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🕸️𝙄𝙄𝙄. 𝘿𝙚 𝙫𝙪𝙚𝙡𝙩𝙖 𝙖𝙡 𝙧𝙪𝙚𝙙𝙤

📅21 de Agosto, 2023

🌍Aeropuerto Internacional Tullamarine

—POR FAVOR LLAMA EN CUANTO ATERRICES Y NO OLVIDES TOMAR LAS VITAMINAS, SI TE SIENTES MAL EN CUALQUIER MOMENTO VE AL HOSPITAL...

—Mamá, mamá... ya es suficiente— dijo tomando el rostro de la mujer entre sus manos y mirándola con una enorme sonrisa —Estaré bien, no es la primera vez que me voy por trabajo.

—Bueno, estuviste enfermo hace no mucho— señaló.

—Solo fue un resfriado, má. Estaré bien— le repitió.

Nicole suspiró con pesadez y terminó por asentir, aceptando lo que Oscar estaba diciendo, pero sin que sus palabras llegaran realmente a tranquilizarla por completo, pues para una madre siempre sería difícil ver partir a sus hijos.

—Cuida de ella, Lily, no dejes que haga que cancelen a alguien en internet de nuevo.

Oscar se giró para mirar a su amiga, la castaña le sonrió y se encogió de hombros, dándole una fugaz mirada a la mujer que estaba frente a ella.

—No prometo nada, tú sabes cómo es— dijo a modo de broma.

Él rodó los ojos y se acercó a ella para envolverla en un abrazo, Lily rodeó su cintura con ambos brazos y escondió su rostro en el pecho del más alto, aprovechando ese instante para inhalar con fuerza e inundar sus pulmones con el aroma de la loción de Oscar.

Finalmente se separaron, pero él mantuvo su agarre sobre los hombros de la chica, mirándola, aunque ella parecía no querer mirarlo a los ojos y mantenía la mirada agachada.

—Cuídate, Lils y por favor, por favor, considera venir a una de mis carreras

—Lo pensaré.

—Tú solo dilo y yo me encargaré de todo ¿sí? — preguntó buscando su mirada —Te aseguro que vas a divertirte.

—De acuerdo— murmuró sonriendo, atreviéndose por fin a mirarlo a los ojos. —Cuídate también, Ozzy.

Oscar asintió y tomó sus maletas, dispuesto a comenzar a caminar hasta la puerta donde abordaría. Usualmente siempre le costaba trabajo despedirse después de haber pasado tiempo en casa, Lando le había dicho una vez que seguía siendo un niño en muchos aspectos y Oscar no lo tomaba como algo malo, sabía que su compañero de equipo tendía a burlarse de cualquier cosa, así que el hecho de que le llamara "niño" no le molestaba en absoluto. Tal vez tenía razón, después de todo, nunca le había gustado mucho despedirse de su mamá.

Aquella ocasión no era diferente, esa extraña sensación de opresión en su pecho se hizo presente en el momento en que su mirada se posó sobre la fila de personas que esperaban abordar. Se giró una última vez y se acercó rápidamente a abrazarlas a ambas por un par de segundos.

—Ya vete o perderás tu vuelo, hijo— le ánimo Nicole, dejando un par de golpecitos en su espalda.

Oscar asintió y se separó de ellas, tomando aire profundamente. Él de verdad no entendía porque se sentía tan ansioso de partir en aquella ocasión, siempre le había sido difícil, pero estaba causándole dolor físico, literalmente, uno que no podía ignorar y que era lo suficientemente molesto como para ponerlo en alerta.

Con todo lo que le había estado pasando últimamente, sus preocupaciones tenían mucho sentido y es que aún no averiguaba del todo qué era lo que en verdad le estaba sucediendo y el miedo de que fuera a morir en cualquier momento no se había esfumado.

Sabía que debía encontrar a alguien que pudiera resolver todas sus dudas, sin embargo, no estaba muy seguro de cómo o donde comenzar a buscar. Quizás la solución estaba en Paragon, pero de nuevo algo en su interior le decía que se estaba equivocando cada vez que el pensamiento de acercarse a esa empresa cruzaba por su mente.


—Ya lo resolverás, Oscar, lo harás.



📅23 de Agosto, 2023

🌍 Woking, Inglaterra.

📍Centro de Tecnología McLaren.

