»Tres por Uno en Problemas
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>Capítulo Nueve:
Tres por Uno en Problemas
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Faltaban unos veinte minutos para que el entrenamiento empezara, por lo que debía estar pronto ahí o el entrenador me haría correr cientos de vueltas a toda la cancha hasta que dejara de estar molesto... y el siempre está molesto.
Claire me había llamado unas cuatro veces ya, rogándome que estuviese lista en 10 minutos, pasaría por mi en su auto y nos iríamos de compras toda la tarde.
Y Alonso me había mandando un mensaje preguntando si iría a su casa, dijo que no sólo era por el proyecto, sino que debíamos hablar de lo sucedido en la cafetería.
En conclusión: Tengo tres eventos al mismo tiempo y sólo soy una persona.
Por suerte tengo la magia de Jos.
Ambos estábamos en mi habitación. Me había encargado de asegurarla con llave, no quería que nadie se enterara de esto.
—Muy bien sólo hazlo. Claire llegará pronto.—le dije a Jos.
—Alto ahí.—me dijo.—Esto no será como te lo imaginas.—comenzó.—Mi tipo de magia siempre trae consecuencias.
Rodé los ojos y suspiré agotada.
—Tú simple presencia trae consecuencias.—corregí de mala gana.—Estoy acostumbrada a eso.
—Sólo déjame decírtelo, no seas idiota.—me dijo exasperado.
—¡No me importan las consecuencias! Hazlo ahora.—exclamé irritada.
Jos negó con la cabeza mientras suspiraba rendido.
—Mundanos idiotas...—murmuró.
La habitación quedó en silencio, y yo me preparé. Jos cerró los ojos, concentrándose en algo y luego simplemente chasqueó los dedos.
Fue un chasquido tan fuerte que juro que resonó en la habitación.
Yo había cerrado los ojos al momento en el que él había movido su mano.
Y justo después, los volví a abrir.
Aún éramos él y yo solamente.
—Tú estúpida magia no funcion...
Una extraña fuerza me impidió hablar más. De pronto sentí que me estiraban hacia ambos lados de la habitación. Grité por el terrible dolor que estaba sintiendo. Algo se separaba lentamente de mi y cuando finalmente lo hizo, paré de gritar.
—Oh...—escuché susurrar a Jos.—¡FUNCIONÓ!
Alcé mi mirada y vi a una chica a mi costado izquierdo, y a otra a mi costado derecho. Misma altura, mismo cabello alborotado y mismos ojos grises.
Era yo. Dos como yo.
Y claro... esto era nuevo para mi así que... Grité como cabra loca porque era lo más raro que me había pasado en la vida, además de Jos, por supuesto.
Jos fue hasta mi para poner una mano en mi boca y callarme.
—Cierra la boca, Gray.—me dijo Jos con molestia.—Debería ser yo quien esté gritando, tengo a tres como tú en frente de mi.
—¿Qué se supone que signifique eso?—preguntó la Yo de mi izquierda. Cruzándose de brazos.—¿Tienes algún problema conmigo? ¡DÍMELO A LA CARA! ¿¡O ACASO TIENES MIEDO!?
—Wow, wow... Tranquila Gray número dos.—dijo Jos frunciendo el ceño.
Jos apartó su mano de mi boca y luego busco algo en su bolsillo.
Yo miré a las otras yo, con cierta curiosidad. Eran exactamente iguales a mi. Y eso me causaba escalofríos.
No puedo creer que esto esté funcionando. Se ve demasiado bueno para ser verdad.
—Sabes al principio estaba algo asustado porque es mi segunda vez haciendo esto, y bueno la primera vez... la primera vez no salió como esperaba.—Dijo Jos riendo.—Convertí a ese idiota en salamandra.
—Jos cierra la boca.—dije yo rodando los ojos.
—Yo creo que es divertido.—rió la de mi derecha.—¿Una salamandra?—preguntó divertida.
Volteé a verla, con una cara de incredulidad y confusión.
—¿De que mierdas hablas? Es Jos, Nada de lo que dice es divertido.—dije obvia mientras hacía una mueca.
—Dejen de pelear por mi, primores.—interrumpió Jos.—Les tengo aquí un brazalete para cada una.—comenzó enseñando un par de pulseras coloridas.—Es solo para asegurarme de quienes son.
