Muy a su pesar Alejandro avanzó entrando junto a su esposo al consultorio donde un terapeuta de pareja les esperaba. Tomó la mano de su esposo con nerviosísimo y apenas entrar le sonrió al terapeuta.

"Buenas tardes, señor Talavera y señor Maldonado." Dijo el agradable tipo.

"Buenas tardes." Alexis fue el que respondió.

Alejandro se mantuvo en silencio los primeros diez minutos que el terapeuta dió sus indicaciones de que nada saldría de el consultorio y que no vendería su ética profesional.

Las preguntas del terapeuta dejaba en un silencio incómodo a la pareja, eran preguntas tan personales que no se creía capaz de responder.

Nunca nadie había dudado del amor tan incondicional que le tenía a Alexis, ni siquiera él mismo había dudado de este.

Había hecho tantas cosas por mejorar que hasta ese momento se puso a pensar que Alexis no hacía casi nada de lo que él había hecho.

¿Se casaron aún cuando era su peor miedo? Si, pero estaba seguro que si no se hubiera enlistado en la milicia en este momento no estuvieran casados. Hubo muchas dudas de pronto de cuánto si lo amaba Alexis a él.

¿Sería capaz de cambiar por él como él mismo lo hizo?

No lo sabía, y dudó sobre la respuesta.

Todo iba muy X en la platica y las preguntas, hasta que el terapeuta hizo aquella pregunta.

"¿Alguno a traicionado la confianza del otro?

El matrimonio guardó silencio por unos minutos, pero el impulso le ganó a Alexis y habló. "Alejandro lo hizo."

El rostro del mencionado se contrajo en una mueca inconforme "¿En qué?" Aunque no lo quiso sonó muy brusco para gusto de Alexis.

"En los cigarrillos, te mantienes fumando aún cuando dijiste que ya no lo harías." Le respondió cruzado de brazos para mirarle con disgusto.

"Sí, bueno, dile eso a alguien que fuma por estrés." Respondió sarcástico Alejandro mirándole con una mueca algo molesta.

"¿En qué afecta a la relación esta adicción de el joven Talavera?" Preguntó el hombre mayor anotando algo en su cuaderno para mirarles.

"En nada, Alexis exagera es todo." Escupió el menor sin dudarlo.

"¿Exagero? ¡Puedes morir a causa de eso!" Su palma abierta lo señaló. "Parece que tus mamis nunca te hablaron de eso."

El sarcasmo claro en las palabras de Alexis enojaron aún más a Alejandro. "¡Tal vez si muero dejas de controlar mi vida de una buena vez!" Le dijo colocándose rojo. "¡Estoy harto de tus arrebatos de controlarme!"

Alexis lo miró molesto y confundido al mismo tiempo cuando le escuchó. "¿De qué chingados hablas? Yo solo quiero lo mejor para ti y ese trabajo es malo para ti."

"Aja, sí. ¿Y el de sobrecargo? Dime, ¿en qué mierda me afectaba?" Dijo con coraje recordando lo mucho que le gustaba ese trabajo.

"Chicos, por favor, deberían calmarse." Dijo el terapeuta mirándoles con preocupación.

"Una mierda, yo me largó." Alejandro no dudó en levantarse.

"¿Así como lo haces de la infancia de tu hija? Le he cuidado desde que nació y tú—" Lo señaló, ambos ya estaban de pie. "—Tus trabajos son tan estúpidos que no puedes cuidar de tu propia hija."

Alejandro tomó camino a la salida con Alexis detrás de él gritándole. "¡Alejandro Talavera Sandemetrio, estoy hablándote!"

"¿Crees que no escucho tu voz tan irritante?" Preguntó con sarcasmo y disgusto.

"Si tanto te irrita deberías tomar camino, la puerta está lo suficientemente grande y si crees que está cerrada te la abro." Respondió su esposo con molestia.

"Bien, me largó."

Aun cuando quiso seguirlo optó por tomar sus llaves y conducir rumbo a casa donde la niñera cuidaba a su hija.

El hombre los vió a ambos irse con algo de preocupación. Estaba seguro que ese matrimonio se iba a romper.

[...]

Alexis entró y algo triste le agradeció a la chica que cuidaba de su pequeña, le pagó y con una sonrisa le pidió que se retirara.

Unos momentos después se encontró abrazando a Nancy sentado en el sofá de la sala. Esperó por horas a que Alejandro llegara y este no lo hizo, ni dió señales de vida.

Tuvo que pasar un día y medio cuando lo miró entrar a la habitación que compartían.

Aunque le doliera... estaba casi seguro de que nada se podía arreglar.

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