˗ˏˋ 016 ˎˊ˗
━━━━━━ Capítulo dieciséis ━━━━━━━━
======= :Convivencia: =======
Kiochi frunció los labios, notoriamente incomodo. Fuyumi no despegaba sus ojos de él, observandolo como si fuera una especie de fantasma. Ya llevaba alrededor de tres minutos pasmada sin moverse, su mente estaba muy ocupada analizando toda la situación como para ordenarle a su cuerpo que reaccionara, y eso le estaba infundiendo algo de temor al joven.
―¿Y... las galletas dónde están?―cuestiona tímidamente. Tenía la esperanza de poder aligerar un poco el ambiente con su tonta pregunta, y sorpresivamente lo logró.
Rei, a diferencia de Fuyumi, no parecía entender en absoluto la situación. Prefirió mantenerse serena mientras ellos aclaraban todo el asunto, y con una sonrisa se acercó al joven, tendiéndole la bandeja de bocadillos.
―¡Genial, esta tiene forma de shuriken!―exclama Boruto, completamente ajeno a la situación. Con felicidad tomó todas las galletas que tenían forma de estrella, dejándole las redondas a sus amigos.
A pesar de haberlas pedido él, Kiochi no tomó ninguna galleta, ya que ahora mismo lo que menos quería era comer. Le mandó una mirada suplicante a Midoriya, pidiéndole silenciosamente que lo ayudara un poco.
―Eh... Fuyumi-san ―balbucea el peliverde, dándole un par de toquecitos a su hombro. La albina tragó duro antes de observarlo de reojo, esperando a que le explicara todo nuevamente―. Se que es difícil de aceptar, incluso para mi, y eso que no es mi hijo ―una torpe risa se escapó de sus labios, la cual cesó casi inmediatamente―. Pero lo que te digo es cierto, este chico es hijo de Todoroki-kun.
Rei entreabrió los labios sorprendida, a la vez que posaba sus ojos en Kiochi. Cuando se presentó en la puerta, no pudo evitar pensar momentáneamente que se parecía un poco a Shoto, pero ese pensamiento desapareció inmediatamente al no encontrarle sentido alguno. Su hijo escasamente solía ser afectivo con sus parejas, y hasta el sol de hoy juraba que seguía siendo virgen.
Pero tal parece que no.
Un poco insegura se acercó más al joven, levantando las manos para tomar las suyas. El chico frunció el ceño confundido, sin entender el porqué de su repentino tacto.
―¿Cual es tu quirk?―musita, observandolo con las cejas fruncidas. Si en realidad era su nieto, debió heredar alguna singularidad parecida a la de su padre, y con su respuesta lograría aclarar todo este asunto.
―Mi... ¿que cosa?―cuestiona confundido, haciendo una pequeña mueca.
―Creo que se refiere a tu Kekkei genkai.―interviene Mitsuki con la boca llena de galletas. Kiochi alzó las cejas, comprendiendo inmediatamente.
―Ah, es hielo. Puedo congelar cosas ―con delicadeza se deshizo de su agarre, colocando su mano sobre el brazo de Boruto antes de activar su poder. El rubio soltó una exclamación sorprendido al sentir como su brazo empezaba a cubrirse con una fina capa de hielo, causándole una sensación bastante desagradable―. Genial, ¿no?
―¿¡Que te pasa!? ¡Quítame eso!―se queja, agitando inútilmente su brazo.
―Lo siento viejo, no tengo un kekkei genkai de fuego ―suspira, encogiéndose de hombros―. Ve afuera y que te descongele el sol.
―Está lloviendo.―apunta a la ventana Mitsuki, haciendo que todos giraran su vista.
Efectivamente, una fuerte llovizna acababa de empezar, y no hacía falta salir para verificar que el cielo estaba completamente nublado.
Midoriya se llevó a Boruto a la cocina para descongelarlo con algún encendedor, aunque en realidad utilizó eso como excusa para abandonar la sala. Mitsuki también se fue con ellos, dándole más privacidad a su amigo para que conversara con las mujeres. Ahora si, ambas observaban pasmadas al Uchiha, sin saber como reaccionar a esta repentina noticia.
Fuyumi agitó la cabeza, observando al joven con el ceño fruncido―¿Cuantos años tienes?
―Catorce y medio. Saque sus cuentas si quiere, todo cuadra.―responde, fastidiado por responder las mismas preguntas cada vez que conocía a alguien en este mundo. Fuyumi sacó la cuenta mentalmente, haciendo una mueca al conseguir su resultado.
―Tu... ¿tienes el Sharingan? Enséñamelo.―pide, acercándose más a él. Kiochi asintió, ensanchando un poco sus ojos al activar el doujutsu.
El oxígeno abandonó momentáneamente los pulmones de Fuyumi al ver los intensos orbes rojos del muchacho. Ya no le quedaban dudas, ese chico definitivamente estaba diciendo la verdad.
―¿Eso es todo o también quiere mi acta de nacimiento?―pregunta con diversión, tratando de cortar la palpable tensión en el ambiente.
―¿La tienes?―cuestiona la mujer, pestañeando varias veces. Kiochi frunció los labios, negando lentamente.
―No... pero supongo que debí traerla...―murmura avergonzado, rascando su nuca. En ningún momento se le cruzó por la cabeza empacarla, ya que no pensó que alguien dudaría de su palabra.
Fuyumi suspiró pesadamente, bajando la mirada antes de caminar hacía el sofá y tomar asiento. Se sentía sumamente sorprendida y agobiada por toda esa repentina información. Jamás en su vida llegó a imaginar que conseguiría un sobrino por parte de Shoto, y ahora resulta que tiene uno desde hace más de catorce años.
Le daba dolor de cabeza tan solo imaginar la reacción de su pobre hermanito al enterarse, y ni hablar del escandalo que seguramente montaría su padre. Se sintió un poco mal por el joven, pues no le costó mucho darse cuenta de lo decepcionado que estaba por su insípida reacción.
―Lo siento...―suspiró nuevamente, observandolo con pena. Él hizo un ademán con su mano, aunque no entendía el porqué de su disculpa―. ¿Cuál era tu nombre, cariño?
―Kiochi...―susurró, para seguidamente aclarar su garganta―. Usted es Fuyumi-san, ¿no?
La mujer asintió, regalándole una leve sonrisa. Desvió la mirada en busca de su madre, y no pudo evitar ensanchar su gesto al verla. Estaba observando embelesada al chico, como si de un ángel se tratara. No le sorprendía mucho su reacción, ya que esa misma expresión fue la que mostró cuando cargó por primera vez a su único nieto, y constantemente solía insistirle para que le diera otro.
«Bueno, aquí lo tienes...» suspiró internamente, aliviada por no tener que soportar nuevamente los terribles dolores del parto.
―Puedes llamarme Fuyumi solamente, Kiochi-kun ―el muchacho sonrió ampliamente, emocionado―. Mamá... huh-
―Me puedes contar la historia luego ―la corta, levantando una de sus manos―. Lo importante ahora es... ¿en serio eres hijo de mi Shoto?―pregunta dirigiéndose al chico, el cual asintió lentamente.
―Pues... eso parece, ¿no?―sonríe, rascando su brazo nervioso―. Supongo que es difícil para ustedes aceptarme, y entiendo si no me quieren-...
―¡No, no ,no! ¡Nunca dijimos eso!―se apresura en hablar Rei, negando frenéticamente con sus manos. Kiochi torció los labios, observando como la señora se acercaba a él para acariciar con suavidad su mejilla. Se tomó el tiempo de apreciar cada facción de su rostro, y no pudo evitar sonreír cuando los recuerdos de su pequeño hijo le llegaron a la mente―. Eres muy lindo, te pareces mucho a mi Shoto.
