【Troublemaker】
Caminaba tranquilamente hacia el Arcade, de vez en cuando algún conocido o alguno de sus fans lo reconocían y lo saludaban al pasar. Él correspondía el saludo sonriéndoles y moviendo la mano. Era verdaderamente popular.
Antes también lo era, pero hubo un tiempo en el que prefirió esconderse de todos. Tomo algo de tiempo volver a su ¨yo normal¨. Cielos, a veces ni siquiera era capaz de salir de su habitación, incluso si la sensación de estar encerrado le producía repelús.
A medida que se acercaba al local y sus luces brillantes coloreaban su rostro, la música de los juegos allí dentro ronroneaba en sus oídos y estiro el cuello para observar por el ventanal si él estaba allí.
Y si, allí estaba. Diablos, el dueño del local debía de ponerle una cama porque el tipo no salía del lugar así llueve y truene. Imaginaba que este era el único lugar que le proporcionaba techo y entretenimiento a la vez, para no presentarse en la sociedad y ser juzgado por sus miradas.
A veces a él también le dolía salir a la luz y que algunas personas se quedaran viendo demás sus brazos y sus piernas, y las cicatrices que estas tenían por todas partes producto de su secuestro y posterior tortura. Era algo con lo que había tenido que aprender a lidiar y a aceptarlas, porque o no se irían jamás o tardarían demasiado en irse.
Eran un recuerdo constante sobre lo que paso bajo tierra, y las heridas en los cuerpos de sus compañeros lo eran también. Incluso si los chispeantes e hipnóticos ojos azules del rubio eran lo que más llamaban la atención de su rostro, él no podía dejar de ver la sombra de aquella cortada que bajaba desde debajo de su oreja hasta la mandíbula.
Normalmente la ocultaba con su abundante cabello, pero Bruce sabía que estaba allí y él mero hecho de saberlo lo perturbaba. Trataba de apartar la vista, pero casi nunca podía. Su voz, normalmente era lo que lo distraía.
Abrió la puerta y empezó a acercarse a la máquina de Asteroids en la que se encontraba uno de sus mejores amigos, o al menos, él lo era para su persona ¿Hopper lo consideraba su mejor amigo siquiera? No tenia idea, solían conversar, jugar y pasar las tardes juntos, pero era más que nada producto de la coincidencia al encontrarse que por voluntad propia. Normalmente esas horas las aprovechaban al máximo y siempre se despedían con un ¨Deberíamos juntarnos más a menudo¨ pero ninguno hacia ningún esfuerzo en buscar al otro. Seria relativamente fácil ubicar a cualquier de los dos, pero no lo hacían. No sabían porque, había cierta magia en encontrarse esporádicamente en el Arcade, la tienda de comestibles o las canchas urbanas de basquetbol. Incluso cuando se encontraban mientras iban a algún lugar. La aleteoridad de hallarse en el camino ... Era excitante, y ambos fantaseaban con la próxima vez que se verían.
Hoy, Bruce sabía que Vance estaría allí. No lo intuyó ni se lo dijeron, pero lo sabía. Y en cuanto reconoció su cabellera rubia solo atino a sonreír enormemente. Cuando empujo la puerta, una campanita ubicada arriba de esta indico su llegada. El ojiazul volteo la cabeza para divisar quien había entrado, y luego volvió los ojos a la maquina; sin embargo, al reconocer de quien se trataba, se alejo del aparato y sonrió del mismo modo hacia el asiático. Hizo pistolitas con ambas manos mientras se acercaba a saludar. Los dos chicos que lo estaban acompañando en ese momento, se extrañaron y miraron un momento hacia la pantalla del artefacto, notando que el rubio estaba perdiendo un montonal de puntos. NI siquiera se había dignado a ponerle pausa al juego o a pasarle el control a alguno de sus colegas.
̶ ¡Pero si es Llamarada Bruce! ¿Qué hay, hermano? – Saludo con confianza, acercándose y chocando puños con el ojinegro. Este extendió la mano y ambos chocaron palmas, aferrándose a la mano del contrario con fuerza. Ninguno de los dos podía dejar de sonreír, la posibilidad de encontrarse ... Como dije, era excitante.
̶ Oye Vance ¿No vas a jugar? Estas perdiendo ... – Comentó uno de los muchachos al lado de la máquina.
̶ Chúpame las bolas, Jerry – Respondió el mencionado, sin dejar de sonreír ni de mirar a Bruce. Este contraste hizo reír al asiático y así mismo, el sonido de su risa sonroso levemente a Hopper. De verdad le gustaba escuchar su risa.
