𝐎𝟐𝐎┃Empezar un camino
☀ CHAPTER O2O🌷
☾⋆ 🕊️(𝐇𝐔𝐍𝐓𝐄𝐑) ꏍ ✾ !❛El hombre de aretes esmeralda y un dudoso trato...
EL HOMBRE DE OJOS ROSAS decidió que era momento de intervenir al ver a su pequeña hija sin palabras, escuchando las preguntas de sorpresa de sus amigos. Automáticamente, todas las miradas se dirigieron al padre de Jisoo, quien frotó su cuello con una sonrisa y los ojos cerrados, dejando escapar una animada risa.
― Es un gusto conocerlos. Soy el padre de Jisoo, Ryoma. ― Exclamó el señor, observando curioso a los jóvenes. El grupo no podía parar de examinar al hombre con la mirada, pues sus ojos eran de un bello color rosa, al igual que los de su amiga. ― Me alegra que sean amigos de mi hija. Que tal si platicamos mejor en casa, ya es muy tarde, ¡Prepare comida!
― Bien, yo también tengo que partir. ― Exclamo Hebe, dándose la vuelta sin esperar respuesta, siendo seguida por las dos mujeres de velos blancos. ― Jisoo, Cisney te espera mañana cuando el sol empiece a asomarse por las montañas.
La joven asintió, haciendo una corta reverencia de despedida, notando como desaparecida lentamente, observando por última vez al grupo de jóvenes con sus ojos dorados.
El viaje a la casa de la pelinegra fue agradable, pues el hombre resultó ser muy divertido y animado. El pueblo ya se encontraba en silencio y sólo, ayudándoles a llegar más rápido a una casa hogareña y tranquila, de donde provenía un delicioso olor a comida.
― ¡Puedo oler pan caliente! ― Exclamó Gon oliendo el aire, cerrando sus ojos con sus mejillas levemente rosadas. Seguramente todos tenían hambre, así que aquel olor solo les provocó más apetito.
― Así es. Qué buen olfato tienes, chico. ― Respondió el hombre con una pequeña sonrisa, abriendo la puerta de la casa. ― Pasen, siéntanse cómodos, sin pena. ¡Los amigos de mi hija siempre serán bienvenidos!
El grupo pasó, notando las paredes de madera, con algunas fotos colgadas donde aparecía Jisoo de pequeña, su padre, y una hermosa mujer de largo pelo rubio. Además de una mesa con un mantel de flores, un cómodo sofá, y algunas decoraciones más.
― ¿Ella es tu madre? ― preguntó Killua acercándose a una de las fotos, donde aparecía una mujer adulta de largo pelo dorado al igual que sus ojos, sosteniendo una pequeña bebe de pelo oscuro. La ojirosa se acercó, asomándose a su lado.
― Sí, es mi madre... Es hermosa, ¿cierto? ― Respondió mientras sonreía levemente, deslizando sus dedos por la foto. El albino noto como la sonrisa de su amiga desaparecía lentamente de manera triste.
―Tú pareces una ardilla con esas mejillas tan grandes. ― Exclamó Killua divertido, cambiando de tema, pellizcando levemente los cachetes de su amiga, quien dejó escapar una risa divertida por la comparación, alejando las manos del chico apenada.
― ¡Par de tórtolos, a comer! ― Aviso Ryoma con fuerza, asomándose por la puerta de la cocina con un delantal de fresas, observando a su hija con una mirada picará.
Ambos jóvenes se sonrojaron levemente negando con una mueca, acercándose rápidamente a la mesa, lugar donde ya se encontraba Gon observándolos divertidos.
― Tórtolos, ¿Eh? ― Repitió el peliverde, notando la mueca molesta del albino.
― ¡Cállate, Gon! ― Respondió Killua escuchando las risas del peliverde.
Luego de unos segundos de la cocina salió el padre de Jisoo llevando algunos platos en la mano, y detrás de él salieron Kurapika y Leorio, quienes se habían ofrecido a ayudar, también llevando platos de comida y pan recién hecho.
El peliverde observó la comida con brillos en sus ojos, al igual que Killua, quienes examinaban los platos con miradas hambrientas. Cada uno tenía un plato con un estofado, en el centro también se encontraba algunos panes medianos cortados a la mitad, desprendiendo un delicioso aroma.
― Adelante, prueben la comida. ― Exclamó el padre de Jisoo con una mirada orgullosa, observando con emoción como sus invitados probaban la comida con caras fascinadas. ― ¿Qué les parece? Lo cociné yo mismo.
― Tiene una sazón increíble, Ryoma-san. Su plato combina perfectamente con el pan recién hecho y los trozos de tomate. ― Susurró Kurapika con una pequeña sonrisa, observando cómo el hombre mayor asentía como un niño pequeño emocionado.
Jisoo asomo una sonrisa, notando como sus amigos estaban rodeados de un aura entusiasmada.
― De seguro tienen pregunta-
― Disculpa Jisoo, creo que te entendí mal, ¿podrías repetir tu nombre? ― Exclamó Leorio ladeando la cabeza, mientras que su rostro era decorado con una pequeña sonrisa, aun sin creer lo que había oído. Se había guardado toda esa emoción hasta llegar a casa.
― Umh, claro. Mi nombre es Jisoo Callisa Dorag-
― ¿¡Como que te apellidas Doragon!? ¿Lo dices en serio? ― Toda la cara del hombre expresaba sorpresa en exceso, observando a su amiga varias veces sin poder creerlo. A un lado de Leorio se encontraba el resto del grupo en silencio, con sus bocas abiertas, observando a la joven como si fuera una piedra preciosa.
En apenas unos segundos, las caras de todos habían cambiado, igual a las que tenían luego de su conversación con la abuela Hebe.
― ¿¡Por qué razón mentiría con mi propio apellido!? ― Respondió con su ceño fruncido y una mirada nerviosa, sentándose correctamente, observando las caras sorprendidas de sus amigos con sus mejillas levemente sonrojadas.
La sensación de emoción era indescriptible para Jisoo, nunca antes le habían creído o mostrado emoción al saber su apellido, pues no lucía como los poderosos y lindos guerreros que aparecían en los cuentos. Su largo cabello negro y sus ojos rosas no eran como el oro, por esa razón, no era sorprendente.
― Aunque la conversación con la abuela Hebe me desilusionó, sigue siendo increíble. ― Susurro Kurapika sin apartar su mirada de su amiga, quien asintió levemente. ― De niño me contaban muchas historias sobre los Doragon, una de las familias más importantes de la historia.
― Se dice que los Doragon hacen un entrenamiento más allá de lo normal, y así obtienen habilidades que superan las de un ser humano ¿Puedes mezclarte con el agua del mar? ― Exclamó Killua con emoción, recordando las palabras que alguna vez su padre le compartió.
― No conozco a alguien que pueda mezclarse con el agua, pero... Los Doragon tienen una conexión muy importante con el agua, tal vez te refieres a la capacidad de regenerarse el cuerpo con ella.
― ¡Genial!... ¡Qué! ¿¡Regenerarse con el agua?! ― Exclamó Gon, acercándose más a su amiga con una sonrisa entusiasmada.
― Tiene sentido. ― Dijo Kurapika, apoyando su mano sobre su mentón. ― en el Examen de Cazador dijiste que tu batalla con Gittarackur fue peligrosa, ¡pero no tenías rasguños! Acaso...
― ¿Quién es Gittarackur? ― Intervino el padre de Jisoo de brazos cruzados, observando a su hija con una ceja levantada.
― ¡Le gané, conseguí la placa! ― Se limitó a responder Jisoo, notando como su padre negaba levemente y soltaba un suspiro divertido, levantando los platos de la mesa.
― Es sorprendente que de verdad pertenezcas a la familia Doragon, nunca lo imagine. ― Susurro Leorio, levantándose de su asiento y ayudar a Ryoma a levantar los platos.
― Aunque bueno, realmente no creo que sean seres muy espectaculares si molestan a una niña por no ser físicamente parecida a ellos... ― Susurro Killua mientras Kurapika asentía a un lado de él con leve decepción.
― ¡A-ah! Bueno... En realidad no todos son así. Algunos son honorables y fuertes, otros son interesados y codiciosos... ― Explicó, frotando su cuello con nerviosismo. ― Y otros simplemente no saben de mi existencia, pero así es mejor...
― Si supieran de ti... ¿Te harían daño? ― Pregunto Gon, notando como la ojirosa asentía y detrás de ella su padre soltaba un suspiro.
― Es correcto. ― Respondió Ryoma, frunciendo su ceño. ― La familia Doragon tiene una loca obsesión por la perfección, y cuando algo está mal dentro de su familia, lo eliminan. Desde hace muchos años, la familia Doragon tiene un escuadrón especial para asesinar toca conexión con los Doragon que no es perfecta... Por eso Jisoo y yo estamos en esta isla, escondidos.
― ¿Y por qué no escapan? ― inquirió Killua, frunciendo su ceño. ― Así podrían alejarse de esta familia y todo lo relacionado con ella. ¡Escapar es muy bueno a veces!
El hombre de ojos rosas bajo su mirada, posando su mano sobre el hombro de su hija, quien dejó escapar un bajo suspiro, cerrando sus ojos. Un recuerdo amargo inundó su mente, provocando que su ceño se frunciera.
― Cuando Alyra estaba viva y tuvimos a Jisoo decidimos escapar, y de hecho lo logramos por algunos años, hasta que nos encontraron. Muchas personas murieron, y entre ellos, Alyra fue asesinada. ― Respondió el hombre, siendo escuchado atentamente. ― Es imposible escapar de los Doragon...
― ¡No quiero escapar! ― Exclamó Jisoo, levantándose de su asiento. ― En realidad, quiero convertirme en alguien muy fuerte, capaz de hacerle frente a los asesinos que quieren hacernos daño. ¡Primero curaré a mi padre!
Ryoma frunció sus labios, abrazando a Jisoo como si fuera un oso de peluche, riendo de manera animada.
Aquella noche comieron bastante, escucharon algunas historias de Jisoo chiquita, también cada uno habló sobre sus metas y sueños, o sobre sus gustos o disgustos. Ryoma admitió que eran los primeros amigos que su hija llevaba a la casa, por lo que no podía evitar llenar de preguntas a los jóvenes, además de que también se aseguró de hacerlos sentir cómodos.
Usualmente, Ryoma aprovechaba para molestar a su hija con aquel joven de pelo blanco, quien se sonrojaba con facilidad.
Finalmente, llegó la hora de ir a dormir, pero antes de eso, el grupo se ofreció a lavar los platos de la cena. Kurapika se aseguró de que Killua también ayudará, pues por poco el joven casi se escapa.
Jisoo asomo una sonrisa por sus labios mientras observaba el techo de su habitación, recordando los momentos que acaba de pasar. Ya todas las luces se encontraban apagadas, y sus amigos dormidos. Aquel día había hecho muchas cosas nuevas y eso le llenaba de emoción, pero sobre todo, el lograr tener amigos...
Sus pensamientos cambiaron de repente, y su sonrisa se esfumó, recordando los comentarios de su familia, donde muchas veces le recordaban que era diferente al resto. Ella, la deshonra de la familia, una desgracia, y sobre todo, la hija de un hombre normal. Nunca podría tener una vida feliz.
Pero ella demostraría que estaban equivocados, y se abriría paso entre su familia para poder ser libre. Aún no sabía qué hacer, pero de alguna forma, lo lograría. Aún le quedaba una larga historia por recorrer.
(🕊️)
✯ 𝐀𝐋𝐘𝐑𝐀 𝐃𝐎𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍 ❜ ˙⊹ع˖
🦋☽❛ a mother forgotten in thoughts˙⊹...
Sus ojos rosas se abrieron en la oscuridad de la noche, observando el techo de su habitación en silencio, escuchando el bajo tik tak del reloj marcando la hora. Aún eran altas horas de la mañana, el sol aún no se asomaba y sus amigos se encontraban dormidos.
Luego de permanecer unos segundos en silencio, aún acostada, decidió levantarse, esta vez observando alrededor con pereza. A pesar de sus intentos por volver a dormir, no lo consiguió.
Su mirada se dirigió a la puerta cerrada detrás de ella. Sus piernas se estiraron levantándose del suelo, y quitando sus cobijas se levantó, acercándose a la puerta de madera. Con cuidado poso su mano sobre la manija, intentando abrirla con delicadeza sin hacer ruido.
Sus ojos se acostumbraron rápidamente a la oscuridad, logrando así bajar las escaleras sin enredarse. Por un momento sus pasos se detuvieron, y ladeando la cabeza logró reconocer un ligero olor a tabaco.
Nuevamente, sus pasos siguieron, esta vez dirigiéndose a la puerta trasera de la casa, olvidando su recorrido a la cocina.
Una sonrisa traviesa apareció en su cara al ver a su padre de espaldas sentado en una silla, observando el paisaje nocturno en la ventana, perdido en sus pensamientos, distraído con el objeto entre sus dedos. Era el momento perfecto para asustarlo.
―Jisoo. ¿Qué haces despierta tan temprano?
― ¡Pensé que no me habías notado! ¡No me asustes así! ― Exclamó la menor sujetando su pecho, escuchando la ligera y cansada risa de su padre, que también logró sacarle una sonrisa a ella.
Poco a poco su ligera sonrisa se convirtió en una mueca preocupada al escuchar como la risa de su padre se volvía una tos contundente. La pelinegra se acercó aún más a él, dando ligeros golpes en la espalda del mayor.
― Pensé que dejarías de fumar... ―Susurro Jisoo, apoyando su frente en la espalda del mayor, escuchando los acelerados latidos de su padre. ― Sabes que empeora tu salud.
Ryoma bajo la mirada por un momento, y levantándose de la silla, reposo su mano en la cabeza de la ojirosa y la acercó a su pecho.
― No te preocupes, estaré bien. ― Respondió el hombre, esforzándose por asomar una sonrisa para su hija. Sus manos se acercaron a los cachetes de la menor y los pellizcó con cariño, provocando que su hija riera. ― Mi pequeña y linda hija se esmera por cuidar muy bien de su padre...
Sin darse cuenta, los ojos del mayor se aguaron por un momento, acercando aún más a su hija hacia él. Cada momento que pasaba con ella era una posible última vez, y eso le asustaba cada día que recordaba que su pequeña flor partiría de la isla.
Sabía que su hija estaba dispuesta a crear una vida tranquila para los dos, pero no confiaba en que su vida duraría lo suficiente para poder ver aquel momento que ambos anhelaban.
― Siempre recuerda que... Mientras tú te encuentre bien y feliz... yo podre estar en paz en cualquier lugar...
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✯ BEST FRIENDS❜ ˙⊹ع˖
❤☽❛ the first and most important friends˙⊹...
El viaje no fue muy largo para Jisoo, quien había tomado un atajo para evitar pasar por el pueblo, consiguiendo acercarse cada vez más a un elegante coliseo, lugar donde se encontraría a Cisney.
― Solo necesito solucionar un asunto rápido con él y podré irme... ― Susurro mientras caminaba, asomando una sonrisa en sus labios.
Jisoo camino por un pasillo rodeado de bellas pinturas de personas con armaduras doradas y espadas en mano. Del techo colgaban algunos candelabros dorados con escrituras en ellas, mientras que el suelo era cubierto por una alfombra color roja. Todo en aquel lugar irradiaba de elegancia, pero al mismo tiempo, tristeza y soledad.
La joven soltó un suspiro cerrando sus ojos por un momento, cuando el estruendo de una puerta abriéndose con fuerza asustó a la joven. Con facilidad logró escuchar los pasos de un hombre, y sin darse cuenta, su cuerpo empezó a temblar mientras sus ojos se cerraban con fuerza. Aquel sonido de sus tacones pisando el suelo le traían malas sensaciones que no lograba recordar.
Un hombre alto con una corta melena dorada hizo presencia en aquella sala, observando con una mirada calmada a la menor sin decir nada, pero que de cierta forma logró intimidarla.
― Callisa. ― El hombre se acercó hasta la ojirosa con una mirada severa, notando como la menor permanecía agachada en una reverencia, cerrando sus ojos con fuerza.
― Por favor perdone mi atrevimiento, llegue tarde dos días, pero usted sigue aquí esperando por nuestro trato.
― Al menos reconoces tu error...
Una cachetada resonó en el lugar, seguido de un bajo quejido de dolor. Jisoo no se movió de su lugar, pero sí frunció sus labios reprimiendo algún otro sonido de dolor, escuchando como el mayor dejaba escapar un bufido molesto, despeinando su cabello dorado.
― ¡¿Sabes todo lo que has trabajado para esto?! ― Exclamó molesto, apretando su puño. ― Si llegabas un solo día tarde... Agh, agradece que conseguí convencer a los superiores.
― Sí señor, no volverá a suceder... Cisney-sama. ― Respondió la joven, sintiendo la intimidante mirada del hombre frente ella.
― Ahora lo importante es completar el trato. ― El hombre de aretes esmeralda se dio la vuelta, empezando a caminar, siendo seguido por Jisoo. ― Solo quiero que te quede en claro... Mi tiempo es más importante que buscar a un niñito malcriado. Ahora levanta la cabeza, ya es hora de conseguir tu libertad.