Comenzó con la Yo de mi derecha. Colocándole un brazalete color violeta. Luego a mi uno azul y a la de mi izquierda uno rojo.
—Tú eres Alex.—le dijo a del brazalete rojo.—Tu Alexa.—me dijo a mi.— Y tú Lexa.—le dijo a la del brazalete violeta.
—¿Qué?...
—Escucha, apenas puedo contigo, necesito orden con las de tu especie.—se excusó
—¿¡TIENES ALGÚN PROBLEMA CON NOSOTRAS, MALDITO TIPEJO ESTUPIDO!?—gritó Alex.
—Alex, por Dios, deja de gritar.—habló Jos rodando los ojos y llevando una mano a su frente en señal de agotamiento.
—No Alex. Adelante. Grítale al tipejo estúpido. Es divertido.—dije acomodándome para verlos.
—¿¡Qué!?—exclamó Jos.
—¡CON ESAS PESTAÑAS PARECES MI PRIMA OFELIA!
Solté una carcajada.
—No deberíamos insultar a Jos. Él es tan lindo y guapo.—dijo Lexa, sonriéndole como boba.
La miré con una ceja alzada y una mueca de que no entendía nada.
—Tú enserio estás mal.—le dije.
—Okay, como sea.—interrumpió Jos.—Ahora necesito decirte las consecuencias.—me dijo.
Un claxon sonó afuera de mi casa.
Claire había llegado antes.
—Más tarde me las dirás. Ahora necesito que alguien se vaya con Claire, ahora.—dije algo alterada.
El claxon sonó fuertemente de nuevo. Claire era una maldita desesperada cuando se trataba de ir de compras.
—Tú serás la afortunada.—dije aleatoriamente, tomando a Alex de la mando y guiándola a la puerta con cierto apuro.
—¿Qué haces? Suéltame.—me dijo seria.
—Baja y que nadie te vea. Luego sube al auto con Claire.—intenté explicar brevemente con una sonrisa.
—¡No me gustan las compras!—exclamó molesta.
—¡Sólo ve con Claire, maldición!—exclamé de la misma manera mientras la empujaba fuera de la habitación.
La escuché gruñir con fuerza a travez de la puerta. Luego bajo las escaleras y enseguida Jos y yo fuimos hasta mi ventana para asegurarnos de que hiciera lo que le pedimos.
La vimos salir de mala gana y subir al auto de Claire con cara de odio. Pero la pelirroja ni siquiera lo notó, enseguida comenzó a hablar.
—Una menos.—dijo Jos.—Faltan dos.
Lo miré mal y él me guiñó un ojo.
—Supongo que mandarás a Lexa con Alonso y te quedarás conmigo en el entrenamiento, ¿cierto?—preguntó Jos con cierta curiosidad.
Fruncí el ceño confundida y luego sonreí burlona.
—Claramente no.—hablé obvia.—Mi verdadera yo debe estar presente con Alonso.—dije mordiendo mi labio al recordar sus bellísimos ojos.
Jos me miraba con cara de asco.
—Alonso estúpido cara de gusano.—murmuró Jos rodando los ojos y alcé una ceja amenazadora.
—Escucha. Tú te llevarás a Lexa al entrenamiento y te asegurarás de que todo salga bien.—le ordené.
Él bufó con molestia.
—Mandona.—reprochó.
—¡Estaré contigo Josecito!—chilló de pronto Lexa, saltando sobre Jos para darle un motín de besos por toda la cara.
Jos gritó por el susto e intentó alejarla de él.
—¡Lexa por Dios, nunca vuelvas a besar a Jos!—le dije tomándola del brazo para alejarla de el chico.—Podría contagiarnos algo.
Jos me miró mal, con los ojos entrecerrados y ninguna expresión en el rostro.
—Me iré ahora. El entrenamiento empezará pronto.—aviso Jos.—Lexa sígueme.
La mencionada obedeció con una gran sonrisa boba en el rostro. Y ambos salieron de la habitación.
Me quedé mirando unos segundos la puerta por donde habían salido, recordando la boba cara de Lexa. Y luego pensé... ¿Así me veo yo con Alonso? Dios que vergüenza.
Recibí un mensaje del pelirrojo que dominaba en mi mente y sonreí de oreja a oreja.
Sip... luzco exactamente igual.
Enseguida me apresuré a tomar mis cosas de la escuela y apliqué un poco de maquillaje.
Luego subí a mi bicicleta y pedaleé en dirección a la casa de Alonso.
A L E X ' S P O V
Claire realmente nunca para de hablar.
¿Qué tanto dice? Ni siquiera lo sé.
Dios sólo veo su boca abrir y cerrarse, creo que me voy a marear.
'Necesito comer...'
De pronto el auto se detiene y mis pensamientos se disipan.
—Hora de comprar los disfraces perfectos.—me dice con una sonrisa extrañamente grande.
Asentí sin saber porque rayos seguía aquí y no devorando una deliciosa hamburguesa de queso.
Ambas bajamos del auto y la seguí hasta el centro comercial.
Había muchas tiendas de ropa llenas de gente, y eso sólo me hacía querer golpear algo.
'Detesto a todo el mundo'
Un extraño calor de pronto abrumó mi cuerpo. ¡Dios parece que estamos a 50 grados aquí!
Miré el abrigo marrón que llevaba puesto y me lo quité con brusquedad, gruñendo mientras lo hacía. Mis pantalones me estaban matando de calor, al igual que mi blusa.
'Necesito quitarme todo esto, o moriré cocinada'
Desabroché mis pantalones con ágiles y estuve dispuesta a bajarlos si no hubiese sido porque Claire me vio y me detuvo enseguida.
—¿Qué rayos haces Lexa?—preguntó extrañada y temerosa por que alguien me viera. Su ceño se frunció ligeramente.
—Soy Alex.—la corregí y ella entrecerró los ojos con confusión.—¡Y me quiero quitar todo porque tengo calor!
Insistí de nuevo en sacarme los pantalones de una buena vez pero Claire volvió a detenerme.
—Alex estamos a 16 grados.—me dijo ella extrañada.
—Pues a la mierda, entonces.—dije irritada.
Me agaché para poder romper mis pantalones desde abajo.
La gente tenía sus ojos puestos en mi.
—¡Alex detente! ¿Qué mierda haces?—exclamó Claire.
Arranque la parte inferior de mis pantalones con mis propias manos, transformando mis jeans en shorts. Luego subí un poco mi playera, dejando mostrar mi abdomen, y até ésta en un nudo. Después simplemente tiré mi abrigo y el resto de mi pantalón al piso.
'¿Porque la gente me está grabando?'
Claire tomó mi abrigo y luego me tomó de la muñeca para guiarme detrás de ella atrás vez de la multitud que se había creado de pronto.
Cuando por fin salimos nos adentramos a la primera tienda que vimos cercana.
La pelirroja me soltó y me miró con una cara de que estaba loca.
—¿¡Qué acaba de pasar allá!?—exclamó ella moviendo sus brazos en señal de confusión total.
—Tenía calor.—dije sin rodeos.
—Ajá, y supongo que tenías que hacer todo eso justo en medio del centro comercial.—puso sus manos en su cintura.
Parecía una taza.
—Supongo que...—lo pensé un segundo.—¿Si?
Ella rodó los ojos.
—Todo el mundo te estaba viendo.
—Lo sé, son unos metiches, los odio.—gruñí molesta.
Claire me miró unos segundos, luego miró mi nuevo y mejorado atuendo y sonrió de lado.
—Aunque me gusta como te ves, amiga.—soltó emocionada.—Te queda bien ese estilo.
Miré mi ropa con desinterés y me encogí de hombros.
Claire me tomó de la muñeca y me arrastró hacia todo ese detestable mundo de ropa.
'AYUDAAA'
L E X A ' S P O V
Me tiré al suelo con un notable cansancio.
El entrenador nos había hecho correr y hacer calentamiento por no sé cuánto tiempo ya.
El Sol me estaba cocinando, y gracias a esto mi cuerpo estaba extrañamente caliente.
Sudaba sin parar como si hubiese salido del sauna en el infierno. Mientras que todos se miraban perfectos, únicamente con algunos rastros de sudor en la frente.
—Jos me voy a morir.—anuncie desde el suelo.—Estoy en la última etapa de deshidratación, lo sé, por Dios... ¡ME VOY A SECAR COMO PASA!
—Tranquila, sólo hicimos un breve calentamiento.—rió éste y me ayudó a ponerme de pie.
—Siento como si no hubiese parado de moverme por años.—dije con una mueca de dolor.
—Lo sé, es una de las consecuencias.—dijo tranquilamente.
—¿Qué me sienta peor que una espinilla recién reventada?
—No, en realidad.—comenzó negando con la cabeza.—El que Alexa se haya separado en tres hace que tu cuerpo agudice sus sentidos al 100 por ciento.—explicó.—Logrando que una simple caminata bajo la tenue luz del Sol, se convierta en un triatlón en el mismísimo infierno.
—Ouh...—murmuré con temor.
Intenté dar un paso pero mi rodilla se tambaleó y perdí el equilibrio, estando a punto de caer de cara al césped, pero Jos me tomó justo a tiempo.
Lo miré con una enorme sonrisa.
Sus bellísimos ojos mieles me miraron y pude sentir como cientos de mariposas revolotearon en mi vientre.
Y la manera en que su cabello se sacudía ante cualquier movimiento hacía que m corazón enloqueciera.
Es tan guapo, Dios mío.
—Jos eres tan hermoso que creo que quiero besarte.—susurré sin parar de verlo.
Él abrió sus ojos con sorpresa.
—¿Alexa diciendo que soy hermoso y no que soy engreído y repugnante?—se cuestionó así mismo y lo pensó varios segundos.—Me gusta esto.
Reí al escucharlo.
Jos es tan gracioso.
—¡Gray deja de ligar con Jos!—exclamó Freddy.—Podrán hacer los hijos que quieran después de ganar el juego.
Reí tímida y mis mejillas enrojecieron.
Jos me ayudó nuevamente a ponerme de pie.
—¿Crees poder jugar sin morir del cansancio?—preguntó él.
—Claro, todo por ti guapo.—reí y comencé a trotar en dirección a mi puesto.
—Esto si que es raro.—dijo él con ambas cejas alzadas.
El entrenador hizo sonar su silbato y el juego comenzó.
A L E X A ' S P O V
Lo voy a arruinar, lo voy a arruinar, lo voy a arruinar... ¡Lo voy a arruinar!
Traté de controlarme y pensar bien lo que haría una vez llamara a la puerta.
Ya había llegado a casa de Alonso, y estaba a metro y medio de su puerta pero mis nervios atacaron de nuevo.
Tomé aire y lo solté, y repetí la acción por otros minutos más.
¿Qué diría Claire en una situación como ésta?
Mordí mi labio pensando en una respuesta común en ella.
'Deja de ser una perra asustada'
Claro, me ha dicho eso desde que descubrió lo que "Perra" significaba.
—Alexa deja de ser una perra asustada.—me dije a mi misma con valentía.—Tocarás esa puerta y todo será genial.
Asentí energéticamente, estando de acuerdo con mis propias palabras.
Alcé mi mano en un puño para poder tocar la puerta pero esta se abrió de pronto. Dejándome con la mano en el aire.
Agaché mi mirada después de no encontrar nada, y luego vi un par de ojo azules mirándome.
—¿Quieres entrar ya o prefieres estar afuera de mi puerta por otros veinte minutos?—preguntó con un cierto tono divertido que trato de ocultar.
—¿Quién eres tú?—pregunté confundida.
Sin duda no era Alonso, pero tenía ciertos rasgos bastante parecidos a él. Uno de ellos eran sus ojos azules.
—Llámame Braulio.—contestó desinteresadamente.—Soy el padre de Alonso.
Fruncí el ceño.
'¿El padre de Alonso? ¡Pero si tiene como doce años!'
—Tengo una enfermedad que me hace ver más joven y y guapo.—dijo.
—Oh...
Lo miré de pies a cabeza, una y otra vez, asustada y preguntándome si era cierto.
—Soy su hermano menor, preciosa.—desmintió guiñándome su ojo.
Se hizo a un lado y me dejó pasar.
Fantástico, esto aún ni siquiera comenzaba y seguramente ya había hecho que el hermanito de Alonso creyera que estoy demente.
Cerró la puerta tras de mi y se encaminó hasta las escaleras para después tomar aire y gritar:
—¡Alonso, ya llegó la que te gusta!
Abrí mis ojos con sorpresa.
'Vaya dato interesante'
—¡Braulio!—lo reprimió la voz de Alonso.
Segundos después lo miré bajar apresuradamente las escaleras, enganchando su mirada en su pequeño hermano para después mirarlo molesto.
—Sube a tu cuarto y no...
Se percató de mi presencia y dejó de hablar, alzó su cabeza y sonrió nervioso.
—Ugh. Mejor me voy, aquí apesta a hormonas adolescentes.—habló Braulio con una mueca de asco para después subir las escaleras rápidamente.
Alonso bajó el último par de escalones y camino hasta mi con una sonrisa.
—Disculpa a mi hermano.—dijo.—Le gusta bromear con mis invitados.
—Ya lo he notado.—reí.
—¿Te ha dicho algo?—preguntó repentinamente con nervios.
Básicamente que podría ser el protagonista de aquella película, "El extraño caso de Benjamin Button".
—Lo siento.—se disculpó y rascó su nuca con timidez.—Es sólo que no quiero que te moleste. Además de que le gustar decir cosas sumamente ocurrentes.—rió.
—Es tierno.
—Si, eso creen todos.—dijo él volviendo a reír
—Entonces creo que él y mi hermanita se llevarían muy bien.—asentí riendo.—haciéndonos enojar con sus bromas molestas.
Él asintió totalmente de acuerdo.
Segundos después las risas se desvanecieron y un silencio comenzó a crecer poco a poco. Ambos nos miramos algo incómodos.
—Escucha... la verdadera razón por la que quería que vinieras... es porque... necesito hablar sobre lo ocurrido en la cafetería.—artículo con dificultad. Parecía nervioso.
—Lo sé...—murmuré haciendo una mueca y agachando la mirada.
—Debí hacer algo antes de que todo pasara...—comenzó con una notable sinceridad que brillaba en sus ojos azules.—Quiero decir, en verdad esperaba que mis amigos dejaran de comportarse como imbéciles por un segundo... y vieran lo especial y agradable que eres.—prosiguió sonriendo levemente.—Así que... entenderé si crees que soy un idiota por llevarte a una jauría de lobos buscando atacar, y no analizar los riesgos...
—Lo entiendo perfectamente, Alonso.—le dije con una sonrisa comprensiva.—Sabía en lo que me metía, y sé que no quería que nada de eso se saliera de control.
Él pareció alegrarse de un momento para otro.
—¿Alguna vez te he dicho que eres la mejor chica que he conocido?—preguntó y yo negué riendo levemente.—Pues lo eres, Alexa.
Su sonrisa resplandeciente derretía mi corazón.
De pronto sentía que estábamos más cerca y con el paso de los segundos eso aumentaba.
Mi piel era más caliente de lo normal.
Sentía que esta habitación estaba en llamas.
Mierda, ¿Acaso estoy caliente?
El calor aumentaba en mi cuerpo, pero ahora parecía ser notorio. Mi rostro comenzaba sudar, al igual que otras áreas que nunca creí ver sudadas.
'¿Qué me ocurre? ¿Estoy excitada? Porque se sentía terriblemente asqueroso e incómodo'
—¿Tienes calor?—preguntó Alonso algo preocupado.
—Uhm...—murmuré nerviosa.—Si, un poco.
'JUSTO AHORA TENÍA QUE SUDAR... ¡FANTÁSTICO!'
—No te preocupes, puedo encender el aire acondicionado para ti. Mientras puedes quitarte tu abrigo.—me dijo a la vez que trotaba en dirección a otra habitación.
No dude en seguir sus órdenes. Me quite el abrigo y los suéteres que llevaba debajo.
—¿Qué mierda es esto?—pregunté confundida por mi repentina producción de sudor.
'Soy detestable'
Dejé todo en el sofá de Alonso, luego recogí mi cabello en una coleta alta.
—Aquí está.—avisó Alonso, entrando con un control blanco en la mano. Presionó un botón y la máquina comenzó a sacar aire fresco por montones.
A L E X ' S P O V
Habíamos salido de la milésima tienda de ropa, y ésta vez por fin Claire había encontrado el último toque para su disfraz.
La pelirroja planeaba disfrazarse de un ángel oscuro.
Y había rechazado terriblemente mi sugerencia de que debía vestirse de zanahoria.
'Que aburrida'
Me llevaba a rastas detrás de ella, cuando de pronto se detuvo en seco y miró a un punto específico que no logré localizar.
—¿Qué te pasa? ¿Finalmente reaccionaste y podremos irnos de aquí y montarnos en un par de motocicletas?—pregunté emocionada.
—¿Qué? ¿Motocicletas? No, giuh.—habló frunciendo el ceño con asco.—Debo hablar un segundo con mi supuesto novio—dijo apuntando con la barbilla hacia un castaño que nos miraba atentamente.—¿Puedes esperar?
—¡Ay por favor! ¿Porque mejor no hablas con él afuera de este endemoniado lugar? En verdad que me quiero ir.—me quejé molesta pero ella ya se había encaminado a Grayson.
Bufé exasperada.
Comenzaron a hablar y debo decir que Claire no se miraba para nada feliz.
Sabía que tardarían hablando siglos, porque lo que una brillante idea vino a mi cabeza.
'A la mierda con esto, amigos'
Eché un vistazo a la pelirroja, y luego salí corriendo, fijándome de que no me notara.
Una sonrisa de gloria iluminó mi rostro.
—¡Soy libre!—exclamé a la vez que corría por todo el centro comercial. La gente me miraba como si estuviese loca.—¡¿QUÉ ME VES ESTÚPIDO CARA DE ANCHOA?!
Le lancé una mirada asesina a un tipo que me había mirado mal.
'Odio a la gente'
Comencé a bajar la velocidad a la que corría y me detuve por completo al ver una tienda de motocicletas.
Mis ojos se agrandaron y brillaron como nunca antes.
—¿Estoy en el cielo?—sonreí apunto de llorar de felicidad.
Me adentré al lugar y miré con asombro todas y cada una de las motocicletas y los accesorios para esta.
Hasta que una me dejó sin aliento.
Una bellísima motocicleta con franjas rojas.
—Es una Ducati.—habló un chico detrás mío.
Me giré para verlo.
Era castaño y sus ojos eran azules.
—Lo sé.—aclaré obvia.—Y la quiero.
—¿Puedes costearla?—sonrió de lado con una ceja alzada.
—No es de tu incumbencia, tipejo metiche.—le dije molesta y frunciendo el ceño.
—Me gustan agresivas.—murmuró mordiendo su labio.
—¿Qué pedo?...—hablé asqueada.—¿¡QUIERES VERME AGRESIVA!?
Abrió sus ojos algo sorprendido.
—Eres perfecta.—dijo mirándome con asombro.
Rodé los ojos.
—Escúchame rarito, me llevaré la moto.—le dije sin rodeos.—¿Dónde están las llaves?
—Te haré descuento si aceptas tener una cita conmigo.
—Ni tu abuela aceptaría tal castigo.—dije enseguida negándome rotundamente.
Me monté en la motocicleta, para luego arrancarle la hoja de máquina que tenía impreso el precio de ésta.
—Wow, tranquila. No puedes llevártela así.—dijo cuando me vió.
—Intenta impedírmelo.—lo reté desinteresadamente.—Ahora dame las llaves.
—Debes pagar y aceptar salir conmigo.
—¡QUE NO!—grité harta.—¡ERES FEO, DATE CUENTA!
Sonrió de lado.
Si éste tipo sigue haciendo esas sonrisas tenebrosas lo golpearé en la cara.
—Todo el mundo dice lo contrario.—sonrió coqueto.—Acepta, por favor.
Lo miré perdiendo mi paciencia.
Bajé de la moto, caminando tranquilamente hasta él, luego alcé la mirada y sonreí.
Segundos después le presente mi puño en la cara.
El chico cayó al suelo, tomando su nariz con dolor.
—Las llaves, niñito.—dije enojada.
—Allá.—apuntó con su mano hacia la caja registradora, y detrás de ella había un montón de llaves colgadas perfectamente con una etiqueta según el modelo.
Busqué la llave correcta y luego subí nuevamente a la motocicleta. Me puse un casco y encendí la moto.
—¡Hueles a pescado!—le grité mientras le enseñaba mi dedo medio y salía disparada de ahí.
Grité a los cuatro vientos con emoción. Mientras esquivaba gente... o más bien, mientras la gente me esquivaba como podía.
Incluso vi a un niño tirar su cono de helado al asustarse. No pude evitar reír al ver eso.
—Éste día es grandioso.—me dije a mi misma.
Salí del centro comercial e hice resonar el motor en todo el lugar. Solté un grito de diversión.
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