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𝐎𝟐𝟕 ┃Dulces para Zushi

:✧。CHAPTER O27🍒

✩。⋆ 💌(𝐇𝐔𝐍𝐓𝐄𝐑) ꏍ !❛ Una sorprendente victoria...

― ¡HA LLEGADO! ¡ES MOMENTO DE LA TAN ESPERADA REVANCHA ENTRE KASTRO Y HISOKA!

Todos en aquel grande lugar gritaron de emoción al oír las palabras del parlante. Las voces hicieron eco, festejando el inicio del encuentro más esperado por todos los espectadores.

Los dos combatientes se observaban a los ojos manteniendo su distancia dentro del cuadrilátero. Ambos parecían estar confiados, dándole aún más intriga al público.

― Estoy muy agradecido, Hisoka. ― Dijo con calma el hombre de largo pelo blanco y bata amarilla. ― Si no fuese por la iniciación que diste antes, nunca me habría vuelto tan fuerte.

― ¿Quieres insinuar que ahora eres más fuerte? ― Inquirió el pelirrojo, asomando una sonrisa casi burlona en sus labios.

― Solo para que lo sepas, nunca use toda mi fuerza en ninguno de los nueve encuentros después de mi derrota contigo. Esas peleas no fueron nada más que un calentamiento para mi victoria ante ti.

Dicho eso, el combate empezó.

Kastro corrió hasta Hisoka tan pronto escucho la voz del árbitro, impulsando su mano al arlequín, siendo esquivado fácilmente. El peliplata sonrió el ver esto, encestándole esta vez un fuerte golpe en la mandíbula.

El pelirrojo fue impulsado hacia atrás, logrando caer de manera correcta con su cuerpo, levantando la mirada con un extraño brillo en sus ojos.

¡Golpe limpio! ¡Kastro ha asestado el primer golpe!

Jisoo dejo escapar una fuerte exclamación sorprendida, observando al albino sin palabras, quien le ofreció una pequeña sonrisa. Su mirada volvió a dirigirse al frente, inclinando su pecho hacia delante, prestando atención con una mirada entusiasmada.

No había logrado ver en que momento el hombre de bata amarilla había asestado el golpe, casi parecía una ilusión, atacando y ganando puntos contra Hisoka.

¡Golpe limpio! ¡Y noqueo!

La mujer del parlante opinaba lo mismo que el público. Definitivamente, era un comienzo muy asombroso, con el marcador puesto en 4-0. Kastro atacaba sin piedad a su contrincante.

― Ya me cansé de esperar. Tomaré tu brazo con mi siguiente golpe. ― Exclamo el peliplata, pero no hubo reacción de Hisoka. ― Si aun así no me atacas, entonces que así sea.

Kastro levanto su mano, rodeado completamente por uno aura color verde, tomando una posición similar a la de un tigre listo para atacar a su presa.

Killua observo con atención, analizando lo más que podía todo lo que ocurría. Lograba escuchar al público exclamar con emoción sobre el ataque que Kastro estaba a punto de realizar. Una gota de sudor bajo por su mejilla. Estaba emocionado.

― ¿Qué ocurre? ¿Sabes de qué trata la habilidad de Kastro?― Pregunto Jisoo, ganando rápidamente la atención del ojiazul.

― Esa técnica puede partir un árbol a la mitad, cuando es usado por un maestro... ― Respondió, notando como la ojirosa hacía una mueca sorprendida.

Su atención fue rápidamente dirigida a la pelea, pues el arlequín extendió su brazo y sonrió con sorna.

― Ve y tómalo.

Kastro frunció su ceño, y en un cerrar y abrir de ojos ya se encontraba frente al pelirrojo, impulsándose hacia el brazo que no se encontraba extendido, la mitad de la extremidad salió volando.

A pesar de no tener un brazo, Hisoka no parecía nervioso, pues todo simplemente trataba de un plan para descubrir la habilidad del peliplata, y lo había logrado. Todo se trataba de un doble.

Kastro se limitó a reír levemente asintiendo, dándole la razón sin preocuparse. El público grito asustado al ver como otro cuerpo igual al del peliplata salía detrás de él.

¿Qué es esto? ¿Hisoka ha cubierto su brazo derecho con un pañuelo? ― Exclamo la mujer del parlante. El público observaba con atención como el arlequín sonrió, para luego lanzar su brazo elevándolo.

Su brazo derecho desapareció, dejando lentamente caer cartas de póker como una tranquila y tétrica llovizna.

A pesar de la situación, el pelirrojo decidió hacer un pequeño juego con Kastro, sin tomar en serio lo que sucedía. Esto solo consiguió enojar al peliplata, quien amenazo al arlequín con quitarle su otro brazo.

Y así fue, pero a diferencia de la anterior vez, el doble de Kastro desapareció.

― Como esperaba, atacaste con tu doble. Si hubieses ido tu mismo, hubiera atacado con esto. ― Exclamo el arlequín, dejando ver su brazo derecho completo, riendo levemente. ― Es otro truco de magia.

El semblante de Kastro abandono todo rastro de confianza, pues el arlequín empezaba a mostrar interés por su combate, encargándose de ganar puntos, encestándole un golpe en el mentón.

― Te golpeé en el mentón, así que tendrás dificultades para moverte por un rato. Lo que quiere decir que no podrás esquivar mi siguiente ataque.

Cartas empezaron a volar directamente hacia Kastro, saliendo de una dirección totalmente desconocida, tomando por sorpresa al hombre.

El peliplata no podría crear un doble como lo pensó, pues no estaba en correctas condiciones por el golpe. Las cartas empezaron a incrustarse por todas las extremidades del hombre, y eventualmente callo al suelo, escuchando la voz de Hisoka de fondo.

― Usar Nen para clonar y manipular es algo tan complejo como un ser humano. En el momento en que has aprendido a usar un doble, has olvidado como usar Nen para cualquier otra cosa. ― Hisoka ladeo su cabeza, ofreciéndole una tétrica sonrisa a Kastro, quien se encontraba en el suelo con una expresión perdida. ― Perdiste porque desperdiciaste espacio de memoria.

― ¡Kastro ya no puede levantarse! ¡Hisoka gana por noqueo!

El público grito emocionado, levantándose de sus asientos, aun procesando todo lo que había sucedido en aquel brutal encuentro. Un golpe basto para que el arlequín ganara. Poco a poco el coliseo se quedaba sin personas, hasta finalmente quedar solo, dando final a aquel evento tan esperado.

Jisoo no paraba de hablar con una expresión emocionada, mientras que Killua la observaba con una sonrisa, escuchando los animados comentarios de su amiga. Sujetando la mano de la ojirosa, la guiaba entre la gente, yendo al elevador.

Ninguno de los dos podía esperar a contarle a Gon lo que habían visto en aquel encuentro.

. . .

― ¡Gon! ¡Adivina! ― La voz de Jisoo llamo completamente la atención del peliverde, quien asomo una sonrisa al ver a sus amigos llegar.

La pelinegra se acercó con una sonrisa animada, sentándose a un lado de él, lista para relatarle todo lo que había pasado. Por otro lado, Killua llegaba con las manos en sus bolsillos, caminando hasta llegar a la ventana.

― ¿Cómo estuvo la pelea de Hisoka?

― Estuvo aburrida. ― Respondió el albino, escuchando como Jisoo dejaba escapar una exclamación confundida.  El ojiazul observo con atención el paisaje nocturno por ventana, para luego observar de reojo a Gon. ― Estaba mintiendo. Fue una pelea increíble. Detesto admitir esto, pero no tengo idea de como gano Hisoka.

― Con razón estabas tan pensativo de camino aquí...― Susurro Jisoo, recostándose en el espaldar del sofá, notando como Killua se daba la vuelta y los observaba a ambos.

― Gon, Jisoo. ― Exclamo el albino con seriedad. ― Necesitamos aprender más acerca del Nen.

Ambos jóvenes asintieron, asomando sonrisas en sus labios al escuchar sus palabras. Luego de unos minutos, Jisoo y Killua se encargaron de explicarle a Gon gran parte del enfrentamiento desde su punto de vista, de vez en cuando sacándole una risa al peliverde, terminando riendo los tres.

(💌)

― ¿Wing-san llamo? ¡No me demoro! ― La pelinegra se puso como pudo sus zapatos, escuchando la voz de Gon por el teléfono. ― ¿Ya están abajo? Bueno, tal vez me demore un poco. Vayan siguiendo. Sí, sí. Yo los alcanzo... ¡No se preocupen!.. ¡Que no llegaré tarde!

Finalmente, había pasado un mes, lo que significaba que Gon podría volver a entrenar su Ten. Seguramente esa era la razón por la cual Wing llamaba, citándolos en su casa para decirles algo y seguir aprendiendo.

La ojirosa cerro la puerta de su habitación, saliendo de esta rápidamente. Tenía el tiempo medido, no podía distraerse con nada si quería llegar a la hora acordada y no ser molestada por el albino.

― ¡Buenos días, con permiso! ― Exclamó, pasando casi corriendo a un lado de la recepcionista, quien se encontraba cargando unos papeles con una mirada aburrida.

―... ¡Oh, Jisoo! ¡Espera un momento! ― Los pasos de la joven se detuvieron al escuchar la voz de la recepcionista llamándola. Rápidamente, se acercó, con una mueca apurada. ― Hace poco un luchador te estaba buscando, al parecer quiere un encuentro contigo. ¡No debe estar muy lejos!

― ¿Eh? ¿Un encuentro? Tal vez luego, voy tarde. ― Respondió apurada, despidiéndose con la mano y desapareció corriendo por el pasillo, sin darle la oportunidad a la señora de responder.

Su mirada se fijó en el elevador más alejado, notando como las puertas lentamente se cerraban. Una mueca de desesperación cubrió su rostro, notando como la otra persona que se encontraba dentro no parecía haberse dado cuenta de su situación para abrir las puertas.

Dando una fuerte pisada, corrió lo más rápido que pudo, y de un salto logró entrar. Las puertas se cerraron detrás de ella, permitiendo soltar un fuerte suspiro de alivio.

― ¡Lo logré, casi que no! ― Festejo entre susurros, desviando su mirada rápidamente al escuchar las palabras de la otra persona.

― Vaya, al parecer si lo lograste.

― ¿Eh? ¿Si me habías visto?

La joven entró ladeo su cabeza, desviando por un momento su mirada. Para su sorpresa, el botón de la primera planta ya se encontraba marcado, al parecer iban al mismo lugar.

― Jisoo, ¿cierto? ― La joven fijó su vista, examinando a la persona recostada de brazos cruzados en una de las esquinas, quien la observaba fijamente. ― He estado observando todos tus encuentros desde que estabas en el piso 50. Me sorprendes... no esperaba encontrarte en los 200 tan rápido. Eres talentosa, debo admitirlo.

― Lo estás diciendo como si me hubieras estado esperando. ― Respondió la joven, frotando su cuello con nerviosismo.

― ¿Qué puedo decir? No siempre se encuentra una bella flor en un desierto.

Rápidamente, las dos chicas se observaron con curiosidad.

Jisoo examinó los ojos grises de la joven frente a ella, quien lucía el pelo corto de un oscuro color morado, peinado de manera despreocupada. Su piel morena, sus ojos rasgados delineados, y su llamativa manera de vestir llamaron su atención.

― ¿Cómo te llamas?

― Miston, pero tú puedes llamarme Mist.

El sonido de una suave campana llamó la atención de ambas. Jisoo dio un paso al frente, escuchando como las puertas del ascensor se abrían, llegando a su destino.

La pelinegra se despidió con la mano y una sonrisa agradable en sus labios, saliendo rápidamente de la pequeña habitación. Las apuradas palabras de la ojigris detuvieron los pasos de la joven, quien se detuvo observando de reojo a la otra joven.

― ¿Me concederías un combate en el Coliseo del Cielo? ― Antes de que la ojirosa pudiera responder, Mist interrumpió guiñando un ojo. ― No quiero apurarte, en otro momento te buscaré. Piensa en tu respuesta, Jisoo.

― Ah, claro, será emocionante. ― Respondió la joven asomando una sonrisa en sus labios, mientras el ascensor volvía a cerrarse y la recién llegada abandonaba el lugar, desapareciendo entre las personas. ― ¿Dónde....?

Sus palabras se detuvieron, y con una mueca apurada en su rostro volvió a emprender camino a la casa de Wing. Solo esperaba llegar a tiempo, y así evitar que el albino la molestara.

Luego de unos minutos, la joven llegó casi corriendo a la puerta de su maestro. Su mano se posó suavemente sobre la puerta, pero antes de que pudiera tocar, la puerta se abrió, encontrando una mirada de reclamación por parte dé Killua.

Detrás de él se encontraban Gon y Zushi con una gota de sudor, observando de un lado a otro al albino y la ojirosa.

― ¿Y estas horas de llegar?, ojos de chicle.

― ¿Eh? ¡Pero si no llegue tarde!

― Claro, claro... ¿¡Ya viste la hora!?

― ¡Déjame pasar, esponja con blanqueador!

― ¿Cómo me dijiste? ¡Te voy a cerrar la puerta!

Ambos jóvenes empezaron a forcejear, siendo observados de manera confundida por Gon y Zushi, quienes podían ver perfectamente como el albino y la pelinegra parecían más disfrutar lo que pasaba qué estar molestos.

― ¿Chicos?― Susurro Gon, frunciendo su ceño levemente. ― Si siguen así realmente llegaremos tarde.

Jisoo y Killua dejaron de molestarse entre ellos al escuchar las palabras del peliverde, quien mantenía una mirada entusiasmada por encontrarse con Wing y practicar luego de tanto tiempo. Finalmente, los cuatro subieron las escaleras, encontrando a Wing-san con una sonrisa amigable en su rostro.

― A partir de hoy entrenarán con Zushi. ― La ojirosa asintió entusiasmada, desordenando los cabellos del menor, quien se limitó a sonreír apenado con un pequeño sonrojo. ― Gon-kun, estoy alegre de que mantuvieras tu palabra.

― Algunas veces casi me rendí. Pero cuando vi el hilo, pude controlarme. ― Respondió el peliverde, estirando su mano, permitiéndoles ver a todos el hilo verde al rededor de su dedo meñique.

― ¿Cómo puedes saber que mantuvo su palabra? Pudo haber estado practicando en secreto. ― Una vena molesta se marcó en la frente del peliverde mientras inflaba sus mejillas con molestia, escuchando las palabras del albino.

― Porque el hilo sigue intacto. Gon-kun, ha pasado un tiempo, ¿pero podrías intentar usar Ten?

El peliverde asintió, nervioso, pues hace bastante tiempo no lo intentaba. El aura cubrió su cuerpo como un suave y calmado rio.

― Suave y calmada, ¡Pero es bastante fuerte! ― Exclamo Zushi, asintiendo con emoción.

― Estaba preocupado de haber olvidado como hacerlo... ― Admitió el peliverde, apretando sus puños animados. ―Se sintió más fácil que antes, a pesar de no haber practicado Ten.

― Una vez que has aprendido la técnica, no puedes olvidarla. Eso es porque entrenando tu espíritu todos los días. ― Respondió el pelinegro, señalando la mano del peliverde. ― Ahora mira tu mano izquierda.

El hilo estaba roto. Si Gon llegaba a entrenar su Ten, el hilo se rompería, pues con el Nen de Wing había atado el hilo de tal manera en la que no había manera de mentir.

― Hey, Wing-san... ¿Viste la pelea entre Kastro e Hisoka? ― Pregunto el albino, frunciendo su ceño levemente. El pelinegro asintió. ― ¿Cuál fue la habilidad que Hisoka utilizó? ¿Podríamos mandar a volar partes del cuerpo perdidas por hay?

― Mmm, esa es una pregunta difícil.

Wing saco una grabación de su bolsillo, y aprovechando que Gon no había podido ver la pelea de Hisoka, decidió enseñarles a sus alumnos la pelea grabada y al mismo tiempo explicarles con más detalle lo que había ocurrido.

Los cuatro jóvenes se sentaron en el suelo frente al televisor, fijando su atención a la escena donde Hisoka levantaba su pañuelo y una lluvia de cartas caía al suelo.

― ¿Pueden ver los hilos de aura expandiéndose desde su mano izquierda?

Jisoo frunció sus cejas, esforzándose por ver la pantalla con detalle, buscando hilos, pero no encontraba nada.

― No puedo ver nada. ― Admitió el albino con sus labios fruncidos, desviando su mirada a la ojirosa, quien golpeo sus mejillas con sus manos, aun esforzándose por ver algo.

― ¿En serio hay hilos de aura saliendo de la mano izquierda de Hisoka? ― Pregunto el peliverde, también sin lograr ver nada.

― Sí, Hisoka está usando una técnica que hace que su aura sea más difícil de percibir. Es una aplicación de Zetsu de alto nivel, conocida como In. ― Explico Wing, señalando la pantalla con el control. ― Cuando utilizas In, incluso los oponentes más fuertes les será difícil ver tu aura.

El maestro también les explicó como contrarrestar esta poderosa técnica, enseñándoles la manera más efectiva de hacerlo, y esta era concentrando el aura en los ojos, creando una técnica llamada Gyo.

― El método que empleo Gon-kun contra Guido también podría funcionar. Sin embargo, no podrías tomar una acción ofensiva, así que, al final, desperdiciarías tu vida. ― Wing cruzo sus brazos detrás de su espalda, fijando su vista en los mayores. ― Mi tarea para ustedes tres es practicar Ren hasta que pueda ver atreves del In de Hisoka.

― ¿Eh? Uh, maestro, ¿qué debo hacer? ― Pregunto Zushi, reposando sus manos sobre sus rodillas.

― Zushi, ya deberías ser lo bastante fuerte como para ver a través de su In. ― Respondió el hombre de gafas, asomando una sonrisa en sus labios, notando como el menor se señalaba con sorpresa.

― ¿Debería?

― Muestrales tu Ren.

― ¡O-osu!

El chico se levantó de su asiento, sintiendo la mirada de los tres mayores. Una gota nerviosa callo de su mejilla mientras tomaba la misma postura de su enfrentamiento con el albino, y respirando profundamente una fuerte aura de Ren empezó a rodear su cuerpo.

Jisoo retrocedió levemente, fijando su vista sin esconder su sorpresa. El menor era bastante fuerte, lograba sentirlo con facilidad. A un lado de ella, Gon y Killua también observaban sorprendidos.

― Ahora dirige esa aura a tus ojos.

Zushi asintió, y poco a poco su aura empezó a disminuir en tamaño, poco a poco siendo guiada a los ojos cafés del chico. Gotas de sudor bajaban por su frente, logrando finalmente obtener Gyo.

― Entonces, ¿puedes ver el aura que emana del cuerpo de Hisoka? ― Inquirió Wing, recibiendo un asentimiento de su estudiante. ― ¿Y cuántos hilos hay?

― Doce... No, creo que son trece.

― No exactamente, pero estuviste cerca.― Respondió el maestro, notando como el menor recostaba sus manos en sus rodillas y respiraba de manera agotada. ― Estás haciendo un excelente progreso, Zushi. Primero practiquen Ren y dominen la aplicación del Ren conocida como Gyo. Entonces descubrirán la verdadera naturaleza de la habilidad de Hisoka.

Los poderes del Nen dependen del individuo en particular, y eso les explico Wing. Cada persona posee diferentes especialidades y preferencias, por lo que el Nen es diferente en cada persona. Por esa razón, Wing buscaba que sus estudiantes lograran identificar sus fortalezas.

― Al principio intenten crecer tanto como puedan. Este es el propósito de este entrenamiento. Entrenen duro, jueguen duro y disfruten la vida.

― ¡Osu!

El maestro empezó a caminar, apagando el televisor y dirigiéndose a un calendario en la pared.

― El día final del plazo de Killua-kun y Jisoo-chan para pelear es el nueve de junio, y el de Gon-kun es el diez, ¿correcto? Me gustaría que los tres se registran para su día final. Mientras tanto entrenarán.  Deben aprender Gyo antes de que sea el momento de su batalla.

Los tres asintieron, agachando su pecho levemente en una reverencia y extendiendo sus brazos frente ellos. Los jóvenes salieron de aquella casa luego de despedirse, empezando a caminar dirigiéndose al gigante coliseo del cielo.

― Tu Ren fue impresionante, Zushi. ― Alago Gon con una sonrisa en sus labios. ― Avanzaste mucho mientras estaba descansando.

― Sí, sí. Me sorprendió mucho cuando mostrarse tu aura, fue asombroso. ― Asintió la ojirosa con una risa orgullosa. ― Déjame gastarte algo, Zushi, tu esfuerzo merece recompensa.

El menor frotó su cuello con una pequeña sonrisa apenada, escuchando las palabras de los mayores. A un lado de la joven, Killua frunció su ceño levemente.

― Aún tengo un largo camino en frente... ― Acepto Zushi, con un pequeño sonrojo animado en sus mejillas, sintiendo la mirada suplicante de Jisoo. ― No puedo decirte que no, Jisoo-san.

― Si puedes decir que no... ― Susurro el albino, rodando los ojos, ganando una mirada molesta por parte de la pelinegra.

― Hey, practiquemos lo que acabamos de ver. ― Dijo Gon, llamando la atención del albino, quien caminaba con sus brazos apoyados detrás de su cuello.

― Sí, entonces vamos a tu habitación, Gon. ― Exclamo Killua, asintiendo levemente con su cabeza, desviando su mirada de la joven y el menor, quienes conversaban animados.

No tardaron en llegar a los elevadores, entrando en el primero que vieron abierto. Jisoo se recostó en la pared a un lado del albino, observando el techo con una mirada aburrida.

De un momento a otro el ambiente de la sala cambio. La ojirosa frunció su ceño, sintiendo un mal presentimiento en su pecho. Al momento en el que recibió una mirada cautelosa por parte de sus amigos, supo que algo pasaría.

― Tenemos compañía.

Aviso el albino, cruzando sus brazos bajo su pecho. Los cuatro salieron de la habitación cuando escucharon una suave campanada, fijando su vista al pasillo frente ellos.

― Ustedes no saben cuando rendirse. Es por eso que no le agradan a nadie. ― Exclamo Killua con una mueca cansada, examinando a los mismos tres hombres que se encontraron en la recepción.

― Oh, no seas tan duro. ― Dijo uno de ellos, cuyos ojos eran bastante pequeños, y vestía una bata oscura. ― Díganme cuando van a pelear, porque me encantaría ser su oponente.

― Creo que se especializan en cazar novatos. Quieren acumular victorias venciéndonos. ― Explico el albino, sin prestar mucha atención a los luchadores frente ellos.

― Oh, ya veo. ― Susurro Jisoo, posando un dedo sobre su labio inferior de manera pensativa.

― Qué desagradable. Juzgan que como somos menores nos dejaremos ganar fácilmente por gente mayor, pero ellos, que son mayores, no pueden hacer más que buscar novatos.

El ceño de uno de ellos se frunció levemente al escuchar las palabras de la joven, quien asomó una leve sonrisa en sus labios al lograr su cometido.

― Nos estamos desesperando... Porque nuestra fecha límite está cerca. Vamos... Peleemos. ― Insistió el de la bata. ― Incluso les mostraré mi poder ahora mismo.

Una suave aura empezó a emitir del cuerpo del hombre, como si se tratara de agua levitando. Antes de que el hombre pudiera hacer algo más, Gon dio un paso al frente.

― Voy a pelear el 10 de junio.

― ¡Hey, Gon!

― Eso no funcionará. Mi fecha límite es el 29 de mayo. Pelea ese día.

― ¿Quién le importa tu fecha límite, idiota?― Exclamo Killua, frunciendo su ceño con molestia. Su mirada se dirigió a sus amigos, y guardando las manos en sus bolsillos empezó a caminar. ― Vámonos.

Los tres siguieron al albino, caminando al lado contrario de los extraños luchadores. Jisoo frunció su ceño, aun con un mal presentimiento. Esas personas realmente lograban molestarla.

― Gon-chan... Tú y yo pelearemos. ― Insistió el hombre de la bata, riendo levemente. ― Lo garantizo.

― Vamos, Gon. Ignóralo. ― Interrumpió la ojirosa, observando de reojo al hombre. ― No tienes por qué desperdiciar tu atención en ellos.

El grupo siguió su camino, lentamente alejándose de los mayores, quienes seguían observándolos a pesar de ya estar lejos. Luego de unos minutos llegaron a la habitación del peliverde, decidiendo concentrarse en el entrenamiento y despejar su cabeza de lo recién ocurrido.

― Visualiza la energía acumulándose en tu cuerpo. El poder se reúne en cada célula y crece Luego fuerzas ese poder para que salga. ― El albino explicaba los movimientos mientras los realizaba, sintiendo el aura salir de su cuerpo con fuerza, para luego guardarla con calma.

― Me estoy acostumbrando a esto. ― Admitió Gon, apretando sus puños con fuerza.

― Aprender cuando envolver el aura estimulada con Ten fue un poco difícil. ― Dijo Killua, escuchando como Jisoo exclamaba un asentimiento con dificultad, estirando su espalda.

― Tienes razón, al principio fue un poco difícil. ― Asintió la joven, desviando su atención al menor, quien temblaba con una mirada totalmente sorprendida.

― Nuestras auras aún no son tan fuertes como la de Zushi. ― Dijo Gon, ladeando la cabeza.

― Supongo que debemos practicar más. ― Opinó el albino, pero Zushi rápidamente negó.

― ¡N-no, eso es suficiente! Aprender cuándo descansar es parte de entrenar. Dejémoslo aquí por hoy.

― ¿En serio? Aún puedo-

― ¡No!

El albino recostó sus brazos detrás de su cuello, observando al menor con una mueca confusa. En realidad, ver cómo aquellos jóvenes aprendían tan rápido desanimaba al menor.

Gon asintió, diciendo que podrían entrenar mañana con más calma. Killua, Jisoo y Zushi salieron de la habitación, despidiéndose de su amigo.

― ¡Nos vemos mañana! ― Exclamó Jisoo, empujando levemente al albino con una pequeña sonrisa divertida.

― Nos vemos. ― Respondió él, asomando una pequeña sonrisa traviesa en sus labios, empujando la cabeza de la joven hacia abajo, escuchando como se quejaba.

La chica se alejó rápidamente luego de despedirse una vez más con la mano, caminando a un lado de Zushi, reposando su mano sobre el hombro del menor.

Killua los observó de reojo, guardando las manos en sus bolsillos, volviendo a emprender camino a su habitación.

No lo negaría, estaba un poco molesto, tal vez celoso.

― Dije que te gastaría algo y lo haré. ― Exclamo la ojirosa, asintiendo para ella misma. ― Te esfuerzas mucho, Zushi... Me gustaría premiarte por todo el esfuerzo que siempre haces.

El menor observó de reojo a la joven, asomando una sonrisa apenada en su rostro, sintiendo como sus mejillas se sonrojaban levemente. Ladeando la cabeza, negó.

― Aún me falta mucho por mejorar... ― Susurro el chico, bajando la mirada con una pequeña sonrisa, jugueteando con sus manos tímidamente. ― Gracias por tu amabilidad, Jisoo-san.

El sonido del ascensor llamo la atención de ambos, quienes salieron rápidamente. Jisoo buscaba al rededor con una mirada curiosa, logrando visualizar al mismo señor que una vez le vendió algodones de azúcar.

El menor disfrutó de algunos chocolates con envoltorios de colores, feliz de la compañía de la joven de lindos ojos rosas.

La mirada de la joven se posó sobre Zushi, quien caminaba a un lado de ella por la acera de la ciudad, aun disfrutando de su dulce con una sonrisa y sus mejillas sonrojadas.

Un suspiro melancólico salió de sus labios. Recordaba las veces que su padre le preparaba tarta de fresa con las bayas del jardín cuando volvía de sus entrenamientos, con heridas, llena de tierra, sus ojos llorosos y cansada.

Un bocado de aquel delicioso postre lograba hacer que sus lágrimas desaparecieran, y se sintiera feliz por sus pequeños avances que cada día intentaba lograr.

― No es necesario que me acompañes, Jisoo-san. Estoy cerca, no tienes que preocuparte.

― ¿Seguro?.. Desde que nos encontramos con los desagradables del piso 200 tengo un mal presentimiento. Me gustaria asegurarme de que llegues bien a tu casa.

El menor se frotó su cabello con una pequeña sonrisa, riendo de manera apenada. Aquella chica de largo pelo negro lo cuidaba bastante, cosa que lo ponía nervioso.

― ¡Jisoo!

La atención de ambos se dirigió a un lado, donde una chica de pelo morado corría de manera apurada hacia ella. En apenas unos segundos, la chica agarro a la ojirosa del brazo, con una sonrisa en sus labios y una mirada entusiasmada.

― Oh, ¿estás ocupada? Estuve buscándote por un largo tiempo... ― Empezó a hablar la joven, apenas algunos centímetros más bajos que Jisoo, posando su mano sobre el hombro de la pelinegra.

― Mist... Bueno-

― ¡No está ocupada! ― Intervino el menor, despidiéndose con la mano luego de hacer una reverencia. ― ¡Hasta mañana, Jisoo-san, gracias por el dulce! ¡Descansa!

― En ese caso me la llevo.

― ¡¿Eh?! ― Exclamo la joven, pero la mayor empezó a empujarla con una pequeña sonrisa emocionada, y en apenas unos segundos, ambas chicas desaparecieron entre las personas.

El menor asomo una sonrisa en sus labios, soltando un suspiro nervioso. Nunca antes había pasado tanto tiempo con una chica, no hubiera imaginado que sería tan agradable.

Antes de que se diera la vuelta para seguir con su camino, encontró la cinta rosa que Jisoo solía atar en su cabello. Sus labios se abrieron con sorpresa, agarrándola rápidamente, limpiándola con su mano, quitando el polvo del suelo.

Se la daría cuando volvieran a encontrarse. Sus pasos siguieron, entrando por un camino angosto y oscuro.

Una inquietante aura lo atrapó, impidiéndole moverse o respirar, pero cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde, cayendo dormido sobre las rodillas de alguien en silla de ruedas.

El mismo hombre que se encontraron en los pasillos del coliseo se agachó frente a Zushi, quitándole un zapato. Su vista se desvió a Guido, pasándole el zapato. Su mirada volvió a dirigirse a Zushi, notando el lazo en el puño del chico.

Antes de que pudiera agarrarlo, una voz despreocupada, pero sería lo interrumpió.

― Olvídenlo. ― Un joven de pelo blanco, camisa negra de cuello alto y pantalón morado apareció en la salida del pasillo. ― Imagine que tramaban algo. Pero no necesitan de trucos sucios para hacer que pelee con ustedes.

Killua empezó a caminar con una mano en su bolsillo, adentrándose al pasillo. Su mirada se centró en el menor, frunciendo su ceño levemente al verlo desmayado.

― ¿Cuándo quieren pelear? No se preocupen. Los dejaré ganar. ― Exclamó el ojiazul, con una mirada cansada por la insistencia de los mayores ― Incluso les daré una victoria a cada uno. ¿Eso es suficiente?

No podía creer hasta qué punto llegarían aquellas tres extrañas personas por obtener una pelea contra ellos, ya se estaba aburriendo del tema. Su mirada examinó a Zushi, notando el lazo rosa de su amiga.

Su semblante se endureció, sintiendo leve preocupación. El joven sé volteo al ver al hombre de larga bata azul al escuchar su voz.

― Luego de que consiga mi victoria ante ti, voy a pelear contra Gon-chan o Jisoo-chan. ― Declaró el hombre, asomando una sonrisa retadora.

― ¿Jisoo? Ella te ha dado una respuesta clara. No está interesada en ti. ¿Tanto te duele el rechazo de una chica?... Si quieres pelear con Gon, tendrás que seguir su calendario. ― Su ceño se frunció, fijando su vista en el hombre frente a él. ― Estará más que feliz de pelear contra ti. Eso te lo puedo prometer.

― Bien. Si ustedes dos están dispuestos a pelear, no necesitamos molestarnos con esto. ― Exclamó el hombre de bata, señalando a Zushi. ― Vamos a registrarnos juntos. Una vez que este hecho, regresaré el cuerpo del chico ileso.

― Sí, sí. Seguro. Pero solo esta vez...

. . .

El lápiz se movía en la mano del albino, escribiendo la fecha en el papel dado por la recepcionista. Observando de reojo, noto como el hombre asomaba una sonrisa victoriosa, agarrando el lazo rosa de Jisoo entre sus manos.

Luego de aclarar las fechas del encuentro, el hombre le permitió a Killua cargar a Zushi, quien aún se encontraba totalmente inconsciente. Antes de que se fuera del lugar, los observo de reojo.

―Oh, sólo para reiterar, es solo por esta vez... Si rompen su promesa...―Killua alejó su mirada de ellos, volviendo a fijar su vista al pasillo.―Eh... como sea. Olvídenlo.

― ¿Qué? Me diste curiosidad. ¿Qué pasa si rompemos nuestra promesa? ― Insistió el hombre, con una mirada divertida, notando como el joven no dejaba de caminar.

― No tiene caso decirles ahora. ― Respondió, sin voltearlos a mirar. ―Solo mantengan su palabra.

Los pasos del albino continuaron, cargando a Zushi en su espalda. Su ceño se frunció. No había podido recuperar el lazo de Jisoo, bueno, ni siquiera sabía qué había pasado con la joven.

Su cabeza formulaba miles de posibilidades, pues Jisoo había caminado junto a Zushi, y conociéndola había insistido en acompañarlo hasta su casa. Pero seguramente se habían separado por el camino, y los tres hombres aprovecharon para secuestrar al menor.

Sabía perfectamente que su amiga se encontraba en buen estado, pues no hubo otro rastro de ella, aparte del lazo en el lugar donde encontró al menor. Aun así, no podía evitar preocuparse por ella. ¿Dónde estaba?...

Dato curioso: Un golpe bien dado en la mandíbula puede hacer que las piernas de una persona fallen (por un momento) y caiga al suelo.

Ese movimiento fue hecho por Hisoka en su pelea contra Kastro, consiguiendo que su contrincante perdiera. 

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