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𝐎𝟖𝐎┃El verdadero potencial

✦ ˑ CHAPTER O80 (💌) ᶻ 𝗓 𐰁

★ (𝐇𝐔𝐍𝐓𝐄𝐑)꩜ !❛ Lágrimas de sangre...

BIEN, AQUÍ DEBERÍAMOS ESTAR BIEN. EXPLÍCAME QUÉ ES LO QUE PASA. ― Dijo Killua, soltando el brazo de Meleoron, deshaciendo así su invisibilidad. Estaban en una de las habitaciones del castillo, en una silenciosa esquina, fuera de todo peligro, o eso parecía. El camaleón le contó todo después de dejar de aguantar la respiración para volver a respirar con tranquilidad. Shoot ya no podía pelear más y Knuckle se enfrentaba solo a Youpi, buscando tiempo corriendo por todo el lugar y esquivando ataques mortales. Necesitaban la ayuda de Killua.

A pesar de estar en problemas, Knuckle nunca se rindió, y decidió seguir peleando por Shoot, y con cada uno de sus golpes, se aseguraba de darlo todo. Era algo raro para él, porque en realidad, su compañero de pelo oscuro nunca le había agradado por completo, pero en algún momento, aquel sentimiento comenzó a cambiar. Aunque Shoot no estaba muerto, quería vengarlo. Tal vez el hecho de haberse enfrentado a la muerte juntos tenía algo que ver, y ahora estaba dispuesto a pelear contra la bestia que insultó a su amigo, un hombre fuerte que estaba dispuesto a morir peleando... Y mientras Killua llegaba al lugar, otro suceso mortal ocurría no muy lejos de allí.

En menos de unos minutos las cosas se habían salido de control, y todo después de que Jisoo logró darle el primer golpe a Hebe, lo que desató la furia de la mujer. Algunas paredes estaban destrozadas, y los movimientos bruscos y veloces lograban dañar el suelo. La pelinegra salto hacia atrás y esquivó uno de los cortes que Hebe estaba dispuesta a darle con una cuchilla dorada, al parecer, la misma con la que había asesinado a su madre, y de inmediato, expulsó el poderoso dragón de fuego de sus manos. La oscura habitación se iluminó por las llamas del fuego, pero no logró herir a Hebe.

― Tan ingenua como tu madre... Ella realmente creyó que podría escapar de su madre, pero no fue así... ― Su voz era burlona, y con cada palabra lograba alterar a Jisoo, quien sin darse cuenta, cada vez más daba golpes con la intención de acabar con todo. Su esfuerzo por pensar bien las cosas estaba perdiéndose, su instinto era más fuerte y eso no era del todo bueno. ― Y tú crees que puedes matarme, divertido, ¿no?

Hebe agarró el cuello de Jisoo con sus largos dedos, burlándose de los reflejos de la menor, quien no logró reaccionar a tiempo. Estaba completamente atrapada. Sus ojos rosas sé rasgaron al ver el filoso cuchillo frente a ella, justo en su rostro, apuntando directo a su ojo izquierdo. No podía hacer nada, lentamente sus pies dejaron de tocar el suelo, y empezaba a quedarse sin oxígeno. Cada vez más, la filosa punta del arma estaba más cerca de tocarla. Un desgarrador grito salió de sus labios y lastimó su garganta, mientras la sangre comenzaba a escurrirse por su rostro, manchando el brazo de Hebe, quien observaba con orgullo sus acciones.

― Eres una niña tonta. Querida, tuviste que estar de mi lado, tan pronto te lo ofrecí... ― Con su otra mano consintió el rostro ensangrentado de Jisoo, quien estaba en silencio, esforzándose por respirar, mientras el dolor aún quemaba cada parte de su piel. ― Los cuchillos de Citrino detienen la regeneración, lastimosamente, ya no eres tan hermosa como tu madre... Pero eso no será un problema, después de todo, vas a morir.

Y una risa salió de sus labios rojos. El dolor era horrible, y cuando el cuchillo fue arrancado de su rostro sin piedad, otro grito adolorido resonó en toda la torre, dando como resultado una escena grotesca. Las lágrimas empezaron a salir de color escarlata, y el desespero inundo su corazón. Empezaba a perder el conocimiento, mientras miles de pensamientos golpeaban su cabeza sin piedad. La llama que la mantenía en pie empezaba a desvanecerse, cuando un toque en su espalda la despertó.

¿Acaso había alguien detrás de ella? Con las pocas fuerzas que su cuerpo lograba contener, abrió el único ojo que aún podía usar. Nuevamente, encontró el cuchillo frente a ella, amenazando su ojo rosa, pero esta vez, no se quedaría sin hacer nada. Era un sentimiento extraño, como una energía incontrolable. Lograba sentir su sangre caliente, y una idea se le ocurrió.

― ¿Qué ocurre, cariño? ¿Dolió mucho? ― Y Hebe comenzó a reír. Un suave balbuceo escapó de la menor, captando la atención de la mujer, quien alejó el cuchillo por un momento. ― ¿Te rindes? Oh, ¿no te había avisado? Eso no es posib-

La sangre de Jisoo se convirtió en fuego de repente, y todo el brazo de Hebe comenzó a arder en descontroladas llamas de fuego que la obligaron a tirar la cuchilla y retroceder mientras gritaba por ayuda. Aquellas llamas parecían ser imposibles de apagar. La pelinegra cayó al suelo de golpe, y retrocedió con dificultad.

― Creo que escuchaste mal... ― Susurro. Agarró el cuchillo sin pensarlo, y se levantó con fuerza, ignorando la sangre que aún brotaba por su delicado rostro y salpicaba el suelo de roca. Dando pasos decididos se acercó a Hebe, quien luchaba por apagar el fuego que lentamente consumía todo su brazo. Con desespero, la mujer se tiró al suelo y se escondió con sus brazos. Jisoo se acercó, y se agachó levemente para susurrarle. ― ¿Te gustan las mariposas?

Las mariposas doradas que estaban esparcidas en el lugar reaccionaron por fin, y tan pronto Jisoo dio la orden, todas salieron disparadas contra el cuerpo de Hebe, clavándose dentro y estallando en el impacto con fuerza. La sangre salpicaba por todo el lugar y los gritos eran desesperantes, pero la ojirosa decidió no apartar su mirada, observando como las ropas de Hebe se desvanecían y su piel comenzaba a romperse. Luego de unos minutos todo permaneció en silencio, pero aún no se apartaba de la escena. No podía confiarse, y la suave risa que se escuchó se lo confirmó.

― ¿Es porque arruine tu lindo rostro? ― A pesar de su apariencia moribunda, Hebe aún tenía tiempo para reírse. Lentamente, comenzó a levantarse, y tatuajes de serpientes comenzaron a aparecer por todo su cuerpo, moviéndose como si tuvieran vida propia. Hebe parecía un monstruo, con sus filosos colmillos y sus ojos dorados. Jisoo se apresuró, y dispuesta a dar un último golpe, intentó clavar la cuchilla en el cuello de la mujer, quien la tomó por sorpresa agarrando su mano con la intención de romperla.― Yo también tengo trucos bajo la manga, querida...

― E-es veneno... ― Susurro, recordando las advertencias de Killua y su insistencia por mantenerse alejada, pero cuando intento retroceder ya era demasiado tarde. Los tatuajes habían logrado llegar hasta su mano, y sin siquiera dejarla respirar, el tatuaje ya la había mordido, y un líquido rojo comenzó a salir en los dos agujeros que tenía. La risa de Hebe incrementó, y en ese momento Jisoo entendió que el veneno ya estaba dentro de ella. Como un tambor, sintió su corazón retumbar. Sus piernas flaquearon, y cayó al suelo de rodillas. A pesar de sus esfuerzos, no había podido hacer nada más que quemar a Hebe y lastimar su piel superficialmente. No podía contenerse más, mantener el control era imposible.

Una mano sobre su mentón la obligó a levantar la mirada, y de inmediato encontró los aterradores ojos dorados de la mujer.

― Tienes la misma mirada que tu padre... Un animalito indefenso a punto de morir. ― Dijo, mientras su presión aumentaba, lastimando el rostro de la menor. Su cabeza ni siquiera podía sostenerse correctamente, y el sudor frío que caía por su frente era preocupante. ― Lo recuerdo como si fuera ayer... Tu madre pensó que podía escapar, sus intentos por esconder su desafortunada familia fueron inútiles, y recibió su castigo... No solo murió, sus acciones desataron miles de consecuencias, entre ellas, la enfermedad de tu padre y tu pérdida de memoria...

Desde joven su existencia representaba un peligro para los Doragon, no solo se trataba de su origen mestizo y diferente, en realidad se trataba de la habilidad que había heredado de su madre. Era una joven con un infinito potencial, con la suficiente fuerza para sobresalir entre los Doragon y seguir el legado de su madre. Por eso mismo, Hebe deseaba matarla... No estaba de acuerdo en que una mestiza tuviera aquel premio.

― ¿No lo recuerdas? Eras muy joven... No te preocupes, yo puedo hacer que recuerdes todo. El día en el que te encontramos y el cielo se tiñó de rojo. ― Susurro, acercándose al rostro de la menor, hablando casi contra sus labios. ― Puedo hacer que recuerdes el día en el que tu padre más sufrió, el día en el que los lastimaste, en el que yo estuve a punto de acabar con su vida gracias a ti... Dime, ¿qué pasa si lo mato?

Aquellas palabras fueron el detonante que activó el peligroso instinto de Jisoo, y la sumergió en la completa locura. A pesar de no recordar nada, algo en su interior realmente parecía recordar todo con exactitud, y con fuerza luchaba por salir. En silencio, observo a Hebe. Sus ojos eran más claros de lo normal, tan intimidantes como los de una bestia sedienta de sangre. Todo rastro de dolor desapareció, y su fuerza se incrementó sorpresivamente. Como una persona diferente, su actitud cambió.

Durante mucho tiempo contuvo su verdadero potencial, pero era hora de liberarlo todo, y sin nada que la detenga, aquel encuentro sería realmente cruel.

― ¿Matar a mi padre? Primero tendrás que matarme a mí. ― Exclamó, y agarró con fuerza las muñecas de Hebe, y sin permitir que dijera algo, se levantó del suelo con agilidad y le dio una gran patada en el abdomen, alejándola contra una de las paredes.

Su piel comenzó a quebrarse, y su aura cambió por completo. Su conocimiento comenzaba a perderse, el cambio en su cuerpo era peligroso. Sus colmillos empezaron a marcarse con fuerza. Un sofocante dolor inundó su cabeza, tan fuerte que tuvo que agarrar su rostro y cerrar sus ojos con que empezaban a soltar lágrimas de sangre. Su respiración se descontroló, mientras se tambaleaba suavemente. La transformación de la que tanto temía su familia comenzaba a completarse, y dentro de poco entendería su verdadero peligro. 

(🌕)

¡Narukami! ― Un grito resonó y un poderoso rayo impactó el cuerpo de Youpi, dejándolo completamente paralizado. En ese momento Knuckle encontró la oportunidad para darle siete golpes sin piedad. Luego de darle una patada, decidió salir corriendo a toda velocidad, dispuesto a cumplir su siguiente misión: Llevar a Shoot a un hospital.

Mientras tanto, la Quimera continuó congelada y totalmente confundida. No había notado a alguien más, y mucho menos había logrado ver el fuerte ataque que lo paralizó. La presencia de alguien más lo confundió, y rápidamente levantó su mirada, encontrando un joven de pelo blanco que le ofrecía una mirada cruel. No tardó en reconocerlo, pues lo había visto en las escaleras antes de que los meteoritos interrumpieron su guardia. Sus pasos no emitían ningún tipo de sonido, y la tranquilidad con la que se acercaba era aterradora.