Él sonrió avergonzado, sintiendo como sus mejillas empezaban a calentarse. Le hubiera gustado que lo recibieran así desde un principio, pero mejor tarde que nunca.
―Yo también lo quiero ver...―balbucea Fuyumi, levantándose torpemente del sofá para acercarse a ellos. Observó al chico de pies a cabeza, haciéndolo sentir nervioso―. ¿Cuanto mides?
―Un metro sesenta y ocho, soy más alto que mamá ―contesta orgulloso, para luego darle un rápido vistazo a las mujeres―. Y también soy más alto que ustedes.
Ambas rieron por su comentario, invitándolo a tomar asiento para que pudieran conversar más cómodamente. Al hacerlo, ni siquiera lo dejaron respirar por un momento cuando ya habían empezado a bombardearlo con preguntas sobre su vida personal. Él no tuvo problemas es responder cada una de ellas, y tenía la esperanza de que con eso lograran crear aunque sea un pequeño lazo familiar.
―¿Naruto es el líder de la aldea? ¡Que bueno!―exclamó Fuyumi contenta, sonriendo ampliamente. Kiochi asintió, devolviéndole el gesto.
―También tiene una esposa y dos hijos. Uno de ellos es el fenómeno que está en la cocina.―bufa, refiriéndose a Boruto. La señora lo observó con curiosidad, ladeando la cabeza.
―¿No te agrada?―pregunta, dejándolo momentáneamente inmóvil.
Su relación con Boruto había mejorado considerablemente desde que el rubio se ofreció a ayudarlo. Si no fuera por él, seguramente no estaría aquí sentado con estas maravillosas mujeres, y tampoco se hubiera armado de valor para empezar a investigar sobre su padre. Aunque ambos seguían peleando igual que antes, ahora solo lo hacían por diversión y no porque en realidad se odiaran.
Pero desgraciadamente, aún le costaba admitir en voz alta que si le caía bien.
―Huh... ¿y no tengo primos o algo así?―ríe torpemente, tratando de cambiar el tema de conversación. Fuyumi ensanchó los ojos preocupada, levantándose abruptamente del sofá.
―¡Deje a mi bebé solo arriba!
Kiochi parpadeó perplejo. Nunca antes había visto a alguien correr a tanta velocidad sin ser un ninja.
―E-Es una buena madre.―sonríe Rei, tratando de cubrir a su despistada hija. Kiochi se encogió de hombros, haciendo un ademán con su mano.
―No se preocupe, una vez pasé toda la noche en la academia porque a mi mamá se le olvidó recogerme ―suspira, recordando con amargura aquella oscura noche―. Y hablando de madres... ¿el señor Endeavor dónde está?
Rei trató de sonreír, pero una mueca de incomodidad fue todo lo que consiguió mostrarle al joven―Él... no vive con nosotras.
―Si, me di cuenta ―murmura―. ¿Donde vive?―vuelve a preguntar, observándola con una ceja alzada.
La señora se levantó temblorosamente del sofá, haciendo que el chico la observara confundido―¿Te parece si vamos a que conozcas a tu primo?―sonríe, tratando de cortar aquel tema.
Le gustaría poder contestarle, pero por su salud mental, lo mejor sería que no conversaran más sobre Enji. Hace apenas cinco años le dieron de alta en el hospital, y su estabilidad actual se debía en gran parte a la ausencia del hombre. Aunque ya se sentía bien, aún se le hacia bastante complicado hablar sobre su ex-marido, y no quería que Kiochi notara su incomodidad.
Por suerte, el chico asintió repetidas veces. La idea de conocer a otro familiar lo emocionó tanto que logró distraerlo de su objetivo principal.
―Huh... ¿los bebés aquí nacen así de grandes? Debió ser doloroso.―hace una mueca, colocando sus manos sobre los costados del infante para elevarlo del suelo.
