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𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗼𝗰𝗵𝗼.

¿Cuánto tengo que esperar? ¿Y cuántas noches sin dormir tengo
que pasar para verte? Para reunirme contigo.
Lo sabes todo, eres mi mejor amigo.❞
Spring day - BTS.
•••

Sus párpados se mantenían cerrados, su cuerpo en un completo letargo se encontraba como si durmiera sobre una suave alfombra de blancas nubes esponjosas; suspiró al sentir una suave brisa sobre su rostro, una tenue sonrisa formándose en sus delgados y rosados labios atesorando en su oído una lejana risa que no supo reconocer.

Se acomodó mejor en su lugar boca arriba percibiendo el aroma a vainilla; tragó saliva sonriendo con más fuerza mostrando sus dientes de conejo ante las palabras tan melosas que aquel desconocido susurraba cerca de su oído.

Otra risa desconocida sumándose muy diferente a la anterior, un poco más ronca; ahora no solo sentía aquella brisa mentolada sino unas agradables caricias a su rostro y cabello que se encontraban despeinados mientras su cabeza descansaba sobre la acolchonada almohada.

—Oye dulzura, basta —las risitas comenzaron a ser más conocidas para el pelinegro después de su intento de queja.

—Oye dulzura, debes despertar —habló una voz con aegyo— o quieres que te sobe otros lugares.

La voz ronca y grave seguida de una risa divertida hizo que JungKook se despertará levantándose de un salto al encontrar a sus dos hyung  a sus costados aguantando la risa.

—Oh, la dulzura se ha despertado —canturreó Yoongi divirtiéndose con el menor.

—Oye dulzura, ¿quién es la víctima con la que soñabas, ah? —preguntó a duras penas HoSeok por contener la risa.

—Ja, ja, que graciosos son —Jungkook restregó somnoliento su rostro con una de sus manos, la otra sosteniendo su peso sobre el colchón.

—Oye, JungKookie, acaso sigues pensando en alguna chica o es qué estás contento de vernos —se burló el castaño cubriendo con una mano su boca evitando reírse a carcajadas.

El pelinegro con ceño fruncido bajó sus ojos de inmediato hacia su entrepierna y las sábanas blancas en forma de carpa aumentando la risa de los otros dos, sin inmutarse quitó las sábanas de encima para levantarse, dejándoles ver a sus mayores como Dios lo trajo al mundo.

—¡Aaahhh! ¡mis ojos, mis ojos! —chilló el castaño volteando y cubriendo sus ojos perturbado.

—Jeon, puedes cubrirte, no queremos ver tus miserias —gruñó el pálido también volteando hacia otro lado en lo que el menor se reía y metía al baño a comenzar su rutina.


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Una lenta canción con ritmo latino sonaba a través del estéreo mientras el pelinegro manejaba su auto por la carretera siguiendo al Hyundai Palisade de Min Yoongi dirigiéndose a la residencia Park.

JiMin había decidido que quería marcharse al aeropuerto en compañía de sus mejores amigos, la noche anterior se había despedido de sus padres quienes no estaban tan de acuerdo con el viaje ni con el nuevo rumbo que tomaría el joven, sobre todo el señor Myung-Back.

Los dos autos se detuvieron frente la entrada donde ya se encontraban los hermanos Park hablando muy entretenidos junto a las valijas del chico.

—Entonces —dijo HoSeok bajando del auto del pálido y saludando a los hermanos— se vienen con nosotros o uno se va con JungKook —señaló al vehículo unos metros más atrás del otro donde se encontraba el pelinegro esperando.

—Será mejor que yo vaya con ellos dos —señaló JiMin hablando a Hye-min— y tú te vas con Kook a su lado.

—Porque no mejor me echas a los lobos mientras mi cuerpo está prendido en fuego culpa del combustible con el cual me bañaste, ¿acaso perdiste la cabeza, oppa?

HoSeok rio divertido al igual que JiMin.

—Tranquila, Hye —calmó, rodeando con su brazo el hombro de su hermana, se llevaban muy pocos centímetros de altura— ve tú con los hyung y yo iré con JungKook, ¿mejor?

La castaña asintió aún refunfuñando, dirigiéndose al auto de Yoongi, las maletas siendo metidas a la parte trasera de la camioneta de este. El pelinegro observó al de cabellos chocolate subir al asiento copiloto de su Aston Martin.

—¿Listo para irnos? —el menor solo asintió poniéndose en marcha cuando el mayor se colocó el cinturón de seguridad.

—Pensé que iríamos solo nosotros cuatro —inquirió JungKook intentando no sonar interesado en la chica. El otro suspiró sonoramente.

—Anoche mi padre apenas se despidió, ni siquiera dijo palabra alguna en la cena de despedida que omma y Hye prepararon —contó con nostalgia— además, despotrico indirectamente contra mí hablándole a Hye-min de que debía comportarse correctamente como una señorita.

Se armó un pequeño silencio en el que solo se escuchaba la música de la radio encendida, JungKook manejaba concentrado en la carretera aún pendiente de lo que dijera su hyung a su lado; JiMin pensando de más mirando el paisaje a través de la ventana.

—Hye lloró toda la noche así que tuve que quedarme a dormir con ella, no podía dejarla así.

—Park Hye-min llorando como niña chiquita —se burló Kook queriendo bromear, pero conteniéndose al ver a su compañero tan serio.

—Kook, por favor, cuida a Hye, me preocupa que se quede sola y no sepa que hacer.

—Jimin, no debes preocuparte. Si alguien es más valiente y salvaje que cualquiera esa es tu hermana —comentó el pelinegro con seguridad sorprendiéndose de sus propias palabras— ella va estar bien.

—¿Te acuerdas de cómo empezó nuestra amistad?. —sonrió rememorando ciertos momentos en su mente.

—Cómo no hacerlo, recuerdo que me sermoneaste delante de todo el instituto por simplemente haberle jalado el cabello y haberle dicho que era una aburrida come libros —contó recordando con diversión, pues en ese momento no fue nada divertido.

—Me sorprendió tu manera de contestarme, ese día quería partirte la cara —exclamó mirando al pelinegro con una sonrisa pícara.

—¿No fue lo qué hiciste en la competencia de Taekwondo que tuvimos? —reveló recordando el tenso momento en que ellos compartieron clase juntos.

—Aaahhh que días —su sonrisa hacia que sus ojos se volvieran dos medialunas pequeñas— ese día te dejé una mejilla violeta de los moretones.

—No tanto como el que yo te deje a ti en el ojo.

Rieron ante tantos recuerdos que ambos compartían juntos, no solamente de ellos dos sino junto con todo el grupo.


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Hacia una hora se encontraban en la espera del llamado del vuelo. Desde que habían llegado el momento se había vuelto festivo y ameno entre los cuatro, más recuerdos que fueron sacados del baúl eran el tema principal.

Cómo si aquello hiciera doler menos la partida, que aunque no lo demostrarán, les afectaba a la mayoría. Pero a la vez, se sentían contentos y orgullosos de que por lo menos uno de ellos partiera para cumplir sus sueños.

"Pasajeros del vuelo 13/10 de aerolíneas 'Delta Air Lines' con destino a Los Ángeles, por favor embarcar por puerta 26"

—Bien, es hora —pronunció el de cabellos chocolate sonriendo tierno hacia sus amigos y hermana.

El primero en abrazarlo con fuerzas fue HoSeok, aún seguía con lágrimas en sus ojos, demasiado sensible para soltarlas hasta ese momento en que soltó un sollozo. Le siguió Hye-min, quien lloraba en silencio doliéndole la partida de su hermano  sintiendo querer retenerlo porque se sentiría realmente sola sin él.

JungKook le siguió abrazándolo también con fuerza, escondiendo su rostro en el cuello de su hyung y aspirando el perfume suave de este, tragó saliva conteniendo sus lágrimas, ahora caía en cuenta de que una de sus personas favoritas, su hermano se iba lejos, lo dejaba y no podía hacer nada para evitarlo.

—Oye, aún llorando te ves muy apuesto, mi JungKook-ie —canturreó sosteniendo el rostro del menor entre sus pequeñas manos, el pelinegro sorbiendo su nariz se alejó unos pasos atrás evitando ver a la chica a los ojos.

