𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘀𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝘂𝗻𝗼.
Ingresaron a la habitación percibiendo las melodías de Chopin: Nocturn No. 20 en C-sharp minor. Desde que JungKook tuvo uso de razón la casa siempre se inundaba de música clásica e instrumental, al señor Jeon le encantaba escucharla.
—Jung-suk —llamó, YangMi, en un tono bajo y cuidadoso.
El mencionado volteó hacia ellos con ojos vacíos, tenía remarcadas ojeras bajo sus orbes negros —los mismos que poseía su hijo— su piel lucía opaca necesitada de color y brillo, su cuerpo que alguna vez fue imponente se encontraba en delgadez y con ropas muy simple. <<Es como un muerto en vida>>, pensó, JungKook, sintiendo pena por su padre al verlo de esa manera. Sin embargo, mantuvo una expresión neutra manteniendo presente todo lo que aquel hombre le había hecho sufrir.
—Mirá quien vino a verte —YangMi con una dulce sonrisa se acercó a su ex esposo sujetando su mano, le ordenó amablemente al enfermero encargado que se retirara dejándoles solos— mira, es JungKook, nuestro Guk-ah.
Jung-suk miró con ojos perdidos a su hijo causándole escalofríos. La comisura de sus resecos labios se elevaron en una sonrisa amable y dulce acortando los pasos que los distanciaba, aferró a su hijo entre sus brazos.
—Mirá lo grande que estás, hijo, estás hecho un hombre —se separó unos centímetros, sujetándole el rostro entre sus ásperas y frías manos— eres muy guapo mi pequeño, ¿no es guapo, querida?
Giró su rostro hacia YangMi y ella asintió sonriente siguiéndole el juego. Jung-suk observó las marcadas facciones del rostro de su hijo una vez más.
—Abeoji —susurró, con su voz quebrándose. Verlo de esa manera era doloroso. El mayor unió sus frentes por un momento.
—¿Cuándo me darás nietos? —murmuró, acariciando con sus pulgares las mejillas del menor— quiero uno aunque sea, dile a Hye-min que se tomé un tiempo de la universidad, sería bueno volver a tener niños correteando por la casa, tu madre estaría muy contenta, ¿no es cierto, Young-nam querida?
JungKook no pudo evitar temblar y ahogó un sorpresivo sollozo atascado en su garganta. La mente de su padre estaba en un limbo tan lejos de la realidad que le dolía verlo así queriendo protegerlo a pesar de todo. Miró a su madrastra en busca de respuestas y ella solo negó.
—Jung-suk, cariño, ven, tienes que acostarte, tienes que descansar —tomó del brazo al hombre alejándole del menor. Éste se dejó llevar hasta su cama siendo arropado por la mujer, recibió un vaso con agua y pastillas tomándolas obediente y miró fijamente a su hijo.
JungKook aún no podía salir de su trance.
—Tu padre pasa más tiempo lejos de la realidad. Me confunde con tu madre, Sana vino el otro día para reclamarle sobre el divorcio y no la reconoció —volteó un instante, para ver al hombre recostado en la cama— piensa que tú estás en Busan estudiando y comprometido con Hye —YangMi tragó dudando si comentarle algo más, pero aún así lo hizo— también piensa que Moon Sonmi es su hija.
JungKook indignado, sintió su corazón retumbar dentro de su pecho y un extraño calor subir por sus extremidades.
—Esa mujer —susurró, con ojos desorbitados.
—Cuando toma su medicamento vuelve a estar lúcido, pero hay que explicarle con paciencia porque sino se altera y no hay quien lo ayude.
JungKook se acercó a la cama sin dejar de observar a su padre, en su interior aún se preguntaba si realmente estaba enfermo. Jung-suk tenía la mirada perdida en el techo hasta que recayó en su hijo, sus ojos se tornaron más oscuros y con un brillo extraño.
—JungKook —sonrió ladino— al fin te dignas a visitar a tu padre, después de todo lo que te he dado me pagas así.
Y ahí estaba de nuevo el hombre que aborrecía.
—Vine porque me han dicho que estás enfermo.
—Ahora te preocupas —bufó— deberías estar al lado de tu esposa, me he enterado de que quieres divorciarte de ella. Me decepcionas tanto, JungKook.
No pudo evitar reír por lo bajo, no le sorprendía el cinismo ni tampoco aquella lengua venenosa imposible de detener.
—Me alegro decepcionarte —respondió, con su barbilla en alto y superioridad— porque haré lo que sienta y me haga feliz sin importarme lo que los demás piensen —le molestaba ver el rostro divertido de su progenitor— haz hecho todo por alejar a los demás, arruinaste mi vida cuando encontré la felicidad. Eres egoísta y haz pensado nada más que en ti —tragó saliva, impidiendo a las lágrimas presentarse— pudiste haber conocido a tu nieta, pudiste tener el cariño de Hye sabiendo que ella es una excelente mujer —suspiró, porque el hombre parecía no escucharlo en verdad— Beomgyu es tan buen niño que lo hubieras adorado y Young-nam...
—¿Young-nam? —el simple hecho de mencionar ese nombre hizo que el semblante de Jung-suk cambiará repentinamente. JungKook suspiró asintiendo.
—Si, así se llama mi hija —jugó con su reloj de muñeca— es hermosa, inteligente y muy tierna.
—Debe serlo si tiene ese nombre —masculló, cabizbajo ahora sentado sobre el colchón— ¿se parece a ti?
JungKook miró a su padre reparando en sus ojos brillosos aguarse. Sonrió tenue con el rostro de su hija en su mente y asintió.
—Si, mucho. Tiene mucho de mí y tiene mucho de su madre también.
—Park Hye-min no era para ti, ella hizo que te alejaras de mí.
—Ella es el amor de mi vida, es la madre de mi hija, la única a la que amo incondicionalmente. No importa lo que intentes hacer, jamás voy a separarme de ella, de mi familia, voy a ser feliz a mi manera y lo siento si tú no estas en ella, pero no voy a dejar que te acerques para seguir haciéndonos daño.
Finalizó poniéndose de pie. Jung-suk lo observó con ojos llenos de lágrimas, su ceño fruncido solo delataba que estaba enojado o frustrado.
—Si te vas por esa puerta me matarás como mataste a tu madre —espetó, poniéndose de pie— estaremos muertos para ti.
—Mi madre siempre está conmigo, en mi corazón, pero tú —negó, intentando no romperse— tú no eres más que un fantasma en mi vida que solo estorba. Es mejor que yo esté muerto para tu tranquilidad y no te daré ese gusto, Jeon Jung-suk.
Salió a pasos agigantados de allí, apenas se detuvo a despedir a su madrastra. Su pecho tenía una opresión que lo estaba aniquilando, sus manos temblaban de la rabia y sus ojos escocían por las lágrimas atrapadas allí. Solo quería salir de esa casa que le hacía tanto mal.
Subió a su auto volviendo su alrededor un silencio sepulcral acompañado de su respiración agitada y sus atronadores pensamientos agolpándose en la cabeza. Sus ojos comenzaron a nublarse culpa de las lágrimas sintiendo el duro peso del nudo en la garganta. Su cuerpo comenzó a temblar sin control y un sollozo salió de su boca comenzando a descargarse.
Le dolía como acabó toda esa situación, como su padre se consumió con tan poco. Cómo su madre no estaba allí para apoyarle. Dolía los recuerdos del pasado, lo que había hecho y todo lo que había perdido. Si, puede que ahora tenía a su lado a su hija y al amor de su vida, pero ¿todo lo que pasó para llegar a tenerlas?
Su celular comenzó a sonar en una llamada entrante, obligándose a si mismo a secar su rostro, sorbió la nariz y carraspeó con la intención de mejorar su voz cuando leyó el nombre de la rubia en la pantalla.
—Hye.
Solo escuchó la respiración tranquila del otro lado. Su garganta dolía y sus ojos escocían, aún quería llorar.
—Kook, ven a casa —dijo con dulzura en su voz y JungKook oprimió su cabello entre su mano volviendo a llorar en silencio— cariño, ¿me escuchas?
Asintió, sabiendo que ella no podría verle. Su corazón a pesar de sentir dolor también sintió alivio de escuchar su voz.
—Ya voy.
—Solo ven a casa, yo estaré aquí. Maneja con cuidado, ¿si?
Cortó la llamada luego de darle una afirmación. Respiró profundo, inflando sus pulmones un par de veces hasta sentir los latidos de su corazón normal.
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Ingresó al departamento encontrando las luces apagadas, se descalzo quitándose la chaqueta dejándolo a un costado. Caminó sobando sus ojos irritados, su cabeza tenía una imperceptible jaqueca y solo quería dormir. Suspiró, metiéndose a la cocina por un vaso de agua, su garganta sintió saciedad al pasar el líquido y se quedó un momento mirando hacia la nada.
Había sido demasiado pesado. Absolutamente todo. Estaba exhausto mental y físicamente.
Salió, apagando las luces, caminó por el pasillo hasta detenerse en la habitación de Beomgyu, abrió la puerta encontrando a los menores durmiendo en el piso en una pijamada improvisada, los arropó con cuidado y besó sus frentes.
Al entrar al suyo, encontró a Hye-min recostada a mitad de la cama, la contempló por un momento sintiendo su corazón latir fuerte, realmente la amaba, le gustaba mucho y no sabría que hacer sin ella. La vió removerse, en silencio se acercó sentándose en la orilla de la cama.
—JungKook —somnolienta, se sentó con ayuda de su mano apoyada sobre el colchón, lo observó percatándose de sus ojos hinchados, suspiró acariciando con cariño su mejilla, acción que hizo que él cerrara los ojos.
—Quédate a dormir esta noche.
Hye titubeó, sopesando la propuesta, su hija tenía ropa en su habitación, pero ella no tenía ni siquiera un pijama. Se puso de pie queriendo alejarse un poco. Vaciló diciendo.
—Tal vez pueda dormir en la habitación de Nami...
—Hye-min —la interrumpió, con extrema seriedad en su rostro poniéndose de pie también intimidándola un poco con su altura, le tomó la mano jalando de ella hacia su anatomía— las reglas en esta casa serán así: Beombe tiene su habitación al final del pasillo, nuestra hija la de enfrente de él y está que está al principio —marcó con su mano— será donde dormirás cada que te quedes, aquí conmigo, en esa cama junto a mí, nuestra cama, a lado de TU hombre, ¿se entendió?
Hye-min tragó saliva duramente sin apartar sus ojos de los de JungKook, le estaba costando no lanzársele en encima.
—¿Estás aturdida?
—Si, un poco —se sinceró ella y JungKook no pudo evitar reírse, en un rápido movimiento la rodeó con sus brazos levantándola de suelo, la besó en los labios con lentitud y amabilidad, la recostó sobre el colchón colocándose él encima no dejando caer todo su peso.
—Deberíamos detenernos y tú deberías descansar un poco.
Suspiró derrotado, escondiendo su rostro en el cuello femenino olfateando su perfume, su lugar preferido de mucho.
—Esta bien —volteó, quedando de lado, la atrajó a su pecho rodeándola con sus brazos— tendré que mover algo de ropa del closet, mandaré a tirar la pared de la habitación contigua, la redecoraremos a tu gusto y será tu lado, ¿te parece?
—Veo muy innecesario que hagas todo ese desastre solo por mí —dijo, lo miró a los ojos acariciando sus fuertes brazos, el frunció su ceño en confusión.
—No cuando quiero y pienso que deberíamos vivir todos juntos.
Hye-min suspiró, temiendo hacerlo enojar con lo siguiente que le diría.
—Kook, no quiero mudarme, quiero seguir en el otro departamento, ese lugar le pertenecía a NamJoon y me siento cómoda allí —confesó, pendiente de la reacción. JungKook solo tenía un semblante neutro, pero en su interior no podía evitar sentir celos, la quería con él despertando y acostándose a su lado todos los días. Jugó con su lengua golpeando la pared interna de su mejilla. Ella añadió luego llamando su atención— además podría esconderme allí todas las veces que me saques de quicio y quiera matarte.
Hye-min sonrió divertida al verlo rodar los ojos y bufar, de repente, una sonrisita pícara se elevó en la comisura de sus finos labios atreviéndose a decir.
—No sería tan mala idea —ladeó su cabeza, mirando la interrogación en los ojos de la mujer— mientras nuestros hijos duermen aquí, yo podría ir a buscarte muy enojado y hacerte cambiar de opinión —elevó sus cejas, sugestivamente.
La rubia golpeó suavemente su hombro riendo tentada por lo infantil que sonaba aún teniendo ese tono jocoso y con doble sentido.
—Kook, te estás volviendo muy dependiente de mí y eso no está bien —reprochó. JungKook se irguió con ayuda de su codo para esconderse en la cuenca de su cuello y rodearla con sus brazos.
—Qué tiene de malo que quiera follarte veinticuatro siete.
—¡JungKook!
—Esta bien, me comportare —rodó los ojos, Hye suspiró cerrando los párpados, repartiendo caricias en la mejilla y cabello del pelinegro— luego de haberte follado en cada rincón de la casa.
Se carcajeo, quejándose luego al recibir un manotazo en su pecho, la apretujo contra él dejando pequeños besos en todo el cuello de la rubia.
—Será mejor que nos acomodemos para dormir —susurró, recibiendo un asentimiento débil por parte del pelinegro— ¿Kook? —susurró su nombre tiempo después sin detener las caricias, solo escuchando la respiración acompasada del pelinegro. Se había quedado dormido.
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Abrió el grifo de la ducha regulando la temperatura del agua, al sentirlo cálido se quitó la bata de baño entrando bajo la lluvia de agua mojando su cuerpo, rostro y cabello. Tomar un baño antes de dormir la ayudaría a conciliar mejor el sueño.
Jadeó, dando un respingo de la sorpresa al sentir la presencia de alguien más detrás de ella. Automáticamente, cubrió sus senos con sus brazos —sonaba muy absurdo cuando unas noches atrás él hizo lo que quiso con ellos— cerró los ojos estremeciéndose percibiendo en su espalda baja la dureza palpitante. Tragó saliva.
—¿Q-que... —sus palabras se quedaron estancadas en su garganta al sentir las manos masculinas acariciar su cintura y la respiración entrecortada cerca de su cuello. De repente, fue removida y en su puesto JungKook colocándose debajo de la ducha dándole la espalda mientras mojaba su cuerpo.
No pudo evitar observar la ancha espalda, aquella cintura pequeña que no entendía y envidiaba, su trasero redondo y aquellas bien formadas, largas y fuertes piernas. Mordió su labio inferior sintiendo trepidar su cuerpo y sobre todo su zona íntima.
—Hye-min, deja de mirarme así —implementó el mismo tono de voz que ella usó hacía unas horas atrás. Ella resopló a punto de tomar la bata que había dejado a un costado, pero las manos del pelinegro la sostuvieron de la cintura volteándola para sus bocas chocarán, Hye-min aún cubría sus senos gimiendo en la boca de JungKook cuando sintió unos ligeros golpecitos de su bulto contra su estómago.
—No puede ser que cada vez que te acerques a mí estés así —gimoteó, mirando hacia la erección latente, él sonrió rodeándole la cintura con un brazo mientras persuadiéndole con aquella mirada penetrante le destrababa los brazos y no sabía si era su excitación o la luz o el brillo del agua en su piel, pero las tenía mucho más grande.
—Alguna vez te dije que amo tus tetas —ella negó, colocando sus manos sobre los pectorales con la intención de alejarlo un poco— me encantan —ronroneó, y no evitó pellizcar uno de los pezones causando que Hye se quejara por la sensibilidad en estos.
Iba dejar que lo insultara, pero verla enojada, desnuda y mojada entre sus brazos solo lo excitó más. La sujetó de la nuca besándola lentamente con dulzura, al ver que ya no se removía, sus brazos la rodearon atrayéndola bruscamente a su anatomía, sintió las manos de la mujer rodear su cuello con posesividad gruñendo al sentir las uñas de color rojo deslizarse por sus brazos.
La estampó contra la cerámica negra de la pared sin causarle daño, su cuerpo bien apretado al de ella, su mano sintiendo con fervor cada curva femenina, luego estrujando uno de los senos mientras la otra bajaba por el abdomen hasta detenerse entre los pliegues húmedos y sabía que no era por el agua de la ducha, ella estaba mojada, caliente y palpitante. Metió dos dedos escuchando los suspiros de la rubia, comenzando el vaivén de adentro hacia afuera simulando embestidas.
Las caderas de Hye-min comenzaron a moverse también, sintiendo como JungKook se restregaba sobre ella. Sus dedos se enterraban en la piel de la ancha espalda y no pudo evitar llevar entre sus dientes el labio inferior del pelinegro causando que este gruñera. Su orgasmo cada vez estaba más cerca, la sensación de sus pezones al rozar los pectorales acrecentaba su placer, fue su turno en gruñir cuando aquellos dígitos salieron de su vagina y él la volteó de espaldas.
La sensación del frío de la cerámica sobre sus senos la hizo jadear en contraste con lo palpitante de su sexo que se encontraba caliente. JungKook colocó su mano abierta en su estómago empujándola hacia atrás de manera que la espalda de ella y su pecho se pegaran, su otra mano frotó el tronco de su pene erecto de arriba hacia abajo alineándose en la entrada de Hye-min para enterrarse en ella lentamente.
Comenzó con embestidas profundas y lentas. Los dedos de su mano derecha se enterraron en la piel de sus caderas mientras la izquierda bajó deteniéndose en el monte de Venus dándole atención con sus largos dedos a su clítoris y deleitándose con los gemidos bajos que ella soltaba.
Hye-min ladeó la cabeza hacia un costado teniendo la vista del rostro empapado de JungKook por el sudor y el agua goteando de su cabello negro, una peligrosa imagen para ella. Con ayuda de su brazo lo atrajo para besarlo de nuevo con voracidad mientras era embestida. Su cuerpo ardiendo entero por lo que él le hacía, sintiendo mil sensaciones avasallantes como en el pasado cuando se entregaba a él cientos de veces.
Las manos masculinas cambiaron de posición cuando sujetaron entre sus palmas los pechos de la rubia estrujándolos y masajeándolos con fuerza, moviendo las caderas de adelante hacia atrás, ella posó su manos en la pared intentando sostenerse, sus piernas temblaban por el orgasmo intenso que se avecinaba, no aguantaría mucho tiempo así.
JungKook percibiendo aquello salió de ella volteándola para anclar sus manos a los muslos de esta, levantarla para que le rodeará la cintura con sus piernas volviendo a penetrarla sin dejar de moverse dentro. No hacía falta las palabras entre los dos porque sus movimientos parecían decirle al otro lo que necesitaban, también la forma en que se miraban a los ojos, él perdido en ella y viceversa.
Hye-min tiró la cabeza hacia atrás aferrando sus brazos al cuello ancho del pelinegro sintiendo el tirón en su vientre bajo deshaciéndose en gemidos. JungKook frunció el ceño mordiendo su labio inferior por el esfuerzo que hacía, sus músculos tensos y marcados, gimoteando también al sentir el tirón en su vientre bajo. Volvieron a besarse de forma sucia, los gemidos y jadeos de ambos perdiéndose en la boca del otro cuando llegaron juntos al orgasmo.
Jadeaban por aire, sus pechos subían y bajaban, JungKook sonrió feliz cuando Hye-min acarició su nariz con la suya y dejó un beso en la punta. Aún sin salir de ella le besó los labios con dulzura, había extrañado estar así de juntos. Salió de su interior a duras penas, sin soltarla la ayudó a bañarse —las piernas aún le temblaban sin permitirle estar de pie— salieron de la ducha con tranquilidad, secando sus cuerpos por separado.
Al salir a la habitación, Hye-min se atrevió a tomar un pijama del pelinegro colocándoselo, lo opuesto a él que se acostó desnudo en la cama esperándola a ella. Una vez, ambos cubiertos hasta los hombros, JungKook se encargó de abrazarla, acariciarle y besarle el cuello y la mejilla hasta verla dormida entre sus brazos.
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La primera en despertar fue Hye-min, vislumbró a través de las cortinas blancas de seda el sol y el cielo en colores cálidos, revisó en el celular la hora. Las seis de la mañana. Debían levantarse para comenzar el día y los niños debían asistir a la escuela.
—Kook, despierta anda, los niños entrarán en cualquier momento —el pelinegro se removió y Hye-min con él al tenerla aferrada a sus brazos y piernas.
—Cinco minutos más —gruñó, con voz ronca y aniñada.
—Beomgyu no creo que entré es muy respetuoso, pero sabes que Nami sí lo hará y no le importará meterse bajo las sábanas —golpeó su hombro, escuchando otro infantil quejido— ¿quieres que tu hija te vea desnudo?
A regañadientes se levantó dejándole ver a ella su cuerpo como Dios lo trajo al mundo, sus párpados se mantenían aún cerrados, busco unos bóxer, unos pantalones y una camiseta colocándoselo todo en segundos para volver a la cama y apresar de nuevo el cuerpo de Hye-min entre el suyo.
—¿Contenta?
—Si —respondió. JungKook se acomodó mejor escondiendo su rostro en el cuello de Hye-min.
A los cinco minutos, ella sonrió al sentir la puerta de la habitación abrirse, pasos secos en la alfombra, las sábanas moverse y de repente escalando sobre su padre, Young-nam metiéndose en el medio de ambos.
—Princesa, ¿por qué me despiertas así? Estaba soñando que flotaba en nubes rosas con olor a rosas —musitó, con los párpados cerrados y una sonrisa embobada. Hye-min rodó los ojos.
—¿Qué soñaste, appa?
—Me soñé en los brazos de tu omma.
—Que tonto appa, estabas en los brazos de omma.
—Ves, interrumpiste mi hermoso sueño.
Young-nam se carcajeo divertida, besó la nariz regordeta de su padre y luego abrazó y besó la mejilla de su madre siendo correspondida por esta. Ambas salieron de la cama listas para empezar su día. Menos JungKook a quien le costó levantarse.
19/06/23: Las que ya lo leyeron saben que se acerca el final.
So, estaré subiendo los capítulos editados en estos días, así que no se sorprendan si subo uno o dos o tres a la vez. Lo intentaré al menos, necesito terminar para seguir con otros proyectos.
Se les quiere.
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