Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

˗ˏˋ 017 ˎˊ˗

━━━━━━━ Capítulo diecisiete ━━━━━━━

======= :Endeavor: =======

¡Aw, que lindo te ves con ese suéter!―expresó Fuyumi encantada, observando con ternura a Kiochi.

Este trató de sonreír, pero la incomodidad que le generaba aquella prenda se lo dificultó un poco, y solo logró curvar una pequeña mueca. La llovizna de ayer no cesó hasta la madrugada, y el segundo miembro del clan Uchiha no dudo mucho antes de expresar abiertamente el terrible frio que sentía gracias al clima, y como resultado terminó obteniendo una, desde su punto de vista, espantosa prenda de lana por parte de su extrovertida tía.

Si, que lindo te ves.―se burla Boruto, cubriendo su boca con el dorso de su mano para disimular un poco.

Al escucharlo, la albina ensanchó su sonrisa, sacando de un cajón otro par de suéteres similares al que utilizaba Kiochi―También hay para ustedes.―informa, pasándole las prendas a los compañeros de su sobrino.

Mitsuki sonrió levemente, haciendo una corta reverencia para agradecerle el obsequio. Boruto por su parte, solo atinó a embozar una mueca de frustración mientras se colocaba el suéter de mala gana.

¡Que adorables son!―exclamó embelesada, colocando sus manos sobre los costados de Boruto para arrimarlo más cerca de sus otros dos compañeros―Les tomaré una foto.

―Si no dejas de molestarlos nunca volverán a visitarnos.―masculla Natsuo en un susurro, mandándole una mirada de reproche a su hermana. Fuyumi bajó su celular algo desanimada, haciendo un pequeño puchero.

No se preocupen, nos pueden tomar las fotos que quieran, sobre todo a Boruto.―sonríe Kiochi, haciendo un ligero movimiento con su mano izquierda. El Uzumaki le mandó una mala mirada, gruñendo en voz baja.

Fuyumi le sonrió a su hermano con superioridad, subiendo nuevamente su celular para enfocar al trio de chicos. Presionó la opción que tomaba las fotos instantáneamente, mientas, ellos permanecían inmóviles para que no salieran borrosas. Los segundos fueron pasando, haciendo que las sonrisas de los chicos se transformaran en muecas de incomodidad. La mujer frente a ellos no parecía tener intenciones de parar su pequeña sesión fotográfica, hasta que su hermano le arrebató bruscamente el celular.

Ochenta y dos fotos, y todas son iguales ―masculló Natsuo desencajado, observando el artefacto con una mueca. Sus ojos analizaron rápidamente las últimas fotografías, donde se empezaba a notar la incomodidad en el rostro de los chicos―. Que graciosos, pásame estas.

Los tres ninjas suspiraron aliviados, tomando una distancia prudente entre ellos. El Uchiha le mandó una mirada de reojo al reloj digital colgado en la habitación de su tía, observando la hora que este marcaba; las dos de la tarde. Ya habían almorzado y reposado la comida, lo que significa que estaban más que listos para partir al hogar de Endeavor.

Huh...―murmuró Kiochi, llamando la atención de todos los presentes―, ¿podrían llevarnos a casa del abuelo? Ya se está haciendo algo tarde.

Los Todoroki desviaron la mirada hacia el reloj casi al mismo tiempo, y unas muecas se embozaron en sus rostros al verificar la hora―¿Seguros que quieren ir ya? Puedo llevarlos al parque de diversiones un rato, y luego vamos con el viejo ese.―propone Natsuo, sonríendo ampliamente mientras batía sus pestañas con emoción.

Aceptam-...―una mano se posó sobre la boca del Uzumaki, ahogando sus palabras.

En serio, muchas gracias, pero... queremos terminar con este asunto lo antes posible ―habla Kiochi, ejerciendo fuerza en su brazo para que Boruto no se zafara de su agarre. El albino frunció las cejas desanimado, encogiendo sus hombros―. Pero cuando vuelva podemos ir, si todavía quieres.

―Ya que, tendré que esperar.―refunfuña el hombre, cruzándose de brazos. Fuyumi sonrió levemente, colocando su mano sobre el hombro del contrario.

Puedes llevar a Ryo.

Ante eso, Natsuo bajó la mirada para observar al niño. Este se encontraba sentado en la cama de su hermana, comiendo alegremente un poco de puré de zanahoria. Su ropa, al igual que su rostro y parte de la cama, estaba manchado con restos de comida, pero él no parecía inmutarse por eso, y seguía ingiriendo su puré como si nada.

Si... mejor espero a Kiochi.―hace una mueca, desviando la mirada hacía la pared de la habitación.

Los ninjas rieron al escuchar como la mujer empezaba a quejarse. Ambos hermanos eran mucho más divertidos y agradables de lo que llegaron a imaginar. Esperaban de todo corazón que les sobrara un poco de tiempo extra para volver y convivir más con ellos, y para eso tendrían que encontrar a Shoto lo antes posible.

¿Cómo es el abuelo?―pregunta Kiochi con genuino interés, asomándose en el espacio libre entre el asiento del conductor y el de copiloto.

Ya estaban de camino hacía el hogar del ex-héroe numero uno. Kiochi tuvo que despedirse de su abuela para emprender su viaje, prometiéndole que luego volvería junto a su padre para visitarla nuevamente. Esta aceptó con emoción, deseándole éxitos y mandándole saludos a su querido hijo menor.

Natsuo abrió la boca, dispuesto a contestar su pregunta con algún comentario que difamara al hombre, y Fuyumi al notarlo, se le adelantó―Él es... un hombre especial.

―¿Tiene algún retraso o algo así?―cuestiona el Uchiha, ganándose un leve empujón por parte de Mitsuki.

Natsuo sonrió, asintiendo―Si, tiene unos cuantos.

―Eso no es cierto ―masculla Fuyumi, frunciendo el entrecejo en dirección a su hermano. Suavizó su semblante antes de girar la cabeza para observar a los chicos a través del espejo del retrovisor―. Cuando digo especial, me refiero a que es... diferente.

―O sea que si tiene un retraso ―asiente Kiochi, torciendo los labios―. Bueno, no hay problema con es-...

―¡No tiene ningún retraso!―lo interrumpe Fuyumi, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no perder la paciencia. Kiochi dio un respingo ante su grito, encogiéndose en su asiento―. Solo es un poco difícil de tratar.

―Creo que si lo tiene...―le susurra Boruto a Kiochi, el cual solo asintió, sin atreverse a emitir otro comentario.

El trayecto fue bastante largo, pero Natsuo se encargó de distraer a los chicos para que no se aburrieran. Ya habían transcurrido un par de horas desde que salieron oficialmente de la ciudad, y ahora transitaban una carretera prácticamente desolada, la cual estaba rodeada por enormes y frondosos arboles. Mitsuki estaba empezando a sentir nauseas gracias a la brusquedad que empleaba el hombre al volante, y tuvieron que parar en medio de la nada para que el chico pudiera recuperarse un poco.

―¿Alguien más quiere vomitar?―cuestiona el albino con fastidio, abriéndole la puerta a Mitsuki para que entrara al auto nuevamente.

Kiochi se llevó una mano al estomago, frunciendo levemente el ceño. Él también sentía algo de nauseas, pero supuso que se debía a la emoción y no por el mareo del viaje, así que decidió guardar silencio y permanecer sentado en su lugar.

Si vomitan en mi auto los llevaré devuelta a su dimension de un solo puñetazo, primer aviso.―advierte, levantando su dedo índice.

Los tres jóvenes asintieron firmemente, e inmediatamente volvieron a retomar el camino. Esta vez no pasó mucho tiempo para que llegaran a la pequeña montaña donde se encontraba la casa del Héroe. El lugar estaba envuelto en un tranquilizante silencio, el cual era interrumpido solamente por el sonido que generaba el viento al chocar con las hojas de los arboles. Mitsuki suspiró aliviado ante aquello, ya que el bullicio de la ciudad lo agobiaba bastante.

Natsuo paró el auto a mitad del sendero, soltando un corto suspiro antes de mandarle una mirada de reojo a su hermana. Esta se bajó del auto, acercándose a un enorme árbol al costado del auto.

La mujer empezó a tocar unos puntos concretos del tronco, hasta que de este sobresalió un discreto intercomunicador―¿Papá?―llamó, esperando una respuesta al otro lado de la linea.

Kiochi entreabrió los labios, alzando una ceja confundido―¿Ese árbol es mi abuelo?―lo apunta con su dedo, haciendo reír a Natsuo.

Nah, es un árbol falso. Tiene un intercomunicador que da a la casa de mi viejo ―explica―, necesitamos que abra un espacio en la barrera para que podamos entrar.

―¿Cuál barrera?―pregunta Mitsuki, observando sus alrededores con curiosidad.

Es invisible, dah.―bufa el albino, rodando los ojos.

¿Y por qué tanta seguridad para un anciano?―cuestiona Boruto, cruzándose de brazos.

Tiene muchos enemigos, por ejemplo... yo.―bromea lo último. Pero al no entender el contexto de su chiste, ninguno rio.

En sus años de servicio, Endeavor logró capturar una cantidad masiva de villanos, y eso le trajo como consecuencia una cantidad aun mayor de público hostil. Ni siquiera podían enumerar la cantidad de veces que alguno de ellos se apareció por su casa con malas intenciones, y eso lo obligó a tomar una, no muy difícil, decisión.

Aislarse de los demás.

Mentiría si dijera que no disfrutaba de la tranquilidad a su alrededor, porque vaya que lo hacía. Pero aunque su fachada de hombre rudo no lo demostrara, se sentía bastante solo.

Fuyumi era quien más se acercaba a visitarlo, siendo seguida de vez en cuando por Natsuo, quien había aprendido a tolerarlo con el pasar de los años. Shoto no se aparecía mucho por allí, por no decir que jamás lo hacía. Él prefería ahorrarse todo ese viaje y comunicarse virtualmente con su progenitor, exclusivamente por temas laborales.

Ninguna persona ajena a su familia había puesto un solo pie en su casa, hasta el día de hoy.

Fuyumi no recibió ninguna respuesta por parte de su padre, no obstante, si se abrió un espacio en la barrera lo suficientemente grande para que ingresara el auto. Rápidamente volvió a su asiento, indicándole el camino a su hermano para evitar confusiones de su parte.

Wow...―murmuraron los tres ninjas al unísono, una vez la casa del Héroe se iba haciendo visible a lo lejos.

A diferencia del tradicional hogar de los Todoroki, este era mucho más grande y moderno, dándole un aire lujoso. Kiochi no entendía cual era el propósito de tener una casa tan enorme cuando esta solo era habitada por una persona, pero prefirió guardarse sus preguntas para el hombre.

¿Saben que es lo genial de tener una casa en el bosque?―cuestiona Boruto, a lo que sus amigos negaron―. Que no necesita jardín. ¡Literalmente todo alrededor en un enorme jardín!

―A Kakashi le gustaría esto...―murmuró Kiochi, pegando su rostro al vidrio de auto.

Natsuo se estacionó en un espacio frente a la casa, apagando el auto antes de ordenarle a los chicos que se bajaran. Estos obedecieron rápidamente, estirando sus cuerpos para recuperarse del viaje.

Un ventarrón de aire frío chocó contra el rostro del Uchiha, haciendo que su cabello se alborotara un poco y su cuerpo se estremeciera. Gracias al entrenamiento de su quirk, su cuerpo ya estaba acostumbrado a someterse a temperaturas aún más bajas, así que fácilmente podía soportar este clima frío. Pero desgraciadamente, sus amigos no corrían con la misma suerte.

¿Alguno de ustedes quiere mi suéter?―pregunta, jalando el borde de la prenda mientras los observaba.

Mitsuki negó lentamente, susurrando un «estoy bien» antes de agradecer la oferta. Boruto por su parte, infló las mejillas. Era demasiado orgulloso como para aceptar algo así, sobre todo si era Kiochi quien se lo ofrecía.

Al Uchiha no se le hizo muy complicado leer a su amigo, y sin decir más, se quitó el suéter para arrojárselo en el rostro. Dejó de observarlo a la vez que ignoraba sus quejas, concentrándose ahora en la enorme casa frente a él.

Su cuerpo ya se había acostumbrado a la baja temperatura del bosque, no obstante, sus manos estaban sumamente sudadas, delatando así lo nervioso que se sentía. Sus tíos lo pasaron de largo, indicando indirectamente que debían seguirlos hacía la entrada del hogar.

Fuyumi mordió sus labios ansiosa, repasando mentalmente el pequeño discurso que estuvo preparando durante todo el viaje. Ella más que nadie conocía el temperamento de su padre, así que se había encargado de escoger las palabras indicadas para explicarle toda la situación, y ahora solo debía solucionar un pequeño detalle.

Kiochi-kun ―lo llama, haciendo que el joven saliera de su pequeño trance para prestarle atención―, por favor... no hables, ¿si?

Boruto soltó una risa nasal, generando un poco de vaho al hacerlo. Ver el rostro indignado de su amigo era uno de los pocos placeres de su vida, y no dudaba en disfrutar cada vez que sucedia.

Concuerdo con usted, Fuyumi-chan ―sonríe el rubio, abrazándose a si mismo mientras disfrutaba de la sensación de la lana contra su cuerpo―. Kiochi, no hables dattebasa.

El aludido hizo una mueca, pero decidió ignorar a su amigo para centrarse en su tía. Esta le mandó una mirada de pena, arrepentida por haberlo ofendido―Es que... como te dije, mi padre es difícil de tratar. Deja que yo hable con él, por favor.

Kiochi accedió a su petición, sintiéndose un poco aliviado por no tener que lidiar con el supuesto temperamento del hombre. Natsuo sacó su llavero de uno de los bolsillos de su chaqueta, buscando la llave correspondiente para introducirla en la puerta.

Al entrar al recibidor, todos soltaron un suspiro al sentir el repentino y placentero cambio de temperatura. Boruto se quitó velozmente el par de suéteres que cargaba encima, guindándolos en el pechero antes de reunirse con los demás.

La decoración de la casa era mucho más simple y aburrida de lo que esperaban. Las paredes no contaban con ningún cuadro o color extravagante que les diera vida, eran simplemente blancas. El piso de madera relucía gracias a la luz de la lámpara, mostrando así lo limpio que estaba.

Vaya, que lugar tan-...―Kiochi cortó sus palabras al escuchar unos pesados pasos que se acercaban, haciendo que tragara saliva antes de esconderse detrás de Natsuo.

Sus amigos lo imitaron con disimulo, sintiéndose intimidados con el simple sonido de las pisadas del hombre. Aquel sonido se fue desvaneciendo, y al tener la vista obstruida por el cuerpo de su tío, Kiochi se colocó de puntillas para observar sobre su hombro.

Casi se cae de espaldas al ver la enorme figura imponente de su abuelo. Este, a pesar de tener sus años, se veía bastante fresco y en buena forma, haciendole honor a su título de héroe. Todos los comentarios que había escuchado sobre su mal carácter tomaron sentido al ver la expresión en su rostro, la cual no era para nada gentil.

¿Quienes son estos mocosos? No quiero extraños aquí.―habló, soltando un corto gruñido al finalizar.

Su tono de voz era bastante grueso y pesado, lo cuál era muy predecible a juzgar por su aspecto físico. En otra situación, Kiochi se hubiera presentado a si mismo como solía hacerlo normalmente, contándole la verdad en el proceso.

Pero esta vez no tenía muchas ganas de hablar.

Fuyumi embozó una sonrisa ladina, ignorando su pregunta para acercarse a saludarlo. El hombre recibió su abrazo con algo de vergüenza, desviando la mirada para disimular un poco.

¿Como estás, papá?―pregunta dulcemente, colocando sus manos en los brazos del hombre.

Bien ―responde con poco interés, clavando su mirada nuevamente en los tres jóvenes―. ¿Que hacen ellos aquí?

―Hola.―saluda también Natsuo, ignorando la pregunta de su padre.

Este ya estaba empezando a perder la paciencia, creyendo que se estaban burlando de él. Se deshizo del agarre de su hija, pasándola de largo para acercarse a los chicos.

Boruto se atragantó con su propia saliva cuando los ojos del hombre se posaron en él, desatando una fuerte y escandalosa tos. Enji frunció el ceño, analizando rápidamente los rasgos faciales del muchacho.

Una de sus virtudes era sin duda, su maravillosa memoria. No tardó mucho en conectar al joven con aquel escandaloso muchacho que irrumpió en su vida años atrás, haciendo que se desencajara un poco al no comprender la situación.

No...―murmuró anonadado, dando un paso hacía atrás por la impresión, pero sin despegar sus ojos del pequeño Uzumaki―, tú otra vez no, por favor.

Ahora los papeles se habían invertido. Enji parecía estar asustado por volver a revivir todo lo que tuvo que soportar con Naruto, mientras Boruto empezaba a recuperar la compostura al percibir el repentino cambio de actitud del hombre.

Papá...―lo llama Fuyumi, acercándose cautelosamente a él.

Sácalo de aquí antes de que sea demasiado tarde ―ordena, adoptando nuevamente su característico semblante―. No se que habrá pasado para que esté enano ahora, pero no lo quiero aquí. Estoy demasiado viejo para esto, ahora le toca a Edgeshot.

Kiochi no pudo evitar soltar una risita al notar que, nuevamente, habían confundido a Boruto con el séptimo. Aquel sonido llamó la atención del héroe, quien inmediatamente clavó sus ojos en él.

Como acto de reflejo, Kiochi se escondió detrás de Natsuo nuevamente, tratando de evitar la mirada del hombre. Pero este no despegaba sus ojos de él, haciendo que su estomago volviera a revolverse por los nervios. Enji sentía que el chico tenía cierto aire familiar, pero esta vez su memoria no lo ayudó lo suficiente para resolver sus dudas.

Dio un par de pasos al frente para acercarse más al muchacho, sin despegar sus intensos ojos de su rostro. Con cada paso que él daba, Kiochi hacia lo mismo pero retrocediendo, hasta que su espalda chocó contra la puerta.

Sus manos empezaron a sudar, mientras su cuerpo se helaba al ver como el, antes pequeño, bigote de fuego del hombre se iba haciendo más grande a causa de su malhumor. Esta vez no pudo controlar sus nauseas, e inmediatamente se llevó una mano a la boca mientras se giraba para que nadie lo viera.

No puede ser...―murmuró Boruto perplejo, observando como su amigo expulsaba sin pudor alguno sus últimas comidas ingeridas.

Endeavor curvó una enorme mueca, mientras un tic nervioso se hacía presente en su ojo izquierdo. Un mocoso desconocido estaba vomitando en el pulcro piso de su entrada, ensuciando sin vergüenza todo a su paso.

Maldito... niño de mier-

―¡Papá!―lo interrumpió Fuyumi, pasándolo de largo para acercarse a su sobrino. Antes de llegar junto a él, su mirada cayó sobre su hermano, el cual estaba muy concentrado grabando toda la escena―. ¡Deja eso!

Mitsuki se acercó con rapidez para reconfortar a su amigo. Colocó una mano sobre su espalda mientras observaba sin asco alguno como terminaba de expulsar todo. Cuando empezó a reincorporarse, lo apoyó en su cuerpo para estabilizarlo, mientras lo ayudaba a caminar para que se alejara de todo ese desastre.

Por lo menos no fue en mi auto.―suspiró Natsuo, presionando la pantalla de su celular para terminar el video.

Fuyumi se encargó de limpiar todo nuevamente, llevándose a su padre consigo para asegurarse de que no asesinara a Kiochi en su ausencia. Este último se quedó sentado en un sofá de la sala, sintiéndose profundamente avergonzado por aquella espantosa escena.

La relación con su abuelo no estaba pintando muy bien hasta ahora.

Vaya, Kiochi... si así fue con tu abuelo, me imagino que te cagaras encima cuando conozcas a tu padre.―se burla Boruto, colocando sus manos debajo de su nuca mientras observaba al chico con una sonrisa.

Kiochi frunció las cejas, apoyando sus codos sobre sus rodillas para cubrir su rostro con sus manos―Me quiero morir...―murmuró, pero sus palabras fueron ahogadas por sus manos.

Mitsuki lo observó con empatía, colocando su mano sobre el hombro contrario antes de darle un ligero apretón―Tranquilo, a cualquiera puede pasarle.

―Tiene razón ―suspira Natsuo, tomando asiento junto a Boruto―. ¿Quieres ver el video otra vez?―le susurra al rubio, el cual asintió repetidas veces.

Fuyumi ingresó tranquilamente a la sala, siendo seguida por un malhumorado Enji. El hombre trató de ignorar por un momento la presencia de aquel desagradable chico de cabello extraño, centrando su atención en el pequeño rubio.

Ya tendría tiempo para desquitarse con el otro. Ahora mismo su curiosidad le ganaba a su furia.

Naruto-...

No es Naruto, papá ―aclara la albina, tomando delicadamente el brazo de su padre. Este se relajó notoriamente, suspirando en voz baja―. Es su hijo.

Eso era mucho peor.

Sácalos de aquí.―ordena nuevamente, frunciendo el ceño. Tal vez sonaba un poco inmaduro, pero poco le importaba.

Su hija exhaló irritada, aumentando considerablemente la fuerza de su agarre. Ni siquiera habían tocado el tema de Kiochi aún, y ya se estaba empezando a comportar como un idiota.

Créeme, Boruto es lo de menos ahora.―masculla, dejándolo insatisfecho por su falta de información.

¿A que te refieres?―pregunta, tratando de disimular su interés.

Sabía, por la mirada y tono de voz que empleó su hija, que se trataba de algo serio e importante. Tampoco dudaba mucho de que aquello le ocasionaría problemas, ya que la presencia de ese mini Naruto era el equivalente a un mal presagio para él.

Esperen aquí, nosotros conversaremos arriba.―musita la mujer, dirigiéndose a los jóvenes sentados en el sofá.

Kiochi la observó con las cejas fruncidas, dudando en si era o no lo mejor dejarla sola junto a ese gigante. Al notar su mirada, Fuyumi le sonrió con seguridad, haciendo que sus dudas se desvanecieran por completo.

Podía confiar en ella para esto.

Espero que les haya gustado el cap uwu

Ay, extrañaba a Enji :')

💟No olviden votaaaar

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro