𝐎𝟒𝐎┃Un lugar lleno de arañas
ִֶָ 𓂃⊹ ִֶָ CHAPTER O40 (💿)
✩。⋆ ⛓▞▞▞▞ (𝐇𝐔𝐍𝐓𝐄𝐑)🎀 ꏍ !❛Duda, intriga, y un latido...
KILLUA DESVÍO SU MIRADA POR UNOS SEGUNDOS, observando a Hisoka de reojo. El hombre de pelo rojizo desvío su mirada al igual que el albino, quien guardó una de sus manos en su bolsillo. El arlequín podría ayudarlos, pues su relación con Gon le favorecía.
Solo tendrían que fingir ignorancia, y continuar como si no conocieran a Hisoka para no meterse en problemas.
Pero eso no sería tan fácil, en especial con el peliverde.
Gon dejó escapar una exclamación de sorpresa al encontrarse al arlequín, y lo observó sin pena. Al sentir un jalón en su camisa, entendió que había metido la pata.
A un lado de él, Jisoo frotó su cuello con nerviosismo, soltando un suave suspiro y ofrecerle una mirada levemente molesta.
― ¿Qué pasa? ¿Conoces a alguien aquí? ― Inquirió una voz a sus espaldas, encontrando el hombre de pelo negro que estaban persiguiendo.
― ¡Ah! No... ― Respondió Killua rápidamente, observando con cautela a los presentes, encontrando una cara conocida. Sin demorar señaló con sorpresa a una joven de pelo corto. ― ¡Es esa chica!
― Oh, ¿los conoces, Shizuku? ― Preguntó el hombre. La mujer desvió su mirada de su libro y negó suavemente.
― No, nunca los había visto antes.
― Oh, lo recuerdo... Es el niño de la lucha de pulsos. ― Dijo otro de pelo negro y un traje oscuro, sentado cerca de la joven, quien ladeo la cabeza confundida.
― ¿Quién es ese?
― Hace dos días perdiste contra ese niño en la lucha de pulsos. ― Aviso otro, de piel morada y cuerpo grande, señalando al peliverde, quien permanencia con una mirada nerviosa.
― ¿Perdí? ¿Yo? Eso es mentira. ― Exclamó la joven con sorpresa. ― Nunca perdería con un niño.
― Bueno, estabas usando tu mano-
― No te molestes. Una vez Shizuku olvida algo, nunca lo recordará. ― Intervino el hombre de baja estatura y vestimenta oscura, evitando que el señor de piel morada continuará.
― Olvídalo, estaba equivocado...
― Eso pensé. ― Respondió la joven, volviendo a fijar su vista en la revista.
Detrás de ellos, al escuchar aquello, el hombre de largo pelo negro los observo de reojo.
― ¿Oh? ¿En verdad derrotaste a Shizuku? ― Inquirió el hombre, notando como el menor asentía. Recogiendo su pelo en una coleta, observó a Gon. ― Bien, te retaré.
(💿)
La mano de Gon se encontraba rojiza, mientras temblaba adolorida de tanto estamparse contra la mesa de piedra en la que se enfrentaba junto al mayor, quien volvió a juntar sus manos, dispuesto a volver a intentarlo aunque hubiera ganado.
― Otra vez, listo... Vamos. ― Por más fuerza que hiciera, Gon seguía perdiendo, y cada vez más lastimaba su mano. Otra y otra vez, ambos se enfrentaban. La mirada del mayor se desvió, ladeando su cabeza ― Hey, cuando se trata de lucha de pulsos, ¿cuál es mi rango entre las arañas?
― ¿Séptimo u octavo? ― Respondió uno. ― No eres débil, pero tampoco eres fuerte.
― Y el más fuerte era ese tipo llamado Uvogin. Pero aparentemente fue asesinado por el usuario de la cadena. ― Recordó el hombre de largo pelo negro, volviendo a fijar su vista en el peliverde y endurecer su mirada.
― ¡Ya dije que no sabemos quién es ese! ― Exclamó Killua, con el ceño fruncido. De inmediato, la atención del hombre frente a Gon se dirigió a él por completo, y le dirigió una mirada severa.
― ¡Niño! ― El hombre levantó la voz, observándolo a los ojos. El albino se paralizó, sintiendo un sudor frío bajar de su frente. ― Si hablas sin permiso de nuevo, te mataré.
Jisoo frunció su ceño, y a diferencia de Killua, observó al hombre con fastidio, sin disimular su mirada. La mano de Gon empezó a sangrar, y eso solo logró molestar aún más a la ojirosa, pues el hombre insistía en seguir.
Pero al verlo empezar a hablar de manera tan triste, un lejano recuerdo llegó a la cabeza de la pelinegra.
― Era un Potenciador. De mente simple y franco, le gustaba una buena lucha sin cuartel. Era exigente en cuanto al tiempo. Se metía en peleas con Franklin y yo cuando llegábamos tarde. Me daba una paliza en una pelea sin armas... Lo conocía desde que el Gen'ei Ryodan fue fundado, lo conozco mejor que nadie... ¡Uvo nunca perdería una pelea! ¡Debió haber sido atrapado en alguna trampa sucia!
Los ojos del mayor se cristalizaron, y luego de unos segundos, no tardó en brotar lágrimas. Todos permanecieron en silencio, escuchándolo atentamente.
― Haré que su asesino pagué. Lo mataré sin importar a cuantos tenga que matar.― Aseguro, observando fijamente a Gon, quien fruncía su ceño cada vez más. ― El usuario de la cadena tiene un fuerte resentimiento contra nosotros. La familia Nostrade lo contrató recientemente. ¡Puede que no lo conozcas directamente, pero podrías haber escuchado historias acerca de él! Piénsalo bien... ¡Si sabes algo, dilo!
― No sé nada. ¡Pero aunque lo supiera, jamás te lo diría! Pensé que eran un grupo de monstruos desalmados, ¿pero lamentaron la muerte de uno de los suyos? ― El aura de Gon se disparó, y lentamente fue empujando la mano del mayor, poco a poco olvidando su desventaja. ― ¿Por qué no podrían ahorrar...? ¡¿Ahorra una fracción de ese dolor para la gente que han matado?!
En apenas unos segundos, Gon empujo la mano del mayor por completo, ganando por primera vez. Igualmente, en un parpadeo, su mano se estampó contra su espalda, y quedó tendido sobre la mesa, dejando escapar un gruñido.
― Te estás volviendo muy engreído... ― Susurro el hombre de baja estatura y pelo negro, en la espalda del menor, haciendo presión. Era increíble como se había acercado en apenas segundos.
― ¡Gon! ― Exclamó Jisoo, pero apenas dio un paso, un objeto filoso rozó su cuello.
Observando de reojo, encontró al albino, también frenado por una de las cartas del arlequín, quien los observó con naturalidad detrás de ellos. Una gota de sangre se deslizó por el cuello de Killua, quien sintió un horrible miedo inundar su pecho.
El aura de Hisoka lograba detenerlo por completo, y un sentimiento de peligro molestaba su cabeza.
― Otro paso y los mato.
Jisoo dejó escapar un bufido, observando al arlequín con destello de coraje. Gon estaba en peligro, y la ojirosa no podía permitirlo. Hisoka la observó de reojo, frunciendo su ceño levemente, adivinando lo que la menor tenía planeado.
― ¿Matarme? ― Susurro Jisoo, frunciendo sus labios. Un recuerdo del Examen de Cazador llegó a la cabeza del arlequín. Aquella pequeña niña de ojos rosas tenía una molesta tendencia a retarlo cada que podía, pues parecía saber perfectamente que era incapaz de matarla.
Sin importarle, dio otro paso más, moviéndose a una velocidad increíble, extendiendo su mano para acercarse al peliverde. A un lado de ella, las pupilas de Killua temblaron, frunciendo sus labios con miedo.
― No te muevas. ― Antes de que pudiera acercarse al menor, el pelirrojo la agarró con fuerza del brazo, atrayéndola a él e inmovilizarla por completo, acomodando el brazo de la menor sobre su espalda, provocando que se agachara levemente.
Jisoo dejó escapar un bajo quejido, sintiendo un fuerte dolor en su cintura al estar en aquella posición que dejaba su herida a la vista de todos. Killua la observó de reojo, notando una ligera mancha rojiza en su camisa de color rosa.
Frunciendo su ceño, sintió una gota nerviosa caer de su mejilla.
― Responde la pregunta. ― Ordeno el hombre de pelo negro, aun haciendo presión sobre el brazo del peliverde, sin importarle la probabilidad que había de lastimarlo de gravedad. ― ¿Sabes quién es el usuario de la cadena?
― ¡Ya dije que no tengo nada que decirles!
El pelinegro de baja estatura cambió su mirada, haciendo aún más presión. Rápidamente, el hombre de largo pelo negro intervino, frotando su muñeca con un semblante neutro.
― Feitan, detén lo que estás a punto de hacer.
― ¿Sabes lo que estoy a punto de hacer?
― Estás a punto de romper su brazo, ¿cierto?
― Empezaría con un dedo... Arrancará una uña...
― No importa por dónde empezarás, ¡Solo detente!
― ¿Por qué me estás dando órdenes? No tengo motivos para escucharte.
El hombre de pelo largo golpeó la mesa con su pie, frunciendo su ceño, demostrando su molestia por la situación. Por otro lado, el de baja estatura no deshizo su posición, manteniendo la mirada de su compañero.
El ambiente se tornó tenso, mientras todos miraban la escena con atención.
― Hey, basta, Nobunaga. ― Exclamó el de piel morada, acercándose con un semblante serio.
― ¿Has olvidado las reglas? Los miembros de la araña no tienen permitido iniciar peleas serias. ― Recordó la mujer de pelo rosa. El hombre desvió su mirada con molestia, tranquilizando su semblante.
― ¡Ya lo sé! Si hay una disputa lanzamos una moneda. ― Escarbando en su bolsillo, sacó una moneda dorada con el símbolo de una araña, ofreciéndole una corta mirada al hombre frente a él. Lanzándola al aire, cayó en su brazo, y tapando levantó la mirada
― Cruz ― Dijo el de pelo negro.
― ¡Cara! ― Dejando ver la moneda, asintió levemente. ― Es cara. Suéltalo.
Rápidamente, Gon retrocedió, liberándose del hombre, acercándose donde estaban sus amigos mientras frotaba su hombro con una ligera mueca en sus labios. Hisoka alejó la carta del cuello de Killua, al mismo tiempo que liberaba a la joven.
― Entonces, ¿qué hacemos con ellos? Aún no nos han dicho nada del usuario de la cadena.
― Si no saben nada, podemos dejarlo ir. ― La mirada del hombre de piel morada se dirigió a la mujer de pelo corto rubio, quien mantenía sus brazos cruzados. ― ¿Y bien, Pakunoda?
― Los revisé de camino aquí. En verdad no saben nada. No tienen recuerdos del usuario de la cadena.
― Parece que tu intuición falla esta vez... ― Exclamó Nobunaga, dirigiendo su mirada a la ojirosa.
― Eso es raro... Bueno, si Pakunoda lo dice, debe ser verdad.
El arlequín se alejó de los menores, dándoles la posibilidad de acercarse a su amigo de pelo verde. Antes de caminar, Jisoo frunció sus labios y agacho su mirada, tapando la herida con su mano. Asintiendo levemente, levantó la mirada, y para su sorpresa, encontró la mirada del albino.
Rápidamente, Jisoo desvío su mirada con un ligero destello de tristeza en sus ojos, acercándose a Gon, pasando frente al albino con un semblante molesto.
― Gon, déjame ver tu mano. ― La joven se acercó, sosteniendo la mano de su amigo con una mirada de preocupación. ― No se ve bien...
― No es nada. ¿Te duele la herida? ― Él más bajo asomo una mueca de preocupación, notando como la ojirosa asentía levemente. ― ¿Qué pasó con la chaqueta de Killua?
― No necesito su chaqueta... ― Respondió, observando de reojo al chico de pelo blanco, quien se acercaba con las manos en sus bolsillos. Soltando un suspiro, desvío la mirada.
Estaba triste, confundida, y molesta. Al parecer sus sentimientos no eran correspondidos, y todo aquel tiempo solo había conseguido ganarse el fastidio de Killua.
O al menos eso le había dejado en claro el albino.
No mentiría, aún le dolía las palabras que le había ofrecido el ojiazul. A ella le gusta Killua, y eso no cambiaría fácilmente. Estaba dispuesta a soportar el dolor de no ser correspondida, pero lo que le había dicho la sacaba de sus casillas.
Lo único que podía hacer en aquel momento era esquivarlo, y evitar desagradarle aún más, pues sentía que en cualquier momento podría empezar a decirle un montón de cosas al ojiazul, y no garantiza ser amable.
― ¿Les hicieron algo de camino aquí? ― Pregunto el chico de ojos azules, observando a sus amigos.
― No, solo me hicieron unas cuantas preguntas.
La imagen de Kurapika llegó a la cabeza del albino. Todo tenía sentido. Desde su búsqueda de trabajo en el bajo mundo, a su sentimiento de venganza contra las arañas.
Al parecer la mujer de pelo rubio había utilizado alguna técnica para explorar en sus recuerdos, y ahora que Killua tenía la respuesta a la identidad del hombre de la cadena, estaba en peligro.
Si Pakunoda revisaba de nuevo estarían en problemas.
― Sí, a mí también. ― La atencion de Killua se dirigió rápidamente al escuchar aquella voz, fijando su vista en la joven de largo pelo negro.
Su mirada buscó los ojos de Jisoo, pero la joven de linda sonrisa lo evitaba, agachando su mirada con una mirada un poco molesta. No tenía que esforzarse para notar el afligido rostro de su amiga, y todo por su culpa.
Un cosquilleo recorrió su pecho, y sus ojos azules brillaron sin saber qué hacer.
― ¿Si no tienen nada que ver con el usuario de la cadena podemos liberarlos? ― Inquirió uno de ellos.
― Sí, no tiene sentido tenerlos aquí. ― Respondió un joven de pelo rubio y ojos verdes.
― No, no podemos estar completamente seguros de que no tienen relación. Es posible que estén siendo usados. ― Un hombre alto de pelo amarillo peinado hacia atrás y sudadera apareció. ― Si el usuario de la cadena normalmente oculta sus cadenas, no se percatarían de que es el usuario de las cadenas. No deberíamos liberarlos hasta que nos digan con quién trabajan.
― Asumiendo que están trabajando para alguien más, no sería el usuario de la cadena. Él trabaja solo. ― Opinó el joven de ojos verdes. ― En vez de utilizar a estos niños, podemos encontrar la información que necesitamos a través de la familia Nostrade. Ya sabemos que el usuario de la cadena es miembro.
― Es verdad. ― Asintió el de piel morada, cruzando sus brazos mientras observaba a los menores de reojo.
― Nuestro objetivo es el usuario de la cadena. ― Volvió a hablar el joven de ojos jade ―Deberíamos ignorar a todos los demás.
― Tienen suerte. ― Opino Feitan a un lado de los menores.
Gon le mostró la lengua con disgusto, Killua se alzó de hombros, y Jisoo hizo una mueca rara. La voz del hombre de pelo largo que se había enfrentado con Gon los interrumpió.
― No, aún no. No dejaré que se vaya. ― Sentado sobre un muro de piedra, el mayor endureció su semblante, fijando su vista en el más bajo. ― Niño... Únete a las arañas. Haz equipo conmigo.
― De ninguna manera. ¡Preferiría morir que unirme a ustedes! ― Respondió el peliverde sin dudar, con una mirada decidida. El hombre se rió, negando suavemente.
― En verdad nos odia. ― Exclamó, levantando su mirada y observar a Gon. ― Eres un potenciador, ¿no? ¡Lo sabía!
El hombre empezó a reírse con diversión, poco a poco empezando a carcajearse, bajo la curiosa y confundida mirada de su grupo.
― ¡Hey! Los mantendremos aquí hasta que regrese el jefe. Voy a recomendar que los reclutemos.
― ¿Hablas en serio? El jefe jamás accedería a eso. ― Un chico de baja estatura y el pelo largo color gris que tapaba su rostro habló por primera vez. Mirando de un lado a otro, noto como Nobunaga mantenía su mirada fija en los menores. ― Bueno, es tu decisión. Pero tienes que vigilarlos. No puedes culparnos si escapan.
(💿)
La habitación estaba totalmente oscura, a excepción de una pequeña vela que se derretía lentamente. Frente a la única salida, Nobunaga se encontraba sentado, con su katana en mano y su vista en los menores.
Killua mantenía su mirada baja, con un semblante preocupado.
Hisoka lo había amenazado, y sabía que no dudaría en matarlo si era necesario. Aún recordaba la siniestra aura del hombre que le traía malos recuerdos. Gon pudo haber sufrido daños graves, y él no hubiera podido hacer nada al respecto. A su lado, su mirada se desvió, encontrando a la joven de pelo negro, recostada contra la pared.
Jisoo había sido la única en atreverse a actuar, y en su caso tuvo suerte al ser Hisoka, pues no había acabado con su vida, pero a cambio, la herida en su cintura se había abierto.
¿Si algo hubiera pasado antes, él hubiera podido moverse?
Eso es imposible.
Una voz en su cabeza respondió, alterando su respiración y sentidos, sintiendo un frío recorrer su espalda. Un cosquilleo molesto en su cabeza, y sus ojos temblaron.
Tu única preocupación cuando conoces a alguien es si lo deberías matar o no. "Nunca pelees con un enemigo que no puedes vencer" Yo te inculqué eso...
― ¡Te equivocas! ― Exclamó con fuerza, levantándose de una pequeña caja donde se encontraba sentado. Su aura brillaba de un fuerte color azul, y su semblante había cambiado a uno aterrador.
― Aterrador... ― Susurro el mayor, levantándose y alistar su katana, asomando una ligera mueca divertida. ― Parece que quieres matarme. Primero déjame advertirte. Ponte a mi alcance y te cortaré.
Killua empezó a caminar, acercándose al mayor. Al ver eso, Jisoo se levantó del suelo rápidamente, acercándose al joven de pelo blanco y ofrecerle toda su atención.
― ¡Killua! Espera-
― ¡No te acerques!
Jisoo alejo su mano sin pensarlo, sintiendo un nudo en su cuello al escuchar aquello, bajando su mirada mientras fruncía sus labios.
El albino siguió caminando, sin emitir algún sonido, mientras las gotas de sudor se escurrían por su mejilla. Su ceño se frunció, bastante cerca del hombre, cuando de repente, sus ojos volvieron a la normalidad.
Sin decir nada, se dio la vuelta, volviendo a acercarse donde se encontraba sentado. Levantando su mirada, encontró a la ojirosa, notando como ella retrocedía con una mirada nerviosa y sus labios formando una ligera mueca.
Su ceño volvió a fruncirse, sintiendo una molestia recorrer su pecho. Había hablado sin pensar, sin prestarle atención a lo que lo rodeaba, y había vuelto a hacer sentir mal a la joven que tanto quería proteger.
Un golpe se estampó contra la pared, y finalmente volvió a sentarse, apretando sus puños.
Por otro lado, Gon observaba la habitación con cautela, notando como su amiga se sentaba a su lado, con su ceño fruncido. Recostando su espalda contra la pared, la joven dejó escapar un suspiro rendido.
No había ventanas en la habitación, la única puerta estaba ocupada, el hombre los vigilaba sin descanso, su relación con Killua parecía empeorar, y su herida empezaba a manchar su ropa de una ligera marca de sangre, mientras el ardor aumentaba.
Era seguro que pasarían bastante tiempo en aquel lugar, y sentían como el tiempo pasaba con lentitud.
― ¿Leorio estará bien? Espero que haya podido encontrar a Zepairu-san. ― Exclamó Gon, interrumpiendo el profundo silencio de la pequeña habitación con paredes de piedra.
― Seguro que sí lo está, aunque tal vez esté muy preocupado por nosotros. ― Asintió Jisoo, con sus ojos cerrados y un tono adormilado. ― Ahora que recuerdo... Hoy iba a cambiar las vendas.
La mirada de ambos se dirigió al albino, quien apretaba sus puños mientras mantenía su mirada baja. El peliverde y la ojirosa se miraron entre ellos, desviando su mirada, se fijó en su amigo.
― Killua, ¿Estás bien? ― Pregunto Gon.
― Sí.
Jisoo lo observó de reojo, frunciendo su ceño levemente. Odiaba el sentimiento de preocupación que sentía por aquel chico. A pesar de lo mal que se sentía por su culpa, sus sentimientos aún estaban fijos en él.
Killua apretaba sus puños con fuerza y su rostro era tapado por sus mechones albinos, de forma pensativa.
En la puerta, el mayor los observaba sin decir nada.
― Hey, Zepairu-san nos enseñó a soldar, exponer... ¿Qué más había?
― Lo olvidé.
― Pistón lateral... No, así no se llamaba. ― Susurro Jisoo, ladeando la cabeza. ― Recuerdo que parecía un nombre de película.
El peliverde y la ojirosa asintieron pensativos, intentando recordar la palabra, cuando la voz de su amigo llamó su atención.
― Gon, Jisoo. Actuaré como señuelo. ― Killua habló en voz baja, levantando su mirada luego de un largo tiempo. ― Aprovechen esa oportunidad para escapar.
― ¿De qué estás hablando? ― Pregunto Gon de inmediato, frunciendo su ceño con un semblante confundido.
― Espero que no te refieras a lo que estoy pensando. ― Susurro Jisoo, mientras sus labios formaban una mueca molesta y su ceño se fruncía, observando de reojo al ojiazul, quien mantenía su vista fija en el mayor.
― En serio, olvídalo. ― La voz de Nobunaga los interrumpió. ― Eres lo bastante astuto como para saber que tan fuerte soy. No habrá ninguna oportunidad.
Killua no quitó su mirada, y frunció su ceño pensativo. El hombre podría darle un golpe letal si se acercaba, además de que el lugar le daba la ventaja, pues no había donde esconderse.
Pero debía haber una manera.
No puedes hacerlo.
― ¡Cállate! ― Nuevamente, se levantó. Su rostro parecía consternado, como si algo lo estuviera atormentando. Su voz resonó por la habitación. ― ¡No lo sabré hasta intentarlo!
El mayor negó de un lado a otro, soltando un suspiro. Gon se acercó con preocupación, mientras Jisoo lo seguía, con su mirada fija en el joven de pelo blanco.
― Killua, ¿en qué estás pensando?
― Detendré la katana, incluso si me mata. ¡Usen esa oportunidad para escapar!
Jisoo no podía resistir más el impulso.
Su ceño se frunció y su semblante cambió a uno irritado, y sin pensarlo dos veces, golpeó con fuerza la cabeza de Killua, para luego sujetarlo de su camisa y acercarlo a su rostro. A un lado, Gon entreabrió sus labios sin esperar aquella reacción, y Nobunaga observó con asombro.
― ¡¿Eh?! ¡¿Por qué hiciste eso?!
― ¿¡Que porque lo hice? ¡En serio eres un completo tonto! ¿Cómo puedes decir eso tan fácil? ¡No hables acerca de morir como si no fuera nada!
― ¿¡Qué!? ¡Tú hiciste lo mismo antes! ¿En serio me dices eso ahora?
― ¡No es lo mismo! ¡Tú no puedes morir! ¡No dejaré que mueras!
― ¡¿Huh?!
― ¿"Huh" Qué? ¿¡Lo olvidaste?! ― Jisoo frunció su ceño, y se acercó al albino, observándolo a los ojos, notando como Killua la miraba incrédulo. ― ¿Por qué me miras de esa manera? ¡¿Acaso te acordaste de lo grosero que fuiste conmigo? ¿¡Aún te parezco una molestia!?
El hombre rio ante la escena, notando como el peliverde estaba en el medio, con su ceño fruncido, escuchando a sus amigos con una mirada molesta dirigida al ojiazul. Su mirada se desvió a la ojirosa, volviendo a reír, pues la joven parecía estar regañando al joven de piel pálida, quien la miraba a los ojos con ligera preocupación.
― Al parecer la chica también es Potenciadora, o incluso emisora. ― Negando suavemente, recostó su mano sobre su rodilla. ― No puedes usar esa lógica contra ese tipo de personas...
Killua permaneció en silencio por unos segundos al escuchar las palabras de Jisoo.
Molestia...
Su ceño se frunció, y apretó sus puños, negándo con una mueca arrepentida en sus labios. Su mirada se levantó, observando los ojos rosas de Jisoo, sin prestarle atención a la cercanía.
― ¡Lo sé! ¡Tenemos que hablar! ¿¡Pero en serio estás pensando en eso en este momento!? ¡No seas idiota!
― ¡¿Que si lo hago?! ¡Estoy muy molesta contigo como para hablar ahorita! ¡Todo este tiempo me has hablado lo más horrible que has podido! ¡No hables más sobre muerte, tonto!
― ¡No podemos escapar a menos que estemos preparados para morir! No tienes idea de lo que estaba pensando.
― ¡Ya me estresé! ¡No me hables! ― Jisoo se alejó, rompiendo la cercanía que tenía antes. Con su ceño frunció, frotó su cien. ― Es tu turno, Gon. Yo no quiero hablar con ese idiota.
― ¡¿Idiota?!
― ¡Sí, idiota!
― Killua, ¡No seas tan egoísta!, deja de hablar sobre la muerte como si fuera algo pasajero.
― ¿Tú también? ¡¿Olvidaste lo que ocurrió hace unos minutos!? ¡¿Quién es el egoísta?!
Y nuevamente empezaron a pelear los dos jóvenes, y luego de unos segundos intervino Jisoo, aburrida por el ruido, pero terminaron discutiendo los tres.
Las carcajadas del mayor aumentaron, interrumpiendo la discusión abruptamente.
― ¡Ustedes son muy graciosos! No voy a lastimarlos ni nada por el estilo. Solo compórtense.― Aviso, cambiando su semblante. ― Sé que hablan en serio, no desperdicien sus vidas. Esperen hasta que regrese el jefe. Si da su aprobación, podrán marcharse. Pero si tratan de escapar, los mataré. No me obligan a desenvainar mi katana, si la saco morirán.
De repente, Gon dejó escapar una fuerte exclamación con emoción, volteando a ver a sus amigos con brillos en sus claros ojos.
― ¡Ahora lo recuerdo! ¡Era ataque lateral! ― Con sus dedos, empezó a contar. ― Soldar, exponer... ¡Y la última era ataque lateral!
― ¿E-eh? ¡Ah, sí! ¡El ataque lateral! ― Jisoo asintió varias veces, con una pequeña sonrisa cómplice. A su lado, luego de unos segundos, Killua asomo una mueca sorprendida. ― ¿Ahora lo recuerdas?
― ¡Sí, seguro que sí! ¿Cómo pudimos olvidar algo tan simple?
Los menores empezaron a asentir entre ellos con emoción, endureciendo su semblante y cambiarlo a uno decidido. En la puerta, el mayor levantó una de sus cejas, atento a los jóvenes.
― Ahora que lo hemos resuelto... ¡Vamos!
Sus auras se dispararon luego de las palabras del peliverde, y se acomodaron en posición de pelea. Nobunaga se levantó del suelo, preparando su katana.
― ¿Hablan en serio? Van a morir. ― Advirtió. ― No soy lo bastante habilidoso o misericordioso como para controlar mi fuerza.
Los tres empezaron a correr directo al hombre sin pensarlo dos veces, cuando de repente sus caminos cambiaron, y salieron disparados contra las paredes, tras pasándolas de un solo golpe.
Si las salidas estaban bloqueadas, ellos harían una propia.
Estaban en el quinto piso, y los niños estaban recorriendo el lugar libremente, escapando de su vigilancia. Mientras Nobunaga caminaba por los pasillos, notaba como las paredes se encontraban llenas de huecos, y los menores en algún sitio de aquellos edificios.
Jisoo corría con una mueca en su rostro, sujetando la parte de su herida, sintiendo como su mano empezaba a mancharse de un líquido rojizo caliente. Tal vez era verdad, no tuvo que haber ido, solo había conseguido lastimar más su cuerpo.
Una mano se posó sobre su hombro, y dejó escapar un grito.
― ¿Por qué gritas? Casi me dejas sordo. ― Exclamó Killua, y sin permitirle a la joven responder, la envolvió con sus brazos, levantándola del suelo, desviando su mirada con pena. ― ¿No recuerdas? Si te duele debes avisarme...
― ¿Qué haces? ¡Suéltame! ― Exclamó, frunciendo su ceño molesta, posando sus manos sobre los hombros del ojiazul, moviéndose, intentando liberarse. ― Si me cargas entorpeceré tus pasos. ¿Acaso tú no lo recuerdas? Tú mismo lo dijiste, soy una molest-
― ¡Idiota! No eres una molestia. ― Interrumpió, empezando a correr con ella en sus brazos, aferrándose a la joven, sintiendo como dejaba de patalear sobre sus brazos. Sus ojos azules brillaron, y bajo la mirada. ― Nunca me molestarías... No eres una molestia, y no tienes que creer eso que dije antes...
Jisoo permaneció en silencio, sintiendo un sentimiento de alivio invadir su pecho. De repente, Killua la bajó de sus brazos, y ambos permanecieron en silencio por un rato, observándose a los ojos.
― ¿Entonces porque todo este tiempo me has evitado? ― inquirió Jisoo, frunciendo su ceño, arqueando una de sus cejas, mirando al albino con reproche. ― No has parado de decirme cosas hirientes, y aun así, no dejas de preocuparte por mí. ¡Me molesta! ¿Crees que me puedes hablarme mal y luego sonreírme como si nada? ¡Así no funciona, pelo de trapero!
― Yo solo... No puedo evitar querer protegerte...― Killua bajo su mirada por un momento, quitando su chaqueta de sus hombros, acomodándola sobre el cuerpo de la ojirosa. Jisoo se acercó a él con una mirada confundida. ― Pero no es momento para hablar sobre eso. Estás herida. Solo agárrate bien, pronto saldremos de este lugar lleno de arañas.
La ojirosa ladeo su cabeza, sintiendo la insistente mirada del ojiazul. Sabía perfectamente que de algún modo terminaría en los brazos del chico de pelo blanco.
― ¿Qué pasaría si digo que no?
― Te llevaría igualmente.
― ¿Estás seguro de que no te molestaré? ― Jisoo frunció su ceño, asomando una ligera mueca. Rápidamente, sintió como Killua la cargaba sin hacer esfuerzo, y empezaba a trotar. ― Porque si me vuelves a hablar feo en verdad me molestaré.
― ¿No estabas molesta?
― ¡Si estoy molesta! ¡Eres muy hiriente cuando quieres! ― Jisoo soltó un suspiro molesto. ― Es solo que no puedo estar tan molesta como me gustaría... En especial si eres importante para mí.
― ¡A-ah!, ¿importante para ti?
― Sí, eres importante para mí...
Jisoo asintió, recostando su cabeza sobre el hombro del albino, quien cerró sus ojos por un momento, intentando despejar su sonrojo y el animado sentimiento de su corazón. Las palabras con las que Leorio los molestaba llegaron a su cabeza, y sus labios se fruncieron.
Solo Jisoo lograba hacerlo sentir de esa forma, y no había manera de que le molestara.
― ¡Idiota, no digas cosas tan vergonzosas! ¡¿A qué te refieres?!
― ¡Eres especial para mí! ¿Es difícil de entender? ― Exclamó, logrando que el chico se sonrojara aún más y frenara sus pasos. ― ¡Me duele que me digas cosas hirientes cuando intento agradarte! Eres especial para mí, y no quiero ser una molestia...
Jisoo asomo una mueca en su rostro, recordando cómo el joven había estado dispuesto a sacrificarse por ellos, como si fuera algo normal. Un dolor en su pecho provocó que negara de un lado a otro.
― Tonto, eres muy importante para Gon y yo... ― Los ojos de Jisoo brillaron, y un sonrojo apareció en sus mejillas. ― Te quiero...
― ¡Ah! ― El joven frunció sus labios, sintiendo sus ojos azules empezar a brillar. Su mirada se encontró con los sinceros ojos de Jisoo, y bajo su mirada de golpe, sintiendo un escalofrío recorrer su pálido cuerpo.
Nunca acostumbraba a escuchar ese tipo de palabras, y recibirlas por aquella joven lograba descolocarlo por completo. Como una explosión de sentimientos y pensamientos, Killua fue abatido por las palabras de la joven.
Sus mejillas se sonrojaron de golpe, como una fresa. Su corazón empezó a latir rápidamente, y un sentimiento de emoción y nerviosismo invadió su cuerpo.
Jisoo cada vez estaba más cerca de enloquecerlo, y esa idea no le disgustaba.
Entonces, ¿por qué era difícil para él?
― ¿Estás avergonzado? Qué adorable.
― ¡C-cualquiera se a-avergonzaría por eso, idiota! ― Exclamó con su ceño fruncido y un notorio sonrojo. ― Es increíble como puedes decir eso en voz alta...
― ¡Te quiero, te quiero, te quiero! ― Exclamó Jisoo, riendo con sus mejillas sonrojadas, escuchando los latidos apresurados del chico y su ligera exclamación sorprendida. ― ¡Te quiero, Killua!
El albino se aferró aún más a la joven, y asomó una pequeña sonrisa divertida, sintiendo como Jisoo reía suavemente, sobre su hombro.
Tal vez hubiera deseado que aquel momento durara para siempre, pero había olvidado algo, y ahora, más que nunca, estaba dispuesto a hacer sonreír a aquella joven de lindos ojos rosas.
― ¡No te confíes! ― Aclaro rápidamente, cambiando su semblante a uno afligido y hablar en voz baja. ― En serio me hiciste sentir muy mal y ahora tienes que arreglarlo. Aún estoy molesta contigo. Me debes una disculpa por todo eso que dijiste...
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Los tres jóvenes se reunieron en la salida, corriendo algunos minutos por un corto desierto lleno de construcciones abandonadas. Más adelante de ellos, unas largas rejas indicaban su salida de aquel lugar.
Jisoo aún era cargada por el albino, bajo la curiosa y aliviada mirada de Gon, quien había notado el ambiente tenso de sus amigos. Una sonrisa enternecida apareció en su rostro, escuchando como su amigo tranquilo y calculador se preocupaba por la joven de pelo negro.
― Cielos, quería vencerlo. ― Admitió el peliverde cuando ya estaban más alejados, corriendo con su ceño fruncido, observando de reojo a sus amigos.
― Eso era imposible. Te habría enfrentado y asesinado.
― Esta vez estoy de acuerdo. Ese tipo parecía muy peligroso...
― ¿100% garantizado?― inquirió Gon, con una mueca.
― ¡100% garantizado! ― Asintió Jisoo, soltando un suspiro rendido.
― No tenemos oportunidad con solo saber las bases del Nen. ― Recordó Killua. Sosteniendo a Jisoo con cuidado, saltó las rejas junto con el peliverde, frenando un momento. A un lado, Gon le ofreció una sonrisa. ― ¿Qué pasa?
― Por fin te oyes como lo haces habitualmente de nuevo. ― Jisoo dejó escapar una risita al escuchar aquello, asintiendo, afirmando las palabras de Gon. ― Mi trabajo es decir locuras. Tu trabajo es permanecer calmado y detenerme. Y cuando ocurre algo y nos desesperamos, ¡Jisoo es capaz de tranquilizarnos! Aunque a su manera...
Killua desvío su mirada, dejando escapar un bajo bufido. Jisoo dejó escapar una risita nerviosa, y Gon asintió con una sonrisa, palmeando el hombro del albino y seguir corriendo.
― ¡Así que cuento con ustedes!
― ¡Eres muy egoísta!
― ¡Espera, Gon!
Los tres continuaron corriendo, acercándose a la ciudad poco a poco, logrando ver las luces a lo lejos.
Poco a poco se acercaban a sus objetivos, y la necesidad de mejorar sus habilidades se volvía un destino cercano. Igualmente, los sentimientos de dos jóvenes poco a poco se despejaban, y al mismo tiempo, se acercaban dificultades por sus nuevas emociones.
Casi que no puedo escribir este capítulo.
Perdón la demora.
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