Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘃𝗲𝗶𝗻𝘁𝗶𝗰𝘂𝗮𝘁𝗿𝗼.

El día no podía empeorar para JungKook, luego de su visita al cementerio, viendo cómo una extraña y apabullante sensación quemaba su pecho al ver a la castaña irse con Kim decidió dirigirse al Dyonisus Lounge Bar dónde Min Yoongi lo esperaba sentado frente a una chimenea de piedras alpinas bebiendo una copa mientras conversaba con un hombre desconocido y la música instrumental jazz se escuchaba de fondo a un volumen bajo.

Saludó con una reverencia a ambos, el hombre se despidió del chico pálido para este último prestar atención a su dongsaeng. Con un ademan de manos llamó a un mozo de elegante traje.

—Dos Rusty Nails, por favor.

—El mío doble por favor —demandó el menor dejándose caer en el sillón al lado de su mayor. Una vez el mozo se fue con los pedidos, Yoongi observó en silencio al chico. No debía presionarlo porque sabía que él solito soltaría todo, solo era cuestión de tiempo.

—Pensé que tardarías más.

—No, ni bien te envié el mensaje vine hasta aquí —Yoongi asintió sin dejar de observarlo.

Pasaron otros minutos en silencio, el mozo llegó con los tragos depositándolos en la mesita de roble frente a ellos. JungKook agarró su vaso dándole un gran trago gruñendo por su sabor amargo.

—A veces siento que me sofoca —habló mirando un punto fijo, el vaso en su mano moviéndose de forma suave— pero tampoco puedo negar que su compañía me divierte, es la única persona que me entiende y me acompaña.

Río entre dientes bebiendo un último trago, dejó el vaso en la mesa para ponerse de pie y suspirar dramáticamente. Comenzó a caminar de un lado a otro perdido en sus pensamientos, su semblante era una mezcla de cejas fruncidas y mirada muy seria.

Yoongi lo observaba desde la comodidad del sillón de terciopelo rojo mientras llevaba el vaso de whisky a sus labios bebiendo el líquido. Le divertía ver a su dongsaeng tan contrariado.

—Ven Kook, siéntate, me estás mareando y apenas voy por el primer vaso.

—Disculpa hyung, estoy algo estresado —se disculpó, tomó asiento escondiendo sus manos entrelazadas entre sus piernas, parecía un niño pequeño.

—No te preocupes, te entiendo —dijo reparando en su vaso y el líquido dentro— Todo recae por su propio peso era obvio que el momento llegaría.

—¿De qué hablas, hyung? —frunció ligeramente el ceño.

—Te conozco desde que tienes quince años, Kook, conozco cuando algo te pasa, cuando algo te duele, te molesta o gusta.

El pelinegro optó por tener un rostro sin expresión, su corazón comenzado a bombear con acelerados latidos, sentía temor de lo que escucharía a continuación.

—Niégalo a tu hyung, pero se que tú y Park Hye-min se tienen ganas desde siempre.

Bufó en una risita— Eso no es nada nuevo, hyung.

—Exacto, no es nada nuevo que le tengas ganas a todo lo que tenga dos patas y se mueva, pero con Hye-min —se tomó una breve pausa para exhalar aire— con esa mocosa, tú te conviertes en alguien diferente.

Ante la expresión de confusión del menor, Yoongi sonrió ladino y prosiguió suave.

—Kook, tengo serías sospechas de que tú estás enamorándote.

Si su corazón se aceleró antes, ahora parecía a punto de explotar y escapar de su pecho por tal afirmación entrándole un pánico latente, una confusión que golpeó fuertemente su cabeza.

━━━━━━✧❂✧━━━━━━


Aparcó su Aston dentro del garaje aún con la conversación rondando su mente, rememorando todos los momentos en dónde Park Hye-min fuese parte de su vida, asombrándose un poco de encontrar que la mayoría eran reales. Podría poner como excusa al hermano mayor de la chica, su mejor amigo, era la razón de los encuentros, pero lo embargó el estupor al percatarse que sin quererlo ellos siempre se buscaban el uno al otro.

Jamás negó que Hye-min no sea atractiva o que no sea inteligente o interesante, porque lo era, ella era todo eso y más. Ahondando en otras partes, tampoco podía negar que la amabilidad y dulzura con que Hye-min trataba al mundo lo embelesaba, la sonrisa que siempre ponía o lo madura que era cuando debía llevar determinada situación adelante siempre saliendo airosa.

Soltó una bocanada de aire observando su alrededor, la noche ya lo había encontrado, volteó a ver las luces encendidas dentro de la residencia, sabía por parte de Sejin que su padre no vendría pues se encontraba en La Casa Azul, YangMi junto a su esposo. Tomó las llaves apeándose del vehículo, caminó con paso rápido hacia la entrada, las piedritas bajo sus borcegos sonaban crujiendo.

