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𝐎𝟏𝟖 ┃La familia Zoldyck

☾⋆ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 O18 🗝️

☾⋆ 🕯️(𝐇𝐔𝐍𝐓𝐄𝐑) ꏍ !❛El juego de la moneda...

― ¡DESPIERTA! ― OTRO LATIGAZO RESONÓ EN AQUELLA OSCURA HABITACIÓN DE PAREDES DE PIEDRA. A pesar de ser golpeado nuevamente en la cara, el joven alvino levanto su mirada como si nada, observando a su hermano mayor con una pizca de burla en su mirada.

― Sí. Buenos días, hermano. ― Exclamó notando la mirada llena de molestia del mayor, quien apretaba el látigo furioso. ― ¿Qué hora es?

Nuevamente, otro latigazo impactó contra su piel.

¡No seas arrogante, Kill!

― Para nada, siento mucho haberte apuñalado, hermano. Se lamentó el albino, pero solo consiguió que el mayor arrugara cada vez su ceño molesto, escuchando la falsedad en la voz del menor. ― Lo siento. Hice muy mal, hermano.

― ¡Mientes! ― El pelinegro empezó a golpear al albino con el látigo repetidas veces. El sonido de aquel objeto lastimando a Killua resonaba por la habitación, aun así, nunca se escuchó alguna queda de dolor.

― ¿Te has dado cuenta? ― inquirió luego de escupir un poco de sangre, levantando sus ojos levemente, observando a su hermano de manera retadora.

El sonido de una alarma interrumpió la molestia de Milluki, quien desvió su mirada sacando un celular de su bolsillo, atendiendo a la llamada bajo la atenta mirada de Killua.

― ¿Sí? ¿Mamá? Sí, sí. Entendido. ― El mayor se dio la vuelta luego de unos minutos, observando al albino de reojo. ― Kill, tus amigos están cerca de la mansión de los mayordomos. ¿Qué harás, Kill? Si se lo pido a mamá, esos cuatro pueden acabar siendo...

Una de las cadenas de Killua se rompió provocando un ligero estruendo en la habitación, dejando al albino colgando de un lado mientras se tambaleaba lentamente con una mirada aterradora.

― Milluki. ― La voz del albino razonó por la silenciosa habitación de manera intimidante. Su azulada mirada se fijó en la del pelinegro, logrando estremecer al mayor por unos segundo. ― Si se te ocurre tocarlos, te mataré. 

(🕯️)

― Disculpen que no me haya presentado. Soy la madre de Killua. ― Dijo la mujer con voz tranquila, observando al grupo más alejado de ella, quienes se encontraban junto al cuerpo inconsciente de Canary. Su mano se desvió a un lado, enseñándoles su pequeño acompañante de kimono. ― Él es Kalluto.

Gon frunció su ceño levemente, dirigiendo su mirada a la señora. ― ¿Por qué Killua no puede venir a vernos?

― Porque se encuentra en aislamiento.

― ¿En aislamiento? ― Susurro Jisoo, frunciendo su ceño de manera preocupada.

― Kil nos apuñaló a mí y a su hermano antes de huir de casa. Kil ha vuelto porque se arrepiente de sus acciones. Y está en aislamiento por su propia voluntad. Así que no sabemos cuándo decidirá salir...

El punto rojo en las gafas que tapaban completamente la cara de la señora empezó a titilar, provocando que la cara de la mujer cambiará a una confusión. La voz de la madre de Killua se volvió cada vez más chillona mientras gritaba, como si estuviera hablando sola. ― ¿cómo? ¡Padre! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡No te precipites! ¡Ahora que por fin ha vuelto!

De repente la mujer levantó su mirada, esta vez con un semblante preocupado.

― Ha surgido algo. Así que debo despedirme. ― Dijo antes de empezar a correr en la dirección contraria, pero la voz de Gon provocó que se detuviera.

― ¡Por favor, espere! ― El joven se levantó del suelo, dando un paso al frente ― Nos quedaremos un tiempo en el pueblo. Por favor, dígaselo a Killua.

― Muy bien, se lo diré. Adiós. ― Dijo volviendo a retomar su camino, desapareciendo rápidamente entre los árboles. El menor que se encontraba al lado de ella se quedó observando al grupo sin ninguna expresión, examinándose con atención.

― ¿quiénes son ustedes? ― Preguntó el joven de pelo largo hasta los hombros y ojos violetas.

