𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘁𝗿𝗲𝗶𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝘁𝗿𝗲𝘀.
Llevaba un bolso deportivo sobre su hombro, allí tenía la ropa sucia que había usado para entrenar. Caminaba con tranquilidad sobre el pasillo dirigiéndose a la cafetería, de lejos vislumbro a su amigo Yoongi hablar animadamente con una chica de cabello rubio lacio reconociéndola como la amiga de Hye-min, SolHyun.
Dejó caer el bolso al suelo con un sonido seco acaparando la atención de aquellos dos, una sonrisa burlona se dibujó en sus labios porque al parecer había arruinado un momento entre su amigo y la chica.
—Eres un idiota, JungKook —espetó ella cuando el pelinegro se sentó en una silla entre medio de ambos, agarró el vaso de jugo de la rubia bebiendo un poco del contenido. Yoongi se limitó a mirar hacia otro lado— no sé que ve Hye-min en ti —se quejó parándose y tomando su bolso.
—Te lo diría pequeña, pero me temo que es muy íntimo —contestó con voz ronca y coqueta riendo de su propia frase. El pálido a su lado gruñó dándole un golpe suave en la nuca por su atrevimiento, la rubia le siguió con otro golpe en el brazo. A JungKook le parecía divertida la situación.
—Me gustaría compartir tu felicidad —masculló Yoongi cruzándose de piernas una vez se encontraron solos— pero me temo que me has jodido la paciencia —se acomodó mejor en su asiento y añadió— por lo que te comentaré una infidencia… NamJoon y Hye-min se encuentran juntos en la piscina y hoy no hay nadie allí.
La sonrisa del pelinegro se desvaneció tan repentinamente como el calor que recorrió rápidamente sus extremidades y la presión de los celos se agolparon en su sistema. Golpeó su mejilla interna con su lengua en acción de molestia, Yoongi a su lado sonrió victorioso por haber ocasionado la molestia en su menor. JungKook suspiró sonoramente, tomando el bolso del suelo para colocárselo en su hombro y salir con pasos apresurados hacia el área de las piscinas.
Le tomó unos minutos llegar hasta la zona de la pileta climatizada interior, desde el pasillo podía escuchar la risa de su chica, divertida y despreocupada así como ella solía ser. Dejó caer el bolso sobre el suelo de cerámicas al lado de una reposera blanca muy cerca de la entrada, se quito las zapatillas, la camiseta fue lo siguiente dejándola caer al suelo quedando con unos shorts deportivos. Se encontraba a unos metros de ellos.
Se quedó unos segundos observándolos, Hye-min dentro de la piscina, sus brazos sobre la orilla de cerámica con su rostro elevado mirando al moreno afuera sentado en la orilla de otra reposera, sus fuertes brazos sobre sus atléticos muslos enfundados en unos shorts y musculosa deportiva. Kim NamJoon era muy cautivador.
JungKook tomó vuelo y corrió haciendo un clavado perfecto, nadó por debajo del agua hasta su objetivo saliendo a espaldas de la castaña, peinó sus hebras oscuras en un movimiento sumamente sensual colocando luego sus brazos alrededor el cuerpo de la chica con el suyo acorralándola.
—Buenas tardes, ¿interrumpo? —preguntó sarcástico envolviendo su brazo tatuado alrededor de la cintura femenina, ella no tenía buen rostro.
—Buenas tardes, Jeon —saludó NamJoon con una sonrisa amable y esos hoyuelos dulces en sus redondas mejillas— no, no interrumpías nada, solo conversábamos tonterías.
JungKook asintió fingiendo una sonrisa, besó el hombro de Hye-min sin obtener ni una sola respuesta de esta. Él no lo sabía, pero ella estaba muy molesta. NamJoon se paró imponiéndose, saludó despidiéndose de ambos, chocó puños con su amiga y finalizó guiñándole un ojo, causándole una pequeña risa que al pelinegro no le gustó.
Hye-min volteó mirando a JungKook con cara de pocos amigos, sabía muy bien que lo que él había echo lo había echo a propósito y aún no entendía cuál era el problema que tenía con NamJoon cuando ella le había demostrado adorarlo con toda su alma, tenía que quedarle claro que no tenía ojos para nadie más que para él.
—En mi defensa —se encogió de hombros— no tengo defensas —rio haciendo caras graciosas para hacerla reír consiguiéndolo a los segundos y haciendo que los dos rieran— me gusta ese bañador —comentó mirando la prenda de un color rosa con detalles del conejo cooky de BT21, colocó sus manos sobre la cintura de la chica mientras sus piernas pataleaban bajo el agua— quedaría mejor en el suelo y yo dentro de ti —ronroneó acercándose a Hye-min, gimió del dolor cuando sintió el golpe que ella le dio en su pecho alejándole un poco.
—En serio, eres un desastre Jeon JungKook —dijo entrecerrando los ojos— arruinas los momentos.
—A ti te encanta este desastre —sonrió arrugando su nariz robándole un beso. Ella rodeó sus hombros y en un ágil impulso lo hundió por completo bajo el agua riendo a carcajadas. JungKook no quedándose atrás subió a la superficie sujetando la cintura elevándola y lanzándola al agua.
Iniciando así un juego entre ambos dónde sus risas y los besos robados bajo el agua no pudieron faltar. Eran como dos niños buscándose en medio de un juego inocente.
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Luego de cambiarse por unas prendas cómodas y secas, de ayudarse mutuamente a secarse el cabello entre medio de nuevos juegos inocentes y de JungKook observar a Hye-min maquillarse escuchando atento lo emocionada por sus finales aprobados y su tesis por presentar, salieron del enorme complejo de gimnasio tomados de la mano.
—Oh, amor me olvidé el celular en la cafetería —recordó de repente deteniendo a ambos— iré un momento a ver si Yoongi hyung lo tiene tal vez— Hye-min asintió dándole el okey, JungKook besó su mano antes de salir trotando a buscar a su amigo.
Luego de preguntar por el paradero de su hyung lo encontró en los vestuarios también terminando de cambiarse, apenas el chico pálido vislumbro a su menor sacó de su casillero abierto el aparato entregándoselo en mano.
—Gracias hyung —sonrió mirando muy por encima las notificaciones en la pantalla— te espero y salimos juntos.
Yoongi asintió terminando de guardar sus cosas, cerró el casillero para salir juntos de los vestuarios conversando de muchas cosas. En el camino saludaron a varios conocidos, Hye-min los estaba esperando afuera con el auto del pelinegro a su lado. JungKook no podía apartar la vista de ella, lo hermosa que era, lo único y especial que lo hacía sentir, a este paso se sentía un completo idiota y no le importaba. No le importaba sonreír tan abiertamente y sentir esa extraña, pero cómoda calidez en su pecho si la que se lo hacía sentir era ella.
Salieron por las enormes y altas puertas de vidrio, solo tenían que cruzar la calle para subirse al auto, JungKook se detuvo un momento a saludar a su hyung en despedida ya que tomarían diferentes caminos, de soslayo observó que su chica comenzando acercarse a ellos para despedirse también del mayor.
Y todo pasó en un abrir y cerrar de ojos.
Un auto salido de la nada fue a toda velocidad por la calle en dirección a la castaña, se pudo escuchar los gritos de espanto cuando se sintió el ruido de estallidos en el aire. JungKook no supo cómo, pero corrió rápidamente en dirección a Hye-min que se encontraba tirada en el asfalto, la sostuvo entre sus brazos colocando sobre ella su cuerpo como escudo.
Cuando pudo levantar la cabeza, vio a la gente correr a su alrededor, Yoongi detrás hablándole con desesperación, era como si todo estuviera en silencio y solo las imágenes funcionarán. A lo lejos, el auto desconocido se perdió en las calles con el humo derrapando detrás imposibilitando buscar algún dato o número de placa. Sus ojos estaban llenos de lágrimas buscando el rostro de su chica entre sus manos.
—¡Hye-min! ¡Maldita sea! —gritó histérico, la castaña tenía uno de sus brazos con raspones que dejaban su piel marcada por sangre superficial gracias a la blusa de mangas cortas— ¡Una ambulancia! Hyung llama una ambulancia.
La acomodó entre sus brazos, dio golpecitos suaves a sus mejillas llamándola, Hye-min entre abrió sus ojos comenzando a llorar, con sus manos temblorosas intentó sujetarse de la camisa de su novio, pero temblaba tanto que no podía hacer un movimiento certero. A los segundos, se desvaneció causando la histeria del pelinegro. Yoongi a su lado hablando por teléfono y la gente del gimnasio intentando prestar ayuda. Tomó a la chica entre sus brazos levantándose con ella, allí afuera todo era peligroso.
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Caminaba de un lado al otro, sus nervios estaban pendiendo de un hilo, cualquier cosa que hicieran causaría su explosión. Se encontraba en el hospital de Seúl esperando noticias de los médicos. No se encontraba solo.
La familia de la chica asistió de inmediato ni bien se les dio aviso. El señor Jeon y su esposa también se encontraban con ellos, Yoongi, HoSeok, NamJoon y las amigas de Hye-min. Todos en shock y preocupados por el atentado repentino que había ocurrido. Porque sí, no dudaban en que había sido un atentado, sin embargo, se cuestionaban si aquello fue dirigido para ella o en realidad iba hacia otra persona.
El piso estaba momentáneamente restringido, cientos de guardaespaldas cuidando a las dos familias más importantes del país.
Un médico de ambo azul y cofia salió al pasillo dirigiéndose a ellos, era el médico de confianza de la familia Jeon. Todos agolpándose de inmediato.
—No se preocupen ella se encuentra estable, sufrió una contusión por la caída y el susto del momento —JungKook sintió el alma volverle al cuerpo, la madre de la chica sollozó en brazos de su esposo. Todos suspirando de alivio.
—Quiero verla —demandó JungKook, interponiéndose ante todos. El rostro de algunos sorprendidos por aquella repentina petición, pues unos pocos sabían sobre su relación con la chica.
—Necesita descansar, no es momento está sedada.
—No me importa, quiero verla —demandó con molestia, se volvería loco sino la veía con sus propios ojos.
El profesional dedicó una mirada de duda hacia los señores Park y hacia el señor Jeon, los adultos sorprendidos y extrañados. La señora Jennim al ver el silencio y espera con la poca voz que su cuerpo le permitía dio el visto bueno para que el chico entrará.
JungKook volteó totalmente avergonzado a mirar a la mujer cayendo en cuenta de su desesperación. Ni siquiera quiso voltear la mirada hacia su progenitor ni saber lo que pensaba. No le importaba tampoco.
Agradeció apenas siguiendo al médico detrás, peinaba y despeinaba sus cabellos en un acto meramente nervioso, pasó unas puertas y luego de desinfectarse por completo y colocarse un tapabocas ingresó a la sala donde Hye-min descansaba.
En silencio se acercó a la camilla, la chica tenía puesta una bata de hospital, a simple vista podían verse alguna de las heridas en sus extremidades, la vía en su brazo sano, una sonda en su nariz y algunos cables con chupetes sobre la blanquecina piel de su pecho marcando su ritmo cardíaco en una máquina. Sus ojos se mantenían cerrados y JungKook no supo a ciencia cierta si eso era bueno o malo. Solo quería sacarla de allí y encerrarla en sus brazos para protegerla.
Acarició los cabellos castaños de su cabeza causando que ella volteará su rostro y abriera los ojos lentamente. Una tenue, pero dulce sonrisa se dibujó en los labios de Hye-min cuando vio a JungKook a su lado. Estaba inexpresivo, temeroso de hacer algo que la lastimase. Ella tomó su mano acercándolo a su rostro, intuía todo lo que él sentía en esos momentos. El miedo, la histeria, la incertidumbre, el horror.
—Kook, estoy bien, cariño —murmuró con una sonrisa besando el dorso de la mano del chico— solo fue un susto, estoy bien de verdad.
Aquellas últimas palabras detonaron que se desmoronará y comenzará a llorar. Hye-min como pudo hizo que se recostara en la camilla a su lado, con sus brazos lo contuvo dándole caricias a su cabello y secando algunas lágrimas, se atrevió a bajar el tapabocas que cubría su rostro para regar pequeños besos en la nariz regordeta del chico.
JungKook no pudo evitar sentir un agobiante temor en su cuerpo, en su pecho, era extraño, todo eso le recordó la muerte de su madre y supo que si le pasaba algo más aquella chica no sabría cómo responder, no sabría cómo seguir, ella se había convertido en alguien muy importante y el temor por perderla era muy grande.
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Sintió unos toques suaves sobre su brazo, abrió los ojos lentamente encontrándose todavía en la camilla con Hye-min dormida a su lado aún conteniéndolo, todo estaba medio oscuro por lo que supuso que ya era tarde por la noche. Levantó apenas su rostro encontrando a la madre de la chica con una sonrisa en su delicado rostro.
Con mucho cuidado salió de los brazos de la castaña reincorporándose, restregó sus ojos aún somnoliento, cubrió con las mantas el cuerpo de la chica dejando un beso en su frente, verla dormida tan tranquila le trajo paz. Giró dándole la cara a la señora Jennim, ella se adelantó para besar la cabeza de su hija y acariciar su mejilla. Con un ademán le indicó que la siguiera hacia un rincón de la habitación donde había un sillón de dos cuerpos y una mesa de café, ambos tomando asiento.
—Ajumma, perdón por haber entrado primero no quise...
—Shhhh —la mujer sostuvo las manos del pelinegro encontrándolas frías y algo temblorosas— me alegra que hayas estado con ella, me alegra que estén juntos.
JungKook abrió sus ojos desorbitados con sorpresa apartando al instante la mirada por la vergüenza. Suspiró sin saber que decir, sin saber que responderle a la mujer que lo miraba de forma maternal. Volteó su cabeza mirando a la camilla donde la castaña dormitaba tranquila.
—He sido un idiota toda mi vida —comenzó hablar mirando la unión de su mano con la de la mujer— lo he sido con ella y nunca me di cuenta de lo mucho que ha marcado mi vida —sorbió por la nariz conteniendo las lágrimas— JiMin hyung y Hye-min son dos de las personas más importantes de mi vida, desde que tengo uso de razón ellos han estado conmigo y me han cuidado. Jimin-ssi es como mi hermano y Hye —tragó saliva elevando su cabeza y mirando a los ojos a la mujer— a Hye la amo —murmuró con vergüenza.
Jennim sonrió enternecida dejando que una lágrima resbale por su mejilla, lo atrajó a su cuerpo en un abrazo que él también correspondió gustoso.
—Lo sé, JungKook, sé lo que mis hijos significan para ti y sé lo que tú significas para ellos —susurró mirando de reojo a su hija repartiendo caricias a la espalda del chico— tú eres muy importante para Hye, ella también te ama.
JungKook no pudo evitar sonreír ante aquellas palabras, porque si, porque sabía del amor que Park Hye-min le tenía, sabía todo lo que ella hacia por él y no dudaba un segundo en que haría lo mismo por ella.
Ambos se separaron del abrazo cuando Jennim sintió el vibrar de su celular, su rostro cambió a uno de preocupación leyó el nombre de su hijo en la pantalla, JungKook también lo vio y le indicó que atendiera con tranquilidad, él se quedaría allí mientras tanto. La mujer salió atendiendo e intentando tranquilizar a su hijo del otro lado del mundo quien se había enterado por la televisión y las redes lo que había pasado con su hermana.
Horas más tarde, Hye-min fue dada de alta, pues no tenía más que algunos rasguños y moretones además de los golpes, estaba perfectamente bien y era en vano quedarse en el hospital. Todos tuvieron la oportunidad de verla unos minutos para luego cada cual ser escoltados por los guardaespaldas hasta sus autos, pues la prensa se encontraba en la calle y entrada esperando por respuestas.
JungKook ingresó a la camioneta donde iban la chica y sus padres, apenas cruzó palabras con el suyo para decirle que no se preocupara por él, pues quería asegurarse de que su novia estuviera bien —aun no era el momento de comentarle al señor Jeon sobre su relación—.
El viaje fue silencioso, el pelinegro se sentía un tanto nervioso por la fijo escrutinio del señor Myung-Back, la castaña y su madre intercambiaron una mirada cómplice evitando no reír ante el panorama. Hye-min volteó a mirar a JungKook quien movía su pierna nervioso, podía sentir su mano sudar bajo la suya, sonrió y sin dudarlo estampó un sonoro beso en la mejilla del chico sorprendiéndole.
—¿Algo que deba saber? —preguntó con seriedad el hombre mirando a los jóvenes. Hye-min rio bajito al escuchar balbucear a JungKook en busca de una respuesta.
—Abeoji, te presento a mi novio, Jeon JungKook —pronunció con orgullo apretando la mano del chico sin dejar de mirarlo mientras el susodicho se estaba muriendo de la vergüenza sin saber que contestar por la sorpresa entre medio de balbuceos. El señor Park arqueó una ceja mirándolo serio intimidándolo en su lugar— appa, deja de mirarlo así, lo asustas. Tú sabías que esto iba pasar.
JungKook ladeó su rostro mirando a su chica a su lado.
—Si, pero no pensé que tan pronto —acotó el señor Myung-Back llamando la atención del pelinegro— me alegro que al fin sentaras cabeza, JungKook —sonrió amable— espero que los dos hagan bien las cosas, tienen nuestra bendición —finalizó mirando a su esposa al lado.
JungKook suspiró de alivio, rio junto con sus tres acompañantes sus nervios disipándose porque todo parecía ir bien. Miró a Hye-min a su lado, ella sonreía radiante como si nada le hubiera ocurrido. No podía estar más agradecido por eso. Quería seguir viéndola así, feliz y sonriente y haría lo que fuere por conseguir eso. De la misma manera en que esa noche se dedicó a cuidarla, mimarla y adorarla en todo momento cuando llegaron al departamento de la castaña.
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