LA MIRADA CURIOSA DEL BRITÁNICO NO SE DESPEGABA DE ÉL Y ESTABA COMENZANDO A PONERLO NERVIOSO, intentó ignorarlo y siguió corriendo en la caminadora mientras la chica que estaba frente a él seguía analizando sus estadísticas.

—Ya dime que te hiciste ¿tomaste esteroides? No te dejarán correr si los tomaste ¿los tomaste?

Oscar finalmente bajó el ritmo y le regaló a la chica una mirada apenada, pidiéndole silenciosamente si los podía dejar a solas unos minutos, ella asintió y le sonrió antes de salir del gimnasio.

—¿Vas a seguir con eso toda la mañana, Lando? — preguntó bajándose de la caminadora y tomando una de las toallas que había ahí para secarse el sudor de la frente —No tomé esteroides.

—¿No? Te veo un poquito más alto— dijo mirándolo con los ojos entrecerrados, haciendo que el menor rodara los ojos —Y... te ves más musculoso ¿Estás seguro que no tomaste nada?

—Solo hice ejercicio todos los días, quizás si no te saltaras tus entrenamientos podrías crecer grande y fuerte como yo— dijo en tono burlón, ganándose una mala mirada por parte de su compañero de equipo

—Te inscribiste a un programa de experimentación en humanos y te pusieron una inyección toda rara para volverte, así como a ese soldado de la segunda guerra mundial ¿no?

—¿Qué? En primera, su nombre es Steve Rogers, es una vergüenza que no sepas el nombre del hombre que ha salvado el mundo en numerosas ocasiones, está en tus libros de historia— dijo seriamente ofendido —Y en segunda, no, no me inscribí a un programa de experimentación en humanos.

—Siempre fui más fan de Iron Man— se encogió de hombros —Como sea... tienes que pasarme tu rutina ¿sí?

—Si, claro, si tu entrenador dice que está bien entonces lo haré— respondió con tanta naturalidad que por un momento se olvidó que todo el asunto de la rutina era una completa y vil mentira —¿Cómo la pasaste en tus vacaciones?

Intentó cambiar el tema para no seguir envolviendo a Lando en su red de mentiras piadosas, mientras menos le mintiera menos culpa sentiría después. Aunque técnicamente no era su culpa haber cambiado tanto en tan poco tiempo, tampoco podía contarle la verdad.

—Bien, bien. Estuve en casa con mi familia, disfrutando de no tener que despertarme temprano para entrenar— respondió con una sonrisa de satisfacción —¿Y tú?

Oscar se tensó apenas un segundo antes de forzarse a relajarse y aclararse la garganta.

—Nada fuera de lo común— dijo evitando su mirada —Estuve la mayor parte del tiempo en casa, salí algunas veces con Lily...

En el rostro de Lando se dibujó una mueca que fue imposible para Oscar pasar desapercibida, el mayor alzó las cejas de manera cómica y el australiano no pudo contener la risita nerviosa que se escapó de sus labios, así como tampoco pudo controlar el ligero sonrojo que pintó su rostro.

—Ohh... — Lando arrastró la vocal con diversión, cruzándose de brazos y mirándolo con una expresión burlona que no hizo más que acrecentar el nerviosismo de Oscar — ¿Saliste con Lily, ¿eh? ¿Y qué hicieron? ¿Cenas románticas? ¿Paseos por la playa al atardecer?

—No, no, nada de eso— negó con la cabeza —Somos amigos, lo sabes.

—Eso es pura mierda.

—¡Lando!

—¡Lo es! Te gusta ¿por qué no se lo dices?

—Porque si se lo digo y yo no le gusto a ella las cosas se van a volver raras y no quiero eso. Nos llevamos muy bien como para que vaya yo y lo arruine todo por un flechazo.

—Dios, eres imposible, hermano. Un flechazo es cuando ves a una chica un par de veces y quieres tener algo que ver con ella... Tú llevas años enamorado de ella. Si, enamorado. Lo que tú tienes es negación en su máxima expresión

—Solo digo que si le digo estaría arriesgando demasiado.

—Eres un piloto de fórmula uno, tu vida se basa en correr riesgos prácticamente. — Lando suspiró y se pasó una mano por el cabello, su expresión se tornó seria por un momento —Solo digo que la vida siempre cambia y que no tenemos nada asegurado... Piénsalo, el día de mañana ella podría conseguir un novio ¿y qué harás entonces?

Las palabras del británico lo dejaron por un segundo, la sola idea hacía que se le revolviera el estómago. No es que no lo hubiera pensado antes, sabía que era cuestión de tiempo para que Lily se fijara en alguien, pero el hecho de que alguien lo dijera con tanta naturalidad le hacía saber que no solo eran ideas que su mente creaba sino un escenario completamente plausible.

Además, con todo su...asunto de las telarañas, su propio futuro era algo que le causaba mucha incertidumbre; si lo analizaba tomando en cuenta aquellas variables entonces la idea de confesarle a Lily sus sentimientos no parecía tan descabellada.

—Ajá... ahí está —dijo Lando con una sonrisa triunfal—Por fin lo estás considerando.

—Hay ciertas cosas que debo resolver antes de atreverme a siquiera pensar en decirle algo.

—Solo... piensa en lo que te dije ¿sí? No puedes andar por ahí desperdiciando tus oportunidades.

—Lo pensaré.

—Ese es mi chico.

ANTES DE IRSE A SU HOTEL PARA PREPARAR SU MALETA, LO LLAMARON A LA OFICINA DEL DOCTOR, cosa que realmente lo preocupó pues sabía que tenía algo que ver con los resultados de sus pruebas de fuerza y resistencia; en ese momento lo que menos quería era que todos comenzaran a preguntarse qué rayos estaba sucediendo con él o comenzar a levantar sospechas.

Tocó la puerta de la oficina un par de veces y cuando la voz en el interior le dijo que podía pasar lo hizo lentamente, tratando de evaluar la expresión del doctor.

Se sorprendió bastante al ver a una mujer que no había visto antes ocupando la silla del doctor que lo había tratado desde que empezó a trabajar con McLaren. Era una mujer castaña de ojos color avellana y una sonrisa amigable que lo hizo sentirse cómodo tan pronto entró a la oficina.

—Hola, Oscar— le saludó sin perder la sonrisa —Por favor toma asiento.

—Hola— murmuró, acatando las instrucciones sin decir una sola palabra más.

—Soy la doctora Christine Palmer— se presentó extendiendo su mano —Voy a estar supliendo a tu antiguo doctor durante esta temporada.

Oscar estrechó su mano con algo de duda, sin poder evitar fruncir ligeramente el ceño.

—¿Durante toda la temporada? —preguntó, tratando de no sonar demasiado preocupado.

La doctora soltó una risita y asintió suavemente, sacando una tableta del cajón debajo de su escritorio.

—No te preocupes, ya revisé todo tu historial médico, me lo aprendí de memoria así que no tendrás que lidiar con un montón de preguntas el día de hoy...

—Pero seguro habrá unas cuantas ¿no? No me habrían traído aquí de no ser porque debo responder algo— estaba nervioso y esperaba que ella no pudiera notarlo o que al menos lo dejara pasar y no se fijara mucho en ello.

—Bueno... Tengo algunas preguntas respecto a tus últimos análisis —confirmó Christine con tranquilidad, deslizando el dedo por la pantalla de su tableta —No es nada grave, pero hubo algunos resultados que me parecieron... curiosos.

—¿Ah sí? ¿Curiosos en que aspecto?

—Tus niveles de fuerza y resistencia han aumentado de manera notable en un período muy corto de tiempo. No digo que sea imposible, pero no sigue exactamente el patrón esperado para tu entrenamiento y condición física habitual.

Oscar tragó pesado e intentó hacer lo posible por mostrarse tan tranquilo como le era posible, incluso se forzó a fingir sorpresa al escucharla decir aquello.

—¿De verdad? Bueno... es que he estado entrenando más.

—Si...Eso explicaría una mejora paulatina, pero lo tuyo fue un cambio radical...

—Supongo que eso es bueno, ¿no? Significa que estoy en mi mejor forma.

—Definitivamente estás en excelente condición física —admitió ella—, pero el cambio es demasiado acelerado. Tu fuerza de agarre, por ejemplo, aumentó en un porcentaje que no coincide con la progresión normal de un atleta.

La presión en su pecho crecía a cada segundo y lo hacía sentirse como un animal acorralado, no tenía idea de que hacer o decir, debió esperar que algo así podría pasar pues la gente de la empresa le daba mucha prioridad a la salud física de sus pilotos y era más que obvio que se darían cuenta hasta de si le salían mocos.

—¿Y cree que...eso me traiga problemas?

—No... a menos de que hayas tomado alguna sustancia ilegal ¿lo hiciste?

—Nop.

—Entonces... Si no te molesta, cuando vuelvas de tu primera carrera me gustaría hacerte unos exámenes más específicos.

—Seguro, no hay problema— asintió regalándole a la doctora Palmer la mejor sonrisa que tenía.

—Me alegra que estés dispuesto —dijo al final, correspondiendo su sonrisa—. No te quitaré más tiempo, sé que tienes un vuelo que tomar.

—Gracias, doctora. Nos vemos después.

—Nos vemos, Oscar. Y.... cuídate.

Él asintió y salió de la oficina con calma, pero en cuanto dobló la esquina del pasillo, su paso se aceleró. No podía permitirse más pruebas. No podía dejar que nadie descubriera lo que realmente estaba pasando con él.

📅24 de Agosto, 2023

🌍 Países Bajos.

📍Circuito de Zandvoort.

LOS DÍAS DE PRENSA SIEMPRE LO DEJABAN TERRIBLEMENTE AGOTADO, su naturaleza introvertida reaccionaba muy mal al hecho de tener que sonreír y hablar con personas a las que no conocía por tantas horas seguidas.

Sabía que era parte del trabajo, que venía en el paquete de ser piloto de Fórmula 1, pero eso no lo hacía menos agotador. Cada pregunta repetitiva, cada flash de cámara, cada interacción forzada le drenaba la energía hasta dejarlo al borde del colapso social.

Agradeció que había habido una pequeña pausa entre las entrevistas y cuando supo eso casi salió corriendo a su remolque, evitando a toda costa las miradas curiosas.

Desafortunadamente la paz y tranquilidad no le duraron mucho pues un par de golpes resonaron en su puerta apenas un par de minutos después; contempló con seriedad la idea de ignorarlos y seguir sumergido en su pequeña burbuja, pero luego una voz se hizo presente y supo que debía abrir.

—Soy Mark, sé que estás ahí. — la voz de su representante al otro lado de la puerta lo hizo levantarse de inmediato.

Mark Webber era como un padre para él y no se atrevería a dejarlo esperando o a no atender a una de las peticiones que él pudiera tener.

Caminó hasta la puerta y abrió, sorprendiéndose al instante porque Webber no estaba solo, en su lugar venía acompañado de una mujer rubia de unos veinticinco años o quizás un poco más. Tenía una expresión neutra pero sus ojos parecían analizarlo con detenimiento y Oscar pudo sentir algo en su interior alterarse al momento en que su mirada se cruzó con la de aquella chica.

—Oscar... Ella es Felicia Hardy— la presentó Mark con una sonrisa.

El menor hizo lo mejor que pudo para permanecer tranquilo. Extendió su mano hacia ella y le regaló una sonrisa fugaz que simplemente pretendía ser cordial; ella aceptó su mano y la estrechó con firmeza, pero con una suavidad que le causó a Oscar un escalofrío que le recorrió el cuerpo entero.

—¿Recuerdas que habíamos hablado de conseguir una nueva asistente personal? Bueno, me costó un poco encontrar a alguien que cumpliera con los requisitos, pero creo que Felicia hará un trabajo maravilloso.

—Es todo un placer conocerlo, señor Piastri— dijo la rubia con una amplia sonrisa en el rostro.

—Solo... dime Oscar— respondió sintiéndose aún algo incomodo con la situación —Creí que lo iba a dejar hasta la próxima temporada— murmuró mirando en dirección a Mark.

—Esa era la idea, pero considerando tu agenda y lo saturado que han estado tus días últimamente, decidí adelantarlo. Créeme, te hará bien tener a alguien que te ayude a organizarte.

—Descuida— habló Felicia —Ni siquiera vas a notar que estoy ahí, resolveré las cosas en tu agenda, pero no te molestaré mucho.

—¿Ah, sí? —murmuró, cruzándose de brazos —Eso suena demasiado bueno para ser verdad.

Felicia sonrió con una seguridad casi insolente.

—Bueno, no puedo prometer que no notarás mi presencia en absoluto, pero sí que tu vida será más fácil conmigo alrededor.

Mark sonrió complacido y palmeó la espalda de Oscar en un gesto que intentaba aliviar la tensión que parecía haber en él.

—Dale una oportunidad, seguro terminas apreciándola mucho más de lo que piensas.

