𝐎𝟕𝟔┃Coronas de flores blancas
✦ ˑ CHAPTER O75 (💌) ᶻ 𝗓 𐰁
★ (𝐇𝐔𝐍𝐓𝐄𝐑)꩜ !❛ Bestias peligrosas en el bosque...
SUS PASOS ERAN SILENCIOSOS, como siempre. Desde joven había sido entrenado y educado para un solo propósito que debía cumplir a la perfección, asesinar. Resistencia al veneno, técnicas, armas, estrategia, todo para cumplir su importante propósito impuesto por su familia. Por esa razón siempre fue muy tosco con tratar los sentimientos, y aún más de las mujeres. Eso era una pérdida de tiempo, no debía hacerlo, y no le interesaba. A su familia nunca le importó eso, y por esa razón él no entendió su importancia. Todo cambió cuando escapó de su hogar, decidido a buscar un nuevo camino.
Ella era tan delicada como una rosa, pero peligrosa como sus espinas. Jisoo era una de las únicas niñas de su edad que había conocido, y en realidad a él no le importaba mucho conocerla, porque según él, "las niñas son un fastidio.". Él quería un amigo, y Gon estaba acompañándola en ese momento.
Pronto el poco interés que sentía por Jisoo cambió de repente, y en el Examen de Cazador tuvo la oportunidad de convivir con ella. Su actitud simplemente lo cautivo, su forma de ser lo divertía, y todo el tiempo con ella se volvieron solo risas y tontas bromas. Sus sentimientos eran nuevos, una parte desconocida de su corazón empezaba a brillar. Ella le daba una chispa cálida y adictiva, una inocente y tierna. Sabía que era diferente a una amistad, su forma de verla era única, sus fugaces miradas y suaves sonrojos lo delataban, y todos se daban cuenta, menos él.
Pasaba el tiempo, y Jisoo fue la primera en entender sus nuevos sentimientos, pero para ese entonces, los de Killua eran tan fuertes que su familia tuvo que intervenir. El amor lo desviaba de su camino, y su hermano mayor se encargaba de evitarlo con una aguja en lo más profundo de su cabeza. Inevitablemente, todo empezó a derrumbarse, y el mundo que habían creado desapareció.
Pero ahora era diferente, sin la aguja en su cabeza, Killua podría cambiar las cosas, y ganar el desconfiado corazón de su enamorada. Era increíble para él cómo ahora se preocupaba tanto por temas como esos, en unos meses había pasado de sentir asco por el amor, como un niño pequeño, a respetarlo y anhelarlo. Un sonrojo apareció en sus pálidas mejillas al pensar en eso, y dejando escapar un bufido molesto, patio una roca en el suelo para luego seguir caminando bajo la luz de la luna.
Por otro lado, fuera de todo profundo pensamiento, Jisoo corría por su vida en medio del bosque.
― ¡¿Es en serio?! ― Exclamo, como si eso sirviera de algo. Sus pasos eran ágiles y fuertes, todo para poder alejarse lo más que podía de la hormiga quimera con apariencia de mapache. Fácilmente, Jisoo podría hacerle frente, pero la llegada del desconocido la había tomado por sorpresa, y sin pensarlo comenzó a correr.
Las hienas, animales nocturnos que gozan de muy buen oído y visión, y de una gran agilidad debido a las garras de sus patas, que les permiten arrancar y correr a gran velocidad. Pero Jisoo también era una niña muy ágil, y lograba competir contra el animal que la perseguía como un loco. De repente, otra hiena saltó frente a ella, y sus pasos se detuvieron por un momento, para lograr dar la vuelta y cambiar de dirección.
― ¡Yo me la quiero comer!
― ¿¡Bromeas?! ¡Yo la vi primero!
― ¡Pero yo estoy más cerca!
Escuchaba voces burlonas y risas tétricas, de tono femenino, características de las hienas. Un suave bufido salió de sus labios al entender que se estaban peleando por comérsela. La ojirosa estaba siendo víctima de una manada de hienas hambrientas que le pisaban los talones. Aun así, Jisoo era más fuerte que toda la manada, solo necesitaba el momento perfecto para actuar, y lo encontró cuando se encontraba completamente rodeada.
― ¡Oh, es una niña! ¡Las niñas humanas saben mejor! ― Exclamó una de las hienas llena de emoción, relamiendo sus labios y colmillos con su lengua, observando a Jisoo como un delicioso manjar de carne. La ojirosa no escondió su mueca asqueada.
― Son muchos... ― Susurro, y extendió sus brazos con una mirada algo molesta. Las hienas se emocionaron al pensar que Jisoo se estaba entregando, pero estaban completamente equivocados. ― Las hormigas quimera son una plaga, y mi deber es deshacerme de ustedes...
Pequeñas mariposas doradas comenzaron a desprenderse de sus brazos como magia, y con elegancia iniciaron un suave y delicado vuelo alrededor de Jisoo, dejando pequeñas escarchas doradas similares a llamas de fuego.
― Si se quedan quietos, será rápido y no dolerá. ― Dijo con seriedad, pero las hienas comenzaron a gruñir mostrando sus poderosos colmillos. En medio de la noche, las mariposas iluminaban el bosque, y finalmente, Jisoo dijo su palabra clave para activar la segunda habilidad de su efecto mariposa. ― ¿Les gustan las mariposas?
Las hienas, que habían saltado para matar a Jisoo, ahora caían al suelo mientras eran perforadas por las elegantes mariposas que inyectaban su veneno en ellas. De esa forma, cualquier otra hormiga quimera que se acercara para tocarlas sería afectada por el potente veneno. De repente, todo el bosque se sumergió en un inquietante silencio, las mariposas comenzaron a desaparecer lentamente, y la oscuridad cubrió por completo el lugar. Los árboles eran tan grandes que la luz de la luna no lograba iluminar el suelo.
Su camino no fue tranquilo, pues más bestias se lanzaron contra ella para atacarla, pero no funcionó. Jisoo lograba abrirse paso entre la maleza y las quimeras para continuar.
No supo en qué momento, pero su cabeza comenzó a doler como si la hubieran golpeado con un bate de béisbol. Sus manos se durmieron, luego siguieron sus pies, y lentamente sus piernas. ¿Qué estaba pasando? Sin pensarlo dos veces, comenzó a caminar rápidamente, intentando mantenerse despierta para no perder la conciencia. ¿Acaso alguien la estaba siguiendo? Un fuerte pinchazo atravesó una de sus manos, y lentamente comenzó a gotear de sangre y un extraño líquido azul.
― ¿Una picadura...? Demonios. ― Susurro, sintiendo sus párpados cada vez más pesados. No podía desmayarse, y menos en medio del bosque. ― ¡No puedo morir aquí! ¡No voy a morir!
Por lo menos tenía que asegurar su seguridad, pero luego de unos segundos, ni siquiera podía moverse, y cayó al suelo como un costal. La noción del tiempo desapareció, y simplemente se desmayó. De la oscuridad, una pequeña ranita con una flor en su cabeza se acercó rápidamente a Jisoo, observándola con ojos llenos de curiosidad. Con cautela observó de un lado a otro, y cargo a la niña sobre sus hombros. A pesar de que la humana era mucho más grande, la ranita podía cargarla, aunque Jisoo tuviera que arrastrar sus piernas.
― Esa es mi presa, Kaeru. ― Una gigante hormiga quimera con apariencia de lagartija apareció, cargando una hoja enrollada, llena de filosos proyectiles, con la que había herido la mano de la niña. La ranita lo observó en silencio, con sus grandes ojos de pupilas negras. Con simpleza, sacó su lengua, y le dio la espalda a la quimera para empezar a caminar sin prestarle atención.
La lagartija dejó escapar un bufido molesto, y se dio la vuelta, rendido. Discutir con la rana Kaeru nunca tenía sentido.
(🐸)
El suave olor a flores provocó picazón en su nariz, y de inmediato, un estornudo salió de sus labios. Rápidamente, Jisoo abrió sus ojos, y enderezó su espalda, sentándose en el suelo. Era de día, probablemente era tarde, y estaba en un campo lleno de flores blancas. Luego de soltar un suave quejido, masajeo su cabeza, revolviendo su cabello. Con sorpresa, encontró una pequeña corona de flores blancas.
― Mejor. ― En ese momento, se dio cuenta de una presencia en uno de sus lados. Un fuerte grito abandonó su cuerpo al ver una ranita muy cerca de ella, con un vaso de madera en sus manos y una amable sonrisa. Con nerviosismo, retrocedió, mientras la hormiga quimera aún sonreía. ― Despertarse.
Su voz era suave y cálida, como si se tratara de una cariñosa madre hablándole a sus hijos. Jisoo no sabía qué decir, estaba en blanco. Su cuerpo aún repelía el veneno, y al parecer, era gracias a la ranita, quien la había cuidado durante toda la noche, cuidando la herida en su mano. De repente, la quimera posó su mano en la frente de Jisoo, y la obligó a recostarse nuevamente.
― Descansa. ― Ordeno, y por alguna razón, Jisoo obedeció sin rechistar. ¿Qué clase de magia tenía aquella tierna ranita? Era verde, con el lomo y la mandíbula de color blanco. Sus ojos eran como cristales blancos, con una pequeña pupila negra. La flor en su cabeza le daba una imagen tierna. El pequeño animal se movía de un lado a otro, revolviendo la mezcla dentro del vaso de madera.
― ¿Por qué no me mataste? ― Pregunto la ojirosa, aun acostada, como le habían ordenado. La ranita se dio la vuelta para verla, y sus diferentes ojos se encontraron. A pesar de que sus pupilas parecían vacías, sus ojos brillaban de indescriptibles sentimientos. De repente, la ranita saco su lengua como respuesta, y volvió a darse la vuelta. Una gota de sudor bajó por la frente de Jisoo, mientras se sentaba. ― Uhm... Gracias por cuidarme, ¿cómo te llamas, señora ranita?
― Kaeru.
― ¡Yo me llamo Jiso- ― La ranita metió un poco de mezcla en la boca de Jisoo, interrumpiendo sus palabras abruptamente. El movimiento fue tan rápido que no pudo reaccionar a tiempo, aun así, no sentía ningún tipo de peligro que la obligará a defenderse. La ojirosa empezó a toser luego de tragar el líquido, y una mueca confundida apareció en su rostro. ― ¿Qué es esto...? ¡Sabe a miel!
― Remedio. ― Respondió la ranita, y palmeo la cabeza de Jisoo, quien sentada quedaba a la misma altura. ― Jisoo buena.
Una suave risa salió de sus labios. No todas las quimeras parecían ser salvajes y sedientas de sangre, algunas como Kaeru actuaban casi como humanos.
Por otro lado, Gon conocía a un camaleón de sudadero gris, y Killua era cargado por un pequeño pulpo de grandes labios. La noche comenzó a llegar, y Jisoo había decidido continuar su camino. La ranita siempre permaneció a su lado, cuidándola y alimentándola como una madre amorosa. Durante todo ese tiempo, ambas mujeres habían podido hablar un poco mejor. Al parecer, Kaeru había comenzado a recordar cosas de cuando era humana, y eso había logrado que su forma de pensar cambiara.
― ¿Y qué cosas recuerdas, señora Kaeru? ― Mientras su tratamiento terminaba, Jisoo acompañaba a la ranita a recoger flores. La quimera sacó su lengua, y luego respondió.
― Familia.
― Oh... ― Con sorpresa, asintió. Ambas se dirigieron a un pueblo cercano, que, como los demás, estaba completamente solo, con cuerpos mal enterrados y manchas de sangre por todas partes. La ranita se acercó a una de las casas. Las paredes estaban llenas de flores, el suelo y los muebles también, pero en una de las habitaciones, en la cuna de un bebe, Kaeru dejó las flores que había recogido.
― Recuerdo pocas cosas. ― Tal vez, esa sería una de las cosas más largas que Jisoo escucharía de Kaeru. Observando la cuna con una sonrisa melancólica, hablo. ― Los niños tienen que ser protegidos.
Esa noche el teléfono de Jisoo sonó por primera vez. Era Gon, avisando que tenía muy buenas noticias, y quedaron en reunirse por la mañana. La ojirosa le insistió a la ranita para que la acompañara, pues una quimera tan amigable y con habilidades médicas sería muy importante. Al mismo tiempo, en medio de la preocupación, había dejado algunos mensajes para Killua, quien no aparecía. Por última vez reviso su celular antes de dormir
un rato.
(Responder es gratis, niño canoso)
Fue lo último que le escribió luego de tantos mensajes llenos de preocupación. La mañana siguiente fue muy tranquila, y empezaron su día visitando por última vez la cuna que Kaeru solía visitar. Con una mochila de tela sobre sus hombros verdes, la ranita decidió emprender un nuevo camino junto a Jisoo.
(🐸)
La parpadeante luz del hospital fue lo primero que vio al despertar. Un suave suspiro sorprendido salió de sus labios antes de sentarse en la camilla.
― ¿Ah? ¿Cómo te encuentras? ― Killua permaneció en silencio, y tocó su cabeza con una pequeña mueca confundida. Su cuerpo estaba lleno de vendas. Con sorpresa, observó a la hormiga quimera que lo esperaba pacientemente con una revista sobre sus manos. Con preocupación, el albino frunció sus cejas.
― ¡Pulpo! ¿¡Donde estoy!? ¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?
― ¡No me llames pulpo!
Estaban en una clínica clandestina para personas sospechosas, perfecta para ellos. Killua había estado dormido por dos días completos, tiempo en el que su cuerpo apenas estaba sanando de todo lo que le había ocurrido. De inmediato, el joven intentó levantarse, pero el pulpo lo detuvo.
― ¡Oye! ¡No deberías moverte! ¡Tus heridas se abrirán!
― Debo seguir con el plan. ― Respondió, mientras quitaba las cosas conectadas a sus brazos.
― ¡Idiota! ¡Hace un momento estabas a punto de morir! Necesitas unos días más para...
― Ah, ¿ya estás despierto? Que bien. ― Una enfermera de ojos cerrados y baja estatura apareció. Killua se levantó de la camilla, y dio unos pasos al frente.
― Gracias por lo que hizo. Pero debo irme ya.
― No hasta que me pagues. La cuenta es de 1,8 millones de Jenny. Si no puedes pagar, me quedaré con partes de tu cuerpo.
― No tengo dinero encima. Se lo enviaré cuando pueda. ― Pero con solo decir eso no funcionó. La mujer era realmente insistente, y Killua empezaba a molestarse. Con una mueca, el albino pidió un teléfono, y rápidamente marcó al celular de su amiga de ojos rosas. Detrás de él, la enfermera seguía cobrándole por todo, hasta por los minutos para usar el teléfono. ― ¡¿No puede callarse e irse?!
― ¿Hola? ¿Con quién hablo? ― La voz de Jisoo llegó a sus oídos de repente, provocando un cosquilleo en su pecho, y automáticamente una sonrisa apareció en sus labios.
― Hola, soy yo-
― ¡¿Killua?! ― Abruptamente fue interrumpido, y una gota de sudor bajó por su frente. La voz de su amiga cambió radicalmente a una molesta, cambiando su lindo tono educado. ― ¿¡Dónde estás?! ¡¿Qué te ocurrió?! ¡Idiota, me tenías muy preocupada! ¿¡En serio desapareces así y luego me llamas como si nada?! ¡Por lo menos responde tu teléfono! ¿¡Para qué lo tienes si no miras ninguno de los mensajes!?
― ¡Deja de llorar! ¡Estoy bien, en serio! ― Dijo, intentando calmar a su preocupada amiga. ― Te explicaré las cosas cuando nos veamos. Tuve problemas luego de encontrar a un fuerte enemigo, pero ya estoy bien. Me envió al hospital.
― ¡¿Ah?! ¡No lo puedo creer! ¡¿Y tanto me decías a mí que tuviera cuidado?! ― Jisoo soltó un fuerte suspiro antes de rodar los ojos. ― En fin... Me alegra que estés bien. Te voy a pasar a Gon, ya hablaremos cuando nos veamos.
El peliverde aceptó el teléfono con una risita nerviosa, y mientras frotaba su cuello, observó como su amiga aún permanecía molesta. Kaeru se acercó para palmear su espalda, mientras que Knuckle se reía por lo sucedido.
― ¡Killua! ― Esta vez, la voz de su amigo sonó por el teléfono. ― Hemos encontrado fuertes aliados, ambos se llevan de maravilla con Knuckle, oh, y la señora Kaeru quiere mucho a todos. Si todo va bien, tendremos una buena oportunidad de vencer al rey. Necesitamos reunirnos para preguntarte lo que piensas.
