Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐏𝐇𝐀𝐍𝐓𝐎𝐌 𝐑𝐎𝐔𝐆𝐄🕷️

🔮 𓍢ִ໋🕷️𝐏𝐇𝐀𝐍𝐓𝐎𝐌 𝐑𝐎𝐔𝐆𝐄 '✦ ˑ ִֶ 𓂃⊹  IKIWAII fanfiction. ᶻ 𝗓 𐰁

La primera película no canon de Hunter x Hunter! Prepárate para una lectura extensa de más de 10.500 palabras. Puedes tomar un descanso en cada parada, pues el capítulo está dividido en cuatro partes separada por un banner. Ponte cómodo y disfruta...  

︶꒦꒷🕷࣪꒷꒦︶

 🍮 !? 1/4 𝐋𝐀 𝐋𝐋𝐄𝐆𝐀𝐃𝐀 𝐃𝐄 𝐔𝐍 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐎 𝐑𝐄𝐓𝐎. HXH 

.  .  .

UN FUERTE RAYO RESONÓ EN LA OSCURA CIUDAD, iluminando por un momento el sombrío semblante de un joven, escondido detrás de una chaqueta negra que tapaba parte de su rostro que impedía verlo correctamente.

Sus oscuros ojos azules observaban desde un alto edificio un grupo de niños jugando con un balón, sin importarles la lluvia que mojaba sus ropas, reían sin parar, divirtiéndose entre ellos mientras se quitaban la pelota.

― ¿En qué estás pensando? ― La voz de su hermano mayor lo asustó. Sus ojos se abrieron de golpe, escuchando las palabras en su cuello, erizándole la piel. Lentamente, se dio la vuelta, encontrándolo más alejado.

― Hermano, ¿Cuándo llegaste?

― ¿Acaso no es obvio? Yo siempre he estado aquí. Siempre estoy observándote.― Su larga y oscura melena negra se escurría por sus hombros y cara, dándole un aspecto aterrador junto a sus oscuros ojos negros, como dos cuevas profundas y vacías. ― Así es que mi hermano pequeño está realizando un importante trabajo.

― Estoy bien por mi cuenta.

― Eso no está bien. Es mi deber como hermano mayor enseñarte a ser un asesino perfecto. ― El menor dejó escapar un bajo suspiro con su ceño fruncido, escuchando con atención las palabras del mayor. El sonido de un carro llamó su atención. ― Ellos ya están aquí.

Observando la calle desde el edificio, notaron como tres carros de color negro parqueaban a un lado de la acera, y luego de unos minutos, una persona salió del apartamento, escoltada por dos sujetos grandes.

― No muestres tu sed de sangre hasta que llegue el momento de matarlos. No pienses en nada, sino únicamente en tu objetivo.

― Si. ― Respondió el menor, bajando su mirada. Las gotas golpeaban su capota y se escurrían por algunos mechones de cabello blanco que sobresalía.

― ¿Tienes miedo?

― No realmente.

― Eso es lo que te hace ser uno de los Zoldycks.

Killua dio un paso, lanzándose del edificio con las manos en sus bolsillos, cayendo al vacío. Sus manos se abrieron y se convirtieron en filosas garras, y en apenas un movimiento cayó al suelo, rasgando el cuello de su objetivo.

El sonido de un arma resonó por el lugar, pero ninguna le dio al pequeño chico, quien acabó con tres vidas en una sola noche. Las sirenas de los carros de policía empezaron a sonar, alarmadas por la sangre en el sitio, pero ya era muy tarde, pues el responsable se alejaba por un angosto camino entre dos edificios.

Un balón de fútbol se atravesó en su camino, y dejó de caminar.

― ¡Hey, pásanos la pelota! ― Un pequeño niño sacudió su mano con una sonrisa, notando la mirada confusa del chico, quien tan pronto iba a dar un paso, permaneció inmóvil al ver como su hermano mayor se acercaba al balón.

― Solo para recordarte. Tú no necesitas tener amigos. ― Sosteniendo el balón en sus manos, miró fijamente a su hermano menor. ― Incluso si haces amigos, tú solo los traicionarás. Y aunque tú no traiciones a tus amigos, ellos lo harán.

El menor frunció su ceño sin decir nada, escuchando las palabras que el mayor no se cansaba de repetirle. De repente, la mirada de su hermano se desvió hacia los niños, y Killua frunció aún más su ceño.

― Y algún día, tú los matarás así. ― Dejando caer la pelota, empezó a correr a una velocidad increíble hacia los menores, quienes esperaban su balón pacientemente. Sus caras poco a poco cambiaron a una de terror, viendo de frente las oscuras cuencas de su asesino.

― ¡Detente!― Las paredes se mancharon de sangre, escurriéndose junto con la lluvia. El balón rebotó por última vez, y los pequeños niños cayeron al suelo sin siquiera darles tiempo de gritar. ― ¡DETENTE!

Killua respiro agitadamente, aferrándose a la pared con fuerza mientras las gotas de sudor bajaban por sus mejillas y frente, aterrado por el fugaz recuerdo que había interrumpido su sueño. Observando a ambos lados, examinó la pequeña cabina del tren donde se encontraba.

― ¿Le sucede algo, señor?― Una mujer con traje de azafata se acercó a la puerta, asomando una amable sonrisa.

― Ah... No, no es nada. ― Respondió, con una pequeña mueca apenada.

― Tomará algún tiempo llegar a la ciudad de Shanha, por favor duerma bien.

― Sí, muchas gracias.

― Discúlpeme entonces, me retiro.

La mujer se alejó, dejando al menor, quien suelto un suspiro, recostando su codo en el marco de la ventana, bajando su mirada aun con un semblante cansado. Luego de unos segundos levantó su mentón, encontrando a sus amigos profundamente dormidos.

Gon, el peliverde, quien permanecía con sus ojos cerrados, apoyado en el espaldar. A su lado, Jisoo, la chica de pelo largo, quien apoyaba su cabeza en el marco de la ventana, escurriendo sus mechones de pelo.

Una pequeña sonrisa se asomó en sus labios.

Yo nunca... Los traicionaría.

La nave casi llegaba a su destino, y la luz del sol no tardó en iluminar el cielo, despejando la oscuridad de la noche. Killua aún permanecía observando a sus amigos, especialmente a la pelinegra, quien dormía con una pequeña mueca, susurrando algo. Parecía estar en una posición incómoda, pero aun así, no era impedimento para que ella continuara durmiendo.

A un lado, Gon empezó a despertar, abriendo sus ojos lentamente, encontrándose con la divertida imagen de su amigo observando a Jisoo con una sonrisa.

― ¿Killua, sucede algo?

― ¿Cómo qué?

― ¿No estabas viendo a Jisoo?

― No lo hacía.

― ¡Estás mintiendo! ¡La estabas viendo con una sonrisa!

― Te digo que no.

― Esto es sospechoso...

― ¿Qué cosa? ¡No la estaba mirando!

La discusión de ambos fue interrumpida por la voz de una mujer, la mujer vestida de azafata se acercó con su ceño fruncido.

― Algunos pasajeros como la dama a su lado están intentando dormir, por favor, tenganlo en cuenta.

― Si, lo siento. ― Respondió Killua sin darle importancia, y la mayor se fue del lugar. Gon dejó escapar una risita divertida, notando la mueca en la cara de su amigo.

― Pues tú estabas roncando. ― Dijo el albino, desviando la mirada.

― ¿Roncando? Pues tú hacías sonar tus dientes mientras dormías.

― ¡No mientas!

― ¿No eras tú el mentiroso?

― ¡¿Qué?!

Jisoo asomo una mueca, ladeando la cabeza aun adormilada. Sus amigos empezaban a levantar la voz, y ella no era la única incomoda, pues a su alrededor las personas empezaban a despertar.

― ¡Tu eras el que estaba mintiendo hace un momento!

― ¡Callate, es porque estabas diciendo estupideces!

― ¡No eran estupideces! ¡Era cierto! ¡Estabas viendo a Jisoo!

― ¡Te dije que no la estaba mirando!

― ¡Señores! ― Una mujer con una mueca furiosa apareció en la sala, asustando a más de un pasajero. Inclusive, Jisoo abrió sus ojos, quedando horrorizada, quitándole todo el sueño que le quedaba en apenas un segundo. ― ¡Permanezcan en sus asientos! 

La nave se detuvo en el aeropuerto y las personas empezaron a bajar. Jisoo asomo una sonrisa, caminando con emoción cargando una pequeña maleta en sus hombros, viendo de lejos a uno de sus mejores amigos.

― ¡Leorio!

― ¡Eh! ¡Jisoo, Gon, Killua!

Luego de ir en aeronave viajaron en tren, y luego en Taxi, siendo guiados por su amigo, quien les contaba información importante antes de llegar a su destino.

― ¿Un sobreviviente de la tribu Kurta? ― Pregunto Gon, asomándose en el espaldar de la silla del carro.

― Si. Había alguien en esta ciudad que parecía ser de la misma tribu. ― Respondió.

― Pero no era de la tribu Kurta...― Susurro Jisoo, recibiendo una mirada curiosa por parte de su amigo albino.

― ¿El Ryodan los aniquiló hace cinco años, cierto?― Inquirido, notando como todos afirmaban con sus cabezas.

― Había muchas posibilidades de que fuera falso, así que contacté a Kurapika para asegurarme que lo fuera. Lo seguí. ― Explicó, escuchando la exclamación de confusión de los menores. ― Kurapika se vuelve imprudente cuando se involucra con el clan Kurta, así que necesitaba a alguien sensato como yo a su lado.

― ¿Entonces cómo les fue? ― Pregunto el albino, asomando una sonrisa, notando la mirada apenada del mayor.

― Bueno... Encontrar a alguien que solo había visto una vez fue bastante difícil. Cuando estábamos a punto de rendirnos y volver al hotel, vimos a un chico que Kurapika parecía conocer. Hice todo lo que pude para ayudar, pero al final sus ojos fueron robados.

Los menores permanecieron en silencio por un momento, asomando semblantes preocupados. Había sido una sucia trampa tendida para conseguir lo más preciado de su amigo.

― ¿Qué le pasó a Kurapika? ― Pregunto Jisoo.

― Le di primeros auxilios y ahora están en un hospital en la colina.

Luego de unos minutos el carro se detuvo frente a un pequeño hospital. Luego de pagar, Leorio guió a sus amigos a una gran habitación con una ventana al final, donde a un lado descansaba Kurapika acostado en una cama.

Gon lo busco, notando como su amigo descansaba con una venda alrededor de sus ojos. Sin demorar, se acercó a él junto a Jisoo.

― Por ahora, su vida no corre peligro, pero no despertara. ― Leorio guardó las manos en sus bolsillos, con una ligera mueca. ― Perdió la conciencia.

Jisoo se sentó en el suelo, posando sus manos sobre la camilla, sin saber qué hacer. Su amigo estaba en mal estado, sin sus ojos. A un lado, Gon agarro la mano del rubio, llamando en voz baja.

De repente, el mayor entreabrió sus labios, sin decir nada. Estaba despierto.

― ¡Leorio, Kurapika esta...! ― Rápidamente Killua y el hombre de corbata se acercaron, rodeándolo, expectantes. Kurapika movió su cabeza lentamente, asomando una sonrisa.

― ¿Eres tú, Gon? ― Susurro. Los presentes asintieron con entusiasmo, pues parecía estar mucho mejor que antes según lo que les había contado el mayor. ― Lo siento... ¿Ustedes vinieron por mí? Leorio, ¿Después de lo que paso yo...?

― Has estado durmiendo desde entonces. Hace exactamente tres días.

― Oh, entiendo... ― El rubio intentó levantarse, reprimiendo un bajo quejido de dolor. Jisoo se acercó, y sin pensarlo impidió que se levantara, empujando sin fuerza nuevamente para que se recostara en la almohada.

― ¡No te excedas, Kurapika! ― Exclamó con preocupación, frunciendo sus cejas. A un lado, Leorio se acercó con una mueca.

― No te rompiste ningún hueso, pero recibiste una fuerte paliza. Tienes fisuras también.

― Pero si no voy ahora...

― No podras hacer nada contra ese tal Pairo de todas formas. ― Dijo el mayor con preocupación, acomodando a su amigo. ― Tus ojos fueron su objetivo desde el principio.

― No lo creo. ― Negó, dejando escapar un bajo bufido. ― Que alguien como él pueda ser el verdadero Pairo... No, solo tal vez, Pairo realmente escapó de esa tragedia-

― ¡No! ― Exclamó Leorio, frunciendo su ceño. Kurapika bajo su mirada. ― Si ese tal Pairo realmente era tu amigo, ¡No habría hecho algo tan cruel!

― Así es... Quiero pensar que fue así. ― Susurro.

― Oye, ¿Podrías decirnos más sobre Pairo? ― Pidió Gon, con notoria curiosidad en sus ojos.

― ¿Era del clan Kurta al igual que tu, verdad?― Pregunto Killua.

― Pairo era mi irremplazable mejor amigo con quien compartía mi sueño. ― Explicó, asintiendo levemente. ― En aquel entonces, vivía con mis 128 hermanos en un hermoso bosque, eran mi mundo entero. Hasta que leí ese libro.

Jisoo recostó sus brazos en la camilla, escuchando atentamente con curiosidad al igual que sus amigos, quienes no alejaban su mirada de Kurapika.

― El libro era de una mujer llamada Sheila, nos lo dio después de ayudarla. Tenía historias sobre las aventuras de un Cazador. Usando un diccionario, nos sumergimos en la lectura y soñábamos con el mundo exterior. Pero en realidad necesitas hacer una prueba para ir al mundo exterior. Luego de pasar las pruebas de conocimiento y lenguaje tome la última prueba... Una prueba de autocontrol.

Tenían que hacer algunas compras en un pueblo cercano, ir al mundo exterior solo para cumplir la prueba. Era simple, comprar todo lo de la lista y volver en un día sin usar sus ojos escarlata.

Kurapika y Pairo hicieron las compras, y ya estaban listos para irse. Pero no todo era como esperaban. Un pequeño incidente que se había salido de control provocó su ira, pues no permitiría que insultaran a su amigo, quien sin querer se había estrellado con un sujeto. Sus ojos se tornaron rojos y las personas alrededor se dieron cuenta, y aunque solo fueran niños, se asustaron al ver sus ojos, que según sus palabras, eran de un demonio.

Aun así, había logrado pasar la prueba gracias a Pairo, y así nadie supo lo que había ocurrido.

― Después de que pase, salí a una travesía al mundo exterior para encontrar a un doctor que curará los ojos de Pairo. Durante esas seis semanas, las noticias de la masacre del clan Kurta llegaron. ― El sol empezó a esconderse, y la tenue luz de la tarde iluminó la cara de los presentes. ― Los 128 habitantes del bosque fueron asesinados, y en la escena del crimen los culpables dejaron un mensaje: "No dejamos a nadie, así que no tomes nada de nosotros."

― Así que ese era el Ryodan...

El silencio en la habitación fue interrumpido por una mueca asustada de su amigo rubio. Su mirada se levantó y abrió su boca con asombro.

― ¡Puedo ver algo! ― Todos cambiaron sus caras a muecas asombradas, escuchando a su amigo, quien frotaba su frente. ― Un Ocaso...

― ¿El Ocaso? ― Sin demorar, Leorio se acercó a una de las ventanas, observando a lo lejos cualquier cosa que pudiera guiarlos. ― No debe estar muy lejos. ¿Puedes ser más específico? Puede que seamos capaces de identificar el lugar.

― Si... ― Kurapika asintió, haciendo un esfuerzo, logrando ver una imagen algo borrosa desde otro lugar. ― Más allá del horizonte... Una línea de montañas... Hay una extraña roca en una montaña con un agujero en ella. Un río... Veo un río a la derecha. Espera, alguien apareció.

― ¿Qué? ¿Es el culpable? ¿Cómo se ve? ― Pregunto Killua, acercándose.

― Tiene una perforación en la boca. Viste ropas negras como la de un cura. ― Su cuerpo empezó a temblar y su voz flaqueó. ― En su palma... ¡Un tatuaje de la Araña!...

Jisoo frunció su ceño con preocupación, mientras a un lado Gon y Killua asomaban muecas molestas, y Leorio se apoyó en la ventana, intentando buscar algo por la ventana que cupliera con la descripcion de su amigo.

― Ya no puedo ver nada. ― Aviso, recostandose con un semblante cansado. ― El número era el cuatro como el de Hisoka. Pero hay dos número cuatro...

― ¿Eso significa que cambiaron a Hisoka por un nuevo número cuatro?― Susurró el albino.

― Esperen. ― La voz de Leorio los interrumpió, y acercándose con una pequeña libreta la dejó en la cama. ― Primero recuperemos los ojos de Kurapika. Busquemos un lugar así y encontraremos al sujeto que robó sus ojos.

Los menores examinaron el dibujo, asomando muecas de confusión.

― ¿Qué es esto?, quiero decir... ― Killua desvió la mirada con una mueca. ― Está muy feo, no entiendo nada.

― ¡Killua! ― Lo reprendió Jisoo, negando con una pequeña sonrisa divertida. El alvino frunció sus labios, desviando su mirada sonrojado. ― ¿Es importante si está feo?

― ¡Pero está bien! En momentos como este... ¡Podemos usar la información del sitio para Cazadores! ― Dijo Gon con una sonrisa mientras Leorio asomaba una mueca.

― Es la mejor opción. ― admitió Kurapika.

Solo necesitaron un pequeño lugar con computadoras y la licencia de Jisoo para encontrar todo tipo de información, pero para su mala suerte, había muchos lugares a su alrededor parecidos con la descripción de kurapika.

Tendrían que buscar uno por uno.

― Me encantaría ir con ustedes pero... ― Susurro Leorio, siendo interrumpido por el peliverde.

― ¡Quédate cuidando a Kurapika! Nosotros nos encargaremos de encontrar el lugar. ― Dijo el menor, recibiendo una afirmación de su amigo myor. Observando a sus amigos, sonrió. ― ¡Jisoo, Killua, vamos ahora mismo!

― ¡Si, vamos! ― Asintió la ojirosa, corriendo junto al peliverde. Antes de poder salir del lugar, la voz de Killua frenó sus pasos.

― ¡Jisoo, dejaste tu licencia! ― La joven se dio la vuelta, con una pequeña sonrisa.

― Si quieres la puedes llevar, ― Dijo, notando la mueca en los labios de su amigo ― ¡Vamos rápido Killua! ¡No te demores!

― ¡Ya voy! ― Dijo, negando levemente con una pequeña risita mientras guardaba la licencia en su bolsillo. ― Supongo que no tengo otra opción.

― Los llamare ocurre algo nuevo. ― Aviso el mayor, cerrando la computadora mientras se levantaba de la silla.

― Si, encontraremos el lugar.

Las palabras de su amigo fueron interrumpidas por Jisoo, quien lo agarró de la mano, ofreciéndole un semblante entusiasmado. El albino se sonrojo, frunciendo sus cejas sin entender.

― Te demoras mucho, ¡vamos!

― No seas intensa, ya voy.

― ¿Intensa? ― Un suave golpe en su cachete provocó que frunciera su ceño, sintiendo sus mejillas empezar a sonrojarse. ― ¡Oye! ¿Qué tienes en contra de mis mejillas?

Dejando escapar una risa por ese comentario, Killua empezó a correr junto a Jisoo, tomados de las manos. De esa forma, junto a su sonriente amigo peliverde buscaron por toda la ciudad, hasta finalmente llegar a una gran montaña donde se podía ver todo.

― ¿Desde aquí es todo lo que se puede ver del distrito Totori? ― Pregunto Gon, observando alrededor con atención. Todos los pueblos y árboles parecían pequeña hormigas.

― Si. Incluso si revisamos uno por uno, tomará dos o tres días. ― Asintió Killua.

― En ese caso démonos prisa. ― El peliverde señaló a lo lejos. ― Miraré desde la ciudad.

― Yo buscaré al otro lado. ― Jisoo observo una parte de la ciudad más alejada, tapando su frente del sol con una mano.

― Entonces partiré desde allí. ― Killua señaló al otro lado para luego guardar su mano en el bolsillo de su pantaloneta. ― Bien, ¿donde nos reunimos?

― ¿Ven el reloj de la torre en medio de esa ciudad? ― El albino y la ojirosa asintieron, observando como muy lejos en una pequeña ciudad como sobresale esa estructura. ― ¿Qué tal si nos juntamos ahí a las seis de esta noche?

Preguntaron por todos los lugares, buscaron por todos lados, pero aún no encontraron nada. Eran muchos lugares para buscar, y algunos podrían ser similares. Poco a poco se volvía de noche, y finalmente llegó la hora para encontrarse.

Con una mueca cansada, Jisoo escaló la torre del reloj con pereza. Observando hacia arriba, encontró al albino, quien le ofreció la mano, ayudándola a llegar.

― ¿Y bien? ¿Encontraste algo? ― Pregunto el albino, con la manos detrás de su cuello, observando a su amiga con curiosidad.

― No. No encontré nada. ― Admitió, y apenas llego se sentó en el suelo, ofreciéndole una animada sonrisa al albino, quien la observaba aún en pie, pues luego de unos segundos se sentó a un lado de ella. ― Busqué en muchos lugares pero no había nada... ¿Cómo te fue a ti?

― Mmm, bueno. Tampoco encontré algo útil. ― Respondió, observando la vista de la iluminada ciudad que le ofrecía el lugar donde se encontraban.

― Es una lástima... ¡Pero estoy segura de que encontraremos algo! ― Dijo, asintiendo con una mirada decidida. ― Me da miedo pensar que hay alguien por ahí que le quitó los ojos a Kurapika.

― Si, también es extraño que el probable culpable tenga el número cuatro del Ryodan. ― Asintió Killua, observando de reojo a Jisoo, quien recostó sus brazos cruzados sobre sus rodillas que se encontraban pegadas a su pecho, intentando cubrirse. ― ¿Tienes frío?

― ¿Tú no? ― Pregunto, ladeando la cabeza, desviando su mirada al alvino, observandolo a los ojos. Una sonrisa traviesa apareció en sus labios ― ¿Me vas a ofrecer una chaqueta como en esas películas románticas?

― ¿Eh..? ¡¿Qué?! ― Jisoo dejó escapar una risa, negando con diversión, notando la expresión sonrojada de su amigo. Killua frunció sus cejas, observándola apenado. De repente, una sonrisa burlona decoró su semblante. ― No tengo una chaqueta, ¿Quieres un abrazo?

― ¡¿Ah?! ¡O-oye, eso es trampa! ¡Es imposible negarme! ― Exclamó la ojirosa, negando de brazos cruzados mientras reía con sus mejillas de un suave tono rojo. A un lado, el ojiazul rio levemente, tapando su rostro, fingiendo estar molesto, escondiendo la mueca apenada que decoraba su semblante.

― Solo bromeó, tonta.

― ¡Eh..! ¿No me vas a dar un abrazo?

― Ya quisieras.

Ambos se dejaron caer sobre el suelo de aquella construcción sin paredes, dejando sus piernas flotando. Ambos se miraron, riendo al mismo tiempo, con un tierno sonrojo en sus mejillas y un brillo inocente en sus ojos. Tal vez ya eran más de las seis, y Gon aún no llegaba. Era completamente de noche, las luces de la ciudad iluminaban todo dándole un toque animado.

― ¿Qué hora es? ― Pregunto Jisoo, observando a su amigo de reojo, quien sacó el celular de su bolsillo, dejando una de sus manos detrás de su cabeza.

― Las siete... ― Respondió, frunciendo su ceño. ― Pensé que nos encontraríamos a las seis.

― Vamos a buscarlo, debe estar cerca. ― Jisoo se levantó del suelo, estirando sus brazos. Killua se puso de pie rápidamente, asintiendo con un semblante molesto. ― ¡No te preocupes! Tal vez está distraído en alguna tienda.  

No, no estaba distraído en alguna tienda de juguetes o dulces.

Una mueca molesta apareció en la cara de Killua, a diferencia de Jisoo, quien sonrió amablemente, acercándose a su amigo y al desconocido. El peliverde hablaba animadamente con un pequeño y delgado niño rubio, quien cargaba un títere. 

🎀🧸?! 2/4 𝐓Í𝐓𝐄𝐑𝐄 𝐃𝐄 𝐀𝐂𝐄𝐑𝐎 𝐘 𝐔𝐍 𝐄𝐍𝐅𝐑𝐄𝐍𝐓𝐀𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎. HXH 

.  .  . 

― ¡OH, JISOO, KILLUA! ― La atención de Gon se desvió completamente a sus amigos, saludándolos con la mano de forma animada. Con una sonrisa, se acercó a sus amigos. ― ¿Cómo les fue?

― No encontramos nada, ¿Y tú? ― Pregunto el albino, con las manos en sus bolsillos.

― No lo pude encontrar. ― Admitió, frotando su cabeza con una ligera sonrisa apenada.

― Tendremos que seguir buscando, es un lugar muy grande. ― Dijo Jisoo. Su mirada examinó al pequeño chico que se acercaba, y asomó una pequeña sonrisa. ― ¿Quién es?

― Oh, deberían presentarse. Este es un fabricante de títeres, Retz. Nos conocimos y nos hicimos amigos. ― El peliverde lo señaló, y el pequeño rubio les estrechó la mano.

― Mucho gusto. ― Killua la observó en silencio, sin aceptar la mano, demostrando notorio disgusto. El chico rubio asomo una pequeña mueca confundida. Al notar esto, Jisoo río de forma nerviosa, acercando su mano y agitarla animadamente.

― El gusto es mío, Retz. Me llamo Jisoo. ― Se presentó, ofreciéndole de reojo una mueca molesta al albino, quien alejó su mirada con sus labios fruncidos.

― ¡Retz es increíble! ― Exclamó Gon, con una sonrisa, lo que provocó el enojo del albino ― La muñeca que creó parecía estar viva-

― En lugar de eso, ¿No tenemos trabajo que hacer? ― Interrumpió Killua.

― Es cierto. También le pregunté a Retz sobre el lugar. Tenía una corazonada, así que buscamos juntos. ― Gon pasó su brazo sobre el hombro del rubio, quien entreabrió sus labios con sorpresa y asomo una mirada tímida. ― Buscamos alrededor, pero no pudimos encontrar nada hoy. ¡Pero no se preocupen! Mañana también nos ayudará.

― ¿En serio? ¡Muchas gracias, Retz! ― Jisoo asintió con un semblante feliz, observando con curiosidad al pequeño chico de piel blanca y tersa, ojos como cristal y pelo rubio. Parecía una muñeca, lo que le causó ternura en la ojirosa.

Killua frunció su ceño, notando la curiosa mirada de su amiga sobre el niño nuevo.

― Se está haciendo tarde, así que busquemos mañana en los lugares faltantes. ― Su voz era tímida, tal vez por los jóvenes que parecían ser mayores que él.

― Suena como una historia sombría. ¿Gon, porque trajiste a alguien con nosotros?

Jisoo frunció su ceño, ofendida por lo que había dicho su amigo de pelo blanco. Igualmente, el peliverde y Retz asomaron muecas en sus labios al escuchar eso. La ojirosa negó levemente, intentando calmar la situación.

― Killua, no tienes por qué decir eso-

― La parte de tener una corazonada también suena sospechoso. Podría ser un ladronzuelo o algo así.

― ¿Cuál es tu problema? ¡Estoy ayudando porque Gon me lo pidió! ¿Por qué eres tan grosero? ― El chico se acercó, con una mirada molesta. ― ¡Pídeme disculpas!

Los ojos oscuros de Killua brillaron con enojo, sintiendo una mezcla de sentimientos en su pecho. La mirada sorprendida de Gon y los rosas ojos de su amiga observándolo lo bloquearon. Un impulso empezó a crecer en su pecho, pero cuando se dio cuenta ya era muy tarde.

― ¡Cállate! ― Y sin pensarlo, empujó al pequeño rubio.

― ¡Retz! ― Gon se acercó corriendo a su nuevo amigo, quien cayó algunos metros lejos con solo un pequeño empujón de Killua, quien permaneció inmóvil.

Las personas empezaban a mirar lo que sucedía, mientras que otras seguían su camino.

― Killua... ― Jisoo se acercó, posándose frente a él con su ceño ligeramente fruncido. Su mirada azul la examinó, fijándose solamente en ella y su mirada de preocupación. ― ¿Qué ocurre? 

El albino levantó lentamente su mirada, para luego mirar su mano y volver a fijar su vista en Retz con su ceño fruncido. Posando su mano sobre el hombro de Jisoo, dio un paso al frente, pasando a un lado de ella.

― ¿Acaso tú...? ¿Eres una chica? ― Pregunto el albino, con molestia.

El peliverde se sonrojó levemente, mientras la ojirosa retrocedía con sorpresa, también con un pequeño sonrojo, frunciendo sus cejas, y sin poder evitarlo le dirigió a Killua una mirada de desaprobación. Retz bajo su mirada, apretando sus labios.

― ¿¡Una chica!? ― Exclamó Gon sin miedo a que lo escucharan, sin esconder su cara de total sorpresa.

(🎀)

― No fue mi intención engañarte ni nada. Es peligroso para una chica viajar sola, así que pretendo ser un muchacho cuando hago presentaciones con mis títeres en la calle. ― Retz observó a Gon, posando las manos sobre sus piernas, bajando la mirada apenada.

Sobre la mesa del pequeño restaurante al aire libre, algunos platos de comida se encontraban servidos. Jisoo le dirigió una mirada de comprensión, Gon asintió con sorpresa, y Killua se tambaleaba en la silla sin darle importancia a sus palabras.

― Eso pasa mucho de todos modos. ― Dijo el albino, con las manos detrás de su cuello. Gon asomo una sonrisa.

― Hablas como si lo hubieras sabido todo el tiempo, tú tampoco lo sabías.

― Cállate.

Jisoo dio un bocado a su comida, ofreciéndole una sonrisa a la chica frente ella, quien también sonrió de forma apenada, jugueteando con sus manos.

― Eres una joven muy bonita, de rasgos delicados y lindo pelo. Antes pensaba que solo se trataba de un chico atractivo, como Kurapika, que tiene rasgos delicados... ― Opino Jisoo, ladeando su cabeza con un semblante divertido, notando como Retz entreabrió sus labios de forma apurada sin saber qué decir.

― ¿Un chico atractivo? ― Killua frunció su ceño, cruzando sus brazos, observando a Jisoo con leve molestia.

― Sí, como tú.

― ¿¡Ah?! ¿E-ser-

― Ya quisieras. ― Jisoo imitó la voz de su amigo ojiazul, provocando que él frunciera su ceño.

Jisoo río de forma animada, palmeando la espalda de su amigo. Gon se juntó a la risa, molestando al albino, picando su espalda mientras repetía las palabras de su amiga, provocando que el albino se sonrojara.

Retz observó en silencio, y la pequeña sonrisa que apareció en sus labios se convirtió en una carcajada.

― Los tres son muy cercanos. Eso es envidiable. ― Acepto la joven de pelo rubio, asomando un semblante enternecido.

― No realmente. ― Dijo Killua, frunciendo su ceño y alejando la mirada.

― Te gusta llevar la contraria, ¿eh? ― Susurro Jisoo, riendo en voz baja solo para que el ojiazul la escuchara. El albino negó suavemente con una mueca, dándole un bocado a su comida.

― ¿Así que viajas sola? ― Pregunto Gon, acercándose a Retz.

― Sí, mi hermano mayor es un fabricante de muñecas. Pero yo quiero ser un profesional, así que practicó en espectáculos callejeros mientras práctico que viajo sola por ahora. ― La chica se agachó, agarrando un muñeco de madera, sentándolo en sus piernas. ― Este tipo es mi mejor amigo. Lo hice yo, ¡Por supuesto!

― ¡Eso es increíble! ¡Definitivamente, serás una gran fabricante de muñecas!

― ¡Gracias!

― ¿Puedo ver a tu amigo? Es increíble, eres realmente talentosa. ― Jisoo asomo una sonrisa, entusiasmada por el talento de la pequeña niña. Retz asintió, dejándolo sobre sus manos.

La joven lo alzó, asomando una mirada curiosa. Su mirada se desvió de repente al sentir los intensos ojos de Killua sobre ella. Con una risita, se lo extendió.

― ¡Mira, Killua! ¡Es muy lindo! ― Exclamó, moviendo los brazos del títere como si estuviera bailando.

― Um, tiene ojos preciosos. ― Admitió.

― Jisoo, Gon y Killua también. ― Las palabras de Retz sorprendieron a los jóvenes. ― Los ojos de Gon son completamente transparentes. Jisoo tiene una chispa brillante de vida en sus ojos rosas. Los tuyos están teñidos en la oscuridad, pero son puros.

― Basta, eso es espeluznante. ― Exclamó Killua.

― ¿Espeluznante? ¡Me pareció muy tierno, Retz! ― Jisoo rio levemente, asomando un semblante enternecido.

― ¡Estás avergonzado, no! ― Las palabras de Gon molestaron al ojiazul, quien se sentó correctamente, dejando de tambalearse.

― ¡De ninguna manera!

― Hacer los ojos de una muñeca es muy difícil. Si vive o muere dependerá de la calidad de los ojos. Si te las arreglas para hacer una muñeca con ojos perfectos ganará un alma. ― Retz levantó su mirada, cambiando su semblante a uno feliz. ― O eso es lo que dicen.

Killua permaneció en silencio, mientras sus amigos continuaban charlando. Sin darse cuenta, lentamente su semblante empezaba a cambiar, hasta ganar la atención de Gon y Jisoo.

Las palabras de la chica resonaban en su mente, distrayéndolo de la realidad. ¿Ojos?

― Killua, ¿Sucede algo? ― Pregunto Gon.

― Oh, no es nada. ― Respondió. Su cara se animó, y agarró su tenedor, buscando que comer de toda la mesa. ― Bien, vamos a comer y a la cama, eso es todo por hoy.

Entre risas y comida deliciosa, los cuatro terminaron de comer, pagando la cuenta antes de ir a una especie de hotel que parecía casi abandonado. Todos en camas diferentes, pero en una misma habitación dormían plácidamente, iluminados por la luz de la luna.

Un sentimiento extraño y la presencia de alguien despertó automáticamente a los mayores.

Jisoo quitó sus cobijas, aun con sus ojos cerrados su ceño se frunció. Intentando quitar el sueño que sentía, se acercó a la ventana en silencio, escondiéndose detrás de Gon, quien observaba la vista con cautela. La oscuridad de la noche les daba un panorama más espeluznante.

Un hombre alto con el pecho descubierto apareció. Piel morena, pelo puntiagudo, y un chaleco de piel los observaba desde el primer piso, frente al hotel, impulsando aura de su cuerpo. No tardaron en reconocerlo, pues su amigo rubio había acabado con su vida.

― Ese es... ― Susurro Killua. El hombre abrió su boca, dejando escapar una especie de niebla mientras hablaban.

― ¿Uvogin...?

― ¡Pero Kurapika lo mató!― El fuerte grito del hombre obligó a la ojirosa a taparse los oídos lo más rápido que pudo, y sin poder evitarlo bajó su mirada con una pequeña mueca en sus labios.

De repente, la ventana explotó por las ondas de sonido, volando miles de pedazos filosos a la habitación que se estamparon por las paredes. Sin pensarlo, con un ágil movimiento, Killua se acercó a su amiga, cubriendo a Jisoo con sus brazos, acercándola a su pecho en un intento por protegerla.

― ¡Te encontré! ― El hombre levantó la voz, observando a los jóvenes fijamente, quienes volvieron a asomarse, sin perder de vista a su objetivo. ― Buscan los ojos del bastardo de las cadenas, ¿No? ¡Vengan acá!

Los dos chicos se miraron entre ellos sin esconder su sorpresa, mientras que Jisoo aún era protegida por los brazos del albino sin poder ver nada, pero tan pronto escucho como el hombre los tenía en la mira no pudo evitar sentir un sentimiento de susto recorrer su cuerpo.

― ¡Idiota! ¡¿En serio crees que iremos?! ― El hombre empezó a generar aún más aura que poco a poco se extendía, en cualquier momento podría explotar todo con su ataque, y Killua no tardo en darse cuenta. Agarrando la mano de Jisoo, empezó a correr― ¡Maldición! ¡Corran!

Gon salto hacia atrás, cargando a Retz rápidamente, quien permanecía en pijama, escuchando todo confundida con un semblante asustado. Por otro lado, Jisoo y Killua corrieron despavoridos, abriendo la puerta para salir rápidamente.

― Big bang... ¡IMPACTO! ― Y con ese puño, toda la entrada principal donde se encontraba su habitación explotó en pequeños pedazos, provocando una pequeña llamarada de fuego.

Los jóvenes cayeron al suelo por el impacto, pero habían logrado escapar. Jisoo frunció su ceño, observando a la menor rápidamente, quien vestía una tierna pijama a diferencia de los demás.

― Retz, tienes que escapar. ― Dijo, con una mirada seria. La rubia se sorprendió, notando la valiente mirada de la ojirosa. Suavemente, negó con nerviosismo.

― Pero...

― ¡No pierdas el tiempo!

― ¡Date prisa!

Escuchando las palabras de los chicos era imposible negarse, pues parecía una orden con el fin de protegerla. Asintiendo, empezó a correr como podía, escabulléndose lejos de aquel lugar.

Ahora sin que preocuparse, los tres observaron al sujeto de Ryodan, quien los buscaba con la mirada entre el polvo que se había levantado por la explosión.

― ¿Por qué ha revivido? ― Inquirió Killua, poniéndose de pie.

― No lo sé, pero si tiene algo que ver con los ojos de Kurapika, tenemos que enfrentarlo.

― Estoy de acuerdo. ― Susurro Jisoo, asintiendo con una mirada decidida.

― No me canso de esta sensación... ― Susurro Uvogin, y se dio la vuelta lentamente, apretando sus puños, observando a los menores. ― ¡Vamos, salgan!

Dando una fuerte pisada, empezó a correr directo a los menores. Sus brazos empezaron a emitir aura, cubriendo su cuerpo por completo. Primero tendrían que medir la fuerza del contrincante.

― ¡Ren! ― El golpe del hombre chocó contra los jóvenes, quienes intentaban no retroceder. La fuerza del hombre era tanta que no resistieron mucho y salieron disparados hacia atrás, estrellándose contra un muro.

― Es muy fuerte... ― Susurro Jisoo.

― ¡No es solo un idiota con músculos!

Sus palabras fueron interrumpidas al notar como Uvogin volvía a dirigirse a ellos, pero esta vez ellos lo esquivaron, e impulsándose con otras paredes se lanzaron hacia él.

Con fuerza lo golpearon, utilizando sus piernas y puños, para luego retroceder. El hombre permaneció congelado, hasta que empezó a reír.

― Me hacen cosquillas... ¡Vuelen! ― Y los volvió a empujar, y sin dejarles pensar, rocas empezaron a volar, amenazándolos con golpearlos de gravedad.

Killua las esquivó fácilmente, pero Uvogin lo tomó por sorpresa y lo empujó a una fuente, para luego correr hacia sus próximas dos víctimas. Jisoo dejó escapar un grito al ser atrapada de una pierna, notando como el hombre abría su boca.

Agarrando una roca, la empujó al hombre, quien la rompió con sus dientes. Luego de hacer aquello la tiró lejos, empujándola a la misma fuente donde se encontraba Killua, cayendo sobre él. Pronto Gon también cayó sobre ella, haciendo una especie de sandwich.

― Luchar contra él es... Imposible. ― El semblante aterrado de Killua preocupó a sus amigos. Estaba sudando frío y sus pupilas temblaban, estaba asustado.

No puedes luchar contra un oponente que no puedes derrotar.

Uvogin se acercó dando fuertes pasos, esta vez, dispuesto a acabar con los niños de un solo golpe, y sin medir su fuerza lentamente se acercaba a su objetivo.

― Primero tenemos que hacer algo sobre su golpe.

― Sí, sí ese golpe nos vuelve a tocar no confió en que saldremos bien...

― Mm, podríamos... ¿Killua, estás escuchando?

Gon y Jisoo observaron a su amigo, quien parecía estar congelado, tan pronto escuchó su nombre despertó, volteando a verlos y asentir levemente.

― ¡Atacaremos su brazo derecho simultáneamente! ― Dijo Gon, mientras sus amigos asentían.

El hombre llegó y los menores lo esquivaron, y sin esperar llenaron sus puños de aura y lo golpearon con todas su fuerza en su muñeca en un intento por debilitarlo.

Pero el hombre río y los empujo nuevamente, golpeándolos con una sonrisa divertida. Jisoo se estampó contra un pilar, seguido de Gon y Killua.

― Sus huesos están intactos... ― Susurro Jisoo, volviendo a levantarse, apretando sus puños. ― ¿Realmente podemos hacer algo?

― Deben correr. ― La voz de Gon tomó por sorpresa a sus amigos.

― ¿Estás loco? Ustedes deberían correr, yo puedo regenerarme. ― Exclamó Jisoo, negando con molestia. Rápidamente, extendió sus brazos cubriendo a sus amigos. ― Va a doler, pero al menos ustedes no morirán.

― ¡Es hora de terminar con esto! ― Uvogin empezó a correr nuevamente en dirección a ellos, y dando un gran salto se impulsó hacia la ojirosa, quien estaba en frente de sus amigos. El peliverde intentó atravesarse, pero alguien más le ganó.

Tres cortes fueron suficientes para que Uvogin se desmoronara en el suelo. Tan pronto los menores vieron la larga melena y la katana en su cintura lo reconocieron.

― Mocosos, ¿Por qué pasan un momento tan difícil contra una simple muñeca?

― ¿Nobunaga?

― Mi cuerpo está hecho de acero. ― Jisoo retrocede al escuchar la voz de la supuesta muñeca, quien se levantaba como si nada, dejando ver su cuerpo en buen estado. ― Tu katana no llegará a mi centro.

― Cierra la boca maldito títere.

― Puedo saborear la alegría de escuchar una vez más gracias a esto. Tengo órdenes de matar a quien se cruce en mi camino.― Dijo Uvogin, con una sonrisa. ― Incluso si el oponente es un antiguo compañero.

― ¡Dije que te calles la boca!

Ambos empezaron a enfrentarse, pero el espadachín se limitaba a esquivar a su antiguo amigo del Ryodan, quien realmente estaba dispuesto a terminar con su vida.

― ¡Bing bang! ¡Impact-

Y reconociendo la abertura en el ataque de Uvogin, logró fracturarlo. Sus piernas flaquearon, su cabeza de títere cayó al suelo, y por último, sus ojos se resbalaron. Estaba vacío por dentro, como un juguete.

― Tus poderes no serían nada sin los ojos de Uvo. ― Nobunaga empezó a caminar, pasando a un lado del hombre.

― Me alegro siendo cortado por ti-

Antes de poder decir algo, el espadachín cortó su cabeza en dos, evitando que pudiera seguir hablando.

― Dije que te callaras. ― Su voz se levantó, y sin prestarle atención a los jóvenes, observó al cielo con un semblante severo, escaso de simpatía. ― ¿Estás seguro de burlarte de los anteriores miembros del Ryodan? Estás ahí, ¿no? Omokage.

Los chicos se miraron entre ellos sin entender nada, cuando una animada risa en la lejanía llamó por completo su atención. A lo lejos en un edificio, una silueta oscura de larga cabellera plateada apareció.

― Maldito... ¿Cómo te atreves a mostrar tu cara?

― A pesar de haber traído a Uvo a la vida... Qué desafortunadas palabras. Esperaba que fueras más agradecido... ― Ambos parecían conocerse. El hombre llamado Omokage rio levemente sin importarle.

― Maldito... ― Nobunaga posó su mano sobre el mango de la katana, formando una especie de círculo a su alrededor.

― La ira es un signo de estar vivo, pero... ― Sus ojos brillaron de un intenso color rojo, casi como dos linternas. Detrás de él, cinco sombras aparecieron.

― ¿El Injuu? ― Las palabras del espadachín fueron interrumpidas al ver el títere de su difunta amiga, su ceño se frunció y miró al hombre con molestia ― Ese hijo de... ¡Incluso usó a Paku!

Gon asintió para él, y cambiando su mirada a una seria, empezó a caminar fuera de su escondite, dejándose ver. Jisoo negó levemente, acercándose a su amigo, quien levantó sus brazos e inflo sus mejillas.

― ¿Eres tú el que robo los ojos de Kurapika? Si es así, ¡devuélveselas!

― Gon- ― Las palabras del albino fueron pausadas por el misterioso hombre, quien asomó una sonrisa.

― Con el tiempo, agregaré tus ojos a mi colección. ― Demandó, posando una mano sobre su cintura, dándole la vuelta, agitando su largo pelo plateado. ― Disfruta de la corta vida que te queda.

― ¡Espera!

― Somos tus oponentes, mocoso.― Un títere de cuencas vacías habló desde lo alto del edificio, acompañado de más marionetas. ― Tenemos órdenes de robar tus ojos.

Los cinco muñecos saltaron a una velocidad increíble, dirigiéndose a los menores. Pero había un problema que estorbaba su objetivo. Nobunaga estaba en el medio, amenazándolos con su poderosa katana. Para sorpresa de todos, antes de que el espadachín pudiera hacer algo unos hilos se atravesaron, atrapando a los títeres.

Una mujer de pelo rosa cayó al suelo, dejando amarrados a los cuerpos vacíos, dándole la oportunidad a su compañero de cortarlos por la mitad. Rompiendo los hilos de Nen, cayeron al suelo en pedazos.

Nobunaga guardó su katana, acercándose a Uvogin en compañía de Machi, y detrás de ellos, los menores se acercaron sin esconder su insaciable curiosidad.

El espadachín sacó un pañuelo, envolviendo algo en ellos.

― ¿Qué es eso? ― Pregunto Jisoo, asomándose a un lado.

― Ese maldito Omokage... Él desentierra la tumba de Uvo y robo sus ojos. Y encima crea un títere de Paku. ― Él se dio la vuelta, protegiendo los ojos envueltos en tela en la palma de su mano. ― Eso significa que aún no termina.

― Vamos, no tenemos más que hacer aquí. ― Machi observó de reojo a los jóvenes, para luego darse la vuelta y saltar, desapareciendo del lugar. Su compañero asintió, pero permaneció cerca de ellos un rato más.

― Parece que están detrás de Omokage, pero es mejor que no estén en nuestro camino. Las arañas deben terminar lo que las arañas empezaron.

Y sin más que decir, desapareció. Los menores lo observaron alejarse, manteniendo un semblante lleno de sorpresa. Al parecer el Ryodan también tenía en su objetivo al hombre que le había quitado los ojos a su amigo. 

🌷🫧!? 3/4 𝐂𝐀𝐒𝐀 𝐄𝐌𝐁𝐑𝐔𝐉𝐀𝐃𝐀 𝐘 𝐃𝐎𝐒 𝐍𝐈Ñ𝐀𝐒 𝐋𝐈𝐍𝐃𝐀𝐒જ⁀➴

.  .  .

JISOO CAMINO POR EL LUGAR HECHO RUINAS, esforzándose por no distraerse y terminar cayendo al suelo. Su mirada se mantenía fija en el piso rocoso, buscando alguna pertenencia que pudiera estar enterrada bajo los escombros. La animada risa de la joven rubia llamó su atención.

― No está roto, ¡Mi amigo está bien! ― Retz levantó su títere, asomando un semblante aliviado mientras permanecía sentada en el suelo. A un lado, Gon asintió con una sonrisa.

― Eso es genial, ¡Retz! ― Exclamó, sonriendo junto a su nueva amiga. Jisoo se acercó, consintiendo la cabeza de la rubia, provocando que la menor sonriera con ternura.

― Ya vámonos, Gon, Jisoo. ― Killua guardó las manos en sus bolsillos, frunciendo su ceño levemente.

― Sí, pero... ― La voz de la ojirosa llamó la atención, quien posó sus manos sobre su cintura. ― Deberíamos hacer algo sobre la ropa de Retz. No puede estar con ese pijama todo el día.

― Uhm, tienes razón. ― Asintió Gon, observando al horizonte con una mirada curiosa. ― Debe haber alguna tienda de ropa cerca, estamos en un pueblo.

― Bien, andando. ― Killua se dio la vuelta, empezando a caminar con un semblante aburrido. Sus amigos lo observaron, acercándose rápidamente.

― ¿Sabes eso que significa, Retz? ― Susurro Jisoo, posando su mano sobre el hombro de la más baja, quien la miró con curiosidad, y contagiándose de la sonrisa de la pelinegra también sonrió. ― ¡Vamos de compras!

La pequeña niña de pelo rubio asintió, sintiendo como un brillo inundaba sus ojos, observando a la mayor con alegría. Jisoo dejó escapar una animada risa, sin esconder su emoción.

Sin darse cuenta, el semblante molesto de Killua fue interrumpido al escuchar la suave risa de Jisoo. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa, y negando suavemente continuó caminando. Era fácil notar el gusto de la ojirosa por probarse vestidos.

Los jóvenes caminaron hasta la primera tienda de ropa que encontraron. Vitrinas grandes con vestidos elegantes y un letrero llamativo fue todo lo necesario para que Jisoo y Retz se acercaran.

― ¡Maravilloso! ¡La perfección de los ángeles del cielo! ¡Qué hermosa! ― Las cortinas del vestidor se abrieron, mientras el señor de la tienda asentía de un lado a otro con emoción, enseñándoles el hermoso vestido en el cuerpo de Retz. ― ¿Excelente, no es cierto? ¡Es encantadora! ¡Como una muñeca!

La menor asomó una pequeña mueca al escuchar aquello que rápidamente desapareció, desviando su mirada, encontró los semblantes de sus amigos. Killua la miraba sin interés, Gon con una sonrisa característica, y Jisoo asintiendo de forma orgullosa.

― Te ves hermosa, Retz. ― Asintió Jisoo con brillos en sus ojos, provocando que la pequeña niña bajara su mirada con un pequeño sonrojo. ― ¡Tienes muy buen gusto para los vestidos!

― ¿En serio lo crees...? Es un poco embarazoso, nunca había vestido así ante-

― ¡Por poco lo olvido! ― La escandalosa voz del señor que atiende la tienda llegó a los oídos de todos. Killua frunció su ceño al notar como el mayor se acercaba a su amiga de ojos rosas. Sujetando su mano, miró a la mayor con brillos ― ¡Una obra de arte! ¡Como otra muñeca! ¿Qué clase de vestidos quieres? ¡Un amarillo te quedaría perfecto!

En el momento en que los labios del hombre casi se estampan contra el dorso de la mano de Jisoo, Killua supo que era suficiente. Con su ceño fruncido, sujeto la otra mano de su amiga, acercándose a él.

― ¿Quién se preocupa de eso? Así se ve bien, ya nos tenemos que ir. ― El albino desvío su mirada, sintiendo los ojos de su amiga sobre él, un suave sonrojo llegó a sus mejillas. Sus ojos se detuvieron en Retz, quien los miraba con curiosidad. ― Solo dime acerca de tu corazonada y llévanos al lugar.

― ¡Cállate! Ahora yo te estoy guiando.

― Va a ser peligroso otra vez si sigues con nosotros. ¡Solo dinos el lugar!

― ¡Voy a estar bien!

― Vas a terminar muerta, ¡Te van a ahorcar así! ― Killua empezó a apretar su propio cuello, sacando su lengua con una mueca molesta, intentando asustar a la rubia.

― Sería mejor que nunca haber partido. ― Susurro, ganando miradas curiosas. ― No estoy viviendo una real... Siempre me he preguntado cuándo empezaré a vivir realmente...

― ¿Vivir realmente? ― Repitió Gon. El albino y la pelinegra ladearon su cabeza, sin entender a qué se refería

― Cuando estoy con ustedes siento que va a empezar...― El albino desvío su mirada, y con una ligera mueca observó a sus amigos, quienes permanecen en silencio.

― Gon, Jisoo... ¿Tienen un momento? ― Jisoo asintió, caminando detrás del albino, quien salió por la puerta del local. Por otro lado, el chico de pelo puntiagudo le ofreció una sonrisa a Retz.

― Lo siento, espera un segundo.

El joven salió trotando, intentando alcanzar a sus amigos. En el momento en el que desapareció por la puerta, Retz bajo su mirada, y abrazando su muñeco susurro.

― Alma de muñeca.

El títere empezó a moverse, y sin que nadie lo notara, empezó a perseguir a los tres jóvenes. Killua guardó las manos en sus bolsillos, caminando hasta llegar a un lado de la tienda.

― ¿Qué pasa? Salimos de la nada. ― Pregunto Jisoo.

― Realmente no confió en ella después de todo. ― Admitió el ojiazul, frunciendo su ceño. Gon frotó su cabeza, mientras la ojirosa se recostaba en la pared.

― Es eso lo que... Pero sabes. ― El peliverde se cruzó de brazos, recostando su espalda en la pared a un lado de su amiga. ― Siento que hay algo oculto en el corazón de Retz. Por eso quiero observarla un poco más.

― No me culpes si nos traiciona. ― Susurro Killua. Al decir aquello un recuerdo interrumpió sus pensamientos, y apretando sus labios negó suavemente. Él nunca traicionaría a sus amigos.

Pasos apurados llamaron la atención de todos. Los jóvenes voltearon su mirada, encontrando a Retz en la entrada del pequeño pasadizo en el que hablaban.

― Por favor, déjame ayudarte. ― Exclamó. Su mirada estaba nerviosa y apurada, ansiosa por convencerlos. A paso lento se acercó. ― ¿Están buscando los ojos de su amigo? ¡Quiero ser de ayuda! Como tu amigo... ¡Por favor! Regresaré tan pronto los haya guiado.

Gon asintió levemente, observando a sus amigos de reojo. Jisoo soltó un suave suspiro, y posando las manos sobre su cintura se acercó al albino, ofreciéndole una sonrisa.

― No es como si tuviéramos otras pistas. Dejemos que nos guíe. ― Dijo Gon. Killua bajo su mirada, soltando un suave suspiro.

― Vamos... No te preocupes.― Jisoo palmeó su espalda, y desviando su mirada le sonrió a la rubia, quien permaneció en silencio, con una mirada atenta. ― ¡Retz nos guiará!

―... ¡Sí! ― Los cuatro salieron del pequeño pasillo, caminando tranquilamente detrás de la joven de pelo rubio.

― ¿Y tu títere? ― Pregunto Gon.

― Oh, lo dejé con el señor de la tienda por si algo más sucede. ― Mintió. En el fondo del pasillo, una sombra viscosa empezaba a tomar forma hasta poco a poco convertirse en una persona totalmente oscura, todo sin que el grupo se diera cuenta de lo que sucedía. 

Habían caminado largos minutos por una pradera llena de lápidas, acercándose lentamente al lugar que la pequeña niña les quería mostrar. Jisoo entreabrió sus labios, observando la bonita casa que se podía ver en una montaña.

― Ya veo. Me parece correcto. ― Asintió el albino, guardando las manos en sus bolsillos. Su mirada azulada examinó el lugar para luego desviar su mirada y ver el paisaje. ― El paisaje coincide con la descripción de Kurapika.

― Gracias, Retz. ― Gon le ofreció una amable sonrisa, asintiendo para él al ver el paisaje similar. ― No tienes que continuar más.

― ¡Pero!... Vinimos aquí todos juntos.

― No. ― Respondió Killua.― Para ser honesto, estarías en nuestro camino.

― ¿Qué? ¡Los he guiado todo el camino hasta aquí! ― A pesar de sus palabras, el albino no se detuvo a escucharla y continuo caminando, acercándose a la casa.

― No te lo tomes a mal. ― Dijo Gon raídamente, posando sus manos sobre los hombros de la más baja. ― Eso no es lo que queremos decir.

― Estamos evitando que te puedan hacer daño. Retz. ― Explico Jisoo, palmeando la cabeza de la rubia antes de darse la vuelta y seguir al albino. Sus pasos se frenaron, observándola de reojo ― Gracias por traernos, pero es mejor que no vengas con nosotros.

La joven apretó sus puños, y soltando un bajo suspiro asintió. Levantando su mirada, observo a los dos jóvenes cerca de ella.

― Está bien... Esto es muy bonito. ― Admitió, sonriendo suavemente. ― Yo siempre he fingido ser un niño, así que es la primera vez que me tratan con cuidado.

Jisoo dejo escapar una suave risa al escuchar aquello, mientras Gon ladeaba su cabeza con una sonrisa en sus labios.

― ¡Gon, Jisoo! ¿Qué están haciendo? ¡Ya vamos! ― La voz del albino los llamo a lo lejos, y luego de despedirse ambos jóvenes corrieron hasta llegar al lado de su mejor amigo.

― ¡Cuídate, Gon! ¡Ve con cuidado, Jisoo! ¡Y tal vez también Killua! 

(🫧)

Killua abrió la puerta de madera con cautela, observando dentro de la casa con cuidado. A su lado, Gon y Jisoo se asomaron, notando como la casa parecía estar muy descuidada y abandonada.

Los tres empezaron a caminar, observando las paredes llenas de vitrinas con muñecos y títeres de diferentes tamaños y colores. Una imagen muy tétrica y escalofriante.

― El paisaje que Kurapika vio era del tercer piso, busquemos una escalera. ― Susurro Jisoo. Los jóvenes subieron con cuidado los escalones, asomándose en la primera puerta que encontraron.

Una sombra sentada en una silla era lo único en el lugar. Jisoo sintió una corriente recorrer su espalda, sintiendo un mal presentimiento inundar su pecho.

― ¡¿Quién es?! ― Pregunto Gon, fijando su mirada en el hombre. Un extraño sujeto empezó a levantarse, moviendo sus extremidades como si estuvieran oxidadas.

Una larga cabellera negra se deslizó por sus hombros hasta su espalda, y totalmente de pie se dio la vuelta para observarlos, rodeando la silla en medio de la sala.

― ¡E-ese es...! ― Susurro Jisoo. El lejano recuerdo del Examen de Cazador le heló la sangre, y sus pupilas se rasgaron.

― ¡Hermano! ― Killua dio un paso atrás, mientras gotas de sudor empezaban a bajar de su frente. El hombre delgado frente a él últimamente molestaba su cabeza. ― ¿Por qué estás en un lugar como este...?

― Killua, ¡Killua! ― Gon se acercó a su amigo, notando como el joven se congelaba. Empezando a sacudirlo, intentando hacerlo entrar en razón. ― ¡Cálmate, es solo una muñeca!

El hombre dio un paso al frente, empezando a reír con sus ojos cerrados. Jisoo negó suavemente, acercándose al albino, aun con su mirada fija en Illumi.

― No escuches nada de lo que te diga, Killua. ― Jisoo frunció su ceño, alistándose para cualquier movimiento peligroso.

― Kil. ¿Por qué no seguiste mis advertencias? Me desobedeciste e hiciste amigos. Aunque te dije tantas veces... Que solo conseguirías traicionarlos. O tal vez, ¿Hiciste amigos para poder traicionarlos?

― Claro que no...

― Bien. Voy a dejar de esperar nada de ti. Mis ojos ya no ven. Porque mis ojos... No muestran nada más que oscuridad. ― Al levantar sus párpados, dos agujeros vacíos examinaron a los menores. ― Así que, me dijeron que te quitará los ojos.

― ¡No te acerques- ― Gon no pudo completar su frase, pues un golpe en su mejilla fue necesario para estamparlo contra una pared. Illumi apareció rápidamente frente a Jisoo, quien intentaba bloquear su camino y evitar que se acercara al albino.

Pero tenerlo tan cerca le aterraba.

Jisoo empezó a respirar de forma apurada, como si estuviera rodeada de miles de personas, aunque realmente solo se trataba de un intimidante hombre de ojos vacíos.

― Déjalo, ¡Vete! ¡No toques a Killua! ― Dijo como pudo, extendiendo sus brazos. Detrás de ella, el ojiazul casi temblaba, sintiendo como una inmensa ola de presión ahogarlo.

― No puedes ir en mi contra. ― Illumi agarró a Jisoo del cuello sin que ella pudiera reaccionar a tiempo, levantándola lentamente como una señal de amenaza. La joven empezó a forcejear, sin poder pronunciar alguna palabra. ― Tantas veces... Te dije tantas veces. No debes luchar contra un oponente que no puedes superar.

Los ojos del albino temblaron, sintiendo su pecho hundirse en el miedo. Aunque su amiga estuviera sufriendo no podía reaccionar, no podía ayudarla de ninguna forma, solo la ponía en peligro.

― S-suéltala... ― Susurro, retrocediendo. Lo único que logró fue que el mayor la ahorcara con más fuerza.

― ¿Esta niña te importa? Su cuello tan delgado y fácil de doblar... ― Susurro. Jisoo empezaba a quedarse sin oxígeno, pero antes de que eso ocurriera, la estampó con fuerza lejos, estrellándose contra una pared.

Antes de que Gon pudiera levantarse, Jisoo cayó sobre él con un semblante casi inconsciente, y al igual que en el Examen de Cazador, una marca rojiza decoraba su cuello.

― Son solo una molestia. ― Cinco agujas filosas se lanzaron contra los menores. Gon las esquivó como pudo, cargando a Jisoo en su hombro, quien caminaba con dificultad, pero fue imposible cuando cayó al suelo.

Una aguja atrapó la chaqueta de Gon, dejándolo atrapado en la pared, mientras Jisoo parecía sufrir en el suelo, respirando con dificultad.

― Kill, lo diré una vez más. No puedes ir en mi contra. No luches contra oponentes que no puedes superar... ― La atención de Killua se hundió por completo. Las palabras de su hermano resonaban en su cabeza, mientras el llamado de sus amigos se volvía cada vez más lejano. ― No tienes amigos. Si haces cualquier cosa serás traicionado. Y un día, lo harás... Matarás a tus amigos.

Su cuerpo empezó a temblar, sometido por la intimidante figura frente a él. Empezaba a sentirse atrapado, no pidió hacer nada más que escapar...

― ¡Mierda! ― Y como pudo, empezó a correr, hasta que la voz de su hermano lo hizo caer en cuenta.

― Oh, escapó... Pero esto está bien. ― A paso lento, el hombre lo siguió, frenando sus pasos. ― Correr y dejar a tus importantes amigos atrás es el peor acto, pero esa es la elección correcta.

― ¡Cállate, cállate! ― Exclamó Gon, forcejeando, intentando liberar su ropa incrustada en la pared.

― No estás calificado para hacer amigos, Kill. ― Declaro. Killua negó lentamente, retrocediendo. Un pensamiento ancló su mente, y sin poder hacer algo dejó escapar un grito, dándose la vuelta y salir corriendo, dejando sus amigos atrás.

― ¡Deja de manipularlo! ― Exclamó Jisoo, levantándose del suelo con dificultad, frunciendo su ceño, fijó su mirada en el hombre. ― ¡Maldito! ¡Esta vez te daré un puño!

Y empezó a correr en dirección del hombre al mismo tiempo de Gon, quien había roto la manga de su chaqueta para liberarse. Dando un salto, Jisoo extendió su puño con fuerza, pero fue esquiada.

― Eres una molestia.

Y golpeando su abdomen la empujó hacia la ventana que explotó en miles de pedazos hasta finalmente caer al suelo. Segundos después, una patada se estampó contra la mejilla de Gon, botándolo al mismo lugar, cayendo dos pisos.

Killua, quien salía por la puerta de la casa, presencio todo.― ¿Gon, Jisoo, Esta- ― Antes de que pudiera acercarse, su hermano mayor cayó frente a él, observándolo de pie.

― Una farsa, Kil. En cualquier caso, solo traicionaste a tus amigos.

― ¡No, yo no lo haría...!

― Entonces... Mátame. Si no lo haces, mataré a estos niños.

― ¿Qué...? ― Killua frunció su ceño al escuchar aquello. ― No te confundas, es solo una muñeca.

Pensó, pero nuevamente, el hombre de larga cabellera tapó su visión, ocupando cada espacio de sus pensamientos. Era como una pesadilla distorsionada engañándolo.

― Date prisa, mátame. ― Escuchar esas palabras le helaron la piel. ― Vamos... Mátame. Ahora... Date prisa.

Su cuerpo no se movía, no podía hacer nada aunque quisiera, estaba congelado, bloqueado. El mayor lentamente se agachó, posando sus manos sobre las mejillas del menor.

― Esa es la elección correcta. ― Acercándose a él, el ojiazul observó las cuencas totalmente vacías de su hermano sin escapatoria. ― No luches contra oponentes que no puedes derrotar.

Sus oscuros agujeros empezaron a brillar, observando fijamente a Killua. Jisoo frunció su ceño, levantándose rápidamente, ignorando el dolor que inundaba su cuerpo. Y como había dicho, le dio un puño en un costado, intentando alejarlo. Abrazando al albino, lo tiró al suelo. Una mano se aferró a su muñeca, evitando que pudiera escapar.

― Una completa molestia. ― Dijo Illumi, logrando hacer que la menor dejara escapar un grito adolorido, sintiendo la presión en su brazo. Su otra mano agarró su cuello con la intención de matarla. Su mirada se fijó en Killua, quien observaba aterrado.― Tus amigos morirán por tu culpa. Déjame preguntarte de nuevo, ¿Tanto te importa esta niña?

Era fácil notar cómo el hombre tenía preferencia por la ojirosa, y eso era por los sentimientos que ella provocaba en su pequeño hermano menor que, según Illumi, son peligrosos. El albino negó, temblando.

― Responde, ¿Tanto te importa esta niña?

― Déjala, ¡Suéltala!

― Si tanto te importa, mátame si no quieres que yo los mate primero...

Jisoo dejó escapar un suave quejido, sintiendo como las fuerzas en su cuerpo empezaban a perderse. Killua noto la mirada asustada de su amiga. Sus ojos temblaban llenos de impotencia.

Illumi quería escuchar algo, sabía muy bien que eso podría destruir todo sin necesitar derramar sangre.

Porque un corazón enamorado es muy fácil de romper, deformar, o cambiar con algunas palabras. Los sentimientos son una distracción, Illumi estaba seguro de eso. Con un poco de fuerza, el forcejeo de Jisoo empezó a perder su potencia, quedando totalmente controlada por el agarre.

― Delgado y blando, fácil de quebrar... El amor... Eso te distrae, ¿Estás "enamorado"? Eso te hace débil, pero si tanto amas a esta niña no tengo más opción que matar-

― ¡Estás equivocado! ― Exclamó Killua, bajando su mirada. Realmente sus sentimientos podrían peligrar la vida de Jisoo, y si algo le llegaba a ocurrir se rompería por completo. ― ¡Ella no...! ¡Ella no me gusta! ¡¿Por qué matarla si no la amo?! ¡Jisoo no significa nada para mí! ¡Ya suéltala! ¡Nunca voy a amar a alguien como ella!

― ¡Oh! ¿Hablas en serio? ― Illumi ladeo la cabeza, apretando aún más el cuello de la menor. Una delgada lágrima resbaló por la mejilla de Jisoo, quien cerró sus ojos antes de ofrecerle una última mirada a Killua. ― Si no quieres que la mate, mátame primero.

― Pero ella...

― ¡Detente! ― Gon se acercó de repente, empujando a Jisoo del peligro agarre del hombre, pero antes de poder salir con sus amigos, el hombre acercó al peliverde a su cara. Sus ojos brillaron como antes, y un desgarrador grito inundó el lugar al mismo tiempo que una brillante luz cubría a Gon e Illumi.

Lo primero que Killua encontró al abrir sus ojos fue a Gon en el suelo y al mayor con dos cuencas humanas en sus ojos.

― Diferente de las instrucciones, pero esto también es bueno. ― Dijo Illumi, observando al albino. ― Qué ojos más maravillosos. El mundo se ve deslumbrante.

Todo paso muy rápido. 

El ojiazul retrocedió, entendiendo poco a poco lo que sucedía. Jisoo en el suelo inconsciente, con lágrimas secas en sus mejillas, el peliverde desplomado, adolorido, y su hermano victorioso, con sus ojos aún vacíos a pesar de estar completos.

― ¡Gon, Jisoo! ― La voz de Retz resonó a los lejos, quien se acercó rápidamente, socorriendo a sus nuevos amigos. Acercándose al peliverde, intentó despertarlo, apoyándolo contra su pecho.

Por lo menos debería recuperar los ojos de su amigo, pensó Killua. Frunciendo su ceño, se levantó. ― ¡Devuélveme los ojos!― Pero pasando a un lado de él, Illumi negó suavemente.

― No puedo hacerlo, Kil. Me dijeron que me llevara estos ojos. ― Antes de que el ojiazul pudiera enfrentarlo, le dio una patada, empujándolo. Su hermano era superior sobre el. ― Adiós.

Killua apretó su abdomen adolorido, levantándose como pudo. La voz de Retz y de Gon llamó su atención, y sin demorar los busco con la mirada.

― ¡Gon, no deberías...!

― Estoy bien, Retz.

Jisoo empezó a toser, dando una profunda bocanada de oxígeno antes de sentarse en el suelo, dándole la espalda a Killua. La rubia se acercó a ella, sosteniendo el brazo adolorido de la joven, sin saber qué hacer con la marca en su cuello.

― Retz... ― Susurro, pero sin darse cuenta las lágrimas seguían brotando de sus mejillas.

Yo soy... Soy como mi hermano dijo.

Todo este tiempo en realidad él los había traicionado. Cuando Uvogin los ataco, o cuando escapo y dejo solos a sus amigos que solo buscaban protegerlo, pero él... Solo pensaba en escapar.

― ¡¿Killua?! ¿A dónde vas? ― Exclamó Retz, notando como el joven apretada sus labios con fuerza, provocando que sangrara, para luego darse la vuelta y correr con la mirada en el suelo, escapando nuevamente.

No tengo derecho a ser su amigo...

💋🪼!? 4/4 𝐄𝐋 𝐀𝐓𝐀𝐐𝐔𝐄 𝐃𝐄 𝐋𝐀𝐒 𝐀𝐑𝐀Ñ𝐀𝐒 𝐘 𝐋Á𝐆𝐑𝐈𝐌𝐀𝐒 𝐏𝐀𝐒𝐀𝐉𝐄𝐑𝐀𝐒 જ⁀➴

.  .  .

LA LLUVIA EMPAPABA SU ESPONJOSO PELO BLANCO, escurriéndose por su piel empezaba a teñir su ropa. Aun así, y sin darle importancia, Killua continuó caminando por las vías del tren, arrastrando sus pasos cargados de lamento.

La noche cubría el desolado lugar, dejando al joven bajo una tenue oscuridad. Su mano sostuvo una pequeña tarjeta en el bolsillo de su pantaloneta, y sacándola completamente leyó el nombre escrito.

La licencia de Cazador de Jisoo...

Sus pasos frenaron, e ignorando las gotas que se escurrían por la tarjeta la observó en silencio, sumergido en sus pensamientos.

Eso me recuerda... Fue el Examen de Cazador donde la conocí... Donde los conocí. En realidad solo les hablé porque teníamos la misma edad, pero también... Teníamos las mismas habilidades físicas

Pensé que Jisoo era una niña debilucha y llorona, pero... En realidad tiene mucho carácter y es valiente. Gon... Siempre fue tan sincero... Ellos son exactamente lo contrario a mí.

Antes de darme cuenta... ellos se habían convertido en amigos muy valiosos para mí...

Lágrimas empezaron a caer por sus mejillas, confundiéndose con las gotas de la lluvia. Un profundo dolor se instaló en su pecho. La imagen de su amiga ojirosa derramando una lágrima por su culpa logró que sus labios temblaran. A lo lejos, el tren empezaba a acercarse.

Y aun así... Los traicioné.

Sus pasos frenaron, sin demostrar interés en alejarse del tren que lentamente se acercaba, pisándole los talones, con la posibilidad de terminar con su vida en un segundo.

― Soy el peor... ― Susurro, bajando por completo su cabeza, ignorando el sonido que provocaba la gigantesca máquina. A pesar del estruendo, una voz conocida gritó a lo lejos.

― ¡Killua!

Y el tren pasó. Lo primero que sus ojos azules encontraron fue la cabellera de su fiel amigo, tirados al otro lado de las vías sobre un suave pasto mojado por la lluvia.

― ¿Estás bien, Killua?

― Gon... ¿Cómo me encontraste?

― Seguí tu olor. ― Explicó, con unas vendas rodeando sus ojos. Con una pequeña sonrisa y un semblante amable, ganó la atención de su amigo. ― Fue un poco difícil debido a la lluvia.

― ¿Por qué? Alguien como yo... Los abandoné y traté de escapar.

― ¿Qué estás diciendo, Killua? No nos abandonaste. Luchamos juntos, ¿no? Además, si me traicionaras ¡Aún creería en ti!

Killua permaneció en silencio, y alejando la mirada frotó su cara con la manga de su camisa, quitando todo rastro de lágrimas.

― Entiendo... ¿Dónde está Jisoo?

― Ella... ― El peliverde frotó su cuello por un momento, ganando una mirada nerviosa por parte del albino, quien empezaba a imaginar lo peor. Si tan solo decir aquellas palabras le había dolido, no imaginaba cómo ella podría sentirse. ― Me pidió que llegara primero, debe estar en camino.

El albino asintió suavemente, soltando un bajo suspiro helado, y cerrando sus ojos por un momento bajó su mirada. No sabía cómo podría mirarla o hablarle luego de decir esas palabras.

Nunca habían aclarado sus sentimientos, entonces... ¿Por qué le afectaba tanto decir que no amaba a Jisoo de forma romántica? Negando suavemente, levanto su mirada.

― ¿Dónde está Retz? ― Pregunto, sentándose correctamente a un lado de su amigo.

― Corrí tras de ti así que realmente no lo sé, pero... probablemente vuelva con Omokage por ahora. ― Dijo como si nada, y escuchando la baja exclamación de sorpresa, continuo. ― Desde el momento en que la conocí tenía el presentimiento de que sus ojos no eran suyos...

― Entonces, el dueño de los ojos...

― Probablemente es Omokage. De lo contrario no habría sido capaz de hacer una muñeca de Illumi usando tu corazón... Aún hay cosas que no entiendo, pero sé donde encontrar a Omokage. Podemos rastrear el Nen en mis ojos.

― No me digas que, ¡¿Por eso dejaste que te quitaran los ojos?! ― Cuando el peliverde asintió, sus cejas albinas se fruncieron. ― ¡¿Por qué hacés algo tan imprudente?!

― Lo sé también. ― La voz de Leorio provocó que ambos menores voltearon sus rostros, encontrándose con una sombrilla junto a Kurapika y Jisoo. ― ¿Gon, estás realmente bien?

― ¡Leorio, Kurapika!... Jisoo. ― Su voz se volvió más baja, fijando sus ojos azules en la pelinegra, quien sostenía otra sombrilla con su mirada baja, intentando esconder sus mejillas rojas luego de llorar.

La ojirosa soltó un tembloroso suspiro antes de levantar su cabeza y sonreír, mirando a sus amigos con una especie de mueca. El único que pudo notarlo fue Killua, quien no tenía una venda en sus ojos.

― ¡Idiota, estaba preocupada! ― Exclamó, acercándose mientras negaba con decepción, intentando esconder su mirada decaída, cosa imposible, pues Killua no dejaba escapar esos detalles. Frente a ellos, extendió su sombrilla.

― No creo que sirva de algo, ya estoy empapado. ― Dijo Killua, desviando su mirada fingiendo molestia, esperando escuchar alguna risa. Pero Jisoo frunció su ceño, sintiendo un malestar en su pecho. Aunque solían bromear esta vez se sentía muy sensible.

― No me importa, te la traje pensando en ti. ― Dijo, dejándola caer a un lado del chico para luego darse la vuelta, acercándose a Leorio.

― ¿Cómo nos encontraron? ― Pregunto el peliverde, levantándose del suelo.

― Usamos el GPS del celular de Gon. ― Respondió Leorio con orgullo.

― No puedo creerlo, ¿por qué fuiste tan lejos, Gon? ― Kurapika ladeo la cabeza, también con una venda en sus ojos.

― ¡No es la gran cosa! ¡Después de todo somos amigos! ― El peliverde extendió sus brazos mientras el grupo asentía, logrando sacarle una suave risa al rubio.

― Tengo amigos increíbles...

― Es demasiado temprano para agradecernos, ¿Verdad?, Gon.

― Vamos, ¡los guiaré!

El grupo asintió, ansiosos por recuperar los ojos de sus amigos y golpear al extraño hombre que los estuvo atormentando últimamente con sus molestos títeres. 

(🪼)

Siguiendo el rastro de Nen que quedó en los honestos ojos de Gon, el valiente grupo camino hasta llegar a un gran castillo que parecía abandonado, decorado con grandes ventanales y roca oscura.

Como se trataba de un rival peligroso, unirían sus fuerzas para salir victoriosos.

― ¿Entramos? Ya quiero golpear a ese sujeto. ― Exclamó Leorio, asomando una mueca llena de molestia. A un lado, Gon asintió.

Los jóvenes se acercaron a la puerta abriéndola sin problemas, pues al parecer estaba totalmente desbloqueada. Antes de que la ojirosa pudiera continuar, sintió la mano del albino posarse sobre la suya. Sin disimular, una mueca de sorpresa apareció en sus labios.

― ¿Estamos bien? ― Fue lo primero que dijo Killua, armado de valor, observándola con seriedad. Jisoo fingió estar confundida y dejó escapar una risita.

― ¡Claro! No puedo obligarte a que yo te guste. ― Dijo, frotando su cuello de forma nerviosa. Un silencio incómodo los inundó, y dándose la vuelta continuó hablando, intentando esconder su nerviosismo. ― No importa que suceda, siempre serás alguien importante para mí, después de todo eres mi amigo. Intentaré no ser tan intensa como antes, tú sabes...

― ¿Entonces...? ― Susurro, siguiendo a su amiga de largo pelo negro, quien caminaba de forma apurada, acercándose a la puerta. ― Te gusto, ¿no?

― Pensé que era muy obvio... ― Susurro, y sin darse cuenta la cara del albino se encendió. Aquello no duró mucho, pues las palabras de la ojirosa lo despertaron de lo que pensó habían sido palabras de su imaginación. ― No tenemos tiempo para hablar sobre eso, vamos.

Realmente no tenía derecho de emocionarse, la había rechazado y tal vez había sido muy duro con sus palabras. ¿Arrepentimiento? Tal vez, pero por ahora solo podía observarla de lejos, sin arriesgarla.

Así era mejor.

El grupo caminó por una especie de cuarto lleno de sillas, donde al final los esperaba otra casa de diferente tamaño, pero igual de elegante. En el balcón de esta estructura, un hombre de larga melena los esperaba con una sonrisa.

― ¡Bienvenidos a mi mansión de muñecas! ― Exclamó de forma imponente, dirigiéndoles una mirada superior. Killua tembló levemente, frunciendo su ceño.

― ¿Eres Omokage? ― preguntó Kurapika en voz alta, acercándose sin esconder su enojo. ― ¿Fuiste un miembro del Ryodan cuando atacaron al clan Kurta?

― Pairo te lo dirá. ― Se limitó a decir, asomando una sonrisa burlona. De inmediato, unas luces se iluminaron, apuntando con su brillo a un pequeño niño de pelo café y traje rojo. Lentamente, abrió sus ojos.

― ¡Te estoy preguntando a ti, maldito! ― Gruñó, acercándose más. Las palabras del hombre lo obligaron a retroceder.

― Fue espléndido... Lo recuerdo como si fuera ayer. ― Con esas palabras el enojo de Kurapika se desencadenó por completo. El delicado cuerpo de su fiel amigo ahora eran decorados con sus apasionantes ojos rojos. La locura de Illumi con los honestos ojos de Gon.

Esos elementos conflictivos solo se podían capturar con muñecas.

― ¿Dónde está Retz? ― Inquirió la ojirosa, empezando a sentirse nerviosa por la respuesta que podría obtener.

― Ella hizo brotar mi amor por las muñecas. Mi preciosa hermana. ― Sentada en una pequeña silla, como una muñeca dormida, el hombre le permitió al grupo verla. ― No, más bien... Ahora ella es mi creación. Si les da lástima, deberían entregarme ojos para ella.

― ¡Viejo, date prisa y devuélvenos los ojos de Kurapika y Gon! ― Exclamó Killua, empezando a desesperarse.

― Parece haber un malentendido... Les daría la espalda, pero... ¡Jisoo, Killua, Leorio! ¡Sus ojos serán míos! ― Los nombrados fruncieron sus ceños, notando como las luces empezaban a encenderse. Omokage levantó su mano tatuada, y sonrió. ― ¡Es hora! ¡Actúen para mí, muñecas!

Illumi y Pairo empezaron a caminar, acercándose a ellos con pasos torpes. Esta vez no perderán. Jisoo observó de reojo, notando como su amigo de corbata y el rubio se encargarían de Pairo, mientras ellos del loco hermano de Killua.

Jisoo esquivó uno de los golpes de Illumi por suerte, pues lo único que podían hacer por ahora era bloquear sus fuertes golpes. Pero eso les duró algunos segundos antes de ser empujados lejos.

― Kil, ¿Todavía no lo entiendes? Eres un títere, sin pasión. ― El hombre se acercaba, con su mirada fría, vacía, sin sentimientos. ― El único momento en el que sientes verdadera felicidad... Es cuando asesinas.

― ¡En serio que eres estresante! ― Exclamó Jisoo, levantándose del suelo. ― Eres tú el que no entiende nada.

― ¡No sabes nada de Killua! ― Asintió Gon, a un lado de Jisoo. Aunque no podía ver, gracias a sus sentidos lograba moverse sin problemas por el lugar. ― ¡Killua no es un títere!

― Incluso si has hecho amigos terminarás matándolos... Porque eres un asesino sin corazón.

― Killua no es un asesino, ¡Es mi más preciado amigo! ― Exclamó el peliverde, quitándose la venda de sus ojos. Aun en el suelo, Killua escuchaba con atención.

― Ya lo escuchaste, es nuestro amigo. ― Asintió Jisoo. A un lado, el joven empezaba a levantarse con un pequeño brillo en sus ojos. ― ¡Los tres podemos lograrlo!

Porque Killua confiaba plenamente en sus más preciados amigos, y no se rendiría.

― No luches contra oponentes que no puedes vencer... Eso fue lo que te enseñé.

Juntando su fuerza, las auras de sus pequeños cuerpos iluminaron el lugar. El albino venció su miedo por un momento, recordando que no era el real. Pronto las garras de Illumi se encontraron con sus puños, y con toda su fuerza lograron derribarlo. Después de todo es una muñeca sin vida, ellos eran más fuertes.

Una fuerte luz cubrió a Gon tan pronto lo derribaron, y tapándose su cara su cuerpo tembló levemente.

― ¡Gon! ¿Qué ocurre?― Inquirió el albino, acercándose lentamente. Jisoo se asomó, sin esconder su preocupación.

― ¡Responde, no me asustes! ― Susurro la ojirosa. De repente, el peliverde le ofreció una gran sonrisa, abriendo sus párpados, enseñando sus grandes ojos llenos de brillo.