—Que tengas buen viaje, Park —Yoongi hizo un ademán de manos, todos volteando a mirarlo por su escueta y seca despedida.

—¡Yoongi deja de ser tan idiota y abraza a JiMin! —espetó Hye-min hablándole informal al mayor— no lo volverás a ver por meses y todos sabemos que te mueres por mi hermano.

—¿Disculpa? —el pálido estaba estupefacto por la actitud tan atrevida de la chica— así es cómo me hablas, mocosa.

—Hyung, ven —lo animó JiMin— dame cariño, sino cuando vayas a visitarme no tendré tu habitación lista.

El chico suspiró sintiéndose presionado, escuchó la risita del castaño y miró el puchero en los labios finos del menor, suspiró fuerte de nuevo acercándose a su amigo y abrazándolo con fuerza.

—Promete que te cuidaras, no te olvides de comer a horario, bebe mucha agua, cuídate del sol, no tomes de más, sabes que no te controlas. Llama si necesitas que te mandemos algo de Corea que allá no haya —detalló Yoongi aún abrazado a su dongsaeng separándose luego para sonreírle— y por favor usa condón si conoces a alguien.

—¡Yah!

—¡Yah! Mis odios —chilló la castaña ofuscada tapándose, los demás riendo.

—No es algo extraño, borrega, es algo que se usa en el sexo —comentó divertido el pelinegro— tal vez te lo muestre si me lo permites.

—Dudo que sepas algo de educación sexual, Jeon.

—Soy experto en eso, bonita, imparto clases gratis hasta de anatomía —añadió con tono insinuante. La chica iba contestar hasta que su hermano se interpuso entre medio de los dos.

—Prométanme que se cuidarán —miró a ambos colocando una mano en el hombro de cada uno— no peleen tanto, los quiero juntos.

Ante la mirada atónita y de asombro de los menores a punto de responderle con quejas, JiMin añadió.

—Los quiero juntos cuidándose, ¡Dios! Son mis pequeños —finalizó abrazando a ambos a la vez con fuerza evitando derramar lágrimas.

La voz mecánica de una mujer volvió a sonar a través de los parlantes haciendo una última llamada. JiMin sostuvo su bolso de mano listo para partir.

—Tienes todo, ¿verdad? —preguntó Hye-min con un puchero en sus labios y algunas lágrimas gruesas cayendo sobre su mejilla, evitaba a toda costa que los otros tres, centímetros más atrás la vieran.

—Si, si tengo todo —Jimin suspiró abrazando a su hermana una última vez— cuídate mucho, cuídalo mientras no esté —la chica asintió apretujando más fuerte a su hermano— te amo.

—Y yo a ti, oppa.

El de cabellos chocolate acomodó el bolso de mano en su hombro comenzando a alejarse de ellos, una mano en alto como despedida en lo que se acercaba a la puerta de embarque dejando a sus hyung y dongsaeng atrás.

—¿Hye? —llamó en un susurro HoSeok— ¿Te encuentras bien?

—No, pero debo estarlo —murmuró en respuesta por culpa del nudo en la garganta componiendo su rostro cuando el pelinegro se giró a verlos.

—Vámonos, JiMin nos avisará cuando llegue a destino.

Los cuatro salieron en silencio del aeropuerto directamente hacia el estacionamiento.

—Yoon y yo iremos al club —avisó el castaño al menor— ¿Tú? ¿qué harás?

—Tengo que ir al orfanato, el trabajo que nos dieron.

—Oh ok, buena suerte entonces —se despidió HoSeok no sin antes añadir con una sonrisa— debes saber que lo dulce alivia un poco la tristeza.

JungKook elevando una ceja confundido ante eso, siguió la dirección de la mirada de su hyung encontrando a una Hye-min agazapada y pensativa esperando algo o a alguien.

Se acercó a duras penas hasta la chica, sin decir una sola palabra, se colocó frente a la puerta de copiloto de su propio auto abriéndole, suspiró volteando su cabeza hacia un costado.

—Entra, llegaremos tarde —su voz neutra intentaba no demostrar emoción alguna, aún así lo negara, seguía triste por la partida de su mejor amigo.

La castaña sin rechistar subió en silencio al asiento de copiloto, JungKook la miró por un par de segundos por lo fácil que eso había sido. En otras circunstancias, estarían peleando como perros y gatos. Eran como enemigos naturales y aún así podían estar juntos a la vez sintiéndose cómodos.

Cerró la puerta con cuidado, rodeó el auto y subió hasta su puesto abrochando el cinturón de seguridad, acto seguido prendió el motor, todo en el más frío silencio a pesar de que afuera el sol caliente comenzaba a pegar.

—Toma —colocó delante del rostro de la castaña un chupetín sabor fresa que había comprado hacia unas horas con una pequeña sonrisa amable en sus delgados labios— lo dulce alivia un poco la tristeza.

Hye-min sin siquiera mirarlo tomó aquel dulce haciendo que sus dedos se rozaran por unos milisegundos. La castaña estaba enternecida por el detalle, pero no diría absolutamente nada.

—Gracias.

—De nada, me debes un favor —insinuó sugestivo.

—¡Ash! Todo iba tan bien y la tienes que cagar.

La risa del pelinegro contagió a la castaña causando que quiera reír de sus ocurrencias.


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Caminó por aquel pasillo dirigiéndose a la biblioteca con un tazón de ramen en sus manos, tenía un tiempo libre el cual usaría para leer un rato antes de irse a dormir.

Había sido un día muy agotador, no solo en lo emocional sino en lo físico, la castaña lo había tenido trabajando duro todo el día junto a los niños del orfanato, JungKook solamente lo había hecho para, por lo menos, mantener entretenida a la chica y que no esté pensando en su hermano y la partida de este.

Lo mismo para él, mientras más ocupado se mantuviera menos pensamientos rondarían en su cabeza.

Se detuvo en seco frente a la enorme puerta de caoba del despacho de su padre, estaba entreabierta por lo cual, se podía escuchar casi perfectamente la conversación que se llevaba a cabo dentro.

—Deberíamos tener cuidado, señor. En estos momentos, es peligroso mover tanta cantidad de dinero —escuchó una voz femenina hablar.

—Muy bien, entonces deberemos cambiar un poco las estrategias, rijamos las nuevas tarifas de forma que cada departamento obtenga lo suyo —sugirió con seriedad en su voz.

—Si señor.

—Y me avisan cuando a todos les haya llegado el memorándum.

Frunció su ceño acercándose un poco más a la puerta de forma involuntaria para escuchar mejor ante el silencio repentino, justo en el momento en que una mujer salía sorprendida del despacho.

—Buenas noches, JungKook —saludó la fémina con algo de vergüenza en su voz.

—Buenas noches, Sonmi —saludó coqueto, la chica delante suyo se trataba de una de las secretarias de su padre. La más joven casi cercana a su edad, una de las tantas que había pasado por su cuerpo y cama de algún hotel— ¿de qué hablaban con mi padre? —preguntó como si no tuviera interés alguno.

—Ahm, hablábamos de... —la chica fue interrumpida cuando el señor Jung-suk salió por la puerta encontrando a esos dos casi cuchicheando.

—Señorita Moon, ¿se le olvidó algo? —interrogó el señor Jeon con un semblante de pocos amigos intimidando a la chica.

—No señor, que pase buena noche —se despidió con una reverencia cruzando miraditas con el pelinegro intentando no sonreír o ponerse más nerviosa en lo que él le guiñaba un ojo.

—¿Se te ofrece algo, hijo? —preguntó el mayor llamando la atención del chico, este negó apartando su mirada para entrar a la habitación de enfrente -la biblioteca- cerró detrás la puerta, no quería tener que lidiar con su padre en esos momentos.

Estoy sensible después del PTD Stage... "Spring day" me hace llorar. 🥺😢

Supongo que de ahora en más se viene el salseo y no tan salseo.

Espero les guste, no olviden comentar y votar.

Tomen mucha agua con este calor, cuídense mucho. Beso

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