El pequeño castaño sonrió encantado, levantando sus brazos para que lo alzaran más alto. Kiochi lo observó con los ojos entrecerrados, tratando de buscarle algún parecido con su tía. Sus rasgos fáciles y color de cabello eran completamente diferentes a los de la familia Todoroki, y la única similitud que logró encontrar fue el color grisáceo de sus ojos.
Fuyumi rio, negando con la cabeza―Tiene tres años, pero ya sabes como son las madres... los hijos siempre serán bebés para nosotras.
―Mi mamá me dejó una semana varado en un bosque para que aprendiera a sobrevivir por mi cuenta...―masculla, dejando nuevamente al niño en el suelo.
Este hizo un puchero enojado, pero inmediatamente olvidó su disgusto al encontrarse con sus juguetes regados por el suelo.
―Oh, bueno... ya estás grande, no debió ser tan complicado para ti.―rasca su nuca incomoda, sonriendo forzosamente.
―Tenia cinco años, pero bueno...―suspira, bajando la mirada para observar al niño―. ¿Como se llama?
―Ryo Oshiro. Su padre es compañero de trabajo de tu tío Natsuo.―responde, alejándose para tomar un marco de fotos que reposaba sobre la mesita de noche.
En la fotografía salía un hombre, físicamente idéntico al pequeño que jugaba inocentemente en el suelo, junto a su esposa e hijo. Parecían estar en una especie de teatro, y a juzgar por el titulo que sostenía el sujeto, supuso que era un recuerdo de su graduación o algo parecido.
―Hmm... Deku me dijo que tengo dos tios ―comenta, a lo que ella asintió―. ¿Que hacen ellos?
Rei sonrió, emocionada por responder su pregunta. Se sentía muy orgullosa de los logros de sus hijos, y le encantaba hablar sobre ellos―Natsuo es un excelente doctor, trabaja en el hospital central de Musutafu.
―¿Y el otro?―cuestiona, haciendo que la sonrisa de la mujer se borrara lentamente.
―Touya... es un villano, está encerrado en prisión.―susurra incomoda, frunciendo tristemente el ceño.
Kiochi ensanchó los ojos, definitivamente no se esperaba algo como eso. Hasta donde sabía, su padre era uno de los mejores heroes del país, y su otro tío se ganaba la vida ayudando a otros. Le parecía sumamente extraño que el otro hermano fuera una mala persona.
―¿Quién fue el bastardo que lo metió ahí?―cuestiona enojado. No le habían contado la historia del hombre, pero supuso por cuenta propia que estaba encarcelado injustamente.
―Huh... fue tu padre, en realidad ―contesta Fuyumi, frunciendo los labios. Kiochi se quedó pasmado un par de segundos, sin saber que pensar o decir al respecto―. Es una larga historia, pídele a Shoto que te la cuente cuando se conozcan.
Con eso dejaran atrás aquel tema, conversando ahora sobre algunas anécdotas familiares. Kiochi se sentía en el cielo ahora mismo, cada segundo que pasaba junto a ellas fortalecía la relación entre los tres, y le alegraba mucho saber que era bien recibido en la familia.
Seguramente Endeavor también se tomaría la noticia de buena manera.
―Oh, ¿quieres ver fotos de Shoto? Tengo un álbum exclusivo de él.―cuestiona Fuyumi emocionada, con intenciones de acercarse a su closet para buscar dicho álbum.
Se sorprendió cuando el joven se interpuso en su camino, negando con la cabeza―Me lo puedes mostrar luego, quiero ver su rostro por primera vez en la vida real.―murmura, a lo que ella asintió.
―Hablando de eso... creo que Shoto está en una misión ahora, tardará un poco en volver.―hace una mueca, ladeando un poco su cabeza.
Kiochi se sobresaltó un poco, recordando al fin el motivo principal de su visita. Debía preguntarle a Fuyumi la ubicación de Endeavor, pero a juzgar por la reacción de su abuela al tocar el tema, parece que es algo delicado.
Observó a la señora de reojo, encontrándola muy entretenida jugando con Ryo. Aprovechó su distracción para acercarse más a Fuyumi, y así poder susurrarle su pregunta―Cierto... ¿podrías decirme donde vive End... mi abuelo?
