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𝐎𝟖𝟑┃¿Acaso el cielo existe?

✦ ˑ CHAPTER O83 (💌) ᶻ 𝗓 𐰁

★ (𝐇𝐔𝐍𝐓𝐄𝐑)꩜ !❛ Lágrimas doradas y sangre escarlata...

SU CUERPO SE SENTÍA PESADO, sus párpados eran incapaces de levantarse, y lentamente, cada parte de ella comenzaba a sumergirse en un inmenso lago de agua cristalina. Llantos y dolorosos lamentos se escuchaban cada vez más lejanos, y su conciencia lentamente era libre de todo dolor y sufrimiento. ¿Estaba muerta? Aquella idea por un momento no pareció ser tan mala, pues, aunque no pudiera ver a su alrededor, su cuerpo descansaba plácidamente sobre un lago frío y tranquilo, y su mente no recordaba más que bonitos recuerdos.

Sin ser consciente de nada, su cuerpo cada vez estaba más sumergido en el lago, cubriendo su pecho y cuello por completo, pero, lastimosamente, Jisoo no era consciente de nada, hasta que una voz logró hacer que su cuerpo dejará de hundirse.

― Paz eterna. ― Era una voz cariñosa, tan suave y paciente que logró darle seguridad.

― ¿Paz eterna? ― Repitió, pero su voz salió cansada y frágil. El agua comenzó a moverse suavemente, y el sonido de unos pasos que rompían el agua la llenaron de curiosidad, pero nunca de desconfianza. La compañía de aquella voz femenina le parecía extrañamente familiar, era como una caricia para sus oídos.

― Así es, este es un lago de Paz Eterna... Donde descansan los corazones que dejaron de latir. ― Eso confirmó el pensamiento de Jisoo, y toda calma que sintió en un inicio desapareció.

― ¡¿Estoy muerta?! ― Exclamó, y de golpe su cuerpo dejó de flotar. Rápidamente, intentó levantarse, cuando de repente unas frías manos taparon sus ojos con cuidado y la volvieron a recostar.

― Si abres tus párpados y ves este lugar, no podrás regresar... ― Y con esa suave afirmación, sus párpados permanecieron cerrados, mientras sin ser consciente de sus acciones, su cuerpo comenzó a relajarse nuevamente, y lentamente comenzó a hundirse de nuevo. ― La hora de tu muerte aún no ha llegado, y cariño... Tienes personas muy buenas en tu vida que esperan tu llegada, así que aún no te rindas.

― ¿Quién eres? ¿Un ángel? ¿Acaso existe el cielo? ― Cuestiono, y su voz cada vez era más suave. Una caricia superficial tocó su piel, y lentamente sus heridas comenzaron a sanar, dejando un destello dorado sobre su piel.

― Estoy orgullosa de ti... ― Y con esa afirmación, toda sensación de calma desapareció.

Un beso sobre su frente terminó por hundirla. Al mismo tiempo, un sello que muchos meses atrás su tío había dejado sobre su espalda baja comenzaba a desaparecer, una muestra de su misión cumplida, pero también, una forma de liberarse de toda atadura. ¿Acaso ahora era alguien digna de apellidarse Doragon? ¿Ahora era lo suficientemente importante como para ser reconocida como la hija de Alyra sin tener que esconderse?

Miles de almas en pena ahora podían descansar con la muerte de Hebe, y todo gracias a una niña valiente que no tuvo miedo de enfrentar a la muerte. Ahora su padre podría descansar, su maldición y la de mucho más estaba rota.

Miles de recuerdos llegaron a su cabeza. Desde los más mínimos, hasta los recuerdos más detallados y desgarradores. La imagen de su madre ahora era tan clara como el cristal, las personas de su pasado y el daño que su propia familia le hizo ya no estaban olvidadas. Su naturaleza salvaje no desapareció, pero ahora era capaz de controlarlo, y la mezcla de todos aquellos sentimientos que había reprimido ahora eran libres. Pero todos aquellos recuerdos volvieron a desaparecer tan pronto sintió como algo de ella despertó.

El filoso silencio fue roto por desgarradores lamentos y ruegos, a pesar de tener los párpados cerrados, lograba visualizar luces de diferentes colores. Su cuerpo ahora era pasado como una roca, y sintió un suave líquido recorrer cada parte de su cuerpo. Lograba sentir como dos manos se aferraban con fuerza a su cuerpo congelado, y lágrimas se escurrían hasta mojar su cuello y hombros. Se sentía atrapada, sin ser capaz de mover su cuerpo, cuando una indescifrable fuerza sacudió sus pulmones, y con fuerza tomó una bocanada de aire que llenó por completo su cuerpo de vida.

