𝐎𝟕𝟕┃Un amor inocente y verdadero
✦ ˑ CHAPTER O77 (💌) ᶻ 𝗓 𐰁
★ (𝐇𝐔𝐍𝐓𝐄𝐑)꩜ !❛ Una flor para otra flor...
JISOO CRUZÓ SUS BRAZOS BAJO SU PECHO, y observó de reojo a Killua, con una ceja levantada y una mirada cautelosa. Killua había llegado hace algunos minutos, con una sonrisa y un nuevo compañero de piel rojiza y ocho brazos. Ninguno había intercambiado palabras, pero sí miles de miradas curiosas. Probablemente, todos se habían dado cuenta de sus extrañas actitudes, pero luego de escuchar la explicación de Gon, no volvieron a decir algo al respecto.
― Uh, solo se gustan. ― Respondió Gon sin pelos en la boca. Claro, nadie sabía la parte en la que casi se besan en un bosque infestado de hormigas quimera. Knuckle dejó escapar una escandalosa risa, mientras Ikalgo observaba curioso a Killua, y Kaeru sacaba su lengua.
― Si Roman estuviera aquí, habría asustado a esos jovencitos enamorados con sus tontos comentarios. ― Admitió Knuckle, y eso parecía provocarle aún más risa. Una suave sonrisa apareció en sus labios, disfrutando del pequeño momento de paz que sentía antes de la infernal guerra en la que se encontraban. ― Espero que Roman se encuentre bien. Está con Palm, ¿no? Ellos dos no se llevan muy bien...
― ¿Uh? ¿Roman se disfrazó de mujer? ― Y el grupo continuó hablando, mientras dos adolescentes aún se miraban a pocos metros de distancia, sin decir nada. Al momento en el que sus miradas se chocaron por sorpresa, ambos desviaron sus miradas con sus mejillas sonrojadas. El incómodo momento que vivieron en el bosque estaba presente en todo momento. Finalmente, Jisoo fue la primera en alejarse para sentarse a un lado de Ikalgo, quien le ofreció una mirada llena de curiosidad. La joven no pareció darse cuenta de la curiosidad del nuevo compañero, y totalmente perdida en sus pensamientos, agacho su mirada y frunció sus labios con incomodidad por los pensamientos que llegaban a su cabeza.
¿Por qué todos sus pensamientos giraban en torno a Killua?
Y así fue todo el camino, mientras caminaban por el bosque, dirigiéndose a la ciudad, Jisoo con su actitud decaída y nerviosa, caminaba detrás de todos. El joven ojiazul la observaba de reojo, sin acercarse mucho. Notaba como las manos de su amiga jugueteaban inquietas, y bajos suspiros cansados escapaban de sus labios. Sus manos pálidas se escondieron en sus bolsillos, y desvío su mirada, encontrándose con sorpresa a Kaeru, quien con sus grandes ojos negros lo miraba fijamente. Era la primera vez que Killua recibía una mirada de ese tipo, la mirada inquieta, tal vez un poco desesperada, que solo una madre amorosa, aunque en el cuerpo de una rana, podía ofrecer.
― ¿Qué? ― Killua no pudo evitar mostrar su inquietud. Los vellos de su piel se paralizaron al ver como la ranita arrancaba una flor del suelo y la extendía.
― Sonrisa. ― Dijo Kaeru.
― ¡¿U-uh?! ¿Para mí?
― No.
― Ah.
― Sonrisa, Jisoo.
― ¿Jisoo...? ¡Ah! ― A pesar de que Killua es un chico bastante inteligente, en temas como el amor, donde no tenía ninguna experiencia, se volvía un completo tonto. Sus mejillas se sonrojaron de repente, y frotó su cuello con nerviosismo, mientras observaba el cielo con sus cejas levemente fruncidas. ― ¿Debería darle una flor? ¿De qué va a servir una flor?
― Sonrisa. ― Asintió Kaeru, totalmente convencida. La ranita quería ver a Jisoo sonreír nuevamente, y confiaba en su idea completamente. ― ¡Sonrisa! ¡Sonrisa!
― ¡Ah, sí, sí! ¡Ya entendí!― Respondió el albino rápidamente, notando como Gon los observaba de reojo con una mueca confundida. De golpe agarró la flor, y medito en silencio por unos segundos. ― ¿En serio debería...?
― ¡Sonrisa!
― Ugh, sí, sonrisa. Yo también quiero que sonría. ― Asintió con molestia, y Kaeru sacó su lengua nuevamente, pero esta vez, aplaudiendo con felicidad. ― Pero... Jisoo me odia. Probablemente, soy la última persona que quiere ver en todo el mundo...
― ¡Sonrisa! ¡Sonrisa! ¡Sonrisa! ― Definitivamente, a Kaeru no le importo nada lo que escucho, y con más insistencia, le dio suaves golpes al brazo del ojiazul. De esa forma empezó la primera misión de Killua para reconciliarse con su enamorada, con Kaeru ayudando, nada podría salir mal, ¿verdad?
Primer intento. ¡La flor! ˚₊‧꒰ El juego comienza. ♡
― A las chicas les gustan las flores, ¿verdad? ― Susurro Killua, aun sosteniendo el delgado tallo de la flor. Era pequeña, de cinco pétalos morados con el centro amarillo. Kaeru, a un lado de él, asintió con una sonrisa orgullosa.
― Sonrisa.
― Lo sé, lo sé. Pero no es buen momento para eso, mejor luego, ¿no?
― No. ― Y con sus manos verdes, Kaeru empujó nuevamente a Killua.
El albino asomo una mueca molesta en sus labios, y un suave sonrojo cubrió sus mejillas. Probablemente, si su yo del pasado lo viera en aquel momento, recibiría miles de burlas, o tal vez estaría sorprendido de su valentía. Pero no importaba, eso era lo de menos, lo más importante era arreglar su relación con Jisoo antes de que fuera demasiado tarde. Aquella joven que tantas risas y sonrojos le regaló estaba a punto de dejarlo ir.
Killua encontró su oportunidad cuando se detuvieron un momento para comer algo y limpiar sus rostros en el riachuelo. Apenas empezaba a llegar el atardecer, todos se dispersaron por unos minutos para descansar antes de llegar a su destino y empezar el plan para eliminar a las hormigas quimeras. Jisoo estaba sentada a una orilla del pequeño río, limpiando su rostro lleno de tierra y sudor. A pesar de tener un buen oído, no pudo notar cuando un joven conocido se acercó a un lado de ella y se sentó con algo de brusquedad.
― ¡U-uhm...! ― Un sonido de sorpresa se escapó de sus labios, y ambos permanecieron en silencio, sin intercambiar miradas.
Killua dejó escapar un suspiro, y con sus labios fruncidos, despeinó su propio cabello con una mano. No lograba entender como para Jisoo había sido tan fácil tener la iniciativa, porque para él, resultaba ser realmente complicado. Miles de mariposas atacaban su estómago con solo estar con ella, ¿ahora cómo podría decirle algo?
― Tus heridas... ¿Ya sanaron? ¿Estás bien? ― Y nuevamente, Jisoo le ganaba. Con sorpresa, Killua asintió suavemente. La mano donde sostenía la pequeña flor permanecía a un lado de él, lejos de la vista de la pelinegra.
― Sí, ya estoy bien. ― Asintió. Ninguno era capaz de verse a la cara, tal vez porque se trataba de un esfuerzo por ocultar sus mejillas rojas y sus miradas apenadas.
― Eso es bueno...
― Sí... ¿Tú estás bien?
― Sí, estoy bien... Creo.
Y nuevamente permanecieron en silencio. Era incómodo, ninguno sabía qué más decir para romper el hielo. Jisoo ladeo su cabeza, y se cruzó sus brazos sobre sus rodillas pegadas a su pecho, mientras sus ojos rosas se fijaban en el agua frente a ella. Ambos sabían qué sucedía, aquella situación que vivieron en el bosque era imposible de olvidar.
― Yo- ― Ambos hablaron al mismo tiempo, y esta vez, sus miradas se encontraron con sorpresa. Como dos imanes de polos opuestos, no podían separar sus curiosos ojos brillantes, inundados de un desespero que solo un corazón enamorado puede mostrar.
― Lo siento, habla tu primero.
― Respecto a lo que pasó hace unos días... ― Las palabras de Killua tomaron por sorpresa a la ojirosa, quien sintió como sus manos empezaron a temblar, llena de nerviosismo. Ella también quería hablar de lo mismo, y sus ojos rosas como una piedra preciosa se encontraron con los ojos de Killua, azules como el mar. ― Todo fue un malentendido... Lo siento, no quise asustarte ni incomodarte. Yo... Lo siento.
― Lo sé, fue un malentendido... ― Asintió en un suave susurro, y nuevamente, Jisoo desvío su mirada, rompiendo aquella conexión. Aun así, los ojos azules de Killua aún seguían en el mismo lugar, observando con delicadeza el rostro de la joven. Su expresión era triste, con sus párpados levemente cerrados, su mirada perdida, y suaves suspiros saliendo de sus labios rosas. ― No es la primera vez que pasa. Yo también te debo una disculpa, en serio lamento todas las veces que te incomode por mi actitud... Fue muy irrespetuoso y atrevido de mi parte.
― No... No tienes que preocuparte por eso. ― Susurro, mientras jugaba torpemente con la flor entrelazada entre sus dedos. En realidad, todos aquellos momentos lograban llenar su corazón de nuevos sentimientos cálidos y dulces. ― S-siendo sincero, no fue tan molesto...
Jisoo lo observó de reojo, pero luego desvío su mirada y cerró sus ojos con fuerza. De repente, sintió sus mejillas sonrojarse, y las mariposas en su estómago comenzaron a hacer cosquillas. No podía permitirlo, el calor de muchos sentimientos empezaba a desesperarla. De repente, se acercó al río y agarró agua con sus manos para estamparla contra su rostro.
― ¡¿Uh?! ¿¡Qué haces?! ― Killua no escondió su sorpresa, y se acercó para intentar entender lo que sucedía. Lentamente, Jisoo empezó a quitar las manos de su rostro húmedo, y dejó escapar una risa nerviosa. El ojiazul arqueo sus cejas, y ladeo su cabeza curioso.
― ¿Por qué te ríes? ― Pregunto curioso, con sus ojos azules llenos de brillo, sus labios curvados en una cálida sonrisa, y sus mejillas enrojecidas.
― Solo... Intentaba ahogar las mariposas. ― Respondió Jisoo con duda, pero fue suficiente para que Killua se molestara, y la sonrisa en sus labios desapareciera. El joven de catorce años lograba recordar muchas de las cosas raras que Bisky usualmente le comentaba, pero la que más se le quedó en la mente fue...
― ¿Mariposas en el estómago? ― Definitivamente, comprendía el significado de eso. Sus cejas se fruncieron, y negó con molestia. ― ¿Ahogarlas? ¿Por qué?
― ¿Por qué? Bueno, porque no quiero sentir mariposas. ― Respondió con obviedad, levantando sus hombros, fingiendo restarle importancia.
― ¿Qué tienen de malo las mariposas? ― Exclamó, y su ceño se frunció aún más. Empezaba a asustarse, ¿acaso eso significaba que Jisoo ya no sentía nada por él? Su mano dudó en acercarse, pero finalmente decidió agarrar con cuidado la muñeca de la ojirosa, evitando así que su rostro volviera a chocar contra el agua. Killua se encontraba en una especie de guerra, no quería empezar a discutir, pero tampoco quería quedarse en silencio sin hacer nada. ― ¡N-no las ahogues!
Jisoo no escondió su inquietud, y la pequeña mueca de sorpresa en su rostro logró activar los nervios en el albino.
― ¿Por qué te preocupa tanto? ― Preguntó, con sus cejas algo fruncidas. Nuevamente, permanecieron en silencio. Y mientras Killua aún ideaba los mejores planes y estrategias para darle la flor a Jisoo, la joven solo podía dudar y luchar por hacer su mejor esfuerzo por alejarse.
― ¡Par de tontos, es hora de irnos! ― Knuckle se asomó por uno de los árboles, y los llamó a ambos con fuerza.
― ¡Ya vamos! ― Jisoo fue la primera en levantarse, y rápidamente secó su rostro con las mangas de su camisa. Por otro lado, Killua no escondió su mirada disgustada, mientras se levantaba de mala gana.
― ¿Qué esperas? Pareces un gato molesto. Erizado y triste. ― Tan pronto escuchó la voz de la ojirosa, su mueca molesta desapareció, pero luego de entender sus palabras, nuevamente frunció su ceño.
― ¡Tonta!
(🌷)
El plan empezaba, y en el primer piso de un edificio abandonado, el grupo hablaba sobre sus oportunidades mientras examinaban el mapa del castillo Peijing. Su primer paso sería alejar a los guardias del rey. Gon, Killua, Jisoo e Ikalgo irían primero. Separar a los guardias sería muy complicado, y por eso entraría el camaleón y los demás.
Acerca de Palm y Roman... Ellos seguían en el castillo, y aún no recibían ninguna noticia de ellos. Jisoo no podía evitar sentirse nerviosa, y el rumor de que estaba enfermo de una misteriosa tos lograba alterar sus nervios de formas nunca antes vistas. Por otro lado, Gon no podía dejar de pensar en Palm, la mujer que los amenazó con un cuchillo de cocina. Aún faltaban horas para comenzar, mientras tanto pasarían desapercibidos.
― Si frunces el ceño de esa forma, nunca tendrás novia. ― Aseguró Jisoo, y golpeó la frente de Killua, quien retrocedió torpemente, con sus mejillas rojas. Nuevamente, Knuckle parecía ser el más divertido al ver escenas como esas. Jisoo dominaba completamente a aquel adolescente de mirada fría y lengua filosa.
A pesar de que ahora hablaban mejor que antes, aún parecían distantes. Jisoo pasaba el tiempo alejada del grupo, aun entrenando el fuego que salía de su sangre. Su enfrentamiento con Hebe era una realidad, y entendía muy bien que podía morir en cualquier momento, por esa razón debía entrenar todo lo que pudiera. Por supuesto, el sello que mantenía su cuerpo estable empezaba a quebrarse.
― Deja de hacer eso. ― Se quejó Killua, asomándose a un lado de ella, agachándose levemente. Jisoo no pudo evitar saltar por el susto, y se volteó con sorpresa. Como estaba sentada en el suelo, levantó su mentón para encontrar al invitado. Killua la vigilaba, siempre pendiente de ella. ― Descansa un poco, me aseguraré de que no te molesten.
― ¿Tú ya descansaste?
― No lo necesito.
― ¡Tú también tienes que descansar!
― ¡Ese no es el punto! ― Jisoo rodó los ojos al escucharlo, y se levantó del suelo para quedar a la misma altura que Killua. Como un niño obediente, el ojiazul permitió que la ojirosa empujara sus hombros y lo sentara en el suelo. De esa forma, nuevamente ambos amigos se sentaron juntos.
― Entonces descansemos los dos. ― Dijo Jisoo. Killua sintió una explosión en su corazón al escuchar eso, y cruzo sus piernas mientras asentía, conforme con la idea.
Ambos cerraron los ojos, pero ninguno lograba descansar. Jisoo jugaba con sus manos, y Killua mordía su mejilla de forma inquieta. Estaban cerca, y en medio de todo el caos, por un momento, ambos lograron olvidar su preocupación. Seguían siendo amigos, aquellos jóvenes que se conocieron en el Examen de Cazador y reian seguían juntos.
Las horas pasaban, y ambos jóvenes decidieron pasar el rato juntos para entrenar. Jisoo había insistido en querer simular un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, sus ojos rosas no paraban de brillar llenos de preocupación y angustia. Como un buen chico, Killua decidió ofrecerse a ayudar. Y como los dos estaban involucrados, en realidad su entrenamiento terminó volviéndose una inocente sesión de cosquillas.
― ¡O-oye! ¡Killua! ― Jisoo retrocedió, abrazando su propia cintura con una mueca. La risa del albino logró sacarle una suave exclamación cansada. El ojiazul había decidido que era buena idea picar las costillas de la pelinegra solo para molestarla, pero al escuchar su risa no pudo detenerse.
― Si no puedes esquivar cosquillas, ¿cómo vas a esquivar golpes? ― Se excusó, y volvió a picar el estómago de Jisoo, logrando que la joven dejara su punto débil descubierto y fuertes risas salieran de sus labios. ― ¿En serio vas a dejar que te haga cosquillas? ¡Tonta!
Jisoo no podía dejar de reír, y por alguna razón, cualquier toque le provocaba cosquillas, y el ojiazul disfrutaba eso por completo. Sus mejillas estaban rosas de tanto reír, para Killua, el impulso de pellizcarla con cuidado fue inevitable. Los dos adolescentes estaban solos en el último piso, el eco de sus voces se escuchaba perfectamente, y la luz que se escapaba por las ventanas rotas los iluminaba. Suaves risas salieron de sus labios, y como dos niños enamorados, no podían dejar de intercambiar inocentes miradas mientras reían torpemente. Muy lentamente, en medio de su confusión, ambos volvían a recuperar aquel brillo que los caracterizaba.
― Oye, Killua. ― Jisoo lo llamó juguetonamente, mientras con cuidado alejaba las manos de Killua que estaban sobre sus cachetes. ― Aún somos amigos, ¿verdad?
― ¿Uh? ¿Por qué preguntas esa estupidez?
― No lo sé... Solo quiero asegurarme.
― ¿¡Acaso lo dudaste alguna vez?! ― Sus cejas se fruncieron, y nuevamente, pellizco las mejillas de la pelinegra. ― ¡Somos amigos!
― ¡Promételo! ― Exclamó de repente. Killua permaneció en silencio por unos segundos, notando como los ojos de su amiga brillaban de forma extraña, como si gotas de agua amenazaran por salir. De un momento a otro, Jisoo había cambiado de actitud a una más seria. ― No importa que suceda... Reirás de la misma forma en la que ríes ahora, ¿sí? Aunque algún día yo falte, ¡no dejarás de reír!
― ¿Qué? ¿Por qué dices esas cosas tan de repente? ― El albino quitó sus manos del rostro de Jisoo, y con cautela, busco las manos de su amiga. ― ¿Faltar? No digas estupideces.
― ¡Solo promételo!
― ¡Jisoo! ― Esta vez, la sonrisa en los labios de Killua comenzó a desaparecer. Sus ojos rosas no mentían, hablaba muy en serio, y eso solo lograba preocuparlo. Acaso, ¿algún día Jisoo faltaría? Entendía muy bien que su amiga se enfrentaría a alguien muy poderoso que buscaba asesinarla, y que era una situación muy peligrosa y delicada. Tal vez la actitud positiva y fuerte de Jisoo lo había distraído del futuro que le esperaba.
― Lo siento, dije cosas raras-
― Prometo... ― La voz de Killua interrumpió sus palabras, y logró atrapar toda su atención. Sus miradas se encontraron con firmeza, mientras sus dedos se entrelazaban.― Que estaré junto a ti, y no permitiré que nadie te haga daño...
Probablemente, con tan solo escuchar aquellas palabras, los esfuerzos de Jisoo por no enamorarse se botaron solos a la basura. Una suave exclamación de sorpresa salió de sus labios, y con fuerza, aseguró sus manos entrelazadas, mientras daba un paso para estar más cerca de su amigo, quien ahora era más alto que ella.
― ¿Feliz? De esa forma, podremos reír juntos por muchos años más. ― Killua hablaba muy en serio, la mirada seria en su rostro, y su voz suave, muy cerca de ella, lo aseguraba por completo. Jisoo entrecerró sus ojos, y bajó su mirada por unos segundos.
― ¿No estás jugando?
― Nunca fue un juego para mí.
Esas palabras lograron que Jisoo volviera a levantar su mirada, y de esa forma, ambos ahora estaban muy cerca, con sus corazones latiendo tan rápido que estaban a punto de estallar. Una sonrisa sincera apareció en los labios de la joven, y sus ojos alegres volvieron a destellar de emoción. Como si se tratara de un interruptor, la característica actitud de Jisoo volvió a relucir.
― ¿Acaso me estás coqueteando, Killua? Porque lo estás logrando más rápido de lo que esperaba.
― ¡¿A-ah?!
Sus manos entrelazadas siguieron juntas en todo momento. El ojiazul dejó escapar una risa nerviosa, mientras sus mejillas se calentaban como un volcán. El simple hecho de que sus miradas ahora estaban juntas, sin ninguna barrera, le complicaba la idea de controlar el color de su rostro. De forma coqueta, Jisoo pico la punta de su nariz luego de separar una de sus manos.
― ¿O acaso esto es una confesión de amor? ― Jisoo seguía divirtiéndose, y no lograba notar como Killua comenzaba a perder el control. Su rostro estaba completamente rojo, mientras una tímida sonrisa enamorada permanecía en sus labios. No podía quedarse sin decir nada ahora que las cosas comenzaban a recuperar su brillo.
― P-probablemente. ― Susurro. Sus manos temblaban, y su respiración estaba descontrolada. Jisoo ladeo la cabeza, a pesar de haber escuchado perfectamente, no lo podía creer, así que pensó que se trataba de un malentendido. Nuevamente, el ojiazul parecía comenzar a tener un ataque. ¿Por qué era tan difícil decirlo? Al ver que no había pasado nada, volvió a agarrar las dos manos de Jisoo, y se aseguró de tener la completa atención de su amada. ― ¡Maldita sea! ¡Me gustas! ¡M-me gustas mucho, idiota!
Luego de eso, no logro escuchar nada, a excepción del sonido de sus emocionados corazones. Jisoo estaba congelada, con sus ojos expectantes, sus mejillas rojas, y una suave respiración. El albino empezó a desesperarse, y sin previo aviso, pequeñas gotas de agua se resbalaron por sus pálidas mejillas. Lo había logrado, había dicho aquello que tanto tiempo lo habían obligado a enterrar. La cálida sensación del amor.
― ¡N-no llores! ― Jisoo deslizó sus manos por las mejillas del joven, mientras una suave sonrisa decoraba su semblante. El ojiazul acuno la mano que descansaba sobre su mejilla, pegándola aún más a su piel. ― También me gustas, Killua... ¡T-también me gustas m-mucho, niño t-tonto!
Su voz salió entrecortada por las inevitables ganas de llorar. Esta vez, Killua también limpió las lágrimas que caían por los ojos de Jisoo, para, finalmente, ambos fundirse en un fuerte abrazo cargado de miles de sentimientos.
― Llorona.
― ¡Tú también estás llorando, tonto!
Su inocente amor ahora podría crecer sin detenerse, como hermosas flores de todos los colores... Aquellos niños que una vez se enamoraron ahora podían estar juntos.
¡Lamento mucho la demora! Espero que les haya gustado este increíble capítulo. Escuchar Laufey mientras escribo hace magia. Los próximos capítulos serán aún más emocionantes, se los aseguro.
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