🐻FIVE NIGHTS AT FREDDY'S.. 𓆪﹏ᘏ

▀▄▀▄ 𝘤𝘢𝘱𝘪́𝘵𝘶𝘭𝘰 tres: El regreso a las sombras☠︎︎☏⚰︎๛ꆜ๑▄▀▄▀▄

©2024 ⚊⚊⚊ loui_hmwtf28| Diana

LOUIS NUNCA PENSÓ QUE REGRESARÍA. Después de todo lo que sucedió, después de la muerte de Felicité y todo lo que había arrastrado desde aquel día en Freddy Fazbear's, juró nunca más poner un pie allí. Había sido un lugar maldito, una pesadilla viviente que había destruido a su familia, y en su mente, ese lugar estaba sellado. Nunca más.

Pero la llamada que recibió esa mañana cambió todo.

-Louis, necesito que vengas.- La voz de Edward, su jefe, sonaba grave al otro lado de la línea.-Es Freddy Fazbear's. Tenemos un nuevo caso.

Louis apretó los dientes, sintiendo cómo su estómago se revolvía. No. No podía. Sin embargo, sabía que no tenía opción. Había elegido ser policía para enfrentar la oscuridad, pero ahora esa misma oscuridad lo estaba arrastrando de nuevo a un lugar que siempre había temido.

-¿Qué pasa? Preguntó Louis, tratando de mantener la calma.

-Una desaparición. Y las cámaras de seguridad han sido hackeadas. No hay imágenes de lo que ocurrió, pero los testigos afirman haber escuchado ruidos extraños... y vieron algo moverse dentro. Edward hizo una pausa antes de continuar. -Louis, necesitamos que vayas. Este caso está fuera de control. Y sé que... sé que eres el único que puede enfrentarlo.

Louis cerró los ojos, luchando contra la ansiedad que se apoderaba de su pecho. Sabía que no podía decir que no. Después de todo, era su trabajo. Y, en el fondo, algo dentro de él le decía que este caso no sería como los demás. Algo estaba despertando.

El sonido de las sirenas y el bullicio de los coches patrulla rompieron el silencio de la mañana mientras Louis se dirigía al lugar. Freddy Fazbear's, el edificio deteriorado y desolado, se alzaba frente a él, como una pesadilla que no terminaba. Las luces parpadeaban débilmente en el interior, y el aire estaba impregnado con una mezcla de polvo, moho y algo más... algo que Louis no podía identificar, pero que lo hacía sentir incómodo.

Al llegar, vio a varios oficiales rodeando el lugar, con caras tensas y miradas preocupadas. Nadie se atrevía a entrar. Louis se acercó a Edward, quien lo esperaba en la entrada, su rostro pálido y preocupado.

-Lo siento por arrastrarte de nuevo aquí, Louis.- Edward dijo en voz baja. -Pero necesitamos respuestas. ¿Puedes hacerlo?

Louis lo miró, y por un momento, todo lo que podía pensar era en las caras de sus hermanas, especialmente Felicite. La promesa que le había hecho, de que jamás permitiría que algo malo les sucediera, aún lo perseguía. Pero esta vez, el mal estaba de vuelta. Y él no podía dejar que más vidas se perdieran.

-Sí. Voy a hacerlo.-Respondió Louis, sintiendo cómo una fría determinación tomaba el control. Aunque su corazón latía con fuerza, su voz no vaciló.

El grupo de oficiales lo miró con expectación mientras Louis se adentraba en el edificio. El crujir de la madera y los ecos de los pasos resonaban en el interior mientras caminaban por el pasillo oscuro, donde el tiempo parecía haberse detenido. Las paredes, cubiertas de grafitis y manchas, eran un reflejo del caos que se había desatado dentro de este lugar. Las luces parpadeaban con más intensidad a medida que avanzaban.

-Es extraño.- Dijo uno de los oficiales, mirando alrededor con nerviosismo.-Todo parece tan... tranquilo. Pero, como si estuviera esperando algo.

Louis no dijo nada. Su mente estaba llena de recuerdos, de la figura de Freddbear sonriendo de forma macabra mientras todo a su alrededor se desmoronaba. ¿Estaba él de vuelta?

Al llegar al centro de la pizzería, la atmósfera se volvía más densa. La luz de la linterna apenas iluminaba los rostros de los oficiales, y la temperatura parecía haber bajado drásticamente. De repente, un sonido bajo, casi inaudible, llegó a los oídos de Louis. Un chirrido metálico, como si algo pesado estuviera arrastrándose por el suelo.

-¿Escucharon eso?- Louis susurró, su voz tensa.

Los oficiales se quedaron en silencio, mirando a su alrededor, pero no respondieron. Louis caminó un paso más, su cuerpo tenso y listo para reaccionar ante cualquier cosa. Entonces, el sonido se repitió, más fuerte esta vez, seguido de un retumbar bajo y profundo.

-¡Mierda!- Exclamó uno de los oficiales, dando un paso atrás, mirando hacia las sombras.-¿Qué cojones es eso?

Louis miró a su alrededor, tratando de encontrar el origen del ruido. Entonces, de repente, lo vio. Una figura sombra. Era alta, inmensa, y sus ojos brillaban con un rojo intenso, reflejando la luz de la linterna. Louis reconoció esa figura al instante: Freddbear.

El animatrónico estaba allí, de pie, como si hubiera estado esperando. La sonrisa de su rostro de metal estaba torcida, y su cuerpo estaba cubierto de cicatrices y daños, como si hubiera sido restaurado muchas veces, pero nunca con éxito. Estaba allí, de nuevo, y parecía más real que nunca.

Louis dio un paso hacia atrás, sintiendo el terror invadiéndolo, pero no podía huir. No esta vez. No podía dejar que nadie más sufriera lo que él sufrió. Con un suspiro profundo, sacó su pistola de su funda y apuntó hacia la figura, aunque sabía que no podía matarla. No era una criatura humana. No podía ser destruida como un simple objetivo.

-¡Aléjate!- Gritó Louis, su voz resonando en el espacio vacío.

Freddbear no se movió, pero sus ojos rojos brillaron con una maldad inhumana. Luego, con un crujido que recorrió todo el edificio, la figura comenzó a avanzar hacia él. Cada paso hacía que el suelo temblara, y Louis sabía que no tenía mucho tiempo.

-¡Tenemos que irnos!- Gritó uno de los oficiales, comenzando a retroceder hacia la salida.

Pero Louis no podía moverse. Estaba paralizado, mirando los ojos rojos de Freddbear. Estaba atrapado. La sombra del animatrónico se alzó sobre él, y su respiración se volvió pesada.

Todo a su alrededor comenzó a oscurecerse. Las luces parpadeaban más rápido, y los ecos de risas distorsionadas llenaron el aire, haciéndole recordar cada pesadilla que había tenido. El pasado nunca se había ido. Ahora, estaba allí, frente a él, para llevarlo de nuevo al peligro.

Pero Louis no podía rendirse. No mientras aún quedara un atisbo de esperanza.