Three
Park Amy llegó al hospital y se dirigió a la habitación de Namjoon. La manager de Namjoon la estaba esperando en la puerta. Le sonrió y le dio la bienvenida.
- Hola, Park Amy -dijo la manager-. Me alegro de que hayas venido.
- Hola -dijo Amy-. Gracias por invitarme.
- No hay de qué -dijo la manager-. Estoy muy contenta de que hayas aceptado nuestra propuesta. Eres la mejor opción para Namjoon.
- Gracias -dijo Amy, sonrojándose-. Espero estar a la altura.
- Lo estarás -dijo la manager-. Confío en ti.
La manager abrió la puerta y le hizo un gesto a Amy para que entrara. Amy respiró hondo y entró en la habitación. Allí estaba Namjoon, sentado en la cama, con un monitor que medía sus signos vitales. Tenía el pelo negro y los ojos marrones, y llevaba una bata blanca y un pijama azul. Estaba leyendo una revista, pero al ver a Amy, levantó la vista y le sonrió. Amy sintió un cosquilleo en el estómago. Namjoon era más guapo en persona que en las fotos.
- Hola, Park Amy -dijo Namjoon, con una voz grave y dulce-. Me alegro de verte.
- Hola, Kim Namjoon -dijo Amy, con una voz nerviosa y tímida-. Yo también me alegro de verte.
- Por favor, llámame Namjoon -dijo Namjoon-. No hace falta que seas tan formal.
- Está bien, Namjoon -dijo Amy-. Entonces, tú también puedes llamarme Amy.
- De acuerdo, Amy -dijo Namjoon-. Es un nombre bonito.
- Gracias -dijo Amy-. El tuyo también.
Los dos se quedaron mirando unos segundos, sin saber qué decir. La manager rompió el silencio.
- Bueno, os dejo solos -dijo la manager-. Tengo que hacer unas llamadas. Amy, si necesitas algo, avísame. Namjoon, cuida bien de tu médico personal. Nos vemos luego.
La manager salió de la habitación y cerró la puerta. Amy y Namjoon se quedaron solos. Amy se acercó a la cama y se sentó en una silla junto a Namjoon. Le tomó el pulso y le miró los ojos.
- ¿Cómo te sientes? -preguntó Amy.
- Mejor -respondió Namjoon-. Gracias a ti.
- No hay de qué -dijo Amy-. Solo hice mi trabajo.
- No solo hiciste tu trabajo -dijo Namjoon-. Me salvaste la vida. Eres una heroína.
- No soy una heroína -dijo Amy-. Soy una estudiante.
- Una estudiante muy talentosa y valiente -dijo Namjoon-. Y muy bonita.
Amy se sonrojó aún más. No esperaba que Namjoon le hiciera un cumplido tan directo. No sabía cómo reaccionar.
- Gracias -balbuceó Amy-. Tú eres muy... muy...
Amy no pudo terminar la frase. Se quedó sin palabras. Namjoon le cogió la mano y se la apretó suavemente.
- Soy muy... ¿qué? -preguntó Namjoon, con una sonrisa pícara.
Amy sintió que el corazón le latía más rápido. Quería decirle que era muy guapo, muy inteligente, muy simpático, muy especial. Pero no se atrevió. Temía que fuera demasiado pronto, demasiado fuerte, demasiado raro.
- Eres muy... famoso -dijo Amy, con una risa nerviosa.
Namjoon soltó una carcajada. Le pareció graciosa la respuesta de Amy. Le gustó su sinceridad y su inocencia.
- Eso es cierto -dijo Namjoon-. Soy muy famoso. Pero eso no me hace feliz.
- ¿No? -preguntó Amy, sorprendida.
- No -dijo Namjoon-. Ser famoso tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. No tengo privacidad ni libertad. No puedo hacer lo que quiero ni con quien quiero. Siempre estoy rodeado de gente, pero me siento solo. Y encima tengo esta enfermedad que me limita y me duele.
Namjoon suspiró y bajó la mirada. Amy se sintió triste al verlo así. Quiso consolarlo, pero no supo cómo.
- Lo siento -dijo Amy-. Debe ser muy duro.
- Lo es -dijo Namjoon-. Pero no te preocupes. No quiero que te sientas mal por mí. Tú eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo.
- ¿De verdad? -preguntó Amy, incrédula.
- Sí -dijo Namjoon-. Desde que te vi en el quirófano, sentí algo especial por ti. Me gustó tu forma de ser, tu forma de actuar, tu forma de mirar. Me transmitiste confianza y seguridad. Me hiciste sentir vivo.
Namjoon levantó la cabeza y le clavó los ojos a Amy. Amy se quedó hipnotizada por su mirada. Namjoon se acercó a ella y le acarició la mejilla.
- Me gustas, Amy -dijo Namjoon-. ¿Te gusto yo?
Amy no pudo responder. Estaba demasiado emocionada y confundida. Namjoon se lo tomó como un sí y se inclinó para besarla. Amy no se resistió. Se dejó llevar por el momento y le devolvió el beso. Los dos se fundieron en un beso apasionado y tierno, que les hizo olvidar todo lo demás. Solo existían ellos dos, y su corazón latiendo al unísono.
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