― Los amigos de Killua. ― Le respondió el peliverde.

― Amigos... ― Susurró pensativo, cuando la escandalosa voz de su madre lo sacó de sus pensamientos.

― ¡Kalluto-chan! ¿Qué estás haciendo? ¡Ven aquí ahora mismo! ― El pequeño empezó a correr en dirección a la mayor, desapareciendo de la vista del grupo, quien se quedó observando el camino por donde habían desaparecido las curiosas personas.

― Seguramente no debería decir esto, pero esa gente me da escalofríos. ― Opino Leorio ― Y seguro que nos están mintiendo con lo de que Killua no puede vernos. Gon, no podemos volver todavía. ¿Qué tal si los seguimos?

― Claro, pero si lo hacemos será ella a quien culpen. ― Respondió fijando su vista en Canary, quien se encontraba tendida en el suelo sobre las piernas de Jisoo.

― Los llevaré a la mansión de los mayordomos. ― Susurro la mayordoma con dificultad ― Hay un teléfono que conecta directamente con la mansión. Si responde Zeno-sama, quizás...

― ¿Zeno-sama? ― Pregunto Jisoo ladeado su cabeza ayudando a sentar a la mayordoma correctamente.

― El abuelo de Killua-sama. 

(🕯️)

― Voy a entrar. ― Se escuchó la voz de un hombre mayor, cuyos pasos no emitían sonido alguno. Cada vez el señor se acercaba más, permitiendo ver el semblante serio y arrugado del mayor. ― Ya es suficiente, Mil.

― Pero abuelo Zeno... No lo siente ni lo más mínimo.

― Eso ya lo sé. ― Respondió pasando a un lado del pelinegro, quien se encontraba señalando al albino molesto. ― Kil, ya puedes irte.

Sin decir nada, el albino empezó a hacer fuerza, logrando romper la cadena que sostenía su mano, rompiéndola en pedazos, cayendo al suelo de pie. Con un poco de fuerza liberó sus pies y estiró sus brazos.

― En serio, eso dolía. ― Acepto empezando a caminar, pasando a un lado de los mayores, quienes lo observaban atentamente. ― Hermano, no lo siento. Pero si me siento algo mal. Por eso, deje que me dieras latigazos.

― ¿Qué has dicho? ― Mascullo Milluki apretando sus puños con molestia.

― Kill, Silva quiere verte. ― Aviso el mayor con las manos detrás de su espalda.

― ¿Papá? ― Exclamó antes de abrir la puerta de la habitación para salir, desviando su mirada a su abuelo. ― De acuerdo.

. . .

― Kil. ¿Es verdad que has hecho amigos? ― Preguntó un imponente hombre de larga melena blanca sentado sobre un sofá acolchado, observando atentamente a su hijo, quien se encontraba en una pequeña silla frente él.

― Sí.

― ¿Qué clase de personas son? ― Pregunto. Su cabeza se encontraba apoyada sobre su mano mientras hablaba.

― ¿De qué clase son...? ― El albino bajo su cabeza pensativo, recordando algunos momentos que pasó con sus nuevos amigos. ― Me divierto cuando estoy con ellos.

― Comprendo. ― Respondió, quedándose en silencio durante unos segundos, examinando la cara del albino, notando algunas marcas de los latigazos ―¿Qué tal el examen?

― Fue sencillo.

― Kil, ven aquí un momento. ― Exclamo Zeno recibiendo una mirada confundida por parte de su hijo. ― Quiero que me cuentes más. ¿Qué hiciste durante el examen? ¿A quién conociste? ¿Cómo te sentiste? Puedes contármelo todo...

Los ojos azules del menor brillaron levemente abriendo sus labios sorprendidos, fijando su vista en el mayor con un extraño sentimiento.

― De acuerdo.

El joven se acercó a su padre, sentándose a un lado de él. Las palabras fluyeron con el tiempo, donde Killua le contó casi todo. Desde cómo un extraño hombre lo reprendió por montar patineta, cuando hizo una carrera con dos jóvenes de su edad, también cuando un sapo gigante los trago, o la vez en la que pesco con una niña de ojos rosas.

― Y adivina lo que dijo después... ¡No le gustaba el pescado, pero ella lo había conseguido y tenía hambre! ― Exclamo escuchando como su padre reía levemente. ― Al final termino aguantando hambre hasta el día siguiente, negandose a comer el pescado.

― Parece una niña interesante. ― Opino el hombre, notando como su hijo sonreía de manera extraña al hablar de la joven, totalmente diferente a la sonrisa que mostraba al hablar de sus otros amigos.

― Pero al día siguiente no quería separarse de mí para buscar comida. Es divertido ver su expresión cuando la llaman teñida, ¡a pesar de tener el pelo de dos colores diferentes-

― Kil.

― ¿Eh?

― ¿Sientes algo por esa niña? ― La cara del albino cambio totalmente mientras sus mejillas se sonrojaban levemente.

― ¿¡Qué?! ¡Claro que no! ¿Cómo podría gustarme ella? ― Respondió frunciendo su ceño mientras negaba, escuchando como nuevamente su padre empezaba a reír. ― ¡Estoy hablando en serio!

El mayor asintió ante las palabras de su hijo, entendiendo que aun el menor estaba descubriendo nuevos sentimientos, aún era muy apresurado para preguntarle aquello. Su mirada se dirigió al menor luego de unos segundo.

― ¿Quieres ver a tus amigos? ― Silva noto como su hijo bajo la mirada levemente, evitando su mirada ― No hace falta que te contengas. Puedes decirme la verdad. Pensándolo bien, nunca hemos tenido una buena charla de padre e hijo. Mis padres me criaron para ser un asesino. Y yo te he criado a ti de la misma manera. Tú y yo somos diferentes. No me di cuenta de ello hasta que te fuiste de casa.― El albino escuchaba atentamente, levantando su mirada, sintiendo como la mano de su padre se reposó en su esponjada cabellera, acercándose levemente ― Eres mi hijo. Pero también eres una persona independiente. Vive como prefieras. Si te cansas, siempre puedes volver a casa. Te lo preguntaré una vez más. ¿Quieres ver a tus amigos?

― Sí. ― Respondió mientras asentía muy seguro de su respuesta. Sus ojos no paraban de brillar de manera extraña, aun sin quitar la mirada de su padre.

― Prométeme una cosa. ― Exclamó el hombre retirando su mano de la cabeza de su hijo, acercando uno de sus dedos a su boca y morderlo, permitiéndole ver a Killua como una gota de sangre aparecía en este. ― Nunca traiciones a tus amigos. ¿Entendido?

El albino asintió, también mordiendo su dedo y acercándolo al de su padre. ― Lo prometo. No los traicionaré. Nunca.― Ambos juntaron sus dedos, completando así una importante promesa de padre e hijo. 

(🕯️)

Canary los guió a la mansión de los mayordomos, al mismo tiempo, respondiendo cada una de sus preguntas. El grupo por fin parecía ser aceptado, pues les habían permitido ir sin ningún problema, ya todos en aquel lugar estaban enterados de su visita a la montaña Kukuroo.

Al llegar los mayordomos se agacharon frente ellos en una reverencia, dándoles la bienvenida, permitiéndoles entrar a aquella gigante y elegante casa.

― Por favor, perdonen la desagradable bienvenida. La señora de la casa nos ha pedido que los tratemos como invitados oficiales. ― Exclamó un mayordomo de gafas. Jisoo no tardó en reconocerlo, era el mismo hombre con el que habló por teléfono.

― ¿Así está bien? ― Preguntó otro de los mayordomos en dirección a Gon luego de ponerle un parche en el ojo, recibiendo la afirmación del chico.

El mayordomo asintió acercándose a la pelinegra, agachándose frente ella y empezar a curar sus heridas como había hecho con Gon. La joven se miró al espejo que le habían entregado, notando como tenía una curita en su pómulo y en algunas cortadas más.

El grupo se sentó en un sofá verde, donde una mesa de madera los separaba de otro sofá del mismo color, lugar donde se encontraba sentado el mayordomo de gafas.

― Entonces, ¿esta no es la mansión de la familia? ― preguntó Kurapika observando el lugar, notando como el resto de mayordomos se encontraban detrás de ellos.

― No, es la mansión de los mayordomos. ― Contestó el hombre ― Bien, siéntanse como en su propia casa.

― Aprecio su hospitalidad, pero hemos venido a ver a Killua. ― Dijo Leorio ― ¿Podrían llevarnos hasta él lo más rápido posible?

― Eso no será necesario. ― Respondió el mayordomo recibiendo miradas sorprendidas. ― Killua-sama se encuentra de camino hacia aquí.

― ¿En serio? ― Exclamó Jisoo sin esconder su sorpresa, mostrando una gran sonrisa.

― Sí, así que, por favor, tengan paciencia. ― El mayordomo observó cómo el grupo sonreía hablando entre ellos, animados, interrumpiéndolos. ― Aunque... Que se sienten sin hacer nada puede ser aburrido. ¿Qué les parecería jugar algo para matar el tiempo?

― ¿Un juego? ― inquirió Kurapika, observando como el mayordomo sacaba una moneda.

El hombre tiró la moneda hacia arriba para luego atraparla, pero ambas manos se encontraban tan cerca a la moneda, que era bastante difícil saber dónde se encontraba aquel pequeño objeto. ― ¿En qué mano está la moneda?

― En la izquierda. ― Respondió el grupo.

― Correcto, esta vez lo haré más rápido. ― Nuevamente, impulsó la moneda hacia arriba, atrapándola con una de sus dos manos. El grupo observó esto atentamente. ― Y bien, ¿en qué mano está?

― Izquierda de nuevo. ― Exclamó Gon señalando la mano.

― Maravilloso. ― Dijo el hombre dejando ver la moneda. ― Entonces tendré que esforzarme más.

El grupo quedó boquiabierto al ver cómo el hombre atrapó la moneda varias veces en el aire, pero con una velocidad impresionante. ― Y bien, ¿en qué mano?

― No estoy seguro, pero diría que en la derecha. ― Respondió Leorio con su mano en la barbilla, observando las manos del hombre con duda.

― Verá... Conozco a Killua-sama desde que nació. Me atrevería a decir que me preocupo tanto por él cómo si fuera mi propio hijo. Por lo tanto, los desprecio porque se lo quieren llevar de aquí. ― El grupo frunció su ceño levemente mientras sudaban nerviosos, notando el aura molesta del mayordomo y sus puños apretados. ― ¿Y bien? ¿En qué mano? Respondan.

― En la izquierda. ― Respondió Kurapika. El hombre abrió la mano, donde efectivamente se encontraba la moneda, pero esta estaba doblada.

― Su señora madre casi no puede hablar... Debe partirle el corazón el tener que verlo marcharse de aquí. ― El mayordomo frunció aún más su ceño, dejando ver como una vena molesta se marcaba en su frente. ― Es imperdonable. Para cuando llegue Killua-sama, ya habré tomado una decisión. Pienso juzgarlos a mi manera. No tienen alternativa.

Todos los mayordomos empezaron a sacar machetes, excepto Canary, quien estaba siendo amenazada por un mayordomo, quien presionaba un cuchillo en su cuello.

― ¡Canary! ― Exclamo Gon.

― Este es su castigo por ignorar sus órdenes y traerlos hasta aquí. ― Explicó el mayordomo de gafas. ― Les explicaré las reglas. Si uno de ustedes responde de manera incorrecta, queda fuera de los juegos. Le diré a Killua-sama que se han marchado. Y que nunca volverá a verlos. Sus vidas penden de un hilo. Ahora, respondan a mi pregunta.

El hombre lanzó la moneda, atrapándola con ambas manos mientras la seguía tirando el cielo, todo bajo la atenta mirada del grupo. El hombre no paró de mover la moneda de un lado a otro, tardando algunos segundos y observar al grupo.

― ¿En qué mano? ― Los cuatro se miraron entre ellos con miradas serias, al parecer, ninguno había logrado ver el lugar donde se encontraba la moneda. ― No tarde demasiado. Tienen tres segundos para responder. ― La mirada del mayordomo se dirigió a un lado, lugar donde se encontraba Canary y otro hombre. ― Oye, si pasan los tres segundos, cortale el cuello.

Jisoo apretó sus puños fijando su mirada molesta al mayordomo ― ¡Espera! ¡Está en la izquierda!

― ¡Digo lo mismo! ― Exclamó Leorio con una mirada nerviosa.

― Yo digo que está en la derecha. ―Respondió Gon.

― Yo también. ― Asintió Kurapika.

― Bien, dos quedan eliminados. ― Aviso el mayordomo dejando ver la moneda en la mano derecha. El juego del mayordomo volvió a empezar, pero al igual que antes, era imposible saber en qué mano se encontraba la moneda.

― ¡Espere! ― Exclamo Gon deteniendo al mayordomo.

