𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗱𝗶𝗲𝗰𝗶𝘀𝗶𝗲𝘁𝗲.
Viernes, siete por la tarde, el Hotel de Lujo de Josun Palace, ubicado en Gangnam-gu, lugar exclusivo en ciudad de Seúl, recibía a las personalidades más emblemáticas de la sociedad coreana. Pues el evento de caridad que todos los años se realizaba por parte de las mujeres de La Casa Azul en conjunto con el aniversario del museo Metropolitano se estaba por oficiar.
JungKook aburrido se encontraba al lado de su padre y su madrastra con semblante serio. Vestía completamente de negro, un traje a medida que se adecuaba a su musculado cuerpo dejando a más de uno delirando por tan elegante y excelso que se veía.
Los invitados entraban en orden siendo detenidos en la entrada por la afluencia de fotógrafos y periodistas que cubrían el evento en el acceso buscando una nueva y jugosa noticia, rumor o simplemente la crítica al buen vestido o mal vestido de la noche.
Hye-min entraba del brazo junto a NamJoon, ambos ignorando las preguntas a trompicones que los periodistas les lanzaban con claras intención de saber los rumores que comenzaron a elucubrar alrededor al verlos llegar juntos y a sus respectivas familias juntas.
Entraron manteniendo una sonrisa fingida, sobre todo ella. No estaba muy contenta al saber que tendría que compartir mesa con su padre. Aún no habían hablado ni arreglado la tensa situación entre ellos. Tanto su madre como hermano mayor se lo habían pedido, que por lo menos, intentará dejar de lado su orgullo y entendiera que algunas cosas se resbalan de las manos cuando no se tiene poder ni control completo sobre ello como su padre no los tenía.
━━━━━━✧❂✧━━━━━━
La cena llegó a su fin mientras las mesas con sus invitados mantenían amenas conversaciones entre banales e insulsas, conversaciones colmadas de críticas y miramientos. Todos con una máscara de elegancia y rectitud, de perfección y adoctrinamiento por el buen gusto y la elegancia impartida por la alta sociedad coreana siempre intentando encontrar lo perfecto.
Hye-min apenas había probado bocado, acotaba en algunas conversaciones a su alrededor cuando le llamaban la atención fingiendo una amable y dulce sonrisa. Suspiró perdiendo la cuenta de todas las veces que lo hizo en acción de cansancio durante la velada. Prefirió levantarse de su lugar excusándose con los demás ante la atenta mirada de dos personas en particular.
Caminó entre las mesas con aire distraído sin rumbo fijo aparente, se sentía inhibida con tanta gente alrededor, su pecho comenzando a sentir una ligera opresión que no le permitía respirar del todo bien. Salió al enorme balcón donde pocas personas se encontraban allí disfrutando de la brisa de la noche, comenzó a hiperventilar, una sensación de vértigo tomándole por sorpresa en todo el cuerpo.
—¿Hye-min? —volteó, jadeando de la sorpresa al encontrar a su padre con semblante acongojado— ¿Podemos hablar?
Asintió tragando saliva duramente, se obligó a calmar su corazón desbordado y respirar con calma, siguió a su padre hasta encontrarse un poco alejados. El señor Park sujetó la mano de su hija percatándose de su tembladera, inquietándole verla tan ansiosa, jamás la había visto así.
—¿Querida, qué tienes? —sobó los brazos de la chica queriendo darle un poco de calidez observando el rostro de su niña en busca de algún problema, puesto que ella no lo miraba. Hye-min sintiendo la buena intención del mayor se abrazó al torso de este con fuerza, y él sin perder tiempo rodeó con los suyos conteniendo a su hija.
Rememorando el pasado y los abrazos cariñosos que recibía por parte de sus dos hijos, su corazón melancólico empezando a extrañar a JiMin. Se arrepentía de haberles dichos tantas cosas innecesarias y que ahora la lejanía era lo que los relacionaba. La castaña tomó una gran bocanada de aire llevándose consigo el aroma del perfume de su padre sintiendo algo de alivio y sonriendo con ojos cerrados. Sintiéndose en paz después de mucho tiempo.
Se separaron unos centímetros para mirarse el uno al otro, el señor Myung-Back acarició la mejilla de su hija que había osado golpear, jamás se perdonaría haberle levantado la mano. Cruzaron algunas palabras dónde no hacía falta decir mucho, sabían que a pesar de todo estarían el uno para el otro. Hye-min dejando de lado su orgullo entendiendo que su padre era una importante figura del gobierno y que su trabajo era duro.
La noche comenzó a ser un poco más tranquila y pasajera, Hye-min había hablado con su padre estaba contenta comentándole sobre el trabajo en el orfanato, viendo el interés de muchos otros por ayudar en causas donde los niños más desamparados tuvieran más oportunidades de salir adelante. Algo que la ponía contenta y de muy buen humor. El evento estaba saliendo muy bien.
Los invitados se mantenían entretenidos entre conversaciones, contemplanza y un baile en medio del salón magno del hotel de lujo. La castaña había aceptado bailar con NamJoon mientras hablaban de todo y nada a la vez, sonreían cómplices armando su propio mundo. Tiempo después, fue el turno del señor Park de bailar con su hija quería aprovechar el tiempo perdido, quería disfrutar unos minutos a solas antes de cualquier cosa.
—Myung-Back —los dos voltearon a ver a un señor de traje muy elegante y cabello engominado, sonreía con picardía mientras en una inclinación se saludaban, a su lado, se encontraba un joven de la edad de la castaña quien no dejaba de mirarla con ojos penetrantes y oscuros— me permití tomarme el atrevimiento de acercarme junto a mi hijo —mencionó posando la mano en el hombro del chico a su lado— porque no dejamos solos a estos dos jovencitos y nosotros hablamos de cosas importantes.
Hye-min miró por un momento el perfil de su padre encontrando la duda e incertidumbre dibujado en el rostro de este, sintiendo en la boca del estómago un mal presentimiento.
—Creo que no es buen momento, Yu-Hyun —murmuró sujetando la muñeca de su hija en un apretón. El hombre rio con sorna contagiando a su primogénito al lado.
—Dejá la vergüenza de lado, que se conozcan estos dos jovencitos apuestos —dijo acercando al azabache intimidando a la castaña— harán maravilla juntos.
Ronroneó el hombre con un tono sugestivo que ni a Hye-min ni a su padre gustó. Ella cayendo en cuenta de lo que se trataba la situación al ver como su padre le rehuía la mirada. Su mente no paraba de hacer conjeturas todas llevándole a un mismo punto.
Matrimonio por conveniencia.
Se excusó de muy mala gana conteniendo las lágrimas en sus ojos, su rostro comenzando a adoptar un color rojo por la ira arrullandole hasta por los poros, salió a pasos agigantados del sitio sintiendo, otra vez, esa inminente presión en su pecho que no le dejaba respirar.
—Hey preciosa, ¿a dónde vas? —la mano ajena sobre su antebrazo la detuvo por un segundo intentando safarse de inmediato sin obtener éxito, el chico se estaba excediendo con la fuerza.
—Suéltame, YuGyeom —espeto con firmeza importándole poco estar lastimándose a si misma para intentar escapar.
—Hye, no seas arisca —ronroneó sonriendo con lascivia— te prometo que nos divertiremos.
Susurró intentando robarle un beso en lo que Hye-min desesperada y un poco aterrada le exigía que la soltase.
—¡Hey! ¡Te dijo que la sueltes!
━━━━━━✧❂✧━━━━━━
JungKook llevó el vaso de whisky a sus labios bebiendo de un solo trago el contenido de color ámbar, su rostro deformándose en una mueca por el fuerte líquido recorriendo su garganta. Estaba harto, aburrido y cansado. Había tenido una fuerte discusión con su padre después de mucho tiempo porque comenzaba a salir sin sus guardaespaldas, queriendo tomar sus propias decisiones y porque no quería asistir a esa fiesta nefasta dónde su padre quería presentarle a alguien especial.
Pues, el señor Jeon le había mencionado que JungKook tenía edad suficiente para contraer matrimonio y formar una familia. Dato que al pelinegro enfureció desatándose una ida y vueltas de palabras que a cada minuto parecía ser más violenta y que de no ser por YangMi, la esposa del señor Jeon hubiera sido peor. Asistió por pedido de la mujer, porque lamentablemente, sentía que debía seguir con la farsa de su padre siendo el presidente bueno y la familia perfecta.
Menudo fiasco.
Observó a lo lejos a la castaña bailando en compañía de su padre y la música jazz de fondo, se los notaban cómodos sonriendo mientras mantenían una conversación amena, él nunca podría tener una conversación de esas, su padre jamás había tenido un detalle sincero para con él sino para fastidiarlo cuando se lo proponía.
Se fijó en Hye-min nuevamente notando la presencia de dos hombres más conociendo a la perfección a uno de ellos, vio el rostro serio de la castaña después de un par de palabras que no sabía de qué se trataban, pero supuso que no fueron nada agradables para ella y sin darse cuenta, sus pies comenzaron a llevarlo a esa dirección, pero en medio del camino fue detenido por Sana Minatozaki con su sonrisa reluciente sujetándolo el brazo.
—Ven Guki, bailemos juntos, ¿si? —JungKook miró a la pelirroja de pies a cabeza recordando la mención del apellido de la chica en la boca de su padre. Admitía que Sana era hermosa, le gustaba, era una mujer apasionada en todo sentido y le gustaba que siempre estuviera solo para él, ella podía ser la mujer perfecta para un futuro, pero él no quería eso. Jamás lo querría.
Solo quería divertirse y ya. Comenzó abrir la boca para decirle algo inapropiado que los llevará a un lugar más privado, pero observar de repente el rostro enrojecido con lágrimas asomándose por las orbes almendrados de Hye-min lo alertó primero.
—Tal vez luego —musitó mirando fijamente a la castaña casi corriendo en dirección a la salida y detrás de ella, Kim YuGyeom con aires triunfantes. Eso no le agradó para nada. Se zafó con suavidad del agarre de la pelirroja y salió trotando detrás de los otros dos.
Encontrando en el camino gente que requería de su atención para conversar rechazandolos a todos con elegancia y premura, sentía que debía llegar rápido detrás de esos dos. No equivocándose cuando encontró a YuGyeom casi forzando a Hye-min a besarlo entre las quejas desesperadas de ella.
—¡Hey! —gritó parándose en seco a menos de un metro llamando la atención del par— ¡Te dijo que la sueltes! —espetó con enojo y rabia, terminó por acercarse hasta estar a solo centímetros del rostro del otro.
—¿JungKook? —sonrió— que alegría verte amigo.
—No diría lo mismo —miró a Hye-min a su lado por un segundo encontrándola muy incomoda— ¿Que intentabas hacer?
—Solo hablábamos —indicó restando importancia a la situación y al estado de nervios en que la chica se encontraba. Ella a punto de contestarle con un gran insulto fue detenida cuando el pelinegro habló primero.
—Parecía que hacían otra cosa —insinuó sin dejar de mirar fijamente al otro con cara de poco amigos.
—No te metas, JungKook —YuGyeom intentó tomar la muñeca de Hye-min para alejarla, pero el manotazo que ella le dio más el empujón en su pecho le dejó en claro que no sería nada fácil— ¡Hye-min! —reprochó fingiendo una sonrisa amarga.
—¡Vete al maldito demonio, imbécil! —siseó entre dientes sujetando la mano de JungKook, comenzando a alejarse a las corridas de allí.
Seguía sintiendo esa presión en su pecho, no podía siquiera llorar, era como si su cuerpo estuviera juntando toda la energía para, en el momento menos indicado, explotar como una bomba nuclear que arrase con todo.
Trotaron hasta el estacionamiento, para su buena suerte, Hye-min reconoció el auto del pelinegro a lo lejos, llevándolos y obligándolo a abrir, adentrándose al instante en el asiento del copiloto. Por primera vez, JungKook se sentía intimidado por la chica, que este tan callada y neutra no era una buena señal, él lo sabía muy bien porque así solía ser antes de explotar.
Manejó sin rumbo fijo preguntándose que habría pasado para que todo eso sucediera de esta forma. Miraba de vez en cuando de soslayo a la chica a su lado, preguntando en voz baja si se encontraba bien sin recibir respuesta alguna por parte de la fémina.
Siguió al volante durante unas dos horas más, encontrándose en el camino que llevaba a la costa, JungKook giró hasta detenerse en un estacionamiento vacío con la intención de invitar a la chica a caminar un rato, sorprendido cuando ella salió apresurada ni bien se apagó el motor.
Hye-min se quitó los zapatos de tacón comenzando a trotar por el suelo de cemento levantando con la otra mano su vestido blanco, ni siquiera esperó ante los llamados de JungKook detrás siguiéndole con dificultad por la arena metiéndose en sus zapatos negros de vestir. Solo quería respirar por un momento.
—¡Yah! Te dije que me esperarás, que acaso...
Se detuvo cuando vio el rostro de la chica empapado en lágrimas, a pesar de tenerla de perfil y en medio de la oscuridad la luz de la luna siendo lo único que los alumbraba al igual que la tenue luz de los faroles más atrás podía ver el sufrimiento en su semblante.
—Hye.
—S-solo estemos en silencio —susurró con la voz casi hecha un hilo fino— por favor.
Solo pasaron unos segundos donde la castaña tragó duramente saliva dejando salir un fuerte sollozo cubriéndose el rostro con sus manos mientras se escondía en el pecho del pelinegro.
JungKook preso de la sorpresa, sin siquiera saber que hacer, pero sintiendo demasiada tristeza por aquel pesar, la rodeó con sus brazos dándole cálidas caricias en la espalda sintiendo los espasmos del cuerpo femenino causadas por el llanto.
No me gustó mucho como quedó el capítulo, pero era necesario esto, más adelante entenderán. Espero les guste.
Ese es el vestido que Hye-min tiene puesto en el evento. Y en multimedia está lo que JungKook usa. 😏
💜💜💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro