Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘃𝗲𝗶𝗻𝘁𝗶𝗱𝗼𝘀.

Tuvimos otra conversación sobre lo que está yendo mal, pero todavía somos jóvenes. No sabemos dónde vamos, pero sabemos de donde somos.
Dulce criatura, dulce criatura.
Donde sea que vaya tú me traes a casa.

Sweet creature - Harry Styles
•••

Aparcó el auto derrapando sobre las piedras grises de la entrada de su hogar, apenas apagó el motor salió con rapidez al igual que la castaña siguiéndole detrás. Caminaron a la par ansiosos, entraron a la residencia, deteniéndose ambos cuando vieron reunidos en la sala a la familia Jeon, Park y algunas otras personas que supusieron gente del staff del partido del presidente.

Ninguno dijo nada esperaron en silencio estáticos en su lugar hasta que se dieran cuenta de sus presencias.

Jeon Jung-suk fue el primero en percatarse, se levantó de su asiento dirigiéndose con paso firme hasta su primogénito para lanzarle un cachetazo que volteó su rostro de lado, de fondo escuchando los jadeos de sorpresa de los demás.

—¡Maldita sea, JungKook! ¡no puedes ser un poco más cuidadoso con tus porquerías! —estaba furioso, Myung-Back y su asesor fueron los que lo alejaron de su hijo.

El chico sostenía su mejilla con su mano, un leve dolor de cabeza comenzó a atacarlo mientras Hye-min a su lado temblaba con lágrimas asomando por sus almendrados ojos.

—Jung-suk, cálmate, no es manera de manejar la situación —el señor Jeon bufó respirando hondo, realmente está furioso y quería matar a su hijo. El señor Park se paró frente a los dos jóvenes con su rostro serio— supongo que ya saben porque están aquí.

Con un ademan de manos le pidió a su secretaria que le diera un sobre de madera de dónde sacó unas cuantas fotos entregándoselas a su hija, Hye-min ojeo cada una totalmente pasmada por los retratos pintorescos que habían sacado de los dos. Eran fotografías de salidas anteriores a bares o discos dónde eran retratados en su peor momento, sobre todo del pelinegro.

Aún en conmoción recibieron algunas revistas amarillistas y un periódico con una de esas fotos. Una dónde JungKook parecía beber sin control y otra foto donde se la veía a Hye-min bailar de forma descarada. La vergüenza invadiéndoles porque no querían que se los viera así.

—Saben el escándalo que se ha armado afuera todos están preguntando sobre los hijos de los líderes del país y sobre nuestra credibilidad frente al pueblo —a pesar de también estar enojado, Myung-Back, mantenía serenidad— somos el hazmerreír, sin contar que esto es poco, hemos tenido que comprar a mucha gente para que esto no fuera más lejos. De todas formas hay mucha gente que ha visto esto y se ha quejado en grande —señaló una revista— les pido que se pongan a reflexionar sobre sus actos, son grandes, adultos, sus acciones allí dejan muy poco a la imaginación, muy poco respeto por ambos.

Estaban avergonzados en verdad. El ambiente volviéndose muy tenso.

—Te he dicho que obtendrías un castigo si me desobedecías, JungKook —musitó con voz gutural sujetando en su mano un bastón de madera alertando al pelinegro en su lugar— los dos se merecen un correctivo —añadió mirando con ojos penetrantes a la chica.

—¡Yo lo haré! —sentenció JungKook con voz firme, Hye-min le tomó la mano queriendo llamar su atención— yo me sacrifico por los dos, yo recibiré el castigo, pero a ella no la tocan.

Hye-min al borde del colapso intentó negarse a todo ese espectáculo, apretó más su agarre a la mano del chico impidiendo que se alejara de ella, este volteó su rostro indicándole en un susurro que todo estaría bien brindándole una tenue sonrisa y un apretón de manos antes de soltarse. Sin bajar la cabeza se dirigió hasta su padre sin desviarle la mirada, lo que menos demostraría frente a él era miedo.

—Jung-suk, creo que eso es demasiado, ¿no crees?

—Así se enderezaba en el pasado a los mal encaminados, Myung-Back —dijo el señor Jeon sin quitar sus ojos de los de su primogénito— tú y yo sabemos que alguna vez hemos pasado por esto.

Ante el silencio de todos el señor Jeon le indico a su hijo posicionarse. Se arrodilló en el suelo colocando luego sus manos. Eso era una humillación.

—Appa, haz algo —la voz quebrada de Hye-min no inmutó a su padre ni siquiera la desesperación acompañada de lágrimas nublando sus ojos.

—No te metas en esto, Hye-min, demasiado han hecho los dos —reprendió en voz baja el hombre dejando a su hija atónita.

Ella corrió para esconderse en los brazos de su madre buscando refugio, no quería ver aquella atrocidad. No quería ver cómo JungKook se sacrificaba por los dos.

Por cada error que cometas, obtendrás un castigo —musito el señor Jeon— ponte a contar.

El primer azote golpeó su espalda baja  causando un poco de dolor.

—Uno —el próximo golpe fue sobre su trasero— dos.

—¡Más alto! —bramó su padre dando otro azote más fuerte que hizo dolerle la espalda.

—¡Tres! —contó con voz rota.

Otro azote, seguido de otros más fuertes bajó el escudriño de los presentes.

JungKook sintiendo la humillación recorrer su torrente sanguíneo contuvo las lágrimas y la irá que comenzaba arrasar consigo mismo queriendo cambiar de roles en ese momento.

Para cuándo los treinta azotes del castigo corporal habían acabado, Jeon Jung-suk respiraba con dificultad teniendo sus brazos adoloridos por el esfuerzo mientras su hijo temblaba en el suelo, de la rabia y el dolor sintiendo su espalda arder en carne viva, aunque no había heridas sangrantes, podía sentir los rasguños y hematomas.

━━━━━━✧❂✧━━━━━━


Azotó la puerta de su habitación gruñendo de dolor, sus manos convertidas en puños se tensaron al igual que su cuerpo entero, comenzó a tener la irrefrenable necesidad de arrancarse los cabellos de la desesperación al no poder devolverle la humillación a su progenitor o siquiera gritarle lo que tenía atorado en medio del pecho.

La puerta se abrió dejando entrar en el interior a una agitada Hye-min que recorría con sus ojos atónitos el cuerpo de JungKook. Lo que había presenciado fue demasiado horrible.

—Déjame curarte —susurró acercándose con lentitud.

—¡No quiero nada! ¡Déjame! —bramó agitando su mano, estaba furioso, caminaba de un lado a otro como animal enjaulado intentando calmarse.

—JungKook deja de lado tu orgullo y permite que...

—¡No quiero tu lastima ni tu maldita pena Hye-min! ¡Vete al demonio tú y todo el mundo! —gritó con lágrimas recorrer su rostro— ¡Maldita mierda de vida, los odio a todos, ojalá les den hasta no volver a caminar!

—¡JungKook!

El silencio los embargó a ambos en medio de aquella habitación. La lluvia de repente golpeaba tintineante la ventana siendo lo único que se escuchaba junto con los sollozos del pelinegro. Hye-min sentía un ligero dolor en su corazón al verlo tan destrozado.

Corrió hasta él cuando lo vio desmoronarse de rodillas al suelo, llevó las manos a los brazos de este con intenciones de sostenerlo escuchando el llanto desconsolado contagiándole un poco.

—JungKook —susurró bajito.

Lo siguiente la dejó inmóvil en su lugar, cuando la abrazó por la cintura escondiendo su rostro empapado de lágrimas en su cuello. Temblaba sin control, parecía un niño pequeño indefenso y desamparado. Hye-min no podía ignorar todo lo ocurrido.

Lo apretujo entre sus brazos con sumo cuidado de no tocar sus heridas repartiendo caricias a su cabello y rostro, apoyándolo y consolándolo.

—Estoy cansado Hye —murmuró con voz ronca— no soporto más, lo odio, odio a mi padre.

—No digas esas cosas, nada de esto es fácil, pero eres más fuerte de lo que pareces —siguió acariciando sus brazos, sintiendo la cálida respiración de JungKook en su cuello— se que discutimos mucho, que a veces no nos soportamos, pero yo estoy contigo, no te dejaré solo.

Lo alejó de su anatomía unos centímetros para sostenerle el rostro entre sus delicadas manos haciendo que la mirase, acunó su mejilla derecha mientras la otra mano peinaba hacia atrás algunos mechones del negruzco cabello del chico.

—Todo va estar bien, JungKook —murmuró sonriéndole suave intentando brindarle algo de paz— yo estaré contigo si necesitas a alguien.

JungKook asintió un tanto avergonzado, bajó la mirada sintiéndose ligeramente extraño. Jamás nadie lo había visto llorar, pero delante de Hye-min se sentía cómodo, sentía que estaba bien hacerlo, que podría dejarse llevar.

—¿Me dejas curarte? —preguntó con voz dulce, él sorbió su nariz asintiendo.

Hye-min se alejó por unos instantes a buscar el botiquín en el cuarto de baño, volvió a su lado de inmediato ayudándole a levantarse para acomodarlo en la cama de modo que le diera la espalda, levantó la camiseta con cuidado dejándole ver aquellas marcas rojizas y con pequeños atisbos de sangre en su piel.

<<Ese hombre fue un maldito salvaje>>, pensó Hye-min, indignada. Puede que JungKook fuera un inmaduro infantil que sacaba de quicio a cualquiera, pero no se merecía tales humillaciones.

El pelinegro siseó del dolor por breves momentos en que el algodón con alcohol rozaba las heridas, pensó que sería peor. Se estremeció al sentir las leves caricias de la chica agregándole una pomada a su magullada piel. Aquel toque se sentía dulce y con sabor a preocupación, algo que jamás había obtenido de alguien de forma sincera.

—Ya está —murmuró ella guardando todo en su lugar colocando a un costado la caja.

La observó de reojo sin que se diera cuenta; Park Hye-min era una hermosa mujer de carácter fuerte, admirable y proactiva, amable y dulce.

Tragó saliva al caer en cuenta de sus pensamientos hacia la fémina sintiéndose totalmente raro, otra vez.

—Debo irme, pero si necesitas algo, puedes hablarme si quieres —comentó sonriendo tenue con sus manos entrelazadas con intenciones de marcharse, se detuvo cuando JungKook le tomó la mano, sus ojos mirándose el uno al otro expectantes.

—Gracias Hye —susurró con pena— gracias —habló con más firmeza soltando a duras penas aquel agarre, escuchando una risita y sintiendo escalofríos cuando ella le tomó del rostro. Hye-min lentamente dejando un casto beso en su ceño, que aunque el contacto había sido por milésimas de segundos fue lo suficientemente avasallante para los dos.

━━━━━━✧❂✧━━━━━━


Hye-min bajó las escaleras trotando, pasó por el salón ignorando a todos los presentes en la sala. Parecía un vendaval a punto de llevarse al que se pusiera en su camino sin importarle las consecuencias. Entró al interior del despacho que sabía era del señor Jeon encontrando a este sentado detrás de su escritorio con un vaso de whisky en sus manos.

Se detuvo frente a él, lo observó casi asesinándolo con la mirada, le importaba muy poco los modales a esa altura.

—No me sorprende tu insolencia —murmuró el hombre moviendo su vaso— me decepcionas querida Hye, pensé que eras buena influencia.

—Usted es el que no sabe de modales, no me venga hablar a mí de moral cuando humilló a su propio hijo delante de todos, ¿acaso no le duele su sufrimiento?

—No hay nada como un pequeño susto para derrumbar a un hombre de papel.

—Su hijo es muy hombre, créame, es un gran hombre.

—Los jóvenes de ahora piensan que saben todo, que pueden conseguir con poco lo que uno trabajó y sacrificó por años —contaba metido en lo que parecían recuerdos. Jung-suk no pudo evitar reír ante lo que le parecía una ironía.

—Usted es arcaico y violento. Usted no merece tener un hijo como JungKook, él es la persona menos interesada de este mundo. Es alguien amable, de buen corazón que se preocupa por los demás, es trabajador y proactivo. Usted no merece ser su padre —finalizó arrepintiéndose a los segundos de decirlo.

Inmóvil en su lugar observó con ojos desorbitados como el hombre se levantaba lentamente de su asiento y caminaba hasta ella decidido.

—Así que no me merezco ser padre.

—Si —afirmó con la frente en alto, el hombre frente a ella era igual de alto e imponente que su hijo, pero no se dejaría intimidar— usted no merece a JungKook como hijo.

Jung-suk levantó la mano en alto a punto de golpear a la chica, siendo detenido en el aire por otra mano fuerte que lo empujó unos centímetros más atrás.

—¡Te lo prohíbo, Jung-suk!, te prohíbo levantarle la mano a mi hija —vociferó Myung-Back con enojo.

—¡Enséñale modales a tu mocosa! —rebatió— por su culpa y la de tu hijo, el mío es rebelde, no obedece y se convertirá en un don nadie así como el tuyo.

Aquellas palabras dejó a los Park con la irá y el asombro recorriendo sus rostros. El señor Myung-Back cayendo en cuenta del compañero de política que tenía a su lado, solo una fachada para no demostrar su verdadero ser. Un oscuro y egoísta ser.

—Me alegró que pienses así de mis hijos, porque no quiero seguir trabajando al lado de un hombre que ni siquiera respeta a su propia familia.

Aquellas últimas palabras hicieron reír al presidente.


Sin comentarios.

💜💜💜

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro