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𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗱𝗶𝗲𝗰𝗶𝗻𝘂𝗲𝘃𝗲.

Una tormenta de gran magnitud caía sobre la ciudad de Seúl, algunos sectores se habían quedado sin luz gracias a qué los fuertes vientos tiraron abajo algunos árboles sobre los cables de luz.

El orfanato Seolchun había corrido con la mala suerte de haber quedado sin luz desde hacía horas. Al principio, todos se mantenían realizando actividades que los entretuvieran dentro, pero llegada de la oscura noche y sin luz las cosas comenzaron a ser un poco más difíciles.

Tanto JungKook como Hye-min no podían marcharse, la lluvia era imparable, era imposible salir, tenían poco personal para poder delegar y lo más importante, los niños o la mayoría de ellos se encontraban inquietos con toda la situación.

Otro estruendo fuerte rugió haciendo que algunos infantes saltarán del susto en lo que se encontraban leyendo, dibujando o pintando en el comedor, era el único lugar grande donde todos podían estar sin invadir los espacios personales en compañía de las luces de velas alrededor.

—La cena se servirá en un rato —murmuró TaeHyung cerca del oído de JungKook, este asintió sin quitar toda su atención de los pequeños y de su hoja, estaban dibujando— ¿Todo bien? —preguntó apoyando sus manos sobre la mesa acercándose al chico.

—Si, todo bien —atino a decir sin importancia, volteó a mirar al azabache con rostro incrédulo— si lo dices por Hye, estamos bien, no estamos peleando —TaeHyung asintió convencido— por ahora —agregó en voz baja riendo haciendo que el otro negase con la cabeza.

Media hora más tarde, la cena estaba siendo acompañado de conversaciones en las mesas intentando ignorar el diluvio afuera, aún no había parado. Algunas calles se estaban inundando y era difícil transitar por ellas.

—Nam lo siento tendremos que dejar la salida para otro día, ¿si? Prometo que mañana iré a ayudarte antes de que te vayas —la castaña miraba atenta a las niñas mientras comían y conversaban entre ellas, la mas pequeña de nombre Jiyu comía a su lado en silencio.

No te preocupes, lo dejaremos para otro momento, tal vez a mi regreso —aunque no podía verlo podía sentir la sonrisa con hoyuelos del otro lado— cualquier cosa, dime si necesitas algo —Hye-min asintió haciendo un ruidito proveniente de la garganta.

Cortó luego de despedirse, prestando atención a las niñas y sus risitas, giró su rostro hacia donde los demás se encontraban aún cenando, cruzó miradas con JungKook quien tenía la boca llena de comida aún siendo masticada, sus mejillas abultadas le daban un aspecto tierno y gracioso, parecía otro niño más, ella le sonrió y él apartó la mirada algo avergonzado.

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Todo parecía tranquilo hasta que parte del orfanato se inundó alertando a los mayores. Todos ayudaron a sacar el agua y secar olvidándose por un momento los truenos y la oscuridad, la lluvia iba cesando de a poco pero aún así no del todo, a pesar de ser verano, el aire era bastante fresco.

Había llegado las diez de la noche y tenían que acostar a los niños, Hye-min intuía o sospechaba que esa noche se quedarían a dormir allí, no le molestaba en absoluto, TaeHyung les había propuesto a ella y al pelinegro dormir en su casa, el azabache y su madre vivían en una acogedora casita al lado del orfanato.

Todos los niños estaban listos para dormir, pero la mayoría se encontraban inquietos, TaeHyung tuvo que salir por un momento dejando solo a los otros dos, cuestión que hizo que las tareas se hicieran un poco más pesadas.

—Ayúdame, JungKook, por favor —chilló la castaña haciendo malabares entre la niña mas pequeña del lugar en brazos y unas velas.

—Dime cómo.

Ella sin pensarlo le pasó a la más pequeña en sus brazos, sorprendiéndole de sobremanera cuando la niña se aferró con sus bracitos a su ancho cuello, la pequeña aún seguía llorando y JungKook no podía moverse por temor a que se le cayera a pesar de que la tenía aferrada a su torso con ambos brazos.

—Iré a ver a los demás niños y les llevaré esto —levantó mostrando unas mantas comenzando a caminar— siguen inquietos por la tormenta.

El pelinegro solo asintió acomodando mejor a Jiyu en sus brazos de modo que su cabeza reposará en su hombro y las piernitas quedarán a los costados de su cintura, se alivió al no escuchar mas llanto manteniéndose tranquila bajo su amparo, segundos después, sintió unas suaves caricias en el lóbulo de su oreja.

—Jiyu, ¿te relaja hacerme eso en la oreja? —preguntó con una sonrisa dulce mirando de costado a la niña, ella asintió con mejillas rojas y un puchero en sus abultaditos labios, <<es una niña muy adorable>>, pensó JungKook— vamos nena, no tengas miedo, debemos ayudar a Hye.

Caminó con tranquilidad por los pasillos tarareando una canción de cuna que no sabía de dónde había sacado ni recordado, el ruido de la lluvia cayendo era algo relajante de escuchar, todo se mantenía en completo silencio y tranquilidad en medio de la oscuridad. JungKook llegó hasta la habitación que los niños compartían, todos dormían con tranquilidad salvó por una cama que estaba desordenada y vacía. Miró a su alrededor sin encontrar la presencia de Beomgyu por ningún lado.

Iba a dirigirse hacia el baño al final del pasillo en la búsqueda, pero se detuvo en la puerta de la habitación de enfrente dónde las niñas dormían, observó como Hye-min terminaba de arropar y dar las buenas noches a las demás en lo que apagaba las velas, JungKook acomodó mejor a la pequeña en sus brazos cuando la castaña se dio cuenta de su presencia. Él entró dirigiéndose a la cuna.

—Omma —chilló Jiyu somnolienta pasando a los brazos de Hye-min para acostarla— appa —alargó sus bracitos en dirección al pelinegro. Dejando estáticos en su lugar a ambos por como ella los había nombrado.

—No soy tu appa, ni ella tu omma —murmuró él con más seriedad de la requerida— sabes lo feo que es tener a Hye-min de madre y esposa, pobrecito de mi y de ti nena —bromeó, recibiendo un suave golpe en el brazo por parte de la castaña.

—Yah, yo sería la mejor madre y esposa del mundo —susurró con orgullo arropando a la niña para luego mirarlo a la cara.

—No lo dudo —susurró él mirando fijo a la castaña, colocándola nerviosa en su lugar. Carraspeó fuerte apartando la mirada— Beomgyu no está en su cama —comentó él mientras salían de la habitación.

—Creo saber dónde está —dijo caminando con rapidez hacia la sala de entretenimientos, los dos observando el panorama dónde el niño dormía sobre algunos peluches en el suelo. JungKook se rio por lo bajo pareciéndole muy cómico la situación, tomó entre sus brazos al niño para llevarlo acostar a su cama.

El silencio los mantenía en comodidad mientras caminaban en medio de la oscuridad.

—Los niños están muy contentos con todo, son felices desde que estamos aquí —comentó Hye-min en un susurro— la influencia de ellos ha hecho muchos cambios buenos también.

—¿De qué hablas? —preguntó dubitativo, frunciendo su ceño acomodando mejor al niño en sus brazos.

—Has estado muy cerca de todos ellos —susurró también dubitativa sin mirarlo— te has acostumbrado tanto a ellos que pareces muy cómodo.

JungKook no supo que responder porque en su interior confirmaba todo aquello, se sentía demasiado cómodo con toda esa gente, inclusive hasta con TaeHyung con quién en el principio no se llevaba bien.

—Tal vez sea mi inmadurez el que vive y trabaja aquí —se mofó queriendo quitar seriedad al ambiente.

—Tal vez —le siguió ella con una sonrisa.

Caminaron a pasos lentos en medio de la oscuridad hasta llegar a la habitación del niño. Con sumo cuidado, el pelinegro acomodó al infante en su cama dificultándole el trabajo al este aferrarse a su cuello.

—Bebé, debes descansar en tu cama —susurró causando que Hye-min lo escuchará y se estuviera retorciendo de la ternura en su interior escondiendo una sonrisa.

Beomgyu adormilado se despatarro en su cama sin quitar sus manitos de la camisa del chico, entre sueños se sentía muy protegido por su hyung. JungKook acarició la manito con ternura con intenciones de zafarse, sonriendo sin darse cuenta porque aquel muchachito le recordaba a él de pequeño.

