𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝘀𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝗰𝗶𝗻𝗰𝗼. (𝗙𝗶𝗻𝗮𝗹)
Iban en camino con la ubicación rastreada en el celular. Desde que había adquirido cualquier vehículo tuvo la brillante idea de colocarles un diminuto dispositivo de rastreo, el auto que Hye-min manejaba era suyo, por lo que no dudo en colocarle ese chip también. Tarde o temprano lo sabría, pero todo era por una buena causa y ella debía entenderlo.
Viajaba junto a un oficial de la policía, Sejin y Yoongi. Detrás los seguían más hombres. Todo sea por recuperar a su hija y su padre. Debían tener el cuidado necesario, ser lo suficientemente listos y sigilosos, no sabían en que condiciones o que locuras sería capaz Sonmi contra ellos o contra cualquiera.
Recordó algunos momentos al lado de la mujer, las noches enteras en que se resguardaba con la excusa de sentir dolor, de sentirse enojado y despechado con la vida, cuando ella había sido causante de la gran mayoría. La obsesión de Sonmi había llegado a altos límites que él no podía entender.
Su teléfono celular vibró entre sus manos, la barra de notificaciones indicándole sobre un número privado sabiendo de quien se trataba.
—Sonmi.
Al mencionar aquel nombre con suma tranquilidad hizo que los hombres a su alrededor lo mirasen con confusión.
—Guk-ah, te dije que te estabas equivocando, te dije que te arrepentirías de dejarme y de elegirla a ella —intentó escuchar cualquier ruido o señal de fondo que le indicará algo, pero solo había silencio y eso lo tenía nervioso— podríamos haber sido muy felices, pero no, tú preferiste escogerla a ella, inclusive podríamos haber criado juntos a tu hija, es tan parecida a ti.
JungKook se sorprendía por las emociones cambiantes en la voz de la fémina al hablar, pasaba de la tranquilidad y el murmullo, a la desesperación y furia.
—Tienes razón, no debí escoger a Hye-min, me trae muchos problemas —masculló, mirando de soslayo como el detective lo miraba cómo si estuviera loco mientras Yoongi lo escuchaba atento sospechando sobre lo que su menor quería hacer. Hubo un pequeño silencio— ¿Sonmi, nena?
—JungKook, ven por mí, podemos huir de todos, podemos ser felices y amarnos tan intensamente como lo hemos hecho estos últimos años.
Repulsión, eso era lo que su estómago y todo su ser sentía por esa mujer en esos momentos. Sin embargo, haría lo que sea por qué la vida de su hija, su mujer y su padre sean la mayor prioridad. Inclusive haciéndole creer que la quería a ella.
—Nena, dime dónde estás, quiero buscarte ahora mismo. Tengo el avión preparado, nos iremos a cualquier parte del mundo.
Volvió a hacerse un silencio que solo aumentó sus nervios al no obtener respuestas del otro lado de la línea. ¿acaso no fue convincente? Tal vez necesitó mentir mejor y ahora debía buscar mejores excusas.
—Te enviaré mi ubicación, la verdadera de dónde estoy —suspiró lentamente de alivio, cerró los ojos y sonrió.
—Dentro de poco nos veremos, dulzura —ronroneó, con voz ronca— estoy muy ansioso de verte y tenerte —finalizó con decisión en su voz. Está vez la destruiría.
Casi a los minutos en que la llamada finalizó, recibió un mensaje con la ubicación de dónde la morena se encontraba. El camino donde se dirigía Hye-min a la vez. JungKook no entendía aún cual era el propósito de aquella mujer, pero si era lo que su cabeza pensaba sería mejor llegar cuánto antes.
•••
Se había detenido con la camioneta unos kilómetros más atrás, les había comentado a sus acompañantes su plan, lo que tenía en mente para hacer que Sonmi le dijera el paradero de su padre e hija. Con la falta de medicamentos, su padre podría ser muy fácilmente manipulado y el solo pensar en lo asustada que su bebita podía estar hacia que su valentía aumentara.
La policía estaría cerca siguiéndole y escuchando a través de un micrófono especial que habían puesto en su chaqueta. Los minutos eran muy cruciales y aún no tenía noticias de Hye-min, era como si hubiera desaparecido y eso no le gustó, pero intentó mantener la calma.
Recorrió aquel camino de tierra rodeado de enormes árboles, de abundante vegetación descuidada alejada de la civilización. Su respiración era tranquila igual que su caminar, su interior era un manojo de nervios a punto de estallar. A lo lejos vislumbró una cabaña en muy buen estado, era pequeña y rústica.
Golpeó la puerta con los nudillos esperando con más ansiedad de la que tenía y podía manejar. Intentó agudizar sus sentidos para escuchar y ver algo que le diera el indicio de alguna presencia aparte de la de la morena.
Volvió a golpear percatándose está vez que la puerta cedió, se atrevió a ingresar sin siquiera esperar. Lo poco que pudo percibir era que el espacio estaba muy bien amueblado, como si allí viviera normalmente una familia.
—Llegaste —volteó, encontrando a Sonmi parada frente a él, tenía un sonrisa inocente en su rostro y una nueva imagen que le causó escalofríos.
Su cabello largo ahora en bucles era de un rubio platinado, llevaba puesto un vestido celeste con estampas de flores que se le asemejó a uno muy parecido que tenía Hye-min.
—Sonmi.
La mujer se acercó a él, lo abrazó con fuerza pegando su mejilla en el pecho masculino. Inclusive llevaba el mismo perfume floral.
Moon Sonmi se había convertido en Hye-min.
—Yo sabía que ibas a venir por mí —susurró, levantó la cabeza para mirarlo y en un rápido movimiento le sujetó el rostro entre las manos para estampar sus labios en un beso apasionado, beso que JungKook siguió a regañadientes.
—Sonmi —acarició con su pulgar la mejilla de esta manteniendo la cercanía de sus cuerpos— vine por ti y por mi hija. Debemos irnos —sonrió, rodeándole la cintura con uno de sus brazos— dime dónde está.
Sonmi rio, se separó de él y entrelazó la mano de JungKook con la suya comenzando a arrastrarlo hacia el interior.
—Primero ven, mi amor, quiero estar contigo antes de irnos.
Lo empujó suavemente haciendo que tomara asiento en un sillón de dos cuerpos, ella lo hizo sobre los muslos masculinos y sin previo aviso comenzó a besarlo con más ímpetu. JungKook llevó sus manos a las caderas de la mujer infringiéndole calor cuando comenzó a apretar la zona. Sonmi queriendo sentirlo más de cerca rozó sus intimidades, haría todo lo posible por poseerlo allí mismo.
Jadeó, mordiendo su labio cuando los del pelinegro pasaron a besar su cuello y una sonrisita curvó los suyos apretando entre sus dedos el cabello en la nuca de este.
—Tendrás que acostumbrarte solamente a mí porque jamás las volverás a ver —murmuró, cerca de su oído causando que él se distanciará un poco y ella viera la oportunidad de lamerle los labios— esa niña va morir en manos de tu estúpido padre y Hye-min lo terminará haciendo porque la voy a matar yo misma sino haces lo que digo.
JungKook se vio acorralado cuando intentó quitársela de encima al sintiendo el filo de un cuchillo en su cuello.
—Quiero que me folles duro, que me hagas tuya y quiero que tu querida Hye lo vea, hay que demostrarle lo bien que la pasábamos cuando no estaba, cuando ella se follaba y disfrutaba a Kim NamJoon.
Sin importarle tener aquel filo sobre su piel sujetó el cuello de la mujer en su mano de forma brusca casi quitándole el aire, aunque eso ni siquiera la inmutó era como si le gustará aquel juego retorcido y macabro en el que se encontraban.
—Te voy hacer pagar cada puto sufrimiento Sonmi, cada mierda que haz hecho, te voy a hacer sentir dolor y no será follándote —la jaló hasta tener su rostro sonriente a centímetros del suyo— me causas repulsión, me das asco y si te cogí fue porque no vales absolutamente nada para mí.
Sonmi gruñó de la rabia, movió el arma tan solo unos centímetros rasguñando la piel cuando la empujó lanzándola al suelo, JungKook la acorralaría para avisar a la policía, pero sin haberlo previsto recibió un duro golpe en la cabeza dejándolo en el piso aturdido y luego con sus sentidos apagados.
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Las náuseas comenzaron a atacarla cuando llegó aquel descampado lleno de matorrales. Había conducido durante una hora por un camino de tierra, a lo lejos podía escuchar el mar. Se encontraba en la ciudad de Ansan provincia de Gyeonggi, situada sobre la costa del Mar Amarillo.
Tragó saliva, no veía ninguna presencia a su alrededor. No veía a su hija, ni al señor Jeon o siquiera a Sonmi. Su estómago comenzó a doler y se contuvo en soltar un sollozó, de repente, sintió mucho miedo y el llanto quería atacarla.
Caminó encogiéndose en si misma, rodeándose con sus brazos, a pesar de que el sol de primavera calentaba el ambiente no pudo evitar sentir frío.
Siguió por un par de minutos sin un rumbo fijo, su teléfono celular no tenía señal y era imposible comunicarse con alguien. En la lejanía, vislumbró una cabaña de donde salía humo de la chimenea. Supuso que podría ir allí a pedir ayuda, pero las instrucciones de Sonmi habían sido exactas y cualquier intruso que viera, mataría a su hija.
Todo ese miedo y desesperación se vio opacado por la ira y adrenalina al tener a solo centímetros a la mujer que detestaba. Caminó hasta ella con más seguridad sin siquiera inmutarse cuando la vio con ese cabello rubio.
—¿Dónde está mi hija?
—Por ahí.
—Sonmi.
—Voy a disfrutar destruirte —ronroneó, con sorna— voy a disfrutar arrebatarte la felicidad que me merezco con JungKook —se cruzó de brazos, acercándose a Hye— debí pensarlo bien antes de mandar a matar a tu queridito esposo —Hye-min gimió, tensándose en su lugar, su interior comenzó a bullir de la irá con pensamientos nada bonitos hacia esa nefasta y horrible mujer— pensé que tú viajabas con él, destruiría dos pájaros de un tiro —hizo el ademan con sus dedos— pero no salió como quise, tsk que tonta, solo hice que JungKook se acercará a ti y eso lo voy a evitar.
Hye-min tembló, se obligó a mantener la calma y no perder la cordura e intentar matarla con sus propias manos. Tragó sonriendo sarcástica.
—¿Cómo lo harás, matándome? Hazlo, Kook no dudará en hacerte sufrir si algo me pasa —sus ojos contenían lágrimas de rabia— das demasiada pena, así hayas abierto las piernas, JungKook es mío, sigue siendo mío, su corazón, alma, cuerpo y mente igual.
Sonmi rio conteniéndose, el recuerdo de haber tenido al pelinegro hace una hora y su rechazo solo causó que su locura y obsesión aumentarán. Él debía amarla a ella, lo haría con el tiempo porque lo ayudaría a hacerlo, lo obligaría si fuese necesario.
—Eres tan ingenua, JungKook y yo estuvimos miles de veces juntos y lo seguiremos haciendo cuando tú desaparezcas.
—Lamento decirte que ni siquiera te recuerda porque desde hace un tiempo decidimos volver y con planes de casarnos y está vez, está vez Sonmi voy a defender a MI hombre con uñas y dientes si es necesario.
—¡Mentira! JungKook jamás haría eso, tú solo eres un polvo más. Eres un maldito error en su vida.
Hye-min vio la confusión y desazón en el bonito rostro de la mujer, sus ojos centelleando fuego causando que le fuera imposible callarse.
—Desde nuestro viaje familiar a Jeju hemos estado juntos, decidimos estar juntos —hizo una pequeña pausa antes de agregar— además, le voy a dar otro hijo y tú ni nadie lo podrá evitar.
Sonmi tembló de la ira, sus ojos se abnegaron de lagrimas y su garganta se desgarró un poco cuando gruñó lanzándose hacia Hye-min con la intención de golpearla y en el proceso matarla. Ambas cayeron al suelo de tierra iniciando una pelea con jalones de cabello, rasguños y golpes.
—¡Maldita! ¡Te odio! ¡Te odio! —en medio de su ataque de irá e inconsciencia, Hye-min logró quitársela de encima con una patada en el estómago, Sonmi rodó unos cuantos metros con la intención de clavarle un pequeño cuchillo que tenía escondido en sus zapatos.
Pasos de corridas detrás de ellas las alertó. JungKook levantó a Hye-min asegurándose que estuviera bien y no saliera más lastimada a pesar de algunos golpes y rasguños en su rostro o cuello. La besó con ternura, la abrazó, ambos estaban preguntándose si estaban bien, ambos intentando contenerse mutuamente.
Sonmi los observó, su estómago retorciéndose de la envidia y el asco al verlos tan unidos mientras era detenida y esposada. Rio de forma histérica diciendo antes de que se la llevarán.
—Ojala ese amor que se tienen les dure porque me encantará verte sufrir mi Guki-ah, me encantará y disfrutaré cuando tu padre se tire de un acantilado con tu hija detrás.
Fue el turno de Hye-min de lanzarse sobre ella, una estruendosa bofetada resonó dejando a Sonmi casi aturdida, mas no derrotada regocijándose del sufrimiento de esos dos.
—¡Dime dónde tienes a mi hija, maldita! ¡Dímelo!
JungKook la sostuvo de la cintura como podía, Hye-min tenía más fuerza física de repente. Y hasta podía entender la razón, pues aún no había ningún indicio de su padre e hija. Se abrazaron con fuerza, ella lloraba desconsolada. Aquella mala mujer no hablaría.
El detective Choi de acercó a ellos justo en el momento en que su radio sonaba con una voz alentadora.
—¡Señor! Creo que tenemos la ubicación del señor Jeon y la menor.
Todos se miraron entre sí y en segundos salieron en la búsqueda.
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Jung-suk miraba su alrededor, aquel escarpado frente al inmenso y azul océano se encontraba desolado siendo su principal panorama en compañía de su nieta a su lado. Su mente se encontraba en un limbo de confusión y negrura, era un debate de recuerdos y momentos que no sabía cuáles eran reales o cuáles producto de su imaginación.
La manito de la pequeña se apretó a la arrugada y grande del hombre. En tan pocas horas, le había traído tanta paz y alegría a su corazón que no entendía como podría haber personas que quisieran lastimarla. Su hija, Sonmi le había comentado que su nieta Young-nam corría peligro de muerte, que él era el único que podía protegerla.
Ya que JungKook era malvado y solo quería lastimarlos a ellos como lo hizo con su prometida Hye-min. El señor Jeon le había creído sintiendo su deber proteger a esa pequeña que se parecía tanto a su hijo y tenía el nombre del amor de su vida.
Sonrió al escuchar a la pequeña comentarle sobre su nueva mascota. Sobre lo bueno que era con ella su hermano Beomgyu, lo feliz que estaba porque su omma y appa se querían mucho y pronto se casarían. Young-nam no caía en cuenta de la situación porque la habían tratado tan bien que se sintió cómoda y en casa. Sonmi había sido algo extraña, pero su harabeoji la cuidó e inclusive ayudó a dormir en la noche.
Obvio que extrañaba a sus papás, quería verles, pensaba que en cualquier momento se irían de regreso sin saber en realidad que un pensamiento oscuro y macabro cruzó la mente del Jung-suk mirando con mas atención aquel acantilado y las olas romper contra ellas al mirar hacia abajo.
El cielo tenía colores naranjas y violetas, era un hermoso atardecer con el sol a medio esconder. Jung-suk escuchó el ruido de autos moverse sobre el pavimento, detenerse sobre las piedras, las puertas abrirse y las voces emerger en un tumulto de órdenes a viva voz.
—¡Young-nam! —el grito desesperado de Hye-min llamó la atención de ambos. Corría lo más rápido que podía con JungKook detrás siguiéndole.
Jung-suk afirmó su agarre en la mano de la niña, tenía miedo que le quitarán lo único que le hizo feliz durante esas pocas horas de lucidez. Sin embargo, al ver el rostro iluminado por la felicidad de la pequeña permitió que lo soltará, la dejó correr hacia ellos y vio la escena con atención, como la niña era abrazada y besada por sus padres, como se amaban.
Hye-min sostuvo fuerte entre sus brazos a su hija, no le importó las piedras incrustarse en sus piernas cuando cayó arrodillada al suelo, JungKook las abrazó a ambas con más fuerza. Ambos olfateando el olorcito de la menor. Tomaron su rostro viendo la sonrisa que tenía. Comenzó a contarles todo lo que había pasado en su corto viaje. Hye-min lloraba sin dejar de sonreír, sin separarse del cuerpito de su hija, JungKook las contenía cerca a ambas. Temía moverse un solo centímetro y dejarlas de sentir. Las palabras de amor entre los tres no faltó.
Se levantaron a duras penas siendo auxiliados por los oficiales de policía. JungKook no pudo evitar cruzar miradas con su padre. Solo eran unos pocos metros la distancia que los separaban y aún así no podían dejar de sentir avasallantes sensaciones parecidas. Volteó la cabeza observando a Hye-min a lo lejos entrar a una camioneta con su hija en brazos, ya estaban sanas y salvas.
Al volver su atención a su padre, este se encontraba caminando hacia la orilla a paso lento. No lo dudo, ni tampoco lo pensó, corrió hacia él en un intento por detenerlo. La policía detrás de él. Jung-suk tenía que pagar muchas cosas, debía recibir ayuda inmediata.
—¡Abeoji! —no podía sentir rencor, su corazón dejó de hacerlo cuando entendió que ser padre tenía un gran significado. Jeon Jung-suk lo fue en su momento, había sido un gran padre, pero cuando no lo hizo cometió demasiados errores y garrafales. Todos por su egoísmo y ceguera.
No obstante, JungKook no era igual, él era bueno, lo intentaría y aprendería a ser uno mejor. A apoyar y amar a sus hijos, a respetar y seguirlos aún las decisiones de ellos no fueran las que deseara para su futuro.
El hombre se detuvo aún dándole la espalda a su hijo. El viento hacia que el cabello del pelinegro golpeará su rostro con algunos de sus mechones despeinados. De repente, el alrededor para ambos se vació como si solo ellos estuvieran allí.
JungKook llevado por una clase de dolor y tristeza se acercó despacio a su padre. No evitó que sus ojos se colmaran de lágrimas por la rabia.
—Appa —murmuró, con lágrimas corriendo por sus mejillas, sostuvo el rostro de su padre entre sus manos, Jung-suk haciendo lo mismo.
—Siempre has sido mi pequeño —sollozó, acariciando el rostro y cabello de su hijo— mi gran alegría luego de tu madre —suspiró— cuando la perdí pensé que también te perdería a ti, me sentía muerto sin ustedes, sentí que moriría.
Ambos sollozaban mirándose fijamente el uno al otro a solo centímetros del precipicio rocoso, la policía alrededor atenta en un intento por salvaguardarlos. Hye-min observando desde lejos en shock rogando que JungKook regrese a ella.
Jung-suk siguió contemplando a su hijo, acariciando su rostro, secando las lágrimas del rostro tan apuesto, uno que le hacía recordar a su difunta esposa.
—Appa —susurró en un hilo de voz— por favor estás a tiempo de retractarte, por favor, termina con esta mierda de una vez —reclamó con más lágrimas recorriendo su rostro, agarrando con más fuerza los hombros del mayor.
—Es lo que estoy haciendo mi Guk-ah, —dijo, besando la frente de su hijo con lentitud— estoy terminando con todo esto, tú mereces ser feliz, te mereces toda la felicidad del mundo, te mereces a ellas dos. Quiero verte feliz al lado del amor de tu vida y de tus hijos —hizo una pausa— yo solo pido tu perdón.
—Lo tienes, lo tienes, tienes mi perdón, joder, vayamonos de una vez. —se desespero en un intento por retroceder con él de la mano.
—Te amo, hijo mío.
Pero lo siguiente dejó a todos los presentes jadeando de la sorpresa y el terror en gritos ahogados, en corridas apuradas y en un desasosiego atroz.
Jung-suk sujetó de las muñecas a su hijo empujándolo hacia atrás tomando a la vez el suficiente impulso para lanzarse en caída libre de espaldas hacia el vacío. El grito ensordecedor del pelinegro intentando salvar a su padre, se levantó corriendo a la orilla con algunas rocas bajo sus zapatos cayendo.
Sus ojos buscaron con desesperación algún indicio de su padre, solo viendo las olas moverse con ahínco rompiendo en las paredes de rocas mientras todo su alrededor volvía a la realidad.
Retrocedió con pasos torpes, se dejó caer de rodillas con el dolor palpitante en su pecho, los sollozos resonantes lastimar su garganta, temblaba entero por ver a su padre morir delante de sus ojos. A los segundos, sintió unos cálidos brazos rodearlo, no necesitaba siquiera saber de quién se trataba, pues su perfume y forma de tocarlo eran muy conocidos para él.
El suficiente para reconfortarlo aunque sea un pequeñísimo segundo, el único lugar en el que se había sentido seguro en toda su vida. Permitiendo que Hye-min lo contenga, lo consuele y sostenga, siendo ella su remanso de paz en aquel oscuro, macabro y doloroso infierno llamado realidad.
Fin.
Naaaaa, mentira, no es el fin, aún.
Faltan varios capítulos más que serían unos extras. Pero como me encanta el drama, quise que el final fuera este. 🤭 (No me peguen)
Quiero saber sus opiniones, quejas, insultos, inseguridades, etc. ➡️
¡Gracias!
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