―Huh... es algo complicado de entender para una persona que no es de aquí, mejor te llevaré yo misma mañana.―propone. Kiochi sonrió ampliamente, asintiendo repetidas veces mientras le agradecia.
Decidieron bajar nuevamente a la sala, para que así todos pudieran presentarse como era debido. Fuyumi no paraba de hablar sobre lo sorpresivamente idénticos que eran Naruto y Boruto, mientras Rei se dedicaba a conversar amistosamente con Mitsuki sobre temas triviales.
―Parece que todo salió bien... por ahora.―suspira Midoriya, observando aliviado como todos congeniaban sin problema.
El sonido de la puerta principal abriéndose hizo que todos pararan de hablar, desviando la atención al hombre que ingresaba tranquilamente a la sala. Se detuvo abruptamente al encontrarse con tres jóvenes desconocidos junto a su hermana y madre, lo cual lo dejó bastante desconcertado.
―¿Ryo está cumpliendo años y nadie me dijo?―pregunta, acercándose a todos mientras analizaba a los jóvenes con la mirada. Detuvo su andar cuando sus ojos se posaron en Kiochi, y tuvo que apretar los labios para no soltar una carcajada―¿Quién es este niño tan feo? Se parece a Shoto.
Boruto empezó a reír fuertemente, siendo acompañado por el inmaduro hombre que emitió aquel comentario. El Uchiha frunció el ceño ofendido, aguantándose las ganas de congelar a Boruto nuevamente.
―Si te digo te va a dar un infarto...―murmura Fuyumi, sonriendo levemente.
―Con que no sea mi hijo, todo bien ―suspira, acercándose a las mujeres para saludarlas correctamente. Alzó la mano para estrecharla con la de Midoriya, y este aceptó su gesto con una sonrisa nerviosa―. Entonces, ¿quienes son?
Rei inhaló profundamente, pensando en como explicarle la situación sin que reaccionara de mala manera. Sabía que seguramente se lo tomaría con humor, y no quería que emitiera algún comentario irrespetuoso que pudiese ofender a Kiochi, así que debía ser cautelosa con sus palabras.
―Soy hijo de tu hermano ―la señora ensanchó los ojos al escuchar la voz de Kiochi, el cual observaba fijamente a Natsuo para no perderse su reacción―. De Shoto, para ser más especifico.
El albino soltó una risa nasal, sonriendo con burla―¿Y quién es tu madre?, ¿Midoriya?―cuestiona sarcásticamente, haciendo que el peliverde abriera la boca ofendido. Fuyumi le dio un golpe en el brazo, reprendiéndolo silenciosamente―Ya, pensé que estábamos contando chistes.―refunfuña, alejándose de la mujer.
Rei suspiró cansada, esto era exactamente lo que se temía―Natsuo, este jovencito es hijo de tu hermano. Así que por favor trátalo bien.―masculla lo último, mandándole una mirada de advertencia.
Natsuo abrió la boca sorprendido. Su madre no era la clase de persona que mentía o hacía bromas, así que seguramente lo estaba diciendo en serio―No puede ser... ¿quién se cree que es ese idiota para ocultarnos a su hijo por tanto tiempo?―gruñe, sintiéndose profundamente indignado.
―Él no lo sabe.―rueda los ojos Fuyumi.
Ahora estaba aún más confundido. Desvió la mirada para observar al chico, pidiéndole que le explicara la situación―P-Pues... soy hijo de Sasuke Uchiha.
Él frunció el ceño, tratando de recordar quien era esa persona―¿Esa chica malvada que pasó navidad con nosotros hace años?―le pregunta a Fuyumi, la cual asintió incomoda. Natsuo hizo una mueca horrorizado, mandándole una mirada de pena al joven―. Uy, pobre de ti.