― De acuerdo. Por cierto, necesito que envíes algo de dinero a una cuenta bancaria. Si lo haces, podremos vernos hoy.
Killua volvió a la camilla donde había despertado, y se quitó la bata de hospital. Su cuerpo estaba completamente sano, y mientras retiraba las vendas de sus brazos, el pulpo permaneció sorprendido. Killua estiró sus brazos trabajados, luego su abdomen marcado y cabeza que aún tenía con una venda. Estaba listo, no tenía problemas para continuar.
― Bien, ya recibí el dinero. ― La enfermera entró a la habitación. ― Ya puedes irte, me alegro por ti.
El joven asintió, y luego de cambiarse, corrió hacia la salida con una pequeña sonrisa entusiasmada. El pequeño pulpo lo observó en silencio, con una indescifrable mirada.
― ¿Qué estás haciendo? Vamos. ― Antes de abrir la puerta de la salida, Killua observó al pulpo. La quimera aun permanencia confundida, totalmente congelada. ― Voy a reunirme con mis compañeros, te los presentaré.
― ¡Ah!... Ah... Pero....
― Bueno, no te obligaré si no quieres venir. ― Una pequeña mueca apareció en los labios del albino, mientras que el pulpo mantenía su mirada pegada en el suelo. ― Te agradezco todo lo que has hecho. Gracias.
― Eh, espera... ¿De verdad puedo ir contigo? Es que alguien como yo...
― ¿Qué? ¿Yo era el único que pensaba que éramos amigos? ― Esas palabras lograron tocar el corazón de Ikalgo.
― ¿De verdad no te importaría que yo vaya contigo?
― No se trata de si me importa o no. La pregunta es si quieres venir. ― Respondió con brusquedad, para luego abrir la puerta y salir del lugar rápidamente. De inmediato, el pulpo lo siguió antes de que desapareciera de su vista.
― ¡Sí! ¡Iré contigo!
Luego de cruzar la puerta, Killua se dio la vuelta y posó las manos sobre su cintura. Sus ojos azules observaron fijamente a Ikalgo.
― Solo lo diré una vez. ― Aviso, y el pulpo se tensó, esperando cualquier cosa. ― La próxima vez que pase algo, no me molestaré en darte las gracias. Así que si pasa algo, y termino ayudándote, no tienes que darme las gracias. Se supone que los amigos se ayudan entre sí. ― Los ojos de Ikalgo brillaron. ― Trabajaremos juntos desde ahora, así que tendremos que ayudarnos. Ayudarnos mutuamente no es gran cosa. No tiene sentido que nos demos las gracias por cada cosa que hagamos.
El mundo que nunca pensó que tendría ahora estaba frente a él. Los ojos de Ikalgo temblaban, amenazando con dejar caer una pequeña lágrima. Estaba agradecido, su pecho estaba inundado de un indescriptible sentimiento de felicidad.
― ¡Killua! Yo... ¡Estoy tan feliz que podría morir!
― ¡¿Eh?! ¡¿Por qué lloras?!
― Porque... ¡Porque lo haces por mí!
― Vamos... Hay otra cosa que quiero dejar clara. ― Un suspiro salió de sus labios, y con una mirada cansada, se acercó al pulpo. El joven se paró de cuclillas para quedar a la misma altura que Ikalgo. ― El mundo en el que vas a entrar es mucho más brutal que el mundo de las hormigas quimera. Quizás no lo entiendas, pero hay una gran diferencia entre tratar arriesgar la vida y tratarla como algo superficial.
Lentamente, se levantó, y se dio la vuelta para empezar a caminar. El pulpo aún escuchaba cada palabra de Killua, prestándole toda su atención.
― La gente que mira a la muerte a la cara todos los días no quiere escuchar a alguien que está listo para morir. Para sobrevivir, tienes que mantener tu cuerpo en la mejor condición y beber dosis letales de veneno... Así son las cosas. ¿Estás listo para unirte?
― Qué pregunta tan tonta. Veo el paraíso ante mí. ¡Iré, no importa lo que cueste!
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