Cerraron las puertas detrás, el pelinegro sacando su móvil al recibir un mensaje de TaeHyung. Podían al fin irse a sus casas después de un largo día.

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Hye-min observó de reojo a JungKook quien se removía en su lugar inquieto con sus manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, una sonrisa ladina se formó en sus labios al ocurrírsele algo loco y tonto. Esperaban a qué los vinieran a buscar mientras se mantenían bajo el pórtico resguardados de la minúscula lluvia caer.

Ella salió del techo que los cubría, caminó unos pasos recibiendo la ligera llovizna, JungKook la observó con asombro y extrañeza, la castaña abriendo sus brazos en lo que sus ojos se mantenían cerrados dejándose empapar.

—¿Estás loca? ¿qué haces Park?

Suspiró antes de hablar— Simplemente disfrutó del silencio, Jeon.

—¿De qué hablas?

—Solo presta más atención, JungKook.

El pelinegro aún escondido miró a su alrededor prestando atención al detalle que había mencionado anteriormente Hye-min, el silencio, el sonido de las gotas de lluvia cayendo en la superficie, la bruma casi imperceptible viéndose en el cielo oscuro a causa de las luces de los faroles, esa sensación de paz y tranquilidad. Su piel volviéndose de gallina al tener calma absoluta.

Volvió a mirarla cuando comenzó a caminar hasta el jardín llena de flores, su ropa ya empapada se pegaba al cuerpo femenino, pero eso no era lo que le llamaba la atención, sino lo libre que parecía mostrarse, lo simple y sencilla que se veía, lo cálida y bella bajo aquella lluvia de verano.

Sin darse cuenta de que de sus delgados labios brotaba una sonrisa sincera, sonrisa que no escondió cuando sus pies lo llevaron hasta ella dejándose mojar. Recibiendo la pequeña margarita que ella le obsequiaba, JungKook miró aquella pequeña florcita blanca siendo apretada en sus dedos índice y pulgar, levantando la vista para colocar dicha flor en uno de los pasadores que la chica tenía en su cabello.

Ambos sonriéndose de forma cálida y genuina creando un momento mágico, hasta que la lluvia comenzó a ser un diluvio causando que chillaran de la sorpresa. JungKook se aferró a la mano de Hye-min en lo que se echaban a correr por el patio hasta el portón verde que abrieron.

Las calles silenciosas siendo el escenario de ambos corriendo de la mano bajo la lluvia, riendo como si hubieran echo alguna travesura de niños dejándose llevar por el momento, él sintiendo una calidez en su pecho, una que hacía mucho tiempo no sentía al lado de alguien como ella.

Fueron unos largos minutos en los que corrieron por el asfalto, para ese momento ya se encontraban totalmente empapados de pies a cabeza pero riendo divertidos. JungKook alcanzó a vislumbrar una tienda de conveniencia abierta donde había un pequeño techo donde se refugiaron.

La estrechó entre uno de sus brazos en un intento por mantenerse ambos a resguardo, su mano libre dirigiéndose a la mejilla de ella secó algunas gotas de agua del rostro femenino en una leve caricia causando que Hye-min cerrará sus ojos por un lapso corto de tiempo disfrutando aquello.

El calor que ambos se repartían era tan confortable en medio de sus cuerpos fríos que no evitaron abrazarse el uno al otro, ella apoyando su mejilla en el pecho de JungKook, le rodeó la cintura, él la apretó más entre sus fuertes brazos por sentirle temblar.

Sin apartarla de su anatomía, extrajó el celular del bolsillo delantero de sus jeans tecleando rápidamente en la pantalla táctil para llevarlo luego al oído.

—Sejin, te mandé la ubicación de dónde estoy necesito que vengas ya… —bajó la mirada hacia donde Hye-min encontrándola con los ojos cerrados acurrucada casi dentro de su chaqueta, su brazo la apretó un poco más a él— y por favor, trae toallas contigo… no preguntes, solo hazlo. Gracias.

Guardó de nuevo el aparato mirando al cielo gris desbordado con algunos relámpagos iluminando, volvió a abrazar por completo a la chica reposando su mejilla en la coronilla de la fémina manteniéndose los dos juntos abrazados.

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