Al abrir sus ojos y sentir que su cuerpo volvía a la vida, su primer impulso fue abrazar con fuerza a Killua, pero su cuerpo aún seguía débil, y solo pudo posar su mano con cuidado sobre su espalda. Killua, quien permanecía aferrado a su cuerpo con desespero, se congeló por un momento al sentir como el corazón de su amada volvía a latir. Por supuesto, esta acción aterró al joven albino, quien se separó de inmediato para ver el semblante sonriente de Jisoo, lo que solo logró que sus lágrimas salieran con aún más fuerza, si eso era posible.

― ¡¿A-ah?! J-jisoo...― Fue lo primero que sus labios pudieron pronunciar, y de inmediato apoyó su oído contra el pecho de Jisoo, logrando escuchar su corazón latir. La sorpresa era tanta que simplemente no podía creerlo, y en un principio pensó que se estaba volviendo loco, lo que podía ser muy posible, teniendo en cuenta que la muerte de su amada simplemente lo había destrozado.

― Estoy de vuelta... ― Con una gran sonrisa, Jisoo pronunció aquellas palabras, y Killua levantó su mirada de inmediato, viéndola fijamente, sin parpadear. Con cuidado, la oji rosa limpio las lágrimas que caían por las pálidas mejillas del albino, y con suavidad dejó un beso sobre su frente. ― Lo siento, te di un gran susto.

― E-estas de vuelta... ¡Tonta! ― Nuevamente, Killua la abrazó con fuerza, y entre torpes balbuceos y lágrimas demostraba todo su enjambre de sentimientos.

― Estoy de vuelta...

La piel de su amada era pálida, sus labios volvieron a ser rosas y sus ojos ahora brillaban llenos de vida. En aquel momento, Killua le agradeció a cualquier ser divino que existiera y escuchó sus plegarias con paciencia, volviendo su más fuerte deseo realidad, pues su compañera volvió a la vida, un deseo que pensó que jamás se cumpliría. Jisoo lo escuchó atentamente, aun acariciando sus mejillas y cabellos húmedos por el sudor y sangre de su larga batalla. Por unos minutos los dos se fundieron en un abrazo lleno de emociones, ninguno de los dos podía expresar con claridad lo que sentían, así que con sus lágrimas y suaves lamentos intentaban desahogarse.

Jisoo había sufrido un paro cardiaco por ocho minutos, y ahora, mágicamente, volvía a la vida. Al parecer, los Doragon eran más misteriosos e impredecibles de lo que uno podía imaginar. No solo eso, pues las heridas superficiales de la joven estaban totalmente sanas. Las heridas hechas por el cuchillo de Hebe y su habilidad aún permanecían, pero no sangraban como antes. El hermoso ojo de Jisoo permanecía cerrado, con una desastrosa herida que amenazaba por dejarla ciega en un ojo. Sin poder evitarlo, el ojiazul limpio con cuidado algunas gotas de sangre que aún brotaban.

― Es tierno como no dejas de mirarme. ― Admitió Jisoo, y dejó escapar una suave risita al sentir como el albino la levantaba del suelo ágilmente para alzarla como si de una princesa se tratara.

― ¿Te pongo nerviosa? ― Los labios de Killua fueron decorados con una sonrisa, y sin poder evitarlo dejó un suave beso sobre la mejilla de la ojirosa. Los pómulos de la joven se volvieron rojos, y eso logró divertir aún más al ojiazul. ― Supongo que eso es un sí.

― ¡¿Uh?! ― Jisoo tapó su rostro con ambas manos, escondiéndose de la mirada juguetona que su compañero le ofrecía.

― ¿De verdad un simple beso en la mejilla te pone nerviosa? ― Susurro, y con obvias intenciones, se acercó lentamente al rostro de Jisoo, mientras una sonrisa gatuna se dibujaba en sus labios. Jisoo dejó de esconder su rostro, pero sus mejillas ahora eran tan rojas como los tomates. ― ¿Acaso no recuerdas el beso que te di... en los labios?

― ¿¡A-ah?! ― Y antes de que Killua pudiera hacer algo, Jisoo tapó los labios de Killua con sus manos, y con falsa molestia negó de un lado a otro. ― ¡Oye! D-después hablaremos sobre eso.

― ¿Hablar? Tal vez luego podremos besarnos. ― Corrigió, y de inmediato Jisoo golpeó su cabeza, totalmente roja, lo que logró sacarle una gran carcajada al albino.

Un pequeño momento de felicidad antes de la verdadera tragedia.

(🌕)

Los Cazadores estaban reunidos frente a una instalación que estaba a punto de destruirse, alrededor, pequeños huevos descansaban. Jisoo no podía dejar de ver a Palm, y miles de preguntas inundaban su cabeza, pero una logró que su cuerpo temblara.

-¿Dónde está Roman...? - preguntó, y miles de ideas llegaron a su cabeza. Tal vez ahora era como Palm, una hormiga quimera, o tal vez estaba en medio de un enfrentamiento, pero la idea de su muerte nunca se le cruzó por la cabeza. Palm parpadeo varias veces, dirigió su mirada al albino, y después respondió.

-En realidad... No lo sé. Cuando lo encontré me dijo que moriría, y después desapareció. - Dijo, con sinceridad. Jisoo permaneció en silencio, y luego de unos segundos asintió con firmeza, ignorando las lágrimas traicioneras de preocupación. Cualquier cosa podría pasar, estaba consciente de eso, por ahora debía concentrarse en acabar con todo.

Una mano muy pequeña agarró uno de sus dedos, era Kaeru, la pequeña ranita. Algunas heridas decoraban su piel, pero su sonrisa aún estaba intacta. La pequeña quimera se encargaba de rescatar cazadores con sus habilidades curativas.

- Separamos al rey de los guardias reales para que el presidente peleara con el rey, cumplimos con la misión asignada. - dijo Knuckle, de brazos cruzados. - Todos debemos decidir qué haremos ahora. ¿Paramos o seguimos? Yo seguiré peleando contra ellos. Ya arriesgue mi vida aquí más de una vez. Aunque no llegamos a un acuerdo, seguiré peleando.

Y todos estaban de acuerdo con eso, seguirían peleando. Por otro lado, Gon estaba sumido en la ira, y por fin, Pitou caminaba hacia él para su tan esperado enfrentamiento. Aquella torre estaba totalmente oscura, un aura maliciosa no dejaba de salir de ella. Jisoo, Killua, y Knuckle entraron en silencio, y observaron la escena. El primero en hablar fue en mayor, quien le ofreció su ayuda, pero Gon la rechazó.

- Hazme un favor, Knuckle. Cuida a esta niña por nosotros. Hasta que veamos a Kite. - Y mientras la niña estaba confundida, ignorante de toda la guerra, los Cazadores seguían tensos. Gon, el niño feliz y gentil, tenía planeado usar a la niña como rehén. Y se fueron, corrieron tan lejos como fue posible. Los cazadores observaban en silencio como se alejaban, y de inmediato las miradas se dirigieron a los menores, en especial a Killua.

- ¿No quieres ir con Gon? - Preguntó el pulpo.

- Está bien, ese siempre fue el plan. La verdad es que me siento mejor sabiendo lo que hará.

- ¿Te refieres a la rehén?

- Sí. Si fuera con él, sería un riesgo. Pitou podría emboscarme y capturarme. Y lo último que queremos ahora es una situación de rehenes. - Knuckle no escondió su sorpresa, mientras una pregunta inundó su mente. "¿Cuántas masacres tuvo que soportar para pensar así?"

- Tranquilos. Ahora que pude ver a Gon en persona, si algo pasa, lo sabré inmediatamente. - Dijo Palm.

- Además, Pitou no va a abandonar a la niña. - Dijo Jisoo, a un lado de la joven que parecía ser mayor que ella. - Gon está a salvo por ahora...

La ojirosa fijó su vista en la chica. Su pelo era claro, de color blanco. Sus cejas eran negras y pobladas, y una mirada asustada no se borraba de su rostro. Sus párpados permanecían cerrados, y algunos mocos se escurrían por su roja nariz. Estaba asustada, era fácil notarlo. La operación inició, debían cuidar a la niña. Por esa razón, cuando descubrieron que uno de los guardias reales la quería muerta, su primera opción fue recurrir a la velocidad de Killua.

Pouf desplegó sus alas y con una aterradora mirada voló con fuerza hacia Killua. Sus deseos por matar a la niña, quien estaba en la espalda del ojiazul, eran incontrolables. Pero había algo que él no sabía, y es que Killua era increíblemente rápido. Su cuerpo eléctrico le daba un aspecto intimidante, y su sonrisa confiaba solo lograba molestarlo.

- Yo puedo jugar toda la noche.

jeje, hola

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