― ¿Qué ocurre? Si intentas ganar tiempo mataré a tu amiga. ― Dijo ladeando la cabeza, ordenándole a uno de los mayordomos que se acercara a la ojirosa, quien le dirigió una mirada intimidante al hombre que se acercaba a ella.

― Ni se te ocurra tocarme. ― Susurro, la joven sería.

― Leorio, préstame tu cuchillo. ― Pidió el peliverde ganando una mirada confundida por parte de todos.― No te preocupes. No voy a hacer ninguna estupidez.

El joven se quitó el de su ojo y recibió el cuchillo del mayor, cortando la parte superior de su párpado para así lograr reducir la hinchazón. Luego de unos segundos el joven logró abrir su párpado completamente luego de cerrar el corte con una curita.

― Ahora ya puedo ver. ¡Hazlo lo mejor que puedas! ― Exclamo Gon apoyando sus manos sobre sus rodillas.

El mayordomo lanzó la moneda, y como antes, empezó a lanzar la moneda de mano en mano a una velocidad impresionante, que era imposible para casi todos en aquella sala ver en qué mano se encontraba la moneda.

― ¿En qué mano?

― En la izquierda.

― No está mal. ― El hombre abrió la mano dejando ver la moneda en la mano que Gon indicó. ― En tal caso.

El mayordomo se levantó de su asiento al mismo tiempo que otros dos mayordomos se acercaban a su lado, empezando a mezclar la moneda entre los tres por algunos segundos, igualmente, a una velocidad muy alta.

― ¿quién tiene la moneda?

― La tiene el que se encuentra detrás de mí. ― Respondió el peliverde luego de unos segundos, señalando detrás de él, quien abrió la mano, dejando ver la moneda. Jisoo y Leorio tenían una mueca en sus caras totalmente sorprendidas. Los mayordomos empezaron a aplaudir.

― Gotoh, ¿Todavía no han llegado Gon y Jisoo? ― Una voz conocida al mismo tiempo que una puerta abriéndose se escuchó detrás del grupo.

Automáticamente, la ojirosa y el peliverde se dieron la vuelta con una gran sonrisa en sus caras mientras se levantaban de aquel sofá verde, recostando sus piernas sobre donde se encontraban sentados. ― ¡Killua!

― ¡Oh! ¡Ya están aquí, Gon, Jisoo! ― El albino se acercó rápidamente a ellos, señalando al rubio y al hombre de corbata ― Y con... ¿Kurapika?

― Casi no recuerdas mi nombre... ― Susurro el rubio con una gota de sudor bajando por su frente.

― ¡Y Liorio!

― ¡Leorio!

― Cuánto tiempo sin vernos. No puedo creer que hayan venido― Exclamó con una sonrisa, observando a los menores divertidos, notando como sus caras se encontraban lastimadas. ― ¿Qué les pasó? ¡Tienen la cara destrozada!

― ¡Tú también! ― Respondió Gon con una sonrisa, empezando a reír.

La sonrisa de Jisoo se desvaneció lentamente, sintiendo sus ojos aguarse levemente, observando como sus dos amigos empezaban a reírse felices entre ellos. Rápidamente, saltó de aquel sofá, lanzándose a abrazar a Killua.

― ¡Me alegra tanto que estés bien, Killua! Perdón por no poder evitar que te fueras en el Examen de Cazador. ¡En serio lo siento tanto! ― Exclamó con una mueca de arrepentimiento, separándose levemente al sentir como el ojiazul se tensaba. 

― ¡Ya, ya!, no seas llorona. ― Respondió el chico, posando uno de sus dedos sobre la frente de la joven para alejarla. Al hacer esto, noto los ojos aguados de su amiga. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, observando fijamente los ojos rosas de la pelinegra. De cierta forma, había extrañado aquella mirada.

Killua desvío la mirada de ella, acercándose a Gotoh con su ceño levemente molesto. ― Te dije que me avisarás apenas llegaran. ¿Qué estabas haciendo?

― Mis disculpas. Hice que participaran en un pequeño juego.

― ¿Un juego? ― inquirió el albino confundido, observando a Gon de reojo, quien se limitó a sonreír levemente.

― No ha sido más que un mal chiste. ― Respondió el mayordomo con una mirada totalmente diferente a la de antes ― Espero que sepan disculpar cualquier agravio. ¿Se han divertido?

― Quién lo diría, también eres un gran actor. ― Susurro Jisoo con una gota de sudor bajando por su cien.

― ¿Les hizo algo? ― Pregunto Killua en dirección a sus amigos.

― No, nos estaba ayudando a matar el tiempo. ― Respondió Gon.

― En fin, como sea. Vámonos, no importa donde, pero hagámoslo rápido. ― Exclamó Killua haciendo una mueca. ― ¡Si nos quedamos aquí, aparecerá mi madre para darnos un sermón!

Todos asintieron agarrando sus maletas, pues estas se encontraban en el suelo. Jisoo ordenó levemente su melena agachando su mirada preocupada. Tan pronto salieran de aquel lugar, seguramente su familia la estaría buscando.

Su mirada se desvió detrás de ella al escuchar como Killua empezaba a hablar.

― Escucha, Gotoh. Me da igual lo que diga mi madre. No me sigas.

― Entendido.― El mayordomo se agachó en una reverencia, con un semblante sereno ― Por favor, cuídense.

― Gon, Jisoo. Vámonos. ― La joven asintió levemente, caminando con una pequeña sonrisa, alejándose lentamente de aquel lugar, ofreciéndole una última sonrisa a Canary. Killua estaría mejor a su lado que en su propia casa, aquellos mayordomos ya no tendría que preocuparse. 

(🕯️)

El grupo tomó uno de los trenes a otro lugar, donde los cuatro aprovecharon para hablar. Kurapika les explicó que el primero de septiembre se celebraría una subasta con objetos poco comunes, raros, y tesoros del mundo, lugar donde se encontraría Hisoka, persona a quien Gon buscaba. El peliverde se negaba a utilizar la licencia de Cazador hasta no entregarle la placa a Hisoka dándole un buen puñetazo.

En aquel lugar también se encontraría el Genei Ryodan, información dada por Hisoka a Kurapika. El rubio no podía perderse aquel día.

El tren por fin llegó a su destino, y durante ese tiempo, el grupo noto la actitud extraña de la ojirosa, quien permaneció todo el camino en silencio y muy alerta. Aquello provocó un mal presentimiento en leorio y Kurapika.

Y al momento de llegar a tierra las sospechas del hombre de corbata se hicieron realidad.

El corazón del hombre casi se sale al ver a su amiga más alejada de todos mientras una extraña mujer reposaba su mano sobre su hombro y le hablaba al oído. Lo que encendió su alarma de peligro fue la incómoda mirada de Jisoo.

― No lo puedo creer, la descuido un segundo... ¡Jisoo! ― Gritó el hombre, empezando a correr con una mueca preocupada en dirección a su amiga, quien negó con sus ojos muy abiertos intentando decirle que no se acercara, pero sucedió lo contrario.

Sin perder el tiempo, Leorio alejó a la ojirosa de aquella señora con su ceño totalmente fruncido, y luego de observar de reojo el semblante sorprendido de Jisoo, se dispuso a hablar con la señora sin esconder su molestia, pero se quedó sin palabras al ver la belleza de la desconocida.

― ¿Este es tu amigo, Jisoo? ― inquirió la mujer con voz suave y algo entusiasmada, ladeando la capa que cubría casi toda su cara y cuerpo. ― En la llamada nombraste a más de una persona, ¡Pero no importa, está bien si solo es uno! Sé que es difícil para ti hacer amigos.

― Ah... Sí, en realidad tengo más amigos. ¡Son buenos, en serio! ― Explico la ojirosa, haciéndole señas al hombre para que se alejara, pero las voces detrás de ella la interrumpieron, aun así, luchó porque su voz sonara más fuerte. ― ¡Vámonos ya! No es necesario que ellos vengan, en serio.

― ¡Jisoo! ¡No hables con extraños, puede ser peligroso! ― Reprendió Kurapika al mismo tiempo que los menores se acercaban, pero al notar como Jisoo no parecía asustada o incómoda con la señora, entendieron que no estaba con un extraño.

― ¡Jisoo, me asustaste! ― Exclamó Gon, acercándose a su amiga. Al estar a su lado, noto la presencia de la señora. Era alta, con una figura delgada pero imponente. El labial rojo en sus labios con una sonrisa era algo inquietante. ― ¿Quién es ella? Huele a flores...

― Teñida, ¿qué haces con esa señora? ¡Vámonos!

― No te preocupes, Jisoo. Te aseguro que todo saldrá bien, es solo un protocolo. ― La señora reposo su mano sobre la cabeza de la pelinegra y asintió. ― Cisney quiere conocerlos, es por tu bien y el de todos.

― Jisoo. ― La voz de Kurapika la despertó de su pequeño trance. ― ¿Realmente conoces a esta señora?

― Ah... Sí...― Respondió, soltando un suspiro, mientras bajaba su mirada lentamente. ― Ella es mi tía... Tía, ellos son: Kurapika, Gon, Killua y Leorio... Mis amigos.

― Un gusto conocerlos, Jisoo me ha hablado maravillas de ustedes. ― La señora juntó sus manos, apoyándolas a un lado de su cabeza, observando al grupo con atención. ― Pero antes necesito que me ayuden en algo muy pequeño.

Los jóvenes se observaron entre ellos para luego asentir sin problemas, notando como su amiga bajaba su cabeza de manera nerviosa, soltando un suspiro tembloroso.

― Si son amigos de Jisoo, antes necesito que una importante persona los conozca. No puedo dejar a mi sobrina recorrer el mundo con cualquier persona que se encuentre, ¡Es una pequeña niña, es muy peligroso! ― Explicó la mujer, poco a poco ganando muecas de sorpresa y afirmaciones de los mayores, quienes estaban de acuerdo. Esas miradas pronto se convirtieron en una sorprendida.― Si no están de acuerdo, me encargaré de que nunca se vuelvan a encontrar.

― ¡Kone-sama! ― Exclamó Jisoo, pero la mayor le bloqueó el paso con su brazo, evitando que la menor se acercara a sus amigos. ― Por favor... No es necesario llegar a estos extremos. ¡Habíamos hablado de ser amables! Son mis amigos, no los asustes.

Jisoo empezó a fruncir su ceño, y soltando una exclamación molesta, intentó acercarse nuevamente a sus amigos, sintiendo como su tía la agarraba de su cintura evitando que la menor saliera corriendo, todo bajo la confundida mirada de sus amigos, quienes notaron como ambas mujeres empezaban a hablar en silencio.

― ¡Si de verdad estás dispuesta a mantener una amistad con ellos, no te niegues!

― ¡Cisney los va a asustar, nunca dejo que me relacionara con casi nadie, no creo que vaya a cambiar!

― ¡Vamos, Jisoo! ¡Cisney solo se preocupa por ti, eres su pequeña responsabilidad!

― ¡Solo estás preocupada por saber qué tanto les dije! ¡Para- Tú sabes para qué!

― ¿Por qué no lo entiendes? Es por tu bien, solo estamos preocupados por ti. ¡Si de verdad son tus amigos y no te buscan para hacerte daño, no tienes de qué preocuparte!

Su discusión de susurros se detuvo abruptamente.

Kone soltó un suspiro, dejando de hablar al notar como las pupilas de su sobrina temblaban levemente y bajaba la mirada.

― Escucha... No puedes confiar en cualquier persona solo porque te trate bien. Sé que son tus amigos, y sé que no te harán daño... Pero tu tío no sabe eso, y en este momento, ellos son un peligro para ti. ― Explico Kone, posando su mano sobre la cabeza de la menor. ― Prometo que no será tan malo, si pasa algo, puedes buscarme y yo regañare al cascarrabias de Cisney.

― Bien... ― Luego de unos segundos, Jisoo asintió con sus labios fruncidos, observando de reojo a sus amigos. ― ¡Pero si se llegan a sentir incómodos no insistas! Ellos en realidad son buenos...

Ya no podía hacer nada, sus amigos habían aceptado. Su tía no perdió el tiempo y los guió al puerto, lugar donde un bote mediano los esperaba. Jisoo no se sentía lista para volver a casa, y aunque había conseguido pasar el Examen de Cazador, ahora se tendría que enfrentar a otra prueba.

Pero ese era el precio a pagar por pertenecer a una familia tan famosa con una importante reputación que proteger. 

QUÉ EMOCIÓN :DDDD Desde el primer capítulo de HUNTER estaba emocionada por escribir sobre la historia de Jisoo. Y aunque será un poco difícil, intentaré hacerlo lo mejor que pueda. 

Para los lectores antiguos, quiero avisar que la historia de Jisoo cambiara en algunas cosas, al igual que los nombres de los familiares de Jisoo. 


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