La enorme puerta se abrió por parte de una persona del servicio, se descalzo luego de saludar con suavidad y negar la cena que le habían ofrecido. Por un momento, se sintió perdido en aquel enorme lugar vacío, era como sentir las gigantes paredes venírsele encima, su pecho siendo oprimido por un desconocido sentimiento que parecía a cada momento tomar nombre.

Subió las escaleras trotando, entró a su habitación a oscuras encendiendo un velador al costado de la pared, dejó su chaqueta sobre la cama sentándose luego en la misma, su mirada perdida en un punto fijo recordó aquella vez en el cementerio, lo cruel que había sido con ella al decirle que era un simple estorbo y lo mal que se había sentido cuando terminó de decirlo, que Kim haya sido quien estuviera ahí para rescatarla como otras tantas veces mientras él quedaba como el malo no le supo bien, no debía ser así.

El bar, el recuerdo del bar, el baile de Hye-min sobre aquella barra, sus movimientos sensuales, las sensaciones y pensamientos fuera de lugar que tuvo hacia ella. Rio entre dientes porque para él era normal pensar en doble sentido, pero no era normal sentir su estómago revolverse cuando la tenía cerca o los celos cuando todos los ojos estuvieron ese día en ella.

Tampoco pudo olvidar cuando estuvo en el momento en que su padre se desquitó por el escándalo de las fotos publicadas, la preocupación mostrada, el cuidado con que lo curó, las caricias, lo cálido que se sintió estar con ella, su toque, su voz, todo.

Maldijo en voz alta comenzando a reír mientras dejaba caer su espalda en el mullido colchón, sus manos despeinaron sus cabellos como si aquello aclarara su cabeza y lo de adentro; <<tiene que ser una maldita broma del destino>>. Pero, en el fondo sabía que no y las palabras de su hyung volvían a resonar con más fuerza.

'Estás enamorándote'.

¡No! No podía enamorarse, o si, pero aún así sentía que si lo hacía no sería genuinamente porque era preferible mantener relaciones esporádicas y sin sentido. La libertad para él era algo necesario, no quería atarse a nadie, su forma de vivir era difícil, las imposiciones eran demasiadas, admitía que no era alguien bueno o que podría ser confiable y menos con las mujeres.

No quería admitir lo que estaba en la hondura de su pecho, porque estaba allí carcomiéndole en el fondo del estómago y hasta el tuétano de los huesos como una infección mortal y devastadora. Solo que lo que comenzaba a sentir por aquella castaña era demasiado grande hasta para si mismo.

Volvió a sentarse a orillas de la cama pensativo. Una vez le había pasado de sentirse totalmente atraído hacia una chica en particular, de sentir amor o ese enamoramiento como le llamaban, pero que se le había pasado tiempo después cuando se acostó con otra diferente.

Con paso apresurado salió de la habitación, necesitaba un trago fuerte del bar del despacho de su padre. Bajó las escaleras de dos en dos, caminó pensativo por el pasillo, al abrir la puerta de la oficina encontró a Moon Sonmi dándole la espalda concentrada en algunos papeles sobre el escritorio, llevaba una falda bordo que se ajustaba a su caderas haciendo remarcar su trasero del modo en que estaba parada.

JungKook mordió su labio inferior sintiendo calor subir por sus extremidades con una absurda idea rondando en su mente y que inconscientemente pondría a prueba.

—Oh, JungKook —la chica se sonrojó un poco cuando se dio cuenta de su presencia y de que no dejaba de observarla con una extraña mirada en sus ojos negros— ¿Puedo servirte en algo?

—Si, si puedes servirme algo —caminó hasta ella con paso firme, sostuvo entre sus enormes manos el rostro de la chica quien se asombró en demasía cuando comenzó a besarla con ímpetu dejándose hacer, pues no podía negar la atracción que sentía por él ni los sentimientos— ven, ven conmigo, Sonmi, está noche te necesito.

La morocha totalmente hechizada por la mirada cautivante y aquella voz ronca se dejó llevar de la mano en silencio. Los dos subieron las escaleras con tranquilidad, entraron a la habitación media oscura, Sonmi agazapada en medio del cuarto mientras JungKook cerraba con seguro.

Se acercó a ella para besarla nuevamente con pasión, sus manos delineando el rostro de la chica, bajando por su cuello, por su torso hasta quedarse en su cintura, caminó con su acompañante hasta recostarla en la enorme cama matrimonial, sus delgados labios comenzaron un recorrido de húmedos besos en lo que iba desabrochando la camisa de seda de la fémina escuchando de fondo los suspiros de esta.

La chica sin quedarse atrás le quitó la camisa a él tocando en el lapso la piel bronceada de este, deleitándose bajo sus delicadas manos con aquellos músculos que estaban sobre ella al igual que aquellas manos masculinas que comenzaron a quitarle la ropa restante con la desesperación en su cuerpo por despojarse de todo estrés.

Una vez la protección puesta, se hundió en la ella con rapidez, el vaivén de sus caderas tomando más velocidad en lo que escuchaba los jadeos, sus manos tocando y acariciando todo lo que se permitían, los besos húmedos e impúdicos entre sus bocas resonando en la habitación al igual que sus cuerpos chocando.

JungKook aferrándose con fuerza al cuerpo de Sonmi en lo que las embestidas parecía tenerlos a ambos en un tumultuoso placer de no acabar. Ignorantes de su alrededor y de la realidad que pronto golpea una vez todo vuelve a la normalidad.

━━━━━━✧❂✧━━━━━━


Sus manos soportaban su peso apoyándose en el mármol del lavamanos, alrededor de su cintura una toalla envolviéndole luego de haber tomado un baño que duró más tiempo del que quiso. No quería levantar la cabeza y mirarse al espejo, no quería admitirlo.

Maldijo sintiendo un nudo en la garganta, sus ojos se nublaron por las lágrimas que comenzaron aparecer, sorbió por la nariz reincorporándose, sus manos a ambos lados de su cadera, el silencio embargando su alrededor, lo cotidiano de siempre. La soledad era parte de su vida.

Y así se sentía bien, pero ahora que parecía que el conteo de aquella bomba de tiempo se agotaba no había marcha atrás. La soledad era una mierda. Es buena, la soledad es buena, pero ¿hasta que punto?

Abatido, suspiró levantando la cabeza, se miró a través del espejo, su cabello estaba húmedo, algunas gotas caían de algunos mechones que tapaban su frente y sus ojos, observó su reflejo en aquel espejo medio empañado. <<Cobarde>>, se llamó a si mismo.

Rio entre dientes colocando sus manos sobre el mármol nuevamente, acercó su rostro al espejo llamándose a si mismo cobarde otra vez mientras su sonrisa de conejo era su panorama, desvaneciéndose lentamente al caer en cuenta de todo. Una punzada de arrepentimiento y dolor cruzó su pecho, de sus sentimientos hacia Park Hye-min y de lo que acababa de hacer.

De Hye-min siendo lo único en su cabeza, en su cuerpo, alma y corazón cuando le hizo el amor aquella mujer que ahora estaba dormida en su cama.

—Vas a ser mi puta perdición, Park Hye-min.

━━━━━━✧❂✧━━━━━━


Por más intentos que hizo no podía apartar sus ojos de la castaña. Hoy estaba sumamente hermosa con aquel vestido holgado de tirantes negro, pero que marcaba su figura acompañado del cárdigan color rojo y zapatillas blancas. O tal vez, era que se daba cuenta de lo que la chica causaba en su interior y la simple idea de no tenerla cerca lo atormentaba.

Apartó la mirada cuando ella se dio cuenta de su contemplanza, seguía enojada, ni siquiera le sonrió cuando llegó y él le dio los buenos días, ni siquiera le hablaba más que responderle simples monosílabos cuando él le buscaba conversación. Se estaba muriendo por dentro sin saber la razón exacta. Lo que había hecho anoche tampoco lo dejaba en paz. Pero quería demostrar su teoría, así que lo que había hecho era válido, además de que él era alguien libre y sin compromisos.

¿Entonces por qué sentía que había traicionado a alguien? ¿por qué de repente la sensación de sentirse culpable lo carcomía? Era muy absurdo.

—¿Hyung? —tres de los niños lo miraban atentos, esperaban que la propuesta que le harían lo pusiera más contento— TaeHyung hyung nos dio la idea de jugar a las escondidas, ¿quiere jugar? —iba negarse y solo los iba a mirar, pero— Hye noona también jugará.

Y eso bastó para que aceptara.

Todos estaban en posición, el chico de sonrisa cuadrada sería el que contaría mientras todos los demás se escondían. JungKook no pudo evitar seguir a la castaña quien reía ante las ocurrencias de los demás niños -esta vez se aseguraría también de que no le pasara nada.

El azabache había descubierto a más de la mitad de los jugadores, le faltaba solamente un par, la castaña y el pelinegro entre ellos. JungKook vio por un momento la oportunidad de acercarse a ella cuando la vio escondida en el lavadero acomodando algo de ropa. Se metió fingiendo que el otro estaba cerca, tomándola por sorpresa cuando la abrazó por la cintura y la escondió entre la pared y su cuerpo.

Sus ojos automáticamente fueron a los labios de la chica.

—Tae está cerca —susurró mirando aquellos ojos almendrados.

Hye-min estaba tensa al sentir el cuerpo del chico sobre el suyo, no era nada bueno para su cordura, aún cuando él la sostenía firmemente de la cintura.

—No necesitas... —intentó soltarse siéndole casi imposible cuando él apretaba más su brazo.

—Si necesito, nos descubrirán —siseó en voz baja, fingió asomar su cabeza para ver algo, luego sonrió ladinamente mirando fijamente a la chica— Hye, ¿no te has puesto a pensar que nosotros dos juntos seríamos dinamita? —ante la expresión de extrañeza, el pelinegro añadió— en la cama.

—A ti qué bicho te pico hoy, ¿eh? Eso jamás pasará.

JungKook se relamió los labios mirandola fijamente a los ojos con claras intenciones de provocarla. Su mente recordando los sueños húmedos y aquel baño donde se vino gimiendo su nombre. <<Si tan solo supieras, bonita>>.

Hye-min tragó duramente saliva escuchando a lo lejos la voz del azabache, aprovechó el pequeño momento de distracción para zafarse del agarre del pelinegro y descubrir su puesto.

—Oh, ahí estás, ¡atrapada! —dijo el chico agarrando su mano, el pelinegro salió detrás con un rostro serio— oh, Kook-ah, los atrapé a los dos.

El susodicho sonrió divertido desvaneciendo su sonrisa al ver lo seria que estaba la castaña. El juego había terminado, ella no quiso seguir jugando solo quería alejarse de allí y estar sola lejos de la presencia del pelinegro. Le causaba ansiedad tenerlo cerca.

JungKook se dijo a si mismo tener paciencia, de algún modo volverían a lo de antes, donde los dos se hablarían y sería el momento oportuno para aprovechar.

Se detuvo por un momento a pensar, ¿aprovecharía qué? Ni siquiera él sabía qué le pasaba, o si, pero era demasiado complicado. Lo único que sabía es que quería a Hye-min a su lado. Y de alguna manera lo conseguiría.

—Hye —sujetó su mano deteniéndola, hizo que voltee a verle, no le gustaba que lo mirará de forma fría, pero se lo merecía— Quiero disculparme, no fue mi intención haber dicho lo que dije ayer —por qué de repente que ella lo mirará fijamente lo intimidaba— estaba estresado y de mal humor no debí desquitarme contigo —bajó su cabeza— lo siento —finalizó inocente con un puchero en sus labios.

La chica suspiró. Aún tenía la mano femenina sintiendo la piel suave de esta, entre la suya, debía admitir que esa conexión le gustaba más de lo que quisiera.

—Esta bien, Kook, lo entiendo —su sonrisa, aquella sonrisa cálida— no te preocupes, todo va pasar.

¿Por qué ella debía ser tan buena y comprensible con él? ¿Por qué si siempre había sido una bestia con ella? ¿Por qué no se dio cuenta antes? ¡Dios mío! ¿Por qué el recuerdo de anoche otra vez se aparecía? Pero está vez recordando que en su mente a quien tenía entre sus brazos haciéndole el amor era a ella. Tragó saliva duramente.

¿Porque el tenerla tan cerca lo estaba alterando? Sus ojos fueron inconsciente a los labios acolchonados, tenían un brillo de color rosa y pensaba con vehemencia que tal sabrían si la besara. <<Bésala>>.

—Bonita —murmuró él acercando su rostro lentamente.

El tono de llamada de un celular hizo que la chica se alejara un poco, JungKook maldijo por no poder realizar su anhelo. A duras penas saco su teléfono del bolsillo delantero de sus jeans atendiendo sin siquiera fijarse.

—¿Qué?

¡Yah!, ¿así es como le respondes a tu hyung? —JungKook suspiró cerrando sus ojos, HoSeok no podía haber sido más inoportuno— escucha, Yoongi y yo estamos en la terraza del Rooftop, hoy es noche de Happy Hour, así que necesito que vengas porque servirán chupitos.

—Hyung.

Te lo estoy ordenando, Jeon JungKook. Todos estarán aquí, hasta Hye-min vendrá —automáticamente sus ojos se fueron en dirección a ella quien tecleaba con una sonrisa en su móvil.

—Esta bien, ahí estaré.

Curiosidad:
*La Casa Azul o Cheongwadae es la oficina ejecutiva y residencia oficial del jefe de Estado y de gobierno de Corea del Sur, el Presidente de la República de Corea, localizado en la capital nacional Seúl. Construida en el recinto del jardín real de la Dinastía Joseon, la Casa Azul ahora consiste en la Oficina Central, la Residencia Presidencial, la Casa de Recepciones de Estado, el Pabellón de Prensa Chunchugwan y los Edificios de la Secretaría.

💜💜💜

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro