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119|Bebé Universitaria


Un mes había pasado desde la gran llegada de Nancy, así le decían de cariño. Todo fue divino y hermoso, pero ahora estaban en México. Algo de las clases de Alexis y el hecho de que quería que sus amigos conocieran a su hija.

Alejandro había despertado temprano. Se había comprometido a ayudar a sus madres con arreglar el negocio familiar. Hubieron unos accidentes y debían remodelar. No quería despegarse de su familia pero debía hacerlo, después de todo, estarían bien en la casa. Eso pensó. A mitad de la mañana Alexis leyó un r sobre qué debía ir a la universidad. Algo de unos créditos, calificaciones y clases en las que debía estar presencial obligatoriamente.

[...]

Alexis entró a la sala de clase en silencio sin interrumpir. Caminó hasta su asiento y luego de sentarse y acomodar a su bebé en su pecho sacó sus cosas para la clase.

"Señor Maldonado, no puede traer a un bebé a la clase." Dijo el maestro deteniendo la clase para mirarle fijamente.

"No tenía quien la cuidara. Lo siento." Se disculpó el chico con algo de pena pues muchos le miraban. "No molestará, lo prometo."

"Salga del salón. Va a interrumpir la lectura de hoy para los demás." Ordenó cruzándose de brazos sin quitar su mirada del de greñas, parecía hasta fulminante. "Nada me asegura que no va a interrumpir, todos tienen derecho de tomar la clase."

"Así es, todos tienen derecho de tomar la clase." Respondió Alexis. "Cualquier persona tiene derecho a estudiar sin importar de su estado civil, económico, social o su raza, genero, identidad, preferencias sexual, entre otros." Soltó él sorprendido al profesor por lo repentino de sus palabras. "El que me saque de la clase por el simple hecho de tener un bebé conmigo me quita mi derecho a atender a esta clase, misma a la que estoy pagando para asistir."

"Señor Maldonado—"

"No me voy a salir de el salón." Afirmó con seriedad.

El profesor miró a sus alrededores y carraspeó la garganta algo incómodo suspirando. "Bien."

La clase continuó. La pequeña no hizo ni un ruido. Dormía o miraba todo calmada sin molestar a nadie. Aveces miraba a su papá y abría la boca haciendo una gran sonrisa pues él la miraba de regreso para sonreírle.

Al salir de la clase habían chicas que se le acercaban al de greñas para ver a su bebé. Se había vuelto popular entre las féminas pues le veían como un papá luchón y eso era atractivo para ellas.

Ahora se dirigía a aquella sala de maternidad que tenía la universidad. No podía pensar en un lugar más seguro que aquel. Al entrar se encontró con las miradas juzgadoras de madres jovenes.

"No puedes estar aquí. Esta sala es para mujeres que son madres." Dijo una chica con desagrado.

"Perfecto, salgo a cambiarla y a darle leche en el estacionamiento." Dijo con sarcasmo yendo a aquel lugar donde se cambiaban bebés.

"¡Llamaré a seguridad!" Amenazaba una.

Alexis se quitó su mochila, misma que usaba para las cosas de su bebé y su laptop, y la dejó de lado para quitarse aquel rebozo que traía amarrado. Ahí fue cuando ellas notaron a la bebé que traía amarrado bajo su chaqueta todo el tiempo.

"¿Eres papá soltero?" Preguntó una chica de forma más tranquila.

"Estoy casado." Dijo mostrándoles su anillo para comenzar a cambiar a su bebé. "Mi esposo está trabajando y tuve que traerla a la universidad conmigo." Explicó tranquilamente sin dejar de mirar lo que hacía.

"Lo siento, no sabíamos."

"No se preocupen." Dijo con una sonrisa para ponerle sus pantaloncitos a su hija y cargarla en lo que sacaba la leche de la mochila.

Se quedó allí hablando con las madres jovenes mientras le daba su biberón a Delancey. Tomó otras clases y almorzó junto a su bebé todo el tiempo. No era tan malo ser papá luchón, podía fácilmente con todo aquello. Hasta se hizo amigo de las otras madres.

Cuando volvió a la casa dejó sus cosas y se acostó en el sofá suspirando. Estaba exhausto. Al recuperar algo de energía se levantó para llevar a bañar a su pequeña, mientras lo hacía, le hablaba.

"Ahora eres una universitaria como tu papá Alexis." Le decía sonriendo mientras le echaba agua con cuidado haciendo que moviera sus bracitos. "Vas a salir graduada de derecho cuando tengas un añito y podrás ayudarnos con los gastos de la casa cuando empieces a defender a bebés rebeldes." La pequeña no entendía nada pero lo miraba atenta.

Unas pocas horas después Alejandro llegó exhausto y apestando a sudor. Dejó sus botas sucias en la alfombra de entrada y fue directo a ver a su familia, misma que encontró durmiendo en la cama matrimonial de los esposos. Con una risa Alex fue a ducharse, al salir fue directo a unirse a la siesta.

A Alejandro no le importaba renunciar a su trabajo de ensueño de ser aeromozo para convertirse en esposo y padre de familia que trabajaba de vez en cuando en construcciones. Cada momento de dolor, cansancio y frustración valía la pena cuando volvía a la casa y los veía tan despreocupados viviendo tranquilamente.


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Si hay faltas de ortografía o un error,por favor déjenme saber.
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