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𝐎𝟒𝟏┃Llamada de un amigo

ִֶָ 𓂃⊹ ִֶָ CHAPTER O41 (💿)

✩。⋆ ⛓▞▞▞▞ (𝐇𝐔𝐍𝐓𝐄𝐑)🎀 ꏍ !❛ Decisiones familiares y ayudar...

UN DORAGON NACE SIENDO GUERRERO. Sus ojos, pelo, y piel luminosa de un fuerte color dorado como el oro puro son prueba de ello, o esa es la creencia que siempre se había tenido por siglos y siglos de historia, donde se narraban las leyendas de seres inhumanos con largas espadas y armaduras radiantes como el sol.

Con el nacimiento de Jisoo, todo cambio. 

Una infanta de pelo oscuro, ojos rosas, y sangre sagrada corriendo por sus venas era una pesadilla para un Doragon, y lo fue aún más al descubrir que sería la futura heredera de una rama importante de la familia. 

"Un fenómeno como ella no puede llegar a un puesto tan importante como el que sostuvo Alyra." Su llegada estuvo llena de comentarios de todo tipo, y con ellos, gente desconocida y maliciosa o de la misma familia Doragon encontró una ventaja. 

Solo tendrían que matar a aquella pequeña niña antes de que se enterara del inmenso poder que podría obtener gracias a su madre, quien alguna vez intento escapar de él. Aún estaba joven, y antes de que se convirtiera en heredera, empezó su plan. 

Trampa, muerte, mentira, y envidia. En realidad, los Doragon no eran tan puros como aparentaban, y todo por eliminar a una pequeña mancha de ceniza en su abrigo de terciopelo que amenazaba por quemarlo todo. 

― Jisoo Callisa Doragon. ― Repitió la mujer de largo vestido blanco como la nieve, haciendo una exagerada reverencia ante su superior, una pequeña joven de mejillas rosadas. La mujer extendió algunas cartas y mantuvo su cabeza agachada― Como consiguió la espada de Citrino, aquí está la carta de Cisney-sama. También tiene correspondencia de Ryoma-sama, y un ungüento. 

Jisoo frunció su ceño levemente, soltando un suave suspiro. Con leve preocupación sostuvo la carta de su padre, y agarrando el otro papel, su ceño se frunció aún más. El recuerdo de aquel día le molestaba, en especial al enterarse de que se trataba de otro intento por matarla. Agarrando la carta, la observo de lado a lado y levanto la mirada.

― ¿Qué va a pasar con la espada? 

― Le pertenecía a Alyra-sama, y ahora a usted, Callisa-sama. Cisney-sama ordeno que se quedara con ella. 

― Entiendo... ― Jisoo ladeo su cabeza, frotando su mejilla y entrecerrar sus ojos con duda. Tenía curiosidad por ver la reacción de la mujer frente ella, pues en caso de que su tío fuera el culpable de su herida en la cintura, sería notable el nerviosismo por su comentario. ― Pronto todo lo que le pertenecía a mi madre será mío, así que tiene sentido. 

La mujer permaneció en silencio, aún agachada. Por primera vez, su mirada se levantó, pero aun así, no vio a la pelinegra a los ojos. La imagen de la ojirosa asegurando querer a escapar de pequeña llegaron a su cabeza.

La pequeña niña que corría por los jardines persiguiendo mariposas había crecido tal como le había contado Cisney. Era una lástima que la joven no recordara gran parte de su infancia, pero tal vez así era mejor.

― Tiene razón, Callisa-sama. ― Asintió la mujer de traje blanco y trenza, asomando una pequeña sonrisa. ― Los temas involucrados con los Doragon no son de incumbencia, pero como mayordoma de mayor estatus, permítame decirle algo.

― Adelante. 

― Mis amos aún están acechando, y no permitirán que de un paso más para acercarse a lo que le pertenece.― Opino, mientras el viento sacudía su largo vestido con lentitud. Sus ojos brillaron, y ladeo su cabeza con nerviosismo. 

La pequeña llama de Jisoo tenía el potencial suficiente como para crecer y quemar todo. 

― Si quiere asegurar su puesto, tiene que empezar a ser notada, llama la atención de los superiores, y no tendrán otra opción más que escucharte. 

(💿)

Los menores se encontraban en un vagón del metro, recorriendo la ciudad por cuevas subterráneas, camino a encontrarse con Leorio. Jisoo estaba en el medio de sus amigos, a un lado de la puerta. 

― ¿Una carta de tu padre? ¡Ryoma-san! ¿Cómo se encuentra? ― Pregunto Gon rápidamente, con una sonrisa de oreja a oreja, recordando al animado hombre de ojos iguales a los de su amiga. 

― Su salud empeoro... ― Susurro Jisoo, tapando su rostro y dejar escapar un bufido. ― ¡Tengo que encontrar la manera de curar su enfermedad! 

― También tienes que encontrar la manera de sanar tu herida. ― Opino Killua, con las manos en sus bolsillos. 

― Si tienes razón. Ahora que recuerdo, también me entrego un ungüento. ― Jisoo gano miradas curiosas. ― Eso servirá para cerrar la herida por completo, es una medicina de mi familia, debería ayudar. 

De repente, el transporte freno de golpe, y todos los pasajeros se tambalearon, permaneciendo con miradas llenas de confusión. 

Haremos una parada de emergencia. Por favor, cuiden sus pasos. 

―¿Sucedió algo? ― Pregunto Gon, ladeando la cabeza.

― No lo sé. ― Respondió Killua, frunciendo su ceño levemente. ― Esto es muy raro. 

― Si es una parada de emergencia, debe ser algo importante. ― Opino Jisoo, frotando su mejilla nerviosa.

En este momento, todos los trenes han sido detenidos. Por su seguridad, por favor, esperen pacientemente. 

La ojirosa se cruzó de brazos, recostándose en el barandal a un lado de la pared. Sus mejillas se sonrojaron al notar como el albino la agarraba por la cintura y la alejaba levemente, evitando que su herida tocara la pared. Sin dudarlo, Jisoo le ofreció una mirada divertida, mientras el joven desviaba la mirada con sus mejillas rosas. 

Gon busco en su bolsillo, sacando su celular con una mirada curiosa. De repente, sus labios se abrieron con sorpresa.

― No tengo recepción aquí abajo. ― Su mirada se dirigió a sus amigos. ― Y no sabemos cuando empezaran a moverse los trenes de nuevo. 

― Bueno, eso lo resuelve... Tendremos que correr. 

A escondidas subieron por una de las salidas del techo y bajaron del tren. Gon y Killua empezaron a correr, mientras que Jisoo se resignó a ser cargada nuevamente por el joven de pelo banco, quien se preocupaba más que ella misma por su herida. 

Al mismo tiempo, Killua fruncía sus labios con preocupación, mientras su cabeza maquinaba alguna forma para volver a estar bien con aquella joven de mejillas rosas. Nunca había experimentado algo como eso, esta vez, tendría que esforzarse por obtener el perdón de una persona importante para él. 

(💿)

― ¿Hola?

Jisoo dejó escapar un chillido que reprimió tapando sus labios con sus manos, sintiendo un cosquilleo de alegría recorrer su espalda. Luego de tanto tiempo, escuchaba la voz de su amigo de cabellera rubia.

A su lado, Gon y Killua asomaron sonrisas en sus labios. Soltando un suave suspiro aliviado, el peliverde se asomó en el hombro de la pelinegra. Habían salido del subterráneo, y al llegar a un lugar despejado, intentaron marcarle a su amigo.

Y había funcionado.

― ¡Kurapika! ― Exclamó la ojirosa, demostrando la mezcla de alivio y emoción en su voz. ― Hace rato que no te escucho, te extrañé mucho... Por fin podemos comunicarnos contigo.

― ¿¡Habla Jisoo?!

― Sí, ¿podemos hablar en este momento? Leorio nos contó que estás ocupado últimamente, no quiero interrumpirte.

― Uh, lo siento, estoy en medio de algo. Te llamaré luego.

― ¡Espera! ¡Kurapika! ― De repente, la voz de Gon sonó por el teléfono, provocando que el rubio asomara una mueca de sorpresa. ― ¿Puedes darme un minuto? Tengo algo que decirte.

― Bien.

― Killua, Jisoo, y yo nos topamos con la araña. De hecho, nos atraparon. ― La sangre de Kurapika se heló al escuchar aquello, y sostuvo el teléfono con fuerza. Su ceño se frunció, y una profunda desesperación inundó su pecho.

¡¿En qué estaban pensando?! ¿¡Se dan cuenta de lo peligrosos que son!? ― Gon tuvo que alejar el teléfono de su oreja, alcanzando a escuchar la fuerte exclamación del mayor.

Killua también frunció su ceño, y acercó el teléfono a la oreja. Guardando una mano en su bolsillo, ladeo la cabeza.

― Pensé que lo sabía, pero luego de que los conocimos, se volvió dolorosamente claro. Son fuertes. ― Admitió. ― En este momento, no tenemos oportunidad contra ellos. Es por eso que necesitamos de tu ayuda.

― ¡No molestaremos!

― ¡Queremos ayudarte!

Un total silencio inundó el ambiente por unos escasos segundos. Kurapika frunció sus labios, escuchando las afirmaciones de sus jóvenes amigos. Era posible notar la seriedad en su voz, pero no estaba de acuerdo.

― Eso es ridículo. No les ayudaré a matarse.

― ¿No quieres saber dónde está su base?

― Tengo mis propias fuentes de información.

― ¿Conoces todos sus poderes?

― ¡Basta! Solo aléjense de las arañas.

Los labios de Killua se fruncieron y endureció su semblante, ganando miradas curiosas de sus amigos. El albino estaba aburrido de recibir la misma respuesta, y no se quedaría de brazos cruzados.

― Eres el usuario de la cadena que mató a uno de los miembros, ¿verdad? Te están buscando por todas partes. ― Su mal genio aumentó, y apretó el celular. ― ¡Si no vas a tratarnos como amigos o iguales, haremos lo que debamos hacer para ayudar!

Finalmente, le extendió el teléfono a Gon, quien lo recibió con una gota de sudor bajando por su mejilla. Jisoo asomo una pequeña sonrisa, posando su mano sobre el hombro del ojiazul, noto como él mantenía la mirada agachada.

― No pongas esa cara, pelo de algodón... ― Susurro la joven, agachándose frente a Killua para verlo a los ojos, notando como los ojos del albino relucían al escuchar aquello y apartaba la mirada.

― No merezco que me digas eso en este momento... ― Admitió, apretando sus puños. Jisoo era tan dulce y agradable como un chocolate. De esos que son empalagosos, pero, al mismo tiempo, difíciles de dejar por su delicioso sabor. Una sonrisa divertida apareció en sus labios, y pellizcó la mejilla de la ojirosa― Pero una vez hablemos puedes hacerlo las veces que desees.

Un sonrojo apareció en las mejillas de Jisoo y no se molestó en esconderlo, dejando escapar una risa nerviosa y feliz al escuchar aquello, asintiendo y alejándose hacia atrás con una sonrisa casi embobada.

La mirada de ambos se dirigió a su amigo peliverde, quien aún hablaba por el teléfono con un semblante nervioso.

― Kurapika... Uno de los miembros lloró enfrente de nosotros. Dijo que no podía perdonar al que mató a su amigo. ― Gon bajó su mirada, y asintió levemente. ― Me enojé mucho después de ver eso. No pude olvidarlo.

― ¡Queremos detenerlos! ― Exclamó Jisoo de fondo, acercándose a su teléfono. ― Por favor, Kurapika...

― Te llamaré luego.

Y la llamada se cortó.

Jisoo alejo el celular y observo la pantalla. Ya eran altas horas de la noche y tenía algunas llamadas perdidas de Leorio, pero eran de hace bastante tiempo. A un lado, sus amigos se asomaron.

― Ya es tarde, deberíamos volver. ― Opino Gon, frotando su cuello. ― Solo tenemos que esperar la llamada de Kurapika.

― Sí, ya es tarde. ― Asintió Killua, asomando una sonrisa divertida, observando el celular de su amiga. ― ¿En serio aún conservas el fondo de pantalla con el que llegó el celular?

― ¿Eso es malo...? ― Susurro apenada, con una gota de sudor, escuchando las risas del ojiazul. A un lado, Gon también sacó su celular, asomando una risita nerviosa, pues también tenía el mismo.

Al final, entre risas y bromas resultaron tomando fotos divertidas, y cada uno cambió el fondo de pantalla de su celular. Era complicado escoger cuál era el más raro de los tres, pues si no aparecía borroso, era con muecas raras.

Por otro lado, en el fondo de desbloqueo, Killua dejaba una foto donde la ojirosa aparecía riendo con sus mejillas sonrojadas. Una sonrisa apareció en sus labios y apago su celular, guardándolo en su bolsillo, caminando a un lado de sus amigos.

La puerta de la habitación se abrió, y en las caras de los menores apareció una mueca sin disimular.

― ¡Bien, vamos! ¿Qué tal otra? ―Leorio sostenía una lata de cerveza mientras reía a carcajadas, frente a Zepairu, quien también bebía con una sonrisa feliz en sus labios. En el suelo, paquetes y latas de cerveza decoraban el hotel.

― En serio... ¿Estuvieron bebiendo mientras fuimos capturados? ― Susurro Killua, con las manos en sus bolsillos y su ceño fruncido. Gon negó suavemente, con una gota de sudor en su mejilla.

― ¡Leorio! ― Exclamó Jisoo con fuerza, notando como el mayor desviaba su mirada mientras se tambaleaba, con su cara roja. ― ¡Leorio, ya llegamos!

― ¡Oh! ¿Ya regresaron? ― Exclamó, extendiendo una lata con una gran sonrisa. ― ¡Vengan y beban con nosotros!

― ¿Eres estúpido? ¡Somos menores de edad! ― Intervino Killua, con las manos en su cintura, con una mueca en sus labios. El olor a alcohol inundaba la sala, provocando caras de disgusto. ― ¿Y acaso no eres menor de edad también?

― ¿Qué quieres decir? ― Pregunto, levantando una lata. ― En mi país, puedes beber una vez cumples dieciséis años.

― Ya veo... ― Susurró, negando con decepción. No podía tomar en serio a Leorio si seguía de esa forma. Su cara roja y una sonrisa estúpida en su rostro.

Luego de unos minutos, el desorden se calmó y los mayores volvieron en sí, logrando hablar con sentido. Los menores se sentaron en el suelo, a un lado de los mayores, y les contaron lo que había pasado en las anteriores horas.

Leorio asomó una cara sorprendida, y frotó su cien, procesando todo.

― En serio... No tenía idea de que había sucedido eso. Estoy asombrado de que hayan escapado con vida.

― ¿El Gen'ei Ryodan es tan peligroso? ― Inquirió Zepairu, bajando su mirada. Rápidamente, Gon lo observó, asomando una sonrisa.

― Uno de los trucos que nos enseñaste nos fue de utilidad allí. ― Aseguro el peliverde, asintiendo con entusiasmo. El mayor ladeo la cabeza, mientras sonreía levemente.

― Entiendo. Me alegra que haya podido ayudar de alguna manera. ― En el suelo, un plato metálico lleno de cigarrillos descansaba frente al hombre, quien levantaba su mirada mientras hablaba. ― La experiencia te puede cegar algunas veces. La experiencia de un estafador podría ser útil contra la araña.

― ¡Exactamente! Ser un estafador es más complejo de lo que creerías. No he estado únicamente bebiendo sin sentido aquí... ― La mirada de Leorio se dirigió a los menores y sonrió. ― He estado aprendiendo mucho de Zepairu aquí. Y mañana por la mañana iremos a la subasta. Ustedes también irán, ¿cierto?

Los menores intercambiaron miradas y volvieron a ver al mayor, negando suavemente.

― Me gustaría, pero tengo que encontrar a Kurapika y aprender acerca del Nen de él. ― Respondió Gon, ganando una mirada curiosa.

― ¿Kurapika? ¿Pudieron contactarlo? ― Pregunto Leorio.

― Sí, pero estábamos esperando que nos devolviera la llamada. ― Respondió Jisoo, cruzándose de piernas, tomando un sorbo de su bebida, recostando su cabeza en la pared.

― Aguarda. ― Leorio señaló a los menores, observando a Gon, entrecerrando sus ojos. ― ¿Dijiste que necesitas que te enseñe Nen? ¿Por qué? Acabas de aprender Nen, ¿no?

― Pero Kurapika logró derrotar a un miembro de la araña. ― Respondió el menor, ganando una mirada llena de sorpresa

― ¿En serio?

― Sí. ― Esta vez respondió Killua. ― Debe saber algún secreto del Nen. Alguna fuerza que no requiere experiencia o poder...

La conversación continuó por algunos minutos más hasta que Leorio consideró que era la hora de dormir para los menores. Recogieron todo el desorden, y Zepairu se despidió, caminando a su casa.

Jisoo movía sus pies de un lado a otro, sin alcanzar el suelo, sentada sobre la mesa frente al espejo del baño. A un lado, Leorio sostenía unas largas vendas con otros materiales.

Extendiendo las vendas ensangrentadas, negó con decepción para luego votarlas.

― ¿Sabes qué significa esto? ― Inquirió, señalando la basura, donde las venas color rojo descansaban. Jisoo ladeo su cabeza, con una ligera mueca.

― ¿Es hora de lavarlas?

― ¡No! ― Exclamó el mayor, de brazos cruzados, frunciendo su ceño. ― Significa que no habrá más aventuras peligrosas en ese estado. Es momento de dejar tu herida sanando por completo.

― ¡Pero-

― Nada de peros, Jisoo. ― Agarrando el medicamento que le habían entregado a Jisoo, empezó a aplicarlo con cuidado sobre la herida luego de desinfectarla y limpiarla, cubriendo por completo la parte. ― Eres muy fuerte y talentosa, pero por una herida como esta puedes desangrarte.

Jisoo asentía sin decir nada, con una ligera mueca de dolor, mientras escuchaba las palabras de Leorio.

― No estoy acostumbrada a tener heridas por tanto tiempo... ― Susurró la menor, mientras el mayor empezaba a vendar la herida con cuidado. Haciendo movimientos raros con sus manos, explicó mientras hablaba ― Generalmente solo necesito un poco de agua, y... ¡Listo! Así se curaba. ¡Rápido! ¡En minutos!

― Ojalá fuera tan fácil... Eres increible, pero aun asi debes tener cuidado ― Admitió Leorio, aún concentrado en las vendas, escuchando a la menor con cuidado.

― Mi familia es aún más genial. Ellos no necesitan estar en contacto con el agua, pueden curarse con el líquido que su cuerpo almacena... Parece magia. ― Explicó Jisoo, con brillos en sus ojos. ― Si yo pudiera hacer eso, no estaría tan lastimada.

― ¿Por qué no puedes hacerlo? ― Preguntó el mayor, remangando las mangas de su camisa para luego alistar la gaza.

― Falta de práctica... ― Explicó, levantando sus hombros.

― Bien, pues tienes que andar con más cuidado. ― Leorio frunció su ceño, escuchando la risita nerviosa de la ojirosa. ― Tienes que aprender a no jugar por ahí como si fueras inmortal, Jisoo. ¡Sé más cuidadosa! ¿¡Que voy a hacer si algo malo te sucede?!

― ¡Nada malo pasará! ¡Me volveré alguien muy fuerte!

― Bien, bien... ― Una sonrisa pícara apareció en sus labios, levantando sus cejas. No era difícil de notar, y por supuesto que le interesaba. ― Oye, ¿pasó algo con Killua?

― ¿Killua? ¿A qué te refieres?

― ¡No te hagas! Si discutieron puedo aconsejarte, tengo mucha experiencia en esto. ― Señalando orgulloso, logró que Jisoo riera levemente. ― Entre tú y yo, creo que tú tienes control sobre esto. Escucha con atención, aquí te van algunos consejos...

La joven asintió con una gota de sudor, sintiendo sus mejillas enrojecer. Detrás de la puerta cerrada del baño, Gon y Killua esperaban, recostados sobre la pared, escuchando con una mirada nerviosa como la voz de ambos resonaba por el lugar, como si ellos no estuvieran.

Killua bajo su mirada, guardando sus manos en los bolsillos, con su ceño fruncido. A un lado, Gon lo observó con una mirada curiosa, escuchando las palabras de Leorio.

― Oye, Killua.

― ¿Qué pasa?

― ¿Te peleaste con Jisoo? Digo, ya se notaba, pero...

― ¡Gon! ― Intervino, con sus mejillas sonrojadas. Él, un experto ocultando ese tipo de cosas, se sentía confundido. Soltando un suspiro, bajó su mirada de forma apenada. ― ¿En serio se nota tanto...?

― Sí. ― Respondió de forma directa, empezando a contar con sus dedos. ― Se notó mucho cuando estábamos con la araña. Jisoo parece estar molesta. Tu mirada ya no es cariñosa o tierna, y tus ojos reflejan tristeza y arrepentimiento cuando la ve-

― ¡Ya, no sigas! ― Exclamó, tapando su rostro mientras negaba, desordenando su cabello. ― ¿Cómo puedes decir esas cosas? Qué tonto me debo ver, ¿En serio así crees que luce mi mirada? Es totalmente imposible.

― Pero es verdad. Te gusta, ¿no? Es natural que la veas de forma tan tierna-

― ¡Idiota! ¡No digas cosas tan vergonzosas! ― Gon dejó escapar una carcajada al ver el comportamiento de su amigo, quien soltaba un suspiro totalmente sonrojado. Observando de reojo, entrecerró sus ojos. ― Digamos que... Una persona le dice algunas cosas a otra... Y esa persona se siente mal, pero la persona que dijo eso se arrepiente, porque se expresó de forma incorrecta, pero no sabe cómo decirlo y aclarar todo para...

― Espera un momento, ¡me estás confundiendo! ― Gon frunció sus cejas, ladeando su cabeza. ― ¿Dónde estaban las personas?

― ¿Eso es importante?

― Lo es.

― ¡Agh! ¡El punto es que por mi culpa Jisoo se sintió mal! ― Agachándose, negando de un lado a otro, cerrando sus ojos. Gon se acercó, palmeando la espalda de su amigo, dándole ánimos. ― No sé qué hacer... Nunca antes, yo... ¡¿Por qué demonios es tan difícil?!

― Ya entiendo qué sucede. ― Asintió el peliverde, asomando una pequeña sonrisa, con una idea. ― No te preocupes, te daré algunos consejos para alegrar a Jisoo.

― ¿Funcionará?

― Eso espero. 

(💿)

Ya era por la mañana, y el grupo de amigos observaba expectante al chico de pelo puntiagudo, quien permanencia en el sofá con el celular en su mano y una mirada pensativa.

― ¿Qué dijo?― Pregunto Jisoo, con un brillo curioso en sus ojos, notando como Gon alejaba el celular de su oreja y bajaba la mirada.

― Las arañas están muertas.

Comentarios sorprendidos no se hicieron esperar, y la sala no demoro en inundarse de exclamaciones. Killua frunció su ceño, y Leorio y Jisoo hicieron muecas.

― ¡¿Qué?!

― ¿¡Cómo es posible!?

― ¡¿En serio?!

― No sé... Colgó.― Admitió, soltando un suspiro, guardando el celular en su bolsillo, levantando su mirada con preocupación en sus ojos.― Ya no tengo manera de averiguarlo.

¿En qué momento había pasado tantas cosas? Luego de la subasta, las arañas estaban muertas, y Kurapika se sumergía en un vacío profundo.

JAHSAJSHAJJSAHja

Perdón los errores. <3

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