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𝐎𝟕𝟗┃La niña de las mariposas

✦ ˑ CHAPTER O79 (💌) ᶻ 𝗓 𐰁

★ (𝐇𝐔𝐍𝐓𝐄𝐑)꩜ !❛ La delgada línea de la vida y la muerte...

SI TE SIENTES MAREADA, no dudes en avisarme. ― Dijo, moviendo su dedo índice frente a una pequeña niña de pelo negro. Tenía una mirada de angustia, y estaba arrodillada a la estatura de la menor, quien no se movió ni un milímetro. Pequeños suspiros y una respiración agitada era lo único que obtenía como respuesta.

El gran salón estaba destrozado, los vidrios rotos, el vino en el suelo, los manteles y las mesas en pedazos, y las paredes calcinadas con peligrosas marcas de sangre. Una pequeña niña con un vestido roto y sangre en sus manos, con lágrimas en sus ojos y su piel fría había sido rescatada de la muerte.

Un hombre de cabello dorado que presenció todo se dio la vuelta, murmurando con rabia unas palabras antes de retirarse, dando un fuerte portazo que dejó a todos helados.

― Kone, es suficiente. ― Una mujer mayor de largo cabello dorado interrumpió, y con una mirada fría posó su mano sobre el hombro de su hija menor. A diferencia de la contraria, en su mirada no había ninguna pizca de lástima. En su brazo, una peligrosa quemadura aún sangraba, pero eso no parecía importarle a Kone.

― ¿Suficiente? ¡Jisoo casi muere! ― Exclamó, y su voz se levantó sin pensar en las consecuencias. Lágrimas empezaron a caer de sus ojos de oro, y su cuerpo comenzó a temblar. Sentía miedo. ― Es apenas una niña de seis años, y sobrevivió a algo que ningún niño debería de experimentar. Tiene sangre Doragon... ¡Es hija de Alyra!, pero sigue siendo humana, y no es ningún juguete. Aunque su madre esté muerta, y tengas encerrado a su padre, ¡no puedes hacerle-

Al sentir la fuerte cachetada sobre su mejilla, las palabras se detuvieron de repente, y Kone simplemente dejó escapar el río de lágrimas que bajaban por sus ojos y le impedía hablar con claridad. Con cuidado, escondió a la pequeña niña detrás de ella, impidiendo que Hebe se acercara más. En aquel momento su madre parecía una persona diferente.

― Esa niña es solo una mestiza.

― ¡Deja a esta familia tranquila! ― Exclamó, sin importarle recibir un castigo peor. ― ¿Por qué actúas de esa manera, madre? ¿Qué le hiciste a esta niña para que la encontráramos tan asustada? ... Si mi hermana lo escondió por tanto tiempo, es porque realmente los ama. Alyra murió, permite que lo único que ella amó viva... Por favor, madre.

Su pelo era negro como la noche, y sus ojos rosados como un raro atardecer, su sangre era humana, pero con una increíble habilidad explosiva característica de su familia materna, la misma habilidad que logro quemar el brazo de Hebe años atrás, y que asusto su malvado corazón. Sus recuerdos y fuerza fueron sellados, y la llave de aquel cofre estaba en las manos de Hebe... Pero la fuerza hacía tanta presión, que aquel cofre estaba a punto de estallar. 

Las pupilas de sus ojos rosas se rasgaron al ver una gigante hormiga quimera de piel roja sentada en las escaleras del castillo. Su piel comenzó a deformarse, sus ojos se volvieron rojos, y le salieron cuatro brazos más. Era como una pesadilla, un ser completamente aterrador que actuaba como un escudo que protegía al rey.

Shoot estaba preparado para atacar, mientras Knuckle pasaba a un lado con la habilidad invisible de Meleoron, el pelirrojo solo necesitaba esperar unos segundos más para que sus amigos no resultaran afectados por su ataque. De repente, grandes luces con forma de flechas rompieron el techo.

― E-este es... ¡El Dragón Dive! Entonces... ― Killua fue el único que comprendió lo que ocurría, así que no se movió. Por otro lado, los demás no sabían cómo actuar, a excepción de Gon, quien permanecía concentrado con Youpi y su instinto de pelea, o por lo menos eso es lo que parecía.

De inmediato, Killua y Jisoo comenzaron a correr, y un segundo después, todos imitaron la acción. El guardia real estaba congelado, como una roca muy fuerte, cuando de repente un golpe de alguien invisible lo impactó con tanta fuerza que lo apartó del camino. Los adolescentes no perdieron la oportunidad y comenzaron a correr, pasando entre el polvo de los escombros.

Por el rabillo de ojo, Killua pudo notar dos hormigas soldados que estaban en la dirección donde se dirigían Ikalgo y Kaeru, y sin pensarlo, decidió encararlas. Su cabeza no podía dejar de cuestionar sus acciones, pues en un principio fue el primero en asegurar que cada uno debía de ceñirse a su propia misión. Fue entonces cuando su mente se congeló, pero mientras su mente estaba en estado de pánico, su cuerpo siguió moviéndose. Las hormigas soldados cayeron al suelo con sus cabezas rotas en mil pedazos, hecho por dos yoyos que descansaban en las manos del albino. Seguido de eso, los atravesó con sus manos hechas garras. Muy pocos fueron testigos de lo que sucedió, entre ellos Ikalgo.

― Killua. Me debes una. ― Aquellas palabras trajeron al ojiazul devuelta a la realidad.

Gon fue el primero en llegar al segundo piso, donde noto que el tercer piso de la siguiente torre estaba rodeada de la habilidad de Morel, una densa niebla tan profunda como el mar. Eso indicaba que el rey y Pitou no estaban allí. Entonces, ¿dónde estaban?

Jisoo fue la segunda en llegar, su respiración agitada y la extraña aura que comenzaba a emanar de su cuerpo era reflejo de sus alteradas emociones. Esta vez era diferente a las anteriores veces donde su cuerpo se sumergía en un estado puro, esta vez era real, y no tenía ningún medicamento o collar para esconder su naturaleza. Sin decir nada, se acercó a Gon, y juntos observaron lo mismo.

Netero, el abuelo de Killua, y el rey caminaban juntos, aun así, una presencia más intimidante capto su atencion, y al desviar su mirada con cautela, unos aterradores ojos amarillos atraparon su mirada. De repente, la respiración de Jisoo se cortó, y su piel palideció.

― ¿Qué está pasando...?

A pesar de que no se trataba de Hebe, encontró unos ojos penetrantes de una persona que conocía muy bien, unos ojos que la observaban fijamente de una forma indescifrable, con la ferocidad de una peligrosa bestia sedienta de sangre, pero con el temor de un pequeño cachorro.

Era un chico rubio, de ojos fríos e intimidantes. Su familia, su primo, pero como Navier le había advertido, Hebe tenía muchos aliados que no dudarían en asesinarla a pesar de conocerla. Al ser mestiza, y bajo las enseñanzas de Hebe, asesinarla parecía la opción correcta. Zeth, un joven que hace muchos años fue el responsable de muchas de sus sonrisas, una persona en quien podía confiar, o eso pensó, porque ahora estaba en aquel castillo, bajo las órdenes de una mujer cruel.

El culpable del atentado en el coliseo del cielo, cuando un sujeto extraño le pago a Mist por matarla, era Zeth. Al principio pensó que era un malentendido, un truco sucio de alguien más, pero al parecer, era completamente verdad. Una molesta sensación recorrió su cuerpo, pero no permitió que los nervios le ganaran. No podía caer en un momento tan importante, y con fuerza, reprimió las lágrimas de desilusión. Nuevamente, entendía que su propia familia estaba dispuesta a matarla.

Sus esfuerzos se derrumbaron al ver como una misteriosa mano sujetaba el hombro de Zeth, y una figura desagradable aparecía frente a sus ojos rosas. Como una feroz bestia salvaje sedienta de sangre, una mirada sofocadora atrapó a Jisoo, y robó todo el aire de sus pulmones.

El joven de cabellera dorada palideció y frunció sus delicadas cejas, con algo de brusquedad, apartó su mirada de Jisoo.

Era ella, con un delicado velo que tapaba parte de su cara. Una de sus manos sostenía un bastón, y sobre su hombro, el sello de su madre descansaba como un orgulloso trofeo. Como si nada ocurriera, saludo a Jisoo con gentileza, y una sonrisa burlona apareció en sus labios rojos.

Por supuesto, Jisoo se molestó. Su mirada fría y dura solo logró hacer reír a Hebe, logrando aumentar las ganas de Jisoo de acabar con todo de una vez por todas.

― Ugh...― Fue lo único que puedo expresar, mientras sentía la sangre hervir en su interior. Su piel comenzó a quebrarse, y su respiración se agitó aún más. Si la intención de Hebe era provocarla, sí que lo había logrado, porque el ardiente fuego en su interior parecía estar acabando con su cordura, y su poca paciencia ya se había agotado.

Los peligros de un despertar prematuro empezaban a aparecer.

― Gon, Jisoo. ― No se dio cuenta de la presencia del albino hasta que escucho su voz, aun así, su mirada no podía apartarse de aquella peligrosa mujer que estaba en la siguiente torre, riéndose de ella. Netero y Zeno despegaron con un gigante dragón de Nen, dejando la torre solo para ellos, antes de intercambiar unas cortas palabras con Hebe, quien parecía bastante cómoda con aquellos hombres.

― Killua, Jisoo, Pitou está allí. ¡Vamos! ― Y sin esperar respuesta, de un salto, Gon se aseguró de llegar a la siguiente torre, donde su objetivo lo esperaba.

La ojirosa no se movió, y de repente, toda su atención se dirigió a alguien más. En silencio, casi meditando, observó a Killua, quien también estaba quieto, con un semblante pensativo que representaba todo su enjambre de emociones.

Por alguna razón, Killua tenía una sensación extraña, un sentimiento que lo obligaba a decidir, y el miedo de perder a alguien importante comía sus pensamientos y sus nervios. Porque ambos jóvenes eran su nueva familia, y no soportaría perderlos. Al sentir el suave toque de Jisoo, su mirada se levantó, y la burbuja que lo distraía se rompió.

― Vamos... ― Susurro, y deslizó con cuidado sus dedos por la cálida palma del albino. ― Al llegar al otro lado, nuestros caminos se separarán por un par de horas.

A pesar de abrir su boca, ninguna palabra pudo salir de sus labios, y se limitó a asentir. Killua decidió no darle más vueltas al asunto, y aferró con fuerza sus manos juntas, y por unos segundos más, ninguno apartó sus miradas. Los ojos azules del joven brillaban, inundados de preocupación, temiendo ver por última vez aquellos ojos que lo habían atrapado por completo.

― No me demoraré mucho, ¡no estés triste! ― Le dijo con un toque de diversión, una característica muy importante de ella.

― Más te vale, tonta. ― Respondió, y pico la frente de la pelinegra, para luego hablar casi en susurro, con sus ojos azules fijos sólo en ella. ― Si te demoras, iré a buscarte, y no importa que suceda, te voy a proteger...

Y ambos saltaron a la siguiente torre, con sus manos unidas, y con sus corazones palpitando, llenos de vida. Tan pronto aterrizaron, encontraron un hombre viejo, de traje morado, con las manos cruzadas detrás de su espalda y un semblante muy analítico. Sus pies juntos y su aura llena de sabiduría, y su leve parecido a Killua eran curiosos.

― Hola. ― Saludo con simpleza.

― Abuelo... ― Susurro. Con solo un vistazo, Zeno pudo notar como el pequeño había cambiado. No solo era su confianza y fuerza, pequeños detalles como el brillo en sus ojos y su mirada llena de libertad eran pruebas de todas sus aventuras y descubrimientos alrededor del mundo que empezaba a descubrir. Por supuesto, las personas que había conocido habían ayudado mucho a su cambio, lejos de una familia cruel y manipuladora.

― Mi trabajo ha terminado aquí. ― Dijo, y se dio la vuelta rápidamente, sin mirar atrás. Lograba sentir la inquietante mirada del niño de pelo verde, quien había visto como había caminado con el Rey, era evidente la curiosidad del joven. ― No sé nada más aparte de la misión que se me encomendó. Puedes sacar tus propias conclusiones de lo que está ocurriendo ahí dentro...

― ¿Dentro? ― Susurró Killua, pero no obtuvo respuesta. De reojo, el abuelo observó con cautela a la joven de ojos rosas, y el detalle de su mano aferrada firmemente a la de su nieto no pasó por alto.

La recordaba, era la joven de la que alguna vez Silva le contó. Como muchas cosas, estaba enterado de todo, y la situación de la pequeña no era la excepción. En realidad, las posibilidades de aquel encuentro eran impredecibles, pero así como la victoria podía ser el resultado, la delgada línea entre la vida y la muerte también era impredecible.

