𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘀𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗲. 𝗘𝘅𝘁𝗿𝗮.
Años después.
—Hola appa —la pelinegra tomó asiento en el pasto verde cruzando sus piernas— perdón por no haber venido antes tú sabes, la universidad y responsabilidades —dijo divertida, mirando las flores— te extraño mucho —su voz parecía quebrarse, suspiró, en silencio comenzó a acomodar las nuevas flores en las vasijas a los costados de la lápida de mármol negro.
Observó su alrededor, no había mucha gente solo unas pocas visitando a sus difuntos. Aspiró el aire cálido de primavera, cerró los ojos disfrutando la brisa en su piel, la sensación era confortable. Al abrir los párpados sus ojos automáticamente fueron a la foto en el pequeño marco de plata.
—Vine sola porque al fin pude tener el auto, tuve una pelea con Namjae —se quejó, rodando los ojos— claro, como acaba de cumplir sus dieciocho cree que puede pasar de mí, pero obviamente aún es menor de edad. Beomgyu oppa a veces lo apoya, pero últimamente no está en casa porque trabaja mucho en la empresa con appa —descruzó sus piernas estirándolas y colocando las manos detrás como sostén— Jeongjun ha estado rindiendo sus exámenes y le ha ido muy bien. Jiahn entró a la secundaria y está muy contenta porque ha hecho muchos amigos, ha tenido su primer solo de ballet y appa lloró al verla —rio, negando con la cabeza— omma lo grabó y cada que lo vemos nos reímos mucho de él.
Pequeños recuerdos de cuando niña junto a NamJoon la hicieron perder por unos instantes, extrañaba aquellas noches dónde leían juntos antes de dormir, los paseos en museos y las compras ilegales de muñecas porque su madre decía que ya tenía suficientes. Aún las tenía guardadas en su habitación, eran una reliquia, una forma de mantener a appa Nam con ella. Suspiró, mirando al horizonte y achicando los ojos por culpa de la luz del sol.
—Los gemelos están creciendo muy rápido, su cumpleaños número once fue un caos —rio recordando el momento— ya sabes, cumplen el mismo día que appa —resopló, rebuscando en el interior de su bolso que había colocado a su lado, sacó una libreta de hojas blancas y un lápiz negro, disponiéndose a dibujar y prosiguió— no sé si omma vino a verte antes de su viaje, pero appa y ella se fueron de crucero, regalo de cumpleaños según omma, pero yo digo que esto es como una tercera luna de miel en el año, esos dos no engañan a nadie —las líneas que trazaba salían tan natural que no le costaba plasmar su idea en el papel— appa ya tiene sus seis hijos —se detuvo por unos segundos repensando y añadió— bueno, siete si contamos con Beomgyu, porque Kookie y Hye no lo sueltan dos segundos. Y hasta creo que oppa será el sucesor de appa cuando se retire.
Sonrió siguiendo con el bosquejo, volvió a revolver su bolso en busca de un tupper mediano de dónde sacó una galleta de vainilla con chips de chocolate que ella misma había hecho esa misma mañana, mordió un trozo devolviendo el pedazo restante dentro del recipiente para seguir dibujando.
—Si no supiera que omma ya pasó esa etapa de poder tener bebés, diría que intentan buscar el octavo —hizo una mueca de desagrado— no me malinterpretes appa Nam, pero con los que tengo son suficientes —miró de nuevo la foto donde un NamJoon joven sonreía, mirando al frente— supongo que Kookie y Hye te contaron que nos mudamos a una casa mucho más grande en Busan, cada uno tiene su habitación con baño privado.
>>Sabes, algunas veces voy a pasear sola a los museos que a ti tanto te gustaban. En el viaje a EEUU para visitar al tío Jimin y su familia que appa me regaló, aproveché también para visitar los lugares que tanto amabas. También he ido a Japón con Jae hace unos meses atrás y le gustó mucho algunos libros que tú leías.
Las lágrimas nublaron sus ojos, pero aún así no se detuvo en seguir dibujando, algunas hebras de su cabello largo y negro golpeaban ligeramente su rostro por culpa del suave viento.
—Tengo tantos recuerdos de ti, tantos momentos que es imposible no extrañarte, appa —una lágrima gruesa rodó seguida de otras tantas empapando sus mejillas, sorbió por la nariz secando la humedad de su rostro con el dorso de su mano y sonrió— ojalá te hubieras podido quedar un rato más con nosotros. Estarías muy orgulloso de mí, de mis hermanos también, sé que cuidas a omma desde allá arriba, lo sé porque ella me lo ha dicho —fijó sus ojos en la foto de nuevo— lo sé porque las dos tenemos una conexión contigo que nadie lo podrá entender. Y eso está bien para mí.
Esnifó, terminando de trazar las últimas líneas y trazos, dejó el lápiz sobre su bolso y levantó la libreta en alto. Había dibujado el rostro de su appa NamJoon, su sonrisa de labios sellados enmarcados por sus tiernos hoyuelos, tan alegre, vivo y libre. Tenía varios retratos así, de toda su familia, de cada uno, eso lo había sacado de JungKook al igual que su atletismo y el amor por los deportes. Pero, también había sacado el amor por los libros, los paseos por museos, tardes de té o café en algún bar y escribir. Claro que había sacado mucho de Kim NamJoon, para Young-nam ese hombre había sido su primer amor.
Guardó todo dentro del bolso cuando se percató de la hora, era momento de volver a su hogar sus hermanos menores la esperaban y al ser la mayor dependían de ella. Menos mal que era muy paciente y que sus dongsaeng le hacían caso.
—Prometo volver pronto, appa —colocó la correa de su bolso alrededor de su hombro poniéndose de pie— no tengas miedo de visitarnos en sueños omma se pondría muy contenta si lo haces —miró detenidamente la foto otra vez, sonrió, besó la palma de su mano y la llevó posando en la lápida justo por encima del nombre— te amo, appa Nam. Nos vemos.
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Aparcó la camioneta en la vereda de enfrente del enorme instituto, había muy pocos alumnos saliendo del edificio con sus respectivos tutores o padres. Algunos iban solos. Bajó la ventanilla del copiloto encontrando el rostro serio de su hermana pequeña de brazos cruzados.
—¿Por qué tardabas tanto? —chilló la niña. Young-nam rodó los ojos, descendió del vehículo volteando hasta ponerse al lado de su hermana. Se detuvo a mirar a su alrededor, le faltaba uno más.
—Sunhi, ¿dónde está Sunho?
La gemela mayor por ocho minutos se encogió de hombros como forma de negación, ladeó su rostro mirando hacia una determinada dirección en la calle la cual la mayor de los hermanos Jeon siguió con el ceño fruncido.
El gemelo menor por ocho minutos caminaba hacia ellas sorbiendo la pajita de una cajita de leche. La pelinegra suspiró rodando los ojos en acción de cansancio. Los gemelos Jeon eran el calco idéntico de su padre, tanto era el parecido que a veces la gente miraba al gemelo varón pensando que era el mismo Jeon JungKook en miniatura.
—¡¿Sunho?! —gritó Young-nam, colocando sus brazos en jarra sobre su cintura— ¿Dónde demonios te habías metido? ¿acaso quieres morir?
Sunho se encogió de brazos aún sorbiendo de la cajita y mirando a su hermana mayor con ojos de cervatillo.
—No me regañe noona, solo fui por mi lechita de plátano y por caramelos.
Young-nam suspiró, los gemelos eran su mayor adoración, pero también le sacaban canas verdes.
—Suban al auto, debemos pasar por Jiahn.
Ambos niños subieron a la parte trasera, al ser gemelos no hacía falta que dijeran una sola palabra ya que se entendían a la perfección con gestos o miradas. Aunque por alguna extraña razón, Sunho era muy apegado a la mayor de los Jeon y siempre la buscaba a ella si tenía algún problema o duda. En cambio, Sunhi era muy apegada a su hermano Namjae. Sin embargo, se amaban y cuidaban entre todos.
Young-nam aparcó frente al establecimiento tocando bocina, su hermana Jiahn estaba hablando muy animada con sus compañeras de baile. La preadolescente se despidió de ellas y trotó metiéndose al asiento del copiloto, saludó a su unnie con un beso en su mejilla y un choque de puños con los gemelos. Sunho repartió entre ellas sus caramelos, era un chico tímido y muy amable, todo lo contrario a la intrépida y extrovertida de su gemela.
Jiahn era algo diferente, tanto a Young-nam como a Hye-min les recordaba mucho a NamJoon, era culta, metódica, madura y seria a sus trece años. Sabía muy bien lo que quería y a la hora de accionar lo hacía siempre con el apoyo de sus padres y hermanos.
Luego unos largos minutos, llegaron a la casa, entraron mientras mantenían una conversación trivial sobre algún plan que harían en la noche. Pues sus padres al no estar en casa tenían cierta libertad de hacer las cosas que comúnmente no harían con sus progenitores en frente.
Young-nam subió hasta su habitación dejando su bolso sobre la cama. Se cambió la ropa por algo más cómodo y bajó hasta la cocina donde encontró a todos juntos. Eran realmente muchos, aún se preguntaba cómo es que su madre se permitió parir seis hijos y aún estar perfectamente bien. Cómo es que ambos pudieron criar a todos ellos y no volverse locos en el intento. Tanto su appa como su omma daban todo por cumplir cada cosa que todos pedían.
—¿Qué comeremos? —preguntó Jeongjun, peinando hacia atrás su cabello lacio color rosa. Al chico de quince años le gustaba pintarse el cabello. Y más ahora que había echo un casting para entrar en una empresa de entretenimiento. El chico quería ser Idol.
—¿Qué les parece si pedimos unas pizzas? —sugirió Namjae, rodeando por los hombros con sus brazos al pequeño gemelo— la abuela YangMi hizo kimchi y nos trajo varios tupper la vez pasada.
—Oh, también pidamos sushi —propusó Jiahn— a unnie, Sunhi y yo nos gusta.
—Ok, tú Jun, ¿quieres algo más? —Young-nam tomó el teléfono para hacer los pedidos correspondientes. El chico negó satisfecho— bien, pediré dos kilos de helado para el postre, ¿de qué pediremos la pizza?
Y antes de que siquiera comience a marcar el número las diferentes opciones de gustos hizo que comenzarán una pequeña discusión. Young-nam sabía que aquello llevaría un buen rato. Pues los gustos de sus hermanos variaban bastante y ninguno quería dar el brazo a torcer. Los hermanos Jeon eran un tremendo batallón imposible de parar, inclusive para JungKook y Hye-min quienes en ese instante disfrutaban su amor en un crucero por mar báltico a kilómetros de sus hijos.
Este es el último extra. Aquí está el final. Quise poner un capítulo donde solo estuvieran los niños de JungKook y Hye-min. Creo que esos dos se dieron mucho amor durante años. En los comentarios del capítulo anterior muchas acertaron con la teoría de los gemelos. Pero ellos vinieron tiempo después. 🤭
La chica de multimedia es nuestra pequeña Young-nam a sus veinticuatro años.
Quiero agradecer a todas las personitas que votaron y comentaron, me encantó leerles sus teorías y descargos, algunas me hicieron reír mucho, no pensé que esta historia iba tener éxito. Espero que hayan sentido las emociones que intente plasmar con cada situación y personaje.
Todo surgió gracias a la idea de una de las hermanas del convento en el grupo de WhatsApp cuando los tannies estuvieron presentándose en la ONU, esta historia es de ellas, sin ellas creo que este proyecto no hubiera existido. Espero que la hayan disfrutado como yo lo disfruté escribiendo.
Voy a llorar porque ya se termina y siento que fue una etapa dónde me explaye lo mejor que pude. Tal vez no sea la gran cosa, pero en serio, para mí el que lo hayan leído y disfrutado ya es mucho.
Solo decirles, gracias gracias gracias y más gracias. Y espero contar con ustedes en las próximas historias que lanzare y sino, nos veremos por ahí.
Cuidense mucho. 😌🙏🏻
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