3: Desnudo.
Tres: Desnudo.
Puse una última taza de café en su escritorio. Probablemente era la sexta en el día. Si no fuera por sus notorias ojeras, diría que es un adicto a la cafeína. Lucius Malfoy parecía en verdad muy cansado.
—Eso es todo —susurre —¿Quiere que mandé a limpiar antes de que me vaya?
El señor Malfoy permanecía concentrado en escribir.
—No es necesario, me quedaré más tiempo. Tengo una junta con Cornelius Fudge.
Me decepcione un poco, ojalá no me pida quedarme más tiempo. Moría de ganas por regresar a casa. Aunque mi parte curiosa quiso saber de qué trataba.
—De acuerdo —asenti reprimiendo mi curiosidad —¿Necesita que me quedé?
Malfoy levanta la vista.
—En realidad no. Son cuestiones más personales —dijo bastante irritado —Ya puedes irte, se nota que necesitas descansar y mucho.
Rodé los ojos fastidiada, es que este hombre no podía terminar una frase sin insultarme.
—Como quiera Señor Malfoy.
Por lo que se, las cosas no andan bien en su casa. De tener un hijo en camino a la adolescencia por un verano completo, más aparte la perdida de uno de sus Elfos Domésticos y el excesivo trabajo, lo tenían loco. Aunque no pareciera mucho, lo notaba realmente raro.
¿Será que estaba metido en cosas turbias?
No, no creo. Hasta para un ser despiadado como el, es demasiado. Así que sacudo la cabeza para olvidar esos pensamientos y me preparo para salir del ministerio.
—¡Alojomora! —la puerta de mi casa se abre y entro con apresuro.
Dejo mi abrigo en el perchero, me quito los zapatos y pongo la bolsa de comida rápida que compre en el comedor.
—¡Hola! ¡Ya llegué! —grito al aire pero nadie me contesta.
Solo veo a mi lechuza aleteando en una esquina de la sala.
Confundida por el ruido, subo despacio por las escaleras. Sabía que había alguien en la casa, más específicamente Sirius Black. Pero claro que le había depositado mi confianza absoluta ¿Que pasaba si en realidad era un asesino y encontraba un crimen en mi propia habitación? ¡Sería una cómplice! Que escenario tan aterrador. Ver al pobre de su ahijado desollado completito en mi sabana rosa.
¡Las manchas no se quitarían!
Cuando subo hasta el segundo piso me encuentro con un montón de ropa sucia que apestaba desde kilómetros. Supuse que se trataba de las pertenencias de Sirius pero me hizo dudar un poco. Luego escucho un ruido en mi baño principal y la puerta se abre.
—¡Por Godric Gryffindor!
Instantáneamente doy un salto enorme hacia atrás, llamando la atención de Black.
—¡Aaah!
—¡Aaah!
—¡Me asustaste! —grite para tapar la vergüenza —¡¿Que es ese olor?! ¿Acaso bañaste un perro en mi tina?
Sirius rodos los ojos con obviedad. Aunque ¡Rayos! No pude concentrarme en eso. El chico tenía el dorso completamente desnudo y lo de abajo estaba cubierto por mi toalla de la adolescencia con dibujos de Hello Kitty. Apuesto que mi yo pequeña jamás había imaginado tener así a su vecino guapo.
—¡Trataba de darme un baño como todas las personas normales! Pero ese artefacto no deja de salpicar agua por todos lados ¿Por qué las cosas Muggles son tan complicadas?
Ahora yo soy la que rueda los ojos.
—Es una regadera desprendible, lo último en tecnología —dije entrando al baño que parecía estar escurriendo agua por las paredes, me di un sape en la frente —. Baja la llave y se apaga, súbela y prenderá. Por Merlín, Sirius, esto no es tan complicado. Tienes que pasar la regadera por todo esto...
Señale su torso desnudo, explicando cómo se utilizaba la regadera. Fue un momento demasiado vergonzoso, estábamos dos adultos en un baño con cosa sola, uno medio desnudo y el otro completamente ruborizado. Adivinen cuál era yo.
Derrepente me entró un calor inimaginable.
¡Por Merlín!
—Eh si, te espero abajo para cenar —musite por último, antes de dejarlo solo y cerrar la puerta.
El sonido de la llave me hizo imaginarlo... ¡No pienses en eso Sea!
Habría jurado que la mitad de chicas en todo Hogwarts habría estado loca por tener así a Sirius Black, pero hace como 13 años probablemente, ahora estaba flacucho y las costillas amenazaban con saltar de su cuerpo. Recuerdo cuando aún íbamos en Hogwarts, yo tendría unos 17 recién cumplidos y el 16 años. Los sábados por la mañana varios chicos iban a entrenar a las orillas del lago negro y varias se amontonaban para mirarlos, específicamente a él y su amigo Potter. Cómo era de esperarse, Sirius gozaba de la atención, sonriendo mientras movía su increíble melana, una día llegó a hacer 100 abdominales.
Si, a pesar de ser mayor que él me llamaba la atención de alguna manera, pude estar en el montón de chicas un par de veces, pero solo eso. Sirius se veía mejor que muchos de séptimo grado y aunque a veces actuaba como un cretino. Siempre tuvo ese don que despertaba algo en ti. Solo que era difícil explicarlo.
Un mujeriego en conclusión.
Por esa razón lo evitaba tanto, además de que nunca fui su tipo. Piernas largas, despampanante figura y por supuesto rubia.
Espere en mi comedor como una hora, mientras miraba programas Muggles y daba cucharadas pequeñas al helado que había en el refrigerador. Cuando por fin bajo Sirius me sorprendí de verlo.
Al fin, era el. El verdadero.
—Tu baño es un infierno —me dijo.
Yo sonreí abiertamente, la ropa de papá le quedaba grande.
—No estás acostumbrado, es eso —conteste sarcásticamente y lo invite a sentarse —Ven, será mejor que comas todo lo que puedas, debes llenar esos pantalones.
—¿Que? Son inmensos —dijo abriendo la boca, mostrando sus piernas que nadaban en los vaqueros azules.
—Que raro. Son de cuando papá estaba en su mejor momento. Creo que el problema aquí eres tú.
—No me quiero imaginar a tu padre ahora —dice creando una mueca, luego se sienta —¿Me estás llamando flacucho?
Agite la varita para que todo se sirviera por si solo. Los platos, los vasos, la comida. Mientras tanto me voltee para verlo a los ojos.
Esto parecía demasiado íntimo, a pesar que era nuestro primer encuentro (nada romántico) en nuestra vida.
—Digamos que si —no puede aguantar tal ofensa.
—Pues la comida en Azkaban no es tan deliciosa como piensas.
—Lo sé, gracias a Melir saliste de ahí, abrías muerto por desnutrición.
Ambos nos callamos un rato para deleitar los platillos calientes que ya hacían en la mesa.
—¿Otra vez comida Muggle? —inquirio con una ceja levantada.
Me acomode en mi silla un poco apenada.
—Si, lo siento. Es que de verdad venía muy cansada del trabajo para cocinar.
Puse la hamburguesa directo en mi boca y por primera vez ví a Sirius reírse.
—Sabes que puedes mover tu carita y la comida estaría lista ¿No? —dijo comiendo unas papas fritas —Aunque no me quejo.
—Es que no soy muy buena con ese tipo de hechizos, un movimiento en falso puedo quemar el resto de la casa.
—Muy inútil para alguien que vive sola.
Agg, este tipo comenzaba a sonar como mi Jefe. Suficiente tenía de el en la mañana.
—¡Pues sobrevivo!
Sirius rodó los ojos. En serio se cree así mismo capaz de hacer una vida adulta él solo cuando hace unas horas no podía prender una regadera. Así que el resto de la cena lo mire cuidadosamente. Hasta que por fin termina su platillo y me mira detenidamente. Esto podría convertirse en una competencia de miradas fácilmente.
—¿En qué trabajas? —pregunta después de unos minutos analizando mis muecas.
Yo me ruborizo enseguida. Hice gestos para nada.
—Oh, en el ministerio. Soy la secretaria en jefe del área de consejo escolar —me hice la importante, por supuesto que si, para esto había trabajado.
Aunque la sonrisa se borra de mi rostro cuando Black suelta una carcajada.
—Osea la asistente.
—No soy una asistente.
—Entonces ¿Que haces exactamente?
—Lo que toda secretaria. Leer papeles importantes, pasar recados, servir café...
Bueno, ahora que lo decía en voz alta parecía una completa tonta. Por supuesto que era una asistente con nombre más sofisticado. ¿A quien engañaba?
—Eso pensé —dijo Sirius alzando la ceja —¿Quien es tu jefe?
Me tomé el tiempo para contestar, se había burlado de mi y quería tener el pretexto perfecto para defenderme pero si pregunta cambiando el tema no me ayudó.
—Lucius Malfoy.
Parecía que la sangre le hervía.
—¿Lucius Malfoy? ¿Esa cuija desabrida? —dice ofendido —No puedo creer que tenga un puesto importante en el Ministerio después de lo que hizo. Lucius Malfoy era un fiel seguidor de Ya sabes quién.
Tragué saliva en seco.
—Lo se pero lo declararon Inocente. Estuvo bajo el hechizo imperio todo ese tiempo.
—Claro que si ¡Fue una estrategia para salvarse el pellejo! ¿Crees eso?
Me quedé callada. Eso era un tema serio, el señor oscuro había causado un gran desastre que ya nadie confiaba en nadie, pero cuando se fue la armonía en el mundo mágico regreso. Ya casi nadie hablaba de eso y todos los disturbios habían quedado atrás. Incluso los casos de Mortífagos manipulados.
Sirius de pronto se dió cuenta de mi silencio. Así que se pasó las manos por la cabeza desesperado.
—Trabajas en el consejo escolar —asintio, levantandose de su silla —¿Tienen información de los alumnos y maestros?
—Si, en el sótano del edificio ¿Por qué?
Black enmarcó una cara que me fue difícil descifrar. Parecía que planeaba algo.
—¿Crees que puedas ir e investigar un poco sobre mi ahijado?
Me mordi el labio, pensando.
—Oh no, Sirius. Me meteré en problemas si me ven husmeando la información de los alumnos. Eso es clasificado. Solamente los maestros del colegio y miembros del consejo pueden hacerlo.
—Eres miembro del consejo.
—Claro que no —me excuse enseguida —soy una asistente. Tu lo dijiste.
—Pero eres la asistente de un miembro del consejo, nada sospechoso —dice acercándose a mi —. Vamos Grey, enserio te deberé una si haces esto por mi. Necesito encontrar la dirección de mi ahijado, quiero verlo, saber cómo está y cuidarlo a distancia, quiero saber si está bien. Mientras Colagusano no regrese al país no puedo hacer mucho más que velar por la seguridad de Harry.
—Sirius...
—¡Soy lo único que tiene!
Ahí van esos ojos de cachorrito y si no fuera un animago, estaba segura que esa carita de perro triste se la atribuía a puro ensayo delante del espejo.
Rodé los ojos pero al final asentí.
—De acuerdo, pero si termino en Azkaban por hacer esto, es tu culpa.
—Tranquila, si nos atrapan probablemente compartiremos una celda y yo soy una genial compañía.
Tenía que ser Sirius Black. Casi se me olvida que era el Adonis de torso desnudo de mi adolescencia.
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