Conoció a Hebe en su juventud, una mujer complicada y misteriosa, una dama con la que nunca logró trabajar y entender. Una mujer cruel, dispuesta a hacer lo necesario para cumplir sus propósitos y locas ideas. Al parecer, por fin había llegado alguien a detener los años de engaños que había estado escondiendo, culpando a personas inocentes y matando vidas puras. Ella era una completa mentirosa, disfrazada bajo su armadura de oro.

Por alguna razón, a pesar de que se le pidió no interferir, sintió la necesidad de decir algo que podría ser de ayuda. ― Jisoo... Hebe está en el primer piso de esta torre, junto al pilar más alto.

Y luego de tomar un poco de impulso, salió disparado, desapareciendo en la oscuridad. Gon se dio la vuelta, y comenzó a caminar, dirigiéndose a la torre, sin darle una mirada a Jisoo y sin detenerse en ningún momento. Por otro lado, Jisoo también comenzó a caminar del lado contrario, dándole una última mirada a su mejor y primer amigo.

Aquel chico bondadoso y feliz que conoció en el Examen de Cazador ahora estaba completamente cegado de rabia y odio, pero por más cruel que pareciera, no tenía tiempo para preocuparse por lo que podría suceder. Solo podía confiar, y concentrarse en sobrevivir a su propia misión, después estaría dispuesta a luchar junto a su amigo y cuidarlo de todo lo que pudiera.

― Jisoo... ― A pesar de su tono tranquilo, era fácil notar como una despiadada guerra de sentimientos se sembraba en su interior.

― Tendré cuidado, prometo que regresaré. ― Dijo, con la confianza de que aquel comentario podría quitarle un poco de tensión al ojiazul. Antes de que se diera cuenta, ambos estaban cerca, y suavemente, sus frentes se chocaron con cuidado. Killua asintió con una sonrisa cargada de preocupación, y habló casi como si estuviera rogando.

― Mantén la calma, no caigas en el juego de Hebe. ― Susurro, con sus ojos azules fijos en ella. A pesar de todo, ella aún brillaba como las estrellas. La ansiedad de dejarla ir lo sofocaba, pero prefería confiar en ella, y pensar que nada malo ocurriría, y después de que todo llegara a su fin, reirían juntos y tendrían una cita. Antes de separar sus caminos, siguió su broma por última vez, solo para escuchar su suave risa. ― ... Ni se te ocurra hacer una tontería, mejillas de ardilla. 

(🌕)

Por los fríos pasillos del castillo, una joven de largo cabello negro y destellantes ojos rosas caminaba con seguridad. Sus pasos resonaban contra el suelo de mármol, y el frío de la noche se colaba por cada uno de los agujeros que los meteoritos habían dejado. Atado a su espalda con un lazo rojo, el arma redonda y filosa que alguna vez le perteneció a su madre ahora estaba en sus manos, y como una bomba en su interior, su corazón amenazaba con liberar su verdadera naturaleza con cada latido que daba. Sus párpados se cerraron. Sus sentimientos estaban alterados, tomar caminos diferentes y perder de vista a sus amigos era preocupante para ella, y el destino que la esperaba por aquellos caminos lograba congelar su sangre.

Con seguridad, sus pasos se detuvieron de repente, y un suave suspiro helado salió de sus labios. Sus párpados se levantaron y sin titubear, pregunto con notoria molestia.

― ¿Qué haces aquí, Zeth?

― Eso debería decirte yo, ¿quieres morir? ― No era una amenaza, y el miedo en su voz lo confirmada, en realidad, hablaba muy en serio. En medio de la oscuridad, sus ojos dorados resplandecían, observando en silencio la figura de la persona que alguna vez fue como su hermana. Jisoo no retrocedió. ― En la última puerta de este pasillo ella te está esperando... Va a asesinarte, y luego de eso tu padre será el siguiente. ¿Acaso quieres eso? ¿Por qué no tienes miedo? Eres solo una mestiza, ya es un milagro que estés viva...

― ¿Terminaste? Quiero terminar con esto lo más rápido posible, no quiero que mi padre espere más. ― La joven no pareció afectada, y dio unos cuantos pasos más, acercándose a Navier. El filo metálico de un arma contra su frente la obligó a detenerse. Parecía una cuchilla, pero en realidad era un arma de dardos que tenía un molesto olor a veneno en ellos. En ese momento, un recuerdo llegó a la cabeza de Jisoo. ¿Acaso fue Zeth el que intentó detenerla meses atrás cuando acompañó a Killua para presentar su segundo Examen de Cazador?

― No sigas, Jisoo... No tienes que morir de esta forma, no tienes que morir como tu madre... ― Sus ojos dorados eran un enjambre de emociones, resplandecían de terror, resultado de todas las advertencias de Hebe. ― Escapa, puedes olvidar todo.

― Eso es imposible. ― Respondió, y sujetó el arma con una de sus manos, separándola suavemente de su frente. ― Mataré a Hebe y salvaré a mi padre, también vengaré a todos los mestizos que asesinó, y protegeré la vida de los que aún viven... Seré una guerrera tan fuerte como mi madre. ― Su mirada era fuerte, llena de vida y determinación. Tenía una misión clara: se encargaría de matar a Hebe aunque le costara la vida, de esa forma, miles de personas dejarían de sufrir. El joven frunció sus labios. ― También te liberaré a ti, Zeth.

El viento que entraba por las ventanas sacudió sus cabellos con fuerza, Jisoo alejó por completo el arma de su frente, y pasó a un lado de Zeth, quien observó en silencio como la pequeña niña caminaba directo a la madriguera de un oso hambriento. ¿Acaso eso estaba bien? La hija de Alyra, una niña joven con sangre humana, decidía hacerle frente a un problema que muchos decidieron ignorar por las influencias de Hebe, la guerrera que ahora estaba destinada a morir por sus traiciones.

A pesar de contar con la ayuda de Cisney, quien estaba encargándose de alejar a las demás amenazas y manejar todos los papeles, era ella quien se enfrentaría al problema. Aún recordaba la promesa que alguna vez le hizo, ¿quién pensaría que ahora sería al revés? Levantó su arma, y apuntó directo a la nuca de la joven. Aún temblaba, estaba atrapado entre dos decisiones.

― Soy un idiota... ― Susurro, y tiró su arma al suelo. En su bolsillo, se aferró con fuerza a un pequeño líquido. Había incumplido la orden de Hebe, y no había debilitado las fuerza de Jisoo con sus dardos. ¿Era la decisión correcta? Después de todo, su corazón aún era débil, tal vez por eso se había refugiado en la persona equivocada. Ahora lo único que podía hacer era entregarle aquel líquido a algún conocido de la joven, y de esa forma, prevenir que algún desastre ocurriera. 

Los ojos de Jisoo se encontraron con un verdadero monstruo, la asesina de su madre y de muchas vidas inocentes estaba frente a ella, con una sonrisa y tatuajes de serpientes moviéndose por sus brazos. En el gran salón, algunos cadáveres de quimeras estaban esparcidos por el lugar, y las manos de Hebe goteaban sangre azul. No espero, y tan pronto suspiro, se lanzó contra Jisoo con la intención de asesinarla.

― Te asesinaré como tu madre... ese será tu castigo por atreverte a enfrentarme.

― Efecto mariposa... ― Susurro, y el enfrentamiento comenzó. Miles de mariposas salieron de su piel. Con cada segundo que pasaba, la verdadera naturaleza de Jisoo golpeaba con fuerza la jaula donde estaba atrapada. Su piel comenzó a quebrarse, y sus ojos ahora parecían los de una bestia. En un enfrentamiento de vida o muerte, calcular un resultado era imposible... y era aún más difícil al ser las emociones las principales protagonistas del encuentro.

(🌕)

― Espera, por favor... ― Neferpitou arrodillada en el suelo, enseñando sus manos, protegiendo a una joven herida que permanecía en el suelo mientras era curada por su habilidad, había sido la gota que derramó el vaso. Gon no podía soportarlo, y simplemente explotó lleno de rabia.

― ¿¡Qué demonios?! ¡¿Qué tengo que esperar?! ― Su pecho subía y bajaba, estaba realmente molesto, sus ojos eran diferentes, y su aura era de color negro. ― ¡Levántate! ¡Vamos afuera!

La actitud sumisa de Pitou dejó a Gon sin un objetivo para su ira. Mientras, Killua, quien observaba todo, empezaba a entender la situación. Aquella mujer herida en el suelo era la tercera parte que desconocían, y su presencia implicaba cambios en la misión. Ella era especial para el Rey, por esa razón Pitou no le hacía daño, y, en cambio, la estaba sanando, por eso estaba tan concentrada y de rodillas. Por supuesto, esa información solo molestaría a Gon.

― ¡Espera! ― Exclamó Pitou al ver como el pelinegro se acercaba. ― ¡Haré lo que digas! ¡Pero por favor, espera! ¡Tengo que salvarla!

― ¿Salvarla...? ¿Salvar qué..?

― ¿Lo que sea? ¿Harás lo que sea? ― Por fin habló Killua, aún alejado de Gon. Cuando intentó acercarse, fue interrumpido.

― Killua. Yo haré las preguntas. ― Sus ojos claros ahora carecían de brillo, y solo había odio en su interior. En ningún momento alejó su mirada de Pitou. ― ¿Qué es lo que quieres salvar?

La frente de la quimera no dejaba de gotear, y su mirada estaba completamente derrotada. La tensión era tan filosa como una cuchilla, y el odio en el ambiente era sofocante.

― Esta persona es alguien... Alguien especial para una persona que me importa. Es la razón de que el Rey sea quien es. Sí muere, el Rey no será el mismo. Es así de importante. Así que solo me importa salvarla. Cuando esté bien, haré lo que quieras... ¡Espera por favor!

― ¿Salvarla? ― Ahora no podía controlarlo, y dejó salir todo sin medir las consecuencias. Empezaba a desesperarse, su corazón no podía soportarlo. ― ¿Cómo puedes...? ¡¿Cómo puedes decir eso?! ¡Demonios! ¡Como si...! ¡Como si fuera a hacer cualquier cosa que me dijeras!

Dio un paso más, supuesto a acabar con todo.

― ¡Gon, espera! ― Al escuchar las palabras de Killua, se detuvo por un momento. ― Es posible que nosotros la lastimamos. Probablemente, fue el Dragon Drive del abuelo.

― ¿Y qué?

― Posiblemente, Pitou esté diciendo la verdad sobre curarla. Esperemos a que termine.

― ¿Posiblemente? ¿¡Quieres que espere por eso?! ¿¡Y me dirás que "posiblemente" esta cosa hará lo que quiero después de esperar? ¿¡Posiblemente?! ¡¿Probablemente?! ¿¡En serio?! ¡Qué estupidez! ¡¿Qué rayos te pasa?! ― Su mirada se desvió solo para ver a Killua con molestia, mientras señalaba a Pitou. ― ¡¿Quieres...?! ¡¿Qué confíe en esta cosa?! ¡No puedo hacerlo!

El sonido de un hueso quebrándose los interrumpió. Pitou se arrancó el brazo derecho, dispuesta a dárselo. Y si no era suficiente, podía quitarse ambas piernas. Podía darle todo, solo necesitaba salvar a la chica detrás de ella. Gon empezó a retroceder, y frunciendo sus labios con fuerza, golpeó el suelo, estallándolo en pedazos.

― ¡No es justo! ¡Maldición! ¿¡Por qué la ayudas!? ¡Después de lo que le hiciste a Kite! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ― El suelo comenzó a quebrarse por su aura, mientras dejaba salir toda su molestia. Sin poder evitarlo, cayó al suelo de rodillas, con lágrimas en sus ojos. Nuevamente, se levantó, y su puño comenzó a brillar de color naranja, esta vez, mezclado con detalles rojos y negros. ― Primero que nada...

― ¡Gon, si lo haces nunca recuperaremos a Kite! ― Su habilidad desapareció al escuchar al ojiazul. Lentamente, dejó su postura, y observó de reojo a su amigo, mientras cerraba sus puños con fuerza.

― Tú la tienes fácil, Killua... Estás completamente tranquilo... porque no te importa.

Sus labios pálidos se fruncieron por un momento, y decidió continuar como si aquel comentario realmente no lo hubiera herido.

― Solo lo digo porque estás fuera de control. ¿Olvidaste lo que dijiste antes de morir...? ¡Vinimos a recuperar a Kite! ¡Contrólate!

― Si... Ya estoy bien... ― Definitivamente, no lo estaba. Gon se sentó frente a Pitou, solo le había dado una hora y no esperaría más. Killua se fue de aquella habitación sin decir nada, y reprimiendo los sentimientos que retumbaban en su corazón, decidió continuar. 

Lamento la demora!! He estado bastante ocupada últimamente. Este capítulo de hxh es uno de los que más me duele, estaba nerviosa por escribirlo.

El encuentro de Jisoo también me tenía ocupada, a pesar de que lo tenía planeado, no dejo de cuestionarme sobre si debería agregarle algo o cambiarlo. Estoy emocionada!! 

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