»Bienvenida al Mundo Magico, Gray
Character of the day:
▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂
»Capítulo Trece:
Bienvenida al Mundo Mágico, Gray
▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂▂
A L E X A ' S P O V
Después de aquel interesante desayuno, Jos y yo nos despedimos de Janeth y Nath, mintiendo sobre qué se nos hacía tarde para ir a clases—lo cual era cierto, sólo que esta vez no iríamos—. Rodeamos a escondidas mi casa hasta poder llegar al patio trasero y colarnos en la cochera de la casa.
Cerré la puerta con seguro y al darme vuelta para mirar el lugar me tope con una motocicleta estacionada justo en medio.
—¿Qué carajos?...—murmuré frunciendo el ceño.
Esa motocicleta podría ser la moto de mis sueños... ¡ES BELLÍSIMA!
—Tu otra tú, Alex, la clon problemática.—mencionó.—La encontré con ella, y insistió en traerla. Así que la puse aquí.
¿Alex? ¿Centro comercial? ¿Problemas? ¿Moto? Si ahora recuerdo todo. Como si lo hubiese vivido yo.
—Claro...—murmuré recordándolo.
Las ganas de subirme en ella y conducir por toda la ciudad eran inmensas. Pero las chicas no conducen motocicletas, amenos que sean de esas típicas Bad Girls.
Quizás por eso nadie sabe de mi obsesión con las motocicletas. Sería raro.
—Bien, hagamos esto, Gray.
El pelinegro colocó su libro en el suelo, Justo en medio de ambos, y lo abrió con aquella antigua llave.
Las páginas se cambiaban hasta llegar a la parte media del libro.
—Toma mi mano.—ordenó Jos, estirando ésta para que lo obedeciera.
—Eww, ¿porque haría eso?
—Toma mi mano, Gray.—insistió rodando los ojos. Lo miré no muy convencida, y el me miró exasperante.—¿Acaso tienes 5 años y te dan asco los niños?—preguntó sarcástico.—Toma mi mano, ni que fuera a contagiarte algo, ridícula.
Lo miré con los ojos entrecerrados al mismo tiempo que le sonreía falsamente. Tomé su mano con disgusto y luego el chico simplemente susurró unas cuantas palabras que no logré entender del todo.
De pronto una ligera vibración anormal comenzó a mover el suelo. Miré aterrada y asombrada como del libro comenzaba a brotar un remolino brillante y cegador. Todo a mi alrededor estaba flotando en el aire, e incluso yo comencé a hacerlo.
—¡¿Qué ocurre?!—exclamé un poco asustada.
El remolino creció notablemente, rodeándonos a ambos, y cegando mi vista con ese brillante color oro. Además de que el suelo parecía estar bailando de un lado a otro, como si estuviésemos en medio de el más grande terremoto de toda la historia.
—¡¿ME DROGASTE VERDAD?!—grité mirando todo lo que ocurría.
—Yo creí que ya lo estabas.—bromeó burlón.
Ambos comenzábamos a elevarnos aún más, y del libro, podía lograr verse como un pequeño círculo blanco y brillante crecía y se acercaba con el pasar de los segundos, como si fuese a devorarnos en algún punto. Con mi corazón agitado y golpeando mi pecho fuertemente, miré hacia todas partes, buscando una salida—no había ninguna—, entonces miré mi mano, la cual seguía tomada fuertemente de la de Jos. Y sin más opciones, me acerque hasta él, nadando en el aire, y rodeé su cuerpo con mis brazos y piernas, aferrándome como lo haría un Koala. El pelinegro pareció sorprenderse ante mi acto repentino, así que sólo me miró, sin responderme el "abrazo" pero tampoco sin apartarme lejos.
Escondí mi rostro en su pecho, totalmente asustada, y traté de olvidarme del hecho de que quizás estaba a punto de morir, y preferí concentrarme en el aroma particular de Jos.
Su camiseta olía a algún detergente de ropa mezclado con un extrañamente delicioso olor a malvavisco. Un olor fuera de lo común, si me preguntan. Pero era tranquilizante.
Era tranquilizante y reconfortante estar en sus brazos. Por alguna razón lo era.
Quizás esto sería lo más cerca de lo que estaríamos uno del otro, incluso más cerca que el incómodo incidente de la mañana.
De pronto todo el alboroto que antes se escuchaba, dejó de estar presente. Y ya no estaba flotando en el aire, sino que podía sentir el suelo bajo las suelas de mis tenis.
¿Acaso morí?
Después de varios segundos, me atreví a abrir un ojo, para poder inspeccionar mi alrededor.
Había una pared blanca, con una ventana abierta, dejando entrar el fresco aire que agitaba delicadamente las cortinas blancas translúcidas de ésta.
Justo a lado, había un mueble de madera, lleno de libros de todos tamaños y colores, y de viejos discos de vinilo con portadas de viejas bandas de rock.
Seguí indagando con mi mirada. También había un sofá gris oscuro en medio de lo que parecía ser una habitación. Y justo a lado, había un pequeño mueble de madera, con una extraña lámpara y una fotografía sobre el.
Sin duda no estaba muerta—creo—y tampoco estaba en peligro. Por lo que me separé de Jos al instante de notarlo.
Nos miramos algo incómodos, y nos sonreímos de la misma manera. Eso había sido extraño...
—Tal vez... tal vez deberíamos olvidar todo ese... momento.—sugerí con cierta incomodidad en mis palabras.
—Si... lo mismo pienso.—dijo él, rascando su nuca con tensión.
—Bien...
—Bien...
Nos miramos unos segundos más, totalmente avergonzados e incómodos. Y con muecas terribles que deberían ser sonrisas.
Incómodo.
—¿Y donde estamos?—pregunté, intentando romper el hilo de tensión que habíamos creado.
Miré la habitación de nuevo, notando que había una chimenea apagada detrás mío.
Caminé intrigada hasta aquella fotografía que había visto cuando abrí los ojos, y la tomé con cuidado.
La fotografía era vieja, aún en blanco y negro, pero se distinguía perfectamente a Jos en ella, con un par de chicos a su alrededor, los cuales no pude distinguir del todo.
—Sería mejor que te lo mostrara.—contestó.
El chico me tomó del antebrazo, quitándome rápidamente la fotografía de mis manos y dejándola en su lugar.
—Luego tendrás tiempo de fisgonear mis cosas.—habló sarcásticamente.
Fruncí el ceño al escucharlo, luego simplemente me arrastró por todo el lugar, hasta llegar a una puerta marrón oscuro, Jos la abrió ágilmente y luces coloridas iluminaron mi vista. Jos me guío afuera de el apartamento.
Y entonces pude verlo.
—Bienvenida al Mundo Mágico, Gray.
Mi boca cayó al suelo y mis ojos se abrieron por completo, incluso dejé de respirar por un segundo.
'Oh mi dios...'
Pequeñas hadas del tamaño de mi mano sobrevolaban por el cielo nocturno, había cientos de criaturas de todos tamaños y colores, criaturas de las que nunca había oído hablar antes, y de las que nunca había visto. Niños jugueteando y corriendo a la velocidad de la Luz, y hasta personas normales transformándose repentinamente en un animal.
Todo estaba ahí.
—pero que... ¡CARAJOS!—exclamé aún sin creerlo. Estaba atónita y mi cara lo demostraba.
—¿No es cool?—preguntó sonriente y mirando el lugar con orgullo.
Esto era demasiado. Quiero decir, estoy segura de que vi un par de enanos montados en un unicornio a lo lejos. ¿¡Quien mierda ve eso y no cree que esta drogado!?
—Voy a vomitar...—murmuré asustada. Jos frunció el ceño y me miró preocupado.
Coloque una mano en mi vientre y me tambalee hasta la pared más cercana, donde recargue mi mano sobrante, y luego me agache hasta la altura de mi cintura.
—¡Wow! ¡Wow! ¡Wow!—comenzó Jos, trotando hasta mi para ayudar a incorporarme de nuevo.—No vas a vomitar en mis benditas plantas, Gray, ¿Qué acaso no tienes educación?—se quejó mirándome como si fuese un bicho raro.
—Esto esta muy jodido para poder ser procesado, Jos.—murmuré intentando apartarlo de mi vista.
—¿hablas de los pancakes de Janeth?—cuestionó.—Porque a mi también me causaron gases.—hizo una cara de dolor.
Lo miré con una mueca mientras arrugaba la nariz. Tiene que ser una broma.
—¡habló de esto! ¡De tu mundo!—exclamé exasperada.—¡Nada de esto puede ser real!
Ahora me miraba un poco más serio. Pensando en algo, pero mostrando que me comprendía.
Me obligo a sentarme en las escaleras de la puerta principal de su apartamento. Él se sentó junto a mi, y estuvimos en silencio por varios segundos.
—Sé que cuesta creerlo.—comenzó.—Una vez también fui nuevo en esto de la magia.—recordó frunciendo sus labios.—Aprendí que no hay nada de malo en conocer cosas nuevas, a pesar de lo diferente que parezcan.
Lo miré, ambos nos sonreíamos con comprensión.
Duramos así un tiempo extrañamente prolongado. De pronto sentí que todo estaba bien y que sólo éramos el y yo sentados en unas escaleras.
¿Porque sigo mirándolo? Comienza a ser raro.
Jos también lo notó. Y enseguida se aclaró la garganta.
—Además el Mundo Mágico no es tan malo como piensas.—inquirió rompiendo el silencio que habíamos creado entre ambos.
Yo aparte mi mirada con incomodidad, mirando cualquier otra cosa menos a él.
—Ven, sígueme.—ordenó sonriente una vez que se puso de pie velozmente.
Sonreí de lado y lo seguí por las calles de aquel nuevo mundo.
Había todo tipo de criaturas y cosas que nunca antes había visto. Comenzaba a gustarme.
Nos rodeaban varios puestos de comida y de venta de artefactos que parecían haber sido sacados de aquellas películas de la antigua Grecia.
—Jarrones sin fondo, cajas atrapa duendes, medicina ante mordedura de Hombre Leon y botellas con maleficios.—enlistó Jos cuando caminamos junto a un puesto de cosas raras. Jos parecía conocer todo eso a la perfección.—Oh y esas son gafas para mirar el alma de las personas.—mencionó emocionado, caminando hasta éstas, para después colocárselas y mirarme con asombro.
—¿Qué ocurre? ¿Pasa algo malo?—pregunté preocupada al ver su reacción.
—¡Por el Dios de las Cabras!—exclamó asustado.—¡Que atrocidad!—volvió a decir, esta vez más fuerte.
—¿¡Qué!?—exclamé asustada.
El chico estiró su brazo para tomar con cuidado algo de mi cabello.
—Tenias una ramita atorada en el cabello.—explicó mirando a la ramita con desprecio para después arrojarla con desinterés.
Lo miré ceñuda, y con un signo de interrogación gigantesco en mi rostro.
—¡Creí que habías visto algo mal en mi alma!—exclamé molesta. Para después cruzarme de brazos y mirarlo con una ceja alzada.
—¿Tu alma?—preguntó.—Pfff.—dijo burlándose.—Estas son simples gafas de sol, Gray. No seas boba.—dijo quitándoselas y regresándolas a su lugar.
Siguió su camino con normalidad, como si nada hubiese pasado, mientras miraba los puestos con interés.
Jos va a sacarme canas verdes.
Intenté seguirlo a paso veloz, mirando a la vez las cosas locas que se podían adquirir en aquellos puestos clandestinos.
Mi mirada recorrió velozmente uno de esos puestos, y un singular atrapa sueños de color violeta llamo mi atención.
Lo tomé y lo examiné con curiosidad. Se miraba bastante normal, sólo que estaba un tanto empolvado y viejo.
Estaba tejido con una tela translucida y brillante, como una telaraña con gotas de agua atascadas en ella. Y en el centro estaba atada una especie de moneda de plata algo desgastada, pero tenía grabada una estrella de seis picos, y frases que no lograba entender.
Y de él colgaban lo que parecían ser pluma negras de cuervo, se miraban bastante reales, y eran grandes y alargadas. (Imagen descriptiva en Multimedia)
'Es bellísimo'
Sonreí admirando el objeto entre mis manos.
—Si que lo es.
Alcé la mirada al instante, asustada y dando un brinco hacia atrás.
Un par de ojos cafes me espiaban.
Era un chico. O bueno, eso aparentaba. Porque nada que estuviese en el mundo mágico podía ser un humano normal y corriente.
Su piel era bastante blanca y algo brillante. Sus labios eran grandes, carnosos y rojos, y ni hablar de su altura, me sacaba unos cuantos centímetros, y eso que yo soy una chica alta.
Y usaba una especie de saco negro largo con capucha.
Pero a pesar de su apariencia normal, el tipo emitía una vibra de misterio y cierto terror que me tenía con los pelos de punta.
Además de que claro... ¡ACABABA DE LEER MI MENTE!
'¿Me escuchas?'
Pregunté mentalmente para probar si podía saber lo que pensaba o sólo fue coincidencia.
[ fuerte y claro ]
Mis ojos se abrieron exageradamente, y enseguida cubrí mi propia boca para evitar soltar uno de mis fuertes gritos.
Él no sólo podía leer mi mente, sino que también podía responderme MENTALMENTE.
Creí que sólo Jos era capa de hacer tal cosa. ¿Entonces eso significa que este chico es un genio mágico?
¡Demasiada confusión va a matarme!
Necesito comer.
Finalmente el chico rió divertido, mostrando una hilera de dientes perfectos, y calmándome con el sonido de su voz.
—Tranquila, no te haré daño.—comenzó dulcemente.—Soy Bryan, por cierto.
Quite mi mano de mi boca y analice al chico de pies a cabeza como unas mil veces, solo para estar seguro de que todo estaba bien.
Y finalmente sonreí y volví a relajarme.
—Yo soy Alexandra, pero puedes llamarme o Alexa o Alex o Lexa.—sonreí divertida.
El rió alzando ambas cejas.
—Me gusta Lexa.—confesó parando sus risas lentamente.
—Y a mi me gusta éste pequeñín.—Alcé el atrapa sueños.—¿Crees que sea una buena compra?
—Hmm...—se pasó los dedos por el mentón, mientras analizaba con los ojos entrecerrados y una ceja alzada el atrapa sueños.—El violeta es un tono beneficioso, absorbe la negatividad neutralizando las ondas maléficas. Las plumas negras son de Cuervo de Kami, son aves guerreras protectoras del tamaño de un humano y tienen tres patas.—mencionó asombrado de lo que el mismo había dicho.—Y el sello que tiene puesto en medio, ese es el sello de Salomón, usado como protección o como un contenedor sobrenatural.—prosiguió.—En conclusión, ese es un atrapa sueños de protección muy poderoso, si alguna vez te encuentras frente a frente con un Feroz tigre, con esa cosa podrías atraparlo para siempre y te salvarías de morir terriblemente.
Wow, Bryan sabía bastante, podría decirse que es una enciclopedia viviente.
—¡Asombroso!—exclamé.
—El único problema es que nunca nadie ha descubierto cómo usarlos. Los sellos de Salomón son imposibles de abrir, o eso dicen.—aclaró.—Es por eso que sólo se usan como lindas decoraciones.
Y he ahí morir mis fantasías de encerrar a Jos para siempre en un atrapa sueños.
—Ow... entonces... supongo que se verá lindo en mi habitación.—dije encogiéndome de hombros.
Bryan rió.
—¿Cuánto por el atrapa sueños?—preguntó Bryan a el hombre de orejas puntiagudas.
—2 drachmeos.—respondió desinteresadamente.
¿Drachmeos? Dios, si que estoy muy lejos de casa.
Bryan sacó dos monedas de su bolsillo y se las dio al hombre.
—Gracias Bryan, pero yo también tengo dinero.—dije intentando sonar sutil, lo cual creo que no funciono.
—Tienes dinero mundano, no dinero del reino mágico.—aclaró.—Además... me caes bien.
Sonreí de lado.
—Y bien, ahora que ya somos mejores amigos por siempre, ¿me dirás que eres?—pregunté divertida.
—¿Qué soy?—frunció el ceño.
—Si, ya sabes.—comencé.—Vampiro, Hombre Lobo, Momia, Frankenstein.—enlisté.
—Oh...—rió nervioso.—Soy... soy un brujo psíquico.
Fruncí el ceño a la vez que sonreía incrédula.
—¿En serio? Creí que eras una especie de genio mágico.
—¿Tan arrogante me miro?—preguntó divertido y reí.
Entendí esa referencia, hermano.
—Bastante.—respondí bromeando también.
Ambos reímos mientras seguíamos caminando juntos.
Y no pude evitar pensar en lo lindo que era.
—¿Y eres nueva aquí cierto?—alzó la mirada y preguntó interesado.
—Eso creo. En realidad acabo de llegar.
—¿Y qué es lo que eres?—preguntó.—Porque usualmente soy bueno adivinando especies, pero es complicado contigo. Tienes un odor bastante mundano.
Nos habíamos detenido, y Bryan comenzaba a acercarse más a mi.
Por alguna razón me puse nerviosa.
—¿Qué piensas que soy?—pregunté, evadiendo la primera pregunta.
Según Jos soy una especie de Kadima, pero según lo que pienso, soy cien por ciento humana.
—Una Sirena, una Ninfa o un Ángel.—enumeró.—Las tres especies son hermosas como las flores.—sonrió.—Pero nacen siendo lo que son, y tú, sino me equivoco, fuiste mundana antes de convertirte.—dijo.—Así que sólo me queda pensar que quizás eres... Una Genio Mágico.
Definitivamente es el peor insulto que me han dicho.
—¿En serio?—reí.—¿Tan arrogante me miro?
Rió conmigo.
—Bien, dime que eres, sin rodeos.—pidió.
Lo miré unos segundos, buscando una respuesta para eso.
Y cuando abrí la boca para responder, alguien gritó mi nombre.
—¡Alexa, aléjate de esa cosa!
Miré de donde provenía el grito, y vi a Jos bastante molesto y serio.
Retrocedí inconscientemente.
—Canela...
—Mouque.
Se miraron como dos lobos rabiosos deseando atacarse en cualquier segundo.
—¿Qué haces aquí, Mouque? El vertedero está del otro lado.
—No es algo que te importe.
—Tienes razón no me importa, lo que si me importa es, ¿Qué carajos haces hablando con mi chica?
—¿Tu chica?—pregunté al instante casi burlándome, y lo miré sin creerlo.
—Sólo hablábamos Canela.—gruñó Bryan.
—No quiero que ni siquiera pienses en acercártele de nuevo.—dijo a la vez que se acercaba más al chico para poder empujarlo.
—Jos, ¿Qué mierda te pasa?—cuestioné molesta.—Déjalo en Paz.
—No, Alex.—dijo sin quitarle de encima la mirada a Bryan.—él no es lo que piensas.
—¡Es un brujo psíquico! Claramente se lo que es.—exclamé molesta.
Bryan me miró y pude ver tristeza en su mirada.
Jos rió al escucharme.
—Oh, ¿eso te dijo?—preguntó burlón.
—Si, ¿Qué hay de malo en eso?—fruncí el ceño.
Bryan bajo la mirada.
—Él es un Valtorken.—lo acusó con cierta repugnancia y volvió a empujarlo.
Todos los que pasaban cerca, enseguida miraron a Bryan con terror, con odio y con repulsion.
—¿Qué es un Valtorken?—pregunté con temor a saber la respuesta.
—Los Valtorken son la cruza prohibida entre un Ángel y Demonio, las razas más poderosas del Mundo Mágico.
De pronto Jos sacó una pequeña navaja y cortó la mejilla de Bryan. Éste último se quejó del dolor y gruñó con fuerza.
Sangre negra comenzó a brotarle de la herida.
—Su sangre es negra porque es impura.—explicó.—Y son verdaderos monstruos. Tan salvajes y despreciables. Los Valtorken son asesinos sedientos de sangre.
—No es cierto.—gruñó Bryan de nuevo esta vez más furioso.—No soy lo que la gente dice, soy igual de monstruoso como cualquier otro.
Noté como sus ojos se volvían completamente negros, y las venas de su cuello comenzaban a saltarse.
—¿Quieres saber cuál es el platillo favorito de los Valtorken?—preguntó Jos y aguardo unos segundos, mirando a Bryan con desprecio.—Corazón de bebé.—respondió.
Bryan intentó lanzarse sobre Jos y eso me hizo sobresaltarme a mi y todos los que mirábamos aquella escena.
Jos logró esquivar a Bryan, quien parecía estar deformándose poco a poco, encorvándose en cuatro patas, adelgazando al punto de poder ver sus huesos y mostrando hileras de dientes filosos.
—Y ésta capa mágica es solo para poder camuflajear su hediendo olor proveniente de la marca Damnare.—Dijo arrancándola de su ropa.
Al instante todos comenzaron a quejarse del olor, como si fuese algo insoportable. Pero yo apenas y podía oler aquel aroma. Lo que si pude notar fue esa marca que penetraba su piel Justo sobre su ojo izquierdo, abarcaba desde la altura de su boca hasta casi llegar al final de la frente, y tenía un aspecto de flecha.
Todos miraban a un valiente chico desenmascarando a una bestia horripilante pero yo sólo podía ver a un idiota humillar a un pobre chico.
—Jos cierra la puta boca.—le dije furiosa, cerrando mis manos en puños.
Él me miró confundido pero me hizo caso omiso. Pateó un costado del torso de Bryan y éste intentó alejarlo de él.
—¡Jos detente! ¡Pareces un completo idiota!
Ahora me miró serio.
—Te estaba salvando de ésta cosa, Gray.
—¡No, claro que no! Él y yo estábamos perfectamente bien cuando de pronto llegaste a querer aparentar ser el macho alfa.
Sentía mi piel arder de nuevo, quería golpear algo. Sabia que mis ojos estaban anaranjados de nuevo, así que sólo miré cabizbaja hasta que se me pasara.
—No necesito aparentar nada.—contraatacó.
—Entonces cállate y déjalo en paz.—hablé intentando tranquilizarme.
Jos pareció ver mis ojos y olvido el problema de Bryan por venir hasta mi.
—Vámonos ya entonces.—dijo preocupado.
Él me abrazó intentando esconderme de todos los que observaban. Pero antes de desaparecer por el montón de criaturas, alcé la vista para mirar a Bryan, el había recuperado su forma humana y me miraba atónito.
Jos y yo caminos así por varios instantes hasta que lo empujé fuertemente lejos de mi.
—No me toques. Eres un imbécil.—le dije molesta.
—Y tú una mal agradecida. Si no he llegado quizás ya estuvieses desangrada en algún rincón de este lugar.—replicó.
—Deja de actuar como si yo te importara.—le dije harta.—Ambos sabemos que sólo lo haces por que yo te sirvo de algo.
Me miró sin decir nada.
—Claro que lo hago porque me sirves.—afirmó.—Y te conviene que siga siendo así o de lo contrario no durarás ni un día más.
—Idiota.—le escupí.
—Ilusa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro