𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘃𝗲𝗶𝗻𝘁𝗶𝗻𝘂𝗲𝘃𝗲.
❝Soy tu océano, tu eres mi estrella. Sí, hasta las seis de la mañana, cariño no te detengas, solo ven. Hazme sentir tan bien para que lo recuerde mañana.
No puedo dejar de pensar en ti.❞
━+5 Star+ - CL
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Luego que JungKook le haya pedido disculpas a Hye-min de todas las maneras posibles, incluso de las más dulces a las mas empalagosas, ella accedió a irse con él para ver la sorpresa que le tenía preparada. Era un tanto extraño que aquel pelinegro, que en el pasado era un completo patán, ahora se convirtiera en alguien tan dulce. Uno que la hacía reír y sonreír con las tonterías que hacia.
Tenía una extraña sensación de alegría y éxtasis por la dichosa sorpresa, él se había negado a brindarle alguna clase de información a pesar de las insistencias de su parte. Corrió los pocos metros hasta entrar al interior del auto, se veía demasiado sonriente mirando a sus piernas expuestas por el vestido.
—Mis ojos están aquí, Kook —reprochó, marcando con dos dedos su rostro.
—Lo sé —ronroneó son apartar la forma lasciva en que la miraba e luego robándole un beso de los labios.
—¡Yah! —se quejó totalmente avergonzada, aún no podía acostumbrarse a esos arrebatos por parte de su chico, se asombró de como sonaba eso en su cabeza, su chico.
—¿Qué tiene? Escúchame una cosa, gatita —se acercó lo que más pudo colocando una de sus manos sobre el muslo femenino apretando un poco la zona— yo te robaré todos los besos que quiera —picoteo sus labios— si tengo ganas de abrazarte, tocarte, hasta de follarte en este lugar o donde se me cante lo haré.
—¡JungKook! —estaba totalmente avergonzada.
Se cubrió el rostro con las manos, podía escuchó la risita divertida del pelinegro sintiendo segundos después la cálida respiración de este cerca de su cuello y oído.
—Me encantas, Hye, mía, toda mía —canturreó, depositando un tierno beso en su mejilla obligandola a mirarle a los ojos— está noche te tengo una sorpresa especial.
—Me llevarás a un club de strippers —bromeó.
La sonrisa pícara del chico le hizo borrar la suya, él era capaz de eso y de quién sabe que otras cosas. Estaba a punto de replicarle cuando él habló primero.
—Terminaste siendo más pervertida que yo —Hye-min le propinó un golpe suave a su brazo— pero no, amor, iremos a otro lado.
Ansiosa y alegre sujetó entre sus manos el rostro de JungKook para chocar sus labios en un beso ruidoso y cariñoso.
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Había pensado una cena al aire libre iluminadas a la luz de las velas, alguna caminata en el parque o la playa bajo la luz de la luna, pero jamás se había imaginado la locura que se le había ocurrido.
JungKook había alquilado, por un par de horas, un parque de diversiones solo para ellos dos. Y aún no sabía cómo digerirlo, no sabía cómo sentirse ante aquel detalle tan abismal preguntándose lo que realmente él sentía por ella. El miedo atacándola de formas insospechadas si esto entre los dos iba mucho más allá.
—¿Te gusta? —preguntó él rodeándole la cintura con sus brazos. Hye-min giró su rostro para observarle, tenía lágrimas asomándose por sus ojos.
—Esto es muy bonito, pero...
—Una vez escuche cuando hablabas con TaeHyung hyung, le comentabas que extrañabas mucho ir de visita a un parque de diversiones como cuando pequeña —comentó— quería concederte el deseo de visitar uno.
La castaña giró sobre sus talones para acunar el rostro del pelinegro uniendo sus frentes y rozar con inocencia sus narices derrochando dulzura. Ella realmente se está a dejando llevar, dolería si todo eso sólo se trataba de un sueño, un sueño del cual no quería despertar jamás.