La joven asintió, observando cómo el hombre empezaba a caminar, dirigiéndose a otra habitación, dándole la espalda. Jisoo consintió su mejilla que lentamente tomaba un color rojizo. Bajando su mirada de forma apenada, un bajo suspiro rendido con algo de burla salió de sus labios rosas.
Era verdad, había trabajado mucho para que aquel día llegara. Ahora era una Cazadora, podría explorar el mundo. Su meta era demostrar su valía y fuerza, pero sobre todo buscar un lugar tranquilo para vivir con su padre. Pero no se sentía arrepentida, pues salvar a aquel chico de pelo blanco había valido completamente su tiempo, porque era uno de sus primeros amigos, su nueva familia.
El cielo se oscureció luego de un tiempo, y poco a poco gotas empezaron a caer del cielo. Justamente, Jisoo se encontraba en una habitación frente a su tío, quien alistaba una especie de sello de metal. En su escritorio, el mayor, con mucha elegancia, se preparaba para el momento en que tanto había esperado la pequeña niña.
Jisoo observó aquel objeto en silencio, con una mirada ansiosa. Por fin lo había conseguido, aquel sello era como su pase de salida y entrada, con ese sello podría iniciar sus expediciones por el mundo sin tener que vivir en el misterio. Para Jisoo, convertirse en Cazadora había sido complicado, pero había sido más sencillo por su apariencia deshonrosa.
Un pequeño paso para su verdadera meta, que era curar a su padre, un pequeño momento para cumplir muchas cosas. Aun asíi, el peligro no dejaba de seguirla.
― Este sello será la prueba de nuestro trato. Te concedo el permiso de partir de la Isla Esmeralda. A cambio de tal privilegio, cumplirás con la misión que te fue asignada.
― Este sello será la prueba de nuestra promesa. Yo, Jisoo Callisa Doragon, cumpliré con la petición de Cisney-sama. Me convertiré en alguien digno para heredar el legado de mi difunta madre.
Ambos Doragon cortaron ligeramente su muñeca con un cuchillo dorado, y con la sangre de ambos bañaron los sellos. No había nada más preciado para un Doragon que su sangre, pues era una de sus conexiones más importantes y poderosas. A pesar de lucir diferente, Jisoo seguía siendo parte de ellos.
En aquel momento, ambos ya estaban jurando un destino.
Aquel sello de metal con forma de dragón se posó sobre la piel de la joven, quien cerró sus ojos con fuerza al sentir aquel metal caliente sobre su espalda baja, quemando su piel, dejando un sello que sería invisible al ojo humano.
Su tío también se puso aquel sello con una pequeña sonrisa. La pelinegra lo observó en silencio, notando cómo sus ojos brillaban de manera extraña. Sabía muy bien cómo su tío deseaba gran parte de las cosas que le pertenecieron a su madre, pero que ahora le pertenecían a ella al ser su hija. Y de cierta forma, aquello la lograba ponerla nerviosa.
Pues toda decisión que tomaba aquel hombre tenía su propósito.
― Jisoo... Antes de irte. ― El hombre la observo con cuidado, y su semblante se tranquilizó. ― Mantente alejada de Hebe.
Jisoo se retiró de aquella habitación lo más rápido que pudo. Soltando un suspiro, dejó salir toda aquella mala sensación que sintió dentro. Su vista se dirigió a su muñeca, lugar donde aún brotaba algo de sangre.
Sin darle mucha importancia, bajó la manga de su buzo y empezó a trotar hasta llegar a la salida de aquella mansión, y exponiendo su mano a las gotas de la lluvia, la herida lentamente empezó a curar.
Tenía un mal presentimiento de todo aquello.
Por otro lado, el hombre de aretes esmeralda observaba por la ventana de aquella pequeña oficina, viendo cómo la hija de su difunta hermana se alejaba, sin darse cuenta, sus ojos azules brillaron por un momento llenos de melancolía.
Jugando con una moneda de oro entre sus dedos, soltó un suspiro cansado. Ahora tendría problemas con los altos mandos que no estaban de acuerdo con el trato, pero ya era tarde, pues aquella niña ya había extendido sus alas para volar lejos de esa prisión disfrazada de isla.
Cisney no tenía problema alguno, pues fue lo que su hermana siempre quiso, que su hija fuera tan libre como ella no pudo.
― Ahora que recuerdo... No tenía el collar de ópalo. ― Susurró con su elegante voz gruesa. La moneda entre sus dedos se detuvo, y su ceño se frunció. ― Esa niña terca... Le dije que no podía romperlo.
En el examen de Cazador, luego de su encuentro contra Illumi, el pequeño collar que la mantenía protegida ahora estaba roto. Algunos problemas no tardarían en llegar, y muy pronto Jisoo entendería la importancia de aquel pequeño collar.
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˗ˏˋ𖣠 𝐂𝐈𝐒𝐍𝐄𝐘 𝐃𝐎𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍❜ ˙⊹ع˖⁺
📜☽❛ the man with emerald earrings˙⊹...
― Aún recuerdo ese día como si fuera ayer... Alyra me golpeó tan fuerte que casi me desmayo, pero gracias a eso nos conocimos y nos enamoramos... ― Explicaba el señor Ryoma, siendo escuchado atentamente por los menores, quienes estaban agachados a un lado de él.
Kurapika estaba sentado, leyendo un libro sobre la isla, mientras que Leorio aún dormía. Killua y Gon ayudaban a Ryoma, quien recogía algunas fresas del huerto mientras les contaba como se había conocido con la madre de Jisoo, todos esperando la llegada de la ojirosa.
― ¿Por qué Alyra-san lo golpeó tan fuerte? ― Pregunto el peliverde, ladeando la cabeza.
― ¿Estaba haciendo algo ilegal, Señor Ryoma? ― Pregunto Killua al otro lado con una sonrisa divertida.
― No, no, nada de eso. ― Respondió, dejando escapar una risa. ― Alyra me había confundido con un joven niño pelirrojo que le había robado unos chicles a unos infantes... ¿Cómo era que se llamaban? ¿Bunga gam?
― ¡Qué pasó después! ¿Si te desmayaste? ― Pregunto el albino entusiasmado, comiendo una de las fresas.
― Alyra encontró al chico, pero ya se había comido los dulces. Al final terminamos hablando más seguido con el niño pelirrojo, pero ya hace varios años que no se nada de él... ― Exclamó, frotando su cuello haciendo memoria. ― Sí, Alyra me cargo... La moraleja es, ¡No dejen que Jisoo les dé un puño ni jugando! Tiene la misma fuerza que su madre...
. . .
Un estornudo salió de sus labios, preocupándose más. Jisoo corría por el bosque, intentando llegar a casa sin mojarse demasiado. Las gotas de agua se escurrían por su rostro, mojando toda su ropa y pelo. Sus pasos chapoteaban, saltando sin querer en algunos charcos.
Era increíble cómo en apenas unos segundos el clima había cambiado tanto.
De repente sus pasos frenaron, dejando de sentir las gotas caer sobre su cuerpo. Su mirada se levantó, notando como una capa la cubría de la lluvia.
― Jisoo, hablemos un momento.
― ¡Abuela Hebe!
En poco tiempo ambas llegaron a una pequeña carpa de elegante tela cerca del bosque, donde ambas mujeres tomaron asiento en la mesa central, escapando de la fuerte lluvia que azotaba el lugar aquel día.
― Felicidades, ya eres una guerrera... ― Dijo la señora, cruzando sus piernas y observar a Jisoo con sus ojos entrecerrados. ― Pero recuerda que hay personas de la familia que quieren hacerte daño. ¿Confías en Cisney?
― Confiar. ― Susurro Jisoo, bajando su mirada, mientras sus pestañas goteaban por la lluvia. ― No lo sé, es complicado. Me ha ayudado mucho, gracias él y sus conexiones con los altos mandos puedo salir de esta isla.
― Lo sé, querida, pero al mismo tiempo te puede estar exponiendo a muchos peligros... Todo lo que pase fuera de esta isla deja de ser responsabilidad de nosotros. ― Explico la mayor, asomando una pequeña sonrisa. ― Por esa razón te tengo un trato, claro, si es que quieres que tu padre esté a salvo...
― ¿A qué te refieres? Quiero escuchar tu propuesta.
― Verás. Cisney es alguien complicado, futuro líder del escuadrón más fuerte de los Doragon, los Guerreros Dorados. Son la orden más famosa, y son los encargados de las apariciones públicas. Esta orden es conocida por sus singulares miembros, valientes y poderosos caballeros de corazones nobles y filosas espadas...
― ¿A qué quieres llegar? ― Inquirió la joven, arqueando una de sus cejas.
― Necesito que juntes pruebas de cada posible atentado contra ti... De esa manera ambas obtendremos lo que queremos. ― Tú podrás deshacerse de todos aquellos que te hacen daño, y yo podré obtener el cargo de mi pequeño hijo Cisney... ¿Qué opinas, Jisoo? ¿Aceptas o no?
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˗ˏˋ𖣠 𝐋𝐀 𝐀𝐁𝐔𝐄𝐋𝐀 𝐇𝐄𝐁𝐄❜ ˙⊹ع˖⁺
༘🫧☽❛ the golden heels˙⊹...
Jisoo caminaba con una mirada perdida, rebuscando en sus pensamientos, perdiéndose completamente de la realidad. Solo tres personas sabían de su existencia, el resto de la familia Doragon no estaba enterada de nada. Tal vez era porque la abuela Hebe no quería que supieran que su hija favorita había tenido una hija mestiza... Jisoo no tenía problemas con eso, su único interés era salvar a su padre de la extraña enfermedad que atacaba su corazón.
Para empezar tendría que buscar a Navier, el hijo de Cisney, quien logró escapar de la familia Doragon y desaparecer completamente de sus radares, como si hubiera muerto. Lo último que se supo de él fue que decidió aprender medicina en un país lejano, pero nadie creyó en eso, pues aquel joven de actitud rebelde y pensamientos diferentes no parecía ser aquel tipo de joven responsable.
Pero si de verdad era un médico, de seguro tendría la cura de su padre. Pues para empezar, esa fue una de las razones por las que escapó de aquella isla. Definitivamente, sería una larga búsqueda. Pero Jisoo estaba dispuesta a dar la vuelta al mundo en canoa para salvar a su padre.
Los Doragon están divididos en tres diferentes órdenes. La más famosa, los Guerreros Dorados, que son conocidos por sus apariciones públicas y sus viajes a lugares peligrosos y desconocidos. La madre de Jisoo solía pertenecer a esta. Luego está la Orden de las Amapolas, que poseen todo tipo de conocimiento médico y químico para encargarse de todos los incidentes en las misiones. Y por último el Escuadrón de Cala, la orden dirigida por Hebe que es un total misterio. ¿Por qué esta información es relevante? Porque cualquier miembro de la familia Doragon y sus órdenes pueden estar detrás del misterioso asesinato de Alyra Doragon y la enfermedad de Ryoma.
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☼ 𝐍𝐀𝐕𝐈𝐄𝐑 𝐆𝐑𝐘𝐆𝐄𝐋𝐋 ❜ ˙⊹ع˖⁺
📜☽❛ the savior from a disease˙⊹...
Nunca antes había imaginado que un grupo de personas distintas la recibirían con los brazos abiertos, dispuesto a conocerla y aceptarla tal y como es. Lo que antiguamente era un sueño imposible de una joven niña, ahora se convertía en la realidad que siempre había deseado.
Ahora más que antes, deseaba demostrar su valía y buscar una vida tranquila con su padre. Su mirada se dirigió al puerto, lugar donde se encontraban sus amigos esperándola en el barco. Su rosa mirada volvió a sus espaldas, encontrando a su padre, quien la observaba con una pequeña sonrisa.
― Eres una niña fuerte, mi pequeña... Vas a salir a un mundo completamente desconocido, así que prepárate... ― El hombre acerco a su hija hacia su pecho, dándole un pequeño abrazo, observando la pequeña sonrisa de su hija. ― Sé feliz y disfruta, equivócate y aprende, llora y ríe... Crece, y convierte en una bella mujer...
Recordaba las palabras que solía decir su esposa varios años atrás, quien no paraba de pedirle a su pequeña hija que abandonara la isla tan pronto quisiera, y así poder ser libre de las garras de aquellos horribles guerreros... Nunca pensó que su hija cumpliría aquellas palabras. Aun sin poder recordar a su madre, cumplía la petición que aquella hermosa mujer de hebras doradas le pedía.
Y aunque no se iba de aquella isla completamente libre, Ryoma estaba convencido de que su pequeña descubriría la verdad detrás de todo, y encontraría la manera de poder vivir sin tener aquellas cadenas atadas a sus pies.
Aquí termina el mini Arco de Jisoo y Killua, y ¡¡Se viene el arco del Coliseo del Cielo!!
Aún faltan muchos misterios por resolver del pasado de Jisoo, pero es más entretenido escribirlos mientras el fic avanza jajsja.
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