una escena similar.
Y la verdad, no estaba del todo equivocada...
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— ¡Estás muerto!
Miles salió rápidamente de su habitación y de un brinco esquivó el sofá de la sala. Corrió hacia la cocina, donde se refugió tras la figura de su madre, quien estaba preparando una rica comida. Su gemelo lo alcanzó en cuestión de segundos e ignoró la mirada confusa y furibunda que Rio les dirigía.
— Creo, bro, que lo que deberías decir es "gracias" — Corrigió Miles, mientras intentaba ocultarse de él.
— Claro, ¡te agradezco por entrometerte en mi vida cada vez que tienes la oportunidad! — Exclamó el de trenzas con sarcasmo, sin desistir en su misión de atrapar a su hermano para darle una buena y merecida paliza. Rio, fastidiada, los tomó a los dos por el brazo dándole fin a su persecución.
— ¡Oigan, ya cálmense! ¿Ahora qué es lo que les pasa? Gonzalo, ¡¿Cuántas veces te he dicho que no le pegues a tu hermano, eh?! — Lo regañó y Miles le hizo una mueca burlona, en señal de victoria —. Explícame.
Él bufó — Miles me organizó una cita para hoy, con una desconocida. Quiere obligarme a ir y yo no pienso hacerlo — Se cruzó de brazos. El de cabello rizado soltó una risita al ver el berrinche de su hermano, pero se le borró la sonrisa del rostro al sentir que su madre jalaba una de sus orejas.
— ¿Qué hiciste qué? ¡Miles! ¿Cómo se te ocurre? Improvisar una cita ¡Ni siquiera sabes si es una chica de buenos valores!
— Así es. Puede ser una mala influencia — Concordó el mayor. Miles arrugó el entrecejo.
— Ay, ma'. Es una de mis amigas de la escuela.
— ¿Apoco tienes amigos? — Inquirió Gonzalo, con sorna.
Miles se lanzó para intentar golpearlo, pero Rio intervino antes de que comenzara otro pleito.
— ¡Estense en paz! Cielos, me van a volver loca — Ambos se calmaron, sin dejar las miradas abrasivas de lado. La mujer, tras unos segundos, prosiguió con más calma — Miles, no vuelvas a organizar "citas" o "salidas sorpresa" para tu hermano. ¡Y mucho menos si no está de acuerdo!
— Pero mamá, ¡él nunca sale de la casa y cuando lo hace siempre está solo!, ¿No crees que debería convivir con más personas?
— ¿Y a ti qué te importa? — Dijo su gemelo, a lo que su madre le dio un tirón de orejas también. Luego, se dirigió a Miles.
— Esas no son maneras, m'hijo. Ahora Gonzalo tendrá que ir a esa cita y lo que pase será tu responsabilidad.
— ¿Cómo que voy a ir? ¡Si fue él quien lo planeó todo, no yo! — Reclamó.
— Pues ya está hecho. Esa jovencita te está esperando y seguramente querrá conocerte. De ninguna manera la vas a dejar plantada ahora. Irás, te divertirás mucho y regresarás aquí a las 8:30 ¿entendido? Así que ve a arreglarte, rápido — Ordenó.
Gonzalo intentó protestar, pero los firmes y enfadados ojos de su madre callaron sus palabras. Resignado, fue hacia su cuarto, mientras Miles se quedaba con Rio en la cocina.
— No creas que vas a salirte con la tuya, muchachito. Estarás castigado... — Miles suspiró, ya se imaginaba lo que le esperaba — ... lo que resta de la semana.
El menor de los morales alzó la mirada, notablemente sorprendido. Por lo normal, sus padres solían darle 3 meses o más para sancionarlo.
— Escucha, Miles. Yo tambien estoy preocupada por tu hermano, pero debes dejar que él conozca gente por su cuenta. No puedes orillarlo a este tipo de situaciones. Es más retraído, y también reservado, las cosas con él funcionan... diferentes ¿entiendes? — Dijo ella, mientras le ponía una mano en el hombro.
— Lo sé, ma'. Solo pienso que necesita un pequeño empujón. Le haría mucho bien tener algunos amigos, a parte de mí, y quizá incluso una novia — Añadió, divertido. Rio compartió su sonrisa y depositó un pequeño beso en la frente de su hijo.
— Al menos tus intenciones son buenas — Afirmó la puertorriqueña —. Ahora, ve a ayudarlo. Seguro necesitará algunos consejos tuyos. Pero eso sí, si esa niña es de esas que no tiene decencia...
— Tranquila, confía en mí. Margo es una chica estupenda. Presiento que ambos se la pasarán muy bien.
Miles dejó a su madre y fue la habitación de su hermano, convencido de aquella cita sería todo un suceso.
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"Wow, esto es tan genial", susurró para sí misma la de ojos marrones, de manera irónica. Subió hasta el tope el cierre de su gruesa chamarra y metió sus manos en los bolsillos. La lluvia se avecinaba, el viento soplaba cada vez con más fuerza. Lo peor: ya pasaban de las 4, y su cita todavía no aparecía por ningún lado.
— Se supone que ya debería haber llegado. Si ese idiota decide dejarme aquí con este clima, juro que voy a matarlo... aunque no sepa bien quién es.
La tienda de cómics sería su punto de encuentro. La morena revisó incontables veces su teléfono, pendiente de la hora y de los mensajes en sus redes. Apenas y conocía al sujeto por lo poco que Gwen le había contado sobre él: su carácter tosco y taciturno, su gusto por el color violeta, sus aficiones de índole altruista, el gran parecido que tenía con Miles, etc. No le sonaba nada mal, a decir verdad. Es más, el chico parecía ser una persona interesante, exactamente su tipo.
"Pero de qué sirve eso si ni siquiera cumple sus compromisos" pensó, y recordó las palabras que Gwen le había dicho en su último mensaje de voz.
"Debe estar atascado en el tráfico o algo así, ten paciencia Maggy. Seguro lo verás pronto."
— Para ella es fácil decirlo. Apuesto a que se quedó en mi habitación y ahora mismo debe estar hurgando en mi computadora — Se quejó. Checó una vez más la hora, el tal Gonzalo ya llevaba 15 minutos de retraso. Observó la lluvia que empezaba a caer, a través de las ventanas del establecimiento.
¿El clima lo habría retenido en casa? ¿Acaso él no había aceptado la cita? ¿Intentaron obligarlo a ir, así como a ella? Pavitr aseguraba que el hermano de Miles estaba ansioso por conocerla, pero Margo poco o nada creía en lo que decía. Ese chico de cabello envidiable tenía la tendencia de romantizar situaciones así.
"Tal vez cambió de opinión" pensó, al ver que su retraso avanzaba de los 30 a los 45 minutos. Intentó hablar de nuevo con la rubia para preguntarle qué pasaba, pero su saldo se agotó y no había manera de contactarla. Después de un rato, la lluvia cesó; sin embargo, a las únicas personas que vio atravesar la puerta del local fueron a un par de niños junto con un anciano. Se propuso esperarlo solamente un cuarto de hora más, y una vez que el plazo se venció, tomó sus cosas y salió del lugar, un poco decepcionada por el hecho de el chico no se hubiese aparecido.
Caminó en línea recta hasta llegar a la autopista. El semáforo cambió al color verde, por lo que tendría que esperar para cruzar. Recorrió con la mirada el panorama, había poca gente en las calles, y se formaron grandes charcos al lado de las aceras. Mientras se ocupaba de sus reflexiones, una gota de agua cayó sobre su cabeza, lo que la tomó por sorpresa.
— Ay, no. — Miró hacia el cielo, que se preparaba para descargar nuevamente una lluvia torrencial. Estaba desprotegida y si llegaba a mojarse era más que seguro que después se resfriaría —. Esto me saco por ir a esta estúpida cita, y encima de eso el tipo me dejó plantada — Refunfuñó.
Giró la cabeza y vio, parado a un par de metros de ella, a un chico que sostenía un enorme paraguas. Aunque era un completo desconocido, Margo no veía otra opción que refugiarse bajo su sombrilla. Al fin y al cabo, solo sería por unos minutos hasta que pudiera cruzar la carretera.
Se posicionó a su lado, y él se volvió levemente para mirarla. Ella esbozó una sonrisa nerviosa — ¿Te molesta? Quiero evitar la lluvia, por ahora — Explicó.
— Como quieras — Margo se sorprendió de recibir respuesta, pero sintió aun más intriga al reconocer esa voz. El muchacho estaba cubierto con la gorra de su chamarra violeta, por lo que no podía verle la cara. Margo se inclinó un poco para observarlo mejor y sus labios se curvaron nuevamente al distinguir sus facciones.
— ¿Miles? ¡Vaya sorpresa! ¿Qué haces aquí?
El moreno arrugó el entrecejo — Creo que me confundes con otra persona.
La morena se cruzó de brazos —. Por favor, Miles. No estoy de humor...
En plena oración se percató de su error. Esa mirada apagada y semblante sombrío no eran los de su amigo, aunque prácticamente eran de rasgos idénticos. Otro segundo más le bastó para comprender.
— Espera. Tú eres Gonzalo, ¿verdad? El hermano de Miles Morales — Dijo, incapaz de contener su sorpresa ante la similitud que tenían los dos chicos. El mencionado asintió con la cabeza, todavía confundido.
— ¿Y cómo es que sabes e-? ¡Auch! — Casi soltó su sombrilla cuando, de improviso, recibió un puntapié por parte de la chica.
— ¿Acaso sabes cuánto tuve que esperarte? Y por lo que veo, ya hasta ibas a irte y a dejarme allí, ¡¿Cómo te atreves a hacerle eso a una chica?! ¡¿No te enseñaron a ser educado?! — Le reclamó, enfadada.
— Ah, ¿conque eres tú? Más bien fui yo el que tuvo que esperar por más de 1 hora y nunca apareciste — Protestó, de vuelta —. ¿Dónde estabas?
— En la tienda de cómics, Gwen dijo que llegarías allí. Ella fue la que organizó todo esto.
— ¿Gwen? Mi hermano Miles me dijo que te esperara frente a la tienda de videojuegos.
Ambos se quedaron callados y luego compartieron una sonrisa divertida, mientras negaban con la cabeza.
— Ese par de tontos... — Murmuró Margo, al tiempo que masajeaba su frente con los dedos.
— Ni siquiera lo planearon bien — Completo él. Cruzaron miradas por un instante, y luego alzaron la cabeza al notar que el semáforo, el cual ya estaba en rojo, cambiaba otra vez a la luz verde.
— ¡Genial! Ahora no podremos pasar — Musitó la morena. Tras notar que su acompañante se había quedado en silencio, siguió hablando —. Escucha, creo que ninguno de los dos tiene la culpa de lo que pasó. Así que... ¿te parece si comenzamos de nuevo? — Preguntó, y le extendió la mano —. Mi nombre es Margo. Margo Kess.
— Soy Gonzalo — Se presentó y estrechó cortésmente la mano de la joven. Una rara, pero agradable sensación lo invadió al momento de tocarla.
— Es un gusto conocerte al fin, Zalo — Respondió, en tono alegre —. ¿No te importa si te llamo así?
— ¿Zalo? Creo que... no suena tan mal. Eres muy ingeniosa — Concluyó, y esbozo una pequeña sonrisa.
Los coches iban a gran velocidad por la carretera. Uno de ellos, aun más rápido que el resto, pasó justo al lado de la acera donde estaban ellos, por la zona de los grandes charcos. El de trenzas previó lo que iba a suceder. Tomó a la chica por los hombros, la atrajo hacia sí y se dio la vuelta, de manera que el agua solo lo salpicó a él.
Margo reaccionó cuando ya todo había pasado. Zalo ya estaba completamente empapado y ahora la tenía rodeada con sus brazos. Se apartó un poco de ella, sin soltarla, para observar la expresión de su cara. Margo se olvidó de la tenue lluvia, que aún caía, perdida en el repentino ensueño en el que se hallaba sumergida.
"Es muy bonita" pensó él.
"Es mucho más guapo que su hermano" pensó ella.
Unos segundos después, Gonzalo pareció darse cuenta de la situación en la que estaban y se separó de la morena. Los dos, con un revoltijo de emociones en el interior.
— Gracias. No eres tan maleducado como yo creía — Dijo ella, con voz dulce y lenta. Muy consciente del creciente sonrojo en sus mejillas.
— No fue nada — Contestó. Al notar lo cortante que había sido su respuesta, prosiguió en tono de broma, también para disimular sus nervios —. ¿Eso significa que te disculparás por haberme pateado hace rato?
— Sí... bueno, perdón por eso. En verdad creí que lo habías hecho a propósito. Pero la verdad es que estaba muy equivocada. — Margo recogió la sombrilla, que fue a parar al suelo tras todo lo acontecido. Miró el objeto, pensativa —. Ahora que me doy cuenta, pudiste haber usado esto para protegernos a ambos. Ahora te has mojado por hacerte el galán — Bromeó.
El rostro de Zalo se tornó nuevamente de rojo, esta vez por la vergüenza. "Que tonto fui, no vuelvo a escuchar los consejos de Miles."
— Sí, bueno, no lo imaginé — Se rascó la nuca y tomó la sombrilla de las manos de Margo —. Supongo que tendré que ir a casa a cambiarme.
— Ah, entonces ya te vas... — Pronunció, en tono decepcionado. Esto no pasó desapercibido por el joven.
— Puedes acompañarme, si quieres. Aún no es muy tarde y podríamos salir a otro lugar cuando termine. Prometo no hacerte esperar otra vez, ¿te parece? — Propuso, tímidamente. Ella asintió con la cabeza.
— Suena perfecto — Declaró.
Margo extendió su brazo y Zalo lo tomó, para después atravesar la calle e ir en dirección al apartamento de los Morales.
Aunque las cosas no salieron totalmente bien, tampoco fue tan malo como ellos imaginaron en un principio. Algo en el interior de ambos les decía que esa podría ser, después de todo, una grandiosa primera cita.
Sé que publiqué esto tarde. En mi defensa, iba a escribir 300 palabras, cerré los ojos y cuando los abrí ya llevaba 3500 xd
Aun así, espero que les guste. Los invito a votar y comentar si así fue <3
Los quiero, ¡hasta la próxima!
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