Alexis descansaba en el pecho de Alejandro con su mano sobre esta. Su palma acariciaba su firme pecho con suavidad, como si eso le ayudara a comprobar que realmente estaba allí. Mientras, el otro chico tenía su brazo alrededor de los hombros de el pelinegro acariciando su lacio cabello oscuro. Ninguno de los dos hablaba ni nada, solo se mantenían en silencio disfrutando de este.

Un grito de la bebé se escuchó por toda la planta haciendo que ambos de sus padres suspiraran.

"Iré yo." Dijo Alejandro mientras se separaba con cuidado para sentarse.

"Está bien, la revisaré yo. Seguramente solo quiere salirse de la cuna." Añadió el mayor levantándose para ponerse una camisa de el contrario. Se habían duchado luego del acto, solo que se quedaron acostados en ropa interior.

Alexis abandonó la habitación para ir a la de su niña dejando a Alejandro atrás siguiéndolo con la mirada. Con un suave suspiro el de ojos claros se levantó para tomar sus pantalones de pijama y unos calcetines.

Algo en el aire se sentía distinto, no sabría decir qué era y no era algo malo, pero algo estaba distinto.

"¡Mama!" El grito de Nancy le hizo sonreír y voltear para verla llegar corriendo como patito.

"Hola, princesa." Sonreía para extender sus brazos y cargarla. "¿Dormiste bien?"

"Mhm." La pequeña asintió y sonriendo se agarró de él. "Papa copa—" la pequeña comenzaba a hablar diciendo muchas cosas que para cualquier persona no se entenderían pero ambos chicos sabían que le estaba contando lo que hicieron ella y el de greñas durante el día en su idioma de bebé que apenas hablaba.

Alexis sonreía escuchándola para recostarse suavemente del hombro de Alejandro mientras este cargaba a su hija escuchándola con una sonrisa.

Se sentía bien volver a estar junto a su amado...

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