Oscar hizo una mueca que pasó desapercibida para los otros dos, él realmente no estaba seguro de tener a una persona vigilando cada uno de sus pasos, si la idea antes le parecía terrible, ahora con todo su asunto de las telarañas los focos rojos de alerta en su mente de encendieron de inmediato. Sin embargo, sabía que no podía simplemente negarse hasta que Mark cambiara de opinión. Ya había tomado una decisión, y si algo conocía de su representante, era que una vez que se comprometía con algo, difícilmente daba marcha atrás.

Además, era bien sabido que era mejor mantener a los enemigos cerca y aunque no estaba seguro de si ella podría entrar en esa clasificación, prefería que lo llamaran paranoico.

—Será un placer trabajar con usted, señorita Hardy.

—¡LANDO TENÍA RAZÓN!

—No, Charles.

—Ni siquiera sabes de que estoy hablando— se quejó el monegasco.

Oscar sentía las miradas en su espalda, pero no quería darles demasiada importancia, especialmente porque, en el tiempo que había estado en la Fórmula uno, se había dado cuenta que cuando Charles y Max estaban en un mismo espacio tendían a prácticamente a cualquiera que estuviera a su alrededor.

—Lo que sea que sea, Lando y el concepto de "tener la razón" son una antítesis.

El comentario de Max sí lo hizo reír y eso fue suficiente para que lo incluyeran en su pequeño debate.

—Dijo que Oscar estaba más alto— señaló Charles —¡Y es verdad! Si estás más alto, mate.

El australiano soltó un suspiro cansado, apenas audible antes de girarse completamente para tomar parte en la conversación.

¿Acaso Lando no podía cerrar la boca?

—Ah, no... solo estoy usando unas plantillas que me recomendó mi quiropráctico para mejorar mi postura— dijo con una sonrisita

Le sorprendió la facilidad con la que las mentiras ahora salían de su boca, parecía haberse un experto en el tema solo en el último mes y aunque él no era un gran fanático de mentir, lo había comenzado a hacer más como un mecanismo de defensa que como un hobby.

—¿Plantillas? —repitió el monegasco, cruzándose de brazos.

—Sí, ya sabes, para la postura, la alineación de la espalda, esas cosas —respondió Oscar con naturalidad, encogiéndose de hombros.

—¿Entonces no creciste?

—No, Charles; ya tengo veintiuno, así que dudo mucho que esté creciendo de nuevo.

—Te lo dije. Lando no tiene razón— dijo Max con tono triunfal, Charles simplemente rodó los ojos y negó con la cabeza —Pero ganaste musculo ¿eh?

¿Acaso era tan obvio? A ese ritmo no le iba a ser posible ocultar nada por mucho tiempo.

—Bueno... Mi entrenador me dio unos nuevos suplementos y entrené como un loco estas vacaciones.

—Pues eso tiene mucho sentido— asintió el monegasco, aunque no sonaba del todo convencido al respecto, sin embargo, fue suficiente para que dejara el tema de lado —Por cierto, iremos a cenar esta noche con algunos de los demás ¿quieres venir?

—Gracias por la invitación, pero tengo algo que hacer y no puedo posponerlo— se disculpó con una sonrisa que no pudo evitar aparecer en su rostro.

—Oh, reconozco esa miradita ¿Tienes una novia oculta? — preguntó Max con una sonrisa traviesa

—¿Qué? No, para nada— respondió rápidamente, agitando una mano en el aire en un intento de desviar la atención.

—Déjalo, Max ¿Qué no ves que tiene que ir a hacer ejercicio? ¿Crees que ese cuerpo atlético se mantiene solo?

El australiano rió por lo bajo y negó con la cabeza, tomando finalmente su mochila y colgándosela al hombro, preparándose para salir de ahí antes de volver a ser el centro de la charla.

—Los veré mañana en las prácticas.

Miró el reloj en cuanto estuvo completamente instalado en su habitación de hotel; eran las cuatro cuarenta de la tarde, lo que significaba que en Melbourne eran las seis cuarenta de la mañana, lo que también significaba que Lily estaba a punto de entrar a su primera clase del día.

No se tardó más de un minuto en iniciar una videollamada con ella, misma que fue respondida casi al instante. Una sonrisa se instaló en su rostro en el momento en que la imagen de la castaña apareció en su pantalla; tenía el cabello mojado y se veía apresurada, lo que le dejó saber a Oscar que ya iba tarde para su clase.

—¿Llamo en un mal momento? — preguntó arqueando una ceja —Puedo llamarte después si quieres...

—No, no, está bien —respondió Lily rápidamente mientras se acomodaba la mochila — Es solo que me quedé dormida y ahora estoy pagando las consecuencias.

Oscar dejó escapar una risa baja y negó con la cabeza.

—Eso te pasa por quedarte despierta hasta tarde.

—¡Pero tenía que terminar el ensayo! —se quejó, abriendo la puerta de su habitación y saliendo apresurada— No todos podemos simplemente manejar en círculos y llamarlo trabajo.

—¿Volviste a pedir tu habitación en el campus? — preguntó ladeando la cabeza mientras analizaba el lugar en donde se encontraba Lily

—Si... son semanas de finales y necesito todo el tiempo posible, no puedo pasar una hora y media en la carretera para ir a casa cuando podría estar estudiando o trabajando en mis entregas.

—Eso tiene mucho sentido— asintió suavemente —Pero ¿Qué pasó con tu compañera de cuarto? Ya sabes la que era increíblemente molesta.

—Se dio un semestre sabático así que tengo la habitación para mí, al menos hasta que termine el semestre— le sonrió y luego lo miró por un par de segundos —¿Cómo te fue a ti? ¿La prensa estuvo bien?

—La prensa nunca está bien, Lils— se quejó, soltando un suspiro cansado —Pero fue significativamente soportable y... ¡Oh! Mark me consiguió una nueva asistente personal.

—¿En serio?

—Si... Se llama Felicia Hardy, honestamente me da un poco de miedo.

—Su nombre me parece extrañamente familiar... ¿la conocemos?

—No, no lo creo, jamás la había visto en mi vida— dijo simplemente y Lily se encogió de hombros restándole importancia al asunto —Y también hay una nueva doctora en McLaren...

—Al parecer hartaste tanto a tu equipo anterior que por fin están renunciando...

Lily siguió hablando, pero la mirada de Oscar se centró en algo al fondo detrás de su amiga, frunció el ceño ligeramente, tratando de prestar especial atención. La chica se movía con rapidez por la calle y Oscar no podía ver con claridad la palabra al costado de las furgonetas negras que estaban aparcadas en el estacionamiento del campus.

—Lils... ¿Esas camionetas de qué son?

Lily frenó en seco su caminata y frunció el ceño, girando la cabeza para mirar en la dirección en la que Oscar señalaba con la mirada a través de la pantalla.

—¿Cuáles? —preguntó, buscando entre los autos estacionados.

—Las negras, las que están junto a la entrada del edificio de ciencias —explicó Oscar, su tono más serio de lo habitual.

Lily retrocedió sobre sus pasos para obtener una mejor vista y entrecerró los ojos.

—Uh... Son de Paragon ¿por qué? — pareció entender todo en el momento en el que hizo la pregunta —¿Tú crees que están aquí porque entramos sin permiso a sus laboratorios? — preguntó mientras seguía caminando.

—No lo sé, Lils.... No creo, ellos ya nos hubieran buscado hace mucho tiempo, ya casi pasó un mes— murmuró, sintiendo sus músculos tensarse ante la idea —Sea como sea... no te acerques mucho a ellos ¿sí?

—Dios, Oscar, no creí que mis estúpidas acciones tendrían consecuencias.

El australiano soltó una risita, pero lejos de estar entretenido en realidad se sentía terriblemente preocupado.

—Escucha, dudo mucho que estén ahí por eso, ya nos habrían encontrado hace tiempo de ser así... Solo mantente alerta y no te acerques mucho, sea que lo que sea que estén haciendo ahí y por más que quieras enterarte, por favor mantente alejada, céntrate en tus cosas.

—Bien, bien, haré eso... y tengo que dejarte ahora porque mi clase está por comenzar y aún me quedan unos escalones, debo correr.

—Llámame si cualquier cosa pasa ¿de acuerdo?

—¡Lo haré, te quiero, adiós!

Sin decir más la llamada terminó y Oscar se quedó mirando la pantalla por un par de minutos antes de soltar un suspiro pesado. Él sabía que algún día las acciones de Lily los meterían en problemas, pero nunca esperó que los problemas fueran así de grandes.

Solo esperaba tener razón y que las cosas no terminaron mal para ellos, pero algo dentro de sí le decía que eso era pedir demasiado.

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