― ¡Lo logramos!

Por otro lado, el rubio está congelado, con un semblante tranquilo. Sobre su pecho, la cabeza de Pairo descansaba, casi como si estuviera dormido. Un largo palo de madera atravesó su abdomen de plástico, mientras sus ojos estaban cerrados.

― Kurapika... ¿El mundo exterior es divertido?

― Hay un montón de cosas tristes y dolorosas, pero he ganado amigos que lo vale todo...

― Ya veo... Me alegro. ― Y ese fue el último suspiro del que alguna vez fue el más especial amigo de Kurapika. Antes de que pudiera desplomarse en el suelo, el rubio lo sujetó con cuidado. Un brillo lo cubrió y sus ojos regresaron.

Los aplausos del hombre inundaron la habitación. Su mano tatuada con una araña lo hacía ver más tétrico. Todo parecía una broma.

― Una tragedia tiene el dulce sabor a miel. La tristeza es signo de estar vivo... ¿Quieren saber por qué me uní al Ryodan? Porque quería hacer muñecas de ellos...

Y sintiendo la electrizante mirada del joven que conoció en el Examen de Cazador, decidió no rendirse tan fácil. ― Una sonrisa victoriosa adornó sus labios. ― Y una vez que complete mi misión fue fácil salir...

Un estruendoso ruido seguido de polvo les bloqueó la vista. A lo lejos les fue posible ver siluetas de diferentes tamaños, todas conocidas para ellos. Era imposible vencerlos.

En apenas unos segundos se lanzaron a ellos, dispuestos a acabar con sus vidas. Una especie de ataque que se dirige directo a la cara de la ojirosa fue detenido por tres cartas de Poker.

― Hisoka... ― Susurro Jisoo, retrocediendo. Tan pronto dijo aquello, el hombre apareció frente ella, dándole la espalda. Y enterrando su brazo en el pecho de Machi, terminó con el títere.

― ¿Por qué se te hace tan difícil pelear contra unas muñecas? Pequeña mariposa~ En lugar de golpear a los muñecos uno por uno, bloquear el Nen de Omokage sería más rápido.

― ¿Jugando a un caballero de brillante armadura dorada, Hisoka? Te agregaré a mi colección... ― Exclamó el hombre, sin tomarlo en serio, divertido por la escena.

― ¡No permitiré que hagas eso! ¡No tienes el derecho de deshonrar a los difuntos! Limpiaré el corazón de Pairo...

― ¡Retz también está triste! ¡Está sufriendo por tu culpa! ¿No puedes entender eso? ― Exclamó Gon.

― ¡Silencio!. ― Exclamó, y su voz rompió el silencio del gran castillo― ¿No entienden, mocosos? ¡No importa la razón! Como si entendieran la belleza de estos muñecos...

La escarlata mirada de Kurapika fue suficiente respuesta para él. Lo estaba retando con su mirada y era fácil de notar. Omokage asomo una sonrisa enloquecida.

― Bien, yo seré tu oponente. ― Lanzándose desde el balcón, absorbió la habilidad de cada una de sus muñecas, y apenas cayó ataco. ― ¡Doble ametralladora!

Un montón de balas volaron por toda la habitación. Se trataba de la habilidad de Franklin. Por otro lado, Hisoka se divertía peleando con el jefe, persona con la que tanto anhelaba un encuentro.

Jisoo agarró la manga del albino, acercándose a un pilar donde ambos se escondieron, logrando salir ilesos del ataque. Con cada intento que daban por acercarse, el hombre cambiaba de habilidad y volvía a obligarlos a buscar refugio.

― ¡Mierda, a este ritmo no haremos nada! ― Exclamó Leorio, escondido detrás de un muro junto a sus amigos.

― ¡Nuestra única opción de ganar es con la Cárcel de Cadena de Kurapika! ― Opino Killua.

― Pero no puedo acercarme lo suficiente.

― ¡No te preocupes por eso! ¡Killua, Jisoo, Leorio y yo haremos algo al respecto! ― Asintió Gon, siendo escuchado atentamente. ― Vamos a combinar nuestro Nen para convertirlo en un escudo, Kurapika podrá pasar.

La mirada de Omokage se desvió al arlequín. Una mueca apareció en su rostro al ver tres de sus muñecas en el suelo, totalmente destrozadas en apenas unos minutos.

― ¿¡Cómo te atreves a hacerle eso a mis muñecas!? ― Aprovechando su enojo, el grupo decidió actuar. Lanzándose al mismo tiempo cruzaron sus brazos en equis, haciendo un escudo de Nen, recibiendo las balas.

Por otro lado, Leorio se acercó corriendo, y lanzando uno de los cuchillos que suele llevar logró distraer al hombre por unos segundos, segundos justos para que Kurapika apareciera detrás de los menores con su cadena.

― ¡Cárcel de Cadena!

El cuerpo del hombre fue atrapado mientras las marionetas empezaban a desaparecer, perdiendo su poder. Ahora estaba en un estado en el que no podía utilizar su habilidad.

― Decidí que esta habilidad solo funciona con las arañas. Pero ya que estás involucrado con la masacre del clan Kurta y tienes el tatuaje de la araña, también te considero uno.

― ¿Crees que con esto me has capturado?

― Cadena del juicio. ― La cadena de su dedo meñique empezó a moverse, mostrando su punta filosa, frenando las palabras de Omokage. ― Voy a ponerte una condición. Si la obedeces podre liberarte.

― ¿Qué piensas hacer si desobedezco?

― Esta cadena aplastará tu corazón. ― A pesar de sus palabras, el hombro río.

― ¿Por qué no entiendes el brillo de mis muñecas? Además de ganar una vida eterna, tus hermosos ojos seguirán vivos. ¿No te parece maravilloso?

― Haces que el sufrimiento de Retz continúe. ¡Ella no quiere los ojos de nadie! ― El hombre permaneció en silencio, parecía no entender su punto de vista.

― Renuncia ya, Omokage. ¡Te prohíbo usar Nen de aquí en adelante! Tú decides aceptar o no.

― Así que... ¿Ya no puedo crear muñecas? ― El hombre de pelo blanco empezó a reír con un semblante serio. ― Si no puedo hacer muñecas, no soy mejor que un muerto. No creas que has ganado con esto, mis muñecas permanecen vivas y te mataran. Mi respuesta es ¡No!, no lo acepto.

― Entonces adelante, ¡Muere!

Antes de que la cadena de kurapika pudiera acercarse Killua se interpuso, asomando sus garras totalmente filosas al delgado cuello del hombre, quien no pudo reaccionar.

― ¡Killua! ― Exclamó Jisoo.

― Kurapika, no deberías matar a más gente. Estoy bien haciendo el trabajo sucio. ― Admitió, frunciendo sus cejas blancas.

― Basta ya, no quiero matar a nadie para m-

― ¡Esto es lo único que puedo hacer!

Pero antes de que pudieran decidirse, un cuchillo atravesó la espalda de Omokage. Una pequeña niña de largo pelo rubio se lo había enterrado con todas sus fuerzas, sin dudar ni un momento.

― ¡Retz! ― Exclamó Gon. El hombre cayó al suelo de rodillas, escupiendo sangre.

― ¿Por qué? Retz...

― Porque si estuviera viva definitivamente haría esto.

― ¿Qué estás diciendo? Tienes una vida eterna...

― No, hermano... Esto no es una vida.

Los brazos de la pequeña niña rodearon el cuello de su hermano, escondiendo su mirada en el cuello del mayor, abrazándolo con un falso cariño.

― A los asquerosos humanos que viven... ¡Mueran! ― Antes de que sus muñecas siguieran sus palabras, todas las muñecas que quedaban fueron destruidas en segundos. Detrás del grupo, el verdadero Ryodan lo miraba con cautela.

― El que lo maté seremos nosotros. No dejaremos que el bastardo de las cadenas toque a las arañas. ― Dijo un hombre de pelo rubio y sudadera, pasando a un lado de él.

― Si es posible me gustaría terminar con tu vida de una vez... ― Susurro el de la katana, pero rápidamente fue interrumpido de su fantasía.

― No podemos matar a ese bastardo, su cadena todavía envuelve el corazón de Danchou.

― Es frustrante, pero no podemos hacer nada por ahora...

Kurapika frunció su ceño, sin esconder su molestia. Jisoo y Gon posaron sus manos sobre su brazo, evitando que se acercara a los sujetos que acababa de llegar.

― ¡Egoístas! ¡No los dejaré fuera de esto! ― De repente, sus piernas flaquearon, cayendo al suelo agotado. Había usado mucho Nen, y salir recién del hospital no ayudaba en absoluto.

― Te haremos sufrir cuando llegue el momento, recuérdalo.

El olor a humo y el calor que emitía a sus espaldas los obligó a darse la vuelta. Sus ojos se iluminaron por las llamas que cubrían el lugar de forma peligrosa. En lo alto, Retz permanencia tranquila junto a su hermano.

Los azules ojos del albino se asustaron, pero tan pronto intento acercarse Gon lo detuvo. Las llamas estaban tan altas que era muy peligroso.

― Regresaré con mi hermano... A los recuerdos. Gon, Jisoo, Killua... Gracias. Gracias a ustedes pude vivir realmente. 

(🪼)

Fuera de la gran mansión que empezaba a ser consumida por las llamas, el grupo permaneció en silencio, observando la escena con aires de tristeza. Leorio guardó las manos en sus bolsillos, soltando un suspiro.

― Es mejor así. Los recuerdos son algo dentro de tu corazón...

― "Vivir realmente" ― Repitió Kurapika, aún pensativo.

― ¿Qué quiso decir con eso? ― Pregunto Jisoo en voz baja, agachando su mirada.

― ¿No sería vivir de la manera que quieres? ― Respondió el hombre de corbata, frotando su barbilla.

― Al igual que tú, ¿no quieres ser doctor, Leorio? ― Exclamó Gon con una gran sonrisa.

― Encontraré los ojos de mis compañeros. Ahí es donde comienza todo.

― ¡Podré conocer a mi padre!

― Lo harás... ― Susurro Killua, escondiendo su mueca apenada. No tenía nada para decir.

― Deberías estar a nuestro lado. ― Dijo Gon rápidamente, y posando su mano sobre el hombro de su amiga asomo una sonrisa. ― Queremos estar contigo, ¿verdad, Jisoo?

― ¡Sí! ― Respondió automáticamente, sintiendo la azulada mirada de su amigo, quien la desvió rápidamente de manera apenada.

― Supongo que no tengo otra opción.

― Jisoo, ¿tú qué quieres hacer en el futuro? ― Pregunto Kurapika, notando como la menor se sonrojaba de golpe por sus propios pensamientos.

― Bueno... Lo he pensado muy bien. Tengo que hacer muchas cosas importantes, pero lo que más quiero hacer por ahora... ― Sus amigos la observaban expectantes, observando con atención la pequeña mueca nerviosa de Jisoo. Sobre su hombro, la azulada mirada de Killua la seguía, tal vez eso la impulsó a no rendirse.

Siempre había tenido que esforzarse por lo que más quería, y esta vez no sería la acepción. Si Killua la rechazaba no le quedaba otra opción, su plan B y todos los consejos de Leorio saldrían a la luz.

― ¡Conquistaré a Killua!

Gon dejó escapar una fuerte risa al igual que el hombre de corbata, quien desordenó la cabellera de su amiga. A un lado, Kurapika dejó escapar una suave risa, notando la divertida expresión en la cara de Killua al escuchar aquello.

― La juventud de hoy en día... ― Susurro Leorio, asintiendo orgulloso de su pequeña amiga. Jisoo llevaba la ventaja en este juego del amor. 

No tengo muchas palabras, me duele la mano y los ojos, aun así, disfruto mucho escribir Hunter y todas las historias que tiene para contar!! Jisoo se viene con toda en el próximo Arco. 

Perdón los errores te ortografía, coherencia, narración y mayúsculas. Espero que les haya gustado mucho. Probablemente, más adelante corrija algunas cosas. Los quiero <3

Ahora sí me voy a dormir 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro