𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘀𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝗰𝘂𝗮𝘁𝗿𝗼. (𝗔𝗻𝘁𝗲ú𝗹𝘁𝗶𝗺𝗼)
Sus manos sostuvieron su cabeza con algo más de fuerza necesaria, sus largos dedos enterrándose en las hebras de su cabello azabache formaron puños tensos, su rostro era una mezcla de horror y enojo al ver por las cámaras de seguridad de la casa de su padre como una mujer caminaba del brazo con el mayor como si fueran a un paseo normal.
Luego, como subían a una camioneta y emprendían viaje. Su desesperación subía de nivel con el pasar de los minutos. Lo mismo había visto cuando la escuela primaria de su hija notificó con pesar la desaparición de la menor y estos se prestaron a qué la familia y policía vean las cámaras de seguridad.
El señor Jung-suk se acercó a su nieta en el final de las clases, cuando los niños comenzaban a marcharse junto a sus padres o tutores, este le habló con amabilidad y después de varios minutos subían a la misma camioneta desapareciendo del radar.
JungKook pensó en demandar a la institución por tal ineptitud al haber descuidado a su hija, estaba iracundo, histérico y desesperado. El solo recuerdo de Hye-min irrumpiendo en su oficina luego de ir a buscar a su hija y no encontrarla, le helo la sangre de nuevo.
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—¡JungKook! —la puerta se abrió de repente causando que el susodicho saliera disparado de su asiento al ver entrar a Hye-min desesperada, ella se lanzó a sus brazos sin poder hablar, lloraba, temblaba y su estado le advirtió que algo malo había pasado.
—¿Qué esta pasando? Bonita mirarme, ¿Qué pasa amor? —preguntó, comenzando a desesperarse mientras aferraba más a la mujer a su anatomía. Levantó la mirada hacia el frente, los rostros de SeokJin y Yoongi no eran alentadores.
—Kook… secuestraron a Young-nam.
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Gruñó, estampando sus manos sobre la mesa donde se encontraban las pantallas mostrando lo que las cámaras de seguridad grababan durante todo el día. Volteó hacia los guardias.
—¡Son unos malditos incompetentes! ¡Cómo diablos se les puede escapar una persona, es una maldita mujer de cincuenta kilos, una que conocen muy bien su rostro y debían prohibir su entrada a este lugar!
El hombre hizo una reverencia, estaba muy apenado.
—Lo sentimos joven Jeon, nadie se dio cuenta, ella pasó con la camioneta del repartidor de comestibles que suelen traer aquí. Cuando nos dimos cuenta su padre no estaba y el enfermero quien fue golpeado nos avisó a todos y a la señora YangMi.
JungKook gritó de rabia y lanzó una silla contra la pared.
—¡Cálmate, por favor, cariño! —YangMi jaló el brazo del pelinegro, estaba llorando nerviosa, verlo así la lastimaba. Se sentía culpable en partes, aunque ella no tuviera nada que ver.
—Se llevaron a mi hija —su voz comenzó a quebrarse volviéndose algo ronca, respiraba con dificultad y sus ojos ardían— me volveré loco, Hye está muy mal y no puedo hacer nada porque no sé dónde mierda se los llevó Sonmi.
—Kook, cálmate, los encontraremos —masculló SeokJin, apretando su hombro.
—Qué me calme —rio, sarcásticamente— no me pidas calma ¡maldita sea! Secuestraron a mi hija y a mi padre. Sonmi está loca y no sé de lo que sea capaz, ¡no me pidas que me calme!
SeokJin importándole poco lo que JungKook pudiera hacerle lo sujetó de los hombros estampándolo contra la pared. El pelinegro parecía perder el juicio sino lo detenían.
—¿Quieres volver a encontrarlos vivos? ¿quieres recuperarlos? ¡Entonces te exijo calma! A este paso te volverás completamente loco y para cuando puedas volver en si, será demasiado tarde —JungKook miró a su mayor, dejó que las lágrimas salieran y se aferró al pecho de este.
El mismo sentimiento del pasado volvía a golpearlo, aquel cuando tuvo que abandonar a Hye-min y no tenía alternativa ni decisión teniendo las manos atadas.
—JungKook, la policía está buscándolos —hablo Yoongi, entrando con la compañía del señor Park.