El muchacho insultado rodó los ojos y junto a su compañero observaron algo perturbados el intercambio de miradas cómplices entre el pelinegro y el rubio. Se miraron de igual modo y concluyeron con una mirada de asco. Entonces, sin mediar palabra, ambos chicos se pusieron a jugar en lugar del ojiazul.
̶ ¡Oye! Acabé las tarjetas de beisbol que te mostré el otro día ¿Quieres verlas? – Preguntó Vance, soltando por fin la mano de su compañero. Bruce inclino un poco la cabeza.
̶ Me encantaría, salgamos afuera – Con un movimiento señalo al exterior del local.
El rubio volvió a sonreír y se acercó a la máquina de Asteroids, tomando una mochila muy sucia y desgastada que descansaba a su lado. Miro por unos momentos a la pantalla y el chico que se hallaba jugando empezó a sudar un poco.
̶ Si me jodes mi puntaje, te arrancare los dientes – Le dijo con toda la calma del mundo. No como una amenaza o un chiste; si no más bien como un hecho. Como si dijera que el cielo es azul. El chico trago saliva y en cuanto el rubio se dio la vuelta empezó a tratar de pasarle el control a su compañero, que se negó con vehemencia. El ojiazul echo una mirada atrás y se rio al darse cuenta de su nerviosismo.
Ambos salieron del local y respiraron algo de aire fresco. No fueron muy lejos, apenas hacia una banca empolvada que se hallaba junto a una de las paredes del local. Se sentaron muy juntos y Vance se puso a rebuscar las dichosas tarjetas dentro del morral.
̶ Oye, deberías dejar de asustarlos así.
̶ Es divertido – El rubio soltó una risita con malicia y se alzó de hombros. No iba a hacerles nada de todos modos ... Quizá.
̶ Son menores que tú.
̶ Es para que aprendan desde jóvenes a no meterse conmigo.
Por fin encontró lo que buscaba y giro un poco para darle la espalda a Bruce, ordenándolas con recelo. El asiático intento inclinarse un poco para verlas.
̶ Sin espiar, te estoy viendo – Dijo mientras se encogía un poco más para evitar cualquier vistazo. Bruce rodo los ojos y volvió a su posición inicial.
̶ Okey, okey ... Hey, yo también te hice algo.
Hopper dejo lo que estaba haciendo por un segundo y volteo la vista con curiosidad.
̶ ¿En serio? – Inquirió levantando una ceja.
̶ ¡En serio! Oye, tuve que tomar uno de los bolígrafos de mi hermana para darle los toques finales, así que será mejor que te gusté.
̶ Déjame ver ¿Qué es?
̶ Primero muéstrame las tarjetas.
El contrario rodo los ojos, sonrió con confianza otra vez y se dio la vuelta para mostrar un abanico de cartas de beisbol echas a mano. La que tenia más detalles y se veía mucho más pulida, se trataba del mismísimo Bruce Yamada.
̶ ¡En serio las acabaste! – Dijo el asiático con entusiasmo, tomando delicadamente la que se suponía se trataba de él y la examinaba con lujo de detalle acercándosela a la cara. Era como cualquier tarjeta oficial que un niño coleccionaría; solo que esta estaba, precisamente, echa a mano con lápiz y algo de cartulina y la imagen y el nombre presentes en ella se trataban de su persona. En la tarjeta, el rubio había tratado de darle algunos rasgos más adultos y portaba el uniforme de su equipo nacional de beisbol favorito mientras blandía su bate y su mirada era dirigida al horizonte. Verdaderamente había capturado su esencia competitiva y ver el dibujo era como darle un vistazo al futuro. Vance lo había hecho algo parecido a su padre, pero sin dejar de lado los rasgos del mismo Bruce. Y Yamada, bueno, los ojos le brillaban porque esta sola tarjeta simbolizaba mucho para él.
̶ ¿Te gusta?
̶ ¡Me encanta! ¡Es el mejor dibujo jamás hecho en la tierra! ¡Por todos los cielos, tú eres el mejor dibujante en el planeta! ¡Gracias, gracias, gracias! – El asiático dejo el pedazo de cartulina a un lado de su cuerpo para no maltratarla e inmediatamente se lanzó a abrazar al rubio. Se escondía en su cuello murmurando muchos ¨Gracias¨ rápidamente, y el contacto de sus labios con la piel del ojiazul solo hacían sonrojarse súbitamente al dibujante. Recordó como Bruce hizo un claro énfasis en el ¨tú¨.
̶ Gr-gracias. Oye, los chicos nos están viendo – Dijo nerviosamente, tocio un poco para aclararse la voz y alejo con delicadeza al azabache. Y este mismo no podía dejar de sonreír. Volvió a tomar la tarjeta y seguía mirándola, ahora por detrás. Tenia todos los detalles propios de una tarjeta oficial.
̶ Es tan ... Bonita. Vance, si fueras una chica, te besaría ahora mismo – Dijo, ignorando a los jóvenes chismosos apoyados en el ventanal que los observaban con atención.
̶ Uh, eh ... ¿Gracias? Parezco idiota – Vance bajo la cabeza para que Bruce no notara lo sonrojado que estaba. Solo podía pensar en la posibilidad de que el asiático lo besara, si tan solo tuviera tetas ...
̶ Oh bueno, lo haría de todos modos, pero estoy seguro de que me golpearías – Dijo sin mediar palabra ni filtros el ojinegro. Esto hizo que el rubio levantara la cabeza rápidamente y lo observara con detenimiento.
̶ ¡No! ¡Jamás te golpearía! – Dijo rápidamente, agitando las manos. El resto de las tarjetas, de menor importancia, se habían regado por todo el suelo luego de haber hecho eso – Mierda – Comentó, agachándose para levantarlas. Podían haberle tomado menos esfuerzo, pero todavía eran importantes para él. Bruce se agacho a la par y coloco una de sus manos sobre los dedos de Vance cuando este fue a tomar uno de los papeles cercanos al asiático.
̶ ¿Entonces quieres que te bese? – Dijo, acercando rápidamente su rostro. Podía sentir su aliento tibio golpearle la mejilla.
̶ Eso no es- – Vance se levantó de inmediato y empezó a ordenar los papeles de cualquier modo. Los guardo dentro de su mochila y se cruzo de brazos, mirando a otro lado mientras sus mejillas se tornaban rojas. Sus manos sudaban, eso siempre le ocurría cuando estaba nervioso – Eso no es lo que quise decir.
Bruce estallo en carcajadas y estuvo así por lo menos cuatro minutos completos. Y el ver el rostro avergonzado del rubio solo hacía que se volviera a reír con más fuerza. Era muy risueño, y no iba a parar hasta descargarse totalmente.
Vance espero pacientemente a que dejara de burlarse de él.
̶ ¡Es una broma! ¡Y caíste en ella Vance! ¡Debiste de haber visto tu cara, ah ...! – Poco a poco dejo de reírse para pasar a un sonido similar al de un balón o un globo desinflándose. Hopper frunció el ceño.
̶ ¿Terminaste?
̶ Si, anda no te enojes –Bruce dejo caer su cabeza en el hombro desnudo de su amigo. Arrimándose un poco más de lo debido. Definitivamente el ojiazul no podía enfadarse con él, y aunque entendía por qué a medias, todavía no comprendía al cien por ciento la razón por la cual sentía tanta paz y tanta alegría junto al asiático.
Muy en el fondo entendía porque, pero reconocerlo era demasiado vergonzoso.
Copio la acción del de ojos rasgados y su cabello rubio rozo su cara. Vance insistía en que jamás lo atraparían muerto junto alguna especie de loción especial para el cabello o algo así, pero la verdad es que su melena era de una suavidad deliciosa. Y olía muy bien, así que Bruce estuvo más que contento de compartir este momento.
̶ Estoy esperando a un amigo.
Vance hizo una mueca, creyó que tendría a Bruce solo para él esta tarde.
̶ Supongo que jugaremos los tres.
̶ ¿En serio? Oye, pensé que esto era entre tú y yo ojitos.
̶ El arrimado eres tú, porque lo invite a él – Dijo sin miramientos y alzándose de hombros.
Quizá no lo había dicho con mala intención, pero muy en el fondo, esto lastimo un poco al ojiazul. Y quizá esto lo afecto un poco demasiado porque de inmediato Bruce cambio su expresión burlona y relajada por una más seria en cuanto vislumbró su rostro.
̶ ¿Qué pasa?
̶ ¿Ah? Nada viejo, estaba pensando en algo – Miro hacia otra parte y se rasco el cuello.
̶ No me mientas, siempre pones esa cara cuando estas abatido.
Hopper dejo caer sus hombros, Bruce mordió su labio inferior imaginando que se había pasado de la raya quizá un poquito.
̶ Pero no va a llegar a tiempo, conozco a Finney, podemos jugar algo juntos antes de que aparezca.
El rubio no contesto y no se volteo a mirarlo.
̶ Y mañana podemos tener una uh ¿Cita de juegos? A solas. Solo tú y yo grandulón.
Todavía no lo miraba. Bruce también aparto un poco la vista.
̶ Hice esto para ti – Metió la mano dentro de el bolsillo trasero de sus pantalones y saco una hoja de papel doblada en cuatro, lo suficientemente chica como para caber allí. La desdoblo y tímidamente la deslizo por la banca hasta los dedos del rubio. A este le tomo unos segundos el dignarse en tomarlo y ponerlo frente a sus ojos.
Sus cejas se elevaron con sorpresa, pues allí frente a él se encontraba un dibujo en una hoja de cuaderno echo a lapiceros de toda clase de colores. Olía a frutas y se trataba del logo de su banda de rock favorita.
Evidentemente, había sido calcado de alguna calcomanía o revista, sin embargo, el coloreado (Especialmente hecho con bolígrafos) era muy bueno y los detalles rosas (Si, rosas) de algunas de las esquinas le daban un toque espectacular. La parte que había sido coloreado de rosado tenia algunos brillitos que relucían graciosamente al contacto con la luz.
̶ ¿Te gusta? – Inquirió sin mirarlo, entonces sintió una palmadita en su espalda.
̶ Es muy bueno, Bruce. Muchas gracias – Contesto con una sonrisa, mientras lisaba el papel con un par de dedos pues estaba algo arrugado.
̶ Oh, que alivio. Pensé que lo odiarías. Tarde cuatro días en acabarlo y lo avanzaba a todas horas, incluso en la escuela ¡Incluso tome uno de los bolígrafos de mi hermana para las partes rosas!
̶ Pero ¿Por qué lo odiaría? Es muy bueno, Bruce, sigue practicando y no tendrás que calcar imágenes nunca más – Le dio un codazo amistoso mientras guardaba el pedazo de papel dentro de su mochila. Bruce fingió ofenderse y se cruzó de brazos un segundo – Oye, mencionaste a Finney ... ¿Lo invitaste a él, no?
Esa ultima pregunta tomó de improviso al asiático ¿Había mencionado a Finney? No lo recordaba.
̶ Uh, sí. Lo ¨invité¨ a él, esta mañana tuve un partido de beisbol y me invitó a celebrar en el Arcade – Empezó a jugar con sus dedos un momento – No estuviste.
̶ Tuve algunos ... Asuntos, en la mañana. Pero te prometo que estaré en el siguiente.
̶ ¿Vas a ser mi porrista personal? – Inquirió, levantando una ceja y sonriendo burlonamente.
̶ Y aquí vamos otra vez – El ojiazul rodo los ojos y se levantó, estirándose cuan alto era. Le tendió una mano al azabache para ayudarlo a enderezarse – ¿Quieres jugar baloncesto un rato? En lo que llega ... Finney.
Bruce junto un poco las cejas y mordió el interior de su mejilla derecha. Fue la forma en la que dijo el nombre del castaño lo que lo puso en alerta.
̶ Sé que no te agrada mucho, Vance, pero por favor haz un esfuerzo; estoy seguro de que él nota que quieres arrancarle la cabeza cuando esta cerca de ti.
Hopper soltó una risita por lo bajo, esto incomodo un poco al contrario.
̶ Esta bien, pero solo por ti cosita.
Se ofendió.
̶ No me llames cosita, soy más alto que tú – Tomo su mano y se levantó, y tal y como había hecho con Blake en la mañana, acaricio sus dedos suavemente. El rubio se ruborizo un poco por el contacto – Tienes las manos muy maltratadas ¿Sigues peleando? – Se encogió de hombros.
̶ Claro, si dejara de hacerlo, todos a los que le di una paliza dejarían de temerme y conspirarían en mi contra.
̶ Estoy seguro de que ya conspiran en tu contra y cuando menos te lo esperes se revelarán.
̶ ¿Estarás allí para ayudarme a patearles el trasero, no? – Bromeo mientras empezaba a dirigirse hacia la puerta del local para rentar una pelota.
Bruce sonrió calmadamente y negó con vehemencia.
̶ No, ese problema tendrás que resolverlo tú solo – Dijo, guiñándole un ojo. El ojiazul sonrió una vez más y se metió dentro del Arcade. El asiático espero afuera, reposando junto a una de las paredes.
De vuelta en el ambiente movido del Arcade, Vance se dirigía hacia el dependiente mientras rebuscaba algunas monedas dentro de uno de los bolsillos de sus jeans. Había varios chicos jugando en distintas maquinas, y fue justo cuando paso cerca de uno que escucho un comentario que lo hizo detenerse en ese mismo instante.
¨Allá va el marica¨ seguido de una risita burlona.
Se dio la vuelta, observando la gran espalda del tipo. Los dos chicos que lo habían acompañado a jugar en la mañana pausaron a la maquina de Asteroids y se asomaron a ver que ocurría. Muchos de los otros jóvenes allí presentes hicieron lo mismo. Al menos una docena y media de ojos lo estaban observando.
Pero el tipo seguía sumergido en su aparato.
̶ ¿Dijiste algo sobre mí? – Inquirió, todavía calmado. Pero esa calma no apaciguaba en absoluto a sus viejos acompañantes, porque estos lo conocían bastante bien y sabían que, si Vance empezaba a hablar así de pacifico significaba que algo muy malo iba a suceder.
̶ No te atrevas a dirigirme la palabra, homosexual – Dijo el tipo, todavía sin prestarle atención. Había visto al rubio apenas de reojo y notó que era evidentemente más bajo y menos robusto que su persona, así que fastidiarlo entraba dentro de sus posibilidades ... Especialmente luego de haberlo visto tan cariñosamente ameno con el asiático. Los demás presentes empezaron a sudar frio, con excepción del dependiente al que no le importaban ninguna de estas cosas. Uno de los chicos más jóvenes allí empezó a hacerle señas desesperadas al tipo para que cerrara la boca y rogara piedad, evidentemente debía de ser nuevo en la ciudad porque no conocía la reputación del ojiazul.
̶ Mírame cuando te hablo, imbécil – La mano de Vance voló hacia el hombro del más alto y clavó sus dedos en la carne, girándolo con violencia. El muchacho que estaba más cerca del altercado dejo de jugar y se alejó hasta detrás de otras máquinas, sintiéndose a salvo.
̶ Tú no te atrevas a tocarme, maricón, he tragado frijoles más grandes que tú en Massachusetts – De inmediato, el hombre le dio un empujón bastante fuerte, Vance trasbilló y choco de espaldas contra las maquinas detrás suyo. El dependiente apenas levanto la vista y soltó un ¨Cuidado¨ muy apagado – Así que mejor metes tu puta nariz en tus putos asuntos antes de que le haga daño a ese noviecito tuyo ¿Entendiste, perra? – Escupió, mientras sonreía cínicamente.
Vance solo paso su mano por su nuca y parte de su espalda baja, pues los controles del aparato lo habían lastimado un poco al caer. Movió el cuello para desentumecerlo y se paró firmemente, sin emoción en el rostro.
Los dos chicos que lo acompañaron se acercaron un poco para ver el espectáculo.
̶ Aquí viene el huracán – Susurro uno de ellos, pero el ambiente estaba tan callado que los demás lo escucharon perfectamente. Y este pequeño comentario fue suficiente para distraer por un segundo al hombre que aparto la vista del menor un momento.
Y ese momento duro milenios.
En un movimiento rápido, el ojiazul tomo al tipo de la parte trasera del cabello y lo estampo con todas sus fuerzas contra la pared descubierta al lado de la maquina que estaba usando. Y tan fuerte había sido el golpe que de inmediato el hombre notó cierto sabor metálico recorrer su cara y el interior de su boca. No le dio tiempo a recuperarse y sin soltarlo lo lanzó hacia el suelo, dejándolo caer y logrando que la gravedad hiciera su trabajo. La cabeza del más alto reboto contra la superficie lisa y este emitió un grito sordo. Los oídos le pitaban y su vista se torno ligeramente borrosa por unos segundos. Vance coloco ambas piernas a los lados de su cuerpo y se sentó encima de él; inmovilizándole los brazos con sus rodillas y su peso. Su puño cruzo el aire y aterrizo en su quebrada nariz, golpeando sin parar ni un segundo.
Con su otra mano lo jalaba del cuello de la camiseta para acortar el camino entre la estúpida cara del imbécil y su mano. La rapidez con la que asestaba los golpes no le dejaba tiempo al otro a reaccionar, tan solo a tratar de cubrirse el rostro con los antebrazos. Y mientras aporreaba su gran cuerpo, susurraba cosas ininteligibles para los demás y aumentaba el volumen igual que la violencia que ejercía. Todos los insultos que se le cruzaban por la mente y los que había oído durante toda su vida. Los dos chicos que lo acompañaron se miraron un segundo.
El tipo estaba hecho un desastre, no podía sacarse al más bajo de encima porque estaba demasiado ocupado tratando de bloquear sus ataques, y no podía mover el cuerpo más allá de patalear un poco porque sus brazos estaban firmemente aprisionados.
Por no decir que el rubio estaba sentado encima de su pecho, muy cerca de su cuello, y al estar tanto tiempo allí empezaba a costarle el respirar.
̶ ¡Para, para! – Jadeo ladeando la cabeza a un lado y cerrando los ojos.
̶ Mírame cuando te hablo, perra – Una bofetada cruzo su rostro he hizo que la cabeza del tipo se dirigiera con rapidez hacia la dirección contraria. Los que observaban en silencio componían expresiones de dolor a pesar de no estar siendo golpeados.
Un par de ojos lo veían desde la puerta con una turba quietud.
Los ojos del muchacho giraron hacia arriba y su cuerpo tembló un segundo. Vance se quito de su encima y se levantó, mirándose las maltratadas manos un segundo. Mientras el hombre intentaba alejarse a rastras, el rubio lo tomo fuertemente del brazo volviendo a clavar sus dedos en su piel y lo levanto como si no fuera la gran cosa. Lo mostraba bizarramente hacia los presentes.
̶ ¿Alguien más tiene algún problema conmigo y Bruce, ah? – Preguntó, observando a los demás niños. Todos negaron rápidamente.
Vance llevo su mano libre hacia el bolsillo izquierdo de su chaleco. Cuando sus dedos tocaron el mango desgastado y liso de la navaja, sonrió cínicamente. Todos aquellos que ya tenían muy en claro su reputación, dieron un respingo.
̶ Esto es para que me recuerdes, no lo olvides – El tipo apenas pudo abrir los ojos y notar a duras penas la hoja filuda acercarse a su piel. Estaba demasiado débil y sus esfuerzos por escabullirse no sirvieron de mucho. Mientras más tiraba, el agarre del ojiazul se hacia más fuerte. Intento gritar, intento rogarle con los ojos a cualquiera de los jóvenes que lo ayudaran, pero ninguno se interpuso, ni siquiera el encargado del Arcade.
Mientras la hoja cortaba torpemente debido al brusco movimiento, alguien se dio media vuelta y dejo de mirar el espectáculo para volverse a sentar en la vieja banca, decepcionado. Muy, muy decepcionado.
El tipo se desgañito y grito, pero nadie hizo nada. Vance termino de tallar su nombre en uno de sus brazos y lo dejo caer al suelo. A diferencia de la tienda de comestibles, el muchacho encargado del local ni se inmuto en llamar a la policía o a su gerente. Era un joven no mayor a los que estaban presentes y la verdad es que mientras las maquinas no sufrieran ningún daño allí se podía hacer lo que uno quisiera.
Tímidamente, el chico que había estado más cerca de la pelea se acercó por detrás y tomo la mochila del hombre desfalleciente en el suelo. El ojiazul lo volteo a ver con cara de pocos amigos, y de inmediato el menor levanto las manos como si intentara dejar en claro que no era una amenaza. Metió la mano dentro del morral y saco un puñado billetes. Los contó, devolvió un par y se fue.
Como si se tratara de una señal, más chicos se acercaron al bolsón y empezaron a sacar sus pertenencias. Entre dinero, dulces y lo que parecían ser dos artilugios para hacer travesuras.
A Hopper no le importaba eso, paso por encima del cuerpo del tipo no sin antes patear un poco su rostro lloroso y se encamino por fin hacia el mostrador del Arcade.
̶ No hubo apuestas hoy – Dijo el encargado, contando algo de dinero en la máquina registradora – Hiciste todo tu show por nada, no te voy a dar nada.
̶ No lo hice por las apuestas. No hoy.
̶ ¿Qué quieres?
Vance lanzó algunas monedas sobre la taquilla.
̶ Una pelota de basquetbol, una buena.
El joven se agacho unos momentos debajo del escritorio y cuando se levanto tenia una pelota algo sucia pero funcional.
̶ Tomalá y no me jodas. Y la devuelves tal y como esta o me meteré en problemas.
El ojiazul le saco el dedo del medio y se fue.
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