Kiochi bufó enojado, no le hacía gracia que hablaran así de su madre. Estaba por reclamarle al hombre por aquello, pero este volvió a hablar―Un momento, eso significa que... ¿¡Shoto no es virgen!?―exclama, llevándose una mano a la frente por la impresión―. Y te ves bien grande, así que seguramente la perdió en su adolescencia. Lo que significa que yo la perdi-...
―A nadie le interesa cuando perdió su virginidad, señor.―masculla Boruto, observandolo con desagrado.
Natsuo frunció el ceño, pero suavizo su semblante al detallar mejor el rostro del muchacho―No puede ser... tu eres hijo de... ese otro chico que no recuerdo como se llama.
―Naruto.―susurra Fuyumi, a lo que él chasqueó sus dedos.
―¡Naruto!―sonrió, recordando con algo de dificultad algunos momentos que pasó junto al rubio. Desvió su mirada hacia Mitsuki, ladeando la cabeza confundido―. ¿De quién eres hijo tú? Pareces un gatito gigante.
―¡Eso mismo pienso yo!―expresó Kiochi, acercándose al hombre mientras levantaba su mano―. Mi nombre es Kiochi Uchiha, pero puedes decirme sobrino o... mejor no, suena algo raro.―hace una mueca, y él aceptó su gesto con algo de incomodidad.
―Esto es raro, jamás pensé que seria tío...―murmura, bajando la mirada. Fuyumi pestañeó perpleja, abriendo la boca indignada.
―¡Tienes a Ryo!―lo apuntó enojada, a lo que él alzó las cejas sorprendido.
―Ah, cierto. Como no habla mucho a veces olvido que existe ―rasca su nuca nervioso, esquivando la mirada asesina de su hermana―. Y... ¿cuándo planean decirle a Shoto? Si les da miedo puedo hacerlo yo, he pasado por algo similar así que puedo ayudarlo.
―¿Ha pasado por algo similar a esto?―cuestiona Mitsuki con curiosidad.
―Sip, cuando era un adolecente me compré una tortuga, pero luego de algunos meses desapareció misteriosamente. No volví a verla, hasta que hace dos años mientras limpiaba mi habitación la encontré dentro del closet, no se como sobrevivió tanto tiempo, pero el punto es que ahora somos felices los dos ―sonríe, colocando una mano sobre el hombro de Kiochi―. Si tienes suerte, tal vez te pase lo mismo a ti.
«¿En serio está comparando mi vida con la de su tortuga? Que tipo tan extraño» hizo una mueca, observandolo de reojo.
―Huh, yo mismo se lo diré... mañana iré a buscarlo.―murmura, deshaciéndose disimuladamente de su agarre.
―¿Eh?, ¿tan rápido te vas? Puedes quedarte más tiempo, Shoto vendrá a visitarnos apenas vuelva.―ofrece Rei, observandolo con las cejas fruncidas.
No quería dejarlo ir tan pronto, ya le había hecho ilusión tener a un mini Shoto rondando por su casa. Quería convivir más tiempo con él, conocerlo mejor y hacer que se sintiera como un verdadero integrante de la familia. Pero debió suponer que el joven estaría más ansioso por conocer a su padre, así que tendría que esperar a que ambos volvieran a casa juntos.
―Hmm, no me queda mucho tiempo, perdón.―susurra el chico apenado. A él también le gustaría pasar más tiempo con todos ellos, pero no sabía cuanto le tomaría encontrar a su padre, y debía partir lo más pronto posible.
Natsuo abrió la boca asustado, acercándose más a él para tomarlo por los hombros―¿Cómo que no te queda mucho tiempo?, ¿estás enfermo? Dime que tienes, soy doctor.―habla rápidamente, observandolo con preocupación.
Boruto hizo una mueca desencajado, alzando una ceja «Sip, Kiochi definitivamente es parte de esta familia de raritos»
Espero que les haya gustado el cap uwu
Ya estamos llegando a mi parte favorita asdfghjkl kemoción
💟 No olviden votaaaar
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro