𝐎𝟕𝟏 ┃Las niñas son raras
✦ ˑ CHAPTER O71 (🫀) ᶻ 𝗓 𐰁
★ (𝐇𝐔𝐍𝐓𝐄𝐑)⚔️ !❛ Sentimientos imposibles de ignorar...
DE REPENTE, GON GRITÓ CON FUERZA MIENTRAS LEVANTABA SUS BRAZOS. Luego se levantó del suelo, agarró a Jisoo del brazo, y la forzó a levantarse. La ojirosa aún mantenía su semblante depresivo, su mirada parecía insultar todo. Killua los observó con una gota de sudor, mientras que una de las compañeras de Kite, mascaba su chicle mientras leía.
― ¡Vamos, Jisoo! ¡Ánimo, entrenaremos y seamos aún más fuertes! ― Exclamó, sacudiendo a la pelinegra, quien aún parecía en un trance. ― Knuckle y los otros salvarán a Kite. ¡Tenemos que hacernos más fuertes! ¡Me volveré más fuerte! No quiero que Kite se sienta decepcionado cuando vuelva.
El sonido de la goma de mascar explotando los tomó por sorpresa. La mujer de pelo largo y rosa cruzó sus piernas, y los observo.
― Ah, así que lo comprendes. Puede que conocieras a Kite antes que nosotros, pero nosotros hemos pasado más tiempo con él. ― El libro en sus manos sé cerró con fuerza. ― Si hubieras seguido lamentándote, te hubiera dado una paliza. Les he dicho que Kite no habría querido verlos así. Sé que sigue vivo, y no quiere que se tengan que arrepentir así. ¿Qué tienen que hacer ahora mismo? ¡Encontrar la decisión correcta y tener voluntad para ejecutarla!
Tan pronto dijo eso, Gon intercambió una mirada con Jisoo, quien parecía empezar a recuperar energías. Al mismo tiempo asintieron, y empezaron a hacer flexiones de cabeza. Jisoo las intentaba hacer con una mano, mientras que Gon se limitaba a hacerlo con ambas manos, pero mucho más rápido. Spin, la amiga de Kite, empezó a contarles sobre su propósito como Cazadora y las aventuras que vivió junto al hombre de largo cabello plateado.
La pelinegra, aun de cabeza, observó a Killua de reojo. Parecía tranquilo, con su cabello blanco desordenado y sus ojos azules fijos en el techo. Mentía si decía no extrañar molestarlo, ver sus mejillas enrojecer y escuchar sus comentarios divertidos e inteligentes. Luego de soltar un suave suspiro, volvió a concentrarse en lo suyo. Empezaba su primer día intentando olvidar sus sentimientos, pero por supuesto, eso era realmente difícil. Así estaban mejor, ¿no?
El carro frenó de golpe y terminó perdiendo el equilibrio de su única mano, sin poder hacer algo para evitarlo, dio una vuelta hacia al frente y se golpeó en el trasero. De inmediato escuchó las risas de Gon y para su sorpresa, una ligera risa de Killua.
― ¡Oigan! ― Se quejó Jisoo con sus mejillas rojas de la vergüenza, pero también terminó riendo. No tardaron mucho en llegar a su destino, se despidieron de Spin, y luego de caminar entre las calles, llegaron al lugar donde se quedaban. Era horrible, un aura tenebrosa salía de las paredes y los mantenía alerta. Antes de preocuparse por los enemigos, tenían que tener cuidado de Palm.
Los pasillos parecían infinitos, Jisoo empezaba a entrar en pánico al no escuchar ningún ruido. Con cuidado, Killua abrió la puerta al final del pasillo, y un quejido de sorpresa salió de sus labios al encontrar una escena aterradora. Miles de muñecos de trapo con la forma de Gon estaban siendo apuñalados por el cuchillo de Palm. Lentamente, la mujer se dio la vuelta, y con sus ojos rojos les ofreció una mirada de muerte que logró sacarle un grito a Jisoo.
― D-debes asumir la responsabilidad... ― Susurro la mujer. Los tres jóvenes parecían estatuas de lo congelados que estaban, ninguno quería hacer o decir algo. Por eso cuando Palm se acercó, no escaparon. ― Prometiste que me llevarías a NGL... Dijiste que si rompías esa promesa te tragarías mil agujas.
― Sí, Lo siento. ― Dijo Gon, entrando a la habitación.
― No quiero una disculpa, pero tampoco le veo sentido a que te tragues mil agujas.
― Sí. ¿Qué puedo hacer para compensarte?
― Veamos... Debes hacer... Cualquier cosa que te siga.
― ¡Eh! ¡¿Tienes idea de cómo Gon se siente ahora mismo?! ― Exclamó Killua con molestia, en un intento de salvar a su mejor amigo. Aun así, Gon no tenía problemas, y con una mirada firme respondió.
― ¡Muy bien, de acuerdo!
― Entonces... Sal conmigo.
― ¡¿Ah?! ― La primera en reaccionar fue Jisoo, quien retrocede con sorpresa y algo de entusiasmo. Nunca pensó que Palm pediría algo tan tierno como eso, la definición de citas para Jisoo era algo muy importante. ― ¡¿U-una cita?! ¡Una cita!
― Está bien. ― Asintió Gon.
― ¿Eh? ¡¿Tienes idea de lo que estás haciendo?! ― Exclamó Killua con molestia, señalando la frente de su amigo. Gon asintió, y sin otra opción, el albino señaló a Palm. ― ¡¿Y a ti te parece bien estar jugando sucio?!
― Esto no te concierne... ― Le dijo con severidad. Las siguientes palabras que dijo logró que sus mejillas se sonrojaran con fuerza, y empezara a jugar con sus manos. ― Es cosa nuestra.
Y empezó a retorcerse como una niña locamente enamorada. Jisoo levantó sus cejas con sorpresa, mientras una mueca nerviosa aparecía en sus labios. Aún alejados, Killua se acercó con cautela al oído de su amigo peliverde, cuidando que Palm no los escuchara. Aquella mujer estaba loca, podría matarlos en cualquier momento.
― Debes mantenerte alejado de ella, Gon.
― ¡No nos interrumpas! ― Exclamó la mujer, histérica, señalando nuevamente con molestia. ― ¡Es algo que debemos decidir entre nosotros dos! ¡Decide tus cosas con Jisoo!
― ¡¿U-uh?! ¡Solo querías una excusa para decir eso!
― Cállate. Vamos a salir ahora mismo... Hay un sitio al que tengo muchas ganas de ir.
― Oh, lo siento. Hoy no puedo salir. Voy a entrenar con Killua y Jisoo. ― Interrumpió Gon, con amabilidad y cuidado. Palm dejó escapar un bajo sonido de desilusión. ― ¡Ya sé! ¡Puedes entrenar con nosotros!
― ¡¿Por qué tienen que venir ellos?! ¡¿Y por qué vamos a entrenar?! ¿¡Me estás tomando del pelo?! ¡Es una cita! ¡Nuestra primera cita! ¡Ellos pueden hacer su cita aparte! ¡Esta es nuestra cita, solo nuestra! ― Como un animal salvaje, Palm le reclamó a Gon con el cuchillo en la mano. Por otro lado, Killua y Jisoo mantenían muecas incómodas en sus rostros.
― Pero si no es una cita. ― Aclaro. ― Ya podremos tener una cita después. Después de todo, como tú has dicho, es la primera. Yo necesito tiempo para prepararme.
― ¿Prepararte para qué?
― Eso es... ¡Un secreto! Ya lo descubrirás mañana.
― Ya veo... En ese caso yo también me prepararé. ― Susurro apenada. ― En serio, si me lo hubieras explicado desde el principio no me hubiera puesto así.
― ¡Lo siento! Pero es que quiero que sea un secreto para sorprenderte.
― ¿Quieres sorprenderme? ― Con algo de nerviosismo, Palm golpeó la frente de Gon mientras reía de forma boba.
― ¡Bien, nos vemos mañana a las diez de la mañana frente al tablón de anuncios!
Jisoo observaba llena de admiración a su amigo de pelo verde. Gon tenía mucha paciencia, entendía las cosas y hablaba de forma muy amable. La palabra "Cita" estaba en cada frase que decía, y aun de esa forma lograba mantener tranquila a Palm. Con eso, la ojirosa llegó a una conclusión.
― Gon sería popular con las chicas... ― Susurro, pero solo recibió una mueca confundida y asqueada del albino, quien observaba todo con algo de incomodidad.
― Las niñas son raras.
― ¿Uh? ¡Claro que no!
Ambos se ofrecieron miradas molestas, para luego darse la vuelta al mismo tiempo, fingiendo estar ofendidos. En realidad, ambos pensaban lo mismo, y el recuerdo de su primera cita llegó a sus cabezas, sonrojando sus mejillas y llenando sus estómagos de molestas mariposas. En su primera cita, Jisoo había confesado su amor, y muchas tiernas interacciones que aún no podía sacar de su cabeza la emocionaron por un momento.
― Uh, es una pérdida de tiempo. ― Susurro Killua, con sus cejas fruncidas y sus mejillas de un suave tono rosado. De la misma forma, Jisoo asintió, mientras jugaba con sus manos llenas de nerviosismo.
― En realidad, a mí sí me gustaría tener una cita.
― ¿Qué?
― Nada.
En realidad, Jisoo no estaba mintiendo. Realmente le gustaría tener una cita, o por lo menos salir a recorrer las calles y divertirse ella sola, despejarse un poco la mente y disfrutar de un tiempo probando comida rica y vistiendo lindos accesorios. Con una sonrisa decidida, la ojirosa asintió muchas veces con su puño cerrado. Aquella tarde fueron un rato al gimnasio de la ciudad. Gon y Killua levantaban grandes pesas sobre sus hombros, mientras que la fémina se concentraba en las barras, entrenando sus brazos, un poco más alejada de sus amigos, quienes comenzaron a hablar tranquilamente.
― ¡Gon, eres increíble!
― ¿Eh? ¿Qué quieres decir?
― Bueno, escuchándote hablar con Palm parecías muy acostumbrado a estas cosas. ― Susurro, y con algo de torpeza, pregunto. ― Me preguntaba... ¿Has tenido alguna cita antes?
― Claro que sí. ― Una piedra gigante cayó sobre la cabeza de Killua, y una mueca derrotada apareció en sus labios. Gon empezó a reír por aquella reacción tan exagerada. ― ¿Qué ocurre? Tú también has tenido muchas citas con Jisoo.
― ¡Eso no cuenta! ― Exclamó con molestia. Todas aquellas citas habían sido propuestas por aquella joven de lindos ojos, a diferencia de ella, él nunca había tenido la valentía para tomar la iniciativa. Por esa razón, eso no contaba.
― Bueno, en realidad la mayoría de citas que tuve fueron con Mito-san.
― Oh, eso tiene más sentido... ¡Un momento! ¿Con quién más?
― Algunos barcos pesqueros que paraban en Isla Ballena estaban llenos de mujeres, y a algunas solo les gustaban los chicos jóvenes... Así que les daba un paseo por el pueblo y les enseñaba ciertas cosas. Las mujeres así son llamadas fanáticas. ― Killua quedó sorprendido, y no dijo nada más. En su cabeza, la idea de que Gon ya era todo un adulto lo sorprendió. El peliverde dejó escapar una suave risa, y retomó su conversación. ― ¿Alguna vez has tenido una cita?
― ¡No, claro que no! Me pasaba todo el tiempo entrenando para ser asesino. Desde que lo deje...
― ¡Conociste a Jisoo y tuviste muchas citas! Pero luego discutieron, y ahora están distanciados. ― Completo Gon, y Killua rodó los ojos con molestia. ― Oh, y te la has pasado conmigo.
Killua asintió repetidas veces, y automáticamente su mirada se desvió a su amiga pelinegra. Jisoo entrenaba sus brazos, subiendo y bajando en aquella barra. Su largo cabello caía por sus hombros descubiertos, sus labios rosas permanecen fruncidos, y las gotas de sudor bajan por sus mejillas. Un leve sonrojo decoró sus pálidas mejillas, y como si estuviera hipnotizado, continuo contemplándola. Realmente le parecía una niña muy bonita, obviamente, nunca lo admitiría.
De repente, sus cejas se fruncieron y detuvo su ejercicio por un momento. Toda niña linda llamaba la atención, y Jisoo no era la excepción. En un gimnasio lleno de personas su presencia llamaba la atención, muchos jóvenes de su edad o un poco más mayores miraban a la pequeña con sorpresa, y algo de curiosidad. En cualquier momento, un valiente se acercaría a hablarle, y así fue. Un niño de pelo azulado y gafas se encontraba cerca de ella, hablando tranquilamente mientras reía de vez en cuando.
Con eso en mente, una duda no pudo evitar golpear su cabeza. ¿Cómo es que Jisoo se había fijado en alguien tan simple y aburrido como él? Con sus comentarios bromistas muchas veces se escondía detrás de sus inseguridades, que le hacían creer que no merecía muchas cosas.
― ¿Crees que Jisoo ha tenido citas antes de conocerte? ― La pregunta de Gon lo tomó por sorpresa. Fingiendo desinterés, levantó sus hombros y continuó con su ejercicio.
― Probablemente, sí, no lo sé.
― Preguntémosle.
― ¿Qué? No.
― ¡Jisoo! ― Exclamó Gon, y su llamado resonó por todo el establecimiento. La pelinegra dirigió su mirada a él y se soltó de la barra. ― ¿Antes de conocer a Killua habías salido con alguien más?
Killua escondió su mirada apenada y chasqueó su lengua con nerviosismo. ¿Por qué su amigo lo había gritado? Ahora muchos habían puesto su atención en ellos. Jisoo se acercó rápidamente, mientras limpiaba su cuello con una toalla del gimnasio.
― Ummm... No, la única cita que tuve fue con Killua. ― Respondió honestamente, con una sonrisa tímida. Por alguna razón, un sentimiento de alivio arrullo el corazón del ojiazul, quien escuchaba todo sin hacer notar su presencia. ― En Isla Esmeralda todos eran malas personas. Aunque eran atractivos, ¡Nunca tendría una cita con esos niños fastidiosos!
― Tú también eres fastidiosa. ― Por alguna razón, Killua sintió la necesidad de decir aquello. Jisoo frunció su ceño mientras una mueca molesta se apreciaba en su rostro.
― ¡Tú también lo eres!
― ¿En serio? Que lástima, tendrás que entrenar conmigo mientras Gon está en su cita.
― Oh, sobre eso... Yo también tengo una cita.
― ¿Eh...? ¡¿Eh?!
El sonido de un teléfono interrumpió su conversación. Era el teléfono de Gon, y al contestar, el peliverde se llevó una gran sorpresa. Por un momento, permaneció en silencio, hasta que sus ojos brillaron como las estrellas y una baja exclamación salió de sus labios. Habían localizado y rescatado a Kite.
Pero también había malas noticias. Kite parecía estar bajo el control del enemigo, las hormigas se empezaban a alejar de su territorio y se acercaban a las ciudades, y además, luego de enfrentar a un extraño enemigo, Roman parecía haber contraído una extraña enfermedad que le hacía toser sangre. En tres días Knuckle volvería y les traería más noticias, mientras tanto, solo les quedaba esperar.
(🌕)
Jisoo había decidido quedarse en la casa aquella tarde, según sus palabras, necesitaba prepararse para la cita de mañana. Killua no podía evitar sentirse nervioso, pero con una mirada irritada y sus brazos cruzados, fingió que no le importaba en absoluto. Ahora estaba con Gon, caminando por el bosque mientras le ayudaba a su amigo a buscar algunas cosas.
― ¿Un regalo? ¿Estás seguro de esto? ¿No crees que se volverá loca si le das esto? ― Inquirió, con las manos en sus bolsillos y sus labios fruncidos. Gon estaba buscando ramas en un arbusto.
― Si se lo doy sin más, seguramente...
― Bueno, si ya terminaste, volvamos al pueblo.
― ¡Espera! ¿Seguro que no le llevarás nada a Jisoo? ― Al escuchar eso, Killua frunció sus cejas negras con molestia, y soltó un suspiro rendido.
― ¿Otra vez con eso? No tengo por qué darle algo. ― Respondió, y empezó a caminar, aun así, su amigo parecía querer insistir mucho con el tema.
― ¿Recuerdas la corona de flores que te dio una vez? ― Las pacientes palabras de Gon parecieron causar efecto, pues el ojiazul se detuvo. ― ¡Antes de que te enojes, sé que no te gusta! Pero... Un regalo de amigos no estaría mal, y podrían calmar la tensión que aún hay entre ustedes.
Por un momento, lo medito. Un regalo de amigos no tendría nada de raro, aunque no acostumbraba a dar cosas, podría intentarlo. Al darse cuenta de que lo estaba pensando mucho, empezó a molestarse, y con un fuerte sonrojo, exclamó con fuerza.
― ¡No le daré nada!
Mientras ellos se concentraban en sus propias cosas, las hormigas Quimera empezaban a aparecer en las ciudades. Aquellas bestias causaban destrozos, mataban gente inocente y destrozaban todo a su alrededor. Las noticias no eran alentadoras, todo estaba alerta, pero no lo tomaban en serio. Ya era de noche, y Killua no quitaba su mirada del televisor, donde la mujer de las noticias presentaba el reporte de los animales que mataban humanos.
― ¡Ya terminé! ¿Quién sigue? ― Jisoo entró a la habitación con una toalla envolviendo su cabeza. Algunos mechones de pelo lograban escaparse. Al ser el único en la habitación, el ojiazul la observó de reojo, y en un silencio incómodo ambos se miraron.
― Gon está en el otro baño. ― Respondió, y apartó su mirada de ella lo más rápido que pudo.
― Oh, está bien. ¿Vas a usar el baño?
― Luego.
Y nuevamente, ninguno dijo nada. Jisoo fijó su mirada en el suelo, y se acercó ágilmente hasta el elegante tocador que decoraba la habitación más grande de la casa. El sonido de las noticias parecía camuflar el incómodo momento. La pelinegra se quitó la toalla de su cabeza, y se miró por un buen rato en el espejo. Sus pensamientos no dejaban que se concentrara, la incómoda necesidad de hacer que Killua preguntara algo sobre su cita la mataba. ¿Qué la pasaba? ¡Tenía que dejar de pensar en eso!
― Mañana, cada uno estará en un lugar diferente... ― Susurro Jisoo sin poder evitarlo. De inmediato, la pelinegra se regañó mentalmente, pero una vez que había comenzado no podía detenerse. ― Gon estará en la ciudad, ¿y tú?
― Yo estaré todo el día entrenando en el gimnasio. ― Respondió. Ambos se daban la espalda, incapaces de mirarse. Con nerviosismo, Killua frunció su ceño y cerró sus ojos. Una pregunta empezaba a salirse por sí sola de sus labios, y no podía detenerla. ― Por cierto... ¿Dónde vas a estar?
― Bueno, Kei dijo que es una sorpresa. ― Susurro. El albino no pudo controlar la mueca molesta que apareció en sus labios, y con un sentimiento amargo en su pecho, respondió.
― ¿Entonces ese niño raro del gimnasio te invito a salir? ¿Estás segura de que no fuiste tú la que lo obligaste?
― ¡No obligue a nadie! Es más, quería salir sola, pero él me invitó a salir, y no tengo motivos para rechazarlo.
― Si tienes motivos... ― Susurro molesto, pero rápidamente se esforzó por tragarse sus respuestas. No tenía el derecho de reprocharle, después de todo, él no sentía nada por ella y nunca serían algo. Jisoo empezó a desenredar su largo cabello, y con el fin de las noticias, la habitación nuevamente se sumergía en un peligroso silencio.
En realidad, Jisoo había pensado seriamente en rechazar la propuesta del chico. Su cabeza no dejaba de pensar en Killua, y por ahora quería pensar lo menos posible en chicos y temas amorosos. Pero todo había sucedido, se había convencido de que con una cita podría olvidar sus sentimientos de adolescente más fácilmente. Conocer más personas no estaba mal, y tal vez lo necesitaba. Aun así...
― Killua... ― Lo llamó con nerviosismo. El albino le respondió con una suave exclamación en señal de que estaba escuchando. Jisoo mordió su labio antes de hablar, y cerró sus ojos, como si aquello funcionara de protegerla de una posible respuesta que le disgustara. ― Si te llamo... ¿Puedes recogerme?
Sin poder evitarlo, el ojiazul se dio la vuelta para verla. Sus ojos rosas fijos en el piso, sus mejillas redondas sonrojadas, su largo cabello húmedo y sus largas pestañas aun goteando, todo eso lo dejó sin palabras. Jisoo empezó a entrar en pánico al no escuchar una respuesta.
― ¡Solo si no te molesta! No quiero obligarte-
― Si ese cuatro ojos te molesta, métele un puño, y si no funciona, llegaré tan pronto me llames. ― Se limitó a responder, mientras se giraba dándole la espalda, y se concentraba en el canal que el televisor reproducía. Jisoo asintió con emoción, y se giró, concentrando en arreglar su cabello.
Perfecto, ahora tendría que cuidar a su amigo de pelo verde, quien no podía usar Nen, y a Jisoo, quien se encontraría con un sujeto extraño del gimnasio. Era complicado, pero no imposible, y menos para alguien tan capaz como él.
No me demore en publicar un nuevo capítulo, ¿vieron? JAJAJ
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