—El detective Choi SiWon ya se esta encargando de todo, es un gran amigo mío y puso a disposición nuestra gran parte de sus hombres —comentó el mayor mirando al pelinegro con seriedad.
Todavía no le perdonaba lo que le había hecho a su hija, no le perdonaba haberla hecho pasar por todo sufrimiento, pero tampoco podía no sentir lastima ni sentir la necesidad de apoyarlo cuando lo veía hacer las cosas bien por su familia.
—Guk-ah —YangMi se acercó acunando su rostro— ve a descansar, mañana las cosas se arreglarán, los encontraremos salvo y sanos —sollozó y el pelinegro la abrazó con fuerza.
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Tenía un dolor punzante en sus sienes, no había comido en todo el día y sin embargo ignoraba el dolor en su estómago. Se dirigieron hasta su departamento junto con SeokJin y Yoongi, ambos pendientes de cualquier cosa que le pudiera pasar, él no se encontraba bien.
Al entrar, recibió a Beomgyu en sus brazos, su corazón se estrujó de la tristeza al ver al chico llorar.
—Fue mi culpa, yo debí salir antes e ir a acompañarla en lo que noona nos iba a buscar —sus palabras atropelladas junto al sollozó eran apenas entendibles— me quedé entretenido con los demás y se me hizo tarde, perdón hyung, por favor, perdón.
JungKook lo tomó de los brazos apartándolo de su anatomía unos centímetros, logró levantarlo entre sus brazos sin importarle su peso, lo contuvo con fuerza, besó su cabeza y sostuvo el rostro del menor para que lo mirará a los ojos secando un par de lágrimas.
—Escúchame bien, Beomgyu, tú eres el mejor hermano que Young-nam podría tener jamás se te ocurra siquiera pensar en que tú tuviste algo que ver en esto, ¿entendiste? —sus palabras eran firmes, el chico asintió y se abrazó a él un rato más.
La casa estaba llena de sus amistades. Inclusive HoSeok había ido a verlos y prestar su ayuda para cualquier cosa que necesitasen. La seguridad también había aumentado, pero no podía evitar sentirse agobiado sin saber que hacer.
—Todo saldrá bien, Kook, ya verás que ella aparecerá y tu padre también.
Asintió, tragando saliva, la simple idea de que le ocurra algo a su hija lo iba enloquecer. Se disculpó y caminó en dirección a la habitación, en medio del pasillo encontrando a SolHyun.
—¿Y Hye?
—Esta en la habitación de Young-nam, no ha querido salir de ahí.
La señora Jennim salía en ese instante cerrando la puerta detrás, miró a JungKook con pena acercándose a él.
—Tuvimos que darle unos calmantes, estaba muy alterada y no ha querido comer —comentó, tomando la mano de su menor— entra con ella, te necesita.
—Gracias ajumma.
Ingresó a la habitación que había organizado especialmente para su niña. Las paredes eran blancas, en una de ellas tenía dibujos de flores y hadas en colores pasteles. La cama con edredón color rosa se apoyaba a esa misma pared, dos mesas de luz con sus respectivas lámparas a los costados, un estante con peluches, Barbies con sus accesorios y sus muñecas favoritas. Tenía su propio baño y su closet lleno de ropa que él mismo había escogido. Todo el lugar olía a su pequeña.
Hye-min estaba sentada sobre el respaldar de la cama, entre sus manos sostenía aquella muñeca que había sido un regalo de NamJoon. Sus ojos se encontraban rojos e hinchados, tenía un ligero temblor mientras miraba fijamente hacia ningún la nada. JungKook se sentó a su lado preocupándose ahora por ella.
—Cuando supe que había quedado embarazada no sabía que hacer —su voz sonaba muy débil— Nam me acompañó cuando me hice el test, lloré mucho y estaba feliz. Disfruté todo el proceso, cuando supe que sería una niña no podía creerlo, tendría una mini Hye —rio con sus ojos nublándose por las lágrimas— y cuando la tuve en mis brazos fui la mujer más feliz del mundo. Mi bebita hermosa me dio vida.
Sollozó, dejándose abrazar por el pelinegro, este secó algunas lágrimas de las mejillas siendo imposible cuando caían más. Ella se separó unos centímetros para mirarle a los ojos.
—Tengo miedo JungKook, tengo miedo de perderla —lloraba— tengo miedo de no volver a verla nunca más, no podría vivir sin ella ni tampoco podría vivir sin ti —se colocó a horcajadas de él abrazando su cuello. Él la contuvo en sus brazos repartiendo caricias a su espalda, repartiendo besos a sus mejillas empapadas y su cabello rubio.
De repente, él era el más fuerte de los dos.
—No vamos a perderla, tampoco me perderás a mí —le acunó el rostro peinando su cabello hacia atrás— te amo Hye, las amo con mi alma y voy hacer lo que sea por recuperar a nuestra bebé.
—¡Por favor haz algo, JungKook! No permitas que lastimen a nuestra hija.
El pelinegro le besó la frente juntando con la suya luego, estaba desesperado al verla así, una ira recorriéndolo por el solo hecho de pensar que Sonmi podría hacerle algo a su princesa.
—Tranquila, la vamos a encontrar. Te lo prometo —besó el puente de la nariz de Hye-min. No la soltó, se quedó con ella todo lo necesario hasta que estuviera calmada. Hasta que se durmió y la llevó a la habitación que compartían.
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Había despertado con dolor de cabeza, en sus brazos aún tenía la muñeca de su hija, pero estaba en la cama que compartía con JungKook. Sus ojos fueron al anillo de compromiso en su dedo corazón de la mano izquierda, uno con un diamante de catorce quilates, era hermoso, el recuerdo de él dándoselo luego de una noche amándose ambos.
Se suponía que debían estar felices, que debía estar despertando junto a su prometido entre sus brazos, que debía ocuparse de preparar el desayuno para sus hijos y enviarlos a la escuela, se suponía que debía organizar su boda con entusiasmo. No estar asustada y desesperada por encontrar a su hija. Observó la mesa de luz al costado de la cama matrimonial, había un vaso de agua y pastillas.
Sabía que no eran para el dolor de cabeza, esas pastillas lo único que harían sería atontarla e impedirle salir a buscar a su bebé, lo que debería estar haciendo en estos instantes. Se levantó a duras penas, tenía todo su cuerpo acalambrado. La puerta se abrió en ese instante dejando ver a SolHyun y su madre entrar, su amiga traía una bandeja con comida en sus manos. Ambas mujeres mirándola y luego entre ellas.
—¿Y JungKook?
—Te trajimos el desayuno —Solhyun colocó la bandeja sobre una pequeña banqueta al frente de la cama. Jennim ayudó a su hija a sentarse sobre el colchón.
—Come primero, te prepararé un baño así te relajas.
Hye-min vió a su madre un tanto nerviosa, la conocía muy bien, su rostro tenía una sonrisa fingida. Luego, miró a SolHyun aparentemente tranquila y volvió a preguntar por el pelinegro.
—Esta en el despacho —dijo sin mirarle sirviendo una taza de té— está con tu padre y Yoongi.
—Beombe está en su habitación con Ga-yeon y la pequeña Hyungi. Está entretenido, tal vez después podríamos ir a verles.
Hye-min no dijo nada, ambas mujeres se miraron cómplices por un par de segundos. Jennim se levantó dirigiéndose al baño, prepararía una ducha mientras SolHyun la acompañaba a desayunar, o mejor dicho, se aseguraría que se alimentara. Apenas podía pasar bocado, le habían quitado el celular porque la paranoia sería peor si entraba a internet y leía todo lo que publicaban.
El baño que había tomado le había hecho bien, sus músculos se relajaron y en el proceso ella también. Fingió haber ingerido las pastillas calmantes, de repente su cerebro advirtiéndole que había algo que le estaban escondiendo al ver a su madre y mejor amiga nerviosas. Fingió acostarse a dormir y cuando se vio sola salió hacia el exterior.
—Tenemos la localización de la casa, es en las afueras de Seúl —hablo un hombre desconocido— tengo angentes que se dirigen hacia allá para vigilar la zona en lo que vamos.
—No perdamos más tiempo, vamos, quiero recuperar a mi hija y a mi padre cuanto antes.
—¡Voy contigo!
Todos voltearon a ver a Hye-min, su rostro sin maquillaje estaba algo hinchado por culpa del llanto, su cabello aún se encontraba algo húmedo por el baño, llevaba ropa cómoda y se veía muy débil. Eso hizo sentir mal a JungKook, verla así de afectada y desamparada, aunque no supiera que su futura esposa tenía más fuerza de la que demostraba.
—¡No!
Su madre se acercó a ella en un intento por retenerla, pero está la esquivo, lo mismo cuando SolHyun y Yoongi lo intentaron. Su padre también quiso intervenir, pero la mirada casi asesina de la rubia lo hizo desistir.
—No me importa, voy a ir contigo quieras o no —se colocó unas zapatillas deportivas con dificultad. JungKook fue hasta ella sujetándole los brazos.
—Hye-min entiende que no, nosotros nos encargaremos.
Sollozó, zafándose del agarre.
—¡Es mi hija, es mi bebé! —hipó y golpeó con un dedo el pecho del pelinegro— tú no sabes lo que yo he sufrido para tenerla, no sabes lo que se siente que te quiten lo que más amas.
—¡Crees que no lo sé! ¡Crees que no me dolió dejarte! ¡Maldita sea, Hye! Casi muero en vida, me perdí cinco años de la vida de mi hija —su pecho subía y bajaba por su respiración agitada, sus ojos se abnegaron de lágrimas, despeinó sus cabellos con algo de fuerza e intentó mantener la calma al verla a ella llorar encogiéndose en si misma. Tomó el rostro femenino secando algunas lágrimas y le susurró con toda la ternura posible— amor, por favor, yo también me siento desesperado por encontrar a nuestra bebé, pero entiende que me preocupo por ti, no podría soportar si algo te pasa —besó sus labios por unos segundos sintiendo las lágrimas saladas— escucha, confía en mí —acarició las mejillas y la rodeó con uno de sus brazos atrayéndola a su anatomía— voy a traer a nuestra hija a casa sana y salva, luego de que todo esto termine nos iremos a dónde tú quieras, dejare todo si eso te hace feliz, pero por favor, quédate aquí en casa donde puedas estar protegida, ¿si? —los ojos almendrados se veían tristes, se veían abatidos, la abrazó a su pecho, sintiéndola temblar y llorar— tranquila amor, todo saldrá bien. Te amo Hye, te amo.
—Perdón que interrumpa —hablo el detective detrás, el ruido de unas voces lejanas se podían escuchar por el walkie talkie que tenía en la cintura— deberíamos movernos en este instante, mientras más rápido sea mejor.
Hye-min se alejó siendo contenida por su madre y amiga, parecía perdida por un instante. El simple hecho de que todos se movilizarán parecía ponerla más nerviosa.
—JungKook —lo llamó con un hilo de voz, él volteó antes de salir— también te amo —volver a escuchar aquellas palabras le hicieron sentir invencible, volvió sobre sus pies dejando otro beso en los labios de Hye-min saliendo con rapidez seguido de los demás.
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Miraba a través del ventanal, había perdido la cuenta de todas las veces que lo llamó para que le dé alguna noticia y que solo recibiera la voz de la contestadora. Sus nervios estaban a punto de explotar, quería salir corriendo a buscar ella misma a su hija, pero estaba vigilada por mucha gente en el apartamento.
Su teléfono comenzó a vibrar, lo tomó pensando en que sería JungKook con la noticia de que estaba regresando con su bebé a casa, pero al ver que era una llamada privada se alejó con cierta intuición galopando en su pecho.
—Si quieres volver a ver a tu hija de nuevo te sugiero que nos veamos dónde te indicaré.
Hye-min contuvo el aliento, Moon Sonmi le hablaba en tono triunfal. Volteó la cabeza observando el panorama a su alrededor, SolHyun en compañía de Beomgyu y Ga-yeon mantenían la atención en la pequeña bebé recostada en los sillones, mientras su madre y YangMi en la cocina preparaban algo para comer en compañía de la señora Da-In.
Todos se veían pendientes de otra cosa. Tragó saliva con su cabeza armando un plan de escape.
—Dime dónde y cuándo —susurró, escuchando la risita del otro lado en regocijo.
—Te enviaré un mensaje con la ubicación, al fin nos veremos las caras.
—Apuesta a ello —la llamada se cortó, Hye-min suspiró volviendo a mirar a su alrededor. Tendría que sacar un minuto para escapar.
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Golpeó con su puño la pared causando una corriente de dolor que llegó hasta su hombro. Gruñó más por la incertidumbre al saber que Sonmi los había engañado, la supuesta casa donde parecía habían llegado en realidad solo fue un engaño de la misma para seguir escapando. Ahora no tenían pistas. Se encontraban en cero.
Tampoco la mujer se había dignado en volver a llamar para darles nuevas instrucciones. JungKook perdía las esperanzas y con ello la cordura.
—JungKook, cálmate, no lograrás nada con ponerte así.
—Vuelve a decirme que me calme y me pondré más loco de lo que ya estoy —su rostro carente de lucidez causó algo de temor en Yoongi, jamás lo había visto así.
Caminó de un lado a otro, su pecho dolía apenas pudiendo respirar, comenzó a temblar sintiendo que tendría un ataque de pánico.
—¿Kook?
Le faltaba el aire y sus piernas apenas le respondían. Sus ojos comenzaron a tornarse borrosos, sus oídos escuchando un ligero pitido logrando que los otros sonidos se volvieran sordos. Sus manos querían arañar su pecho en un segundo siendo retenidos.
Una voz ronca susurrando en su oído palabras inentendibles para él, su cuerpo musculoso fue apretado por otro más delgado, pero igual de fuerte impartiéndole un cálido calor, afectuoso y fraternal. Sintiendo la calma llegar en minutos.
—JungKookie, sé que me escuchas —tragó saliva apretando el cuerpo de su menor entre el suyo— todo va estar bien, vamos a recuperar a Young-nam, tú y Hye estarán juntos, formarán una gran familia y serán felices para siempre —comenzó a mecerse, las manos del pelinegro se encontraban echo puños y su cuerpo rígido— no dejes que esto te derrumbe, eres fuerte, eres mi pequeño y adorable maknae, así que por favor regresa.
JungKook lloraba sin saber que sentir, sin saber cómo nombrar al tumulto de emociones y sensaciones en su interior. Cada palabra que HoSeok le decía lo hacían sentir mejor. Aferró sus manos a la camisa de este. Lo había extrañado tanto, se sentía arrepentido por haberlo lastimado.
—Hyung, perdón, perdóneme por favor, no quise lastimarte, no quise hacerlo, te extraño todos los días, por favor —sus palabras eran atropelladas, quería decirle tantas cosas que no sabía con exactitud las correctas.
HoSeok sonrió, ayudándole a ponerse de pie con ayuda de Yoongi y SeokJin. Él le había perdonado hace mucho tiempo atrás, solo que el orgullo pudo más. Se abrazaron fuerte.
—JungKook —volteó con lentitud hacia Myung-back, aún teniendo su cuerpo agarrotado por el ataque. El señor Park tenía un semblante preocupado y supo que se trataba de Hye-min.
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Sus ojos se mantuvieron pendientes del camino que le marcaba el GPS, ambas manos apretaban un poco el volante con la intención de no sentir o de parar sus temblores. Estaba muy asustada y enojada, sobre todo enojada, quería arrastrar de los pelos a esa mujer, quería hacerle pagar todo el dolor que ella sintió alguna vez.
La pantalla del tablero comenzó a titilar con una llamada entrante, Hye-min suspiró cerrando los ojos por unos segundos. Por lo visto, ya se habían dado cuenta de su escape.
—Regresa a casa —espeto tajante JungKook—¿Hye-min? —este suspiró y con voz más dulce le dijo— Sé que me escuchas, amor, necesito que vuelvas a casa, nosotros tenemos todo bajo...
—¿Crees que tienes todo bajo control? Sonmi me llamó, me citó para vernos y allá es a dónde voy. Me vale mierda JungKook, si tengo que ir a buscar yo misma a mi hija lo haré, no permitiré que nadie le haga daño.
—¡Hye-min! Ni siquiera sabes si es real lo que esa mujer te dice.
—Me envió fotos de tu padre y Nami juntos, me envió una grabación de ellos dos juntos, que más real que eso.
Ninguno habló por los siguientes dos minutos.
—Amor, ¿dime dónde estás? No hagas nada hasta que lleguemos a ti.
—Lo siento, Kook, te llamaré en algún momento.
—Hye, amor, ¡NO!
—Te amo, JungKook.
La llamada se cortó y JungKook tuvo la irrefrenable necesidad de lanzar el celular lejos. Pero como si una campana se encendiera en medio de su caos mental, entró a una aplicación especial buscando cierta ubicación. El vehículo donde Hye-min se movía tenía un rastreador y tenía la dirección exacta de dónde iba.
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