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𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘁𝗿𝗲𝗶𝗻𝘁𝗮.

Despertar y encontrarlo a su lado se volvió haciendo costumbre, JungKook solía quedarse con ella en su departamento y a pesar de que no había vuelto a pasar nada entre los dos luego de esos encuentros, no perdían el tiempo en tocarse o sentirse de otras maneras.

El tiempo de servicio que prestaban al orfanato había acabado, pero se encontraban tan cómodos junto a los niños alrededor que asistían tres o cuatro veces a la semana a visitarlos y ayudar en lo que pudieran, sobre todo el pelinegro que tenía tiempo disponible. Tiempo que comenzaba a pensar muy seriamente en utilizarlo para estudiar.

Realmente lo estaba pensando, quería tener un plan B que lo sacará del lugar en que se encontraba, dónde pudiera ser alguien independiente, tomar sus propias decisiones sin que su padre este detrás siempre cuestionadole. Era sorprendente lo que los últimos acontecimientos habían causado en su vida. O mejor dicho, lo que ella había causado en él.

Caminó por el pasillo sobando sus ojos con la mano, iba descalzo con el torso desnudo, solo llevaba puesto un pantalón gris de chándal para dormir. Podía escuchar música a un volumen bajito proveniente de la sala dónde seguramente Hye-min se encontraba estudiando. Los últimos días eran agotadores y extenuantes para ella.

Se colocó detrás tomando asiento en el suelo, la rodeo con sus brazos y piernas, su pecho desnudo sobre la espalda de esta -solo vestía una camiseta de él- su rostro lo enterró en el cuello de la castaña, eran momentos en los que parecía un niño buscando calor y refugio.

—Me dejaste solo en la cama —susurró manteniendo los ojos cerrados— bonita, ¿ya comiste? —preguntó esperando respuesta, pero estaba tan relajado en medio del silencio, la tenue música de fondo y la respiración de ella que no dudo en quedarse dormido sobre la espalda de la castaña.

—Kook, me estás aplastando —se quejó Hye-min intentando quitarse de encima al enorme saco de músculos que era el pelinegro. Pero él solo se aferró más al cuerpo de ella olfateando su olor. Últimamente se volvía sumiso cuando se trataba del cuerpo de Hye-min, su piel, su olor, cada parte de su femenina anatomía era para él sucumbir sin rodeos a la más exquisita y apremiante tentación llenándolo de una mitigante tranquilidad— JungKook, ve a la cama si vas a seguir así, no dejas concentrarme.

Suspiró abriendo sus ojos sin moverse ni un centímetro en su posición.

—Te pregunté si comiste —inquirió. Ella asintió restándole importancia mientras seguía escribiendo en su libreta y una de sus manos acariciaba el brazo tatuado— mentirosa, eres una vil mentirosa, Park Hye-min y sabes lo qué les ocurre a las mentirosas.

En un ágil movimiento seguido de un gritito de sorpresa por parte de la castaña, la levantó entre sus brazos lanzándola al sillón de tres cuerpos para acorralarla con su cuerpo y besarla, Hye-min rodeó la cintura de él con sus piernas haciendo que dejara caer todo el peso de su cuerpo sobre ella, sus brazos se rodeaban y contenían no dejando un centímetro de lejanía entre ambos.

Realmente disfrutaban estar así de entrelazados besándose y acariciándose hasta ponerse acalambrados, era una extraña, pero placentera sensación que compartían el uno por el otro, el sentirse de esa manera sin que fuera más allá y que las palabras no existieran entre medio.

JungKook llevó una de sus manos a los muslos femeninos apretándolos en una caricia, subió queriendo entrar hacia la zona íntima, Hye-min adivinando sus intenciones comenzó a mover sus caderas sintiendo el bulto palpitante del pelinegro dándole un poco más de acceso. Pero el tono de llamada entrante los obligó a detenerse en sus acciones.

Hye-min suspiró prestando atención a la pantalla de su laptop dónde la foto de un sonriente Jimin se mostraba avisándole de una llamada por Skype. Jadeó de la sorpresa empujando al pelinegro de encima suyo causando que este cayera al suelo y gruñera en descontento por el tremendo golpe que se había dado.

—Que no ves que oppa está llamando —chilló dando pequeños saltitos de nervios en su lugar, desde hacía días que no hablaba con su hermano, ¿la razón?, la razón intentaba levantarse del suelo con una mano en su cintura.

—¿Y que? Contéstale y ya —siseó aún adolorido tomando asiento a un costado del sillón.

Hye-min respiró profundamente en lo que se arrodillaba frente a la mesa de café donde tenía sus libros y laptop aún sonando. Intentó arreglar su cabello y sonreír a través de la cámara, pero al darse cuenta que JungKook se veía en la pantalla su mano empujó el rostro de este quitándole del panorama cuando el muy atrevido decidió atender por si solo la llamada.

—¡Oppa! —chilló, con una sonrisa nerviosa por la mirada intimidante que el pelinegro le dedicaba unos centímetros más atrás.

¿Estás bien? —preguntó JiMin acercando su rostro a la cámara, Hye-min percibió a su hermano caminando por la calle, su cabello negro estaba mucho más largo y vestía con un cárdigan marrón que parecía más grande que él. Ella solo asintió rogando que el pie del pelinegro se detuviera en las caricias que le hacía a su espalda en acción de molestarla.

—Si, oppa, ¿cómo estás tú? Te extraño, cuéntame cómo te va, ¿cuándo saldrá tu libro? ¿qué tal el clima en Nueva York? Se ve lindo —las incesantes cataratas de palabras una detrás de otra hizo suponer a JiMin que algo le ocurría a su pequeña hermana.

¿Te sientes bien? Te noto algo nerviosa, Hye —ella rio golpeando de un codazo el muslo del pelinegro quien no evitó chillar del dolor— hermanita, si estás ocupada puedo llamarte luego —la mano de JungKook comenzó a jugar con el cabello castaño de la chica apareciendo en la visión del mayor, el pelinegro reía divertido mientras la veía enfadada— Hye-min, ¿algo que quieras decirme?

Ella a punto de negarse jadeó de sorpresa cuando el pelinegro apareció en la pantalla mostrándose.

—Si, hyung, tu hermana está muy ocupada estudiando —se sentó a su lado y añadió mirándola con una sonrisa ladina— estudiando anatomía.

Hye-min comenzó a empujarlo intentando sacarlo del panorama, JiMin totalmente perplejo miraba la lucha que se desataba entre esos dos, que duró segundos porque el JungKook logró acorralarla entre sus brazos y piernas.

Debería de decir, ¿algo qué quieran decirme? —espeto el mayor con rostro serio— ¡Hye-min!

—Oppa —chilló en un aegyo triste.

¡JungKook!

—¿Qué? Tú dijiste que la cuidara —confesó con desfachatez apretando más el cuerpo de la chica al suyo— y eso hago, cuidarla —añadió besando sonoramente el cuello de Hye-min.

Te dije que la cuidaras, no que... —el rostro del mayor pasó de serio a indignado cuando se dio cuenta de las fachas en que los dos andaban— Jeon JungKook, ¿qué haces sin camisa? ¡Acaso intentas presumir tus músculos! Yo también he hecho ejercicio para que sepas.

—¡JiMin! —gritó su hermana en descontento, escuchando como los dos reían cómplices.

—Hyung, no te preocupes por nosotros, solo la estoy acompañando mientras estudia —comentó soltando un poco el cuerpo de la chica, ante el rostro de incredulidad del mayor, añadió— te prometí cuidarla, pues yo haré mucho más que solo cuidarla.

Y esas palabras hincaron a Hye-min en lo profundo, porque no sabía que significaban en realidad, aún no se habían sentado hablar de nada, tampoco había un nombre de por medio, un título que avalara la exclusividad entre los dos, solo las cientos de acciones que ambos se pregonaban y que gritaban demasiadas cosas.

Estaba aterrada, tenía miedo de sus propios sentimientos y de lo que comenzaban a causar en ella con cada cosa que JungKook hacia y le hacía. Solo rogaba que todo eso fuera mutuo y pudiera disfrutar sin remordimientos, sin arrepentimientos. Sin el miedo interior de que algo lo pudiera arruinar.

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La conversación con su hermano había durado un tiempo largo, habían demasiadas cosas que contarse. Aparte de que confirmaron la disque relación que llevaba con el pelinegro -evitando ciertos detalles- hablaron sobre lo bien que JiMin estaba en América, sobre la oportunidad de que ellos dos fueran en vacaciones a visitarlo y de otras tantas cosas como su familia y demás.

Hye-min tenía dos exámenes importantes que dar para graduarse en la carrera de Relaciones Internacionales. Y luego de eso podría pensar en cómo seguir, mucho más ahora que JungKook se había vuelto alguien importante en su vida.

Suspiró terminando de beber de su taza de café, llevaba una hora estaba hablando por teléfono con NamJoon. No solamente tenía la presión de los exámenes sino que al ser una miembro de las importantes familias de La Casa Azul tenía otros deberes como organizar algunos eventos con las demás mujeres. Toda una cuestión de alcurnia.

—Ajam, ya tengo mi vestido... si, nos falta algunos detalles pequeños que los puedo armar desde aquí —caminó hasta la barra donde estaba su laptop encendida mostrando algunas plantillas de excel— no te preocupes Nam, no necesito ayuda, sabes que es algo de las mujeres —comentó rodando los ojos ante la insistencia del otro lado de la línea— tu madre también está en esto, ella no dejaría que te metas —sonrió por un pequeño chiste que hizo el moreno causando que JungKook se cruzará de brazos con semblante de pocos amigos.

Estaba sentado frente a ella, aún no podía digerir la relación de esos dos, aún no podía digerir la forma tan dulce en que su novia trataba al moreno. Tomó los palillos metiéndolos con rudeza al cuenco y de la misma forma enrolló los fideos de arroz para llevárselos a la boca aspirando ruidosamente, inconscientemente quería demostrar su descontento.

Y aunque Hye-min lo sabía desde un principio, a partir que él se empeño en sentarse allí sin la intención de moverse y no dejarla sola, prefirió hacer como si nada. No iba darle el gusto o lugar a los caprichos, por más muerta de la ternura que le causará ver a su chico así de celoso mantendría su postura madura. Luego de despedirse de su amigo, tomó asiento prestando atención y tecleando en su portátil, escuchó un bufido al otro lado de la isla sin prestarle atención.

—¿Qué tanto hablaban, ah?

Detuvo su tecleo y miró a JungKook a través de sus tupidas pestañas, en su interior se removía de la ternura. Lo miró sin emoción, quería molestarlo un poquito. Se encogió de hombros.

—Nada, ya sabes, comentando sobre el evento de la subasta que estamos organizando.

El silencio los invadió por un momento haciendo que ella levantara su vista encontrando al pelinegro jugar con lo poco que quedaba en su plato, la boca de este se movía en mímica mientras su rostro acompañaba con extrañas muecas que le parecieron muy graciosas. Se levantó rápidamente para colocarse frente a él, sujetarlo del cuello de la camiseta y chocar sus labios en un beso tan intenso que lo dejó más que atontado.

—Que te quede claro, Jeon, que a mí solo me gusta uno —murmuró comenzando alejarse de él, lo había dejado estático en su lugar— deberíamos salir.

—Yoongi hyung me dijo que estaría en Dyonisus —respondió automáticamente aún perdido por lo anterior.

Hye-min asintió sonriendo pícaramente, suspiró llevando una de sus manos al moño que sostenía su cabello en un rodete alto, lo soltó por completo cayendo por su espalda, rápidamente se quitó la camiseta lanzando la tela al rostro del pelinegro dejándole observar que solamente llevaba puesto una diminuta braga de encaje color piel.

Hye-min no pudo evitar reír al ver cómo JungKook casi cae al suelo cuando intentó levantarse de la silla para correr tras ella. Y aunque le pareció gracioso al principio jugar un momento con la cordura del chico no supo si arrepentirse luego de sus acciones cuando él la sujetó entre sus brazos haciéndole perder a ella la cordura.

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Luego de un par de idas y vueltas ya se encontraban en el Dyonisus Lounge Bar, a pesar de que decidieron involuntariamente no decir nada, JungKook no podía evitar ser muy evidente al estar cerca de Hye-min y tener contacto físico, por más simple que fuere era muy obvio para los de afuera.

—Déjenme adivinar —habló Yoongi colocando las manos sobre sus piernas cruzadas— puedo decirles se los dije, ¿verdad? —arqueó sus cejas observando la reacción de los menores y de fondo la risita disimulada de HoSeok— y por los cachetes colorados de nuestra Hye, me atrevo a decir que lo llevaron al siguiente nivel, ¿no?

—Y no sabe a qué nivel, hyung —ronroneó divertido el pelinegro mientras la castaña quería meter la cabeza bajo tierra.

—¡JungKook! —reprochó esta escuchando las risitas de fondo. Sentía demasiada vergüenza frente a los amigos de su hermano. Aunque debía admitir que también eran los suyos, ellos tres, en particular han estado siempre a su lado.

Escondió su rostro sonrojado en el pecho de su chico siendo apretujada por este mientras escuchaba las burlas.

—Me imagino cuando tengan a su bebé —chilló HoSeok con su particular voz en un aegyo llamando la atención de los menores.

—Serán preciosos —alegó JungKook sin dudar.

—¿Serán? —logró preguntar ella con total sorpresa. Ni siquiera había imaginado que su chico quisiera hijos.

—¿Te imaginas tener un mini JungKook? —comentó Yoongi.

—Unos dos o tres serían tiernos —añadió con entusiasmo HoSeok.

—Tal vez cinco o seis —acotó JungKook.

Hye-min tragó saliva duramente sin dejar de observar al pelinegro a su lado. No podía creer que él siquiera tuviera el pensamiento de tener hijos y que ella fuera la elegida. No podía concebir la idea de formar una familia cuando recién estaba dejándose llevar por sus sentimientos después de tenerlos encerrados por tanto tiempo y que venga el causante de sus palpitaciones a decirle que quería hijos, era demasiado ilusorio.

—Tal vez podríamos empezar por el primero, ¿qué te parece, amor? —ronroneó el chico rozando su nariz con la de ella.

No supo que contestar, no sabía cómo reaccionar, solo quería encogerse en si misma y llorar. La Hye-min dura y madura no se dejaría tirar abajo por algo así, pero de repente se sentía muy débil. Rio siguiendo la corriente como si todo estuviera bien, como si entendiera el sentido del humor y no estuviera aturdida.

Ni siquiera el agua que tiró en su rostro cuando fue al baño mermo la sensación de incomodidad y confusión. Ella tenía muy bien identificados sus sentimientos por el pelinegro, ¿por qué ahora parecía tener dudas o miedos?

JungKook se había dado cuenta del ensimismamiento de Hye-min, pero prefirió esperar a marcharse del lugar y estar solos para preguntarle.

—Veo que los rumores eran ciertos —ambos voltearon encontrando a Sana con semblante de pocos amigos.

—¿Cuáles rumores, querida Sana? —preguntó con sarcasmo la castaña, su humor cayendo en picada.

—El que tú —la observó con desdén— y tú —luego con tristeza y rabia al chico— están juntos —finalizó con pesar. JungKook suspiró colocando una mano en la espalda baja de Hye-min.

—¿Eso es un problema porque? —preguntó con hastío.

—Tú y yo estábamos juntos...

—¡Sana! otra vez con lo mismo, te lo he repetido, nosotros no teníamos una relación solo éramos una amistad con derechos —ante el rostro de sorpresa de la pelirroja, prosiguió— y no soy idiota como para no saber que tú también tenías a otros amigos con derechos por ahí.

—JungKook, yo...

—Mira Sana —interrumpió Hye-min acercándose a ella— deja de estar rogando, admítelo, JungKook jamás será tuyo, jamás lo fue. Dejá de molestar y consíguete una vida, ¿quieres?

Finalizó sosteniendo la mano del pelinegro para comenzar a alejarse.

—¡Hye-min! —la susodicha se detuvo a mirarle, Sana dedicó una ínfima mirada de reproche al chico— tal vez no sea mío, pero tampoco será tuyo.

JungKook rio por lo bajito y jaló la mano de Hye-min para salir del lugar, caminaron en silencio hasta la entrada donde un valet les entregó las llaves del auto. El silencio siendo el compañero de ambos la primera parte del viaje.

—Bonita, Sana y yo...

—Esta bien, Kook —entrelazó su mano con la de él que se encontraba sobre su muslo— yo sé de tú pasado y aún así no te juzgo —fingió una sonrisa— lo que haya pasado antes de nosotros dos no debe importarnos.

El pelinegro se detuvo frente a un semáforo en rojo y besó por unos segundos los labios de la chica apretándola entre sus brazos.

—Que te quede claro a ti también, Park Hye-min —susurró sobre sus labios— la única chica que me gusta, me encanta y fascina, eres tú.

Volvió a besarla con ímpetu y dulzura acariciando su rostro, se obligó a separarse solo para seguir manejando.

—¿Qué te parece, si te invito a comer ramyoen?

JungKook no pudo evitar sonreír pícaramente sin quitar los ojos de la carretera.

—¿Qué tal si yo te invitó a ver las mariposas?

Ronroneó Hye-min sin quitar sus ojos también de la carretera haciendo mención a un tatuaje de varias mariposas de colores y en línea que ella tenía en su espalda causando la risa alegre en él.

Aviso 20/05/23:

Para todas esas personas que me exigen "actualiza" o comentarios por el estilo, no lo hagan, no porque me lo exigen lo voy hacer y menos cuando no votan en ningún capítulo y ni siquiera interactúan con la historia, y sé muy bien quienes son. Así que, por favor, no lo hagan o borraré sus comentarios.
Me ponen demasiado incómoda y esperó entiendan que no he tenido tiempo suficiente para actualizar,no porque no quiera. A veces el tiempo se me va de las manos y debo poner como prioridad otras cosas más importantes. Tengo una vida la cual depende de mí lamentablemente 🙄
Así que, tengan paciencia, no es de mala. Quiero poder actualizar rápido, no me presionen, esperó sepan entenderme, pero me hace sentir un poco mal que me estén comentando todo el tiempo "actualiza".
De nuevo, espero entiendan y sobre todo, tengan paciencia, pronto estaré actualizando varios capítulos para que lean.
Muchas gracias a las personas que aún me apoyan y a las nuevas que SI interactúan con la historia. Se les quiere, cuidense mucho.

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