El joven matrimonio se quedó hablando de la casa hasta tarde. El sol cayó y no dejaban de tener más y más ideas de la decoración y demás.

Cuando volvieron al auto no dejaban de ser melosos y románticos uno con el otro. Ya hasta parecían sacados del mundo de los Teletubbies. Pero no había que equivocarse, eran Alexis y Alejandro, el matrimonio más activo en cuanto lo sexual. De alguna forma terminaron contra el auto besándose como locos. Con la puerta del atrás del auto abierta comenzaron a hacer de las suyas.

Alejandro no quería que Alexis le tocara de la misma forma asquerosa en la que él le iba a tocar. Estuvo todo el día trabajando y aún no se duchaba, pero no quería matarle la erección que ya tenía su esposo.

Entre los húmedos besos de lengua el menor se separó para besar con hambre el cuello de el contrarío, se debía decir que olía delicioso. En ningún momento detuvo su mano que frotaba y masajeaba la entrepierna de el de greñas, se veía que lo estaba amando.

"Alexis." Llamó Alejandro entre suaves suplicas.

"¿Sí?" Susurró el chico en respuesta.

"Puedo..." suspiró un poco sintiendo la humedad en la ropa interior de Alexis al meter su mano bajo sus pantalones. "Quiero grabar como te complazco." Dijo. "Por favor." Rogaba mirándole con ojos llenos de amor y lujuria.

"Pero— ¿Ahora?" Gemía. "No es el mejor momento ni lugar. Es— es inapropiado."

"Nene.." la risa picara y baja que salió de la garganta de Alejandro puso a Alexis aún más duro. "Estamos fajando en mitad de la nada a las tantas de la noche... Este es el momento más apropiado para eso." Se pudo ver como se relamía de tan sólo pensarlo. Le prendía demasiado pensar en su fetiche volviéndose algo real.

"Pero..." un gemido propio le interrumpió cuando sintió la mano ajena jugando sobre su erección, tuvo que asentir. "Bien." Igual, Alex tenía razón.

[...]

El celular de Alex estaba colocando y apoyado perfectamente grabando desde abajo cada cosa que sucedía con un buen ángulo. A pesar de ser oscuro se podía deducir en la cámara lo que sucedía.

Alejandro se separó tan pronto deshizo los pantalones de su esposo, no esperó para bajarlos. Por otro lado, allí estaba Alexis, expuesto, grabado y cegado por el placer. Alex era muchas cosas y una de estas era ser un genio con su boca. Tan pronto introdujo el miembro de el mayor en su boca este rodó los ojos agarrandose del auto y mordiéndose los labios.

La boca del pálido parecía succionar y lubricar todo, volvía loco al mayor. Cuando sus manos se vieron incluidas sintió escalofríos. Alex se apartó un segundo y con su mano recolectó toda esa saliva para frotar sus dedos contra la entrada de Alexis haciendo que soltara un gemido tan agudo que parecía de mujer. La otra mano del menor jugaba con sus testículos frecuentemente dejándole sin aliento.

En la cámara se podía ver como el chico de greñas frecuentemente se mordía los labios rodando los ojos. Incluso se lograba escuchar el húmedo y viscoso ruido de toda la saliva que se queda a atrás y que era succionada por el menor. Alejandro amaba complacer a su esposo, le volvía loco, le hacía ponerse tan caliente que no podía pensar. Cuando sintió como el cuerpo ajeno se contraía supo que iba a terminar, momentos después, sucedió lo pensado y llenó la boca de el chico que seguía de cuclillas.

Alejandro se dejó caer sentado en el suelo sin dejar de jadear. Aunque quiso tragar el cálido líquido en su boca no pudo hacerlo del todo, parte de este fue escupido.

"¿Debería comer piña?" Bromeó Alexis entre jadeos con una sonrisa débil. No podía dejar de jadear y temblar, tampoco podía soltarse o se caería.

"Bastante." Le respondió Alex de la misma forma jadeante y sonriendo burlón sacándole una risilla a su esposo.

"Ven aquí.." Con estas palabras el de greñas se dió la vuelta apoyándose del auto y separó sus piernas. Utilizando ambas de sus manos tomó sus abultados glúteos y los separó mostrando su linda y rosada entrada.

Alejandro no lo pensó dos veces antes de volver a levantarse. Se colocó de rodillas y sumergió su rostro entre los glúteos de el chico como si lo necesitara.

Todo quedó grabado. Desde cómo Alexis movía sus caderas empujándolas contra el rostro de su esposo, hasta cómo Alejandro jadeaba como loco tocándose a si mismo sin dejar de comer el interior de el chico que seguía de pie. Le encantaba escuchar sus palabras tan cegadas por placer, tan obscenas y calientes, se notaba por como su miembro palpitaba goteando en su mano.

Cuando todo pasó y fueron a la casa se ducharon, se acostaron en la cama y juntos vieron el video. Podría ser un nuevo fetiche para ambos, les encantó la forma tan loca y desquiciada en la que se deseaban con hambruna. Sí, definitivamente, lo repetirían.

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