—Vamos —dijo tomando la mano masculina para comenzar a subir a todos los juegos que pudieran disfrutar de las alturas, de los besos escondidos y robados, de las risas entre medio de algodones de azúcar compartidos, de los churros con chocolate que ella embarraba en la nariz de él para luego limpiar con sus labios convirtiéndolo en un beso intenso entre sus bocas, de los paseos con sus manos entrelazadas y el premio de un peluche en forma de conejo rosa.
Realmente estaba siendo la velada perfecta, sin que ninguno se diera cuenta de la hora.
JungKook entrelazó su mano con la de Hye-min, se adentraron a la casa de los espejos, ella sintiendo un ligero nerviosismo que comenzó hacerla sudar, ¿qué demonios estaba pensando hacer este hombre? Desde hacía rato lo veía algo nervioso y atrevido a la vez como si estuviera tramando algo.
La respuesta llegó al instante cuando la acorraló en una pared frente a un enorme espejo del suelo al techo dejando ver el reflejo de ambos. Sin mediar palabras la besó obligándole abrir sus labios insertando su lengua húmeda y caliente mientras sus masculinas manos comenzaron un viaje sin pudor sobre su cuerpo, que a pesar de hacerlo encima de la ropa, parecía quemarle entera. Jeon JungKook sabía cómo hacerla arder.
Sus respiraciones eran agitadas al separarse, los dos mirándose fijamente, una sonrisita cínica y coqueta en los finos labios del chico.
—Quiero que te dejes llevar —pidió acariciando con su pulgar la mejilla sonrojada de la chica. Una de sus manos comenzó un lento recorrido hasta llegar al dobladillo de la falda del vestido metiéndose dentro lentamente hasta llegar a la fina tela de encaje de la ropa interior— ni siquiera te toque y ya estás húmeda.
Aquellas palabras susurradas en una voz grave y profunda hicieron que Hye-min jadeara débilmente sintiendo palpitar su zona íntima, cerró sus párpados cuando sintió los largos dedos del chico jugar en círculos sobre aquella zona, se sostuvo de los hombros anchos de este sintiendo sus piernas gelatina, los movimientos se intensificaron un poco más, gimió alto en lo que aquellos dedos traviesos traspasaron la tela de encaje para jugar con su clítoris algo hinchado.
Quiso quejarse cuando los movimientos cesaron, pero el éxtasis que la envolvía no le permitieron ser rápida, JungKook ya se encontraba agachado de rodillas frente a ella levantándole la falda y bajando la tela de encaje por sus piernas
—¡JungKook! ¿qué haces? —chilló totalmente impactada. El susodicho levantó el rostro para mirarla, colocó ambas manos sobre la cintura femenina y con sus ojitos de ciervo y una voz dulce, le dijo.
—Amor, te dije que te dejes llevar, confía en mí te va gustar, lo prometo —volvió su rostro hacia la zona baja dejando un casto beso sobre el monte de venus de esta haciendo que soltará un gemido acomodando una de sus piernas sobre su hombro— solo intenta ser silenciosa.
JungKook sin esperar respuesta pasó la lengua en un lento recorrido desde los labios vaginales hasta aquel botón sensible sintiéndose satisfecho cuando el cuerpo de la chica vibró bajo su toque. Pequeños besos, seguido de chupetones y succiones fueron los culpables de hacer gemir a Hye-min sintiéndose más húmeda y caliente.
Aquel pelinegro hacia un excelente oral, su boca, labios y lengua jugaban por cada parte de su baja zona íntima sintiendo que moriría de toda la desesperación en su cuerpo, el respirar se le hacía completamente imposible y ni hablar de intentar sostenerse.
Miraba extasiada, sudorosa y excitada frente al espejo recibiendo un oral del infierno de aquel pelinegro con su rostro escondido entre sus piernas, las luces azules y verdes en medio de la oscuridad hicieron que su vientre bajo comenzará a doler sintiendo la inexplicable necesidad de explotar ya.
—Eso es —jadeó concentrado en su trabajo— vente para mí, nena, quiero que te vengas en mi boca.
Y esas palabras terminaron en una explosión de luces, fuego y temblores acompañado de un gemido en grito cuando Hye-min tuvo su orgasmo. JungKook siendo diligente tomó sin desperdicio alguno todos los jugos sintiendo también su vientre bajo presionarse, pero se contuvo porque de la única manera en que quería explotar era dentro de ella.
Hye-min pudo componerse cayendo en la realidad, sus piernas no soportaron haciendole caer al suelo siendo atrapada por los brazos de JungKook quien se relamió los labios húmedos sonriendo pícaramente. Reía divertido cuando sintió el cuerpo entre sus brazos temblar aún, se puso serio cuando escucho un sollozo.
—Oye, amor, ¿qué tienes? ¿te hice daño? —preguntó extrañado, ella negó sin siquiera moverse un centímetro— ¿te dolió? —no obtuvo respuesta hasta unos largos segundos después cuando ella asintió, rio teniendo idea de lo que pasaba— ¿te gustó? —preguntó acomodándola entre medio de sus piernas abiertas acariciándole los muslos expuestos, algo avergonzada asintió.
JungKook rio bajito apretujándola entre su pecho, una de sus manos siguió acariciando la piel de su muslo izquierdo subiendo con lentitud hasta dejarla al inicio del trasero dónde se atrevió a estrujar un poco.
—No llores, nena, deberías estar contenta ese oral hasta a mí me gusto, estoy muy duro —comentó haciéndole sentir dicho bulto y recibiendo un golpe de puño en el hombro.
—Me siento avergonzada, jamás me habían hecho algo así —confesó aún sin poder mirarlo— no sé cómo mirarte ahora.
—Oh nena, el día en que me hagas un oral a mí te voy a obligar a que me mires a los ojos —ronroneó con voz grave y gutural causando una ligera palpitación en la zona íntima de la castaña la cual intentó ignorar con todas sus fuerzas.
Obligadamente se paró alejándose un poco dejándole un tanto extrañado con el ceño fruncido por la repentina acción.
—Dame mi ropa interior debemos irnos —pidió dándole la espalda totalmente avergonzada. JungKook queriendo jugar un poco más con la cordura de la chica comenzó a gatear hasta ella teniendo la vista perfecta debajo de la falda, Hye-min quiso alejarse de nuevo pero las manos masculinas la detuvieron cuando se anclaron a sus muslos.
—El pie —exigió con seriedad mirándola de forma intimidante, la chica totalmente perdida por aquellos hipnotizantes y oscuros ojos se dejó hacer. JungKook lentamente le colocó la ropa interior con lentitud aprovechando en tocar su piel con dulzura en el transcurso.
Se paró una vez terminó de acomodar dicha prenda, acunó entre sus manos el rostro de Hye-min besando con lentitud e intensidad aquellos carnosos labios, unió sus frentes mientras se mantenían por un momento en silencio volviendo a la normalidad sus respiraciones.
—Ven, vamos —entrelazó sus manos— tenemos una atracción más que ver antes de irnos.
Hye-min asintió obediente caminando detrás de él en silencio, sintiendo la brisa fría traspasar su piel cuando salieron hacia el exterior.
—Creo que te gustará el lugar que estoy pensando dónde llevarte ahora —sonrió sin que ella lo se diera cuenta. Caminaron otro par de minutos hasta detenerse frente a la nueva atracción del parque.
La imponente noria con sus respectivas cabinas refulgía gracias a las luces de colores que destellaban gracias a la oscura noche. Hye-min miró a JungKook quien con una sonrisita en sus delgados labios miraba aquella rueda. Sintió un apretón en su mano instándola a caminar, su cuerpo se estremeció al entender que volverían a estar solos por un largo rato.
Y sin poder evitarlo una sonrisita vergonzosa se formó en sus labios por sentir el anhelo de lo que pasaría allí dentro, cualquiera sea lo que pasará no se negaría ni detendría, lo disfrutaría y hasta aprovecharía dejarse llevar.
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