𝐎𝟕𝟖┃Brillante como las estrellas
✦ ˑ CHAPTER O78 (💌) ᶻ 𝗓 𐰁
★ (𝐇𝐔𝐍𝐓𝐄𝐑)꩜ !❛ La estrella de una solitaria noche...
QUEDABA SOLO UN DÍA PARA que la selección empezará, y como si nada ocurriera, la ciudad de Peijing despertaba con una tranquila y helada mañana. El grupo permanencia en una cálida cabaña de madera abandonada, en la mitad del bosque.
― Bien, repasemos por última vez. ― Propuso el ojiazul, acercándose al pequeño grupo. Apenas entrarán al castillo, Gon, Killua y Jisoo subirían por las escaleras centrales para llegar a la sala del trono. Ikalgo tomaría el ascensor para encontrar a Palm y Roman, y si llegaba a encontrarlos, escaparía con ellos. Pero Killua aún estaba preocupado, pues en su antiguo trabajo, lo inesperado siempre sucedía cuando el día esperado llegaba, y a diferencia de antes, donde él podía buscar el momento indicado, ahora se encontraban en una situación de solo una oportunidad. Un momento de duda podía significar la muerte. Por esa razón, repasar el plan era tan importante para él.
Jisoo salió un momento, y dando una suave bocanada de aire, asintió firmemente antes de abrir la carta que le había llegado. Sus ojos rosas repasaron el contenido lentamente.
Ryoma se está recuperando de forma positiva, aun así, el veneno en su cuerpo no se detiene, y empieza a alcanzar niveles peligrosos en su cuerpo humano. Si Hebe no es asesinada, los intentos de los doctores por recuperar la vida de tu padre serán inútiles.
No he recibido noticias de Hebe ni de sus sirvientes, la última pista sobre ella es su desaparición después de que Navier presentará las pruebas sobre su conspiración y acusaciones de traición. Finalmente, me han dado la orden de eliminar a Hebe, y le he hecho saber a la familia que una guerrera misteriosa se hará cargo. Confió en que tú te encargaras de eso como tu primera misión oficial.
No te apures, pues no tendrás que perseguirla, Hebe ya está buscándote, y no tendrá piedad a pesar de ser tu familia. Es tu momento para hacerte conocer como miembro oficial de los Doragon.
Cisney Doragon.
Apretando la carta contra su pecho, cerró sus ojos con fuerza, mientras un suave suspiro helado salía de sus labios. No defraudará a su padre, y aprovecharía la oportunidad que Cisney le regalaba para hacerle frente a la asesina de su madre. Las preocupaciones aún rondaban por su cabeza, y lentamente empezaban a causar problemas.
― ¡Pss! ― Una mano sobre su hombro logró hacer que un grito asustado saliera de su boca involuntariamente, y al mismo tiempo, olvidará su preocupación por un momento. De inmediato, la traviesa risa de Killua llegó a sus oídos.
― ¡Oye! ¡Me asustaste! ― Con una pequeña risa, Jisoo se dio la vuelta, dispuesta a quejarse, pero unas manos sobre sus mejillas evitaron que dijera algo. Killua sacudió el rostro de la joven con una sonrisa burlona.
― ¿Qué ocurre? Si una niña linda hace esas caras feas, nunca tendrá novio.
― ¡U-uh! ¡Idiota!
Como una explosión, las mejillas de Jisoo se iluminaron de color rojo. Una pequeña persecución comenzó, ambos molestándose torpemente y bromeando entre ellos. Empezaron a lanzarse pasto, como niños pequeños, hasta que finalmente se tumbaron en el suelo. Jisoo aún reía, recordando cómo casi se cae por correr sin miedo en el pasto húmedo de la mañana. Si no fuera por su curioso equilibrio y el fuerte agarre de Killua sobre su brazo, Jisoo estaría en el suelo.
― ¿Qué haces afuera tan temprano? Está haciendo mucho frío, sería malo que te resfriaras. ― preguntó Killua, mientras que con cuidado quitaba el pequeño y escurridizo pasto del largo pelo de Jisoo, quien estaba sentada frente él, dándole la espalda.
― ¿Tú no tienes frío? Tienes esa camisa sin mangas... Tus manos están muy frías.
― Tonta, esto no es nada. Además, me gusta el frío.
― Uhm, si tú lo dices... ― Dijo, y finalmente respondió a la pregunta de su amigo. Sin poder evitarlo, su rostro no pudo esconder la ligera mueca de preocupación. ― Llegó una carta de mi familia, necesitaba aire fresco para leer lo que decía...
― Te vi sonriendo, entonces son noticias buenas, aun así, en este momento, tienes una mirada triste. ― El ojiazul, quien se asomó a un lado solo para verificar el rostro de Jisoo, asintió. ― ¿Es una mala noticia? ¿Cómo se encuentra Ryoma?
― Mi padre está recuperándose bien, pero necesito matar a Hebe para que esté completamente bien. ― Explico, y un suave suspiro cansado salió de sus labios. De un momento a otro, toda la preocupación volvió a inundar su corazón. ― Estoy preocupada... Tal vez, la única forma para lograr eso es con mi estado puro, y cuando eso sucede, soy como un monstruo. Cuando mis emociones son muy fuertes, puedo hacer muchas cosas horribles y crueles. Y yo... Solo estaba pensando... En que es muy peligroso. Si emociones fuertes como el amor y el odio se juntan... Si tú me llegaras a ver de esa forma, algo malo podría suceder.
― ¿Acaso lo olvidaste? Soy muy fuerte, y habilidoso. ― Aseguró Killua, con su pecho inflado de forma orgullosa. Jisoo dejó escapar una risa sorprendida, y eso logró alegrar al albino. Esta vez, más seguro de sus palabras, el habló con seguridad. ― Si algo malo llega a suceder, yo puedo ingeniarme algo. No te preocupes por mí, Jisoo. Estaré bien.
― Definitivamente, eres muy fuerte.― Asintió, lo que logró sacarle una risita a Killua.
― Lo sé.
La suave risa de Jisoo logró acelerar el corazón del adolescente. Aún hacía mucho frío, y la joven consideró buena idea tumbarse levemente hacia atrás, cayendo sobre los brazos del albino. De inmediato, el olor de Killua llegó a su nariz, pero antes de que pasara algo más, sintió un fuerte toque sobre sus cosquillas que la obligó a retorcerse por las cosquillas.
― ¡O-oye! ¿Por qué haces eso? ¡Ah-
― Te retuerces como una lombriz, ¿no te da pena? ― Y sin dejarla hablar, continuó picando las costillas de Jisoo. En realidad, había hecho eso por su nerviosismo, su tonto corazón no dejaba de hacer ruido, y por impulso, empezó a hacerle cosquillas a la pelinegra, quien ahora no podía dejar de reír.
― ¡Ya, en serio! ¡Me vas a dejar sin aire! ― Jisoo no tenía forma de defenderse, su contagiosa risa resonaba por todo el bosque, y eso Killua parecía disfrutarlo mucho.
― Eres muy sensible a las cosquillas, ¿también te dará risa si hago esto- ― No pudo ni terminar de hablar cuando la joven dejó escapar un chistoso grito y estalló en risas al sentir las manos de Killua picar bajo sus brazos. Como pudo, agarró las manos del albino, quien pegó su frente a la espalda de Jisoo mientras reía con fuerza.
― ¡Ya! ¿En serio tú no sientes nada de cosquillas? ― Killua asintió, mientras recostaba su mentón sobre el hombro de Jisoo.
― Nada de nada.
― Eso es muy injusto, ¿sabes? ― Se quejó. La joven aún tenía atrapadas las manos de Killua, cuidando que no volvieran a provocarle cosquillas. Inevitablemente, ambos ahora se daban una especie de abrazo. Killua, con sus brazos atrapados a los lados de la cintura de Jisoo y sus piernas extendidas, mantenía una pequeña sonrisa en sus labios, mientras sus ojos azules brillaban con fuerza.
El suave suspiro que se escapó de la ojirosa llamó su atención.
― Otra vez tienes una mirada triste, ¿sigues preocupada? ― Jisoo se dio la vuelta, sin decir nada aún. Ambos adolescentes ahora estaban de frente, a pesar de que su abrazo se había roto. Los labios rosas de la joven temblaron levemente.
― Solo estaba pensando... La vida es muy frágil, como los pétalos de una rosa. Cuando menos lo esperamos, puede que todos los pétalos se desprendan, sin importar cuántos sueños tengamos. Y yo... Yo, definitivamente, no quiero morir.― Admitió con algo de timidez, y bajo su mirada con una sonrisa. ― Quiero que momentos como estos no se detengan. Quiero estar siempre contigo, Killua.
Claro que lo entendía. Sus años de experiencia como asesino le mostraron la cruda realidad del mundo, por esa razón no debía tener amigos que le enseñaran lo que es el amor y la piedad. Pero ahora tenía amigos y estaba completamente enamorado. Ahora, el simple hecho de pensar en la muerte podía hacerlo estremecer. Sus ojos azules brillaron, y sus labios se fruncieron levemente.
― No digas estupideces. No vas a morir, y te voy a molestar por el resto de mi vida aunque te fastidie.
Dos brazos alrededor de su espalda la tomaron por sorpresa, y un bajo suspiro sorprendido abandonó sus labios. Killua acurruco su mentón en el cuello de la pelinegra, mientras pasaba con firmeza sus brazos con timidez por su espalda, y la acercaba con mucho cuidado a él. Las muestras de afecto no eran su especialidad, y podía llegar a ser muy frío por las costumbres inculcadas por su cruel familia, pero lentamente empezaba a sentir y entender cosas nuevas. La necesidad de cuidar y abrazar a Jisoo era cada vez más fuerte.
― Lo siento, voy a dejar de decir esas cosas. ― Susurro, y escondió su mirada en el cuello del Killua. A pesar de ser una niña muy valiente y fuerte, Jisoo realmente le temía a su familia. El simple hecho de saber que Hebe la estaba buscando había afectado por completo su estabilidad.
― ¿Recuerdas la promesa que te hice?― Jisoo asintió sutilmente, y sus brazos alrededor de la espalda del joven se aferraron aún más.― Bien, porque planeo cumplirlo.
Un suave y cómodo silencio los acompañó por unos segundos, donde ellos simplemente permanecieron abrazados, con sus inocentes corazones latiendo solo como un corazón enamorado puede latir.
― ¿Cómo haces para enamorarme cada vez más? ― Fue apenas un suave susurro, pero fue suficiente para que los nervios de Killua se dispararan. Acostumbrarse a los comentarios de Jisoo aún era difícil, pero realmente los amaba, porque llenaban su inseguro corazón de valentía y orgullo.
― ¡I-idiota! ¿Por qué dices eso tan de repente? ― Susurro con reproche, y escondió su mirada en el hombro de la pelinegra.
― Es un buen momento, ¿no? Pensé que era un buen momento...― Se excusó, seguido de una risa. Al ver que Killua no podía con el sonrojo en sus mejillas, Jisoo decidió continuar, divertida por lo que sucedía. Por otro lado, Killua estaba volviéndose loco, su fuerte corazón interrumpió todos sus pensamientos, su lógica y actitud complicada desaparecía. ― ¿En qué momento debería decir que me gustas? Uh, tal vez prefieres que te diga algo diferente. En ese caso, ¡te quiero!
Con cuidado sus cuerpos se alejaron unos cuantos centímetros, solo lo suficiente como para verse a los ojos. Killua aún era bastante tímido, y con frecuencia, agachaba su mirada. Por otro lado, Jisoo estaba feliz, había encontrado el punto débil del joven, uno totalmente diferente a las cosquillas. Aun en susurros, ambos demostraban su cariño a su manera.
― ¡Ya, idiota!
― ¿te molesta?
― ¿E-eh? ¡No! No es eso.
― ¡Te quiero mucho!
― ¡J-Jisoo! ¡Es vergonzoso! ― Killua no pudo evitar tapar su rostro con una mano, pero al escuchar la divertida risa de Jisoo, quitó la mano de su cara para verla, aun con una expresión molesta y sus mejillas coloradas. Sí, ella era una niña completamente molesta y fastidiosa, y por esa razón no entendía como podía gustarle tanto.
― En serio eres adorable...
― ¡Y-ya basta! ¡Tonta!
La ojirosa sonreía con sus mejillas de un suave tono rosa, mientras sus ojos brillaban como nunca antes. Era simplemente hermosa, y escuchar aquellas palabras de una niña tan pura le provocaba un corto circuito en todos sus sentidos. Cuando sus miradas se encontraron, los dos permanecieron en silencio, para luego, sin alguna razón lógica, comenzar a reír como dos niños pequeños.
Aquella joven realmente lo hacía feliz, le daba calidez y amor a su maltratado y confuso corazón. Si Gon, su mejor amigo, era como un sol, Jisoo era como las brillantes estrellas de su solitaria noche.
(🌕)
― Así que aún no hay ninguna noticia sobre Palm y Roman... ― Susurro, y con sus brazos cruzados bajo su pecho, se esforzó por lucir tranquila. Claramente, no había funcionado, pues todos allí eran cazadores profesionales o quimeras altamente atentas. Por otro lado, Gon estaba tranquilo, y Killua parecía diferente, sin ningún ápice de debilidad mental, a diferencia de hace unas semanas, el joven brillaba de confianza, pero al mismo tiempo, parecía a punto de derrumbarse.
Estaban en una habitación pequeña de paredes blancas, con baldosines del mismo color. Se trataba de la habilidad de Knov, una dimensión secreta. A pesar de que el cazador había sufrido un colapso mental, continuaba apoyando al equipo con información útil. Por ahora, quedaban siete minutos para infiltrarse en el palacio.
El suave sonido de un tono de llamada tomó por sorpresa a Jisoo, y de inmediato respondió al ver de quién se trataba. Killua observó en silencio como la joven se alejaba, y con una suave señal pidió salir un momento de la habitación, con una mirada algo ansiosa. Sabía que no podía ser de mucha ayuda, pero se aseguraría de ofrecerle todo su apoyo y disposición a la joven. Por ahora, era lo único que podía hacer. Pero los minutos pasaban y empezaba a impacientarse, caminar de un lado a otro con las manos en los bolsillos no era de mucha ayuda.
Por otro lado, Jisoo estaba en el bosque, en el risco de un acantilado. Era de noche, y el viento golpeaba con fuerza su cuerpo. Su mano permanencia extendida, con un águila sobre su brazo. Otra carta había llegado, pero además de eso, pequeñas sorpresas también. Se trataba de su frisbee dorado, un objeto redondo y plano, de color dorado, con letras en un idioma extraño, con un hueco en el centro por donde pasaba un lazo de color rojo.
El águila se dejó caer por el acantilado y retomó su fugaz vuelo, mientras Jisoo examinaba la carta con una ligera mueca.
― Cisney no me dijo nada al respecto, pero supuso que pasaría... ― Era una carta falsa, una imitación. Con sus labios fruncidos, la carta sobre su mano comenzó a incendiarse, hasta desaparecer en pequeñas cenizas. ― Hebe es muy impaciente.
Con cuidado miro el último regalo. Era pequeño, un pendiente de oro con una gema naranja, similar al que usaban Cisney, o el que alguna vez su madre usó. Su puño se cerró con fuerza, y soltó un suspiro. Su familia era peculiar, y eso todo el mundo lo sabía. No eran simples humanos, venían de un lugar muy lejano, y podían llegar a ser catalogados como peligrosas bestias mágicas. A pesar de ser tan peligrosas y de representar una constante amenaza, los Doragon decidieron proteger a los humanos. Los guerreros más famosos hicieron historia, y durante generaciones se habló de ellos como ángeles.
Cada vez que por la televisión aparecía un sujeto alto, de rasgos finos y cabellos dorados, con un pendiente de oro en la oreja, definitivamente era importante, porque se trataba de un guerrero representando una causa noble, un guerrero a punto de desbordar toda su fuerza. Ahora era turno de Jisoo, era momento de convertirse en una guerrera real.
― Jisoo, faltan poco. ― La voz de Killua, quien se acercaba poco a poco, llamó su atención. Se dio la vuelta rápidamente, y encontró al joven con una pequeña sonrisa.
― ¿Tan pronto? ― Se lamentó, y también comenzó a caminar para acercarse al joven. Killua mantenía las manos en sus bolsillos, con una mirada extraña, sus ojos rodeaban de una delicada firmeza, como una fuerte muralla que podía derrumbarse en cualquier momento.
― Uh, hace tiempo que no veo ese frisbee. ¿Dónde estaba? ― Pregunto, y lo sostuvo con cuidado. Era un poco pesado, y resplandecía con fuerza.
― Buena pregunta... En realidad no sé dónde estaba, pero Cisney insistió en que lo usara. Este frisbee le perteneció a mi madre, y está hecho con el único material que puede asesinar a un doragon. ― Explico, y el albino abrió sus labios con sorpresa.
― ¿Es como el arma que encontraste en YorkShin? ― Dijo, recordando la vez que se infiltraron a un restaurante y Jisoo terminó lastimada, una herida que no pudo regenerarse, y que con el tiempo comenzó a cicatrizar.
― ¡Así es! Tienes muy buena memoria. ― Y también tenía una mente estratega que no le permitía estar tranquilo.
― Es imposible que Hebe no tenga una parecida, si su objetivo es asesinarte, tienes que pensar en todas las posibilidades. ― Dijo, y Jisoo asintió obedientemente. ― Tengo entendido que usa venenos, sé muy cautelosa. No dudes en llamarme si algo sucede, hablo en serio.
― ¡Seré muy cautelosa! Además, yo también tengo algunos trucos. ― Una sonrisa traviesa apareció en sus labios, y pico la frente del albino. ― Una vez mi padre dijo que un beso dado con amor puede quitar el dolor de las personas, si te llamo y me ves muy mal, ¡no dudes en darme un besito!
― ¡Idiota! ― Exclamo, con sus pálidas mejillas de color rosa. Su tono burlón logró hacer reír a Jisoo. Luego de unos segundos, negó rendido. ― Un beso para quitar el veneno, ¿es en serio?
― Romántico, ¿no? ― Exclamó, y ladeo su cabeza divertida. ― Sería una interesante historia para un primer beso.
Ambos permanecieron en silencio, con sus miradas algo agachadas. Jisoo extendió sus manos con cuidado, y de inmediato Killua acercó las suyas para entrelazarlas con cuidado. Sus palmas eran cálidas y suaves, acogedoras y pequeñas. En medio de la noche, el frío y el silencio los sumergía en una peligrosa tranquilidad. Estaban a punto de enfrentarse a un problema muy peligroso, y cualquier cosa podía suceder, un extraño sentimiento permanencia oculto en sus corazones que fingían un fuerte caparazón de valentía, y no podían hacer nada, porque no había otra opción.
― Cuando todo esto termine, ¿qué tal si tenemos una cita? ― Susurro Jisoo, con una tímida mirada y sus mejillas enrojecidas. Killua levantó su mirada con sorpresa. Sus ojos azules resplandecieron antes de que una risita enternecida se escapara de sus labios, y como un aire fresco, Jisoo logro desvanecer una pizca de preocupación.
― ¿Una cita? ― Repitió, y la joven asintió entusiasmada. Killua no pensó que se sentiría tan feliz, pero los fuertes latidos de su corazón no podían mentir. El ojiazul ladeo su cabeza, fingiendo estar indeciso, aunque en realidad no tenía forma de rechazarla. Jisoo le pateó con cuidado el pie del joven, en forma de reproche. ― Cuando todo esto termine, tendremos una cita...
(🌕)
Knov llegó con una noticia, los tres guardias del rey se habían reunido en la entrada principal del palacio, aunque realmente nada había cambiado. El hombre desapareció por la puerta, prometiendo volver con más noticias. Mientras tanto, el resto de cazadores se preparaba para entrar en acción, comiendo algunas cosas.
― Eso elimina la posibilidad de que la guardia real esté fuera del palacio. ― Dijo Killua, aun con dudas. Gon se sirvió un poco de jugo de naranja, mientras una gota de sudor bajaba por su mejilla. Jisoo decidió comer algunos dulces, mientras observaba en silencio la discusión de ambos chicos.
― Bien, puedo garantizarles que estarán cerca del rey. ― Dijo Ikalgo.
― Oye, no sabes eso. Debemos estar listos para lo que sea, no queremos que nos sorprendan si algo pasa.
― Conoce su lealtad para que no digas eso. ¡No hay manera de que dejen solo al rey! La guardia real siempre está cerca, pueden contar con eso.
― Si piensas eso bien. ¡Necesitamos estar preparados para cualquier excepción!
― ¿Excepción? ¿Cómo cuál?
― ¡¿Es en serio?!
Todos los cazadores presentes se preguntaban cómo podían estar discutiendo en el último minuto de tiempo que les quedaba para prepararse. Jisoo dejó escapar un bufido cansado, y el ojiazul la miró de reojo, cuando de repente, la voz de Morel los interrumpió.
― Una excepción... Es una mujer. ― Todos prestaron atención tan pronto dijo eso. ― Reproducirse es uno de sus objetivos, y aún no tenemos idea de lo que hace el rey adentro. Tal vez... Ha estado haciendo bebés.
― Sí, supongo. ― Asintió Killua.
― No lo había pensado. ― Knuckle asintió de brazos cruzados, sentado en una caja. ― Eso le daría al rey una razón para alejar a la guardia real de sus habitaciones.
Probablemente, la razón por la que Roman y Palm pudieron entrar al palacio con tanta facilidad fue por la necesidad del rey de encontrar tantas mujeres. Jisoo ladeo su cabeza curiosa, y no pudo evitar preocuparse por su loco amigo de pelo rojo, quien en realidad no era mujer. Todos se preocuparon notablemente, menos Gon, quien no entendía por completo la gravedad del asunto.
― ¿Lo entiendes ahora? ― inquirió Killua, observando al pequeño pulpo con algo de molestia. ― Te digo que uno no debe ignorar nada. Y hay muchas otras cosas en las que no hemos pensado aún.
Ikalgo desvío su mirada sin decir nada, mientras agarraba una de las frituras con brusquedad.
― Como Hebe Doragon. ― Nuevamente, Morel dio a conocer las posibilidades, y todos escucharon atentamente, mientras sus miradas se fijaban en la pelinegra. El hombre observó a la ojirosa, quien asintió con firmeza.
― Yo me encargo de ella. ― Dijo, y respondió sin titubear. ― Hebe Doragon no estorbará en la misión.
― Jisoo Doragon, te lo dejo a ti, guerrera. ― La ojirosa sintió sus mejillas enrojecer al ser llamada de esa forma, y asintió con seguridad.
― ¿Doragon? ¿Cómo los guerreros dorados? ― Preguntó el pequeño pulpo, recordando los libros que alguna vez encontró en el castillo de la reina, donde sujetos de brillantes armaduras doradas aparecían. Killua asintió con orgullo.
― Así es. ― Respondió el joven.
Los segundos pasaban lentamente, y Gon permanencia en silencio. De inmediato el albino tuvo una idea de lo que sucedía.
― Gon. Palm sabe como cuidarse, ¿lo entiendes? No importa lo que veas, debes concentrarte en Pitou. ― Dijo, y luego señaló a la ojirosa, quien levantó sus manos en forma de rendición. ― Roman también puede cuidarse solo, concéntrate en comer mucho hierro.
Jisoo asintió, y continuó comiendo, especialmente bebiendo agua y frutos rojos, y toda comida que Killua le había sugerido. Su habilidad de sangre era desgastante, y debía preparar su cuerpo mestizo. Ahora solo quedaban tres minutos para comenzar, tres minutos para enfrentar al destino y decidir todo.
La familia Doragon se enfrentaba a una inesperada traición, la mujer que alguna vez fue admirada por todos en realidad fue la culpable de miles de muertes inspiradas por su odio contras los mestizos en la familia, razón por la que asesinó a su propia hija, madre de una niña que ahora estaba destinada a terminar con su reinado de mentiras y muertes. Debían infiltrarse al palacio, donde en cualquier momento podría encontrar a Hebe, e iniciar un inevitable enfrentamiento.
― Ya es hora.
Quiero una relación como la de Jisoo y Killua
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