― Lo siento, pero lo que haré ahora será solo para desestresarme. ― Sus puños se cerraron con fuerza, y los rayos rodeaban su cuerpo sin dañar su pálida piel. De repente, desapareció de la vista de Youpi para desaparecer frente a él sorpresivamente. Un potente golpe en su abdomen logró robarle un grito lleno de dolor, mientras su cuerpo nuevamente era paralizado por la descarga eléctrica. Sus intentos por defenderse fueron inútiles.

Velocidad de dios, una habilidad capaz de enviar descargas eléctricas por todo el cuerpo de Killua, permitiendo actuar a un nivel muy superior del que sería físicamente posible. Esta habilidad estaba dividida en otras dos habilidades diferentes: Velocidad del rayo, que le permite controlar su cuerpo a voluntad. Y Torbellino, que provoca que su cuerpo reaccione automáticamente a los movimientos de su oponente cuando se detecta una vibración hostil. Youpi no podía hacer nada contra él.

Empezaba a ponerse interesante, la Quimera lo estaba disfrutando, cuando de repente, la electricidad desapareció del cuerpo del albino, quien no pudo esconder la mueca preocupada que apareció en sus labios.

― Demonios. ― Susurro y retrocede lo más rápido que puedo. Rápidamente, se dio la vuelta y comenzó a correr, ignorando por completo los llamados de Youpi.

― ¡Espera! ¡No escaparás! Me ayudarás a aprender hasta que mueras. ― Pero el albino había desaparecido de su vista, como si nunca hubiera estado en aquel lugar...

Los tres amigos estaban separados, sus enfrentamientos eran completamente diferentes, pero mortales, un solo descuido y sus vidas terminaron en cualquier instante. Killua no podía dejar de pensar en ellos, y tomó una importante decisión. En una de las habitaciones del castillo, con un cable enredado entre su mano, se aseguraba de recargar energías como si se tratara de un celular.

― Cuando me haya recargado, volveré a donde está Jisoo, después iremos por Gon. Tú encuentra a Knuckle. ― Dijo, arrodillado en el suelo, mientras el camaleón lo escuchaba atentamente. ― Pouf ha salido de la barrera, así que habrá vendido al grandote. Debes estudiar la situación con Knuckle antes de decidir si retirarse o no.

― ¿Y ustedes qué?

― Gon no se moverá de aquí hasta que haya terminado lo que quiere hacer, en el peor de los casos, ofrecerá su vida por la de Pitou. Jisoo no perderá, pero en el peor de los casos... ― Dijo y guardó silencio por unos minutos, sin ser capaz de completar sus palabras. Era obvio, él era el más preocupado. De repente, una mueca apareció en su rostro. ― Era broma. ¡Estarán bien! Puedo usar la palabra mágica "Kite" Con Gon, lo tengo bajo control. ¡Jisoo solo necesita un beso! Y regresará conmigo sana y salva.

A pesar de escuchar eso, Meleoron no creyó en sus palabras, después de todo, el albino tenía un semblante triste minutos atrás. Killua no quería hablar, realmente no podía, y por esa misma razón, él no podía preguntar. Miles de cosas sucedían con cada minuto que pasaba. Ikalgo peleaba por poder completar con su misión, Netero se preparaba para un enfrentamiento, Gon aún esperaba con su rabia acumulada, otros morían y unos aún se aferraban a la vida.

Los incontables ciudadanos hipnotizados por el polen de Pouf esperaban afuera el proceso de selección. Fue entonces cuando un ejemplo de su posible futuro despertó. Su pelo aún era negro y largo, pero su piel ahora era aún más pálida, con algunas escamas en sus brazos y una gran perla morada en su frente. Tan pronto abrió la puerta de la habitación llena de capullos, unos ojos claros se toparon con los de ella. Era una joven pelirroja, cuyos ojos resplandecían de preocupación y alivio.

― Palm... Soy yo, Roman. ― La mujer, quien ahora estaba bajo el control de Pouf, no lo reconoció, y nuevamente, los problemas volvieron a comenzar. 

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