Alejandro abrió los ojos en mitad de la noche. Había algo que lo hizo despertar, no sabía qué pero había algo. Miró al rededor y era de noche, fácilmente pasadas las doce.

Giró su cabeza buscando ver a Alexis pero no lo encontró en la cama acostado como esperaba. El pelinegro estaba sentado en el suelo a un lado de la cama con la luz de la mesa de noche encendida. Le daba la espalda así que no sabía que era lo que hacía.

"¿Alexis, cariño?" Le susurró somnoliento sin moverse de donde estaba. "Vuelve a la cama.."

"No tengo sueño." murmuró en respuesta para continuar con lo que hacía.

Extrañado y curioso Alejandro se arrastró hasta su lado de la cama para ver que hacía sin levantarse de esta. El mayor estaba sentado con su camisa café y unos boxers, estaba armando unos legos tranquilo y pacíficamente. Eso significaba una sola cosa y Alex sabía muy bien el qué.

"¿Porqué estás triste?" Le susurró para ladear su cabeza en la cama y así mirarlo mejor comenzando a acariciar su cabello.

"Te vas a ir pronto." Susurró Alexis de regreso sin dejar de armar las pequeñas piezas. "Y no quiero que te vayas." Confesaba con una voz tan dulce que era duro de creer que hace unas horas le decía cosas pervertidas sobre su cuerpo.

"Pero volveré, no te debes poner triste." Le dijo colocándole mechones de cabello detrás de su oreja para verle con claridad.

"Aún así...No quiero estar solo." Suspiró dejando de armar las piezas. "Ya te extraño y no te has ido."

"Estoy aquí, bebé." Murmuró para darle un delicado beso en la mejilla para levantarse un poco extendiendo sus brazos para agarrarle con suavidad pero firmeza. "Ven, vamos a dormir, ya es tarde." Le pidió con suavidad alzándolo y subiéndolo a la cama haciéndolo ver fácil, como son pesara nada.

Alexis no se negó. Como bebé gateó a si pecho y cachorro se aferró a él abrazándolo con todas sus fuerzas. Alejandro se acomodó para verlo y sonrió con amor por su carita triste.

Y pensar que era el mismo chico que le decía miles de insultos al día.

Con suavidad pasó su mano por su cabello hasta su mejilla para acariciarla. Ante su tacto Alexis cerró los ojos sintiéndose más tranquilo. Amaba cuando le acariciaba la piel de aquella forma tan delicada, le hacía ver como si fuera de cristal o porcelana.

Con delicadeza besó su frente y luego su nariz haciéndole sonreír un poco. En los ojos de ambos se notaba lo enamorados que estaban uno del otro.

"No estés triste, papito, ¿sí?" Le susurraba Alex con dulzura. "En un abrir y cerrar de ojos estaré de regreso. Te lo aseguro."

Alexis asintió y se aferró a su pecho para cerrar sus ojos. Le creía sin dudarlo. Alejandro apagó la lámpara con algo de dificultad y le abrazó para cerrar sus ojos una vez más.

Siempre discutían y se insultaban, se golpeaban jugando y aveces hasta se decían cosas hirientes en forma de juego. Pero así se amaban y cuando llegaba el momento se fundían en el amor que se sentían.

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